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Fiel al Maou por Winamark

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes al igual que el anime/manga/novela Kyou Kara Maou pertenecen a Tomo Takabayashi , Temari Matsumoto y Studio Deen (y demás socios). A mí, únicamente me pertenece los personajes originales.

No hay intención de lucro alguno en la realización de esta historia.

FIEL AL MAOU

Capitulo I.

Era la tercera vez que suspiraba desde que había empezado la clase de la mañana con Günter. La niña estaba constantemente mirando a su alrededor como si buscara algo o más bien alguien, sin prestar atención alguna a su profesor y mucho menos a lo que le estaba explicando. El noble se había percatado enseguida de la falta de atención de la pequeña princesa, algo poco habitual en ella, ya que siempre estaba atenta a todo lo que se decía en sus horas de estudio y era muy aplicada a la hora de realizar cualquier ejercicio que le mandase hacer, muy diferente a su padre el Maou.

- Princesa Greta, ¿os sentís bien? – preguntó el profesor.

- Sí – respondió la niña.

- Entonces, qué os sucede para que no pongáis atención a la explicación que os estoy dando. Tan aburridas se han vuelto mis clases – dijo lastimoso Günter y sus ojos comenzaron a volverse vidriosos, señal inequívoca de que iba a llorar en cualquier momento -. ¡Soy tan mal profesor! ¡No soy digno de este gran honor!

- No, para nada – se apresuró a decir la niña quien vuelve a mirar a su alrededor -. Me gustaría ir a una clase donde hubiera niños y niñas.

- ¿Niños y niñas en clase? - dijo un poco extrañado el profesor. Pero enseguida entendió, después de todo era la única niña que vivía en el castillo y apenas tenía contacto con niños de su edad, salvo en las raras ocasiones que iba a la ciudad o las esporádicas visitas de Nicoleta, la esposa de Huber, con su hija. Siempre estaba rodeada de personas adultas, dispuestas a complacerla, pero eso no quitaba la necesidad de relacionarse con otros niños, y el Castillo Pacto de Sangre no abundaba en eso.

- ¡Quiero ir al colegio con los demás niños en la ciudad! – exclamó la niña.

- ¿Cómo? – se sorprendió el aristócrata. La princesa Greta de Shin Makoku, la hija de Heika Maou Yuuri, yendo al colegio con los niños corrientes. Cuando la tradición para los mazokus, en especial nobles, era una educación privada y personalizada. ¡Oh, por el Gran Shinou! Eso era inadmisible, debía hacerle entender que eso no era posible de ninguna de las maneras -. Pero princesa, mis clases son las adecuadas para su educación y...

- No te preocupes Günter, también seguiría estudiando aquí, contigo. Pero me gustaría tanto ir a un colegio – interrumpió la pequeña mostrando una de sus encantadoras sonrisas. Dejando sin palabras a su profesor.

- Deberíais hablar del tema con Heika cuando vuelva de su mundo – dijo Günter, convencido que era lo mejor que podía decirle a la niña, ya que era incapaz de decirle que lo que deseaba no era posible.

- ¿Y cuando vuelve Yuuri? – preguntó la niña sonriente.

- No lo sé, a mí también me gustaría saberlo. ¡Extraño tanto a nuestro amado Heika!

- Hablaré con papá – dijo la niña con determinación.

- ¿Con Wolfram? – por un momento imaginó la expresión atónita del rubio mozaku y su inmediata respuesta negativa. Sí, era perfecto, ya que era el único inmune al poder de la sonrisa y el encanto de la pequeña, pues hasta Gwendal había sucumbido alguna vez. Y sin lugar a dudas pedirle permiso a Wolfram era mejor a que el Maou regresara, pues éste sería capaz de concederle su deseo sin pensar en las consecuencias. Además, si la pequeña tenía que molestarse con alguien mejor que fuera con el pequeño Lord mocoso, quien con él que mejor se llevaba -. ¡Es una buena idea! Pero ahora, deberíamos de seguir con nuestra lección.

- ¡Sí! – dijo más animada Greta. El resto de la clase estuvo tan atenta y aplicada como siempre.

La pequeña esperó impaciente a que llegara el momento de la cena, ya que su papá estaba de maniobras con sus soldados, por lo que no se verían hasta la noche. Al menos no durarían unos días como en alguna otra ocasión había sucedido.

Hubo una vez que se la llevó con él, sólo fueron tres días, para ella fueron tres días llenos de aventuras, e incluso su papá le hizo una pequeña espada de madera y le enseñó nociones de esgrima, básicamente como sostener la espada. Esas fueron sus primeras lecciones, porque en la actualidad continuaban siempre que podían ambos, ahora estaba aprendiendo a defenderse. Durante esos tres días conoció a muchos soldados de la compañía de Wolfram, todos encantados con la presencia de la hija de su capitán. Greta pudo ver lo mucho que respetaban y estimaban a su papá, incluso se atrevería a decir que lo adoraban y no dudarían en sacrificarse por él en cualquier momento que se requiriese. Además todos tenían unos poderes tan increíbles y eran tan guapos. Los tres días pasaron demasiado rápidos. Cuando regresaron, Wolfram le dejo llevar, parte del camino, las riendas de Thor, el magnífico caballo blanco de su papá.

El reloj de pared del pasillo tocaba los cuartos, pronto sería la hora de la cena, debía apresurarse. Las cenas eran un poco más formales cuando no estaba Yuuri, ya que a éste no le gustaban los protocolos y siempre intentaba prescindir de ellos. Pero no por ello eran menos amenas sino que había más complicidad entre los presentes, de hecho era su momento preferido del día ya que así podía ver a su familia. Gwendal siempre era el primero en llegar, el mismo es la exactitud personificada, durante la cena se volvía un poco más hablador y su ceño no estaba fruncido, salvo cuando Anissina cenaba con ellos, entonces era el de siempre. Conrart sonreía de forma distinta, más natural, estaba más relajado y conversaba animadamente con todos. Günter apenas paraba de hablar, como siempre, pero no era de una forma precipitada, ni hacía gestos exagerados. Gisela cenaba con ellos en muchas ocasiones y conversaba amenamente con todos, en especial con su padre, Günter, y Conrart, la joven tenía sentido del humor y siempre contaba alguna ocurrencia graciosa, que a Greta le hacía reir. Cheri-sama, era Cheri-sama, siempre fiel a sí misma, lo mismo que Anissina, quien básicamente buscaba candidatos para ser sus conejillas de indias. Su papá también se portaba un poco distinto, cuando Yuuri no estaba con ellos, parecía un poco triste y más calmado, a la hora de la cena no solía hablar mucho, más bien escuchaba lo que hablaban los demás y conversaba lo estrictamente necesario, pero para ella siempre le dedicaba la mejor de sus sonrisas y una vez que terminaban de cenar, y no tenía asuntos que requirieran su presencia, estaba con ella jugando, leyéndole cuentos, ayudándola en su tarea u otra cosa, hasta que se dormía.

La pequeña caminaba deprisa hacia el comedor, tenía que llegar antes de la hora de cenar, quería pedir permiso a su papá antes de que empezaran a comer. Se sentía tan impaciente. Al entrar el comedor, fue anunciada por el mayordomo. La niña pudo ver que se encontraban casi todos, pero no veía a Wolfram por ningún lado.

- Greta – dijo Cheri-sama, quien la abrazó con fuerza, casi asfixiándola -. Cada día eres más guapa, has crecido tanto en este último mes que he estado fuera.

- No puedo respirar – consiguió decir la pequeña. Quería mucho a Cheri-sama, le alegraba mucho que hubiera vuelto de su viaje en busca del amor, pero en ocasiones como estas preferiria que hubiera más distancia entre ellas.

- Perdona querida, pero no puedo resistirme a abrazarte. ¡Eres tan bonita! – y la anterior Maou la volvió a abrazar con fuerza.

- Madre, quiere dejar de ahogar a mi hija – dijo Wolfram que acababa de entrar por una de las puertas de la habitación contigua, seguido por Gwendal.

- ¡Mi pequeño Wolf!- exclamó la despampanante rubia, que dejó de abrazar a la pequeña para estrujar al menor de sus retoños -. Eres tan lindo, te pareces tanto a mí cuando era un poco más joven.

- ¡Madre, no haga estas cosas delante de la gente! – dice al tiempo que intenta escapar del abrazo “amoroso” de su progenitora-. Además, ¡yo no soy lindo!

- Pero si estamos en familia, mi querido Wolf. Por supuesto que eres lindo, el más lindo de mis hijos.

- Madre, será mejor que te sientes pronto van a servir la cena – dice Conrart desde su sitio en la mesa y riéndose de la situación –. Y no olvides que hoy tenemos invitados.

- Pero si Girlean, es amiga mía desde hace mucho años, y tú, Conrart conoces a su hijo Edgardo, jugabais juntos alguna vez cuando erais pequeños – dijo Cheri- sama -. Me parece que se están retrasando un poco, tal vez debería ir a buscarlos, a lo mejor se han perdido, Girlean tenía una pésima orientación.

- ¿Sir Edgardo Kuchler está aquí? ¿Ese Edgardo? – preguntó Gwendal frunciendo el ceño, más de lo normal, y mirando a Conrart que asentía con seriedad. Mientras que Anissina, quien había decidido abandonar su laboratorio esa noche para cenar con ellos, entrecerró sus ojos pensativa.

- Ambas hemos llegado prácticamente al mismo tiempo al Castillo y hemos estado poniéndonos al día con nuestras vidas. Edgardo ha estado descansando por el viaje, la verdad no hacia muy buena cara. Me hace tan feliz verles después de tan tiempo, es estupendo que hayan venido a vernos. Bueno en realidad querían presentar sus respetos a Heika, pero al no estar les dije que se quedaran unos cuantos días con nosotros – miró el reloj de pared -. Se retrasan, voy a buscarlos – la rubia salió del comedor.

- Creí que había muerto hacía treinta años – dijo Gwendal.

- Se ve que mala hierba nunca muere – comentó Anissina.

- ¿Les conocéis? – pregunto curioso Wolfram.

- Sí, para nuestra desgracia conocemos a Edgardo Kuchler – dijo Gwendal masajeándose el entrecejo-. De niño en una ocasión quiso emplear su maryoku de elemento tierra en Conrart y le enterró vivo. Si no es por la rápida intervención de Dan Hiri, creo que no hubiera sobrevivido. Y tuvo muchas brillantes ideas como esa.

- A medida que fue creciendo se interesó mucho en la ciencia, sobre todo en que forma podía ser más dañina para humanos. Odiaba a los humanos – continuó explicando Anissina.

-Luego se oyeron rumores de ser el instigador de muchos ataques a los humanos en poblaciones asentadas al sur, aunque jamás se pudo demostrar nada. Hace treinta años se dijo que había muerto – completó Conrart.

- ¿Es un hombre malo? – preguntó Greta acercándose a Anissina.

- No te preocupes Greta, nada malo va a pasarte mientras yo esté aquí – dijo Wolfram a su hija acariciando sus rizados cabellos, para después echar una mirada enojada a los que habían hecho que su hija se preocupara.

- Ninguno de nosotros permitiría que jamás te ocurriera algo – le dijo Conrart sonriendo.

- Además la gente cambia – dijo Günter intentando calmar la situación.

De pronto se abrió la puerta, Cheri-sama entró con dos personas que la pequeña nunca había visto. Una mujer y un hombre, los dos elegantemente vestidos en color gris claro. El mayordomo les anunció como Lady Kuchler y su hijo, Sir Kuchler. La mujer tenía constitución delgada y pequeña, sus cabellos marrones estaban recogidos en un precioso moño bajo, su rostro tenía algunas arrugas que indicaban que ya tenía unos cuantos años, su piel era oscura, su mirada castaña era dulce, al igual que la sonrisa de labios finos y rosados. Parecía buena persona. En cambio cuando miró al hombre dudo que fueran madre e hijo. No se parecían en nada. Era muy alto como Gwendal y juraría que tenía su misma constitución, incluso parecía más musculoso, sus cabellos eran cortos, rizados y de un color azul oscuro, su piel era más clara que la de su madre y sus ojos eran negros y profundos, algo que llamó la atención a todos. Su rostro era sereno y facciones proporcionadas, parecía que todo estaba en equilibrio, y sobretodo, era atractivo.

- Les encontré enseguida – exclamó contenta Cheri-sama -. Hay que ver que guapo te has vuelto Edgardo, ¿no te gustaría hacer un viaje conmigo?

- Madre, por favor- dijeron Wolfram y Gwendal al unísono. Su madre nunca cambiaría ni aunque tuviera cien años más.

- Cheri, me alegro tanto que no hayas cambiado ni un ápice en estos años – dijo riéndose la mujer morena, para luego inclinarse al resto de los presentes -. Lamento tanto el retraso. La última vez que estuve aquí fue para asistir a la coronación de Cheri como Maou y se ve que mi memoria no es tan buena, menos mal que los guardias tuvieron la amabilidad de indicarnos el camino.

- Sean bienvenidos, lamento que Heika Maou no se encuentre aquí – dijo Günter.

- Por favor no se disculpen, Lord von Krist. Ha sido una imprudencia por nuestra parte venir, sin avisar primero. Pero teníamos tantas ganas de conocer a Heika, ya han pasado más de tres años desde su coronación – volvió a hablar la mujer y luego se percató en la presencia de los hijos de Cheri-sama, acercándose a Conrart y Gwendal -. No me lo puedo creer, sois el vivo retrato de vuestros padres. ¡Oh, Cheri, qué hijos más guapos! ¡No puedo creer que aún no estén casados! ¿Cómo es posible?

- Yo tampoco lo entiendo – dijo Chery-sama-. Se escudan en el hecho que tienen mucho trabajo. Pero eso no excusa para detener el amor.

- Madre, ahora no, por favor – dijo Gwendal.

- Gracias Lady Kuchler – agradeció Conrart -. Me alegró de verle de nuevo Sir Kuchler.

- Lord von Voltaire, Lord von Krist, Lady von Karbelnikoff, Sir Weller es un placer volver a verles después de tantos años – dijo Edgardo haciendo una leve inclinación con la cabeza. Para luego mirar fijamente a Wolfram y a su hija. Se dirigió hacia ellos-. Es un honor conocerles por fin, sus excelencias Princesa Greta y Lord von Bielefeld – hizo una reverencia más pronunciada y les sonrió fugazmente.

- ¡Éste es Wolfram!¡Y la hija del Maou que guapa es! – exclamó emocionada la mujer morena que corrió para ver les más de cerca, momento que el rubio puso a su hija detrás de él, para protegerla del ímpetu de esa mujer, que se parecía tanto a su madre -. ¡Oh, Cheri es tan hermoso, se parece tanto a ti! Pero sin duda tiene el aire de familia de los Bielefeld, no me extraña que Waltorana batallara tanto para conseguir su custodia. Tienes la mirada y la pose de tu difunto padre, el más noble y honorable de los aristócratas mozakus. Todo el mundo queríamos casarnos con él, pero nadie lo consiguió ¿recuerdas esos tiempos Cheri?

- ¡Ay sí! – exclamó sonriendo con nostalgia. Sonrisa que desapareció al ver la expresión furibunda del mayor de sus hijos -. Pero no vale la pena hablar de ello ahora, tal vez en otro momento.

Todos se sentaron a la mesa, Greta como siempre se sentó al lado de su papá. El sitio que le correspondía a Yuuri siempre quedaba vacío. La cena transcurrió animada por la constante charla de las dos mujeres, comentando recuerdos de juventud, con una complicidad de toda la vida, no parecía que hubieran pasado más de ochenta años sin verse. Los demás se limitaban a escucharlas y a intervenir lo estrictamente necesario, más bien a detener un comentario vergonzoso, en especial cuando hablaban de su juventud, sobretodo por parte de Gwendal.

- Princesa Greta, ¿no echa de menos vivir con su gente? – la pregunta tomó por sorpresa a todos. La niña miró a Sir Kuchler extrañada, pero le respondió.

- Estoy con mi gente.

- Eso no es cierto, usted es humana y la mayoría que estamos sentados a la mesa – miró a Conrart – somos mozakus puros. ¿No tiene miedo de nosotros?

- Kuchler – siseó Wolfram, dispuesto a convocar su poder y desvainar su espada en cualquier momento, si ese patán intentaba incomodar a su hija otra vez. Aunque las miradas amenazantes de la mayoría de los comensales no pasaron inadvertidas.

- ¿Por qué debería tener miedo de mi familia? – preguntó la niña con inocencia.

- Me alegra oír eso, alteza. Hubo un tiempo no muy lejano, en el que tuve muchos perjuicios hacia los que eran diferentes a mí, pero un día me di cuenta que estaba muy equivocado, lo vi hace treinta años. Por eso soy tan feliz de que las cosas hayan cambiado tanto – dijo sonriendo a la niña y se dirigió al resto de los comensales-. Si en algún momento os ofendí, ruego que me perdonen. Sé que he cometido muchos errores en el pasado, pero desde entonces he intentado enmendarlos.

- ¡Oh, qué bonitas palabras! – exclamó Cheri-sama.

- Me importan bien poco tus palabras, Kuchler – siseó Wolfram-. Pero si dices algo más que pueda molestar a mi hija, te mataré.

- ¡Wolfram! – llamó Gwendal en un intentó de calmar al menor de sus hermanos y que provocara un pequeño desastre.

- Mis más sinceras disculpas excelencia – Edgardo se levantó de la mesa y se marchó, no sin antes hacer una pronunciada reverencia.

- Excelencia, lamento lo sucedido con mi hijo. Pero él es un buen hombre y en ningún momento tuvo intención de insultar a la princesa– intentaba disculpar Girlean a su hijo, la cual estaba compungida por lo sucedido-. Pero él en ocasiones es así, no lo hace con mala intención, es que tiene curiosidad y es demasiado directo. Él ha cambiado mucho desde que tuvo el accidente hace treinta años, él cambió para mejor, se lo aseguro, antes era cruel. Él es bueno ahora, pero a veces... a veces... – empezó a llorar.

- No te preocupes, sólo ha sido un malentendido. Mañana todo estará bien – dijo Cheri-sama intentando tranquilizar a su amiga -. Será mejor que nos vayamos.

Ambas mujeres se levantaron de sus respectivos asientos. Momento que aprovechó Anissina para volver a su laboratorio, sin excusarse y agradeciendo la cena, ya que sin lugar a dudas había terminado de una forma abrupta, y desde luego no tenía ganas de discutir sobre el comportamiento de Edgardo había tenido con la princesa. Aunque estaba sorprendida de que Wolfram no le hubiera enviado una de sus bolas de fuego antes que el mencionado hubiera acabado la primera pregunta, sin lugar a dudas parecía que el menor de los hijos de la antigua maou estaba controlando su carácter.

- ¿Ha sido culpa mía? – preguntó la niña que estaba a punto de echarse a llorar.

- ¡No! – se apresuró a contestar Wolfram, levantándose de su asiento para arrodillarse al lado de ella -. Mírame Greta, tú no tienes ninguna culpa de nada. Eres una niña encantadora. Eres mi hija y te quiero mucho.

- Lo siento papá, yo no quería nada de esto. Yo sólo quería pedirte permiso para ir a un colegio con otros niños – dijo la niña llorando.

- ¿Quieres ir al colegio? – Wolfram respiró profundo -. Bueno, ya veremos que podemos hacer al respecto. Pero ahora deja de llorar, ¿sí?

La niña asintió con la cabeza y se secó las lágrimas con sus puños.

- ¿Qué te parece si nos terminamos el postre en tu habitación y leemos un cuento? – dijo con una gran sonrisa el rubio. La niña asintió y se agarró del cuello de Wolfram -. De acuerdo, de acuerdo, hoy puedes ser una niña pequeña, pero mañana, no. Tú –dirigiéndose a la sirvienta - lleva dos, no mejor que sean tres raciones de tarta de chocolate y una jarra de leche fresca a la habitación de mi hija.

- Sí, excelencia – dijo la sirvienta desapareciendo por una de las puertas. Lo mismo hizo Wolfram con su hija en brazos, sin despedirse de los que aún quedaban en el comedor.

Al cabo de unas horas, la niña se despertó por un ruido, un tintineo no conocido. La luz de la lámpara de aceite aún estaba encendida, así que cuando abrió los ojos lo primero que vio fue su papá dormido junto a ella en la cama, recostado sobre los almohadones con un cuento abierto por la mitad. La niña sonrió, su papá debía estar muy cansado para haberse quedado dormido así, pero a ella no le importaba, le encantaba dormir con él y todo sería mejor si Yuuri estuviera con ellos, no entendía por qué pasaba tanto tiempo lejos de su familia, acaso no les quería lo suficiente.

Volvió a oír el sonido que la había despertado, buscó con su mirada por la habitación en busca de objeto que producía el ruido. Entonces es cuando vio una figura apoyada contra la pared más alejada de la luz, no podía ver su rostro oculto entre las sombras y su ropa era negra parecía un uniforme militar. Comenzó a zarandear al rubio para que despertara, pero seguía durmiendo sin percatarse del peligro que les acechaba.

- Papá, papá despierta – decía Greta desesperada.

- No va a despertar en unas cuantas horas, y cuando lo haga va a tener un fuerte dolor por todo el cuerpo, estará agotado y tendrá fiebre, como si tuviera una gripe. A diferencia de vos que no habéis bebido nada de leche, él se ha tomado dos vasos de leche con el sedante, ha sido un niño bueno no como vos. Tranquila, no estoy enfadado, después de todo el sedante es efectivo en los mazokus no en los humanos, pero deberías tomar leche, estáis en edad de crecimiento – decía al tiempo que se acercaba a ambos, su tono de voz era apaciguador.

Greta reconoció esa voz enseguida, era Sir Kuchler, pero cómo había entrado sin que lo detuvieran los guardias del pasillo. Esta era la zona más segura del castillo, la habitación del Maou estaba a pocos metros de la de ella. Ya está, si gritaba vendrían en su auxilio, Conrart les salvaría, como siempre salvaba a Yuuri, ahora les salvaría a ellos. Se dispuso a hacerlo cuando algo paso muy cerca de su cara y se clavó en el cabezal de madera de la cama, cuando se giró vio que se trataba de un tenedor de postre.

-Ni se os ocurra gritar princesa o romperé ese precioso cuello que tenéis, ¿entendido? – la niña se puso las manos sobre la boca y asintió -. Bien, pero eso no será necesario. Voy a haceros unas preguntas y vais a contestar sinceramente y con honestidad. Si descubro, que mentís, algo malo le pasará al hermoso Wolfram von Bielefeld, ¿de acuerdo?- la niña asintió y el hombre sonrió, sentándose en la cama terminándose lo que quedaba de tarta de chocolate con los dedos -. Perfecto, creo que vamos a entendernos muy bien.

De pronto Wolfram se removió un poco en su sueño, murmurando sonidos inteligibles.

- Papá, papá – volvió a llamarlo Greta esperanzada.

- Vaya, es la primera vez que veo a alguien intentar despertarse. Normalmente, nadie puede moverse cuando ha ingerido esa cantidad de mi fórmula – dijo el de ojos negros, acercándose al sedado rubio y colocando sus dedos en el cuello para comprobar su pulso-. Esto es nuevo, realmente eres interesante Wolfram von Bielefeld, me encantaría estudiaros bello mozaku, y sobretodo a vuestro mayorku, pero tendrá que ser en otra ocasión, ya habrá tiempo para ello- entonces se dirigió a la niña -. Contéstame princesa, ¿cuándo va a regresar Yuuri?

- No lo sé. Depende de la voluntad de Shinou. Cuando hay problemas Shinou le trae a él y a Murata.

- Así que él mismo no puede decidir cuando viaja entre los dos mundos. No es tan poderoso como creía – dijo más bien para sí mismo, volviéndose a sentar a los pies de la cama.

- Yuuri es muy poderoso, sobretodo cuando se enfada y se transforma en Maou – dijo la niña, defendiendo a Yuuri.

- ¿Se transforma cuando se enfada? Estás diciéndome que no dispone de su poder a su voluntad, no lo controla, sino que son sus emociones. Había oído rumores, pero me negaba a creer que el tal Yuuri, aquél que se cree que ha superado al mismísimo Shinou en poder, no controlase su majustsu. Así que, cuando libera su poder debe ser como una llamarada de energía que luego se extingue – el hombre se tapó la boca para evitar que sus carcajadas alertasen a los guardias -. Un ser tan patético venció a una fuerza como Soushu, ¿cómo pudo hacerlo? Debió contar con ayuda, claro se me olvidaba de la fabulosa ayuda que son su allegados y sé a ciencia cierta que ellos son extraordinarios. Nunca cuento con ese factor tan importante. Los amigos, leales hasta la muerte.

Hubo un momento de silencio, Edgardo parecía meditar algo. Greta se abrazaba a Wolfram en busca de protección.

- Dime princesa, Mullem Desoive Eligh Morgif ¿dónde está?

- ¿Morgif, la espada? – preguntó confusa y el hombre asintió -. En la sala de los tesoros.

- Esa espada puede hacer mucho daño. Será mejor que me la lleve, antes de que pueda ser un problema.

- ¡No puedes llevarte a Morgif, es la espada de Yuuri! – dijo la niña alzando un poco la voz, sintiéndose valiente en ese momento.

- Por su puesto que puedo princesa. La seguridad es deficiente en el Castillo del Pacto de la Sangre – dice complacido al ver que la poca valentía de la niña desaparece cuando vuelve a hablar -. Mírame, estoy en la habitación de la princesa de Shin Makoku y ha sido tan sencillo, que preguntó como ha sido posible que nadie haya asesinado a Yuuri o a cualquier otro miembro del castillo. Esperaba más de Lord von Voltaire y del león de Lütenberg, pero mis expectativas se han visto nuevamente defraudadas. Sería tan sencillo asesinarlos a todos, son tan confiados. Yuuri les ha dado una falsa seguridad, les ha hecho creer que el mundo puede ser un sitio seguro, cuando no lo es.

- Shinou no permitirá que dañes a nadie. Él...

- Él no es omnipresente y todopoderoso por mucho que se lo crea, hay cosas que se escapan de su control y su visión – dijo interrumpiendo a la niña y poniendo un dedo sobre los labios para impedir que siguiera hablando-. Sólo una pregunta más y ya habremos terminado, ¿crees qué Shinou traerá de vuelta a Yuuri a Shin Makoku, si te mato princesa?

Los ojos de Greta se llenaron de terror al oír esas palabras, su rostro empalideció y las lágrimas caían por sus mejillas. Apretó con fuerza la mano desfallecida de su papá y cerró los ojos, esperando lo inevitable. Entonces oyó una débil voz familiar, más bien un susurro.

- Todos los elementos que forman el fuego.

- Fascinante - dijo Edgardo sonriendo y mirando al rubio.

- Obedezcan a este orgulloso mozaku que les invoca.

Y el fuego se hizo presente.


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