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Tiempo por yuhakira

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Notas del fanfic:

Esta vez conte con la colavaracion de Kata_c (abajo el link de su pagina) ella se encargo de limpiar el texto, asi que no pueden encontrar un mejor trabajo, desde aqui te doy las gracias =)

 

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewuser.php?uid=10331

Gai entró en la habitación, su vista fue directo a la cama, aquella cama que lo cobijaba en momentos en los que su cuerpo no quería más, en que su mente se rendía, ante la inutilidad de sí mismo. Busco en la habitación a su compañero, por fortuna no lo encontró, así podría ir directo a acostarse.


Camino hasta la cama y se sentó en ella, cerró los ojos y giró el cuello


—Dios, me dolía cada músculo.


Llevó una de sus manos hasta la zona en el cuello que parecía tener vida propia con cada palpitación, la masajeo, buscando aclarar su mente, buscando borrar el dolor. Abrió los ojos con un esfuerzo descomunal, necesitaba dormir ahora mismo, no podría mantenerse mucho tiempo más en pie. Se agacho un poco y retiro los zapatos de sus pies, los subió en la cama y se quitó el chaleco distintivo de su rango, para luego acostarse en la cama. Tan pronto tocó la almohada se quedó dormido, entrando en aquel lugar donde su mente seguía trabajando, donde les daba paso a sus miembros para recoger energías en un descanso corto, donde no tendría que escuchar estupideces acerca de sus actos.


Kakashi entró en el apartamento y no escuchó nada, busco en la cocina y en la sala, pero no lo encontró, de igual modo no se preocupó, no tenía tiempo para preocuparse por él. Al final solo decidió sentarse en el sofá lateral a la ventana, un espacio que le brindaba la luz suficiente para leer su preciado libro, incluso si la luz natural disminuía. Ya iba por el cuarto capítulo, faltaba poco para terminarlo, así que ansiaba tomarlo entre sus manos y empezar a leerlo. Se quitó un poco de peso de encima dejando algún porta kunai y pergaminos sobre la mesita de té, del mismo modo se quitó el chaleco. Tomó el libro entre sus manos acomodándose en el sofá, de modo que todo su cuerpo quedara sobre él, sin más empezó a leer.


Luego de unas horas, sus ojos empezaron a abrirse, giró su rostro hacia la ventana y vio que la noche ya había caído, se levantó y dio un gran bostezo en muestra del cansancio que su cuerpo aun cargaba, sin embargo, había dormido más de lo que deseaba, tenía planeado preparar la cena, ahora posiblemente ya todo estaría preparado, lo cual no era del todo malo. Fue hasta el baño, se enjuagó el rostro y la boca, luego salió, fue directamente hacia la sala, allí lo vio, el pelo plateado de Kakashi sobresalía sobre el espaldar de la silla, se acercó a él por la espalda y desorganizó su cabello, para luego seguir su camino hacia la cocina, debía verificar si sus sospechas eran ciertas, para su sorpresa no había nada en las ollas, ni siquiera algunos víveres para ponerlos a cocinar, respiro pesadamente, su estómago rugió.


Volvió a la sala, y se sentó frente al hombre que continuaba leyendo su libro con la luz tenue de la luna. Este levantó el rostro dejando por primera vez el libro desde que se había sentado allí esa misma tarde, lo miró algo ingenuo sobre lo que sucedía, no entendió porque de repente se sentaba frente a él con esa actitud, como si esperase la respuesta a una pregunta que ni siquiera se molestó en formular, así que sin más preámbulos volvió a su libro, sintiendo aún el aura pesada de su compañero sobre sí.


Sorprenderle el que su amigo lo ignorará estaba más allá de lo que sentía, porque no le sorprendía, conocía demasiado ese tipo de reacciones por parte del de cabellos plateados como para sorprenderle, pero eso no cambiaba el hecho de que aún seguía molestándole y enojándole de sobremanera, pero claro no se lo dejaría saber, si cometía el error de hacerlo, posiblemente no podría salir esa noche, y ya había quedado con su alumno para un exhaustivo entrenamiento.


—Tengo que salir, vamos a comer algo, ya que no hay nada.


El rostro frente a él volvió a alzarse y por la expresión de su único ojo visible supuso que la idea le había gustado. Se levanto fue hasta la habitación se puso el chaleco y los zapatos y de nuevo salió a la sala, esperando que él ya estuviera listo.


—¿Irás con Lee en la noche?


—Si, hemos quedado para un entrenamiento de rutina, antes de empezar la próxima misión —aún estaba sobre el sofá, con el libro aún entre sus manos, comprendió que él no tenía animo de salir—. ¿Vendrás a comer o no?


—Aún me falta un capítulo para terminar, quiero hacerlo esta misma noche, ve por Lee seguro que le encantará que lo invites un curry —lo miro esperando una respuesta, pero Gai no respondió, simplemente camino hasta la puerta y la abrió—. Ya buscare que comer.


La puerta se cerró sin una palabra por parte de Gai, dejando a su paso el horrible silencio que no tardó mucho en apoderarse de la habitación. Kakashi volvió la vista al libro, esta vez no encontró las letras en él, no encontró sentido a las pequeñas manchas en el papel, la razón era que sus ojos no veían el libro, veían el silencio y el vacío, no más que eso. Cerro el libro y lo dejo sobre la mesa. Quería terminarlo esa misma noche, desde que termino la misión había visto su propia imagen sentado en el sofá llegando al preciado desenlace, había sentido la emoción de su cuerpo y de su mente al concluir la última palabra, pero aquello quedo en segundo plano en cuanto Gai cruzo la puerta, en cuanto el ruido sordo hizo eco en su cabeza, ya era demasiado tarde. Tarde para buscarlo e invitarlo a cenar, tarde para pedirle que se quedara, tarde para darle un beso de despedida… Era tarde y lo único que creyó poder hacer en ese instante fue ir a buscar algo en el refrigerador, algo que calmara el hambre, pero que, ante todo, de forma inconsciente calmara el frío que lo inundó.


Las calles de Konoha estaban atestadas de transeúntes, era la hora pico en que las familias celebraban el regreso de sus guerreros, en que los amigos se reunían para beber algunas copas, el momento en que huía de casa esperando encontrar en la explotación de su cuerpo un alivio para la incertidumbre que inundaba su alma, pero que desconocía o ignoraba al no poder reconocer ese sentimiento.


A unas pocas cuadras del apartamento entro en un pequeño restaurante, el olor a pescado frito no tardó en llegar a sus sentidos, y descubriendo el apetito alborotado, terminó por sentarse en unas de las mesas cercanas a la puerta sonriendo al camarero y ordenándole una porción de pescado y un sake caliente. A los pocos minutos Lee entró en el restaurante y se sentó a su lado, Gai volvió a llamar al camarero y pidió lo mismo —a excepción del sake— para el joven de aspecto demacrado pero listo para un nuevo desafío. Gai sabía cuánto exigía a su alumno, y se recriminó al ver sus manos vendadas, posiblemente gran parte del cuerpo del joven oculto por aquel traje verde se encontraba de la misma forma, cubierto por aquellos vendajes, que por sectores dejaban al descubierto pequeñas manchas de sangre, solo una muestra de sus múltiples heridas, sin embargo, al ver sus ojos, pudo ver en ellos la poca importancia de todo ello, esos ojos grandes y negros cargaban un brillo tan especial, con tanto anhelo por ver un sueño hecho realidad, que las heridas del camino parecían no ser nada. Recordó el pasado en que su mirada tenía un brillo igual o incluso mayor al de su alumno, pero que con el paso del tiempo se había opacado, tal vez aquella era la razón por la que le exigía tanto, la razón por la que cada segundo de su tiempo estuviera dado a encontrar caminos que llevasen a hacer ese sueño realidad, no estaba dispuesto a permitir que esos ojos se opacaran al igual que los suyos, y con tal de ser así estaba dispuesto a sacrificar su vida, y todo lo que eso significaba.


El refrigerador estaba lleno, pero no había nada que pudiera saciar su ansiedad. Cerró la puerta del refrigerador y se acuclilló sosteniendo su cabeza entre ambas manos. ¿Qué era aquello que sentía? ¿Por qué no lograba organizar sus pensamientos? Cuando todo empezó sabía que las cosas serían así, que sus tardes serían largas y solitarias, y que tendría suerte si gozaba de su compañía en las noches, pero jamás le molesto la idea de una relación así, confiaba en que conservaría su espacio, en que podría terminar sus lecturas, y sobre todo, que cada momento que podrían compartir sería tan especial, que el tiempo sería más un aliado que un enemigo, y al principio todo aquello fue como un buen sueño, fue como si nunca hubieran aceptado vivir juntos y continuaran con una relación circunstancial, pero habían llegado a lo que era ahora, por fin el tiempo había cumplido su cometido convirtiéndose en su enemigo, y como dolía, no lograba entender como el tiempo que antes los había ayudado ahora les diera la espalda, e hiciera de esos pequeños lapsos espadas de doble filo que amenazaban con acabar su vida, la vida que había construido a su lado, porque eso era todo lo que importaba, estar a su lado y así estar vivo.


 Se levanto y camino hasta la sala, tomó los implementos y volvió a ponerlos en su lugar alrededor de su cuerpo, antes de salir del apartamento volvió la mirada a la mesita de té, y la poso en el pequeño libro, su mirada estaba cargada de algo que no podría descifrar, un poco de dolor, u odio, resentimiento quizás, como si aquel objeto inanimado fuera el causante de sus sentimientos, mas no lo era y estaba completamente seguro de eso, el causante de lo que ahora parecía carcomerle el cerebro y desafiarlo a buscar una repuesta se encontraba ya muy lejos de él, quizá no física pero si mentalmente.


Se apuro en salir del apartamento y pronto empezó a adentrase en la calles de la aldea, Tsunade le había ordenado unos días de reposo, solo por seguridad, la mujer notaba la urgencia del shinobi por salir de misión, por alejarse de la aldea, e ignorante acerca de lo que sucedía solo lograba cumplir sus deseos, solo que esta vez la misión no había ido bien, y lo atribuía al cansancio de su súbdito, así pues ese era el último lugar al que debería ir en busca de un escape. Mientras su mente permanecía en blanco, ignorando los sucesos suaves, casi imperceptibles pero dolorosos, se encontró con un viejo amigo, un viejo amante, y su posible escape. Se trataba nada más y nada menos que de Iruka, aquel moreno de placida sonrisa que siempre había sabido tranquilizarlo, aun en sus peores días. El moreno se unió a la caminata de Kakashi, haciéndole compañía en silencio, escuchando sus pasos sobre la tierra quebradiza, y de vez en cuando haciendo uno que otro comentario que era respondido con unos cuantos monosílabos y una sonrisa imperceptible por aquella mascara.


Luego de una segunda porción de pescado frito Lee y Gai estaban satisfechos, ambos con una sonrisa ensanchada y el cuerpo descansado, permanecieron sentados por no más de cinco minutos antes de salir en busca de su lugar de entrenamiento. Salieron y caminaron, buscando el camino hacia el bosque, iban embarcados en una conversación acerca de la técnica que Lee trataba de perfeccionar no hace más de unas semanas. Entonces Gai se detuvo, con los ojos fijos en un solo lugar frente a él. Unas cuadras más adelante caminaban Kakashi e Iruka, uno al lado del otro y demasiado cerca para el gusto de Gai que seguía mirándolos incrédulo, dio unos pasos al frente y el rostro de Kakashi se giró en su dirección, sus miradas se cruzaron, y a pesar de la lejanía, podían sentirse el uno al otro, examinándose. Kakashi se detuvo inmediatamente lo vio, Iruka unos pasos más adelante hizo lo mismo y giró su rostro en la misma dirección, y antes de que Gai pudiera dar otro paso, Kakashi alcanzo a Iruka y continuó su andar, ignorándolo y dejándolo perplejo.


Mientras Iruka hacia comentarios sobre las nuevas medidas de la Hokage para la asignación de misiones, echó una mirada a su alrededor pensando que sería lo próximo que haría, entonces lo vio, quieto, mirándolo fijamente, antes de darse cuenta se había detenido también, pudo observarlo bien, su escultural cuerpo parecía tan claro, que sintió poder tocarlo,  entonces vio al otro detrás de él, vio a Lee mirando fijamente a su maestro, preguntándose el por qué se había detenido, entonces lo entendió, estaba demasiado lejos para poder tocarlo, simplemente demasiado lejos, escucho que Iruka se detuvo unos pasos en frente de él, vio la mirada de Gai posarse sobre Iruka, y aceptando el siguiente paso que daría, continuo su marcha, igual y Gai no tendría tiempo para él esa noche.


¿Pudo haber sido más claro? No, no había forma, estaban claros los próximos acontecimientos, la causas de lo que sería una decisión inevitable.


Siguieron caminado hacia al frente, aparentemente sin rumbo alguno. No había pasado mucho tiempo antes de que Iruka volviera a tomar la atención de Kakashi, que esta vez parecía más interesado en sus palabras. Los pensamientos en su cabeza revoloteaban como mariposas en un jardín de rosas, todo parecía hermoso, como si estuviese esperándolo desde hace mucho tiempo, y ahora se presentaba ante él dándole todo, cada oportunidad y cada palabra, para una decisión rápida. Sabía los pros y contras de la decisión que había tomado, pero no había forma de dar una paso atrás, no la había, y si la había su mente no estaba dispuesta a escuchar, lo deseaba tanto, su cuerpo ardía con tanto fervor, que cualquier negativa solo causaría un problema mayor; si quería podía detenerse, dejar de escuchar las palabras de Iruka, darse media vuelta e ir a buscarlo, tenía claro que era lo mejor que podía hacer, pero detestaba la idea de encontrarlo física y mentalmente desgastado, y tener que curar sus heridas una vez más —No—, se repitió a sí mismo una y otra vez —No, esta noche es mía—, y haría de esta la mejor de sus noches.


Luego de unos segundos recuperó sus pensamientos que se habían marchado junto con él, volteó el rostro y se encontró con la mirada de Lee, con esos ojos que no podía dejar de admirar, y la idea que tuvo en el restaurante volvió a aparecer, sacrificarlo todo, eso era lo que había elegido en el momento en que se convirtió en su maestro; sin pensarlo dos veces abrió sus labio y pronuncio las palabras que significarían el peso de su decisión.


—Si llegas antes que yo al punto de entrenamiento, dejare que tomes las decisiones en la próxima misión.


Y como si se tratara de un gran premio, de un gran trofeo, Lee corrió frente a su maestro, con saltos ágiles y una inclinación que aumentaba su velocidad, alejándose poco a poco frente a sus ojos, ¿valía la pena? Por supuesto que la valía, después de todo ¿Quién era Kakashi? Solo un rival, solo eso. Olvidando su pasado, obviando el peso de sus sentimientos, se encamino rápidamente detrás de su alumno, con la mente ahora puesta en ganar esa pequeña carrera.


Se detuvieron delante del apartamento de Iruka, inconscientemente habían terminado allí, por lo menos para el mayor de cabello plateado. Sin preguntar entro en el apartamento detrás de Iruka, caminó hasta la sala y se recostó en una de las paredes, lo vio caminar frente a él, atravesando la sala para llegar a la cocina, nervioso.


—¿Quieres algo de beber? —Iruka le hablo, con la voz calmada, suave y con ese tono tan amble que lo había seducido hace mucho tiempo. Se concentró en sus ojos y siguió escuchándolo— ¿o prefieres comer algo?


—No, gracias… me iré pronto.


Iruka entró en la cocina y a los pocos minutos estuvo de nuevo a su lado. Sintió su dulce aroma inundar sus sentidos, creyó poder escuchar los latidos de su corazón a medida que se le acercaba, el aire se volvía pesado y la tensión de tocar sus labios aumento. Iruka tomó una de sus manos y la llevo hasta su rostro, posándola sobre su mejilla, sintió su piel cálida. Deslizo uno de sus dedos hasta acariciar la cicatriz que atravesaba su rostro, pudo sentir como las mejillas del joven se calentaban y mostraban un tenue color rojizo, nada drástico, solo el toque perfecto para darle a su rostro la apariencia de alguien menor. Atravesó su mano libre por la cintura del joven, y de un ágil movimiento lo acercó a él, aumentando todo contacto, sintiendo con mayor intensidad sus latidos, pero ahora no era solo el palpitar ajeno, era su propio corazón el que se había acelerado. Tal vez fue eso lo que logró que no opusiera resistencia cuando las manos de Iruka tocaron su rostro buscando retirar la máscara que cubría la mitad de su cara, o tal vez fue, la manera como el permitió que la mano en su cintura se abriera paso a través de su espalda, pero el tacto que ejercía el uno sobre el otro se había convertido en un doloroso tormento, que no hacía más si no aumentar el deseo y las ganas de más, de aumentar aquel contacto. Kakashi tomó el cuello de Iruka con una de sus manos y lo acercó a su rostro juntando sus labios, cerrando sus ojos mientras permitía que el calor lo inundara, lo besó con todo el deseo que había guardado para Gai durante tantas noches, y que ahora era entregado a una persona diferente, a una persona que no amaba pero que con aquel beso prometía estar a su lado para siempre sin importar nada, una promesa que ellos no fueron capaces de hacerse.


Gai había logrado ganarle al final del último tramo, se había girado a verlo con una gran sonrisa en sus labios y con la pose de chico bueno, y antes de darse cuenta estaban entrenando, una batalla como calentamiento, Lee venía por él con todas sus fuerzas, atacándolo en cada parte de su cuerpo con brazos y piernas. Su estilo de pelea había mejorado mucho en los últimos años, y lo comprobaba con cada golpe que acertaba, pero era conciente de que aún quedaba mucho camino por delante, y que ningún momento sería bueno para detenerse. Sin duda Kakashi había abandonado sus pensamientos, su mente estaba concentrada en esquivar los golpes de su compañero de lucha, en controlar su respiración para evitar al máximo el agotamiento, aunque en una parte de su cerebro, él estaba ahí, y miles de interrogantes junto a él, cada uno conduciendo a una nueva pregunta, todas sin respuesta, y la más importante de todas ¿Era acaso toda culpa suya? Sin duda era conciente de que era poco el tiempo que permanecían juntos, pero era un acuerdo silencioso que habían firmado juntos, y también sabía que muchas veces el tiempo compartido había sido desperdiciado en curar sus heridas, o en leer su libro, no, definitivamente no era su culpa, pero entonces ¿Por qué? ¿Por qué en medio de su lucha no era capaz de dejarlo fuera y concentrase en lo que debía? ¿Era tan importante, o era él tan débil que no podía apartarlo? Un nuevo golpe le fue dado, justo en su rostro, el golpe fue de tal magnitud que termino acostado en el suelo, su respiración se descontroló, y por alguna razón no encontraba fuerzas para volver a levantarse. Lee se sentó a su lado y lo miro incrédulo por la forma en que su maestro bajó la guardia durante tan pocos segundos, sin saber que sucedía se arriesgó a preguntar.


—¿Gai sensei? ¿Algo anda mal? – No lo escuchó, era tal el dolor en su quijada o la lejanía de su mente que continúo tirado en el suelo — ¿Gai sensei?


—Veo que has mejorado mucho Lee, ese es mi estudiante.


—Has bajado la guardia, ¿Qué es lo que sucede?


—Anda —dijo levantándose lentamente— hay que continuar, esta vez no te será tan fácil.

Notas finales:

Gracias por leer...

dentro de poco el segundo cap, no estoy segura cuantos capitulas salgan, pero no mas de tres jiji


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