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Yo lo pagaré por jaguar_et_quetzal

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Notas del fanfic:

Umm.....tardé horrores en terminarlo y tan sólo es un one-shot......ah............en fin. Me resulta inevitable escribir historias de humor y últimamente Viewfinder no sale de mi cabeza.

Notas del capitulo: Que mas puedo decir...............nada, sólo disfrútenlo.

Sonidos húmedos, ecos roncos, gemidos sugerentes. Como una marioneta, Akihito era sostenido por las firmes manos de Asami; desnudo, ruborizado y totalmente excitado se dejaba llevar por el ritmo del empresario, que por ahora era tranquilo y acompasado (casi podría decirse ‘considerado'), pero que de ninguna forma engañaba a Akihito, él sabía que de un momento a otro cambiaría a esa forma marcada, feroz y profunda, distintivo particular de Asami. En su regazo y dándole la espalda, emulaba, como una analogía más apropiada, un títere ventrílocuo representando un acto sublimemente erótico.

   Ubicados sobre el escritorio de madera pulida, Takaba trataba de definir o recapitular cómo es que había terminado, una vez más, sucumbiendo ante ese hombre....y en su oficina.....y sintiendo, de inicio, que era casi una obligación permitir que sucediera.

 

  El día era templado y agradable, de hecho, pintaba para ser un excelente día de primavera. Akihito miraba su reloj de pulsera mientras esperaba el tren que lo llevaría de regreso a su hogar en Kichijyouji, tenía toda la tarde libre al haber terminado pronto su trabajo cubriendo una exposición de pinturas; no fue el trabajo más interesante y estuvo muy lejos de asemejar una investigación, pero ¡hey!, había sido rápido, fácil y sobre todo bien pagado por el petulante junior autor de los cuadros, quien había repartido fatuas sonrisas entre sus invitados, procurando a la par salir en cada una de las fotografías como primer plano, aún a expensas de sus ‘brillantes' obras. Desagradable, sin embargo a Takaba nada de eso le había importado mucho, al menos él no tenía que fingir interés o admiración como la concurrencia snob que aplaudía y elogiaba cada ejemplar de new art (o aquella forma de llamar todas las cosas que no sabes dónde o cómo catalogar), tan sólo debía procurarse buenas  impresiones y era muy bueno en eso.

-‘Señores pasajeros de la estación Shibuya, se les comunica que por problemas en la línea se suspenderá el servicio de manera indefinida, lamentamos el inconveniente." -Notificó la característica voz aterciopelada e indiferente que eligen para dar anuncios por el altoparlante.

-Genial-pensó Akihito con sarcasmo.

   Todos los que se encontraban en el andén comenzaron a salir, no sin permitirse protestas y comentarios poco amables hacia los operadores de la estación.

   Ya en la calle, Takaba no lo pensó mucho para continuar su camino, tomaría el autobús hacía Shinjyuku y de ahí el que lo llevaría a Kichijyouji, aunque esto le aumentaría al menos dos horas de viaje y doble gasto de transporte, pero ni hablar, en Shibuya no había nada interesante que ver, no que él conociera, y a pesar del retraso aún quedaba buena parte del día; podría alcanzar a revelar el rollo, cambiarse y rentar una película e incluso, por qué no, invitar a su amigos.

   Como otro consuelo, el viaje fue rápido al presentar un tráfico muy fluido, por lo que pronto se encontró caminando por el barrio de Shinjyuku, que también se observaba bastante despejado en cuestión a la afluencia de autos, lo cual era bastante bueno si se dejaba de lado lo del gasto extra.

   Sin poder evitarlo se paró en la esquina, si doblaba a la derecha encontraría a pocas cuadras la parada del autobús hacia Kichijyouji, si doblaba hacia la izquierda...........

-¿Estará ya abierto el Club Shion?- se preguntó casi automáticamente.

   Se censuró a sí mismo por haber pensado en ese lugar, o más específicamente en la persona directamente vinculada a ese lugar (puesto que el establecimiento en sí era intrascendente),  pero había cierta fuerza que lo empujaba ¿o más bien lo atraía?

   Era una curiosidad morbosa, lo sabía; una situación que entrañaba ‘peligro', lo tenía claro (un peligro del que no podía dar detalles estando menores, señoras y señoritas presentes); un reto a la suerte en una ruleta de la integridad, cuya mayoría de números estaba a favor de......

-¡Qué tonterías! Estoy pensando demasiado en algo que no tiene caso, es tan  improbable que lo vea como el que el lugar ya  esté abierto

   Caminó hacia su derecha, retomando los incipientes planes que había formulado durante el trayecto anterior.

   Inesperado, se utiliza para describir algo de lo que no se tenía expectativa, sin embargo, eso no define necesariamente si es bueno.......o malo. A mitad de la segunda cuadra algo llamó poderosamente su atención, se detuvo tan sólo un momento para luego dirigirse hacia allí a un paso que estaba en el borde de la carrera; no lo podía creer, era tan sorpresivo que no pudo hacer menos que exigir inmediatamente.

-¡Déme dos órdenes! -pidió de forma enérgica. Que increíble suerte, hacia meses que no comía albóndigas de pulpo y ahora se encontraba con un puestecillo nómada en los que, por alguna razón desconocida, siempre saben mejor las cosas que hechas en casa, así que debía aprovechar la ocasión,-  mejor déme tres, dos para llevar y una para ir comiendo.

   Mientras el tendero preparaba los paquetes para llevar, le pasó el que estaba listo para consumirse; Akihito aspiró profundamente el delicioso aroma que emanaba de aquellas bolitas condimentadas y la boca se le hizo agua, definitivamente no podía esperar más para saborearlas. Tomó los palillos, dio gracias por la comida y pasó su lengua por los labios mientras sujetaba el primer bocadillo.

-Así que en esto gastas tu tiempo..cuando no te estas metiendo en problemas, claro.

   Los palillos quedaron en el aire, entre el plato de unicel y su rostro; la albóndiga se dirigió al suelo, terminando su corta y sazonada existencia en el agnóstico asfalto; la boca permaneció abierta, sólo un poco menos que sus ojos los cuales estaban de par en par.

   Desde el primer momento había reconocido la voz, y ese tono sarcástico que -le parecía- imprimía en la mayoría de los comentarios dirigidos expresamente hacia él, pero eso no impidió que su rostro mostrara cierta incredulidad. Sólo le vasto voltear un poco para confirmar su desagradable sospecha, aparecido como por arte de magia -posiblemente negra dada la desdicha-, el portentoso Asami Ryuichi se hallaba justo tras de él, con su siempre pulcra y refinada postura.

   Por un momento, Takaba meditó si lo había convocado en el momento que pensó en él y en el Club Shion, puesto que ¿no era demasiado temprano para que anduviera por ahí? Debía entrenarse entonces, antes de que comenzara a leerle el pensamiento.

-Pero ¿qué..?

-¿Qué hago aquí? El Club Shion está en este distrito, por si lo habías olvidado. No -continuó, tras un breve espacio-, no creo que lo hayas olvidado.

-Pero no..

-No está abierto, es aún temprano -demasiado tarde, ¡ya había empezado a leerle el pensamiento!- sin embargo, eso no impide que trate diversos asuntos....como el encontrarte ahora.

   Esto último lo mencionó casi al ras del oído y la piel del fotógrafo se crispó junto con un pequeño respingo.

-De..deberías entonces ir a atender esos asuntos. Yo tengo los míos.

   El hombrecito del puesto le hizo señas de que su pedido estaba listo. Asami miró el paquete y sonrió burlescamente.

-No sabía que comer ‘chucherías' ambulantes fuera una ocupación.

   Akihito se indignó ante el comentario, el que no estuviera haciendo nada ahora no significaba que no tuviera algo importante que hacer.

-Bueno, si ya terminaste de criticarme, sería bueno que retomarás tu camino- le sugirió molesto.

-Un beso siempre es una buena forma de iniciar el día -le susurró de manera pícara el empresario.

   Se ruborizó hasta la punta del cabello, no iba a forzarle un beso en medio de la calle y con el tendero de espectador en primera fila, ¿o si?

-¡Estás loco! -farfulló entre dientes Takaba, intentando que el dependiente no se diera cuenta de lo que sucedía (aunque el hombrecillo sólo sonreía amablemente esperando el pago de las órdenes; igual podría haber llegado pie grande o un extraterrestre dando la respuesta al sentido de la vida y él seguiría teniendo en mente el cobro del pedido). Asami miraba divertido los intentos de Akihito por ocultar su turbación y ‘guardar apariencias' ante un desconocido.- Mejor ya vete, tienes cosas que hacer ¿no?

-Si, pero nunca está de más.

   Dicho esto sujetó con ambas manos la cadera de Akihito, quien al sentir el contacto no pudo menos que sobresaltarse y girar como respuesta refleja.

   Desgracia, se utiliza para nombrar algo que, independientemente se haya o no previsto, tiene consecuencias definitivamente... negativas. Aludiendo de manera aficionada a la física, la fuerza centrífuga describe la conducta de los objetos a un movimiento rotatorio, situación en la cual parecen salir despedidos en dirección contraria al centro producto de su inercia; situación no considerada en este caso, hasta que el resultado fue evidente. Las pequeñas albóndigas vieron doblegada su resistencia a desplazarse fuera de su posición en el plato, en el brusco movimiento de su casi consumidor; luego, su deslizamiento en el espacio fue drásticamente interrumpido por un imprudente chaleco de lana azul cobalto.

   Cualquier protesta había quedado atrás; la cara de Akihito era la expresión de alarma manifiesta, toda su atención se repartía entre la irregular y notoria mancha y la reacción de Asami. El empresario lo miraba interrogante, Akihito expectante. Asami no pronunció palabra alguna, el fotógrafo lo interpretó como profunda molestia.

-Yo, yo, yo.....-Las pequeñas albóndigas se escurrían perezosas por la prenda, como si al final hubiesen decidido que era un buen lugar para vivir y trataran de aferrarse al tejido ¿Podría sacarse esa mancha?

-¡Yo lo pagaré!- manifestó Takaba con precipitada vehemencia. Asami finalmente levantó una ceja y las albóndigas cayeron al suelo; un minuto más de silencio transcurrió antes de que sus labios se despegaran.

-A las 7.

-Eh?

-Te espero a las siete, a la entrada del edificio de mi oficina.

    ¿Tenía que pagarlo hoy mismo? Pequeño detalle no tomado en cuenta.

-Entonces iré a mi casa por el dinero.....si..es que..tengo suficiente...emm..¿qué costo tiene el traje?

   ¿Le alcanzaría para pagarlo? Otro pequeño gran detalle pasado por alto. El empresario sacó una pluma y una tarjeta del bolsillo interior de su saco, garabateó algo y le pasó el papel.

   El joven fotógrafo lo tomó con curiosidad, calculando qué tanto de su sueldo debía de sacrificar.

-Aaahh!! -el alma se le fue a los pies- yo...ahora mismo no cuento con todo el dinero -musitó un tanto molesto.

-De cualquier forma no esperaba que lo tuvieras disponible.

-Eh?

-7 p.m. -repitió; Akihito hizo ademán de replicar- no estoy interesado en que me entregues  el dinero, trabajarás para cubrir su costo.

-¿Trabajar? ¿En qué? -preguntó Akihito desconfiado. Asami sonrió.

-En mi oficina, por supuesto.

   Eso no respondía ‘hacer qué' -lo que en verdad quiso preguntar-, sino ‘dónde', sin embargo por un momento Akihito consideró que realmente prefería no saberlo.

   Se mordió el labio, quería pensar otra solución que no implicara quedar al alcance de ese hombre pero de momento su mente agolpaba las ideas como usuarios en un vagón de transporte público, apretujadas y sin sacar alguna útil.

   Unos golpecitos en el hombro le sacaron de sus vanos intentos de lucidez, el tendero seguía con su complaciente sonrisa, sólo que ahora extendía su mano, palma arriba, algo debía depositarse ahí.

   Akihito buscó en el bolsillo derecho de su pantalón cuando una mano cruzó por delante de su rostro; el hombrecito sonrió aún más al recibir el pago y una seña de quedarse con el cambio.

-No necesito que pagues mi comida -pronunció molesto.

-Si quieres súmalo a la cuenta- dijo Asami mientras se retiraba.

 

   Cuatro horas transcurrieron junto con el ir y venir de los automóviles, cuatro horas de ver hacía la nada sentado en la banca de un parque con la única acción recurrente de ingerir a intervalos de 10 minutos una albóndiga de pulpo de las órdenes que le quedaban. Por cierto, estaban buenas. No había tenido caso regresar a casa tan sólo por una hora o dos a los mucho, la tarde se había arruinado respecto a sus planes, la noche.....prefería no pensar a fondo en ello. El sonido y la vibración de su celular lo abstrajeron de su ensimismamiento. Ligeramente desconcertado revisó la pantalla, se trataba de un mensaje.

-- [7 p.m. no lo olvides] --

   Akihito estrujó su celular, aunque no era al móvil al que realmente  deseaba ahorcar ¿Cómo podía ser tan desagradable (desgraciado, infeliz, etc, etc.)? ¿Se entrenaba para ello? Maldijo en voz baja al autor del mensaje y luego, con resignación, se levantó de la banca para tomar rumbo; sus pasos eran lentos y distraídos como si con ello el tiempo también se retrasara, ¡que ironía! Unas horas atrás había tenido la tentación de merodear cerca de aquel lugar (o mejor dicho, de aquel hombre), y ahora...

   6:55. Muy a su pesar llegó a tiempo, aún cuando aquella oficina se encontraba mucho más lejos que el Club ¡maldito sentido de la responsabilidad! Se acercó al guardia pensando en qué le diría para que lo dejara entrar, no obstante en cuanto se identificó el portero le dejó pasar señalándole los ascensores. Se sorprendió a si mismo apretando el botón del piso correspondiente como si lo hiciera cotidianamente, lo mismo que al salir del pasillo y encaminarse hacia la oficina; si le molestaba que Asami supiera tanto sobre su persona, la verdad es que él no se quedaba atrás, conocía la dirección de su casa, de su oficina y, de alguna manera, su horario, menos mal que "no quería tener tratos con él"; sumado a ello podía sentir ese hormigueo en su estómago que iba creciendo y ascendiendo a cada paso que daba, y que no lograba definir entre una ansiedad desagradable y una -había que admitirlo- entusiasta expectación.

   Megane se encontraba en el pasillo, aguardando junto a la puerta, en cuanto le vio lo saludó con una reverencia invitándolo a acercarse.

-Sr. Takaba, buenas noches.

-Uh, buenas noches, emm....se encuentra...Asami?- preguntó viendo hacia la puerta.

-Por supuesto, gracias por llegar a tiempo -otra inclinación-. Asami-sama está atendiendo unas llamadas, pero me dio instrucciones sobre sus tareas, sígame.

   Akihito se sorprendió de que no entraran, sino que se dirigieran a otra puerta, externándolo al mantener su mirada en la que dejaran atrás.

-Por aquí- le indicó señalando otra entrada. Akihito entró a lo que parecía un cuarto de archivos muy bien cuidado; alfombrado, paredes de madera lacada e iluminación adecuada, bien podría haber sido una bonita oficina por la excepción de que no había nada más que gavetas y estantes y carecía de ventana. Akihito se aventuró a preguntar.

-Es.. esta su oficina?

-No, este es el cuarto de archivos- respondió respetuosamente, aunque había dejado escapar cierto tono de obviedad.

-Ah, claro- expresó Akihito. Bueno, finalmente existen jefes que tienen a sus subordinados en las condiciones menos apropiadas, al parecer este no era el caso, y aún así el lugar no era desagradable.

-Mi oficina está del otro lado; considerando a partir del pasillo, nos encontramos a la izquierda de la oficina de Asami-sama, mi oficina esta a la derecha, de cualquier forma ambas conectan con la principal -señaló una puerta al fondo de una hilera de archiveros que Akihito apreció tras la espalda del asistente.- De este lado está un pequeño cuarto de cafetería -Takaba le miró ligeramente interrogante-, por cualquier cosa que se necesite -aclaró.

-¿Y qué se supone que voy a hacer?

-Re-archivar -respondió abriendo un cajón- deberá poner en orden estos papeles.

-¿Eso es todo?, terminaré muy pronto -dijo Akihito con cierto desdén.

-Este no es el único cajón, es el primero -indicó Megane impasible.

-¿¡Eeh!? ¿Quiere decir que....? -preguntó señalando todos los estantes.

   Megane afirmó con un leve gesto.

-No voy a mentirle, es parte de mis obligaciones ya que realmente nadie tiene acceso a esta información más que yo, pero Asami-sama me dio instrucciones de manera que usted adelantara parte del trabajo.

    Eso significaba que Asami depositaba su confianza en él. Akihito no pudo evitar sentirse bien ante este pensamiento.

-Bien, debe organizar por fecha, cliente, solicitud, pedido, facturas, todos estos en orden alfabético, recibos igualmente, anexar en un solo expediente por empresa, separar a aquellos que presenten papeles de persona física de las personas morales preferentemente con fólder de distinto color, dentro deberá colocar además una hoja con las cantidades manejadas con esa persona, separando el subtotal y el IVA, también deberá tomar en cuenta clientes nacionales y extranjeros, esos puede diferenciarlos con calcomanías en la esquina de la pestaña del fólder, utilice las separaciones en el archivero para colocarlos en el orden alfabético que le mencioné y si se llena algún cajón deje espacio en el siguiente desplazando hacia abajo los siguientes, es decir, no junte un grupo con otro. ¿Alguna duda?

    Conforme dio las indicaciones, Megane fue sacando los materiales necesarios (hojas, folders, clips, engrapadora, marcador, etc) y señalando los estantes. A su vez, la expresión de Akihito se fue haciendo más amarga, dejando de lado lo confundida; con la última pregunta ya no supo que contestar.

-Supongo que no -musitó.

-Muy bien, me retiro.

-¿Va a su oficina? Digo, si no le molesta la pregunta.

-No me molesta, y no, termino mis actividades.

-¿Eh? Pero ¿no va a supervisar o..? - Ayudarme, pensó Akihito.

-No, confío en que lo hará bien, de cualquier manera mañana veré sus avances, puede retirarse a las 3 a.m, un taxi lo llevará a casa. Buenas noches -con una última inclinación salió del cuarto.

-Vaya, que tipo más seco- expresó Akihito. Por alguna razón, a pesar de sus palabras y modales, Akihito pudo sentir un poco de reticencia por parte del asistente ¿sería que realmente no había sido su intención irse? -En fin,- suspiró -mejor empiezo ya, ahora sí creo que me llevará toda la noche- volteó hacia la puerta del fondo- ...negrero- gruñó.

 

   11:00 p.m. Cuatro horas habían pasado desde que comenzara con su labor sentado en el piso de elegante alfombra verde olivo. El cuello y la espalda le dolían un poco por lo que constantemente se arqueaba tratando de contrarrestar la desagradable sensación y cada vez que lo hacía sus ojos se dirigían automáticamente hacia un reloj de pared que había descubierto tras unos revisteros.

   Ordenar archivos no era particularmente agradable ni desagradable, y sabía que lo hacía para remunerar el penoso incidente, pero aún así había algo que lo desanimaba, sin querer admitirlo, pero en el fondo haciéndolo, había esperado que la actividad estuviera relacionada con aquel hombre y no con sus desesperantes y caóticos papeles, ¡no es que realmente estuviera esperando cosas perversas! Pero....al menos algo con lo cual pasar un momento cerca que no incluyera balazos, persecuciones ni semejantes.

    Suspiró más profundamente, apenas llevaba el primer cajón que le había mostrado Megane.

   1:15 a.m. De haber sabido que estaría trabajando hasta la madrugada no se habría desvelado la noche anterior viendo películas de acción. Ahora iba todavía más lento y los estantes parecían crear sonrisas siniestras y burlonas, en cambio la alfombra adquiría un aspecto más confortable invitándolo a acercarse, ofreciéndole la dicha de la inconsciencia, del descanso......

   Trrrr.....trrrr.....trrrrr.....Un extraño sonido lo sacó de sus ensoñaciones, volteando a un lado y otro, trató de buscar la fuente del ruido hasta que por fin halló un discreto intercomunicador en la pared contraria. Con un poco de torpeza, pues sus pies sí habían logrado quedarse dormidos, se levantó para presionar el botón.

-¿Si?- preguntó aún aturdido.

-¿Acaso estabas durmiendo? Así no cubrirás tu deuda.

-¡¡Ahh!! ¿¡Asami!?-la firme y conocida voz lo despertó por completo. Aún más allá, una exaltación le asaltó.

-No, el intendente -satirizó-, ¿has adelantado algo?

-¡Umph! -por supuesto tenía que ser el desagradable de Asami- Claro que si, tengo más habilidades de las que crees.

-¡Ah! Me gustaría poner a prueba algunas de ellas -dijo de forma particularmente sugestiva-, pero por ahora me conformo con un café.

-[¿Café?]- se preguntó internamente Akihito. Volteó hacia la breve entrada del cuarto de cafetería. Claro, "Por cualquier cosa que se necesite" había dicho Megane, nunca "que necesite" refiriéndose a él.

-¿Todavía estas ahí o ya te dormiste? -se escuchó en el interfón.

-NO me he dormido, te lo llevo en un momento -respondió ofendido Akihito.

-Que bien, pero lo quiero sin azúcar y... -el ruido de un teléfono interrumpió a Asami. Akihito sólo alcanzó a escuchar un "¿Diga?" y un "Si, debemos de tratar eso" antes de que se cortara la comunicación.

    Quince minutos después el olor a café inundaba el cuarto, la jarra de la cafetera terminó de llenarse y Akihito sirvió una taza. Al principio se sintió molesto por el encargo o quizá por el último comentario de Asami, no obstante, mientras buscaba los filtros y prendía la máquina consideró el hecho de que era algo común que Asami requiriera la bebida para soportar el trabajo nocturno y aún más lógico era el que fuera función de Megane proporcionárselo, o en este caso la persona que lo suplantaba. Así que apenas terminara de verter se dirigió a la oficina principal. Aspiró profundo para girar el picaporte y entró.  Tras su fino y pulido escritorio, Asami llevaba un traje en tono gris, por supuesto, diferente al que le había visto horas antes de un azul profundo; mantenía papeles a izquierda y derecha, un par de hojas sostenidas por su diestra y el auricular en la izquierda, tal cual lo había visualizado minutos atrás.

   Akihito se acercó al mueble pasando junto a una lámpara de piso de estilo minimalista, discreta, elegante y sobre todo práctica, pues iluminaba perfectamente hacia el punto de lectura.  

   Asami se mostraba serio y concentrado en su conversación telefónica, de manera que cuando Akihito depositó la taza apenas realizó unos breves movimientos de cabeza, volviendo su vista a los documentos de su mano buscando un dato en particular. Akihito le miró en silencio, esperó unos momentos y por fin regresó al área de archivo, era claro que esa llamada era sumamente importante y su trabajo, como se le había indicado, era el de organizar los documentos.

 

    A las tres en punto de la madrugada se retiró; después de dejar una nota del estante en que se había quedado y apagar la cafetera decidió asomarse de nueva cuenta sólo para despedirse, encontrando que aún se mantenía hablando por teléfono, al parecer en la misma llamada de horas atrás. Entonces cerró la puerta con cuidado y salió.

   Tal como le había dicho Megane, un taxi de sitio lo llevó a su departamento. Al llegar, simplemente se tiró en la cama, se sentía cansado por la hora, si, pero más que eso una sensación desagradable y molesta se instaló en él desde el momento que abandonara el edificio, dejándolo con una actitud agria, misma que conservó por la tarde, mientras develaba las fotografías del evento.

   El día lo aprovechó para terminar el trabajo de la exposición; a pesar de despertar cerca del medio día, se dio el tiempo suficiente para revelar los rollos, revisar cada fotografía y entregarlas a su dueño, quien quedó encantado al descubrir que su perfil derecho era tan fotogénico como el izquierdo.

   Por fin ya entrada la tarde su humor mejoró, después de todo se convenció a si mismo que no había existido razón para su estado de ánimo y que las cosas se habían desarrollado como debía ser; de hecho, se empezó a cuestionar la verdadera obligación de haber asistido, a fin de cuentas ¿no había sido Asami el culpable de que se girara de esa manera? ¡Las albóndigas habrían terminado en su estómago y no sobre un chaleco y pantalón sastre de no haberle exaltado con su juego! Pero de alguna forma -que tenía claro a todas luces se calificaba absurda e inexplicable- sentía que en ese momento le había invocado. Con más calma se preparó para pasar lo que restaba de la tarde y noche, su trabajo en la galería le había valido un nuevo contrato para otro par de eventos.

   El sonido de su celular llegó cuando se instalaba frente al televisor.

--[7 p.m. no faltes]-

-¿Eh? Pero si ya asistí ayer -se dijo Akihito al leer el mensaje.

   Un segundo mensaje le sucedió.

--[¿Crees que sólo un día de trabajo cubre tu deuda? No faltes]-

-Ah.. -volteó a izquierda y derecha, una gota de sudor corrió por el dorso de su rostro- definitivamente..puede leer el pensamiento -concluyó.

 

   6:59 p.m. De nuevo, justo a tiempo, Akihito entró por las puertas de cristal, esta vez se concretó a saludar al guardia con una inclinación de cabeza obteniendo la misma respuesta; atravesó el pequeño vestíbulo para alcanzar el ascensor que esperaba con la puerta abierta y oprimió sin fijarse mucho el botón del piso correspondiente. Como lo esperaba, Megane se hallaba de nueva cuenta en la puerta de la oficina, en cuanto le vio lo saludó respetuosamente.

-Gracias por venir -dijo Megane.

   Sin esperar la indicación, Takaba se dirigió a la siguiente entrada pues ahora ya conocía lo que debía de hacer y, si se apuraba, quizá lograría terminar esa misma noche.

-Mi trabajo sólo es organizar todos los archivos ¿verdad? -preguntó Akihito.

-Así es -respondió Megane.

   En efecto, con una noche más bastaría, aunque....¿no podría haberlo hecho mejor en un horario diurno, como la gente común? La idea le asaltó repentinamente.

-A partir de la nota que dejó revisé sus avances, todos los documentos han quedado correctamente colocados por lo cual no es necesario darle alguna otra indicación ¿Algo más que requiera?

-No, supongo que no -contestó lacónico.

-Bien. Ah! por último..

-¿Si? -cuestionó Akihito al tiempo que habría el archivero para comenzar.

-Respecto al café, quizá Asami-sama..

-Me pida, lo sé, anoche lo hizo.

   Megane se mostró sorprendido, tenía considerado decirle que a veces Asami podía requerirlo, aún cuando nunca lo hacía, es decir, Asami jamás lo solicitaba a pesar de las jornadas de trabajo que mantenía. Y ahora lo había hecho ¿debía mencionar ese detalle? Takaba empezó a sacar y separar los documentos, sin prestar mucha atención a la expresión de Megane.

   No, lo mejor era no enterarlo, algo le decía que había ciertas razones (¿buenas razones? ¿quién era él para juzgar eso?) para omitirlo.

-Ah.. está bien -indicó Megane reponiéndose. -Hasta luego.

-Ajá -respondió Akihito de forma distraída al acomodar una fila de fólder's.

 

   Cinco horas transcurrieron, el reloj marcó con discreción la medianoche frente a un Akihito que, a diferencia de la noche anterior, mantenía un buen ritmo de trabajo apreciándose ágil y dinámico, incluso le había encontrado cierto gusto y maña a la actividad. También, en contraste con la noche pasada, se mostraba confiado y tranquilo, recargado de la forma más cómoda posible y práctica, había distribuido a izquierda y derecha de forma estratégica los documentos.

   Repentinamente se detuvo, dejó los papeles y se levantó dirigiéndose al cubículo donde se hallaba la cafetera, la cual encendió como si de una costumbre se tratase; de igual manera buscó todos los elementos para preparar la adictiva bebida. La luz verde de la cafetera prendió y la jarra terminó de llenarse, Akihito decidió servirse una taza y regresar a su lugar, Megane nunca indicó que no podía tomar para sí. Al tercer sorbo el interfón sonó.

-¿Café? -preguntó Akihito en tono desinteresado al oprimir el botón de enlace.

-Ah, mucho más intuitivo que ayer, así es. -respondió al otro lado Asami.

-De acuerdo -finalizó Akihito soltando el botón sin dar tiempo a cualquier otro comentario.

   Cuando Akihito entró a la oficina enseguida notó la diferencia entre ese y el día anterior, o noche por decirlo mejor; el escritorio contenía apenas unas hojas apiladas y Asami de inmediato fijó su mirada sobre el joven fotógrafo, a su vez, Akihito se mostraba mucho más relajado y escéptico, simplemente se acercó para depositar la taza en la superficie de caoba, ni una palabra de por medio. Asami tuvo la intención de hacer algún comentario, pero le llamó la atención la actitud de Akihito la cual, más que molestarle, le pareció interesante.

   Akihito regresó al cuarto de archivos, se acomodó nuevamente en el piso alfombrado, junto a su taza de café, y prosiguió con su tarea. Aún sin ser lo suyo, bien podía ufanarse de mostrarse bastante competente y estaba seguro que en esa misma noche terminaría.

   La puerta se abrió y cerró haciendo el mínimo de ruido pero evidentemente audible al ser uno de los pocos sonidos existentes; una sombra cubrió por completo a Akihito, quien no necesitaba voltear para saber de quien se trataba, no obstante detuvo su lectura y elevó su vista lentamente, comenzando por los zapatos italianos y terminando en el rostro perfilado que a su vez mantenía esa mirada fija que le había dirigido momentos atrás.

-¿Se te ofrece algo?

   La pregunta no obtuvo respuesta, Akihito apenas podía ver el rostro de Asami al estar contra la luz, no obstante dilucidaba su expresión, a su vez, su cara y tono de voz reflejaban un aspecto por demás escéptico demostrando que la presencia de ese hombre no le afectaba en lo más mínimo.

-Bien, si no se te ofrece nada ¿podrías correrte un poco? Me tapas la luz -su atención volvió hacia el fólder que sostenía.

   Por el cambio en la sombra y el leve sonido percibió que el empresario se movía, pero no se percató que en lugar de retirarse se había inclinado lo suficiente para atrapar una de sus muñecas y jalarlo con la suficiente fuerza que le hizo pararse casi de un brinco.

-¡Ah! ¡Oye, espera un momento! -apenas tuvo tiempo de dar un par de saltos para esquivar las pilas de papeles que había distribuido a su alrededor. Antes de entrar a la oficina, o salir del cuarto de archivos, alcanzó a dejar  lo que llevaba en las manos sobre un estante, a pesar de que no eran suyos, algo le decía que era mejor no llevarlos consigo.

 

   Con rapidez y algo de violencia se vio proyectado hacia un sofá de piel color marrón chocolate recargado en la pared izquierda y en el cual no había reparado hasta el momento en que sintió la suave textura de forma no voluntaria.

-¡Ouch!! -se quejó por lo abrupto de la caída a pesar de la suavidad de los cojines.- ¿Estas loco? ¿Por qué me avientas de esa form...?

  Akihito cortó su reclamo cuando enfocó a Asami a tan sólo diez o quince centímetros de sí. La rodilla de Ryuuichi se hundió en el cojín junto a la pierna de Takaba recargando gran parte de su peso al frente; su mirada penetrante y su semblante reservado hipnotizaron a Akihito como un roedor frente a una serpiente, cautivador, atrayente. Parálisis absoluta, ni siquiera podía sentir su propia respiración. Por fin, la boca de Asami se alargó en una sonrisa ladina.

-¿Demasiado ocupado?

-S..si -alcanzó a sisear Akihito.

-Pero ahora tienes otro trabajo.

   Los ojos de Akihito se agrandaron y una línea de rubor cruzó su semblante.

-No.....Megane me dijo claramente que todo mi trabajo era archivar. Nada más -recalcó con vehemencia.

   Asami exhaló junto a su sonrisa. No importaba cuando, Akihito siempre buscaba la oposición menos afortunada. Que juego tan delicioso se estaba creando.

-No obstante -su mano se cerró sobre el primer botón de la camisa de Akihito- yo soy el jefe y mis órdenes han de cumplirse.

-¡Ah! Pero yo no soy tu empleado -espetó, reteniendo la mano invasora.

-Lo eres, al menos por hoy ¿o ya olvidaste el desastre sobre mi ropa?

   La cara de Akihito se contrajo con cierta aprehensión  y Asami estuvo a punto de sentirse mal por utilizar el alto sentido del deber del fotógrafo a su beneficio. Pero no,  afortunadamente, la sensación fue pasajera.

-¿Y bien?

-Yo.....no fue mi intención - respondió apenas ¿A dónde se fue ese sentimiento subversivo y retador?

   Si, no era momento para ser condolientes, ya era todo suyo.

-Pero el hecho sucedió. Ahora, mis órdenes son estas.

   Akihito sólo se removió un poco, sintiéndose turbado por las palabras del empresario. No supo bien como pasó de proteger un botón de su camisa a estar completamente desnudo, ni como cambió del mullido sillón al firme escritorio de caoba, donde Asami se sentó en la superficie trayendo consigo a Akihito para penetrarlo de una sola vez. Akihito sólo pudo rescatar de su conciencia el café que podría volcarse por lo violento de los movimientos, pero Asami eliminó esa preocupación cuando tomó la taza para derramarla en el hombro de Takaba cuyo contenido bajó por espalda y pecho llegando hasta su entrepierna; Asami saboreó la bebida de la piel del fotógrafo, sintiéndola esparcirse también en sus pectorales al frotarse con la espalda del otro. Akihito poco o nada reclamó sobre ello, sus sentidos se hallaban embotados, la habitación olía a sudor, café y sexo.

 

   Cuando Akihito abrió sus ojos la luz se perfilaba de lleno a través del ventanal, no era la oficina y mucho menos su apartamento, pero sí un lugar conocido; esas paredes, esa cama.

-Por fin despertaste, duermes bastante -dijo Asami saliendo del baño, con una toalla pequeña secaba sus cabellos.

-¡Mmp! Si, ‘buenos días' también -respondió sardónico- ¿Cómo.....cómo es que estamos en tu departamento?

-Megane es muy puntual, no quería provocarle una impresión más grande que el hecho de encontrar tu ropa.

-¿Mi ropa?.........¡Aahhh! -Gritó Akihito al darse cuenta que bajo las sábanas se hallaba desnudo -¿De...dejaste mi ropa en tu oficina? Entonces....- el alma se le fue a los pies al pensar en ello- entonces...¡ME SACASTE DESNUDO DE TU OFICINA! ¡TU, DEPRAVADO!

-No seas exagerado -respondió tranquilo Asami-, no había nadie a esas horas, además, tampoco te saqué desnudo, utilicé mi saco para cubrirte, así que deberías estar agradecido.

-Claro -sonrió sarcástico.

-De hecho..-detuvo sus movimientos cuando sacaba un par de calcetines de un cajón-  ese saco podría necesitarse cambiar.

-¿Eh? A no, no me embaucarás con ese traje también, ya tuve suficiente con pagar el otro.

-¿Suficiente? -Repitió incrédulo- aún no terminas tu trabajo en el archivo.

-Pero, pero, eso fue porque tu...yo estaba haciendo el trabajo, tu me interrumpiste y....

   Pero Asami no pareció escuchar, con parsimonia fue colocándose su ropa hasta quedar de forma tan impecable como siempre. Akihito simplemente se rindió y decidió enfocarse mejor en tomar precauciones, nada de llevar el café, seguro a la puerta, alerta total y si nada de eso servía...una muda de ropa firmemente atada a sí.

 

   En uno de los últimos pisos de un ostentoso edificio, un eficiente y riguroso asistente observaba el cuadro que presentaba la normalmente pulcra oficina de su superior, un tenue aroma llegó hasta él, café y......

-Me parece que...el joven Takaba tardará un poco más de lo previsto en terminar -se limitó a susurrar.

Notas finales:

Tengo una adicción al café........esa es mi disculpa sobre el final.

Atte. un jaguar intoxicado.


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