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Mas allá del amor y la muerte por Aakireh

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Notas del fanfic:

Este tema en particular es uno de mis favoritos. No por lo enferma que es la necrofilia si no porque me parece muy interesante como el amor de una persona permanece en ella apesar de la muerte de su ser querido y esta se vuelve una obsecion que para el ojo de las demas personas es algo enfermo y desagradable pero para ellos es tan solo amor.

Tenemos los ejemplos del Dr. Van cossel (o algo asi), la pelicula nekromantik etc. 

La cancion de Rammstein : Heirate Mich tambien habla del tema. 

No culpo a Mello. 

Creo que si yo estuviera en la misma situación quizá habría echo lo mismo. u

Bueno igual llegar a ese punto no, pero estar ahi de aferrada en la tumba y sacarlo para darle un ultimo abrazo es probable. 

juzguen uds. mismos y dejen un review con su opinion. 

Notas del capitulo:

Lease a discreción. Advierto y digo porque el tema es un tanto perturbador. 

Quiero cerrar los ojos y creer que nada de esto es cierto. Siento que mi alma arde más que el mismísimo infierno, más aun que mis ojos que como este están rojos de tanto llorar. Pero ya no hay mas lagrimas que puedan huir de estas feroces cárceles acuosas que han secado sus ríos porque simplemente ya no se puede más. Siento que algo muy fuerte me ha abandonado y jamás volveré a ser el mismo. No importa cuántas veces descargue mi furia contra el cielo nada cambiará. Es tan sombrío e insípido. Su calma me enferma. A veces creo que todo esto es una pesadilla. Una maldita pesadilla y que estoy muerto. Enterrado en alguna cama en algún lugar y que tu velas mis sueños. ¡Maldición! Si tan solo pudiera abrir mis ojos y verte otra vez. No hay cosa que no desee más que volver a mirar esos ojos verdes tuyos incandescentes como las millones de estrellas que son testigo de mi eterna miseria.

No sé porque he vuelto a este lugar. Odió este lugar porque está lleno del olor a muerte. Muerte vieja y tierra húmeda. Las estatuas me miran arrastrarme hacia ti. Inertes cuerpos de piedra que gritan el recuerdo de una persona que no respira más. Aquí todo es gris. Hasta el aire esta tintado de esa nostalgia que lleva ese frio color en el corazón.  Llueve. Llueve y el cielo llora conmigo. Los truenos son gritos desgarradores. Como quisiera gritar así. ¿Me escucharía dios acaso? Dios no existe. Para mí ha muerto. Murió el día que te arrebató de mi lado. ¡Maldito asesino! ¡Malditos sean todos! Más sin embargo como todas las noches he vuelto. La luna mentirosa guía mi triste camino por las pútridas tumbas de desconocidos sin rostro buscando el tuyo. Jamás los perdonare.

Las terribles imágenes y los recuerdos continúan azotándome hasta hacerme desfallecer. Incluso en donde estoy hincado en el lodo con la lluvia golpeándome no puedo evitar continuar. Aunque intente cerrar los ojos sigo viéndote dibujado a contraluz en nuestra habitación sonriendo, acariciando mi rostro. Aunque he dejado de dormir sigo soñando contigo. Aun escucho los dulces ecos de tu voz perderse entre las olas de mi ensueño. Tu sonrisa se ha vuelto una astilla que hace mi corazón sangrar. ¡Las cosas no tenían porque salir mal! Ese tirado en el asfalto tenía que haber sido yo. ¡Este pobre diablo infeliz que no vale nada! ¿Porque tú? Maldigo el momento en el que me acerqué a ti y te pedí ayuda y tú con tu rostro sereno aceptaste sin siquiera rechistar.

Matt…tu nombre se ha vuelto una oración para mí porque mi boca no deja de llamarte. Aunque sé que no habrá respuesta he gastado todas mis energías pronunciando eso tan sagrado que es tu nombre. Se llamaba Matt no era un Sujeto sin identificar. Amargas palabras que murieron en la desesperación de verte muerto tras aquel televisor. Quería golpear a todos esos idiotas que te trataron como un bulto sin rostros y sin nombre. Los vidrios tintinearon al caer hechos polvo en el suelo. Near obtuvo su adorada victoria. Aplastamos al asesino. Pero yo jamás volví a ellos. Los odio a todos. Que me crean muerto reducido a cenizas. Ya nada me importa.

Te asesinaron de la manera más cruel. Te acorralaron sin oportunidad alguna. Cientos de balas perforando tu cuerpo y te dejaron tirado en el asfalto ¡como un perro atropellado! ¿Por qué? Tú que siempre fuiste todo para mí. Aquella persona que con su presencia iluminaba mi mundo. Me llena de energía y alimentaba mis esperanzas. Te amé con todas mis fuerzas. Sé que el sentimiento jamás morirá. Aunque no te haya dicho yo se que tu lo sabías. Ojala las palabras no se hubieran quedado atoradas en mi garganta aquel día que nos dijimos adiós. Tu muerte fue el fin de todo. Detuve el camión en donde pude y descargué mi coraje contra la perra de Takada Kyiomi y le prendí fuego. Vi extasiado como el fuego consumía su cuerpo. Sus gritos provocaron perverso placer. Quería que ella sufriera como habías sufrido tú al desangrarte en aquel lugar sin que nadie te auxiliara. El calor y el humo me estaban cegando y contaminaban mi garganta mientras intentaba permanecer de pie. Quería que las llamas me consumieran a mí también. Ya no estarías tú para salvarme. Nadie me arrancaría de las garras del averno que yo mismo había creado por segunda vez. Quería morir para estar contigo. Pero el destino me odia y aquí estoy arrastrándome hacia ese lugar. Halle me salvó de las llamas. Pero era demasiado tarde tu ya estabas muerto. Tu cuerpo yacía sin vida en un a fría mesa de metal en algún lugar y yo no podía hacer otra cosa más que llorar. Llorar como lloro ahora. Llorar como nunca en mi vida había llorado. Las lágrimas jamás habían quemado mi rostro hasta perderse en el infinito de mi cuerpo como lo hacen ahora. Queman más que las llamas de la explosión de la guarida que marcaron mi rostro para siempre. Pero eso no importó porque ahí estabas tú para tenderme tu mano cuando las cosas iban mal.  

Ahí está la cruz que enmarca el fin de tu vida. Ni siquiera tiene tu nombre. Tan solo es una cruz de madera pudriéndose sobre la tierra removida. Dejé hundir mi rostro en aquel fango que se había hecho por la lluvia. Con mis manos descargue mi ira contra la tierra. Excavando con mis uñas aquel escombro que cubría tu cuerpo. No podía dejar de gritar. Mi voz era un lamento que escapaba de mi más profundo ser llevándose consigo ese dolor tan terrible que sentía. No había manera de hacerlo cesar. Me desgarraría la garganta pero jamás podría dejar de llorarle al único hombre que pude amar. A la única persona que ame de verdad. Jamás sentí nada por nadie que no fueras tú. Matt se llevó mi corazón y todo lo que quedaba de mi muy lejos a donde solo la muerte me podría llevar y yo lo había arrastrado hacia ella sin querer y le había dado muerte sin saber. Era mi culpa. El fue el señuelo para que yo pudiera obtener mi victoria. Para aplastar a Near. ¡Por mi puto orgullo que ya no me sirve de nada!

No sabía lo que hacía. Todo aquello me estaba asfixiando. No podría respirar hasta que no tenerte a mi lado. Sentía que todo me daba vueltas. Me deje llevar por la pena que embargaba mi ser. El coraje me había convertido en algo que desconocí. Cuando me detuve en seco vi lo que había hecho. Retiré la tierra que se posaba débilmente sobre aquel ataúd que contenía a un Matt dormido en la eternidad de la sombras. Tirado al olvido. No concebí a la idea de que jamás volvería a ver tu sonrisa despreocupada recortada en tu dulce rostro. Quería encontrarte de nuevo. Arrancarte de las garras de la muerte como lo hiciste tú conmigo. Con todas mis fuerzas tiré de la tapa. En verdad no tienes idea de cuánto te extraño.

Me he convertido en un monstruo. Lo sé. Recuerdo tu rostro tan bello y tan pálido. Era ártico, frío y sin vida pero hermoso. Tus facciones estaban intactas y las pequeñas heridas rojizas decoraban tu frente. Tus mejillas redondas acompañaban tus labios en ligeros tonos purpuras que la hacía resaltar aun mas.  La muerte no pudo arrancarle su belleza. Con mis dedos sumergidos en el pecado recorrí las líneas de tu cara y deseé que tus ojos se abrieran de nuevo. Quería leer tus pensamientos como antes muchas veces lo había hecho. Recordé lo hermosos que eran cuando estabas vivo. Me recordé mirándolos tan gráciles y a las vez brillantes como dos piedras preciosas. Eran de un verde tan profundo como los prados interminables del verano. Pero tus ojos no se abrieron. Por más que intente despertarte no te movías. Tu piel estaba helada como la escarcha y aun así quise sentirla entre mis manos. Tu cabello suave cayó sobre tu rostro. Era tan rojo con la sangre misma,  tan rojo que hacía un perfecto contraste. Era como el rojo del terrible amanecer que me sorprendió aquel día cuando caí en la cuenta de lo que había sucedido. Cuando desperté en aquella cama blanca de hospital supe que estaba solo. Me habías dejado solo. Encontré consuelo en aquellos labios que inmóviles me correspondían tal y como la primera vez. A diferencia de que en aquella ocasión no solo era mi corazón el que latía acelerado si no también el tuyo acompañaba el mío en un inmortal compas de pasión prohibida. La primera vez que nos besamos tenías tanto miedo que apenas podías moverte. Las piernas no te respondían de lo nervioso que estabas. Te temblaban las manos. Tus labios estaban fijos mas sin embargo me aceptaste tal y como lo haces ahora. Aun estaban suaves y el helado beso murió en un instante que pareció durar para siempre. Como la rosa que se marchita, nuestro beso me supo a muerte. Pero no era suficiente. No mataba las ansias. No saciaba la necesidad que sentía de estar contigo. Tu ropa estaba desgarrada. No tenías tus lentes ni tampoco el chaleco del que tanto me burlé. Quisiera tener una máquina del tiempo. Quisiera poder viajar atrás y haberte tratado diferente. Quisiera no haber sido tan frio y tan malo contigo cuando tu fielmente me seguías a todas partes. Siempre sereno con ese temple tuyo que te hacía tan deseable. Eras como un cachorro recien nacido con tu cabello revuelto incitabas a la ternura más inocente. Ahora descansabas tan tranquilo ignorante del mundo al que ya no perteneces conservando aun esa frescura en tu temple.

Quería tocarte. Recorrí con mis  ávidos dedos las heridas que por mi terquedad hice que te infringieran. Te tomé de los brazos que están tiesos como un muñeco de cera. Tu piel fina era como un papel. Se desgarraba a mi paso acariciándola con mis labios como lo hice aquella vez cuando cubrí tus ojos y te hice cause sensaciones que jamás pensaste que podrías sentir.  Aunque tu cuerpo ya no siente, aunque yace entumido por el beso de la muerte podría jurar que tan solo estas dormido. Que te has quedado clavado en lo profundo de un sueño y que cuando te tome entre mis brazos abrirás tus ojos y con los tuyos rodearás mi cuerpo. Quería sentir esa calidez que en el pasado había dado por sentada y ahora la añoraba más que nunca. Quiero llevarte conmigo. No quiero que te apartes de mi lado nunca. No quiero dejarte solo en este lugar tan frio. Quiero cobijar tu piel con la mía. Quería llenar el vacío de mi piel con tu piel. Aunque tu cuerpo ya no responde el mío no puede parar. E tomado tu cuerpo y lo eh despojado de sus ropas. Lo he besado y lo eh echo uno solo con el mío. Deje que la locura embriagara mis sentidos. Me deje cegar por la lujuria enferma que imprimían mis manos al manchar tu cuerpo con mis perversas acciones. Solo la luna es testigo. Nos mira envidiosa porque nadie la amara como te amo yo. Te amo tanto que no puedo detenerme. Sacio mis instintos más bajos con tu tersa e inerte piel. Mi cuerpo responde al tacto y quiero morir en ti otra vez. Vaciar mi alma entera hasta perder la conciencia. Me dejé desplomar en aquella escena. Estaba sordo pues solo escuchaba el estruendoso sonar del latir de mi corazón y de mis cansados labios solo escapo un susurro. Un Te amo que se perdió en el viento. Perdóname por ser tan cobarde. Perdóname por profanar tu cuerpo y entregarte lo que queda de mi amor hacía ti de esta manera. Apreté tu mano con las pocas fuerzas que me quedaron mientras introducía la otra en mi chaqueta de cuero. Del bolsillo empapado saque el instrumento que me llevaría hasta tus brazos. El que sanaría el dolor que arde en cada centímetro de mi. Se escuchó un ruido que mato los ecos del silencio. Entre estremecimientos y sollozos en algún lugar cálido un corazón dejo de latir.

Notas finales:

¿Te gustó? Si no te gustó igual deja un review.

Los reviews son la mejor inspiración para escribir y la mejor escuela para aprender y mejorar. 

¿Que opinas sobre este tema? 


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