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POR DESPECHO. por mitarai makosla

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Notas del fanfic:

EL PRIMER DESAFÍO QUE RESPONDO, ESPERO QUE QUIEN LO HAYA PUESTO ENFUENTRE ESTE FANFIC EN SU PERFECTA COMPLACENCIA.

Notas del capitulo:

DEJAN REWIES EH...! ESPERO LES GUSTE, NO ES EL PRIMERO QUE HAGO EN ESTA SERIE, PERO SÍ ES EL PRIMERO QUE HAGO DE ESTA PAREJA.ESTE    

     Mató a una persona más. La verdad a Killua ni siquiera le importaba el nombre de sus víctimas, sólo le importaba el pago a cambio de matar y convertirse en el señor de la Familia Zaoldyek. Ya tenía 17 años, y a esa edad, ya estaba listo para convertirse en el señor de su familia. Que ya hayan pasado 5 años no ni siquiera le era importante; Leorio, Kurapika, Gon, no los había visto desde hace 5 años, pero no le importaba, sólo podía concentrarse en su profesión y en olvidar a Gon, sobretodo en olvidar a Gon.

 

Flash back.

Hace 5 años.

 

     -Killua espero por favor que lo entiendas, la verdad esto ha sido muy repentino, pero estoy seguro de ello. – le dijo Gon, ese gentil niño que había conocido en el examen de cazador ahora le mostraba una cara que jamás había visto en él. La cara de la… ¿traición?

     -yo… lo entiendo, supongo que… era de esperarse, después de todo… siempre le veías con unos ojos que jamás me dedicaste a mí – contestó Killua.

     -cuando Hisoka me dijo que él también sentía lo mismo que yo… en verdad me alegré mucho.

     -qué bueno… bien… supongo que entonces… te veré luego ¿no? – preguntó Killua con una voz que se ahogaba en silenciosos sollozos.

     -claro que si, después de todo somos amigos – contestó Gon con ese ahínco que siempre le caracterizaba. Lo último que Killua recordaba de él, era su silueta marcharse con Hisoka ese hombre que había logrado quitarle lo único que había logrado querer.

 

Fin del flash back.

 

     En el buzón de su departamento, Kurapika había recibido una carta que no esperaba, le causó una agradable sorpresa ver el remitente: Leorio. Él la escribía.

     -¡¿una carta de Leorio?! Han ya tres años, me preguntó qué dirá. – Kurapika, con 22 años en su rostro, abrió la carta con emoción, como ya lo dijo hace tres años que había dejado de ver a Leorio.

 

Carta de Leorio:

 

     ¡Hola Kurapika! ¿Cómo estás? Ha pasado ya mucho tiempo desde la última vez que hablamos, y me disculpo por eso, es que me he centrado tanto en mis estudios, pero ya desde hace un año estoy trabajando, he abierto mi propia clínica y me siento muy feliz por eso. El motivo por el cual estás leyendo esta carta, es porque quiero verte, necesito decirte algo muy importante, algo que jamás creí diría; no te lo digo en esta carta porque es algo muy especial para mí y te lo quiero decir mirándote a los ojos. Me gustaría que vinieras la próxima semana, estaré esperándote con muchas ansias y gusto de volverte a ver.

Atentamente: Leorio.

 

     Kurapika terminó de leer la carta, en sus mejillas el sonrojo salió por sí sólo, no lo pudo evitar.

     -Leorio, yo jamás te lo dije por miedo a tu rechazo, parece que después de todo tú eres más valiente – dijo con una amplia y emocionada sonrisa. Luego, guardó la carta con mucho cariño.

 

Una semana después.

 

     Estaba muy nervioso, luego de tres largos años, Kurapika esperaba en el aeropuerto a Leorio, finalmente le vería luego de tres años, lo que para él había sido más que lo eterno.

     -¡Kurapika! – le escuchó llamarle, feliz de verle. Dio la vuelta y le vio, finalmente le vio. – perdona que te haya hecho esperar, había algo de tráfico… has crecido bastante – comentó al verle con detenimiento. - ¿cómo estás?

     -hola Leorio, he estado muy bien gracias, ¿y tú?

     -perfectamente. Ahora ven, vayamos a hablar a un lugar más tranquilo. – le dijo llevándolo a su auto, llegaron hasta una  cafetería.

    

     -¿y? ¿De qué querías hablar? – preguntó Kurapika conteniendo el sonrojo por sus nervios.

     -ah si, verás, es que yo… bueno, no sé ni cómo decirlo es algo que me pone muy, muy feliz.

     -sólo dilo – le pidió entusiasmado.

     -pues es que yo… qui… quiero pedirte que…

     -¿si?

     -pedirte que… que… que seas mi padrino de bodas. – esas palabras: “padrino de bodas” resonaron con un fuerte eco en la cabeza de Kurapika, ¿han sentido esas ocasiones en las que su estómago pareciera ser estrujado por dos fuertes manos en su interior? ¿Han sentido cómo su corazón deja de latir por unos momentos? Kurapika sintió igual o peor.

     -tu… ¿qué? – le preguntó logrando con dificultad que las palabras salieran de su boca.

     -¡me casaré Kurapika! – le dijo muy emocionado.

     -¿te… casarás? – el impactado rubio recurrió a todas sus fuerzas por poner una sonrisa en su rostro, una sonrisa que fuera convincente.

     -si, la conocí en la facultad de medicina, no sabes qué linda es, me enamoré de ella apenas la vi, hace tres meses le propuse matrimonio y nos casaremos pasado mañana, y pues… quiero que mi mejor amigo sea mi padrino de bodas.

     -yo… no sé que decir.

     -gracias por estar feliz por mí, en verdad significa mucho. – Kurapika no quiso decir nada, o más bien no pudo, a Leorio se le veía tan feliz, no quiso arruinarle su felicidad diciéndole que esperaba escuchar otra cosa. Así que simple y tristemente aceptó el puesto de padrino de bodas.

     -ya he escrito a Gon y Killua, también vendrán a la boda, aunque… Gon me dijo que ya no está con Killua.

     -¿en serio? – preguntó Kurapika haciéndose el sorprendido a todo lo que le decía Leorio.

     -si, Gon ahora está viviendo con Hisoka, ¿quién iba a pensarlo? Que esos dos terminarían así.

     -en verdad es… algo inesperado.

 

     Kurapika se apresuró por terminar pronto la charla con Leorio. Y se fue al hotel donde había reservado. Su sorpresa fue, que justo a lado del hotel estaba el salón de eventos en el que se llevaría a cabo el festejo por la boda de Leorio. Con una lágrima corriendo por su mejilla, el rubio entró al hotel, limitándose a no salir de su habitación hasta el día de la boda.

     No necesito describir las emociones de Kurapika durante la ceremonia de casamiento. Necesitan saber lo que se siente para llegar a comprenderlo. Ver que la persona a la que más se quiso está caminando por un pasillo rodeado de flores cuyo aroma caminaba en el aire que se respiraba, verlo caminar con una sonrisa que decía lo feliz que era en ese momento, verlo caminar junto a una mujer que se había convertido en lo más especial para esa persona. Kurapika simplemente deseaba que ese día acabase para regresar a casa y recuperar su vida, una vida en la que Leorio ya no tendría lugar.

 

     Luego de la fiesta, se fueron a ese salón. Estaba bellamente decorado. En la mesa de honor los recién casados se veían tan felices. Kurapika les veía sentado desde la barra del bar. También vio a Gon, en verdad le daba gusto verle, pero todo eso desaparecía cuando sus ojos miraban al señor Leorio. –“un Torres 10, en las rocas por favor”- escuchar esto, le sacó de sus pensamientos, volteó y vio  a Killua, ya lo había saludado en la iglesia, pero no con la debida atención, pues todo el tiempo no pudo dejar de ver a Leorio. (N/a: “Torres 10” ¡¡¡me encanta ese ron!!!)

     -¿Killua? ¿Ya tomas? – le preguntó fingiendo estar extrañado. Killua dio un indiferente trago a ese ron.

     -¿nunca lo has probado? Cantinero, sírvele uno igual. – así lo hizo. Kurapika sostuvo en sus manos la copa, la miró detenidamente, y sobre el reflejo del ron casi podía ver la imagen de Leorio. – entre más lo pienses más te va a doler – le dijo Killua sacándole de sus tristes pensamientos.

     -no sé a qué te refieres – contestó dando un trago a la copa.

     -no te hagas tonto, me refiero a Leorio y lo sabes.

     -yo… en verdad fue algo que jamás me habría imaginado.

     -si. 5 años sin verlos a ti y a Leorio, en verdad creía que ustedes dos sí terminarían juntos.

     -yo también pensaba lo mismo de Gon y tú. ¿Hace cuánto pasó?

     -jajaja, ya ni siquiera me acuerdo, unos cinco años creo. – contestó volteando a ver a Gon, que disfrutaba mucho estando sentado junto a Hisoka.

     -¿cómo fue que lo superaste?

     -¿superarlo? No lo sé, creo que no lo he hecho, ese tipo de cosas son difíciles de olvidar, en ocasiones odias a esa persona, luego la extrañas, luego la quieres, luego vuelves a sentir desesperadas ganas de matarla, luego la quieres de nuevo… es algo agobiante, pero te acostumbras.

     -no sé si yo logre hacerlo.

     -yo tampoco lo sé. Mientras, pues mi trabajo a veces me ayuda a olvidarlo.

     -supe que ya pronto te convertirías en el señor de tu familia.

     -si, ya sólo falta esperar a que el “viejo” muera, tal vez le ayude un poco para hacer más corta la espera – contestó comenzando a tomar la tercera copa. - ¿y tú qué has hecho? ¿Sigues con lo de los ojos de tu tribu?

     -era eso y esperar al día en que pudiese estar con Leorio, ahora sólo será continuar reuniendo los ojos.

     -jajaja – rió Killua sonoramente.

     -¿qué es tan divertido?

     -después de todo no somos tan diferentes, estamos bajo el mismo techo del olvido. – luego de oír estas palabras, Kurapika terminó de un solo trago lo que quedaba en la copa. Sintió cómo quemaba su garganta hasta llegar a su estómago, pero que importaba la cirrosis.

 

     Quién o cómo lo propuso yo tampoco lo sé. Sólo puedo decir que ambos despechados jóvenes llegaron al hotel donde Kurapika estaba hospedado. Entró primero Killua, cuando escuchó que la puerta se cerró detrás de Kurapika, se aventó contra de él abrazándolo, colgándose de su cuello. Con suma dulzura rozó sus labios contra los del rubio; quien, en el asombro abrazó a Killua por la cintura.

 

     Sus labios se abrieron permitiendo el paso a la pasión. Cada uno disfrutó en la boca del otro el agrio sabor del licor que habían estado tomando. Era una sensación dulce, sentir cómo la lengua de uno acariciaba con ternura la del otro, mientras sus manos exploraban la forma de su espalda y Killua entrelazaba sus dedos por los rubios cabellos de Kurapika. Sin desatender ese cálido y húmedo beso, Kurapika guió a Killua hasta la cama de la habitación.

 

     Las albinas manos no se cansaban de jugar con el rubio cabello de Kurapika, estaba un poco más largo de lo que recordaba. Las papilas gustativas de Killua degustaban el dulce sabor de la otra lengua que jugaba en su boca. Sagrado beso que les hizo flotar hasta la cama, donde Killua gozaba de tener a Kurapika sobre de él, besando su cuello, mordiendo con suma ligereza y grande pasión sus orejas.

 

     Las manos del rubio correspondían por debajo de la camisa de Killua, acariciaban su fuerte abdomen, su tersa piel. Lentamente desabotonó la blanca camisa, Killua hizo lo mismo con Kurapika, le quitó le saco, luego la corbata, la camisa.

 

     Era Kurapika quien ahora gozaba de tener a Killua encima de él, sintiendo su lengua recorrer su cuello, sus hombros, su pecho, estoy le producía al rubio deliciosas cosquillas que se expresaban con una deleitada sonrisa en su rostro, con unas mejillas ruborizadas y con una respiración que se agitaba con cada segundo que transcurría. Los pantalones de ambos sobraron y momentos después desaparecieron.

 

     Kurapika daba complacientes caricias en la espalda de Killua, en sus piernas, sus hombros, sus fuertes y tan marcados glúteos. El alvino joven de ya 17 años cerraba los ojos para que esas gloriosas sensaciones que producían las caricias y los profundos besos de Kurapika se vieran más intensas, más complacientes, más extasiadas.

 

     El rubio sin cansarse de hacerlo, recorría una y otra vez cada rincón del cuerpo de Killua, llegó al gloriado miembro de ese albino, daba silenciosos besos a su alrededor, el ruborizado Killua pedía por algo más que esos besos tan llenos de loca pasión. Kurapika le permitió el paso a su boca, lo apretaba con sus labios y una suma ligereza produciendo así una respiración que se ahogaba en el más alto éxtasis y unos gemidos que se reprimían en unos labios que se mordían entre ellos para evitar hacer tanto ruido. Kurapika cada vez era más salvaje en este acto, pero que su fiereza incrementara, sólo hacía crecer el placer en el otro que cuyo estómago se retorcía por dentro de puro y ardiente placer.

 

     Kurapika regresó a los labios de Killua, los besó y nuevamente jugó tiernamente con su lengua permitiéndole al albino probar el jugo de su propio interior.

 

     El rubio con dulzura hizo que Killua se apoyase sobre sus rodillas y sus manos, besó su espalda, la recorrió toda con su lengua. Luego, y ya con los dos sedientos de más; Kurapika entró lentamente en el cuerpo de Killua. Un débil pero dulce grito salió por unos segundos de la boca del asesino. Sus respiraciones se volvieron una sola con el ritmo que llevaba Kurapika al darle ese tremendo placer al otro.

 

     Caminaron por bastante tiempo hasta llegar al más glorioso orgasmo, al más fuerte éxtasis, al más exhaustivo placer.

 

     Bajo las sábanas que conservaban su aroma, dos cuerpos desnudos  cansados yacían muy abrazados el uno del otro, habían quedado dormidos, derrotados por el cansancio, pero con la seguridad de que sus cuerpos pedirían más. Así, habiendo demostrado tanto amor como ellos lo hicieron, les cayó la mañana. Una cálida brisa que se coló por una ventana rozó sus mejillas, pero no fue capaz de despertarles. Dormidos, abrazados, cobijados únicamente por esas suaves sábanas. Juntos. ¿por despecho o por destino? Ni siquiera ellos lo supieron.

Notas finales: BUENO... ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. HASTA LA OTRA.BIEN.

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