Kai, para su mal, sabía que tenía mucho que agradecerle a Bryan. Y por mucho que le desagradase, debía admitir que con el tiempo había llegado a conocerlo bastante bien. Se conocían desde chicos, por lo que en la adolescencia, decidieron compartir apartamento (“Si, si, te lo sugerí cuando estabas ebrio y con poca capacidad de razonar, me aproveché, soy una mala persona, ya supéralo”).
Este no dudaba en decirle cuando había sobrepasado sus metas (“Kai, cuando creo que no podrías ser mas patético, te superas a ti mismo”).Cuando le dijo que le gustaba otro chico, no dudó en apoyarlo (“Si vas a declarártele a Tala, estaré a tu lado. Heh, Quiero ver cuando hunda su puño en tu cara”). Le dedicaba frases de aliento ante sus desilusiones (“¿En que pensabas al decirle que te daba igual que fuese tu novio? No naciste para el romanticismo”).
No temía en darle su opinión en temas de suma importancia (“Si, ya se que no te importa lo que yo diga, pero en serio te quedan bien la bufanda y las marcas en el rostro”). Cuando llegaba tarde por culpa de su trabajo al apartamento que compartían, se mostraba muy preocupado (“¿Dónde estabas Kai? El casero vino y dijo que si no pagamos este mes: A la puta calle”).
Cuando se enfermaba, él lo cuidaba con esmero (“Maldita sea Kai, mira que tener que dormir contigo para vigilar tu fiebre… le cuentas esto a alguien y te mueres”).
En el momento en que se enteró que perdió su trabajo por insultar a su jefe, su compañero se mostró comprensivo y realista (“Se acabó, a la puta calle”)
En aquellos tiempos, Bryan demostró tener grandes habilidades para mover los corazones de la gente para las dadivas (“¡Que no les robé!... Solo les mostré las ventajas de ser generosos con las personas que ya no tienen techo para vivir, no seas exagerado”).
Cuando fue a la cárcel a causa de Bryan y cierto malentendido con cierto hombre que resultó ser oficial –él trataba de detener a su honesto compañero-, su amigo se mostró optimista a pesar de las condiciones (“Bueno, al menos ahora tendremos techo y comida por un buen tiempo, eso es algo bueno ¿No?”).
El estar tras las rejas lo hizo deprimirse un poco, pero por supuesto, Bryan lo animó (no te preocupes, si intentan violarte, yo te defiendo… nadie toca tu trasero mientras yo esté en guardia, como en los viejos tiempos.). Porque Bryan era alguien a quien le confiaría su vida (Honestamente, aun no puedo creer que me aguantes tanto. Si yo fuera tú, hace rato me hubiera abandonado luego de golpearme. No se si pensar que eres muy tonto o te importo mucho. Creo que por eso te quie…quie… ya me entiendes).
Por eso, cuando terminaron de besarse dentro de aquella vieja celda, a Kai no le sorprendieron las primeras palabras de su ahora jadeante pareja (“No seré la mujer de la relación”). Lo que si le sorprendió es lo que pretendió hacer en cuanto se apagaron las luces (“Maldición Kai, solo tenias que decirme que no metiera mi mano, no tenías que pegarme tan fuerte”).