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Lost memory por LadyHenry

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Notas del fanfic:

Mucha gente dice que no se puede cambiar, pero hay situaciones que nos dan la oportunidad de hacerlo, cuando eso ocurre podemos darnos cuenta de que no somos lo que los demás esperan o creen, que puede que simplemente hayamos actuado así para “encajar” y entonces hay que hacer frente a los prejuicios y conocer cómo somos realmente .

Esta historia trata de mostrar esa fase, es una situación límite, lo normal suele ser encontrar a una persona que nos abra los ojos, que también la habrá, pero no será el detonante.

Respecto a la amnesia traté de informarme para no poner alguna burrada, pero me hice un pequeño lío y no sé si me habré saltado algo importante, de todas maneras no se trata de hacer un tratado terapéutico, si alguna incongruencia sorry.

Notas del capitulo: A ver si de esta vez se sube...

I.PUNTO DE RUPTURA.

Eran las siete de la mañana, Keith daba los últimos retoques a su pelo rubio, intentaba acomodar ese molesto remolino que se le formaba cerca de la coronilla, detestaba ir despeinado, pero como también detestaba dejar de llevar el pelo corto no le quedaba más remedio que peinarse con fijador. Y es que Keith era un chico sumamente cuidadoso en todos los aspectos, era escrupuloso hasta el agotamiento, pero no se podía negar que tenía encanto, tan educado, tranquilo, inalterable... siempre con una palabra apropiada, dispuesto a ayudar sin llegar a ser pesado, era la mesura personificada. Nada de excesos, vulgaridades, pérdidas de compostura o incorrecciones políticas de cualquier alcance. Ni hablaría mal del cura de la parroquia aunque lo hubiera visto con sus propios ojos borracho ni criticaría a los heavies por vestir así, ambas cosas le parecían igual de inapropiadas, tenía un curioso baremo... tenía porque ahora no tiene nada.

No es que haya muerto, aunque casi, ha estado  al filo, a punto de morir, pero salió indemne, de una sola pieza, con algunos rasguños pero sin perder una gota de sangre, lo que sí perdió fue la memoria, totalmente, ahora mismo está desorientado, acaban de administrarle un sedante para que descanse, y el sueño le va venciendo, veamos cómo llegó a esta situación.

Después de acicalarse, bajó a desayunar con su madre, estuvieron hablando de su futuro en la universidad, quería estudiar economía, pensaba entrar a formar parte de la empresa de su abuelo que se centraba en una cadena hotelera de lujo y otros bienes inmuebles, había sido educado para eso, ser un perfecto anfitrión con la cabeza bien fría para manejar un negocio de tales dimensiones. Los primeros pasos ya estaban dados, aprobar la prueba de acceso a la universidad con sobresaliente y ser admitido en la misma universidad que su padre, abuelo y dos de sus cinco tíos. Ahora divagaba en cómo administrar su tiempo de vacaciones para poder cumplir bien con sus actividades: ganar el campeonato anual de waterpolo, terminar los informes de consejo estudiantil para presentarlos a los nuevos miembros y elegir un programa de la ONG en la que colabora para trabajar como voluntario, barajaba la posibilidad de ayudarles con las labores burocráticas y administrativas, recaudando fondos y aportando sugerencias para su aprovechamiento. De todas esas cosas charlaba animadamente, mientras su madre lo miraba con un deje de indignación al verlo tan autosuficiente y  poco cabal, porque un chico de dieciocho años debería tener más vida social o por lo menos no comportarse como un ejecutivo de Wall Street.

Una vez más Jeanne intentó que su hijo admitiera que llevaba un ritmo de vida estresante, que recapacitara y disfrutara de su último verano antes de comenzar la universidad, pero Keith se encogió de hombros, le dedicó su mejor sonrisa y dijo que le gustaba mantenerse ocupado, como respuesta obtuvo un sonoro resoplido que precedió el abrazo de despedida, y antes de separarse le dijo "por lo menos dale uso a la cama del hotel gran lujo de tu padre", un sonrojado y divertido  Keith besó a su madre sin hacer comentario alguno al oír que el taxi llegaba, le había salvado de tener que soportar un interrogatorio maternal sobre su vida sentimental.

En el taxi procuraba intentar olvidar el olor a ambientador de pino mezclado con tabaco, practicando su chino con un sorprendido taxista, no creía que su idioma fuera popular entre los jóvenes y hablando de la gran muralla llegaron al aeropuerto donde embarcaría una hora después, se había tomado unas valerianas y ya tenía el ipod encendido mientras se relajaba escuchando a Wagner, todo iba según lo planeado, sin altercados de ningún tipo, cuando de pronto comenzaron unas fuertes sacudidas, la azafata les pedía que siguieran las instrucciones de emergencia, todos sacaban las mascarillas y chalecos, mientras el griterío hacía patente la histeria colectiva, el avión seguía tambaleándose vertiginosamente y de repente todo se oscureció.

Cuando despertó estaban tirados en mitad de una montaña, había fuego por todas partes y se oían alaridos y llantos por doquier, estaba sumido es un catastrófico caos, no podía dar un paso o emitir sonido alguno , estaba completamente paralizado intentando reaccionar, en los cursillos de la ONG le habían explicado muchas veces como actuar en caso de emergencia, pero simplemente su cuerpo no respondía, vino a fijar su vista en un niño de unos cuatro años que tiraba de su manga mientras se aferraba a un peluche, lo tomó entre sus brazos y comenzó a caminar en dirección opuesta al siniestro.

Horas después a doce kilómetros de allí los encontraban para llevarlos al hospital y hacerles un reconocimiento. Tanto Keith como el pequeño Adriel se encontraban físicamente bien con algún que otro golpe, pero no recordaban nada, la madre del niño tenía un brazo y dos costillas rotas e intentaba calmar a su hijo, después de haberle agradecido a un confuso joven que lo hubiera protegido. Habían muerto más de la mitad de los pasajeros, y los demás estaban heridos, algunos de gravedad y otros de manera leve. Sólo había tres excepciones que apenas tenían rasguños pero que no recordaban nada: Adriel, Keith y Lisse, ésta última era una de las azafatas y su marido la estaba acompañando, al igual que  a Keith le acompañaba Bill, su padre, con la esperanza de que en unas horas recuperasen la memoria. Creían que era algo transitorio por un golpe, pero estaban equivocados. Al día siguiente el doctor Kauffman un reputado psiquiatra y neurólogo les comunicaba que se trataba de una amnesia disociativa generalizada, provocada por el shock que supuso presenciar el accidente, podía tener una duración larga, y suponía una pérdida total de la memoria e identidad, no sabrían quiénes eran ni reconocerían a nadie, su comportamiento sería confuso y sólo con terapia y ayuda para recordar por parte de su entorno podrían recuperarse. Les explicó que no debían impacientarse ni extrañarse, cuanto más seguro y acogedor fuera el ambiente mejor, no debían exigirles sino estimularles, y si hacían cosas fuera de lo común no significaba que estuvieran empeorando, simplemente estaban reconociendo el terreno.

Y fue en este día que los planes y esquemas de Keith se rompieron, volando por los aires como los pedazos de ese avión, perdiéndose como las piezas de un puzzle que debería recomponer con ayuda de sus allegados, que en esos momentos se limitaban a su padre, su tío Eddie y su abuelo Will tres hombres sumamente preocupados por un desorientado y aturdido rubio que les miraba de hito en hito intentando reconocerles. El doctor Kauffman le había explicado junto a Lisse y Adriel, que habían sufrido un accidente en el avión en el que viajaban y como consecuencia ahora no recordaban nada, pero con el tiempo podrían recuperar recuerdos, deberían acudir a terapia e intentar no agobiarse demasiado ni frustrarse por no poder recordar, tendrían que tomárselo con calma.

Adriel miraba al médico con curiosidad mientras estrujaba su peluche, cuando le preguntó si entendía lo que le estaba diciendo el niño asintió diciendo " el avión donde volaba se estropeó y ahora no me acuerdo" ante ese comentario Lisse y Keith sonrieron, ellos estaban bastante preocupados por no ser capaces de recordar, sin embargo el niño ya había seguido adelante, era así de simple, una mañana te levantas, te la pegas con el avión y tu cabeza se convierte en una hoja en blanco, puedes empecinarte en recuperar los apuntes perdidos o empezar a llenarla con nuevos apuntes, y si hasta un crío lo tenía tan claro ellos no iban a ser menos, a partir de ese instante se dedicarían a llenar esos espacios vacíos con nuevas experiencias, mientras tanto ya volverían esos viejos apuntes, si algo tenían presente es que estar vivo era un milagro, que podían diñarla en cualquier momento, así que mejor emplear su tiempo en vivir y no en saber cómo habían vivido hasta ahora.

Adriel fue el primero en abandonar el hospital, junto a sus padres, se despidió de Lisse y de Keith con un abrazo, dándole las gracias a este último por ayudarle. Lisse se marchó una hora después, mientras esperaba a su marido (o eso era lo que le habían dicho de aquel curioso joven ¿por qué se casaría con un mocoso ocho años menor que ella? En fin ya lo averiguaría, pero de momento no pensaba dormir junto a él...) hablaba con Keith, era curioso pero estar en compañía de alguien que sabía estaba igual de confuso que ella la reconfortaba, sin embargo tenía que irse a casa con ese chico que la miraba inquisidoramente incomodándola...

-¿Tardarás mucho en irte?

-Me dijeron que una media hora.

-¿Con quién te vas?

-Con mi padre y uno de mis tíos.

-¿Te caen bien?

-Pues no lo sé...-esa pregunta lo había tomado por sorpresa, no se había parado a pensar si le gustaban esas personas, simplemente se dejaba llevar.

-Sé que es una pregunta extraña, pero a mí, mi marido me pone nerviosa, preferiría irme con alguien más, en estos momentos tú o Adriel me caen mejor que él.

-Bueno no es lo mismo-no podía evitar sonreír, de hecho estaba conteniendo su risa-es un vínculo más íntimo, debe resultar más violento... si te fueras con tus padres sería más fácil.

-Sí, además es mucho más joven que yo ¿tú tienes novia?

-No.

-¿Novio?

-Tampoco-vaya ¿y si era gay...? Ya lo averiguaría, de momento no estaba para ligar.

-¿Ambos?

-Claro que no, si fuera así las respuestas anteriores habrían sido afirmativas-¿lo estaba vacilando? ¿Y dónde demonios estaba el mocoso del marido? Si seguía haciendo que se le multiplicaran las incógnitas iba a darle algo.

-Tranquilo, era por eliminar posibilidades, además es raro que un chico de tu edad y tan guapo no salga con nadie-dijo encogiéndose de hombros.

-Lo siento, es que no me he planteado nada, me asusta confirmar que  mis recuerdos se reducen a setenta y dos horas.

-Yo también estoy aterrorizada, pero intento distraerme preguntando por todo.

-Creo que te casaste con ese "mocoso" porque te gustaba, así que dale un pase, por mi parte prometo averiguar porque no tengo un novia-novio-o ambos que me aguanten.

-Me parece bien- el marido apareció con el coche, Lisse se subió, y después de comentarle algo sacó la cabeza por la ventanilla, extendiéndole a Keith un papel con un número de teléfono-llámame cuando lo sepas y me lo cuentas.

-Buena idea, y de paso tu podrás contarme por qué te casaste con ese jovenzuelo-al ver la cara del aludido se echó  a reír con ganas, sobre todo porque Lisse se había girado para mirarle una vez más en busca de la respuesta.

-Descuida, y Miles no te ofendas, pero es que eres muy joven.

-Está claro que con memoria o sin ella nunca dejaras de decir esa bobada-miró resignadamente a su esposa y suspiró, para a continuación dirigirse al rubio- y tú no deberías llamarme mocoso teniendo en cuenta ni siquiera eres mayor de edad.

-Tienes un marido muy susceptible Lisse.

-No te olvides de llamarme cuando sepas cómo es tu pareja, mal de muchos...

Miles decidió que ahí acababa la charla, estaba agotado y sólo quería llegar a casa de su hermana para que Lisse se sintiera a salvo, estaba notando que lo miraba como si fuese un violador en potencia y eso no era nada alentador, cuando estuviera rodeada de más gente podría relajarse más, y él por su parte podría dormir, sabiendo que estaba sana y salva, aunque un poco más loca que antes.

Al quedarse solo Keith empezó a hacerse preguntas, ya llevaba un buen rato cavilando cuando Eddie lo sacó de su ensimismamiento.

-Ya podemos irnos, tu padre nos está esperando afuera ¿preparado?

-No me queda de otra.

-Uyy eso ha sonado fatal, no somos tan raros como parece, bueno tu padre y tu abuelo sí.

-Y tú, eres el más normal ¿no?

-Para ellos no, pero estoy mentalmente más sano por mucho que se lo nieguen.

-¿Mi madre tardará en llegar?

-Ya está de camino, no te dejaría solo en este estado ni loca, no es que se lleve mal con nosotros, simplemente tiene sentido común.

-Me estás asustando...

-Me gusta exagerar, no me hagas mucho caso-empezaba a preocuparse por el comportamiento de su sobrino, puede que su actitud de ahora le pareciera más adecuada para su edad y el médico les avisó de que podrían tener reacciones inesperadas, pero ese desenfado no era nada normal en Keith, desde hace mucho era un chico que se lo tomaba todo en serio, demasiado, y verlo ahora tan despreocupado se le hacía terriblemente extraño.

-Está bien, me siento algo tonto, la mayoría de las ironías no las pillo-se preguntaba si siempre había sido lento o era a causa de la amnesia que no fuese capaz de saber cuándo le hablaban en serio o en broma.

-¿En qué piensas?

-¿Tengo novia, novio o ambos?

-¿Ambos? ¿Qué clase de pregunta es esa?-genial seguro que se había dado un golpe más fuerte de la cuenta y se lo estaban ocultando.

-Podría suceder...

-Sí claro, pero eso no sería correcto preguntarlo ¿no te parece?

-¿Correcto?-¡no se acordaba ni de su madre y ese tío le hablaba de corrección!

-Soy tu tío, no un coleguita del insti, además ...-tú nunca dirías eso, iba a soltarlo pero se detuvo a tiempo, no podía decirle a un chico amnésico que él jamás se comportaría con ese descaro, no es que fuera descarado pero... cómo decirlo, Keith era diplomático hasta para mandar a alguien a la mierda.

-¿Además?-de repente Eddie se había callado sin más y empezaba a incomodarse.

-¿Por qué iba a saber yo si sales con varias personas a la vez?-acababa de soltar una reverenda chorrada, pero no se le ocurría nada más para salir del paso.

-Yo que sé... era por hablar de algo, no hace falta que te lo tomes todo al pie de la letra.

-Perdona, tu pregunta no era nada del otro mundo, no sé por qué me he puesto como una beata. Que yo sepa saliste hace unos dos años con una compañera de clase, de resto no sé nada más, salvo que sueles estar con dos amigos que también van a la misma clase.

-Dos años... creo que tendré que hablar con mis amigos, o soy una persona que cuenta poco de su vida o soy raro.

-Ya será menos-dijo mientras reía, pero no porque le hiciera gracia sino por los nervios, si le decía algo a su abuelo se iba a armar una buena, si cuatro días antes le hubieses preguntado por ligues había respondido que estaba muy ocupado y era muy joven... y ahora poco menos le estaba diciendo que lo que sabía de su vida le resultaba raro.

El doctor Kauffman lo estaba despidiendo mientras Eddie se subía en el asiento del copiloto.

-Hermanito, tu hijo está flipando en colores, me acaba de preguntar si tiene novia o novio o...

-O un chimpancé ¿pero de qué hablas?

-O ambos-dijo mirando con reprobación a un irritable Bill.

-Eso suena peor que lo del chimpancé... ¿qué sucede?

-Que ha dejado de comportarse como Will jr. para hacerlo en plan pasota.

-Acaba de caerse en un maldito avión, no es nada raro.

-Vale, a mí me gusta el cambio, pero mantenlo alejado de papá antes de que le pregunte si él tiene novia y novio.

-No me jodas Eddie, Jeanne llegará en unas horas y mientras tanto no pasará nada.

-¿Reunión familiar?-esos dos hablaban de él a sus espaldas, definitivamente su familia paterna no era muy delicada.

-Le estaba diciendo que tu madre llega en unas horas.

-Estupendo ¿vamos a tu casa?

-No, iremos a la de tus abuelos.

-Vale,  tengo sueño.

-En marcha entonces.

Durante el trayecto un tenso silencio se apoderó del ambiente, cada uno iba sumido en sus pensamientos. Keith observaba a su padre, lo notaba inquieto, no sabía si era tranquilo o nervioso, pero lo miraba tan extrañado que incluso aún sabiendo que su propio hijo no lo podía reconocer y que eso le debía resultar abrumador, para él , seguía siendo una reacción exagerada, de hecho era él quien no se acordaba de nada y parecía llevarlo mejor.

Eddie se dedicaba a observar a su sobrino por el espejo, lo notaba diferente, normalmente era el colmo de la educación y ahora parecía importarle una mierda que se notara lo que sentía, si algo no le gustaba se notaba, si quería preguntar algo lo hacía sin rodeos... ¿qué demonios le habían hecho en el hospital? Por dios, si antes  alguien hacía una pregunta indiscreta lo ignoraba y ahora las suelta como quien habla del tiempo, y encima te mira como "vaya ya te pusiste nervioso", después de todo tenía más parecido con su madre del que querían admitir. Bill intentaba concentrarse en conducir, mientras no paraba de preguntarse qué sucedería ahora con su hijo, tenían un verano para intentar que se repusiera, pero sentía que para ir a la universidad iba a ser pronto, no le gustaba la idea de mandarlo tan lejos solo, tendría que convencer a su padre de que lo dejara tranquilo.

Pero lo que ninguno sabía era que en ese verano todas esas pequeñas dudas se reducirían a nimiedades, serían sustituidas por otras más graves e importantes, aquello era solo la punta del iceberg.

Al llegar a la casa Will los estaba esperando, tomó a su nieto del brazo y le preguntó si se encontraba bien, obteniendo como respuesta "la verdad es que estoy muy cansado, necesito dormir un poco" y era cierto, podía estar contento de que el cansancio fuese su mayor reclamo, estaba perdido sin un mísero recuerdo y actuaba con cordura "ése es mi chico" pensó orgulloso, y sí , por mucha memoria que alguien pierda si es  de talante decidido eso se mantiene, pero poco quedaba de ese chico que tanto le gustaba, sólo que prefería no darse cuenta, además tampoco habían tenido tiempo de poder estar a solas. Ni lo tendrían, ya que mientras Keith dormía una apacible siesta de cinco horas llegaba su madre, que después de hablar con Bill y llamar al médico se sentó junto a su hijo observando cómo dormía plácidamente, y teniendo la certeza de que verle dormir era de las mejores cosas que le habían sucedido, verle tranquilo, a salvo, disfrutando del descanso era una sensación reconfortante.

Después de dormir se sentía mucho mejor, tener amnesia y no sentirte nada cómodo con tus familiares no era precisamente relajante... sabía de sobra que no tenía por qué gustarle su familia, a mucha gente no le gustaba, pero la incertidumbre de saber si sería así con todos era algo que le preocupaba mucho. Afortunadamente sus dudas se despejaron con un veredicto favorable, esa mujer que lo miraba absorta desde el sillón le daba una buena impresión, su forma de mirarle le tranquilizaba. Jeanne se acercó sentándose en la cama junto a él, aguardó unos segundos para que la mirase bien antes de hablarle.

-Hola ¿qué tal está mi pequeño desmemoriado?-su tono era muy cálido, le hablaba con serenidad, intentando dejar a un lado los nervios y la angustia. Estaba entero, con las facultades intactas aunque no se acordara de nada ni nadie, su hijo había salido vivo de un aparatoso accidente de avión, eso era lo importante, de resto ya podía decirle cualquier cosa que le parecería estupendo.

-Todo lo bien que se pueda estar teniendo que preguntar qué me gusta de comer y esos detalles...-era su madre, le habían enseñado fotos, por eso lo sabía, y le gustaba, se sentía bien con ella. Ahora que la tenía a su lado  estaba mejor.

-Creo que aprovecharé esas cosas para putearte un poco-dijo despeinándolo.

-Genial, eso suena muy maduro por tu parte-resopló con angustia, de repente todo lo que hasta ahora había intentado mantener a raya salió a flote. Llevaba todo el tiempo observando cada detalle con la esperanza de recordar algo, se decía a sí mismo que cuando viera la casa recordaría, después cuando viera a todos los familiares, pero uno tras otro habían aparecido y nada, creyó que si hablara más de media hora con alguno quizás, pero tampoco. Después se dijo que si vivía con su madre era normal que aquellas personas no le aportaran lo suficiente, ni siquiera sabían si salía con alguien... y ahora que tenía a su madre delante, algo había cambiado, sí, con ella se sentía más a gusto, pero no se acordaba de ella ni de nada. Ya tenía la absoluta certeza de que no tenía ni idea de quién era y eso le daba vértigo.

-¿Qué sucede Keith?-en unos segundos su hijo había pasado de estar aparentemente tranquilo a poco menos que echarse a llorar.

- Me acabo de dar cuenta de lo que significa no saber nada y no me gusta.

-Tranquilo-le dijo en un tono bajito que invitaba a la confidencia-es lógico que no te guste, pero no te preocupes más de lo necesario, ya estoy aquí, empezaremos poco a poco. Lo primero será regresar a casa, lo haremos en tren, y durante ese largo viaje de dos días podrás preguntarme todo lo que quieras.

-Eso suena bien ¿puedo empezar el interrogatorio ahora?-esa mujer sabía cómo calmarle, menos mal que había llegado, se sentía de lo más incómodo con su padre y el resto del elenco, en especial su abuelo Will, lo ponía bastante nervioso.

-¿Bill y su familia están locos?

-No, simplemente son un poco radicales-esa pregunta , en ese tono y acompañada de esa mirada fue algo revelador, no veía esa actitud en Keith desde que era pequeño, ahora entendía a lo que se refería Eddie, y no le extrañaba que estuviera algo asustado, a ella en cambio le parecía estupendo.

-¿Es una manera de decir que sí, pero que lo negarás en público?

Ese comentario hizo que Jeanne estallara en carcajadas, vale, su hijo no recordaba nada pero por fin era espontáneo y se comportaba como el chico de dieciocho años que era, además podía resultar muy divertido.

-No, no están locos sólo son algo idiotas ¿alguna otra pregunta antes de bajar a cenar con los memos?

-¿Tengo novia, novio o ambos?-esa era una buena pregunta, las reacciones daban pistas sobre cómo eran los que respondían.

Otra carcajada salió de la garganta de Jeanne como respuesta, después de unos minutos respondió con palabras.

-No, no tienes nada de eso. Has estado muy ocupado últimamente, lo que si tienes son pretendientes.

-¿Ocupado? Eso suena a banquero de cincuenta años, algo así como Bill.

-Poco a poco Keith, vayamos a cenar, mañana ya habrá tiempo de seguir-era demasiado pronto para decirle al nuevo Keith que sus aspiraciones eran hasta hace poco convertirse en eso, no lo entendería, de hecho ni siquiera ella lo entendía, pero parece que ya no tendría que preocuparse por ello, como se dice en estos casos "no hay mal que por bien no venga".

Durante la cena, Jeanne aprovechó para anunciar que volverían al día siguiente a su casa, tomarían el tren, Bill asintió dando su aprobación, estaba seguro de que ese ambiente era mucho mejor para Keith, además sus amigos estaban allí, así que les dijo que en una semana él los acompañaría, después de todo era su mes de vacaciones y ahora estaba muy preocupado. El resto se limitó a acatar la decisión, aunque el abuelo hubiese preferido que se quedaran allí.

Al día siguiente madrugaron para tomar el tren, una de las cosas que descubrió Keith es que estaba acostumbrado a levantarse temprano, al igual que su padre, ambos estaban despejados a las seis a.m. listos para comenzar el día, mientras que Jeanne no estaba precisamente exultante, iba por la segunda taza de café y a pesar de que le gustaría haber charlado con Keith se dejó dormir media hora después de empezar el viaje.

Keith alternaba mirar el paisaje con las fotos que su madre le había traído. En ellas solían  aparecer dos chicos, uno era más bien bajito, tenía el pelo algo largo y alborotado de color castaño, aunque lo que más le llamaba la atención eran sus ojos, tenían un color bastante raro entre el verde y el amarillo, como una de esas piedras de ámbar que tienen un llamativo brillo, según le dijeron ese era uno de sus mejores amigos, su nombre es Neil, estuvieron juntos en clase y coincidieron trabajando de voluntarios en la ONG. El otro chico era más alto, un poco más que él, de pelo rubio a media melena desfilado, siempre sonriente apenas podía apreciar esos ojos oscuros, le conocía desde la guardería, y se llama Evan. Su ex novia le resultó muy guapa, aunque algo estirada, Mel como la llaman todos, es dos años mayor que él, y cuando se fue a la universidad cambió bastante, ése era el motivo por el que lo habían dejado, o eso le dijeron, porque por muy mona que pareciera a él a simple vista no acababa de convencerle... siguió viendo fotos, pero nada le sonaba ni le llamaba la atención especialmente, hasta que llegó a una foto de grupo del voluntariado. En esa fotografía estaba junto a Neil y otro chico, era de la misma altura que Neil, su pelo parecía más oscuro y eso hacía que sus ojos destacaran aún más, si los de su amigo le parecían anormalmente brillantes, los de ese chico que debía ser familia, prácticamente lo cegaban, eran más claros y grandes, la pupila se distinguía perfectamente, a pesar de no sonreír, su expresión era distendida y amigable, cuando su madre despertara le preguntaría por su nombre, de repente sentía curiosidad, eso podía ser buena señal, o simplemente podría resultar que sí fuera gay y lo del cambio de Mel fuera una bobada...

Jeanne se despertó a la hora de comer, mientras almorzaban Keith le iba comentando las fotos, preguntando por toda la gente que salía en ella, y sorprendiéndose por estar en tantas actividades.

-Así que era el presidente del consejo estudiantil, estaba en el equipo de waterpolo y colaboro en una ONG...

-Sí, en el equipo aún estás, de hecho el campeonato es dentro de un mes.

-¿Tengo que participar?

-Si no quieres no, lo hacías porque te gusta practicar deporte-la cara de fastidio que acababa de ver le resultó bastante curiosa.

-La verdad es que no sé lo que quiero, pero de momento eso no me suena demasiado bien.

-Como quieras, tienes todo el derecho del mundo a hacer lo que te apetezca, si quieres dejarlo pues lo dejas ¿y la ONG? A ellos si  tendríamos que avisarlos con tiempo, no cuentan con suplentes.

-Eso sí me apetece, además mis amigos estarán también, puede que me resulte más fácil teniéndoles a ellos-a pesar de no saber cómo serían podía más la esperanza de que se sintiera tan cómodo con ellos como con su madre que el desconcierto.

-Me alegra que te guste la idea, seguro que por lo menos lo pasas bien y aprendes algo importante ¿qué te parecieron Neil y Evan en las fotos?

-Neil parece un chico tranquilo y Evan simpático, ahora que lo pienso hacen un curioso contraste-sin lugar a dudas el que Evan rezumara vitalidad y Neil pareciese la templanza personificada era interesante-¿y qué tal se llevan entre ellos?-soltó de pronto despreocupadamente.

El piloto rojo de Jeanne se puso en marcha, esa pregunta había sido demasiado certera ¿acaso recordaba algo? ¿O eran meras sospechas?

-Pues supongo que bien ¿a qué viene esa pregunta?

-¿Supones?

-Sí, verás no es que pase mucho tiempo con ellos, y por lo que veo pues se llevan bien, no sé, lo normal... ¿no es lo más lógico?

-Sí, supongo-sus labios se alargaron en una juguetona sonrisa, Jeanne parecía incómoda y eso le resultaba gracioso, le estaba ocultando información, de eso estaba seguro, pero por ahora se mantendría ocupado en averiguar qué pasaba por sí mismo. Estaba claro que había muchas preguntas con las que no conseguiría una respuesta sincera, y aunque fuera por su bien, para no agobiarse asimilando cosas, prefería que no le mintiesen. Optó por cambiar de tema-¿y quién es este chico?-preguntó mientras señalaba a un adolescente que guardaba mucho parecido con Neil.

-Es el hermano pequeño de Neil, bueno en realidad sólo se llevan un año, se llama Zoe-sabía que su anterior respuesta no había convencido a Keith, pero tampoco podía asegurarle nada, sería mejor que el mismo buscara la respuesta.

-¿Y somos amigos?-Zoe le pareció un bonito nombre, tal vez él pudiese ayudarle a saber qué pasaba con su hermano y Evan.

-Pues más bien es un conocido, también colabora en la ONG y asiste al mismo instituto, pero no es que se hayan tratado mucho.

-¿Nos caemos mal?-empezaba a preocuparse de que su madre fuera tan ambigua con sus respuestas, ni que fuera el puto oráculo de Delfos.

-No, simplemente tienen gustos distintos y no suelen coincidir.

-Pero si su hermano es uno de mis mejores amigos, vamos al mismo instituto y colaboramos en la misma ONG...

-Verás Keith, eres un chico muy ocupado y a pesar de que sueles llevarte bien con todo el mundo, son muy pocos con los que de verdad intimas, te pasas el día de un lado a otro, a lo largo del día hablas con mucha gente, pero poco tiempo.

-Vaya parece que llevo un ritmo algo vertiginoso, supongo que estoy preguntando demasiado. Mejor hablamos sobre cosas más simples pero igual de importantes ¿me gusta la mantequilla de cacahuete o ponerme bermudas de colores chillones?

- Detestas ambas cosas-esto iba a ser muy difícil, menos mal que su hijo era un chico listo y sabía cuándo parar, aunque después del accidente su margen de frenada fuera mucho mayor, tendría que hablar con los chicos antes de que los viera.

-Por fin una respuesta clara y concisa-no estaba todo perdido no era un hortera con mal gusto, ahora sólo quedaba saber si tenía planeado ser político o alguna gilipollez semejante que explicara todas esas lagunas que su madre se negaba a rellenar, eso de la agenda apretada sonaba sospechoso ¿qué clase de chico de dieciocho hace cosas como tener pretendientes sin liarse con ninguno? Tenía que hablar con Neil y Evan en cuanto llegara, a ellos en caso de negarse a responder podría hacerles algo.

El día pasó entre confidencias esenciales como que era alérgico a los kiwis y adoraba leer relatos de terror. Al llegar al hotel cayeron rendidos. Jeanne aprovechó para llamar a los chicos, ambos estaban aliviados al saber que en un día podrían ver a Keith y comprobar con sus propios ojos que estaba bien. Aunque saber que tenían que tener cuidado al hablar con él para no atosigarlo con demasiada información los asustaba un poco, y eso que Jeanne les definió como una "nueva actitud" apestaba a eufemismo, sólo les quedaba esperar a ver qué era con sus propios ojos, eso sí, prometieron como buenos chicos tener cuidado y medir sus palabras.

Al colgar Jeanne se sintió más tranquila, una vez advertidos en cuanto vieran a Keith notarían el cambio y estarían preparados para afrontarlo. Mientras tanto Keith había comprado una libreta donde anotaba todas sus dudas y sospechas, desenfadado y todo seguía siendo igual de metódico.

Al día siguiente la rutina fue la misma, nada relevante, seguía viendo fotos de gente sobre la que preguntaba datos, pero nada en especial le llamaba la atención. Su madre hizo algunas llamadas para comprobar que todo estuviera listo a su llegada.

Hubo algunos retrasos, por lo que llegaron dos horas más tarde de lo previsto. A las ocho de la noche estaban en su casa, Jeanne preparando la cena mientras Keith se dedicaba a reconocer la casa y los alrededores.

A petición de Keith invitaron a desayunar a Evan y Neil, a Jeanne le pareció una excelente idea, así tendría oportunidad de ver sus reacciones sin que cantara demasiado.

Se fueron a dormir temprano, ambos eran conscientes de que les esperaba un día agotador, aunque ninguno sospechaba lo sorprendente que sería.

 


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