Folie à deux
I
No es que fuese partidario de esa situaciones, pero debía aceptar que todo había ocurrido por su propio descuido, incluso ahora, el sumergirse en esa inquietud no era ni más ni menos debido a su propia debilidad...
El lavabo estaba vació a excepción de un desconocido quién borracho, se aferraba al retrete vaciando su estomago, el ruido de las arcadas era tan desagradable que en lo único que podía pensar era en salir tan rápido del lugar como su necesidad se lo permitiera.
Lavó sus manos con el mismo cuidado de siempre, pero con ese deje de rudeza que la prisa le ocasionaba, el olor del vomito de su acompañante le estaba mareando.
Con un fuerte ruido que le causó un profundo escalofrió aquel extraño terminó de vaciar su estomago y se levantó perezosamente, apretándose el pecho con una mano como si le doliese.
-No vuelvo a beber- fue lo único que dijo justo cuando llegó a su lado abriendo el grifo para refrescarse la cara.
Bufó dándole a entender que no le creía en lo más mínimo, pero que tampoco fuese algo que le importara. Ahora que lo veía podía reconocerlo, aquel extraño no era si no un compañero de su facultad, sabía mayor que él por las matriculas que tomaba, tenían ya un año y algo de conocerse de vista, pero jamás había tenido intercambio de palabras, las pocas veces que el otro le había dirigido la mirada se habían limitado a girar el rostro y ceder el paso, solo comunicándose con gruñidos inteligibles y miradas significativas.
Con un gesto de mano le dijo que se retiraba, mientras el otro apenas y alcanzaba a ver su imagen en el espejo, el malestar volvía a reflejarse en su rostro.
Tenia casi un pie fuera del cuarto cuando escuchó que lo llamaban. Su compañero había devuelto ahora en el lavamanos y entre quejidos le rogaba que no lo dejara solo.
-Gaara, por favor.... quédate-
Cerró los ojos y dejó que la puerta se volviese a cerrar. No es que fuese del tipo bueno que supiera que hacer cuando alguien estaba en aprietos, ni siquiera podía dar un consejo sin afligir más a su aconsejado, sin embargo algo ahí le había obligado a quedarse. Tal vez el hecho de que a pesar de creer que el otro no le conocía sabía su nombre o incluso la sensación extraña que le ocasionó encontrar a alguien conocido en aquél su café alternativo favorito, la curiosidad era su mayor defecto.
-¿Que necesitas?- preguntó rudo aguantando la respiración, entrecerrando los ojos para no ver la mezcolanza que había arrojado al lavabo.
-Necesito...- tenia los ojos entrecerrados, unos mechoncitos de cabello negro cayeron sobre sus ojos dándole un aspecto nada amigable y entonces lo sintió, una punzada al costado de su abdomen, el calor de la vida quemándole las venas...
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Para cuando recuperó la conciencia lo primero que hizo fue mirar hacia todos lados. Estaba en un cuarto oscuro y frió, algo en su abdomen dolía bastante y a juzgar por la mordaza y la gruesa cuerda que lo ataba de piernas y manos había sido secuestrado.
A menos que de un momento a otro a su familia le importase remotamente lo que le ocurriera, estaba seguro que a falta de rescate pronto moriría.
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La puerta se abrió y entrecerró sus ojos ahora sensibles a la brillante luz
-Por fin estas aquí- esa voz resultaba tan terriblemente familiar como el rostro de quien lo había raptado
"Uchiha" quiso decir pero la mordaza ahogo su palabra
-De eso deduzco que me recuerdas- el chico sonrió superior, lo sabía por que sus dientes blanquecinos resplandecieron
La puerta volvió a abrirse y por ella entró el autor físico de su secuestro, aún no sabia su nombre pero encabezaba en su lista de asesinatos
-Uuu esa mirada, él te detesta Sai- Sasuke se burlo mirando al chico quien se encogió de hombros indiferente al desprecio de Gaara
"Sai" - razonó Gaara - "Sai no sé qué y Sasuke Uchiha" - tenia frente a él al genio de 5° curso y el chico desconocido de 7°-"¿por qué lo habían secuestrado?, ¿por que charlaban como si nada mientras él veía sus rostros?, ¿Por qué no les preocupaba que los identificara?... pensaban matarlo, no hay necesidad de ocultarse si pensaban matarlo... ellos iban a matarlo"- era demasiado tétrico para ser una broma aunque a Gaara "broma" sería una opción que jamás pasaría por su cabeza.
Él era un misántropo, su filosofía de la humanidad era incapaz de aceptar una desgracia como algo no previsible, sabía que en una sociedad tan absurda y podrida como en la que vivía suerte había corrido cumpliendo los 19 años con solo un asalto. El secuestro era una opción que siempre se había planteado ocurriría en su vida y a pesar de eso no la esperaba en el momento en el que ocurrió ni de la manera en que lo hizo y hacia... ¿Moriría?
-¿Cómo estas?- pregunto Sai acercándose a su altura pero de igual manera no esperaba respuesta, después de todo sabía que estaba amordazado -Disculpa por lo del cuchillo- levanto su playera y Gaara pudo ver la herida ya vendada en uno de sus costados, Sai retiró la venda y el dolor lo invadió mientras el pelinegro limpiaba la herida con paciencia -No pretendía lastimar tu nuevo cuerpo, pero el otro estaba ahí y no habría querido acompañarme-
Gaara lo miró directamente -"otro, ¿Cuál otro?"-
Sai miro a Sasuke aún hincado frente a Gaara -Es él- le dijo con una enorme sonrisa -ahora puedo verlo, es él-
Sasuke solo lo miró con un claro "Te lo dije" pintado en el rostro y si Sai hubiese podido demostrar sentimientos habría llorado.
Ambos dirigieron la mirada hacia el pelirrojo, él estaba perdido, alucinado, algo aterrado -Que bueno que volviste Naruto- declaró Sai quitándole la mordaza a Gaara.
-"¿Naruto?"-