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Love in Peace por Eiri_Shuichi

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Escape

 

 

Miro por la ventana cuando un auto estacionaba a los pies del edificio, presuroso se echo a la cama en pose seductora, con sonrisa perversa.  

El alto hombre entro, lo admiro provocativo, se quito la chaqueta complacido para lanzarse contra el cuerpo joven y marcado de encuentros previos, deseaba poseerlo nuevamente; lo recordaba siendo su inocente sobrino huérfano, diez años atrás ya lo usaba para satisfacerse y no era mayor de edad todavía.  

En cuanto lo penetro sacó de la almohada un cuchillo para enterrarlo certero en el corazón, tomo una pistola suicidándose, llevándose la mejor parte, por primera vez.

 

 

 

Razonamiento

 

 

Las personas siempre pensamos o, al menos, eso queremos creer, que somos seres pensantes, racionales y con sentimientos; yo creo que una cosa lleva a la otra, pero posiblemente sea solo mi excusa para escapar de lo que realmente siento, pienso y creo: soy yo el culpable de mi miseria.

Toda la vida ha sido la culpabilidad la que me ha tomado de la mano y hoy me niego a dar un paso más, cansado de los abusos, los excesos y el dolor he decidido poner punto final a todo lo que me rodea mientras atesoro los recuerdos de mi más pronta juventud con nostalgia.

Mis padres no eran ricos, que va, éramos tan pobres como felices, apenas teníamos con que comer; por eso a nadie le importo cuando a lo lejos una diminuta casa de tablas y cartón se quemaba en pleno invierno. Sobreviví y desearía no haberlo echo pues en el mundo no tenía a nadie, apareció entonces Él, un tío salido de la nada para criarme.

Me llevo en sus brazos hasta este inmundo departamento asqueroso que no dejaría de oler a alcohol ni con petróleo, a este barrio que Dios no mira nunca y, finalmente, a su asquerosa cama donde ha hecho conmigo y con mi cuerpo cuanto ha deseado su pervertida mente. Maldigo el día en que el desgraciado me chantajeo, ese era el precio de hacerse cargo de mí, de alimentarme; el cerdo no paro, no le era suficiente tenerme de criado, no, quería más y lo tomo cuando tenía tan solo ocho años de edad.

Después, al crecer y comprender la realidad de mi existencia quise huir y me dio tal golpiza que por poco y muero ahí mismo, en el frío asfalto de un callejón; admito que mientras me reponía estuve feliz, me trato como escoria pero que más daba si no se me acercaba para tener sexo.

Más tarde puse resistencia y no me sirvió más que para terminar siendo violado...

Sí, supo domarme mi querido tío, pero mi mente no paró desde entonces de planear el momento en que me vengara; necesitaba ser más fuerte y por ello espere, en vano, anímico y sin práctica como estoy jamás llegaría el momento así de decidí usar un método más efectivo.

Había comprado una pistola pocos meses atrás, claro que no le daría el placer de una muerte rápida, no, debía hacerlo sufrir como el bicho asqueroso que era, como una rata inmunda en mi camino.

En cuanto se largo abrí los ojos, fingía seguido estar dormido y nunca lo notaba, cerró la puerta escandaloso como es y corrí hacia la cocina cogiendo un cuchillo recién afilado para la ocasión, lo coloque cuidadoso sobre la cama y espere pacientemente junto a la ventana; por fin se aparecía ya entrada la tarde, con la mirada perdida y la cara de un alcohólico, no estaba ebrio aún, seguramente por falta de billetes, no me interesa.

Me tumbo boca arriba sobre la cama, sin ropa, ofreciéndole en bandeja de plata su banquete preferido y respiro con angustia ante la única oportunidad que me queda cuándo lo miro observándome, comiéndome con la mirada pues no le es necesario desnudarme. Se quita su vieja chaqueta de cuero café con lentitud solo para saborear con sus ojos mi ser y siento un asco inmenso; no puedo evitar preguntarme si en verdad no seré yo el responsable, si no he sido yo demasiado descarado o provocador... si estoy dispuesto a hacer esto.

Me penetra y vuelvo a la realidad; no lo odio, la culpabilidad me pesa y sin querer pensar más sacó de golpe el arma blanca y la entierro en su espalda deseando acertar para quitarlo de golpe mientras se retuerce de dolor.

Por primera vez soy yo quien agacha la mirada para verlo a él, había planeado verlo morir lentamente y después dar el siguiente fatídico paso pero me arrepiento; culpable y vació es como me siento cuándo tomo la pistola con la única bala que tiene y coloco el cañón al lado de mi cabeza, si sobrevive no me interesa, debo escapar antes de que alguien me encuentre...

Ya casi soy mayor de edad y no le he hecho esto a mi tío para terminar viviendo lo mismo o cosas peores en prisión; la muerte es mejor.

Nos miramos a los ojos por un instante y me muerdo el labio para no preguntarle si alguna vez me quiso de manera sana; tiro del gatillo antes de empezar a llorar y después, no se que hay en el más allá.


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