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Vainilla por Kurenai_no_Angel

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Notas del fanfic:

Bueno, es mi primer lemon de esta serie, por eso no lo he hecho muy fuertecito. Me he detenido bastante en describir con el máximo detalle posible las cosas, así que espero que no canse demasiado XDDD.

Vainilla   

¿Cuántas veces te he admirado? ¿Cuánto te he emulado? Y ahora descubro esto sentimientos en mí, algo que antes no existía y que me quema por dentro. Eres tan inalcanzable para mí, que a veces pienso que eres intangible. Por mas que lo intente no puedo tocarte, eres como una ilusión creada para tentarme. Eres tan bello… Y esos ojos azules tan intensos son tan cautivadores… Me podría pasar toda la vida mirando cada perfección de tu cuerpo y no me cansaría.

  

Los dioses existen y yo conozco a uno llamado Ryuichi Sakuma. Es la supremacía de la hermosura, la perfección de toda la humanidad se refleja en él y solo en él. Quién diga que hay mas belleza que toda la alojada en esa persona es un grandísimo mentiroso. Lo admiro desde que tengo uso de razón y jamás podré dejar de hacerlo.

  

Mis manos tiemblan y mi corazón se acelera según me voy acercando a su casa. Touma me mandó que le entregara una carta de su parte. Pero aún así le veré igual de lejano que siempre, con miedo a rozarle tan siquiera por temor de que se desvaneciera en el aire delante de mí.

  

Llamo al timbre deseando con toda mi alma que no esté para así recuperar por fin el oxígeno que desde hace rato me falta sin poder remediarlo. Unos ojos me observan desde una pequeña ranura de la puerta, color aguamarina que sonríen divertidos al ver mi cara de absoluto pánico.

  

-¡Shuichi!- grita feliz al verme con esa expresión infantil que tanto me fascina y apasiona.

  

-He venido a traerte esto de parte de Touma- le entrego la carta intentando controlar mis piernas que piden a gritos alejarme de aquel lugar tan fatídico para mí.

  

-¿Tienes prisa?- pregunta ingenuo.

  

-No, tengo tiempo libre- estúpido, ¿cuándo mi cerebro permitió decir algo semejante?

  

-Entonces pasa- dice cediéndome la entrada- Estoy solo y me aburro bastante.

  

-¿Y Kumagoro?- pregunto para intentar librarme de la trampa que me estaba tendiendo.

  

-Está en el sofá. Antes de que llamaras estaba jugando con él- que dulce debe ser ver jugar a este ángel con su peluche. Quién fuera Kumagoro.

  

-Pues entonces me voy, no quiero interrumpir tus juegos.

  

-Cuántos mas seamos mejor- responde feliz. No quiero caer, no quiero rendirme, no quiero pisar esa casa. Pero acabo cediendo, como siempre. Hoy he descubierto cuan débil es el ser humano y como cae ante las tentaciones.

  

Afirmo, sin temor a equivocarme, que Ryuichi Sakuma seguramente aparezca en la Biblia como un pecado capital.

  

Entro con los nervios a flor de piel. En cada rincón, ha dejado claro que es su casa y la de nadie mas, como los animales macho cuando marcan su territorio. Paredes de conejitos, cojines de conejitos, cortinas de conejitos, mesas con patas de conejitos… Y un sin fin de objetos un tanto peculiares, todos ellos de conejitos rosas, extrañamente calcados a su querido peluche.

  

Me conduce al salón, señalándome el sofá donde yace Kumagoro, que me mira con expresión triste con sus ojos vidriosos. Me siento, contemplando con detenimiento los miles de millones de conejitos rosas de todos los tamaños que decoran aquella estancia.

  

-¿Quieres tomar algo?

  

-No- mi respuesta suena seca, pero es que en mi boca no queda saliva para pronunciar más palabras que esa.

  

Retira a Kumagoro a un sillón y se sienta a mi lado. Coge la carta que le he entregado previamente y empieza a leerla. Su expresión pasa a la seria que acostumbra a tener en los conciertos. Tira la carta de mala manera encima de la mesa de conejitos (como no).

  

-Maldito Touma…

 

-¿Dice algo malo la carta?

  

-Ah, no. No te preocupes. No es de importancia.

  

Lo sé, no me importa lo mas mínimo lo que dijera ese trozo de papel metido en el sobre. Solo quiero poder darte algún tipo de conversación, porque jamás el silencio me ha parecido tan sumamente incómodo como ahora.

  

De repente noto como tus ojos se posan sobre mí y van recorriendo, lenta pero inexorablemente, cada rincón de mi cuerpo, de arriba a bajo, sin detenerse. Trato de no perder la calma, de ignorar este hecho tan evidente. Recojo a Kumagoro de su rincón olvidado y jugueteo con él para distraer mi mente.

  

Entonces una mano toca suavemente mi hombro y pego un respingo. Evito mirarte, no puedo hacerlo. El sudor empieza a resbalarme por la frente. Hace mucho calor en este cuarto, más que cuando entré. Tu aliento se va acercado, lo siento. Mmm, vainilla…

  

¡No, no! Debo alejar esos pensamientos obscenos de mi mente. No caeré a esa tentación, es demasiado grande, tanto que mi corazón va a explotar. Es como si en mi pecho tuviera una bomba de relojería. Su rostro aparece delante del mío, de la nada. Esos ojos, esos ojos que tanto me pierden me miran fijamente, como esperando una reacción por mi parte que, tengo la impresión, que no va a llegar. Estoy paralizado, a penas respiro, y como siga así moriré ahogado.

  

Otra de sus manos atrapa mi mentón. Veo dibujarse en sus labios una sonrisa de satisfacción. Por favor, apártate, te lo suplico, deja de acercarte, que corra el aire. Tu boca se acerca, poco a poco, lentamente, haciendo que mi pulso se desborde por completo y guiando la sangre a un punto que no me hace excesiva ilusión.

  

Después de unos segundo absolutamente eternos para mí, siento tu lengua luchando con la mía y tus cálidos labios sobre los míos. Dios, ese olor a vainilla me esta matando. Que alguien lo pare o me dejara sin boca.

  

Tus manos empiezan a moverse hacia un lugar que no me gusta. Se meten inquietas debajo de mi sudadera y después debajo de la camiseta. Acaricias mi piel con lentitud, como disfrutando del momento. Me estoy poniendo realmente enfermo, aunque podría dejar la frase a medio acabar… Ya me entendéis.

  

Sigues sin descanso, pareces disfrutar con el sufrimiento ajeno. Ya ni recuerdo cuando pasaste de ser ángel inalcanzable, a demonio cercano, excesivamente cercano para mi gusto. Sigues, sigues, bajas, bajas, llegas. Ahora tu objetivo son mis pantalones. En serio, o dejas de besarme o vamos a tener un problema serio de oxígeno. ¿Acaso no diste biología en la escuela? ¿O tal vez te saltaste el tema ese en el que decía que los seres humanos necesitamos respirar continuamente? Seguro que en esa asignatura no sacabas mas de un cinco o por lo menos eso me estas demostrando. Pareces leer mis pensamientos y cortas el beso, para pasar a mi cuello. La verdad, que no ha mejorado mucho mi posición.

  

Tus manos se cansan de desfilar por la cintura del pantalón y decides que lo más práctico es empezar a desnudarme y dejarte de tonterías. Me sacas de un tirón toda la ropa de cadera para arriba sin darme tiempo a protestar. Vuelves a mi tan interesante cuello pero con más furia, mordiendo sin piedad. Mis músculos empiezan a moverse en contra de mi voluntad desnudando a ese dios todopoderoso que está llenando de saliva mi hombro, tanto que empiezan a resbalarme por el brazo. Consigo quitarte la parte de arriba y tú me lo facilitas de manera espectacular, como diciendo “ya era hora de que reaccionaras”. Ahora los dos, combate cuerpo a cuerpo, a ver quién puede más.

  

Te cansas de mi hombro y me tumbas en el sofá, depositando todo tu divino cuerpo sobre el mío, que a tu lado parece más que insignificante. El interés de tu lengua se centra en mis pezones y tus manos se entretienen con mis pantalones. Los gemidos salen de mi boca a borbotones, algo que parece agradarte. Tu expresión es una mezcla de deseo, ternura y perversión.

  

Tiras mis pantalones a kilómetros de distancia, demostrando que tienes unas ganas espantosas de verme como mi madre me trajo el mundo. Me quitas con parsimonia la ropa interior. Noto como todo el calor del mundo se centra en dos puntos clave: uno en mis mejillas, que seguramente serán de un rojo considerable y el segundo lugar… abierto a imaginación. Me contemplas sonriente y te centras sobre todo en ejem… Pareces realmente satisfecho y eso me alegra, en cierto modo, porque yo en principio venía a traerte una carta y esto no se incluía precisamente en mis planes. Te quitas tú también lo que te queda de ropa. ¡Madre mía, como se nota tu condición de Dios! Joder, y sí que te pongo, sí.

  

Tuerces la sonrisa de medio lado y susurras sensualmente “Empecemos la diversión”. Recorres con tu lujuriosa lengua desde mi pecho hasta el vientre, deteniéndote en mi ombligo. Por favor, no bajes, quédate en esa zona. No sigas por ese ¡ahhh! para ¡ahhh! Mmmm sigue… ¡ahhh!

  

¡No! Que estoy diciendo. ¡Estate quieto! Para por favor… Sigues lamiendo esa zona que todos los hombre tenemos tan sensible y mis gemidos y jadeos resuenan por toda la habitación. Me derrito a cada lametazo, ahora sé como se sienten los helados en agosto. Todos mis músculos se tensan al unísono, indicando que llega mi final. Te das cuenta y aumentas el ritmo. Por dios… ¿¡no ves que me estas matando del deseo!? Siento un latigazo en mi espina dorsal. Agacho la cabeza para mirar tu semblante satisfecho y un hilito blanco recorriendo tu boca. “Sabes delicioso” Mis mejillas deben parecer en estos momentos puro ketchup. Cascas un huevo frito encima y se hace en unos segundos.

  

Con un movimiento de manos me indicas que me levante del sofá y me ponga a cuatro patas. ¡Madre, ahora viene lo peor! Nunca he llegado tan lejos con Yuki, porque nunca tenía tiempo para mí. Va a ser mi primera vez y con la persona a la que más adoro en este mundo. ¡Qué ilusión! Mi cuerpo entero te pertenece, Ryuichi. Hazlo tuyo.

  

Me pongo en posición. Acaricias mis nalgas con dulzura y te inclinas para besar mi espalda. Tus dedos vuelan ligeros por mi vientre, parece que quieres darme tiempo a asimilar lo que esta a punto de ocurrir y eso es un punto a tu favor. Tu otra mano se va acercando a mi entrada peligrosamente. Cierro los ojos y aprieto los labios. Ya se acerca. Apartas los dedos una vez estás satisfecho y me penetras, de una sola vez. ¡Ahhh, que dolor! No, no voy a gritar. Pensaría que soy un debilucho, heriría mi orgullo.

  

Espera a que me calme y me acostumbre a la invasión y empieza a moverse lento. Sus manos se agarran a mi cadera para poder acceder mejor y moverse con más facilidad. Escucho sus gemidos roncos y yo le acompaño en tan dulce sinfonía. Los dos a la vez. Adelante, atrás, adelante, atrás…

  

Siento como algo se yergue entre mis muslos, él también se da cuenta y se apresura a prestarle atención. Que amable. El movimiento se ha vuelto frenético y los dos vamos al mismo compás, a la vez, en armonía. Gimo su nombre hasta la saciedad, que hermoso es cuando se pronuncia de este modo, ¿verdad? “Ahhh, mmmmm, Ryuichi…”

  

Él me corresponde gimiendo el mío en mi oído, de la manera mas sensual que lo he escuchado en mi vida. Acabamos los dos a la vez, las dos espinas dorsales contraídas al mismo tiempo, nuestro semen llenando de amor el sofá de conejitos. Caigo rendido y noto su cuerpo encima del mío, abrazándolo y mimándolo, feliz por haber sido por un momento uno conmigo. Me siento satisfecho. Todos los temores que tenía se han esfumado con el último jadeo. Las sensaciones angustiosas de sentirle inalcanzable ya no existen. Mi dios, reposa dormido y tranquilo encima mía. Alcanzo con la mano la chaqueta que tenía puesta junto con mi sudadera y tapo como puedo nuestros cuerpos.

  

Trato de normalizar la respiración y asimilar lo que acaba de ocurrir. Es tan irreal, tan frágil. Kumagoro me observa desde el rincón al que ha sido relegado después de que su amo me lo arrancara de las manos para poseerme. Me da la impresión de ver dolor en su rostro de felpa. Le saco la lengua como si el conejito tuviera vida y en mis pensamientos se escribe una frase “Ahora no es solo tuyo peluche… No lo pienso compartir”

  

Vuelvo mis ojos violetas a la perfección que descansa encima de mí. Tiene la boca entreabierta y de nuevo noto ese olor, ese sabor a vainilla que me ha hecho perder la cordura y caer en la tentación y la lujuria. Este olor a vainilla me esta matando y lo seguirá haciendo siempre, cada vez que te vea y me acuerde del día mas feliz de mi vida.

  Tu aliento vainilla me hizo desearsaber si tu cuerpo, sabía igual.Caí en la tentación maldito de ticaí en tus garras, mi dios de marfil.
Notas finales:

Bueno, Ryu me quedó muy pervertido, mas de lo que pensaba XDD. Pobre Shuichi, lo mal que lo pasa al principio y lo que se divierte al final XDDD. Bueno pues dejadme muchooooossss comentarios. Prometo contestar a todos y una cosa, si alguien me quiere dejar la dirección de algún fic suyo prometo leerlo, vale? Lo digo porque mucha gente me deja varios fics que han escrito y aunque no suelo leerlos todos, por lo menos uno o dos si y además también dejo comentarios XDDD. Bueno, saludos ^^


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