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Won't Go Home Without You por Aome1565

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Notas del capitulo:

La canción que usé para el songfic es Won't Go Home Without You , de Maroon 5. Como el estribillo está en el principio del cuento, les recomiendo no escucharla mientras leen, pero si un ratito antes así se familiarizan con la melodía (:

 

Lo escribí anoche en un par de horas, espero les guste :3

 

Won't go home without you

 

 

Hacía media hora que corría por las calles sumergidas en la lluvia sin un paraguas. El cielo y él lloraban.

Con un atisbo de atrevimiento y el corazón desbocado enviando adrenalina a todo su cuerpo, tomó el celular del bolsillo de su tapado negro y marcó un número que no tenía que buscar en la agenda.

Un tono, dos tonos, tres tonos...

«Tal vez no quiera atenderme» se dijo justo antes de que la línea se abriera y escuchara el silencio de una respiración que sabía estaba ahí. «Muy tarde para arrepentirse» pensó y empezó a cantar:

-It's not over tonight, just give me one more chance to make it right. I may not make it trought the night. I won't go home without you, I won't go home without you, and I won't go home without you. -Ahogó un sollozo y esperó la respuesta que se hizo más larga de lo que nunca había tenido tiempo de escuchar, lo que le llevó a acordarse del por qué ahora le rogaba por teléfono:

 

Violencia. Fue lo primero que se le ocurrió escribir en la ficha de psicoanálisis que había encontrado en Internet, en una consulta on-line con alguien que se las daba de psicólogo.

¿Es usted una persona violenta?

¿Tiene alguna clase de problema con alguien de su entorno por su violencia?

Debe aprender a manejar sus impulsos y a ver más allá de su furia, contemplar las consecuencias que implica hacerle daño físico, psicológico o sentimental a una persona.

«¿Y éste qué mierda sabe?»

La puerta de la entrada hizo el mismo clic que hizo con el que cerró la ventana de la página de la Red de Psicólogos. Ewan llegaba con su tapado rojo salpicado de gotitas de lluvia y sus ojos derramando sueño.

-¿Cómo estás, cielo?

-Nublado y con lluvias torrenciales -susurró en respuesta. Por más cansado que estuviera, no podía dejar de hacer chistes. Esbozó una sonrisa y se acercó a su novio, sentado en la PC de espaldas a él, echándole la cabeza hacia atrás y, sin verle a los ojos, besándole con suavidad.

-No soy el hombre araña -reprochó el mayor cuando sus labios se separaron, aunque no así sus ojos.

-Qué lástima. Voy a sacarme esto, ya vuelvo. -Desapareció por el pasillo hacia la única habitación de la casa, por donde Edvard lo siguió.

-¿Te apetece una ducha? -le preguntó, tomándolo por sorpresa, cuando lo encontró deshaciéndose de su camiseta.

El cielo de la media tarde era de un triste gris pálido que lloraba frío y soplaba remolinos de escalofríos. Dentro del baño la ducha salpicaba pasión y el vapor flotaba hasta el techo con olor a ganas. Ewan y Edvard hacían el amor contra los azulejos rosados, no, rosados no, salmón, del cubículo de la ducha. Sin mucho cuidado mordisqueaban y arrasaban con esos espacios que tan bien conocían. Con cada vez que Edvard arremetía contra el cuerpo de Ewan, de la garganta de éste salía una catarata de gemidos que se derretían entre el vapor y el agua y que se estrellaban contra las gotitas pegadas a los azulejos.

-Ed... -gimió Ewan bien fuerte y manoteó hacia algún lugar de la pared a su lado, mordiéndose un labio. Con fuerza enredó sus dedos en la canilla que encontró y la giró todo lo que pudo. El agua empezó a salir por demás caliente y se separaron con un salto y un jadeo de sorpresa-. Perdón, yo...

-¿Qué es eso? -preguntaron Edvard y su cara de pocos amigos, señalando con desprecio tres marcas moradas en la pelvis del más chico, que seguían la línea del hueso de su cadera. Ewan vio a su novio con ojos de reproche y confusión.

-Me los hiciste vos, anoche. Estábamos tan borrachos que seguro que no te acordás.

-¡No me digas, borracho, puta! -Con una mano golpeó la pared y con la otra formó un puño al que se le empezaban a blanquear los dedos.

-Edvard -jadeó Ewan, asustado. Hacía por lo menos una semana que el mayor no tenía esos arranques de furia y de verdad había creído que esa etapa de golpes y llantos había desaparecido, hasta empezaba a volver a enamorarse de él.

-No me tomes por idiota, esos parecen tener días ahí.

-Tengo la piel muy pálida, Edvard, por eso se notan más de lo común... y soy modelo, estoy delgado y las marcas así duran un poquito más, pero tengo que mantener la...

-¡Callate! ¿Con quién fue, eh?, ¿con quién fue? -Su voz amenazadora y desquiciada chocaba contra la nariz de Ewan que se encogía cada vez más, sus ojos enfurecidos destilaban una bronca que parecía crecer cada vez más en ese pequeño cubículo de cristal mojado y su cuerpo entero temblaba de rabia.

-Ay, pará, Ed, me lastimás -chilló Ewan y se zarandeó con un brazo atrapado en el puño de su novio.

-Sólo le estoy dejando al modelito mi marca registrada, así el próximo con el que te metas va a saber que tenés etiqueta. -Y con eso lo soltó, pero lo que el chico no esperaba era que esa mano que acababa de soltarlo le diera una cachetada que le partió el labio inferior y un puñetazo que le obligó a cerrar un ojo. Y ya no quiso ver más, sólo escuchó el crujir de la mampara de vidrio del cubículo cuando Edvard la empujó y el cerrarse de la puerta del baño.

Lloró un rato bajo el agua que seguía caliente, sin escuchar ruido alguno en el resto de la casa. Después de una hora entera, Edvard lo vio temeroso, asomándose a la sala.

-¿Qué te pasa, nene? -le dijo en un tono por demás amoroso. Las peleas que tenían no se las acordaba después de haberse serenado. Extendió una mano hacia Ewan, que no le devolvió siquiera la mirada, sino que empezó a caminar recto hacia la puerta, arrastrando una maleta con rueditas.

-Creo que... ya no nos vemos -le dijo, apenas volteando el rostro, y se fue. Edvard tardó en reaccionar, es más, se quedó pensando qué estaría ocurriendo.

Y no fue capaz de pedirle que se quede...

 

Ahora estaba ahí, parado bajo un escaparate de tienda, después de haber estado corriendo durante media hora sin descanso, bajo la lluvia, buscando a Ewan. Tenía el teléfono celular apretado a la oreja y esperaba aunque sea un suspiro como respuesta. No quería dejar que Ewan se le escapara... lo amaba de verdad.

Entre el celular y su oreja pareció colarse una ráfaga de viento y Edvard creyó que eso había sido un suspiro. Y siguió creyéndolo cuando oyó del otro lado de la línea la voz de Ewan:

-Entonces no vayas a casa -le dijo y la llamada se cortó.

Tuvo ganas de llorar, se le formó un nudo en la garganta y sintió la impotencia de no haberle reprochado por segunda vez, por permitirse dejarlo ir de nuevo y temía que esta vez para siempre... o no.

Unos cálidos brazos espantaron el frío de su espalda y le rodearon la cintura, una cabeza se incrustó entre sus omóplatos y le dio un cabezazo corto y fuerte. Le dio un escalofrío y se volteó para abrazar el cuerpo envuelto en un tapado mojado.

-No voy a ir a casa sin vos.

 

 

Notas finales: Dejen reviews :3

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