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Three Times por Eiri_Shuichi

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Notas del capitulo:

No m culpen por las estupideces d los romanos ¬¬'' no puedo cambiar una cultura q ya termino, ok?

 

POMPEYA

 

 

 

Ansioso esperaba en el callejón, viendo a la gente pasar de largo por el templo de Dionisio como si no conocieran bien lo que dentro de sus paredes, entre música y abundante bebida las mujeres practicaban en "secreto" dando rienda suelta a sus deseos más profundas.

No podía evitar sentir su cuerpo temblar de angustia, de temor y de deseo; era tan probable que no llegara y, a la vez, tan terriblemente ilógico, pero igual le pasaba por la mente; eso le molestaba de sobremanera, sus celos parecían hervir en sus venas rápidos y abrumadores, cegándole, envenenando su mente como nube de humo despreciable.

Entonces, mientras cavilaba en sus ideas posesivas, sintió un par de brazos fuertes rodeándole por la cintura con la misma pasión que él mismo sentía para con quien lo reclamaba suyo entre las sombras.

Sus facciones masculinas, maduras y mediterráneas lo sometían sin importar que ello fuese tan deshonra como lo era; por eso amaba esa ciudad donde su libertinaje no podía ser mal visto, finalmente ahí, todos dejaban salir su lado más perverso.

Era perfecto y esperaba llegar a serlo también cuando una década más hubiera surcado su cuerpo, pero igualmente se conformaba con su figura aún juvenil, dichoso de compartir el privilegio de su cama extramarital.

Su esposa, a la que había visto un par de veces en el mercado, poco le importaba; cierto que era hermosa y que le había dado tres hijos varones tan sanos como toda mujer debía hacerlo, pero eso no la hacía ni ínfimamente digna de él, era un ser inferior, mujer al fin y al cabo. No, solo él podía satisfacer a fondo sus necesidades, solo él podía brindarle el placer que el sexo debía dar, solo él estaba casi a su nivel porque, al fin de cuentas, solo los hombres eran perfectos.

Y no tuvo duda o remordimiento cuando esos labios comenzaron a recorrer la piel de su cuello reclamando el sabor que le entregara a cada encuentro, robando gemidos sumisos y exquisitos; se miraron uno al otro atravesando con sus orbes castañas al compañero, deseosos de ir más allá, de llegar al éxtasis que  el cuerpo masculino brindaba.

Se dirigieron pues a la casa donde sus encuentros carnales se procuraban a menudo; él era aún un niño comparado con su amante y dueño, que podía hacer si a su lado había conocido el placer de un cuerpo junto al suyo, el de una criatura perfecta como lo era poseyéndolo, instruyendo su mente, su intelecto y todo cuanto debiera serlo.

Pronto contraería nupcias, el compromiso ya se estaba trabajando extraoficialmente y no quería, se negaba a abandonar a su maestro pero sabía que algo no iba como de costumbre, sus manos lo sometían con la experiencia de siempre y, sin embargo, no parecía estar pensando en él.

 

-¿Ocurre algo?

-Haz crecido mucho, pronto serás un hombre- lo miraba, se veían con anhelo y nostalgia, odiaba que pusiera esa cara, no quería ser su hijo, no quería ser su alumno, lo único que deseaba era ser su amante -seremos iguales, ya no me necesitaras más

-¿Qué quieres decir?- preguntó con miedo

-Hablé con tu padre, ya se que vas a comprometerte dentro de pronto

-Si, eso ya lo se- le miraba vestirse al otro lado de la alcoba aunque a él le parecía el extremo opuesto del mundo

-Hace unos días conocí al hijo de un amigo mió, quiere que lo instruya...

-¡Vas a dejarme!- grito interrumpiéndolo -no, no puedes... ¿por qué?

-No seas tonto, ya encontraras tú a alguien cuando crezcas

-Pero yo quiero estar contigo

-Deja eso, no esta bien que dos hombres adultos se frecuenten carnalmente

-¿Acaso no te he complacido?

-Para- le regaño -¿o es que no tienes orgullo?, así nunca llegaras a ser un verdadero hombre, serás indigno toda tu vida- bajo su vista sin atreverse a llevarle la contraria por el amor y el respeto que le profesaba -haz nacido privilegiado, perfecto como cualquier otro hombre, no lo olvides, no te rebajes al nivel de una mujer que cuando seas mayor tendrás tu propio pupilo y probaras la dicha y el placer que yo he gozado contigo

 

Ni siquiera fue conciente del momento en que había quedado solo; vestido y con el alma en pedazos empezó a llorar de pena y rabia mezcladas sin sospechar que su vida terminaría minutos después en el fuego del volcán.

Notas finales:

Lo peor d esto es q quedan 2 caps...

"De Guatemala a Guatepeor" (sin ofender a guatemaltecos)


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