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TU RAZA, MI RAZA, NUESTRO AMOR. por CABALLERO

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Notas del fanfic:

     REPITO UNA VEZ MÁS. ESTE "FANFIC" LO HAGO PARA DESAHOGAR MI DOLOR, PARA PROTEGER NUESTRO ANONIMATO, LO HE MANIFESTADO EN UN MUNDO "FICTISIO" COMO NO SOY BUEN ESCRITOR, TAL VEZ S”LO ME GUSTE A MÍ, PERO SI HAY ALGUIEN MÁS QUE PUEDA GUSTARLE, PUES LE AGRADEZCO MUCHO QUE SE TOME EL TIEMPO DE LEER.

Notas del capitulo:       ESTE ES EL PRIMER CAPITULO DE MI HISTORIA.

     Desde hace tiempo, bastante tiempo, viví una historia parecida a la que voy a relatarles. ¿Por qué relatar mi historia? A veces el dolor es muy fuerte, me invade, me corroe, aquellos que ya hayan sentido el dolor del amor y la muerte sabrán de lo que estoy hablando y tal vez sepan también por qué estoy contando esto; para los que no, la razón es simple: cuando ya no puedes más con el dolor, con la agonía y con el sufrimiento, lo mejor que se puede hacer es aprender a ver tu vida con los ojos de tu alma. La persona a la que yo más he amado toda mi vida me dijo eso cuando le conocí. Esta es nuestra historia, y el esfuerzo que pongo en ella se lo dedico a esa persona tan especial para mí; y también la dedico a todos aquellos y todas aquellas que han tenido la fortuna de amar, pero también la desventura de que su amor sea prohibido y un completo tabú entre todo el universo que les rodea. Mi nombre es Roderick, no soy tan buen escritor como la persona que amo, pero, deseo que esta historia sea para todos, quiero que sepan el dolor que pueden vivir dos personas que lo único que hicieron mal en sus vidas fue conocerse y luego amarse.

      Los lugares, las personas, las criaturas, y las circunstancias que estoy por describir son parte de nuestro mundo dentro de nuestras mentes, dentro de mí, y de mi persona amada son reales, dentro de ustedes tal vez puedan existir, algo como eso lo deben de juzgar ustedes.

      Sin más preámbulos, esta es nuestra historia, el principio de nuestra fantasía.

       Los vampiros siempre hemos vivido en las sombras del mundo que habitan los humanos, para ellos, nosotros somos una leyenda, un cuento utilizado para espantar a los niños malcriados y evitar que las personas salieran muy noche de sus casas.  Era verdad que nos alimentábamos de la sangre de los humanos, es lo único de lo que podemos sentir el sabor, lo que es mentira es que todos somos unos desalmados (aunque en efecto no tenemos alma, J ya me contradije yo mismo… en fin). La soledad siempre nos ha cobijado, y luego de tantos años puede volvernos, en efecto, seres hostiles, pero no hay razón para cambiar eso, yo lo cambié, pude hacerlo; pero lo que importa fue el “cómo”.

      Existe otro mundo, a la vez dentro y fuera del mundo que ustedes están pisando; las puertas para entrar siempre están sobre sus cabezas, no importa qué tan altos estén los humanos, o si van volando en un avión, o si uno de ustedes se encuentra en el espacio exterior, siempre la única manera de entrar a ese otro mundo se encuentra sobre sus cabezas, es sólo que no pueden ver las puertas sobre ustedes porque, aunque suene feo, sólo son humanos. En ese mundo, un mundo asombrosamente enorme y extenso, habitan demonios, seres muy poderos, con poderes y dones sobrenaturales, que pueden desafiar cualquier naturaleza conocida por ustedes. Algunos son muy parecidos a los humanos, tienen rasgos similares; pero otros, en cambio, lucen apariencias aterradoras, bestias, monstruos, criaturas que tal vez los humanos conozcan o hayan visto en algún libro de terror o de mitología. Esos demonios, viven en ese mundo, un mundo que tiene muchos nombres y que no utiliza ninguno. Los demonios más poderosos comen almas humanas, la pura esencia de la vida de alguien; los que no gozan de tanto poder, son antropófagos que comen la carne de los humanos. A veces algunos demonios cruzan al mundo de los humanos, guardando una forma idéntica a la de ellos. Esos demonios que cruzan lo hacen por dos razones: la primera es para buscar alimento, para eso tienen reglas que deben cumplir, jamás excederse con lo que toman de este mundo. La segunda razón, es porque son castigados: obligados a vivir entre los humanos para llevar una vida como la de ellos; el peor de las condenas para un demonio.

      Para los vampiros, los demonios siempre han sido criaturas atroces, mucho más poderosos que nosotros, por lo que, siempre nos tratamos de mantener al margen con ellos, intentamos llevar una buena relación, algunos de nosotros incluso hemos llegado a ser sus sirvientes, sus esclavos; dentro de nosotros tenemos que reservar nuestro odio por su raza, el rencor por ser víctimas de sus humillaciones, de sus agresiones, del enorme orgullo que tienen esos demonios por sí mismos.

      Para los demonios, los vampiros somos la clase más, pero más baja que puede existir de alguien como los de su raza, ya que, alguna vez fuimos humanos. Ellos no pueden soportar que alguien que años atrás fue un humanos deba gozar de poder que, aunque es menos fuerte que el de ellos, no dejan de odiarnos.

       El odio, la repulsión, y el rencor es mutuo entre los grandes demonios, y los siniestros vampiros, amos de la noche en el mundo humano.

      No hay vampiro o demonio en cualquiera de los dos mundos que no haya escuchado el nombre de Soinomed, el primer demonio condenado a vivir en el mundo de los humanos. Tiene muchos otros sobrenombres que se ha ganado a lo largo de su existencia gracias a sus pecados, a sus condenas, o a sus crímenes, pero al fin de cuentas se llama Soinomed.

       Desde un principio no pensaba revelar el nombre de la persona a la que amo, esto para protegernos a ambos, por eso le he dado ese nombre en esta historia que les estoy contando a ustedes, y, si ponen un poco de atención, se darán cuenta de que el nombre “Soinomed” lo he obtenido de leer al revés la palabra “demonio” he ahí mi falta de creatividad para los nombres L J. Sigamos.

      Conocí a Soinomed hace muchos, muchos años. De hecho, lo conocí antes de que él fuera condenado a vivir en el mundo de los humanos; con más precisión, lo conocí hace 2500 años. ¿Mucho tiempo verdad? Para el destino el tiempo es lo que menos importa.

      Hace 2500 años, yo me puse al servicio de un demonio llamado Zótico, el líder de una banda de ladrones en el mundo de los demonios. Eran los bandidos más temidos de todo ese amplio mundo; demonios fuertes y astutos que no tenían piedad con nadie.

       El señor Zótico me demostró que al igual que los vampiros, ellos también podían ser un poco benevolentes, prueba de ello, es que no me trataba como creí que me trataría al ponerme a su servicio, pensé que sería mi verdugo personal un buen tiempo, pero más que eso fue un buen compañero mío, él no me veía como a un sirviente o un esclavo, muy por el contrario, le gustaba decir que era su discípulo; él era un multiforme, eso quiere decir que podía tomar cualquier forma, viviente que quisiera, la de otro demonio o incluso la de un humano y también podía reproducir en su mente todas las memorias pertenecientes al ser en el cual se transformaba, era él único en su especie, el último de su raza, de los multiformes. Aprendí muchas cosas con él y le agradezco. Aunque desearía jamás haberme acercado a esa banda de ladrones. El segundo al mando: Soinomed. En ausencia de Zótico, era Soinomed quien tenía el control de la banda. Un demonio, muy solitario, sus ojos negros y grandes siempre se mostraban distantes y desinteresados en cualquier situación en la que se encontrara, incluso si estaba a punto de morir en algún robo. A no ser que estuviese ebrio, jamás decía una sola palabra si no era necesario, tenía un carácter fuerte que se manifestaba con el fuego de sus ojos cuando estos se ponían rojos siempre que lograran hacerle enfurecer en serio, pero, cuando eso pasaba, por el contrario de los demás que veían furia en esos ojos rojos, yo podía ver tristeza. Eso fue lo primero que me encantó, luego su largo cabello negro y lacio que casi tocaba sus tobillos, después esa piel, tersa, suave, piel que siempre que miraba, sentía cómo me invitaba a acariciarla, a besarla, después, esa hermosa expresión cuando dormía, tan inocente y pura que parecía que jamás él había matado a un solo insecto. No puedo terminar de decir todas las cosas que me encantaron de Soinomed cuando le conocí estando al servicio del señor Zótico. Al principio, mi orgullo como vampiro me impedía reconocer lo que estaba comenzando a sentir por Soinomed; me daba miedo sentir eso, pensar qué dirían los demás sobre mí, de seguro se molestarían mucho conmigo; además Soinomed sólo me veía con ojos fríos, solitarios, nunca me habló, yo creo que él pensaba que yo no merecía sus palabras, no lo culpo, él es un demonio muy fuerte, y yo un vampiro. Recuerdo mucho un día en el que todos se fueron de la cueva en la cual vivían, y sólo nos quedamos Soinomed y yo. Se la pasaba sentado en la orilla de un alto risco, mirando un horizonte rojo que parecía incendiarse mientras recibía los rayos del sol y la luna saliente. Yo no tenía intenciones de hablarle, sólo pasé cerca de él para ordenar unas pertenencias del señor Zótico. Él fue quien me habló primero, con una voz delicada y melancólica que se esforzaba por escucharse firme.

     -¿alguna vez has mirado el cielo azul? – me preguntó sin mirarme, sus negros ojos estaban en el horizonte, el viento jugaba bellamente con su largo cabello.

     -de ver el cielo azul encontraré la muerte, jamás lo he visto. – le contesté tratando de fingir que no me interesaba hablar con él, pero la verdad es que estaba muy emocionado.

     -pero, tú alguna vez fuiste un humano, ¿recuerdas cómo era el cielo? – continuaba preguntándome, pero no me miraba, yo deseaba desesperadamente que me dedicara una sola mirada.

     -fui humano hace como 50 años, no recuerdo casi nada de entonces: mi verdadero nombre, familia, identidad, mucho menos recuerdo el cielo, tal vez nunca lo veía – respondí.

      -es algo que no me gusta de los humanos, nunca ven más allá de lo que tienen en frente, miran al cielo sólo para encontrar una solución a sus problemas, pero no saben que arriba de sus cabezas está el mundo de criaturas que añoran con tener lo que ellos tienen. – Eso era cierto, pero, a mí la verdad ya no me importaba.

     -¿nos odias por alguna vez haber sido las criaturas a las que tanto odias? – le pregunté, y finalmente volteó a verme, me miró fijamente; esos ojos que yo durante meses había estado viendo en secreto, por fin me estaban mirando a mí; y luego me sonrió.

     -ahora tú añoras ver el cielo azul, pero si lo haces morirás; yo también quiero ver un cielo azul, pero en este mundo jamás lo hay; por si no te has dado cuenta, vampiros y demonios como nosotros somos muy parecidos, por eso no tengo porqué odiarte. - ¿vampiros y demonios iguales? Yo también pensaba eso, pero nadie además de él, pensaba lo mismo.

     -¿jamás has ido al mundo humano? ¿Ni siquiera para comer?

     -alguien como yo no tiene porqué comer humanos. – en su voz ahora había tristeza, pero era muy bueno disfrazándola.

     -¿alguien como tú? 

    -te sorprendería saber que incluso entre los demonios hay exiliados y marginados, los que estamos marcados con el dolor y los pecados de otros nos las vemos duras para vivir. – Con esas palabras pude concluir que él era un demonio fuera de lo común, que guardaba un pasado que tal vez nadie conocía.

       -señor Soinomed…

     -tu señor es Zótico, yo sólo soy Soinomed.

     -le debo respeto por ser la persona más cercana a mi señor.

     -como quieras. – me encantaba su frialdad.

     -en el mundo humano, hay personas que pueden atrapar el cielo azul en lienzos, es la única manera en que puedo ver el cielo, pero, no es lo mismo.

     -los humanos… ustedes para ellos son cuentos ¿no es así? – esa pregunta se salió del tema con el que comenzó a hacer conversación, por eso me extrañó.

     -sólo un mito – respondí.

     -también nosotros somos mitos. – luego de decir eso se puso de pie y caminó hacia mí, traté de evitarlo, pero era obvio que me sentía nervioso, incluso mi frente sudó cuando sentí su mano en mi hombro. – no entiendo por qué todos los demonios odian a los vampiros, somos iguales, ustedes no recuerdan haber sido humanos así que en términos generales, ustedes son como nosotros. No dejes que los de mi raza menosprecien a la tuya – luego de que me dijo esto, me miró una vez más y continuó caminando, pero, sólo dejé que diera unos pocos pasos; no supe cuándo le di la orden a mi mano de que tomara la mano de Soinomed, sólo lo hizo, y a mi no me quedó de otra más que intentar decir algo, pero mi boca se paralizó cuando vio la molesta expresión del demonio, pues, en cuando lo toqué, él pudo sentir lo que yo sentía en mis adentros por él. Me arrebató su mano y se alejó dos pasos de mí; sus ojos se pusieron rojos.

     -señor Soinomed, por favor discúlpeme, no… no era mi intensión ser insolente. – intentaba disculparme, pero parecía no resultar nada.

     -¿desde cuándo? – me preguntó furioso, pero su voz se mantenía suave.

     -… - yo no sabía qué decir.

     -¡te hice una pregunta! ¿Desde cuándo sientes esto? – tal y como lo supuse, él había adivinado mis sentimientos, después de todo esa era su mejor habilidad, sentir las emociones ajenas con sólo el contacto corporal o visual siempre que él quisiera; en mi caso, como mis sentimientos eran tan fuertes, pudo sentirlo aunque no lo había deseado. - ¿no me vas a responder? – ahora se acercaba a mí amenazante, yo ocultaba mis ojos, no quería verlo, estaba apenado y aterrado. Sentí su mano ahora tomando bruscamente mi mentón obligándome a mirarlo; él vio mis ojos y se concentró en ellos, para él era como ver una película, todos los momentos en que yo lo miraba en secreto él podía verlos en mis ojos gracias a su poder, yo no podía evitarlo. Me tomó por el cuello, lo apretó con fuerza, y me levantó varios centímetros sobre el suelo; no podía matarme de asfixia, pero sí me lastimaba bastante.

     -no es mi culpa… - apenas lograba hablar. – Des… después de todo, alguna vez fui humano – no sé qué efecto tuvieron esas palabras en él, pero sus ojos rojos regresaron a ese color negro y misterioso, la fuerza en su mano poco a poco disminuyó y me bajó lentamente, pero no soltaba mi cuello.

     -tú no sientes nada, seres como tú no pueden sentir nada, tampoco yo, te recomiendo que si quieres seguir viendo el cielo oscuro de las noches en tu mundo natal te vayas de aquí de una buena vez – dicho esto, me arrojó con una fuerza tremenda a la pared de roca de la cueva.  Para mí eso fue más que claro. Me puse de pie, lo miré una vez más: no había desprecio en sus ojos, tampoco furia, lo que yo pude ver era tristeza y soledad, pero no entendía por qué se sentía así. Dejé esa cueva, dejé el mundo de los demonios, y lo dejé a él.

Notas finales:

 BUENO, HASTA LUEGO.

 ATT: RODERICK.


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