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Buen Buqué. por arcasdrea

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Notas del fanfic:

Una loca idea nacida de una seria conversación por msn. Culpa total de Lupillar y Liho, por andar hablando que le gustan los hombres mayores y uniformados. A mi también he de confesar.

Será un fic largo, parecido al estilo de Pan con Limón, o tal vez peor. Y desde ya pido disculpas por si los personajes propios de la serie son un tantillo OCC. 

Declaro: Que ningún personaje de Slam Dunk me pertenecen. Sólo los uso para mi diversión personal y de la de ustedes.

 

Notas del capitulo:

Creo que esta Semana Santa mi muso tuvo inspiración divina, nunca había escrito ni actualizado o subido tantos fics como en este periodo. Espero que no sea solo una racha temporal, si no que perdure por algún tiempo, pero lo que es este nuevo proyecto me entusiasma mucho, porque es tan especial a como cuando escribi Pan... siento que son fics gemelos, porque son (ambos) todo un desafio.

Desde ya muchas gracias por leer. 

Cariños, Andre. 

Buen Buqué

By Arcasdrea

Prólogo


Mi padre tiene complejo de tortuga, pues conduce tan lento a como camina una. Estoy aburrido, no llevamos música, mi Game Boy está empacado en las cajas que van amontanadas en el asiento trasero, junto con mi basta colección de mangas. Fui muy tonto al no traer nada conmigo para divertirme, pero mi padre insistió en que el viaje sería corto. ¡Corto los pocos pelos que ostentas en la pelada!. Que fastidio, el mismo paisaje pasa frente a mis ojos hace más de una hora. Sólo árboles y más árboles, tras una infinidad de cerros y más cerros.

- ¿Aburrido? – pregunto mi padre, desviando un rato la vista de la conducción para concentrarla en mi. Yo le lancé una mirada convincente para que no le quedará duda de que “Aburrido” era poca palabra para lo hastiado que estaba.

- ¿Pongo música?

- ¡¡Mon Dieu!! ¡¿Y después de una hora de viaje en silencio me vienes a preguntar por la música?! – grite desesperado. Realmente no cabia en mi la idea de que mi padre fuera tan cruel.

- ¡Deja de bramar, puberto! - me espetó mientras prendía la radio. Yo me enfurruñe en el asiento, realmente me molestaba cuando usaba el apelativo de “puberto”. Sé que tengo 16 años y aún soy un crio, pero que tenga que recordármelo siempre me enoja. Me considero alguien bastante maduro al común de los mortales de mi edad, por lo mismo me saca de quicio el que me traten como chiquillo.

- ¿Te molesta la mudanza? – pregunto después de dos canciones anticuadas. ¿No hay algo mejor en el dial? Un buen rock, por ejemplo.

- No me molesta, ya estoy habituado – he vivido en cinco lugares distintos desde que tengo uso de razón. Mi padre hace poco fue ascendido a Capitán de Fragata, por lo que ahora nos mudamos a Sasebo y espero por mi bien mental que duré un buen tiempo allí.

- Tendremos Internet, así que podrás hablar con Yohei todos los días.

- Hablar por chat no es lo mismo que salir con él y poder jugar soccer hasta que anochezca.

- No me agrada tu mala actitud.

- Estoy cansado de las mudanzas. Todos los amigos que tengo son por correspondencia. ¡Bendito sea el Internet! – exclamé al final con sárcasmo.

- Dijiste que no te molestaban...

-Y no me molestan, pero me cansa el no poder tener un lugar fijo... siento que no pertenesco a ningún lado.

- Ya me dijo eso la Sra. Kansaka.

- Esa fisgona – mascullé por lo bajo, pero mi padre me escuchó muy bien.

- ¡Oye! – me advirtio como si yo fuera un cabo dirigido suyo.

- No sé por qué me tuvieron que mandar de la escuela con esa señora. Yo no necesitaba una loquera.

- No es una loquera, es una consejera.

- Son sinónimos.

- Deberé mandarte a la escuela militar, estás insubordinado.

- Aprendí del mejor – le miré de soslayo y sonreí victorioso cuando él se sonrojo.

- Esta música está aburrida – dijo para cambiar de tema y presionó botones en la radio hasta dar con...

- ¡Mon dieu! ¡Silent Jealousy! – grite emocionado apartándole la mano de la radio, para subir el volumen.

Los acordes de X Japan retumbaron en los vidrios del auto y mi padre debió bajarlos para que no siguieran estremeciéndose. Yo seguí en lo mio, cantando y cabeceando al ritmo, mucho menos me di cuenta de que mi padre golpeaba con sus dedos el manubrio siguiendo los baqueteos de Yoshiki. Bueno, después de todo fue él quien me pegó el gusto por X Japan.

Sin embargo, cuando mi mirada se posó por un nanosegundo en la vista que habia tras el parabrisas no se pudo despegar de ahí. El mar. Azul, tranquilo y brillante mar. Era hermosa la forma en como Sasebo recibia a sus viajantes.

- ¡¡¡Mon Dieu!!! ¡¡¡Es espectácular!!! – grite emocionado viendo como el camino bajaba entre cerros hasta la bahía de Sasebo, mostrando todo el extenso mar que le rodeaba.

- Es hermoso en verdad – concedió mi padre mientras bajaba el volumen de la radio.

Bajamos por la carretera, dando unas cuantas curvas más hasta desembocar en la avenida central de Sasebo. De ahí mismo fuimos a dar a una calle más pequeña, llena de locales de abarrotes, ferreteria, ropa y cosas extrañas pero útiles. Saqué nota mental de todas las comiquerias que vi, para visitarlas después y así nutrir más mi colección de mangas.

Después de unas cuantas cuadras más, siempre en dirección hacia el mar, llegamos hasta el frontis de la Base Naval de Sasebo. En el control de la puerta mi padre mostró sus papeles y luego del saludo militar respectivo del grumete de turno subieron la barda para dejarnos pasar. Esta base no es muy distinta de la que dejamos en Tokio, así que no presté atención en mirarla con lujos de detalles.

La base es como una mini ciudad, por lo mismo cuenta con hospital y escuela propia, en donde yo ya estoy inscrito, por suerte aún falta una semana para ingresar a clase, pero mi padre se contacto con un amigo aquí, así que ya tengo todo el uniforme comprado. Espero que las medidas dadas por mi padre hayan sido las correctas, porque no quiero ir el primer día de clases con un pantalón que me llegue a media pierna.

Nuestra casa está bastante alejada de los muelles, en dirección contraria al mar. Cuando la vi me parecio pequeña para los dos, pero una vez adentro vi que era bastante cómoda. Por suerte la empresa de mudanza trajó nuestros muebles dos días antes, dejándola lista para nosostros. Además me gusto la idea de que mi pieza fuera el cobertizo, toda una planta para mi solito, además de que tenía un gran tragaluz que daba una magnifica vista al mar.

- ¡Hijo! ¡Hora de cenar! – deberé dejar la instalación de mi computadora para más tarde, pues mi estómago escucho esas palabras y rugió como león.

- ¿Qué hay de rico, Capitán?

- Pizza – tenía puesto su ridículo delantal de volantes color amarillo.

- ¡Mon Dieu! ¿Para qué te pones mandil, si el máximo esfuerzo que hiciste por la pizza fue sacar dinero de tu cartera?

- Porque me hace sentir hogareño – y se rié con su característica risa de poseso.

Me reservaré comentarios al respecto.

- En un rato vendrá mi amigo a dejarte el uniforme.

- Que bueno – le contesto apartando una rodaja de tomate de mi pedazo de pizza... aún la pide sabiendo que la detesto con tomate – ¿Hay equipo de soccer en este colegio?

- No lo creo, aquí es más popular el basquetball.

- Lástima, quería apuntarme para delantero.

- Y sí intentas con el basquet – me sugirio – ya tienes la altura.

- Podría ser – no descarto opciones, tengo facilidad y habilidad para cualquier deporte... menos el ajedrez, no tengo tanta paciencia para estar sentado moviendo fichitas en un tablero. Creo que es por que soy hiperáctivo.

Mi padre me desafio, como siempre, a quien comía más pizza, y como siempre también, le gané. Aunque el castigo fue la nada misma, pues solo le tocó lavar los vasos que ocupamos para la bebida. Yo aproveché de ir a jugar dominadas al jardín delantero, la instalación de la computadora la aplacé para más tarde.

El dominar el balón es tan mecánico para mi, que aproveche de echar unas miraditas alrededor mientras elevaba el balón intercalando las rodillas con los pies. Era un barrio tranquilo, no había mucha gente afuera, sólo un caballero regando su jardín tres casas más arriba y unos niños de primaria jugando con unos muñecos de acción en la vereda.

Suspiré algo decepcionado, esperaba ver a alguien de mi edad y entablar una conversación, pero al parecer estaba rodeado de los dos extremos; o muy viejos o muy enanos.

Por distraido pateé el balón con más fuerza, saliendo disparado para caer estruendosamente en el capo de una camioneta que justo había estacionado frente a nuestra casa.

- ¡¡Ahh!! ¡¡Lo siento! ¡No fue mi intención! – corrí a disculparme con el conductor que ya estaba bajando del vehículo.

- Do’aho – paré en seco al escuchar el insulto, bien sabía que me lo merecia por distraido, pero que un desconocido me viniera a decir eso me enojaba.

- ¡¡Teme!! ¡¿Cómo se atreve?! – le proteste, atreviéndome a mirarlo desafiante a la cara, pero no pude más que quedar embobado con él.

Nunca antes me había pasado, pero mi pulso se aceleró de golpe, al mismo tiempo que mi corazón comenzó a correr. Este hombre es impresionante, y la calificación le queda chica. Es muy alto, tan alto como mi padre, pelinegro, pero lo más fascinante son sus ojos azules. Frios y distantes, como el mar y que están clavados en mi, como dos dagas letales, debe estar muy enojado por lo de su auto, pero esa mirada por más siniestra que sea no me asusta... me atrae. Observando más a mis anchas caigo en cuenta de que es Capitán de Corbeta, lo sé por sus indicativos de grados de su uniforme, que lo hace ver tan... ¡Aish! ¡Debo estar mal de la cabeza! Nunca antes me había impresionado así ante un hombre, pero él...

... no es cualquier hombre.

-¡Rukawa! – el grito de mi padre a mi espalda me abstrajo de aturdimiento.

- Hola, Sakuragi – desvio su fria mirada de mi, para saludar a mi padre.

- ¿Está bien tu auto? Vi todo desde la cocina.

- Tu hijo es un do’aho – masculla inmutable. Ni siquiera arruga la nariz al tratar al hijo de su amigo de manera tan gratuita.

- ¡Oiga! – protesto berrinchudo.

- ¡Hanamichi, disculpate con Rukawa-sama! – me advierte mi padre con una mirada igual de severa que la del aparecido, pero no tan atrayente.

- Disculpe lo de su auto, no fue mi intención – cedo finalmente, pero no soy de guardarme las cosas – pero usted también me debe una disculpa por tratarme de Do’aho.

Mi padre abrió enorme los ojos por mi atrevimiento, y vi claramente que el entrecejo se le marcó más, pero el Aparecido ni siquiera movió un músculo.

- Tiene agallas tu hijo, Sakuragi – esboso una media sonrisa con presunción, que me hizo compararlo con algo que había visto antes... ¿Qué será? ¿Qué será? – pero aun así sigue siendo un Do’aho.

Cuando más se le estiró la sonrisa en la cara, un flash mental y el enojo por como me trató me recordó a qué se parecia...

- ¡Pues si yo soy un Do’aho, usted es un Zorro apestoso!

No hice caso a los gritos de mi padre advirtiéndome que volviera a disculparme o si no me castigaría. Corrí directo a mi cuarto, pegando un fuerte portazo, para después caer pesado sobre mi cama aun desecha.

- ¡Ese hombre es un idiota! – gruñi enojado a contra almohada.

Aunque quedé con la sensación de que había dicho una gran mentira.

¡Mon Dieu! No debo estar bien de la cabeza.

 

 

Notas finales:

Me abocaré a tres proyectos por ahora: Mansaka (Que termina en el siguiente capi), Nací para Amarte (Paciencia, plis. Estoy trabajando en él ) y este, Buen Buqué.

Pues he tenido dos ideas adicionales a estas, pero las guardaré por un tiempo en el archivero. 

Muchas gracias por leer. Nos estamos viendo en el siguiente. 

Cariños, Andre. 


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