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El favor por Aphrodita

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Notas del capitulo: Hahahahaha! ¿Se acuerdan de este fic? xD un año después traigo la actualización.

Perdón T_T

Los capis serán re cortitos, pero promesa que no voy a traer el tercero a fines del 2010 :P

El fin —ahora que retomé esta vieja idea— es terminarlo de una condenada vez >.<

Gracias por la paciencia.

En sí no cambié nada del primer capi, pero sí corregí hartos errores que vi por ahí.
Los días previos a la noticia fueron caóticos. Sumidos en un mar de contradicciones: felicidad por un lado, tristeza por el otro. El emperador relámpago intentaba, cada vez que esos sentimientos negativos se apoderaban de él, dar lo mejor de sí para disiparlos.

Comprendía la situación complicada en la que se hallaba envuelto su amigo, empero, algo en su interior punzaba su corazón. Celos, envidia, bronca por llegar tarde. No lo adivinó.

No quería estar enojado, pero más trataba, menos lo conseguía. Creyó, teniendo esos altibajos, que ante un posible resultado positivo montase en cólera, cogiese su bolso y partiese de inmediato, sin embargo, pese a que eso pasó -lo del resultado positivo- lo demás no.

Himiko lloraba a la vez que sus trémulos labios le confesaban a Ban que en menos de nueve meses tendrían un hijo… Si todo marchaba bien.

El hombre de ojos azules no tomó la noticia como lo haría un padre que espera esa llegada, no obstante tampoco se mostró desahuciado… al fin de cuentas ese era el fin. Lo de Midou “pasaba” por otros terrenos, mas confusos y complicados que ese.

Odiaba tener que ser él quien le diese esas noticias a Amano, sin embargo éste, como solía ser habitual en su bondadosa forma de ser, fingió una enorme sonrisa:

—¡Felicidades Ban! —se arrojó a sus brazos, con el fin de agasajarlo.

El portador del jagan lo acunó entre ellos y lo consoló cuando su cuerpo se vio preso de un ligero temblor, signo inequívoco de un profundo y sentido llanto.

—Ya, Ginji… no es el fin del mundo y nadie murió —no pensó que sus palabras lograrían su cometido pero fue lo único que le nació —, al contrario, una nueva vida llegará.
—Lo sé —sollozó Ginji sin apartar su rostro del pecho de su amigo —, no lloro de tristeza.
—No mientas —ahora era él quien se sentía contagiado por esa angustia, tan palpable en el rubio.
—Es que… —intentó explicarse, antes de ser mal interpretado —es que todo cambiará, Ban… Nada será como hasta ahora.
—Las cosas cambian, Gin —frunció su frente, adoptando una postura seria —Es inevitable, en algunos casos necesarios… y lógicos ¿O esperas toda la vida ser esto que somos?
—¿Qué tiene de malo? A mí me gusta mi vida —expuso separando por fin su cara, para mirar así a su compañero.
—A mi también, pero… creo que es bueno… —suspiró, ni el entendió que quería decir.

T como si le leyesen la mente, escuchó el suave timbre del otro susurrando cual secreto:

—Serás padre.
—Sí… —masculló poniéndose de pie para abandonar a Amano e ir hasta el balcón.
—Es algo para festejar —se secó sus lagrimas y siguió a su amigo quien encendía un cigarrillo dándole la espalda.
—¿Qué harás ahora? —cuestionó con temor a la respuesta —¿Qué harán?
—¿Eh? —se desconcertó volteando apenas su cabeza, y su cigarro que colgaba graciosamente de su boca entre abierta.
—Digo, serán padres… —remarcó la última palabra, intentando de esa forma darse a entender.
—No es tan fácil, Gin, ya te dije… —hundió su cabeza entre sus brazos que descansaban sobre la baranda.

No era todo tan fácil y tan bello como se suponía tenían que ser esas cosas… Había muchas cuestiones dando vueltas y fue recién en ese instante que Midou se quedó analizando lo apresurados que habían sido en la toma final de decisiones.

De la señorita Kudou se lo esperaba, empero él, se suponía, era de sangre más fría, más pensante… Sin embargo no, en esa ocasión dio el sí sin detenerse a pensar en todo lo que aquello implicaba.

No restaba la presencia de Ginji en su vida, imposible de ignorar y tan vital como el mismísimo astro rey, quien ajeno a las cavilaciones del mayor prosiguió hablando:

—Supongo que lo coherente —tomó aire para completar la frase —es que se casen, compren una linda casita, un perro grande y…
—¡No es tan fácil Ginji!

Nunca antes le había gritado así a su mejor amigo, nunca antes se había mostrado tan desencajado con él. Amano guardó silencio, comprendió sin mayores dificultades que había echado sal a una vieja herida.

—Lo siento… yo…
—No —interrumpió Midou estremecido —Yo lo siento, lo siento mucho Gin.
—Entiendo que todo esto… Es difícil—se acercó con lentitud para apoyar su mano sobre su hombro—yo… te ayudaré… te haré las cosas más fáciles de ahora en más, te lo prometo.

El telépata sonrió con melancolía a la vez que su propia mano se posaba sobre aquella que apretaba su hombro. Giró con calma, ocultando sus ojos vidriosos, y lo abrazó con fuerza… Como si temiese una imposible huida o perderlo por siempre.

El rubio se quedó azorado, no sólo por lo improvisto que resultaba esperar esa reacción tan espontanea de parte de Ban, si no por todo lo que aquello implicaba para ambos.
No lo resistió:

—Ban… —le rodeó el cuello, prendiéndose de él como naufrago al bote, mientras que su compañero hacía lo mismo con su cintura.
—Gracias, Gin… —lo soltó con lentitud para tomar cierta distancia—pero es mucho más difícil de lo que parece a simple vista.
—No lo es, si fuese así, la gente no tendría hijos —vio como el otro negaba con su cabeza junto a una mueca de ironía en sus labios—Si te refieres a Himiko… muchos padres separados se encargan de sus hijos por igual, siempre que haya una buena relación; y ustedes dos son amig-
—No Gin —se sintió mareado, confuso, necesitaba recostarse.

Ignoró a su amigo y caminó hasta el sillón donde se desplomó boca abajo. Entre monosílabos, entre frases cortas y confusas, intentó darle un panorama a Amano de su situación.

“Himiko… Himiko y la maldición. No podría vivir… Matarla… Como había hecho con Yamato ¿Y el odio? ¿Qué hacía con ese sentimiento? ¿Qué hacia si su hijo se llegaba a enterar de la verdad algún día?”

—Ban, creo que te estás adelantando demasiado a los hechos—opinó con sabiduría—en tal caso eso se verá en el momento… por lo pronto hay otras prioridades y creo que tú más que nadie las sabe.
—Sí, tienes razón —jamás creyó encontrarse en una situación en la que acabaría dándole la razón a su lerdo amigo.

Pero no era sólo eso… no. Había algo más, escondido en el corazón, o no tan oculto… Y era eso, con nombre y apellido, que no podía hacer dos actividades seguidas y juntas sin estropearlo todo, que consultaba hasta lo in consultable, que se desvivía por la gente que adoraba, que a su vez lo adoraban a él cual mesías.

Era esa cosita toda tierna y en contradicción masculina que vivía con él, que se colaba en las noches de tormenta entre sus sabanas como un crío, haciendo nido en su corazón, que poseía un poder descomunal pero lloraba como un condenado cuando los recuerdos de su pasado afloraban.

Era eso que lo molestaba, de una manera importuna y a la vez encantadora.

Acarició su mejilla notando que pese a todos los contratiempos, que pese a todo el pavor que la nueva circunstancia le causaba, al menos aún lo tenía a él, a su lado. No todo era tan malo.

—Gin… —Ban se incorporó apenas del sillón, quedando a una altura superior del otro que todavía seguía sentado en la alfombra.
—¿Qué sucede Ban?

Pero este optó por explicarse con gestos y hechos; hablar de esas cosas no era su fuerte. Acercó su rostro rozando apenas, con sus labios, el mentón del rubio… Ginji se deshizo en ese instante, sin embargo el ruido del teléfono celular con la melodía característica de Himiko les devolvió a la dura realidad.

—¿Mañana tienes el primer control?... Claro, te acompaño, desde ya… ¿A qué hora?... Te paso a buscar media hora antes ¿Si?... Perfecto… Lo tendré en cuenta, no te preocupes… ¿Tu estas bien?... Supongo que es normal sentir nauseas, aunque ¡No sé! Nunca fui madre, ¡ja, ja, ja!

Una cruel realidad. Ginji lo comprendió mientras oía las respuestas de Midou: seria padre, tendría una nueva vida, nuevas obligaciones, un nuevo “mundo”, en el que él no encajaba.

No podía “tontear” con un futuro papá, no podía jugar a ese juego con su amigo ¡No con él! Ya bastante lo había lastimado en un pasado con sus respuestas a medias “Que sí, que no”. Esto era serio, estaba pasando de verdad.

—Hey… —llamó Midou la atención de un ido Ginji—¿Volviste? —bromeó.
—Estuve de vacaciones en el país de Nunca Jamás —siguió la burla con una acotación que solía ser siempre la misma para esa pregunta, y de esa forma no dejar en evidencia su notable desasosiego.

Le hubiera gustado, de verdad, estar allí… y no regresar en absoluto. La vida de adulto que tanto le recalcaba Ban era aterradora. Más si se toman en cuenta esas medidas tan aligeradas.

—Mañana tiene el primer control —esbozó con una sonrisa—Waou… su primer control…

Amano intentó corresponderle, pulgares arriba, aún echado en el suelo; cuando lo vio yéndose de espaldas hacia la cocina lo distinguió todo claro como el agua: Amaba a Ban, de una forma que no sólo lo asqueaba, si no que lo espantaba.

Se reprochó a sí mismo. No era momento, en la vida de Ban, para complicársela más. Si tenía que morir con esos sentimientos en su pecho, lo haría, pero en la actualidad había otras cuestiones mucho más importantes que sus tontos caprichos egoístas.

Así lo había bautizado: Un capricho egoísta. Al darse cuenta de que las cosas comenzaban a cambiar, que Midou ya no era sólo suyo, que al decirle “NO” mil veces ya no se aseguraba que se quedaría a su lado.

Ahora tenía con quien irse ¡tenía un muy buen motivo para hacerlo!

Era tan malo; más allá de que todos le decían que era el ser más bondadoso del planeta, Ginji se sintió tan vil y bajo por pensar y sentir así, ¡Ban no era un objeto que le perteneciese! pero ¿Cómo controlar esos sentimientos? ¿Cómo callarlos, enterrarlos en el fondo del alma, hacer que mueran?

El día que vio a Himiko por primera vez luego de todo lo acaecido fue una prueba de fuego para el rubio. La descubrió en la cocina, bebiendo un té, con un vientre que disimulaba su estado. Recién llegada de uno de los controles mensuales, con buenas noticias, que todo marchaba bien en el embarazo.
Se podía cortar la tensión con un cuchillo, pero así y todo Amano se las ingenió para mostrarse lo menos áspero posible.

—No se te notan los tres meses.
—Aún no… —respondió ella con su mesura habitual.
—Luces… espléndida —continuó el emperador relámpago aceptando la taza que, sin consultarle, le había preparado su compañero de aventuras.
—Gracias…

La conversación prosiguió, los tres lograron distenderse, las preguntas típicas sobre nombres, ropa y sexo del bebé surgieron una a una, envueltas en un halo de profunda hipocresía.
Esa visita vaticinó lo que Amano, aunque intentó eludirlo, vio como evidente. Fue recién en la noche, cuando ya la señorita Kudou había partido rumbo a su hogar, que Midou, taciturno planteó la idea:

—No me gusta que Himiko viva sola…
—Mmm —opinó Ginji adivinando lo que se avecinaba.
—Ahora que está encinta, con el tiempo no podrá desenvolverse sola ¿verdad?
—No sé, pero supongo que si tendrá tremenda panza —pronunció con dejadez—le costará un poco algunos quehaceres… además no debe levantar cosas pesadas.
—Ajá… —dio una fuerte pitada a su cigarrillo y agregó a sus vacuas palabras —Ginji, yo… estuve pensando.
—Vete a vivir con ella —se apresuró a decir lo que tanto le costaba al portador del Jagan —es lo lógico ¿no? —se puso de pie para dejar el balcón e ingresar al departamento.
—Espera —lo tomó de un brazo para obligarlo a voltear —No es precisamente lo que pensaba.
—Ah ¿no? —cuestionó con algo de dureza, pero de inmediato se obligó a estar más predispuesto.

Le había prometido que le haría las cosas más fáciles, por eso plasmó una sonrisa y continuó:

—No es el fin del mundo, Ban… tu lo dijiste —no borró esa mueca amena en su rostro—Himiko necesitará ayuda, yo en cambio me puedo valer solo, además no estaremos tan lejos y…

Un beso lo enmudeció de golpe, con sus ojos bien abiertos Ginji no pudo hacer más que corresponder esa particular caricia, que lo vencía, lo doblegaba, subyugándolo, derritiéndolo.

—Ban… No se puede.
—¿Por qué no? —buscó otra vez sus labios, pero otra vez fue rechazado.
—Tu… muy pronto estarás muy ocupado siendo padre y no corresponde que hagas estas cosas con un chico y…
—“y” hablas mucho —se molestó plegando su frente, sus lentes acompañaron imperceptiblemente el movimiento—Lo seré en un futuro pero ahora… quiero esto.
—No Ban… —sintió el débil roce de un nuevo beso, y no podía contra él.
—No seas tan pre juicioso Gin…
—Te irás a vivir con ella, formarás una linda familia mientras puedas… —enumeró Amano conteniendo la angustia en su pecho
—¿Por qué me castigas así? —se mostró molesto, no tanto como dolido.
—Tu quisiste las cosas así —reprochó tomando una prudencial distancia.

Ban lanzó una risa de profundo sarcasmo.

—¿Yo? —cuestionó señalándose con ahínco el pecho —¡¿Yo?! Dices… ¡Yo fui quien dio el primer paso! El primero que planteo bien clarita como era la situación… ¡Tu eres el puto reprimido que no tiene los cojones suficientes para admitir que me quiere!

Se arrepintió profusamente y de inmediato con aquellas hirientes palabras… pero ¡vaya! “eso” lo venía rondando, acosando desde hacía unos meses. Tuvo que salir a la luz o iba a terminar por explotar dentro de Midou.

—Ahora la culpa de que tu le hayas dicho que sí a Himiko es mía —asintió reiteradas veces caminando con la furia desprendiendo de todo su cuerpo rumbo a la puerta de calle.
—Ginji, lo siento… me fui de boca, es que todo esto me tiene…
—¡¿Sabes qué?! —le increpó con su dedo en alto —¡Si, seré un puto reprimido y cobarde! ¡Pero al menos sí tengo los cojones suficientes para ver la situación con claridad! ¡Vas a ser padre! ¡Mierda! —rompió en llanto silencioso, consternando a Ban quien nunca lo había visto así, tan fuera de sí, salvo al verdadero “raitei”—¡No juegues al noviecito conmigo por unos meses, ni te hagas el marido complaciente con Himiko! ¡Eso es cruel, Ban!

Sin más, dándole un poco de su propio veneno, Amano atravesó la puerta para perderse en la noche, sin rumbo fijo, sin ganas de echar la mirada atrás para ver si el telepata lo seguía. Era claro que ya no lo haría más, sus caminos debían separarse, y el dúo Get Backers debía disolverse.


Continuará…
Notas finales: Esto por ahora… pobre Gin, no lo juzguen, sé que quizás está algo Ooc, es que Ginji es tan dulce y bondadoso que no lo creo explotando así, pero trato de ponerme en el lugar de alguien que por muy bueno que sea, no deja de ser humano y tener sentimientos.


En fin, gracias por leer. Prometo volver en la brevedad con este fiki, calculo que antes de que termine el mes traeré uno o dos capis más. No sé cuantos serán en total; no cálculo, porque cuando lo hago terminan siendo el doble o triple xD


15 de noviembre de 2009
Merlo, Buenos Aires, Argentina.

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