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Tear's blood por R Hebi

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Notas del fanfic:

Por si hay alguna duda:

Este fanfic también está publicado en FF.net y en SlasHeaven

Notas del capitulo: DISCLAIMER: Las canciones pertenecen a sus respectivos autores y los personajes, al fantástico de Masashi Kishimoto.

Tear’s blood

Las horas pasan – Chayanne

No estaba muy seguro de cómo había salido ese tema a relucir, pero estaba decidido a sacarle la lengua al estúpido de Hidan si no dejaba de repetirle eso.

-Oye, comadreja, no me ignores –y el muy imbécil no sabía cuando parar.

Estuvo durante horas intentando quitárselo de encima, no literalmente, pero no consiguió nada… excepto un dolor de cabeza muy agudo.

-Vete a molestar a otro, Hidan –gruñó Uchiha.

Hidan sonrió burlonamente y le respondió:

-Pero tú eres el único que no es capaz de declararse –replicó.

Itachi bufó.

-Vete a la mierda. –Rugió Itachi.

-Y tú con tu querido Kisame –Es ese momento, Itachi supo que Hidan no saldría entero de allí.

Sin miedo a nada – Alex Ubago

La noche había caído. En ese claro todo estaba desolado y por ello habían levantado el campamento allí. Uchiha Itachi, el asesino de todo su clan, era incapaz de conciliar sueño; se encontraba recostado sobre el pasto, algo alejado de la tienda de campaña que compartía con su compañero, Hoshigaki Kisame.

No dejaba de pensar en cómo hubiese sido su vida si él hubiese decidido permanecer junto a Sasuke, con todo su clan vivo. No se sentía lo suficiente valiente para pensar en ello. Hacía mucho tiempo que decidió el camino que tomaría y no se echaría atrás.

-¿Itachi-san?

Uchiha dio un respingo, ligeramente sobresaltado por el sigilo de su compañero. Se incorporó y cruzó una mirada con Kisame antes de volver a mirar el firmamento.

Permanecieron ambos en silencio, pero Kisame supo perfectamente que había algo mal en él. Pasó un brazo por sus hombros y lo atrajo hacia sí, abrazándole con fuerza y trasmitiéndole confianza.

-Pase lo que pase, Itachi-san –le susurró.

E Itachi sonrió.

Always – Bon Jovi

Se mantuvo lo suficientemente firme para poder huir de Konoha, reteniendo las lágrimas.

-¿Cómo… cómo pude realmente hacer eso…? –se preguntó. Su voz salió entrecortada.

Relantizó su paso, transformando su frenética huída en una simple caminata. Su respiración estaba muy agitada y las lágrimas desbordaron sus ojos negros, Sharingan desactivado.

Un crujido lo alertó, haciendo que se pusiese en guardia. Una sombra se situó delante de él.

-¿Uchiha Itachi? –le preguntó el desconocido.

Itachi asintió lentamente, permaneciendo en silencio por temor a que su voz le traicionase. Vio como una sonrisa repleta de escalofriantes colmillos aparecía en el rostro del individuo.

-No hay de qué preocuparse, Itachi-san; -habló tranquilamente.- soy Hoshigaki Kisame. Akatsuki me ha enviado a recogerle.

Itachi no estuvo seguro de por qué pero estaba seguro que a partir de ese momento, no estaría sólo. Únicamente se acercó a Kisame con confianza, mirándolo con curiosidad y desenado conocer a quien sería su futuro compañero… o eso es lo que él esperaba.

La fuerza del destino – Mecano

Hoshigaki Kisame era un universitario que adoraba el deporte y los coches. Aquella vez, acompañaba a su amigo Sasori a un bar, dispuestos ambos a disfrutar de la noche. Y gracias a ello fue como le conoció.

Era un muchacho de, tal vez, diecisiete años; cabello negro y profundas marcas en la cara que semejaban a ojeras. Unos ojos rojos como la sangre se clavaron en él. Algo le arrastró a acercarse a él, seguido de cerca por su amigo Sasori, que parecía haberse fijado en un muchacho rubio que estaba al lado del moreno.

Se sentó al lado del moreno. Éste lo miró desconfiadamente, pero intentó no prestarle atención.

-Ey –el moreno se giró de golpe a mirarlo.-; ¿cuántos años tienes?

El moreno rodó los ojos y contestó:

-Veintiuno.

Kisame no cabía en sí de asombro. ¡Y él que pensaba que no era ni mayor de edad! Sonrió suavemente, ocultando su sorpresa. Se mantuvieron en silencio cerca de un cuarto de hora. El tiburón había decidido no molestar a ese muchacho tan poco hablador, aunque le llamase tanto la atención.

Una mano en su hombro lo distrajo. Kisame se giró y se sorprendió de ver al moreno extendiéndole la mano.

-Uchiha Itachi –se presentó.

Interiormente, Kisame explotó de alegría. Agarró firmemente la mano que le extendía.

-Hoshigaki Kisame.

My heaven is your hell – Lordi

Un grito resonó por toda la cueva. El líder de Akatsuki giró la cabeza viendo como Hoshigaki Kisame entraba abruptamente en su despacho y lanzaba sobre el suelo algo que chocó contra el suelo como un cadáver. Un gemido adolorido resonó por el despacho de Pein mientras Kisame agarraba firmemente el cabello del individuo en sí y tiraba de él hacia arriba.

-¡Pein-sama! –Rugió Kisame.- ¡Le pedí que alejase esta cosa de Itachi-san! ¡Le rogué que volviese a ponernos de compañeros porque no me fiaba de Orochimaru…!

Pein sintió deseos de estrangular a Kisame por atreverse a criticar sus órdenes.

-¡…y no me hizo caso! ¡El imbécil de Orochimaru ha intentado violar a Itachi-san! –Casi escupió Kisame. Pein lo miró guardando su sorpresa. Se suponía que Uchiha era más fuerte que el sannin. - ¿¡No va a hacer algo!?

-Vuelve a tu puesto, Kisame –habló el líder.- Yo me encargaré de torturar a Orochimaru; ve con Itachi, pues. A partir de ahora, tú serás su compañero –finalizó Pein.

Kisame se asombró de que Pein aceptase, pero no replicó. Soltó a Orochimaru, propinándole una patada.

-Como te vuelvas a acercar a Itachi-san, no volverás a ver la luz del sol, asquerosa serpiente –amenazó el tiburón.

Orochimaru escupió sangre y se levantó, tambaleante.

-¿Quién te crees que eres, pez?

-El compañero y protector de tu víctima. Y sabrás lo que es el infiernocomo te acerques a él.

Y salió dando un portazo. La cara de Orochimaru era un poema.

-No te vuelvas a acercar a Uchiha si no quieres morir, Orochimaru. –Aseguró Pein.- ambos sabemos que Kisame es muy posesivo con sus cosas… -Orochimaru miró mal al líder.- e Itachi entra entre ellas…

Toxic – Britney Spears

Caminaba muy apresurado. Buscaba y buscaba pero no le encontraba. Tenía… no… ¡necesitaba verle! ¡Era su prioridad!

Uchiha Itachi corría como si le persiguiese una estampida de fans… algo que no estaba alejado de la realidad. Itachi saltó hacia un árbol, se balanceó y desapareció en el patio del instituto. Las fans resoplaron –algunas, incluso, estallaron en llanto.-, angustiadas; se dieron la vuelta y se fueron, intentando apartar al Uchiha de sus cabezas.

Itachi se relajó cuando vio que las había despistado, después de más de dos horas intentando huir. Recorrió todo el tramo que le faltaba hasta llegar a un árbol que proyectaba en el suelo una sombra inmensa.

Apretó su mano izquierda contra su cara, aguantando las lágrimas que luchaban por salir.

Se lamentaba por no haberle podido encontrar.

-Kisame… -susurró.

-¿Sí?

Itachi se levantó precipitadamente y encaró al mismo Kisame. Sus ojos se salían de sus órbitas al darse cuenta que lo había descubierto.

-¿Me estabas siguiendo, Itachi-san? –preguntó el tiburón mientras entrecerraba los ojos.

Uchiha intentó huir pero Hoshigaki Kisame le había agarrado por el brazo derecho.

-¿Para qué has venido hasta aquí si no tienes nada que decirme, Itachi-san? –Kisame apretó el agarre.

El moreno dudó. Al final, se armó de valor. Se lanzó hacia Kisame, rodeó el cuello del tiburón con su brazo libre y lo besó.

Y cuando se separó de él, vio como Kisame sonreía, feliz pero sorprendido.

-Me… me gustas, Kisame… -tartamudeó Itachi.

Hoshigaki dio una carcajada. Agarró firmemente la cadera de Itachi y apretó sus labios contra los del moreno.

-A mí también me gustas, Itachi-san –confesó mientras acariciada los labios de Uchiha con los propios.

Die, die, my darling – Metallica

Kisame a veces sentía la urgente necesidad de lanzarse encima de su compañero y morderle desesperadamente el cuello, cual vampiro. Obligarle a permanecer en silencio, aunque fuera amordazándolo; impedirle abrir los ojos, aún si para ello tenía que hacerle sufrir.

Se relamió los labios, obligando a su cuerpo a obedecer y caminar detrás de Uchiha... pero sin apartar su mirada del trasero de éste. Aunque le ignorase, Hoshigaki sabía que Itachi estaba alerta, muy alerta. Sobre todo, por estar él a sus espaldas. Kisame resopló al darse cuenta de que se había detenido sin siquiera darse cuenta. Demasiados pensamientos en su cabeza.

Avanzó a grandes zancadas hasta adelantar a su compañero, frunciendo el ceño. Supo que el Sharingan de Itachi estaba fijo en su nuca, queriendo saber lo que ocurría… “La curiosidad mató al gato…” pensó Kisame. Una sonrisa se extendió por su rostro. “…o a la comadreja…”

Kisame se detuvo abruptamente. Uchiha le sujetaba la mano, con un ligero movimiento, le pidió que lo mirara. Hoshigaki se giró, en sus ojos brillaba la lujuria en estado puro.

Itachi se puso de puntillas, acercando su rostro al de Kisame. Fue a besarle cuando el tiburón se abalanzó sobre su boca, recorriéndola con su lengua, disfrutando de ese sabor tan conocido.

El moreno gimió en aquel beso: salvaje y desmedido, sin ningún tipo de delicadeza. Un beso compuesto por pasión y lujuria. Kisame mordió con fuerza el labio inferior de Uchiha. La sangre se deslizó por la garganta del tiburón, que disfrutó del sabor metálico de su presa.

Agarró firmemente el trasero de Itachi, levantándole del suelo y haciéndole que rodease su cintura con las piernas; dejándoles en una postura algo comprometedora para cualquier que pasase por allí. Uchiha jadeó cuando se separaron, pero Kisame no pensaba parar hasta satisfacerse

-Kisame… -consiguió decir cuando Hoshigaki le dejó respirar.- Kisame, para… -la voz de Itachi no superaba a un susurro; pero tenía un tinte de sensualidad que parecía pedir por más.-…tenemos que llegar a la posada…, Kisame… -pidió.

Kisame sonrió ampliamente mientras volvía a devorar los labios algo heridos del moreno. Después de separarse de él, y con todo el autocontrol que pudo para no arrancarle la ropa allí mismo, lo dejó delicadamente en el suelo. Uchiha mantuvo la compostura, aunque soltó algún que otro resoplido por haber tenido que detener al tiburón; aceleró el paso, seguido de cerca por Kisame… que no paraba de sonreír por saber lo que le esperaba esa noche. E incluso Itachi sonrió suavemente, casi imperceptible.

Kisame se inclinó hacia delante y le susurró en el oído al moreno:

-Te espera una larga noche… -movió ligeramente los labios.-, Itachi-san… -enfatizó.

Sin canción. –

-Me aburro.

Itachi apretó los labios para no dejar que un bufido saliese de ellos. Mantuvo la compostura y miró de reojo a su compañero, Hoshigaki Kisame, que mantenía desenvainada a Samehada, apretada fuertemente con su mano derecha; y que no paraba de mirar a su alrededor. Uchiha supuso que buscaba algo con que distraerse.

Permanecieron en silencio unos minutos antes de que Kisame frunciese el ceño y, mientras maldecía por lo bajini a todo lo que se le ocurriese, colocase a Samehada en su espalda. Masculló algo que a Itachi le costó horrores entender.

-Maldito friki, ¿dónde se meterá Maito Gai cuando se le necesita? –gruñó.

Algo dentro del moreno se crispó. Giró sobre sus talones y se acercó a Kisame, quien no se fijó en que su compañero se acercaba a él con claras intenciones de golpearle… o incinerarle. El tiburón se giró hacia Itachi, dispuesto a seguirle, en el momento en el que éste le lanzaba un Katon: Goukakyuu no jutsu. Kisame saltó lejos de la bola de fuego y clavó su mirada en Uchiha.

-¿¡Pero qué estás haciendo, Itachi-san!? –rugió.

Itachi no le contestó. Le dio la espalda deliberadamente, esperando el ataque de Hoshigaki; que no tardó en llegar. Samehada golpeó el suelo que antes pisaba el moreno con una brutalidad apabullante. Kisame parecía verdaderamente enfadado. Chasqueó la lengua sonoramente, disgustado.

-Déjate de estupideces, Kisame; no tenemos tiempo de que por aquí aparezca Maito Gai. –Itachi evitó que su molestia se trasmitiese a sus palabras.- Tenemos que llegar al punto de reunión.

Kisame parpadeó, claramente sorprendido; abrió desmesuradamente los ojos, sonrió abiertamente y caminó hasta situarse al lado de Uchiha. Itachi lo volvió a mirar de reojo, calculando cuanto tardaría en realizar un bushin en el caso de que Kisame le atacase… nuevamente.

Sin embargo, Kisame estaba metido en sus pensamientos; sopesando las probabilidades de salir vivo de algo como eso.

-Itachi-san –llamó.

El moreno se volvió rápidamente, esperando cualquier tipo de golpe… menos ese. Sintió como alguien se apoderaba de su boca, rozándola con la suya y obligándole a abrirla. Cuando Kisame se decidió en soltar a Itachi, éste estaba en estado catatónico. Uchiha parpadeó rápidamente, no creyendo lo que había pasado. Miró fijamente a Hoshigaki. Kisame le sonrió burlonamente y dijo:

-Has conseguido distraerme, Itachi-san.

E Itachi quiso golpear a su compañero con mucha fuerza… aunque le hubiese gustado.

Bailar pegados – Sergio Dalma

Se deslizó por la pista, siguiendo lentamente el ritmo de la canción. Se sintió terriblemente solo, viendo como todas las parejas a su alrededor se sostenían mutuamente mientras bailaban con suavidad.

Mientras en voz baja cantaba la letra de la misma canción que le hacía sentirse así, sintió como alguien le tocaba el hombro. Quedó rígido, algo impresionado. Se giró, despacio, muy despacio. Detrás suya se encontraba un hombre, tendría treinta años, extrañamente alto, de piel azul clara y marcadas agallas en sus mejillas. Le sonrió y le pidió muy suavemente que bailase con él.

Aceptó, titubeando. Agarró la mano que le extendía y se deslizó junto aquel hombre a la pista de baile.

En ese momento, no le importó que toda la gente a su alrededor los mirase bastante sorprendidos, no creyendo lo que sus ojos veían. No le importó que, al salir por las puertas de ese bar, todo fuese difícil en su vida. No le importó nada, sólo disfrutar de la compañía de ese hombre.

Uchiha Itachi se sintió extrañamente completo cuando aquel hombre le rodeó con sus brazos, al terminar la canción.

-¿Me permites de nuevo? –le preguntó suavemente el hombre.

Itachi sintió que podría pasarse así toda la vida. La siguiente canción resonó con las primeras notas, marcando un ritmo suave, lento y romántico.

Bailar de lejos no es bailar.

Es como estar bailando solo.

Uchiha dio un pequeño respingo cuando el hombre le agarró firmemente la cintura con un brazo y le hacía colocar sus propios brazos en el cuello del desconocido.

Tú bailando en tu volcán

y a dos metros de ti,

bailando yo en el polo.

El moreno sonrió suavemente mientras se movía junto al hombre con la canción. Suspiró apoyando su cabeza en el hombro de su acompañante, no pudo estar en silencio durante mucho más tiempo.

-¿Me dirías tu nombre?

Probemos una sola vez:

bailar pegados como a fuego.

El hombre le hizo girar, manteniendo un ritmo constante, mientras respondía.

-Claro, ¿por qué no habrías de decírselo a alguien como tú? –Itachi enrojeció abruptamente y ocultó su rostro en el cuello del hombre.- Me llamo Hoshigaki Kisame… -recorrió con su mano diestra la espalda del moreno, manteniendo su concentración en el baile y en las futuras palabras de su acompañante.- ¿…y tú…? ¿Cuál es tu nombre?

Abrazados al compás, sin separar jamás

tu cuerpo de mi cuerpo.

Itachi sonrió tristemente, era difícil de imaginar que Kisame no supiese quién era él. Al fin y al cabo, era el primogénito del dueño de la más importante compañía de abogados del mundo.

-Mi nombre no es importante –masculló lentamente Uchiha.

Hoshigaki se tensó bruscamente.

Bailar pegados es bailar,

igual que baila el mar

con los delfines.

Corazón con corazón,

en un solo salón; dos bailarines.

-¿No me lo dirás? –masculló Kisame, algo furioso.

Itachi se sintió terriblemente mal. Tomó una rápida decisión. Él no quería soltarse de Kisame por ahora… o nunca soltarse.

-¿Te alejarás de mí cuando te lo diga? –cuestionó Uchiha, demasiado asustado para ser él mismo. Kisame respondió con un escueto no.- Soy U… -tomó aire.- Uchiha Itachi…

Hoshigaki mantuvo una actitud seria, pero la enorme sonrisa que se extendía por su rostro lo delataba.

-¿Estabas asustado de que te despreciase por algo, Itachi-san? –preguntó suavemente Kisame.

Uchiha mostró una incomodidad obvia.

-Yo…

-No digas más, Itachi-san… Sólo déjeme disfrutar mi último baile con usted –Itachi sintió como se le oprimía el pecho de la angustia.- antes de que se vaya de mi lado.

-¿Ir…me? –repitió algo confuso.

Kisame sonrió mientras le apretaba más contra él. La canción seguía sonando y ellos todavía no habían parado de bailar a su ritmo.

-¿No se va a ir de mi lado? –susurró Kisame al oído de su, hasta ahora, pareja.

Abrazadísimos los dos.

Acariciándonos.

Sintiéndonos la piel.

Nuestra balada va a sonar.

Vamos a probar, probar el arte

de volar.

El moreno levantó la cabeza y rozó sus labios cuidadosamente con los de Kisame. Se separó algo indeciso, queriendo continuar lo que apenas había empezado en ese momento.

-No, Kisame; –negó mientas apoyaba su cabeza en el pecho de Hoshigaki.- nunca me iré.

Pain – Three Days Grace

La sangre se le acumulaba en la boca. No había alcanzado las medicinas a tiempo cuando la desagradable sensación de aquel líquido rojo, que resbalaba por la comisura de sus labios, le había invadido. Comenzó a toser bruscamente para, a continuación, vomitar la sangre que se había retenida en sus pulmones.

Lo único que conseguía distinguir de toda la bruma que le rodeaba era algunas manchas salpicadas de rojo. Supuso que estaba vomitando más sangre que de costumbre. Cayó al suelo, como fulminado, cuando la abundante pérdida del líquido vital que es la sangre le afectó de sobremanera.

Sus músculos estaban entumecidos, su respiración era costosa y el dolor en su pecho no cesaba. Y lo peor de todo no era eso… sino que…

…estaba solo.

Terriblemente solo. Sentía como la muerte se aproximaba a él, conduciéndole a un destino mucho más agradable. Sin dolor, sin soledad…

-¿¡Itachi-san!?

Itachi intentó entreabrir los ojos, pero lo único que consiguió hacer fue que el dolor fuese más agudo. Unos brazos lo levantaron rápida pero cuidadosamente. Una mano apartó la sangre que había alrededor de su boca y la persona que le ayudaba, le dio a tomar un extraño brebaje, que hizo que sus músculos se relajasen.

Consiguió abrir los ojos, negros ónice, y miró a su salvador, a Kisame. Movió los labios lentamente, queriendo decir algo, pero de sus labios no llegó a salir ningún sonido.

-Descuida, Itachi-san. –Le dijo Hoshigaki.- yo me encargo del resto, sólo descansa.

Uchiha, mientras caía en la inconsciencia, no podía pensar en nada… en absolutamente nada que no fuese…

…que, auténticamente, no estaba sólo. Pues Kisame siempre estaría a su lado.

Notas finales: ¡Gracias por leer!

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