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CREMA BATIDA por mitarai makosla

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Notas del fanfic:

     BASADO EN UNA HISTORIA MAS O MENOS IGUAL, A MI NUEVO CHICO NO LE GUSTA EL CHOCOLATE, POR LO QUE SU PASTEL DE CUMPLE QUE LE HICE FUE DE CREMA CHANTIYI O COMO SE DIGA, QUEDÓ SUPER RICO ESPERO QUE LES GUSTE EL FIC. ¿USTEDES LOHAN INTENTADO? ¡ES LA MERA GLORIA!!!

Notas del capitulo: ¿COMENZAMOS? OK!!!! AQUI VA!!!

 

    

     Será ahora el cumpleaños de Kurapika; y se celebrará en su nuevo departamento. El teléfono sonó y el rubio fue a atender la llamada.

     -¿si? Hola

     -¿Kurapika? Soy Gon, llamo para avisarte que Killua y yo llegaremos tarde a la fiesta, nos ha surgido algo y tendremos que llegar tarde – le dijo.

     -ah, ya veo, no te preocupes, los estaremos esperando. – contestó cordial y comprensivo. Cortó la llamada y se fue nuevamente a la cocina, donde preparaba un pastel para comerlo con todos. (N/a: jaja una vez me tocó hacer mi propio pastel en un cumple, se siente extraño, pero es divertido) el timbre de la puerta le llamó interrumpiendo su labor de decorar con la dulce crema de leche batida. Miró el reloj. - ¡vaya ya son las 8 de la noche! – Se dijo a sí mismo mientras limpiaba sus manos – ese debe ser Leorio.

 

     En efecto, abrió la puerta y el Doc. Leorio ya había llegado, apenas salido del hospital al despistado se le olvidó quitarse la bata médica.

     -hola Kurapika, feliz cumpleaños – le saludó dándole un pequeño regalo.

     -hola Leorio, gracias, pasa y ponte cómodo, estoy terminando de decorar el pastel. ¿Gustas algo de tomar?

     -si, gracias.

     -te ves bien de blanco – le comentó mirándole con la bata.

     -¿a qué te refieres? – preguntó despistado.

     -¿no has notado que aún traes puesta la bata del hospital?

     -¡¿eh?! Se me olvidó quitármela al salir, lo siento.

     -jajaja, no es la primera vez que te pasa – le dijo ofreciéndole una bebida. Leorio se sentó en el sofá y Kurapika volvió a la cocina para terminar su pastel.

     -¿no han llegado Gon y Killua? – preguntó Leorio desde la sala.

     -no, llamaron para avisar que llegarían tarde.

     -típico en ellos de llegar tarde.

     -tienes razón. – Leorio terminó su bebida; se levantó del sofá para dar una vuelta por el nuevo departamento, aprovechó para quitarse la bata y colgarla en el perchero de la puerta.

     -es un lugar agradable – comentó.

     -si, el edificio es bastante bueno, y la renta no es tan cara como en el anterior. – contestó Kurapika desde la cocina.

     -qué bien – dijo llegando a la cocina; el rubio le miró, ya no tenía la bata blanca.

     -la cocina es bonita – comentó mientras veía un cuadro en la pared de la cocina (N/a: ¿un cuadro en la pared?) en el rostro de Kurapika se dibujó una traviesa sonrisa al verle distraído. Tomó algo de crema batida en su mano.

     -oye Leorio – le llamó, y cuando este volteó recibió en el rostro la emboscada de la blanca crema. Sólo se podía escuchar la risa del Kuruta. – te dije que te veías bien de blanco – le dijo entre carcajadas. Leorio quitó sus lentes dejando ver sus ojos que buscaban venganza. Mientras Kurapika no dejaba de reír, Leorio tomó un poco de la crema que había quedado embarrada en su rostro y la arrojó directamente a la boca del rubio, quien casi se ahoga al tragar esa bocanada de crema que cayó en su boca. Cuando recuperó el aliento, tomó otra vez crema en su mano y la arrojó fuertemente contra Leorio, quien nuevamente lanzó la crema a Kurapika. Así se inició una batalla campal con la crema batida.

 

     Poco a poco se acercaban para atacar al otro con la dulce crema. En un intento por detener el ataque de Kurapika, Leorio lo tomó por las manos alzándolas hacía arriba, así lo dejó imposibilitado de lanzarle más crema. Sus miradas se cruzaron unos momentos; sus rostros estaban cubiertos con la dulce crema.

     -Leorio, tienes algo en la cara – le dijo con una provocativa voz.

     -si ya lo sé. – contestó sin soltar sus manos. Kurapika se acercó un poco más a él.

     - Deja que te lo quite – dijo besando sus blancos y dulces labios. Al sentir tan tremendo y sabroso beso, Leorio soltó las manos de Kurapika, mismas que se dirigieron a su cuello, abrazándole con deseo. Leorio abrazó la cintura del rubio, tomándolo fuertemente, besándolo también con gran pasión.

 

     La boca de Leorio dejó los labios de Kurapika para atender su exquisito cuello, todo cubierto de crema. El rubio se extasiaba con el placer que le producía la suave lengua de Leorio. Las respiraciones de ambos se volvían cada segundo más intensas y jadeantes.

 

     Con su boca, Leorio limpió toda la cara de Kurapika, así se podían ver sus rojizas mejillas; fue nuevamente a sus labios, que aún sin la crema batida conservaban un sabor muy dulce. El termómetro marcaba 15 grados centígrados esa noche, pero sus cuerpos estaban a 35º, y las ropas daban aún más calor. Habiéndole sacado la camisa, Leorio tomó a Kurapika por el cuello y sin dejar de besarlo lo recostó en la mesa junto al pastel quisquillosamente decorado. Leorio tomó una de las fresas del pastel y cariñosamente la dio en la boca del ruborizado rubio, quien la mordió como si fuera la primera y la última fresa de su vida, jamás una fresa había sabido tan deliciosa. El buen Doc besó de nueva cuenta la boca de Kurapika saboreando también ese dulce sabor a fresa.

 

     Mientras Leorio besaba insaciablemente el cuello de Kurapika, este le sacaba el saco, la corbata y luego la camisa; había quedado algo de crema en sus hombros, se dio a la placentera tarea de quitársela con su boca tan sedienta de pasión.

 

     Sus cuerpos ardían al mismo tiempo que clamaban por más. En un intento por apoyarse mejor, Kurapika aplastó el pastel con su hombro, ¿pero qué importaba un pastel si tenía encima de él a tan atractivo y gentil doctor?  El pastel cayó al suelo y la mesa ahora estaba completamente libre sólo para esos dos. Leorio besó el hombro de Kurapika desapareciendo todo rastro de la crema y las fresas que se habían quedado en él.

 

     Leorio recorrió cada uno de los rincones más ocultos en el cuerpo de Kurapika, besaba su cuello, mordía delicadamente sus orejas dejando salir en ellas su cansado respirar, lo que excitaba aún más al rubio; fue después a besar su pecho, que también se notaba algo enrojecido, dejaba su rastro por cualquier lugar que recorría; sus brazos, sus caderas, sus piernas… era sin  duda un interminable paseo por los pasillos que llevan a la gloria. Regresó entonces a los labios de Kurapika, besándolo apasionada y cariñosamente, como sólo lo haría con ese rubio de ojos tan azules.

 

     Los brazos de Kurapika rodeaban el cuello de Leorio empujándolo hacía él mismo provocándole tremendo placer al ser su miembro recargado fuertemente contra el suyo. Las caricias se intensificaron, los besos eran más apasionándoos y llenos de deseo; la piel clamaba placer. Leorio recorrió el dorso de Kurapika dando insaciables besos, llegó a un sagrado templo que era sólo para su santa boca. El rubio se extasiaba al sentir a Leorio alimentarse fuertemente con su esencia. Sus pulmones casi explotaban, sus mejillas ardían en un rojo intenso, sintiendo al amado doctor en aquel lugar sagrado sólo para él.

     Leorio fue nuevamente a la boca de Kurapika, besaba sus labios mientras sentía cómo las uñas del rubio se deslizaban con fuerte dulzura por su espalda, lo que le producía un ligero dolor sumamente placentero.

 

     Leorio tomó a Kurapika por los hombros, haciéndole que se diese la vuelta y quedase apoyado sobre sus rodillas y manos; “oh sensual pose que tanto me gusta” pensó libidinosamente el buen Doc.

 

     Un tremendo suspiro provocado por el placer salió de la boca de Kurapika cuando sintió cómo lentamente y lleno de cariño, Leorio entró en él. Esto le producía el dolor más dulce que jamás se había podido experimentar. Era un increíble placer segundo con segundo. Leorio tomaba con sus manos las caderas del rubio para así lograr hacer que este mantuviera su ritmo; lo que hacía que el éxtasis aumentara cada vez más.

 

     Era un ritmo implacable, sus respiraciones, aunque agitadas, estaban sincronizadas como si fuera un solo el individuo que respiraba. El placer los iba hacer explotar, sus estómagos estaban llenos de gloriosas sensaciones. Sin dejar de moverse, Leorio se inclinó hasta alcanzar el cuello de Kurapika para besarle y dar pequeños mordiscos como que sí la crema batida aún le cubriera. Dejaba salir su respiración muy junto al oído de Kurapika. “me encanta que haga eso” pensó el rubio al escuchar tan de cerca la cansada respiración de Leorio.

 

     Lentamente, Leorio se detenía y luego salió del cuerpo de Kurapika. El doctor se recostó en la mesa cansada de tener a los dos encima. El rubio recostó sobre el pecho de Leorio, quien cariñosamente acariciaba sus dorados cabellos. Poco a poco ambos recobraban el aliento.

     -feliz cumpleaños – le dijo con su cansada voz.

     -gracias – contestó aún sintiendo tan tremendo placer dentro de sí.

     -creo que… hay que prepararnos para… cuando vengan Gon y Killua – comentó mientras se sentaba y se disponía a vestirse.

     -si, tienes razón, ya no han de tardar. – contestó con una sonrisa que aún guardaba el gozo vivido. Luego de vestirse tomó el pastel completamente aplastado.

     -creo que… no habrá pastel ¿verdad? – dijo Leorio con ligera burla hacia el pastel.

     -jajaja, creo que no – contestó.

 

     Ya los dos vestidos nuevamente, habían estado limpiando el desastre que dejaron sobre la mesa. Leorio, al meter unas cosas a la nevera vio en el fondo de ella una tarta con jalea de moras azules; la miró con antojo. Discretamente sacó su celular y escribió un mensaje a Gon y Killua “la fiesta será mañana” le mandó decir en el mensaje. Luego, volvió su mirada a la deliciosa tarta. “Kurapika se ve bien de azul” pensó al tomar en sus manos la tarta con esa jalea que se prometía ácida y dulce. Sin duda sería el cumpleaños más largo de Kurapika.

Notas finales:

ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. DEJEN SUS COMENTARIOS Y TAL VEZ SUBA UNO CON MUCHA MIEL!!!!

 

BYE

 

BYE

MITARAI MAKOSLA 


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