Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quiero Volver por Aome1565

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Incluí entre las advertencias Lemon i Violación, porque hai una relación sexual, pero no es del todo de acuerdo por una de las partes... no se, juzguen uds (:

Notas del capitulo:

Mi regalito de cumpleaños para Blair :3

 

 

 

 

 

Quiero volver

 

 

 

El viaje era algo largo. Unas tres o cuatro horas, más o menos, no lo recordaba. Hacían tres años que había hecho el mismo vuelo, pero detalles importantes como esos no los recordaba cuando en mi cabeza sólo había espacio para que se repitieran como una película las imágenes de la estadía en Grecia aquellas vacaciones que para mí fueron mágicas...:

 

 

 

Apenas habíamos llegado al hotel cuando papá propuso el ir a dar una vuelta por los alrededores para conocer el lugar, pero mamá decidió quedarse a dormir un rato junto a la pequeña Sally, mi hermanita.

 

Era plena siesta, el sol caía de forma cálida y pintoresca sobre las calles adoquinadas y las casas bajas con techo de tejas de esa Grecia que actualmente se conservaba como hace treinta años.

 

No se veían mujeres, los bares de lo que sería la carretera principal estaban abarrotados de hombres bebiendo café, hablando animadamente y riendo. Por lo que podía apreciarse era una ciudad machista, las damas dormían mientras sus esposos salían a divertirse, llevando con ellos a sus niños, inculcándolos en esa tradición desde pequeños.

 

Yo, encantado de saber que lugares como los de las películas, plagados de calma, existían de verdad, no podía dejar de ver a mis alrededores, mi ojos cobrizos agrandados a más no poder girando en todas direcciones y mi boca entreabierta ridículamente.

 

Papá y yo anduvimos largos minutos en silencio, observando todo a nuestro alrededor. Todo parecía ser mágico, un verdadero paraíso... Él entró y se quedó en un bar, a unas pocas calles del puerto, hablando con un grupo de turistas y lugareños sobre el lugar, las pescas y algunos asuntos que no me interesaban. Hice una breve caminata solo, hasta los muelles del puerto.

 

La marea aún no había crecido, pero esos húmedos caminos flotantes de madera estaban lo suficientemente bajos como para que, al sentarme sobre ellos, mis pies desnudos tocaran el agua.

 

Extasiado me quedé mirando el horizonte anaranjado, con el sol hundido completamente tras él, y la inmensidad del mar que se extendía ante mí y me hacía sentir tan pequeño, insignificante... por un momento tuve el impulso de querer lanzarme al agua, sumergirme en esas profundidades azules y perderme para siempre, nadar hasta que no sienta el cuerpo mismo... pero eso sería imposible debido a que siquiera sabía nadar.

 

No me di cuenta de cuándo el cielo empezó a ponerse cada vez más azul, pero si noté cuando una persona se sentó a mi lado. Suprimí las ganas de girarme a verlo y sólo lo observé de reojo: tenía en su piel el rastro del sol de la mañana, sus cabellos negros eran más oscuros que cualquier abismo, y sus ojos, fijos en el horizonte con una mirada melancólica, eran del color turquesa más hipnotizante... De repente no pude evitar girarme completamente a verlo. Ladeé la cabeza, con los ojos clavados en él y esperé a que se girara a preguntar qué era lo que tanto miraba...

 

-Soy Dimitri -me dijo de un momento a otro, volteándose a verme con una sonrisa.

 

-Max... -susurré, cohibido por la intensidad de su mirada, pero correspondiendo a su sonrisa.

 

-¿Estás de vacaciones, verdad? -preguntó en un inglés casi perfecto con ese tono italiano tan sensual y divertido a la vez-. ¿Desde dónde venís?

 

-Si, estoy por fin de vacaciones... necesitaba salir de la cuidad un tiempo. Vengo de Inglaterra. -Mantuve mi sonrisa, encantado con la suya y con la forma en que sus ojos también me sonreían.

 

-¿Qué edad tenés? -siguió cuestionando después de un ratito de silencio en el que se dedicó a escudriñarme casi sin vergüenza.

 

-Dieciséis... -le respondí y desvié la mirada.

 

-¿Qué es lo que tanto miras? -me preguntó, seguramente intrigado porque no lo veía a él.

 

-Es que esto es tan hermoso... parece una postal. Yo jamás vi algo así.

 

-Todos los que vienen de visita dicen lo mismo, pero nadie lo siente de verdad... y jamás regresan... -murmuró más para sí mismo, con los ojos clavados en la madera húmeda bajo nuestros cuerpos. Siempre tuvo ese aire tan melancólico y parecía un personaje salido de alguna otra época, como un fantasma, o algo parecido...

 

-Ja... yo jamás quisiera irme. Aquí está toda la paz que no encuentro en casa y que siento que necesito.

 

-Después de un tiempo terminás aburriéndote...

 

Y así estuvimos hablando durante horas después de que el sol hubiese desaparecido.

 

 

Esa tarde conocí a Dimitri... y esa misma tarde me enamoré de él. Si, enseguida me di cuenta de lo que sentía por él, y de inmediato lo acepté... era muy corto el tiempo que iba a estar en ese lugar, ya lo sabía, y quería aprovecharlo.

 

 

Un par de tardes después, cuando ya estábamos acostumbrados a vernos todos los días, durante todo el día, como si nos conociéramos desde siempre, él me llevó a pasear por una de las playas más hermosas que vi en mi vida. Me tomó de la mano y me arrastró con él a caminar por la arena húmeda, apenas pisando el agua, y sin hablar.

 

De vez en cuando se giraba hacia mí y con la mirada me obligaba a girarme. Sus ojos profundamente turquesa se clavaban en los míos y yo no podía evitar temblar ante su mirada.

 

-Me encanta... -Y yo no me creía capaz de que fuera a decirlo, pero siquiera mis ganas de hablar podía controlar cuando estaba frente a él. -Me encanta cómo me hacés sentir... cuando me mirás...

 

Mis susurros no tardaron en llegar a sus oídos y sin rodeos me tomó del rostro y, encorvándose apenas un poco, me besó... me besó y yo no reaccioné a nada más que a corresponderle...

 

Y luego de esa tarde, y hasta que pasó una semana entera, Dimitri me llevó a conocer los puntos escondidos y más hermosos de esa parte de Grecia.

 

Yo no creía lo que mis ojos veían, y me sentía fuera de mí cada que él me rodeaba con sus fuertes brazos y me besaba.

 

Creo que lo más lindo fue que me llevara al campanario de uno de los museos más antiguos, allí donde nadie se atrevía a subir por lo largo de las escaleras. En una noche conocí toda la ciudad, me di cuenta de que jamás podría encontrarle un final al mar, y me convertí en astronauta... en ese lugar, donde de noche en las calles no había luz ni ruido, las estrellas parecían una masa de puntitos luminosos, uno junto al otro. Era lo más mágico que haya visto nunca...

 

 

Pero una semana pasó rapidísimo. Yo jamás pensé siquiera en regresar a casa y ahí estaba, empacando...

 

Un rato antes de que mis papás empezaran a cargar las maletas en el taxi al que estaban esperando, escapé de ellos y busqué a Dimitri en el lugar donde me había citado para pasar esa tarde, porque él no sabía que yo me iba.

 

Cuando llegué y vi en su rostro aparecer un atisbo de sonrisa, demasiado para su eterno gesto de melancólica ausencia, sentí que se me estrujaba el corazón. Pero era tarde para darle alguna explicación o intentar disfrazar las palabras que iría a decirle, así que sólo lo dije...

 

-Dimitri... tengo que irme... -Me mordí un labio. Para mí, las palabras salían demasiado crueles, aunque fuese yo quien estuviese hablando. Ojala hubiera sabido que no valía tanto la pena mortificarme por eso. -Lo siento...

 

-No te disculpes, no es necesario -dijo con hosquedad, empezando a caminar con la cabeza gacha.

 

-Si que lo es. Debí haberte dicho cuándo regresaba a casa... -empecé a decir con desesperación, esperando que detuviera sus pasos lentos y arrastrados-. Pero juro que voy a regresar... para verte. Yo te amo... -dije atropelladamente y lo vi detenerse.

 

-Todos los que vienen de visita dicen lo mismo, pero nadie lo siente de verdad... y jamás regresan... -dijo en voz alta, citándose a sí mismo, cuando recién lo conocí. Pero ni en ese momento llegué a darme cuenta del doble sentido que tenían sus palabras...

 

 

 

Mis recuerdos se habían convertido en sueños. No tengo idea de cuánto dormí, pero me despertó mi hermanita con un salto en su asiento, mientras gritaba que estábamos llegando.

 

Y ahí iba de nuevo, luego de un año entero. Desde arriba podía ver el mar completamente azul del que me había enamorado y ya tenía ganas de hundirme en él, pero un mal presentimiento se anidaba en mi pecho.

 

El descenso fue más turbulento de lo que recordaba, o tal vez sólo era una mala jugada del tiempo que pasaba aún más lento para hacerme enloquecer. Lo bueno fue que pude pisar tierra firme y un bonito día soleado en esa Grecia que yo recordaba me estaba esperando.

 

Cuando llegamos al hotel vi un anuncio en la entrada que invitaba a los huéspedes a utilizar la piscina nueva. Siquiera lo dudé y cuando hube dejado mi maleta junto a  cama de una habitación sólo para mí, busqué el traje de baño que había guardado ‘por si acaso' y bajé a disfrutar del agua sumamente cristalina y fresca que desde la ventana de mi cuarto se veía tan prometedora.

 

Cuando estaba llegando a la parte trasera del hotel me crucé con un chico de mi misma estatura, con los cabellos cobrizos y los ojos oscuros. Me sonrió de lado y continuó su paso apresurado hacia las escaleras.

 

Al llegar, siquiera me paré a verificar la temperatura del agua con un dedo del pie, sólo me lancé de cabeza y me dejé flotar. Hasta que escuché unas risas acercarse. Al principio se me ocurrió salir de la piscina y regresar cuando no hubiera nadie, pero me quedé, y mis ojos, por primera vez desde que volvía a pisar ese lugar, se cruzaron con esos ojos turquesa que me sacaban la respiración.

 

Pero Dimitri no estaba sólo, venía riendo y abrazando al chico que me había cruzado antes. Y cuando me miró, sólo desvió la mirada, mientras yo había intentado sonreírle.

 

-Tal vez sí cambié algo en sólo un año y no me reconoció -me dije, hundiendo la cabeza en el agua con tal de no escuchar su risa junto a la del otro chico. Sí, eran celos...

 

Al poco rato Dimitri se alejó y siquiera se volteó a mirarme. Ahora si, estaba seguro que no quería mirarme, siquiera acordarse de mí.

 

El agua de la piscina empezó a parecerme molesta y salí de ahí, para ir a pasear por el hotel, fingiendo no estar perdido, hasta dar con mi habitación. Pensé en quedarme encerrado allí el resto de la tarde...

 

Pero decidí que era mejor ir a dar vueltas por esas calles adoquinadas... y sin querer darme cuenta, terminé visitando todos esos lugares en que había estado con ese moreno de ojos profundamente turquesa que durante una semana, hace un año, me había vuelto loco... y que ahora me había reemplazado por otro...

 

 

Había anochecido cuando regresé al hotel, más triste por haberme enterado que realmente Dimitri ahora salía con ese otro chico, que feliz por haber regresado a ese lugar paradisíaco.

 

Al día siguiente no salí en toda la tarde. Me quedé encerrado en mi cuarto sólo para mí, hablando por teléfono con Shannon, mi mejor amigo desde el jardín de infantes.

 

-¿Y estás hablando conmigo, ahora, desde Grecia, sólo porque no querés salir y verlos? -casi gritó desde el otro lado de la línea.

 

-Si... -le respondí en un susurro.

 

-¿A qué fuiste, entonces?, ¿a hacer lo mismo que hacías en mi casa, Maxi? -dijo, con tono derrotado, llamándome como sólo él podía hacer.

 

-Yo volví para saber de él... ahora que ya sé, y que no es lo que esperaba que fuera, no se qué hacer...

 

-Preguntale a él -murmuró y colgó el teléfono. Al parecer se había enojado conmigo, y ya no me daba la cara para volver a llamarlo. Estaba reprochándole cosas a él, que no tenía para nada la culpa.

 

 

Cuando salía de mi cuarto, hacia los ascensores, me encontré con Dimitri subiendo las escaleras. Me sonrió de lado, con suficiencia.

 

-No te creo si llegaras a decirme que volviste hasta acá por mí... -dijo en voz alta, mirándome a los ojos de forma fría.

 

-Si, volví, porque te dije que iba a volver -le respondí, y no pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas. Y en mi cabeza oí su voz susurrarme algo:

 

«Todos los que vienen de visita dicen lo mismo, pero nadie lo siente de verdad... y jamás regresan»

 

Y comprendí lo que estaba queriendo decirme desde que nos conocimos. Yo, y por lo tanto todos los que venían de vacaciones, eran aventuras para él, parejas a corto plazo. Él se divertía, nosotros nos divertíamos y lo amábamos, él se sentía amado; nos hacía olvidarnos del día en que volviéramos a casa para luego fingirse despechado y abandonado, pero a la vez nos quitaba las ganas de volver a verlo... yo fui estúpido y regresé.

 

Él sólo me echó una última mirada y se alejó. Pero yo aún quería una explicación.

 

 

Esa noche, solo en mi cuarto, me dediqué a llorar, sintiéndome estúpido por estar llorando y quejándome por teléfono, mientras Shannon me escuchaba y me recordaba que me lo imagine a mi lado, acariciándome la cabeza.

 

-No es lo mismo por teléfono -le dije entre llanto, acostándome de lado en el suelo alfombrado, con uno de mis brazos enredado en el cable del teléfono.

 

-No, no lo es. Y me gustaría estar ahí para poder hacerlo de verdad. -Hizo una pausa. Soltó un suspiro. -Seguro que estás tirado en el suelo, enredado con el cable del teléfono, llorando como marrano herido... y no creo que sea lo justo, pero jamás pude hacer yo algo para que dejaras de llorar, siempre por lo mismo -se lamentaba bajito. Y yo cada vez me sentía peor por él. Era como que me dijera todo lo que me quería sin tener que decirlo realmente, mientras yo sólo me quejaba de lo estúpido y enamoradizo que era.

 

-Te quiero, Shan... -le dije en un susurro, casi como un lamento, ya sin saber qué era lo que decía realmente, pero sí lo que sentía.

 

-Yo también te quiero, Maxi... -me respondió con esa vocecita dulce que no solía usar mucho, y lo imaginé sonriéndome-. Andá a dormir, si no te van a quedar unas lindas ojeras mañana. Que descanses -dijo y colgó. Siempre lo hacía él primero y sin esperar a que yo me despidiera, porque sabía que, de no hacerlo, la conversación continuaría un largo rato más.

 

Y me dormí pensando en Shannon y en todo lo que hacía por mí...

 

 

No sabía qué hora era, pero oía que alguien golpeaba suavemente la puerta de mi cuarto. Tal vez era mamá que pretendía dejar a Sally conmigo, aunque sólo era una hipótesis que no tenía ni pies ni cabeza.

 

Pero yo sentí que la sangre me bajó de la cabeza a los pies cuando abrí la puerta: allí, frente a mí, estaba Dimitri.

 

-¿Vos, acá, a esta hora? -le pregunté, con la voz tomada por un bostezo.

 

-Yo debería preguntar qué hacés acá... -murmuró y dando pasos cortos me hizo retroceder para ingresar en la habitación.

 

-Ya te lo dije. Vine por vos, porque sentía algo especial y creí que vos también. Después de que volviera a casa me torturé un año entero pensando en si vos todavía me recordabas, y demás estupideces de nena enamorada que ahora veo no tienen sentido... -le dije dolido, intentando hacer la conversación lo más parca posible.

 

-¿Es que no lo entendiste?.. Es verano, muchas personas vienen y van durante sólo tres meses y ninguna se queda nunca más de una semana. Siempre fue así... Aproveché esas visitas, sólo eso. No esperaba que de verdad te enamoraras así y volvieras por tu príncipe azul -decía con tono de burla, sonriendo de costado-. Pero si eso es lo que buscás, mejor te lo doy, así volvés contento a tu casa, ¿no?

 

No entendí cómo, pero de repente lo tenía abrazándome con sus fuertes brazos, besándome embriagadoramente mientras, sin darme cuenta, me guiaba hacia la cama, para torturarme de la peor forma de la que hubiera sido capaz.

 

Me acarició suave y lento, me derritió con su mirada y se atrevió a besarme de la forma más dulce que tenía bajo la manga, mientras yo sólo pensaba en cuántas personas habrían ya pasado por sus manos, se habrían dejado llevar por sus encantos.

 

Lo hacía como si de verdad me amara...

 

Pero cuando entró en mi cuerpo con la misma suavidad que hubiera usado hace un año, mientras duraba su aventura, no resistí que sus manos siguieran tocándome y sus ojos quemándome con una mirada. Sólo me tapé los ojos con un brazo y me dejé llevar, rogando por que terminara pronto.

 

Y así fue, porque el hecho de que me cubriera el rostro pareció enfurecerle. Entonces sus embestidas contra mi cuerpo fueron más duras y rápidas, mientras yo intentaba no llorar y gritar por la forma en que había empezado a lastimarme.

 

 

No quise mirar cuando lo sentí terminar, ni menos cuando lo oí levantar su ropa, vestirse en silencio, y salir de mi cuarto. Me quedé dormido al rato de tener la mente en blanco mientras miraba el techo...

 

 

-Max... Max, despertate, es tarde para que sigas durmiendo -oí que decía mi papá mientras me sacudía de un hombro.

 

-¿Qué tan tarde? -le pregunté, cubriéndome más con las sábanas para evitar que notara que estaba desnudo.

 

-Es casi mediodía. -Cuando abrí de nuevo los ojos y me acostumbré a la luz, vi a mi papá viéndome como ve un padre a un hijo cuando sabe que algo no anda bien. -¿Qué te pasa, Max? -me preguntó, apoyando una mano en uno de mis hombros. Yo me senté y clavé mis ojos en los suyos.

 

No pude evitar recordar, como si fuera un álbum de fotos, cada una de las veces en que, en eso que llevaba de vacaciones, había querido regresar a casa y jamás devolverme a ese lugar al que en un principio moría por ver de nuevo.

 

Me abracé al hombre frente a mí con fuerza, intentando no llorar.

 

-Quiero volver... quiero volver a casa...

 

Y acariciándome la cabeza como cuando yo era más chico, murmuró:

 

-Vamos, entonces.

 

 

 

 

Notas finales:

Esto termina acá.. pero tiene un pequeño epílogo del que no voi a revelar nada..

pueden pedirlo con un review :D

aparte me gustaria saber si les gusto :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).