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A quien pertenezco por NanaeTsuki

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Notas del fanfic:

Varias parejas, supongo que para todos los gustos. Aparicion y mencion de personajes de los mangas de GW.

Disclaimer: Los personajes de GW no me pertenecen, solo los tomo prestados

Notas del capitulo:

Una misión de la que ha salido lastimado

Fiebre, delirios... ¿declaraciones?

Aceleraba cuanto podía, el terreno no ayudaba y su motocicleta no daba para más. Mientras, tras de el tres MS que le seguían de cerca y disparaban, si contaba con que ya estaba herido, con un par de costillas rotas y un brazo que sangraba, sus alternativas eran demasiado escasas. Lo único que tenía como protección era el casco de la moto, que igual no ayudaría mucho si alguno de los MS lograba dispararle.

Y tan inoportuno como sólo para él podía serlo, vio frente a él una amplia grieta en el terreno... No podía virar ahora, lo Mobiles Suits estaban ya demasiado cerca, aceleró, buscando que la motocicleta aguantase un esfuerzo extra, que de alguna forma lo ayudara a llegar al otro lado. A duras penas la máquina logró aumentar la velocidad... pero no lo suficiente como para atravesar el abismo.

Su cuerpo golpeó contra una roca, y cayó estrepitosamente hasta el suelo. Los pilotos de losMS verificaron que se encontraba en el fondo y que su motocicleta se encontraba sobre una de sus piernas... nadie podría sobrevivir a eso. El general anunció la retirada.

Pero sobreestimaron su suerte, ya que no era otro que el soldado Heero Yuy quien se encontraba en aquella lastimera y dolorosa situación. Vivo... apenas.

Sentía la sangre escaparse de su cuerpo por sus heridas. Él dolor era intenso y profundo, incluso el auto-detonarse había dolido menos, ya que se había quedado inconsciente casi al instante. Ya no podía esperar más que la muerte, no esperaría un milagro como en aquel entonces... y sin embargo...

Encendió el localizador...

—¿Tr... Tro-wa? —trato de llamar, con una voz completamenteinaudible

Estaba mal... todo su ser lo estaba, su alma, su cuerpo... estaba herido, estaba agotado, desangrándose, no podía más. Su cuerpo y ser habían luchado tanto por tanto tiempo, ya sin descanso, sin esperanzan, sin que proteger, sin un motivo para seguir con vida... Había luchado tanto. Solo... ya no esperaba nada, ya no tenia nada más que pudieran quitarle sino la vida. Nada mas que perder...

Y con ese pensamiento... sus ojos que se habían mantenido apenas abiertos, su vista, empañada entre la sangre, el sudor y el dolor de las heridas y la pérdida, cedieron al peso de sus párpado...

Ya no había motivos para vivir... ya no deseaba vivir.


Sintió su corazón salir de su pecho por la fuerza y rapidez con la que palpitaba.

Cuando lo encontró, el cuerpo de Heero estaba deshecho... su brazo, su pierna, su rostro.

Con cuidado quitó el casco para revisar su pulso... existente, pero débil. Muy débil. La impotencia inundo su pecho, mas un rezago de esperanza le mantuvo para completar su misión auto-impuesta... tenía que rescatarlo. Una vez más, arrebatárselo a la muerte... traerlo de vuelta... aún consiente que tal vez no fuese lo que el chico deseaba, no lo dejaría...

Se apresuró a apagar el comunicador para evitar que el enemigo los hallase. Quitó la maquina ya hecha añicos que se encontraba sobre Heero. Tomó a el cuerpo del japonés, tratando de no lastimarlo aun más. No obstante, al tratar de cargarlo, un borbotón de sangre salió de su boca... seguramente tendría hemorragia interna.

Tenía que apresurarse o lo perdería.

Llevó y recostó a Heero en la parte trasera del camión, después de poner torniquetes para las heridas externas. Y, aun tratando de guardar la compostura hasta llegar al volante, su manos tiemblan ante la idea... una vez más le tenía al borde de la muerte, una vez más... Como si no hubiese sido suficiente el dolor entorno al niño, las pérdidas, el entrenamiento, la guerra... como si todo el sufrimiento no hubiese bastado. Fuese como si la sola idea le hiciera perder su tan estimado control de sí mismo.

Acelero.

No.

No quería... no lo aceptaría... se rehusaba a verlo morir.


Sus ojos se abrieron lentamente, tratando de habituarse a la luz... ¿acaso todo había sido una pesadilla?

Miró a su alrededor, seguro no estaba en su departamento, el escenario mayormente blanco, el incesante pitido de una maquina a su lado... un hospital. Trató de moverse, pero el dolor se lo impidió. Suspiro lentamente al evaluar el daño, y nuevamente, intentó levantarse.

—No te muevas —ordenó una voz conocida.

—Trowa, —exclamó Heero tratando de disimular su desconcierto— ¿cómo...?

—Está bien. Ahora estás bien.

El cuerpo de Heero aún se encontraba débil, delicado... y entre las sábanas blancas a su alrededor, el yeso en su brazo y pierna y los vendajes, se veía especialmente vulnerable. Sólo él le concía realmente, de formas más profundas de las que los demás pudieran siquiera imaginar... sabía mucho mejor que cualquiera el verdadero ser tras el supuesto "soldado perfecto"... Y le dolía más que de lo que a nadie el verlo así.

—¿Dónde...?

—En el hospital, ¿dónde más?

Ese era el sin igual e incomparable tono de la voz de Dúo, que entraba triunfante a la habitación.

—¿Cómo está nuestra bella durmiente? —Pregunto el trenzado con una amplia sonrisa en sus labios, guiándose hasta estar a un lado de la cama.

—Dúo... —regañó con suavidad la voz de Quatre.

—¿Qué...? —exclamó Heero al ver el yeso de su brazo.

—Barton te trajo —aclaró Wufei también desde la puerta.

—¡Claro! ¡Eres un chico con suerte! —de nuevo Dúo.

—Tanta que terminó en un cama de hospital... —dijo Heero sarcástico.

—Mmh... supondré que el regreso de tu sarcasmo quiere decir que estás mejor.

—¿Regreso?

—Heero... estuviste a punto de morir —anunció un preocupado Quatre—. Tuviste mucha fiebre esta semana... delirabas... Pero parece que ya estás mucho mejor.

—Jajaja claro, cualquiera con enfermera las 24 horas se recupera más rápido —dijo entre risas Dúo.

—Mnh...

—O sí, yo sé que te mueres por saber quién se la paso de velador toooodo este tiempo.

—Di algo que valga la pena o cállate.

—¿Sabes qué...? —Alerta de inicio de discusión.

—Barton —interrumpió Wufei al trenzado.

Heero sólo miró a Trowa, que permanecía sentado a su lado, mirando, y aun así, pareciendo distante...

—Si, —Dúo... otra vez— resulta que hasta de ángel de la guarda hizo papel, porque ni idea de cómo te encontró, además de que se la pasó aquí noche y día, aunque no veo para qué si tienes enfermeras de verdad y...

—Maxwell... —ahora llamó Wufei— ¡Cállate!

—Mmmh

Dúo miro a Wufei e hizo un puchero que no dejó más que desarmado a Wufei, quien no puedo hacer más que suspirar rendido ante el gesto del otro chico. A pesar de todo, el parlanchín de Dúo era suficientemente convincente... y algo manipulador.


Al cabo de unos minutos, Trowa se encontraba pensativo en la sala de espera, mirando hacia la habitación donde aún se encontraba Heero.

—El doctor solo lo está revisando, no tienes de qué preocuparte —dijo Quatre a sus espaldas haciéndole voltear, ofreciéndole un poco de café y una de sus más cálidas sonrisas— Él está bien ahora.

Trowa desvió por momento su mirada del rubio, centrándola en le vaso térmico en sus manos.

—¿Sigues molesto por lo que dijo? —se atrevió a preguntar luego de un rato, en ese tono sereno tan característico en él.

Quatre sonrió con algo de dificultad, sentándose a su lado.

—Aunque sé que lo que dijo fue por la fiebre, él... fue muy hiriente —admitió el menor.

—Sabes que no es algo que diría normalmente, ¿no es así?

—Es por eso que... él no lo diría, pero aun así es lo que piensa de mí.

—No lo tomes tan personal —dijo Trowa, más en sugerencia que en amonestación.

—Sé que también le dijo algo a Dúo, aunque él no quiera decirme —afirmó Quatre—. Si fuera diferente Dúo hubiera pasado noche y día aquí, pero algo hizo que lo evitara.

—Sé que lo que dijo no fue agradable, pero él no era consiente de sus palabras. Él luchaba contra sus demonios.

—Hubiera sido más fácil creerlo si hubiera dicho cualquier otra cosa... es... tú siempre lo justificas.

Trowa volvió su mirada a Quatre, que ahora se encontraba cabizbajo, aparenteme dolido, porque no le daba la razón, pero ¿cómo podría?... Heero tenía fiebre... demasiada, difícilmente era consiente de lo que decía o dejaba de decir.

—Sólo quisiera que alguna vez te pusieras de mi parte —musita Quatre, con los ojos clavados en suelo, mientras las lágrimas se acumulaban en ellos.

Ahora Trowa le miraba consternado, abrió su boca como para decir algo, pero no alcanzó a decir más cuando el doctor salió de la habitación de Heero a su encuentro.

—Ya le hicimos un chequeo, parece que ya está estable, pero lo mejor será que permanezcan esta noche en observación y si mañana todo está bien, podremos darlo de alta.

—Gracias —dijo Trowa luego de unos segundos, ya que Quatre ni siquiera subía la mirada.

El doctor se fue.

—Puede que sus palabras hayan sido hirientes, —Trowa manejo a decir unos intantes después de que el doctor les dejara— pero no puedes culpar a alguien por las acciones que realiza cuando no es consiente de ellas, y tú deberías saberlo.

—Heero aún me culpa por lo que pasó con el sistema cero.

—Sabes que no es cierto —concluyó Trowa levantándose—. Gracias por el café.

Quatre se quedó en la sala de espera, mirando aun al suelo, con su café entre las manos, pensativo, algo molesto, celoso... ¿qué había hecho Heero para merecerse tantas consideraciones de parte de Trowa? ¿Qué podía ofrecerle a Trowa que él mismo no pudiera? ¿Realmente lo que Trowa buscaba era ese tipo de ser sin emociones?

Odiaba pensar de ese modo, ser tan emocional, ser tan rudo con Heero en sus solos pensamientos, pero no podía evitarlo... ¿Por qué si él realmente amaba a Trowa...? ¿Por qué él sólo...? Las lágrimas continuaron su trayecto silencioso por sus mejillas... dolía... dolía enserio...


Lamentaba dejar a Quatre en ese estado, sabía cómo, en esencia, Heero había herido a Quatre, porque sabía perfectamente el valor que el árabe le daba a las palabras, porque apesar de las incontables veces que tanto él mismo como Heero le habían asegurado que ya no importaba, seguía cargando con su propia culpa. No podía perdonarse... así que no era capaz de aceptar el perdón que los demás le ofrecían... de alguna forma... ahora todos parecen tan similares.

—¿Puedo pasar? —Preguntó Trowa desde la puerta, sabiendo que Dúo estaba con Heero.

—¡Claro, amigo Tro! —sobra decir que el que dijo eso fue Dúo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó a Heero.

—Como si una motocicleta me hubiera caído encima —contestó con ironía.

—Eso pensé.

Dúo miró la leve sonrisa en los labios de Trowa... no recordaba haberlo visto sonreír antes, era algo extraño considerando que lo dicho por Heero no tenía la gran gracia... tal vez cosa de ellos dos.

—¿Quatre está molesto? —Preguntó Heero inesperadamente.

—Algo... ¿por qué lo preguntas?

Heero sólo bajo y desvió levemente la mirada.

—¿Por? —preguntó el japonés sin dar respuesta.

—Dijiste ciertas cosas mientras estabas semi-consietne, cuando tenías fiebre.

—Mnh...

—Eh, Q-chan no es rencoroso, al rato se le olvida, —animó Dúo— además eran delirios de la bella durmiente y nada más, aunque debo confesar que da miedo escuchar tus declaraciones a media conciencia...

—¿Declaraciones? — inquirió Heero, interrumpiendo

—Ah... nada, olvídalo, hablo para mí.

—¿Por qué no dices las cosas claramente?

—Por la misma razón que tú te callas todo lo que piensas de nosotros y resultas diciéndolas cuando estás moribundo —contestó Dúo elevando el tono de la voz.

—¿Y ahora te molesta? —Preguntó Heero desafiante.

—Suficiente —intervino Trowa al ver que Dúo estaba a punto de estallar—. No es momento para discutir esto.

Dúo sólo salió de la habitación azotando la puerta tras él. ¡Ese idiota! No podía, nadie podía hablar bien con él, ¡cómo podría cuando se es tan fuertemente juzgado por alguien a quien se le intenta agradar con todo y nunca resulta nada bien!

—Estamos aquí por él, debería agradecer que nos preocupamos, pero en vez de eso se pone a atacarnos, como si nosotros le hubiéramos hecho esto... ese maldito bastardo intento de soldado perfecto... —decía al tiempo que salía del hospital, con Quatre siguiéndolo sin que él se diera cuenta, no porque el chico se ocultara, sino porque por si propia rabia, Dúo no se percataba de su presencia.

—¿Dúo? ¿qué paso? —Peguntó el rubio una vez en la acera.

—Nada —masculló dejándose caer en la banca de la parada de autobuses—. Es solo... Heero sigue siendo Heero.


—Sería más fácil si supiera lo que se supone que dije —musitó el moreno cuando se encontró solo con Trowa.

El más alto apartó la vista de la puerta, donde había permanecido siguiendo el trayecto seguido por Dúo en su partida. Mira a Heero, algo espectante, más sereno responde a la cuestión, sin poder dar muchos detalles, más por consideración a los otros dos ex-pilotos.

—Sólo puedo decirte que lastimaste la zona más frágil dentro de ambos.

—... ¿Y...?

—¿Wufei? Aparentemente también le dijiste algo, pero no parece molesto.

—¿Y... a ti?

—A todos.

Heero se quedó un momento en silencio, pensativo, sin mirar a Trowa, ofreciéndole su perfil, hasta que luego de un par de segundos, atinó a preguntar, sin estar muy seguro de desear saber la respuesta:

—¿Qué dije?

Trowa tomo una silla y la acercó para quedar a su lado.

—¿Sabes por qué Dúo se burla?

—Porque es Dúo...

—Porque él estaba conmigo cuando me preguntaste...

Heero bajó la mirada en ese momento, duda, insertidumbre...

Recordó lo que Dúo había mencionada la palabra "declaraciones"...

Si su subconsciente le había traicionado al grado de herir a Quatre y a Dúo en su punto débil... entonces, ¿era posible que...?

Notas finales:

Pido reviews mas aque anda para saber si gusta o no la historia xD


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