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Sin Importar las apariencias por Heksen

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Notas del fanfic:

Como ya hemos dicho: Hana y Ru sólo han sido tomados prestados para protagonizar esta historia

Notas del capitulo:

Advertencia: ¡tiene mucha azúcar, cuidado con la diabetes!

  "Sin importar las apariencias"

 

 

    Kaede Rukawa miraba con detenimiento aquel círculo de hierro calculando con precisión la fuerza que debía ejercer para que el balón realizara una parábola perfecta desde su posición fuera del área. Se lo imaginó un segundo y al siguiente lanzó siguiendo con la vista el esférico hasta que éste traspasó suavemente el aro y fue a dar contra el pavimento, dando unos cuantos botes antes de detenerse a tan sólo unos metros de distancia de sus pies.

Kaede bufó, la última vez había hecho retornar el balón directamente hasta sus manos. Cualquiera que le viera diría que estaba muy aburrido, y estarían en lo cierto. Hace más de media hora que esperaba a Hanamichi y éste aún no se dignaba a llegar.

 -supongo que tuviste algo más que hacer que venir a perder tu tiempo conmigo-Kaede murmuró

 El sol de la tarde acariciaba su rostro, haciendo brillar sus profundos ojos azules, que resaltaron en su piel llena de cicatrices. Quizá por eso el pelirrojo que le había robado el corazón no había asistido, quizá encontró a alguien mejor con quien pasar el tiempo, alguien más amable, más simpático, que no tuviera la cara deformada por cicatrices, alguien con quien pudiera pasear por la ciudad sin morirse de vergüenza...

  Tan absorto estaba en sus pensamientos pesimistas y de autocompasión que no parecía darse cuenta de nada más, hasta que sintió que alguien le abrazaba por la espalda, cerrando sus fuertes manos en torno a su cintura mientras que un mentón se apoyaba en su hombro.

 -¿aburrido?-preguntó el que lo abrazó, no se trataba de nadie más que Hanamichi

Kaede no pudo evitar sobresaltarse e intentar separarse, sin embargo, el pelirrojo ejerció más fuerza en su abrazo. Hanamichi no sabía bien lo que provocaba verdaderamente en Kaede, quizás lo mismo que ansiaba su corazón poder lograr en él.

Kaede simplemente sentía derretirse en esos brazos, pero a la vez tenía miedo, miedo de Hanamichi 

 -te tardaste-respondió, tratando de mantener la indiferencia de siempre

-¿me extrañaste?-preguntó Hanamichi suavemente, sin antender a la respuesta. Kaede se estremeció por la pregunta, quería dar una respuesta, pero él no le dejó respondiendo a sí mismo- te estuve observando desde hace rato pero no quise acercarme... estaba pensando en algo que he querido decirte desde hace tiempo, pero tenía miedo, más ahora que lo he meditado bastante, creo que no pierdo nada con intentarlo.

En tan sólo un par de segundos pasaron miles de ideas por la mente de Kaede, sintió que los nervios le asaltaban, ¿qué era aquello que Hanamichi quería confesarle?  Tal vez...

-te quiero zorro-Hanamichi soltó un fuerte suspiro-te quiero y no sé como ocurrió.

Kaede sintió que su corazón rebosaba de alegría, pero su mente pensó rápido. Se giró rompiendo la fuerza del pelirrojo y lo enfrentó

-no digas eso...tú no puedes quererme, no a mí, no con éste rostro-dijo con cierta amargura mientras entrecerraba los ojos-no quiero que lo digas por lástima... nadie podría quererme así como me veo...-desvió la mirada y se mordió el labio inferior-no, Hanamichi no quiero que me lo digas porque me tienes lástima-murmuró en un hilo de voz

Hanamichi tomó su mejilla con la mano obligándolo a volverse hacia él, luego con la otra le dio una suave caricia en las cicatrices notorias y enrojecidas

-¿sinceramente crees que te lo digo por lástima?-preguntó Hanamichi-zorro, quiero que te des cuenta en la posición en que estoy, diciéndole a un hombre como yo, que le quiero, ¿crees que por lástima me tomaría esa molestia?-insistió en una respuesta con su mirada

Kaede no habló

-sí, te quiero-esta vez le tomó el rostro con ambas manos-no me importa que rostro tengas ahora, no fue de tu rostro de quien me enamoré, fue de ti; esa persona que pude conocer, el que eres ahora y que siempre fuiste -Kaede cerró sus ojos y Hanamichi le insistió alzando la voz:-mírame Rukawa, mírame a los ojos y dime que te estoy mintiendo, dime que es por lástima que te estoy diciendo todo esto,  dime también que no estoy en lo cierto al pensar que tú también aprendiste a quererme-conforme terminaba de hablar su tono de voz se fue desvaneciendo

Sin siquiera pensar y tras ver una mirada sincera, Kaede esbozó un suave "no".

-¿no, qué?-preguntó Hanamichi

-no puedo decirte eso-musitó bajito

El pelirrojo sonrió con su más bella sonrisa

-te quiero zorro-repitió y sin más lo besó tímidamente, luego se separó, aún con el sabor de los labios de Kaede en los suyos

-yo también te quiero... pero no quiero que estés conmigo- Contestó Kaede

-otra vez con eso-reprendió Hanamichi-te dije que si es por tu aspecto me importa un carajo, podría importarle a cualquiera de esas chiquillas que un día te idolatraban  y que al ver que ya no eras el mismo se olvidaron que existías... no a mí, te quiero así y sin importar más nada...

-sabes lo que dirán-dijo separándose nuevamente y dándole la espalda

-qué dirán-Hanamichi rió suavemente-. Mis amigo y todos los que me conocen dirán que yo me enamoré de un hombre, me criticaran y murmurarán porque antes solían gustarme las mujeres... eso es todo lo que dirán, ya lo sé-

Kaede bajó la cabeza fijando su vista en sus pies

-que tonto eres ahora-continuó Hanamichi- antes no te importaba nada; lo que dijeran o no de ti, todos te daban lo mismo. No me des a creer que para ti vale más la belleza de un rostro; estaría equivocado sobre todo lo que pienso de ti, un tipo que por muy guapo que fuera, no se mofaba de serlo, sino que era él, simplemente él.

-¿entonces tu creías que lo era?- preguntó curioso y por que no decirlo, esperanzado

Hanamichi le asaltó de nuevo abrazándolo por la espalda

-algo, pero nunca más guapo que yo-respondió en forma arrogante

-do´aho-

Hanamichi se respiró el aroma de su cabello para luego apoyar su mejilla en su nuca y ver hacia un costado

- mucha gente nos está viendo-comentó.

 Kaede miró hacia el lado que se enfocaba la mirada del pelirrojo. Había chicos jugando en la duela de al lado y se había detenido para observarlos en forma curiosa

-no me importa que nos vean, pueden decir lo que quieran, yo quiero estar y voy a estar contigo-afirmó con seguridad

-eres obstinado ¿lo sabías?

-no tanto-respondió y una vez más le obligó a voltear-te quiero Kaede, puedo repetirlo mil veces antes que me creas y no voy a cansarme de decirlo-

Kaede sonrió levemente

-para mi eres lindo-dijo Hanamichi a medida que se acercaba nuevamente a sus labios-eres lindo-repitió antes de besarlo nuevamente con apasionada ternura. Kaede no intentó luchar contra aquello. Cerró sus ojos y respondió al beso del pelirrojo, y le pasó los brazos por el cuello.

 Después de unos minutos finalmente se separaron en forma lenta, como si no quisieran hacerlo. Ambos respiraron profundo, recobrando el aliento perdido, sin hacer el más mínimo esfuerzo por alejarse del otro. Entonces Kaede recargó su frente contra la de Hanamichi

-tienes razón, soy un idiota-reconoció el moreno

-mmm, no lo pongo en duda-dijo Hanamichi con diversión

-do´aho-

-Kistune-

-terco-

-¿quieres ser mi novio?-

La pregunta entre  ofensas  sorprendió al moreno, dudó por un par de segundos, luego pensó y respondió:

-sí-

Hanamichi sonrió-¿sabes que he logrado?-preguntó

-¿Qué?-curioseó Kaede

-conquistarte... nadie lo ha hecho más que éste tensai-

-sigues con esa estupidez de llamarte tensai, sabes que no lo eres, siempre has estado tras de mí-

-que envidioso eres-reprochó Hanamichi con ternura

-debí habértelo pedido yo...pero no me atrevía- confesó Kaede

- estás reconociendo que soy más valiente que tú-

Kaede gruñó y esta vez fue él quien inició un nuevo beso

 

Finalmente, entre tantos besos, se olvidaron del juego que tenían pendiente para esa tarde. La noche pronto llegó y se vieron obligados a salir del parque para irse a sus casas. Hanamichi acompañó a su novio a la suya, a pesar de que Kaede se negaba a tomar su mano, éste insistía en el agarre y así llegaron frente a su puerta

-te veré mañana zorrito-dijo Hanamichi despidiéndose con un suave beso

La manos se resistieron un momento a separarse, pero al final lo hicieron.

Kaede ingresó a su casa y se dejó caer en el sillón en la sala, pensado.

¿Cuánto tiempo llevaban compartiendo Hanamichi y él?

Meses que parecían años. Recordó perfectamente la primera vez que Hanamichi se atrevió  a hablarle, antes de eso siempre le perseguía como una sombra. Donde él, Kaede, iba; allí estaba el pelirrojo. No entendía aquella obsesión. Le hubo reprendido con enojo aquella primera vez, le dijo que se marchara, que no quería la lástima de nadie, pero él siempre se negaba. ‘Terco como una mula', así podría describirlo.

En ese mismo instante en que el ojiazul recordaba, Hanamichi también lo hacía mientras iba de camino a su hogar.

 A diferencia del moreno, sus recuerdos se remontaron más hacia el pasado, a la última vez  que las chicas gritaban eufóricas alentando a Kaede Rukawa. Había sido el año anterior, el penúltimo día de clases. El gimnasio era un mar de alabanzas, todas para el jugador que se había lucido en las finales del campeonato nacional; el chico perfecto de preciosos y profundos ojos fríos, piel nívea, facciones bien definidas y cabello azabache revuelto: Kaede Rukawa.

Luego de eso, recordó la vuelta a un nuevo año de clases y entrenamientos. Aquella vez vio cuan superficiales podían llegar a ser las seguidoras de Kaede; todas, incluyendo la siempre enamorada  Haruko Akagui, pasaban de él, como si no existiera; ya no habían más voces coreando su nombre, ya no habían más ojos con forma de corazones enamorados cuando le veían... simplemente, ya no había más bello y talentoso Kaede Rukawa. Las llamas de un incendio le quitaron al ‘Zorro' algo más que tiempo fuera de la duela; con el rostro bello de antaño se había esfumado todo el apoyo y la admiración de la gente, rechazado y a pesar de su notoria presencia, se  transformó en un ser invisible.

Hanamichi había gozado por más de dos meses de esas alabanzas que antes pertenecieron al moreno, incluso las mismas Ru-Ka-wa se habían transformado en las Sa-ku-ra-gui. Gritaban con devoción y entusiasmo cada vez que anotaba una clavada o simplemente hacía una buena jugada. No importaba que Kaede siguiera siendo superior. Todo era para él, el auto denominado tensai.

Hanamichi en sí le había vencido, tenía lo que siempre le envidió: la atención de todos. Se hubo mofado, incluso carcajeado recordándoselo a la cara más de una vez...

Se arrepintió de eso un día como cualquier otro, un día en que el sol brillaba con fuerza en el exterior, en que Haruko lo miraba como si lo fuera a devorar y el resto de los espectadores vitoreaban su nombre por todo el gimnasio.

Hanamichi había visto a Kaede un segundo, tan sólo un segundo donde su cerebro procesó  con claridad por primera vez. Kaede sentado en la banca, con la mirada gacha, ocultando del resto su rostro cicatrizado. Solo, como nunca antes había estado.

El pelirrojo bien sabía que si Ayako o los otros chicos aún estuvieran en la preparatoria, estarían a su lado, sin ver cicatrices en la piel, pero ellos ya no estaban, todos se habían marchado a seguir con sus estudios. No había ya nadie que pudiera entender o  interesarse en Kaede Rukawa, ya no.

Aquella vez se dio cuenta de su sufrimiento, también se dio cuenta que no quería que lo alabaran porque ya no estaba ese zorro de antes, el único más guapo del equipo después de lo que él fuera. No quería sonrisas falsas, no quería que vieran su exterior sino su interior... Hanamichi se dio cuenta que todo era una mentira, una vil ilusión, y se sintió como un perfecto estúpido, un do´aho, como Kaede siempre le llamaba.

Hanamichi suspiró deteniéndose.

Por suerte y gracias a ese descubrimiento, tomó la decisión de acercarse a Kaede, como amigo, sin saber que en el camino iba a terminar enamorándose.

"pero así es la vida-pensó-siempre es una total incertidumbre"

Miró el cielo azul y siguió andando...

 

0.0

 

     El tiempo pasó, el romance que comenzó tímido se convirtió intenso. Ambos terminaron de contarse las cosas que se aún desconocían el uno de otro; su infancia, sus padres, amigos, sus sueños... todo estaba bien entre ellos, sólo que la relación no se hacía notoria tal cual era, sino más bien como una simple amistad ante resto del mundo.

A pesar de toda la felicidad que Kaede sentía al lado de Hanamichi, existía algo que a veces formaba una sombra opaca dentro del brillo de sus ojos azules.

 

Era lunes de la última semana de clases del año. Hanamichi se encontraba en su salón de clases, observaba el paisaje exterior, sentado en una mesa, y con el codo apoyado en el alfeizar de la ventana mientras que su mentón se apoyaba en su mano. Para ser principios de verano afuera llovía como el más representativo día de lluvia de invierno y estaba oscurecido.

Más de una vez  su teléfono móvil había sonado en su bolsillo, sabía que era Kaede, pero no quería contestarle

 "tengo la opción de hacerme una cirugía plástica...en Estados Unidos... sé que tú no quieres y no te importa que la haga o no... pero a mi si me importa..."

 Hanamichi no podía dejar de pensar en lo que Kaede le dijo el día anterior. Él pensaba en lo riesgoso que tal vez podía ser, una vez lo oyó de un especialista en Tokio cuando acompañó a su pareja a hacerse un examen para ver posibilidades de cirugía. Kaede ya se lo había confesado, no era porque le importara tanto su aspecto, sino más bien, por la forma en que le verían a él, Hanamichi, al lado de un chico con la cara cicatrizada

Kaede quería mostrar su relación a sus conocidos y esperaba una respuesta de su parte. No era el moreno quien tenía la última palabra sino él. Al decirle que si podía ir a ese país y hacerse la cirugía, le estaba dando la oportunidad de reconstruir su rostro pero también la oportunidad de enfrentarse a un riesgo innecesario.

-te amo...pero... ¿por ese amor debo permitirte que te arriesgues de esa manera?

 Hanamichi recordó más allá de las palabras anteriores

 "Tengo que hacerlo Hanamichi, por sentirme bien si estoy contigo... cuando nos declaramos te  dejé en claro la idea que me importaba mi aspecto, pero no para el resto del mundo, no era porque me importaban que ellos me vieran como alguien horripilante, eso no va conmigo, nunca fue así... si me importaba y me importa aún porque estoy a tu lado, importa el aspecto de quien esté contigo y yo soy el que lo está... si tengo la posibilidad de cambiar eso, voy a hacerlo"

Las palabras de Yohei también vinieron a su mente, de entre todos sus conocidos y amigos él era el único que sabía que estaba con Rukawa. Él le había dicho algo ésta misma mañana tras su comentario acerca de la idea de Kaede, y ahora, esas palabras resonaban en su cabeza: "¿no te has puesto a pensar cómo debe sentirse?, se nota que Rukawa te ama, él sería capaz de hacer muchas cosas por ti, lo sé aunque no le conozco muy bien. Y es cierto que a ti no te importa cómo se vea, pero a él sí... si ese amor que tienes es tan grande como el suyo ¿no crees que también deberías hacer todo por él?"

 -sí, tiene razón-Hanamichi sonrió

  Afuera seguía lloviendo sin cesar. Hanamichi permaneció ensimismado contemplando el paisaje exterior al menos por quince minutos. De pronto la puerta se abrió una vez más. Como las veces anteriores ni siquiera se molestó en voltear para ver quien se asomaba para después irse, sólo que quien llegaba no tenía esas intensiones, sino que la cruzó y dejó la puerta cerrarse tras de sí.

 Kaede anduvo el trecho hasta llegar a espaldas de Hanamichi. Con cautela puso una mano en su hombro. El pelirrojo no le miró

 -te estuve esperando en el gimnasio-Kaede habló en un susurro-te llamé varias veces y no me contestaste

 Hanamichi al fin se volvió. Para sorpresa del ojiazul, que esperaba que aún estuviera enojado, su pareja le dedicó una sonrisa, para después volverse hacia la ventana

-estaba concentrado pensando... creo que no me di cuenta que el teléfono sonaba

 Kaede tratando de descifrar aquella sonrisa apoyó su trasero en el alfeizar y le miró. Sus ojos se encontraron; los de él, intrigados, los de Hanamichi, con un brillo decidido.

 -resolví que no puedo ni debo oponerme a tus deseos-sonrió de nuevo-sé que quieres hacerlo y que tal vez lo harás aún cuando yo te diga que no tienes porque... sólo que antes de que te vayas, al menos dame la oportunidad de mostrarnos ante los demás que somos pareja... sin miedo Kaede-

 -Hana...- suspiró-yo no quiero...-se negó tímido, pero al ver la cara de su novio lo pensó mejor, y sonrió-ya no tendrá importancia ¿cierto?-le tendió la mano que Hanamichi aceptó gustoso.

De la mano salieron del salón. A esas horas de la tarde, final de la jornada, aún habían  muchos alumnos rondando. Mas de alguno se volvió a verlos con detenimiento. Les resultaba sorprendente verlos de esa forma, daba la impresión de ser pareja, situación que quedó clara cuando en un momento dado Hanamichi besó a Kaede en los labios abrazándolo posesivamente. Cuando se separaron, Hanamichi murmuró:

-la voz se correrá rápido, todos sabrán que estoy contigo, que somos gay-dijo sonriente-...voy a esperarte, y cuando regreses renovado, sabrán que se perdieron por haberte apuntado con el dedo por algo tan insignificante.

Kaede lo miró interrogativamente a los ojos, preguntando que bobadas decía, negó con la cabeza al llegar a una conclusión

-sólo es el exterior ¿no?, tal vez vuelva a ser el mismo de antes, me volverán a mirar, pero cuando lo hagan ya habrán perdido, porque nadie es como tú.

-admito que me dará miedo que te vuelvan a mirar, pero eres mío, sólo mío

-no Hana-Kaede lo interrumpió suavemente y de una forma insinuante-aún no soy del ‘todo' tuyo-hizo una pausa en la que se dio ánimos- quiero llegar a serlo antes de irme-

 Hanamichi lo miró a los ojos para saber si hablaba seriamente, luego sólo lo besó de nuevo, y tras eso le dijo:

-Ésta tarde-

Llegaron a la casa de Sakuragui y por primera vez, hicieron el amor. Aunque no fue la última vez antes del viaje, vino una segunda, tercera, cuarta...hasta el día en que Kaede se marchó.

 

0.0

 

    El tiempo pasó sin sentido para Hanamichi, casi cuatro meses en que extrañó demasiado a Kaede. Durante el verano había tomado un trabajo de medio tiempo con tal de distraerse para no sentir demasiado la ausencia de un ser que ahora le era indispensable. Hablaba con Kaede casi todas las noches, donde éste le contaba cómo se sentía, sus expectativas con respecto a las cirugías que se llevaban a cabo una tras otras, luego de un periodo de recuperación. Kaede le decía como poco a poco iba mejorando el aspecto de su cara.

La noche anterior, domingo, habían tenido una última charla. Kaede le dijo que faltaba poco, que en unos días más estaría de vuelta. Ciertamente que le dijera eso era preocupante ya que Kaede se iba a perder más clases de las que ya había perdido y no sólo eso, estaba la expectativa....

Caminaba en dirección al colegio. Algunos a veces le dirigían miradas que él no sabía interpretar. Pensaba que tal vez se debía al hecho de que estaba solo y sin su novio del que ya todos sabían. Pudiera ser que pensaran  que se aburrió de Kaede y lo había dejado.

Suspiró al detenerse en la entrada principal al colegio, cerró sus ojos un momento y cuando los abrió. Muchos se habían reunido frente a él, como si le miraran asombrados.

-"¿y a estos, qué les pasa? ¿Por qué me miran así?"-se preguntó. Se miró el aspecto, no había nada que llamara la atención- ¿será que tengo monos en la cara?-

Hanamichi gruñó porque cada vez miraban más intensamente en su dirección, como asombrados

-¿Qué ven?-dijo finalmente malhumorado

Una de las chicas que tenía la mano en su boca, apuntó con su mano libre tras sus espaldas. Hanamichi se volvió

Entonces fue cuando lo vio, a Kaede, con su rostro tal cual fuera antes del incendio en que se vio envuelto y que casi le mata. Él le dio una sonrisa, estaba sólo a un par de pasos y los acortó hasta quedar frente a él

-sorpresa-murmuró suavemente el ojiazul

Hanamichi llevó su mano hasta el rostro del moreno hasta tocar su piel, acariciando aquellas partes en que antes había presencia de cicatrices de quemaduras, se sentía suave y tan normal como el lado que no había sido afectado. Tenía que verle con una lupa para poder ver con claridad las apenas visibles que delimitaban los injertos de piel

-quienes lo hicieron son unos genios con el bisturí-comentó al ver como Hanamichi le examinaba exhaustivamente

-es que no lo creo-dijo Hanamichi totalmente sorprendido.

-no tan guapo como tú, pero guapo al fin-Kaede sonrió divertido

Hanamichi se relajó sonriendo y después, en un impulso de necesidad lo besó. Frente a todos.

Kaede durante ese beso recordó todo lo que pasó; el despertar en la oscuridad de la noche iluminada por las llamas que ya estaban consumiendo su cama. Su departamento, ubicado en un segundo nivel de un edificio ardía casi por completo. Su primer pensamiento había sido que iba a morir encerrado en ese lugar, sobre todo cuando las llamas lo alcanzaron y comenzaron a quemarle mientras se sofocaba producto de los gases de la combustión. Cuando ya no tenía salida, su instinto de supervivencia había actuado y en una acción desesperada se había lanzado contra la ventana en llamas. No supo cómo, pero había aterrizado en el piso sin hacerse más daño del que ya se había hecho.

Después de eso, los bomberos y paramédicos llegaron en su ayuda. No recordaba más hasta que despertó a los dos días en el hospital, con la mitad de su rostro y parte de su cuello cubierto con vendajes.

Se le informó que la causa del incendio había sido por una falla eléctrica, el televisor conectado al enchufe había provocado un corto circuito y desatado las chispas que iniciaron el siniestro.

Kaede recordó también la primera vez que se miró al espejo constatando las huellas del incendio, que a veces ardían. Su rostro ya no era el mismo. Porque no decir, que recordó cuando llegó a clases con la frente en alto, sin cubrirse la cara ni intentar ocultar nada, como todos se volvieron a verle cual fenómeno, como la misma persona que ahora besaba le hubo visto aquel mismo día... recordó sus burlas que le dio durante dos meses, como le decía que ahora era él quien tenía la atención de todas. Nunca le importó que lo hiciera.... Y el acercamiento repentino de éste, el como llegó a su vida una tarde de verano de manera insistente para convertirse en un amigo que siempre estaba a su lado. Si bien antes creía que era lástima, un día lo vio en sus ojos, su corazón que era un libro abierto que únicamente expresaba sinceridad... de esos mismos ojos y corazón se terminó enamorando...

Cuando por fin se separaron, Hanamichi sonrió

-¿vamos a clases?-

-vamos-

Con esa simple respuesta cruzaron por entre quienes les miraban, las chicas más que nadie, un poco atontadas. Kaede volvía a ser el mismo guapo de siempre, pero después de ignorarle por estar marcado por un malogrado suceso ¿tenían derecho a babear por él o decir que estaban enamoradas de su simple aspecto?

Kaede ya lo había dicho, todas perdieron por haberse fijado solamente en una apariencia, tampoco le importaba si seguían mirándole o no, como antes, siempre serían ellas como seres invisibles... para él, existía tan sólo Hanamichi...

 

 

                                    FIN

Notas finales:

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