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Rosas Marchitas por Eiri_Shuichi

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Notas del fanfic:

Cuando publique Rosas Nocturnas dije que ya no volveria a escribir de TH... hoy m trago mis palabras...

Notas del capitulo: Todo este fic y cuanto escriba de Tokyo Hotel es culpa unica y exclusivamente de La Dama de la Oscuridad (a quien dedico este one-shot), cuya maligna influencia me ha orillado a conocer a este grupo y los oscuros rumores a su alrededor, incluso a leer un fic!!!
~ ROSAS MARCHITAS ~


-¿Podrías tan solo dejar esa cosa para que nos vayamos de una buena vez?

-¡Claro que no!, tengo que terminar

-Ya vamos tarde, apresúrate

-Ya voy, ya voy…

-Me estas diciendo eso hace diez minutos; solo termina de una bendita vez

-¿Cuál es tu prisa?

-Ninguna, solo que nos quedan veinte minutos

-¡Maldición!, ¿por qué no me dijiste?

-¡Te lo dije veinte veces!

-¡No tienes por que gritarme!- dejó el cepillo sobre el mueble y mentalmente se despidió de su reflejo un tanto preocupado, estaba seguro de que debía haber usado más gel pero su madre ya lo había amenazado y tenía que guardar la que quedaba para una verdadera emergencia pero, ¿no era ya algo importante aquel maravilloso día que estaba viviendo?; pues para él lo era. Se apresuró a bajar las escaleras con gran escándalo, sonrisa en el rostro y los ojos marrones brillando esplendorosamente, cogió la mochila gastada y personalizada por él mismo para pasar veloz a la cocina y despedirse de su madre marchando junto con su hermano hacía el colegio.


Fue una carrera titánica hasta la parada pues su gemelo no se cansaba de jalarlo solo por molestar; había días en que tenía la costumbre de fastidiarle y la ocasión posiblemente lo ameritaba pero, ¿no podía elegir un momento más oportuno?.
Cogieron el bus y ya sentados, uno al lado del otro, se miraron en complicidad, ambos sabían que día era pero cuando el menor estaba a punto de girar el rostro sonrojado el mayor tuvo la “genial” idea de desarreglarle el cabello después de todo lo que se había tardado en acomodarlo a su gusto.


-¡Tom, deja de hacer el idiota!- se quejó quitando la mano hermana de su cabeza luchando por no ponerse a reír aunque en el fondo era eso lo que le nacía -¿qué tienes hoy?

-Nada- volteó el rostro hacía la ventana junto a la que estaba mirando la ciudad, sonriendo pasiva pero obviamente.

-¿Seguro?- insistió, tenía la impresión de que algo alegraba en sobremanera a su hermano aunque no tenía idea de que podía tratarse; tomo una parte de su cabello y empezó a pasar por el tres de sus dedos intentando componer a ciegas su cabello dejando de lado lo desagradable que le resultaba esa sensación y lo seguro que estaba de que todo sería inútil si no conseguía un buen peine y un espejo.

-Sí, ya déjate el cabello, estas bien- lo miró con molestia, le frustraba que su hermano pasara tanto tiempo peinándose en las mañanas, igual no podía culparlo pues tenía costumbres similares. Vislumbro su parada y golpeo ligeramente al menor para que se parase y bajaran a tiempo. Caminaron un par de cuadras hasta el Liceo que si bien no era inmenso tenía un tamaño considerable; varias personas iban y venían de un lado al otro hablando, gritando y demás.


-¡Bill, Tom!- escucharon esa voz familiar que fácilmente reconocieron y en pocos segundos estaba junto a ellos un chico alto de cabello increíblemente rubio -¡felicidades chicos!- les abrazo en broma riendo

-Gracias Andreas- sonrió Bill muy emocionado por la ocasión

-Bueno, al menos este año podrán pasarlo juntos- se burló haciendo referencia a los sucesos del año anterior en que después de varios inconvenientes habían terminado en grupos diferentes pero afortunadamente y gracias a la intervención de su madre y su padrastro estaban de nuevo juntos y tan felices como si nada -¿van a tocar esta noche?

-No, ni de broma, Gustav esta que nos quiere matar- rió de nuevo el menor de los gemelos mientras miraba

-¿Por qué?

-Porque casi nos conseguía presentarnos en un local pero nuestra madre nos pidió que pasáramos el día con ella

-¿En serio?; creí que saldrían con Gustav y Georg

-Íbamos a hacerlo y contigo también, claro- aclaro Bill

-Hasta que a nuestra progenitora se le ocurrió que quería una cena familiar y Gordon no se negó así que, nos atraparon- terminó el mayor de los gemelos con una mirada que daba por terminada la conversación

-Ya… bueno, pues vamos que ya es tarde- dijo Andreas simplemente para librar el tema de una vez

-Pero es francés- se quejó Bill -¿por qué tenemos que aprender francés?, ¿por qué no se conforman con el inglés?

-Eso pregúntaselo al maestro cuando lo veas, anda- insistió el rubio

-Pero… francés… habiendo tantas cosas interesantes que hacer…- Tom frunció el ceño dejando en claro su falta de interés por la materia

-Ustedes dos son mala influencia- bromeó –y a este paso van a conseguir que los separen de clase otra vez

-Ya, ya, como digas; ahora si que volviste aplicado, que flojera…

-Tom, por amor de Dios, si hablas camina


Fueron por los pasillos, subieron la escalera y llegaron al aula donde se acomodaron Andreas junto a Bill y Tom tras ellos para esconderse y poder dormir o pensar en cualquier cosa menos aquella dichosa lengua extranjera que no le interesaba para nada cuando se percató de una chica al otro lado del cuarto; largo cabello castaño, piel blanca, facciones finas, nariz afilada, ojos enormes almendra y delgada, pero no demasiado. Estaba seguro de que era nueva o al menos de otro grupo porque jamás la había visto y nunca hubiera dejado de fijarse en una chica así, que si bien podía no tener características sobresalientes igual le parecía atractiva.
La clase pasó sin que él se enterase de absolutamente nada, estaba muy ocupado ignorando al profesor y mirando a la chica al otro lado del salón como para prestarle atención a las nimiedades de la clase; trataba de recordarla de alguna parte pero no daba, jamás la había visto, definitivamente era nueva.
A la siguiente clase, en Cálculo, su hermano no le hizo la tarea fácil al sentarse a su lado y darle codazos y patadas cada vez que lo sorprendía distraído en no sabía que. La tercera, no estaba muy seguro ni de en que materia estaba, pero seguía viendo números en la pizarra y uno que otro símbolo raro o quizá seguía en Cálculo y no tenía idea, o quizá el destino lo condenaba a interminables horas de matemáticas los Lunes dándole más razones para no gustar de aquel día en particular. Fuera lo que fuere, o como fuere, lo único que captaba su atención seguí siento la caucásica de ojos avellana que por más que observara a la distancia le seguían pareciendo excesivamente grandes.
En algún momento más o menos cercano al medio día estaban en la clase de Arte, una de las pocas asignaturas que le gustaban, de hecho su favorita, pero “la importancia de la apreciación del arte Barroco” no era precisamente el tema más relevante en su vida, que de todas formas el barroco no le gustaba.


A las tres de la tarde solo supo que las clases habían terminado, que la desconocida se había ido y que Bill y Andreas no paraban de mirarlo como a un bicho raro; él no era un bicho pero si había estado raro todo el día…


-Tom, ya dime, ¿qué tienes?

-Nada

-Estuviste ido todo el día, ¿qué pasa?

-Ya te dije que nada

-Pero…

-Pero nada, apúrate que tenemos que llegar a casa- le calló antes de que siguiera haciendo preguntas, quería mucho a su hermano; él, su madre y la música eran todo su mundo y su vida pero no por eso tenía ganas de contarle a Bill sobre la “causa” de su ensimismamiento, no estaba seguro del motivo, solo que era algo que quería tener para sí mismo por un tiempo.


En la casa, ya para la noche el mayor de los Kaulitz estaba, casi, en su ánimo común aunque a su hermano no se le olvidaba el extraño comportamiento que había tenido todo el día y se determino a descubrir el motivo de aquella anormalidad en Tom sin imaginar siquiera que este tenía nombre y rostro, mucho menos que estaba en su misma clase.


Transcurrieron un par de semanas, Tom seguía ido en algo que Bill desconocía pero al menos ya actuaba con cierta normalidad y prestaba atención el clase; tanto como solía hacerlo, pues nunca había sido su mayor afición.
Las cosas iban tranquilas, excepto por la reticencia de los profesores hacía ellos, jamás habían hecho algo que debiera considerarse impropio, sin embargo todos parecían considerarlos una amenaza potencial a la relativa paz de sus aulas; era increíble lo absurdas que se volvían las personas al prejuzgar.
Lo peor había ocurrido hacía tan solo dos horas cuando en la clase de arte les habían asignado parejas y su profesora se apresuro a separarlo de Tom y Andreas, terminando así con una chica a la que no conocía, según le parecía a él era nueva en la ciudad y al final le había resultado agradable además de que sus dos grandes ojos eran muy expresivos y eso lo tranquilizaba; al final le había gustado trabajar con Aura. Bill jamás hubiera imaginado que “eso” que traía a su hermano más distraído que nunca eran precisamente ese par de ojos que junto con la cabellera larga y el perfil sereno lo atormentaban como un recordatorio constante de que por mucho que quería algo todavía no juntaba el valor para hacerlo: el nombre de aquella castaña.


-Ah, me muero de hambre; ¿será que tardes mucho todavía?

-Espera, estoy seguro de haberlo visto aquí el otro día

-¿Por qué no le preguntas a la vendedora?

-El otro día lo hice y apenas si entendió tres palabras pero yo a ella no le entendí absolutamente nada- Bill buscaba y buscaba por todos los estantes y cajas para encontrar el CD que quería desde hacía tiempo y por el que había ahorrado dinero desde hacía varias semanas todo para que el día en que finalmente tenía suficiente el álbum no aparecía por ningún lado –no puede ser, ya vi la “N” como veinte veces, ya recorrí de la “K” a la “P” y nada- estaba consternado, él también tenía mucha hambre pero no quería irse sin conseguir el CD

-Bill, ¿qué buscas?- los dos alzaron la mirada encontrándose con la castaña de grandes ojos, Tom sintió como si su cuerpo se congelara hasta que desvió el rostro antes de que ella se percatara de cómo la veía, poniéndose a tomar discos al azar fingiendo interés

-Ah, solo buscaba el álbum de Nena

-Ya veo; espera- fue hacía la dependiente y comenzó a hablar con ella en francés con perfecta calma, luego la vendedora fue hacía la bodega y en menos de cinco minutos había vuelto con el pedido –listo

-¿Cómo hiciste eso?- preguntó sorprendido Bill que todavía no podía creérselo a lo que la otra rió

-¿No te dije?, soy francesa

-Pero… hablas muy bien el alemán

-Sí, mi padre es alemán y mi madre francesa; vivimos en París hasta hace un par de años que transfirieron a mi padre a Berlín y ahora aquí

-¿Y cómo supiste que la vendedora habla francés?, no tiene acento

-Ah no, lo habla horrible pero yo no hablo español así que improvise- sonrió juntó con Bill que parecía encontrar aquel enredo lingüístico tan interesante como ella que de repente se percató del mayor y lo observo con mucho detenimiento -¿él es tu hermano?

-Sí, ¿no se nota?- bromeó Bill por el parecido tan obvio, después de todo eran gemelos

-Disculpa, es que lucen tan diferentes- miró a uno y luego a otro varias veces como si los comparase –pero es verdad, son idénticos excepto por, bueno, muchas cosas; mucho gusto, soy Aura- le extendió la mano a Tom que la tomó apenas apartándose de inmediato –tengo que irme, los veo luego


Para Tom el camino a casa se volvió una travesía, no miraba por donde iba, se equivocaba al virar las calles y casi se quedó en el bus cuando debía bajar; de no ser por Bill no hubiera sobrevivido ni los primeros cinco metros de distancia y mucho menos encontrado su hogar pero la fortuna comenzaba a sonreírle o eso sintió al menos al ver los macarrones sobre la mesa a la hora de cenar.
Finalmente, ya siendo de noche, completamente agotado y con la cabeza hecha un lío se fue a acostar a su cama tras apagar la luz, se hecho sobre el colchón y se tapo con las sabanas incluso sin tener frío, como un simple reflejo para intentar calmar las sensaciones que lo atormentaban.


-Tom- escuchó la voz de su hermano, acababa de cerrar la puerta y así, sumidos en la oscuridad se acercó hasta él sentándose a su lado porque sabía que estaba despierto y a él no podía engañarlo –se que no quieres hablar de esto pero algo raro te pasa, andas muy distraído y hasta pareces triste; estoy preocupado por ti

-Ya duérmete

-Tom, por favor, dime algo, quiero ayudarte

-Ya te dije que no tengo nada, déjate de necedades

-Pero… ¿acaso ya no me tienes confianza?, si no quieres que se lo diga a mamá o a Gordon esta bien, prometo no hacerlo pero por favor no intentes ocultarme a mí lo que sea que te este pasando

-Bill, entiende, no me pasa nada, estoy perfectamente bien y ya es tarde así que vete a dormir a tu cama- no se atrevió a verlo a los ojos porque sabía que las palabras se le atorarían en la garganta si intentaba mentirle de frente.


Eran muchas las preocupaciones en su mente, o al menos eso le parecía al joven que ya no sabía que hacer o como actuar. Jamás le había mentido u ocultado nada a Bill y si en su infancia eran unidos, desde el divorcio de sus padres Tom era incapaz de alejarse de su gemelo por lo que se conocían el uno al otro más que a si mismos y por ello lo que estaba haciendo le dolía en el alma, lo estaba lastimando y esa nunca había sido su intensión aunque estaba convencido de que era por un bien mayor porque no juntaba el valor para acercarse a Aura, no sabía porque pero eso lo perturbaba en demasía, más de lo que le parecía normal en cualquier caso.
Y para colmo ese día había descubierto un sentimiento que no creía ser capaz de sentir, no eran celos, al menos no de los comunes y corrientes, no, eran unos mucho más oscuros y dolorosos y por la persona que más quería en el mundo porque al fin y al cabo Bill tenía algo que él deseaba y no podía tener; él conocía a Aura, él podía hablar con ella y él seguramente conviviría con ella mientras que él, Tom, solo se quedaría observando todo. Sabía que Bill no quería hacerle daño ni ofenderlo pero era justamente lo que había conseguido; estaba resentido con él y furioso con la profesora porque así como asignara al menor podía haberlo asignado a él con Aura o a cualquier otro.
Respiró hondo y se puso a meditar seriamente su situación; podía seguir cabreado con Bill sin que él fuera culpable de crimen alguno o tomar las cosas a su favor y aprovechar la oportunidad para acercase a la castaña, el problema radicaba en que no quería utilizar a su hermano como una herramienta, el cariño que por él sentía no le permitía hacerle algo semejante y si se lo pedía abiertamente él descubriría lo que le estaba pasando y que con tanto esfuerzo ocultaba.


Los días transcurrieron sin que las cosas tomaran un curso normal, por el contrario, Bill era muy conciente de cómo su hermano con cada día se iba retrayendo más, le evadía en cierto modo y su mente no conseguía aterrizar en el mundo, seguramente estaba ya muy lejos de la atmósfera. Todos esos detalles que lo lastimaban lo orillaron a alejarse de él y de Andreas que al percatarse de aquello le pidió una explicación que no supo darle y se justifico solo diciendo que el mayor parecía incomodo a su lado y siendo así lo mejor era abrirse; todavía convivía con su rubio amigo pero el distanciamiento se hacía más evidente y su ánimo decaía a pasos agigantados, volviéndose una experiencia en sumo dolorosa y asfixiante.
Lo atormentaba la idea de que algo anduviera mal con Tom pero lo aterraba la posibilidad de que estuviera molesto con él, no había razones aparentes y eso le sumaba a sus males la confusión que no lo dejaban razonar con claridad.
Por buena o mala suerte, Bill Kaulitz era un chico muy sociable al que la compañía que tenía le hacía bien, incluso si no era el de las personas con quien realmente deseaba estar; así fue como termino con Aura, una tarde cuando vagaba por un parque solo, tratando de descubrir el misterio que el mayor le ocultaba tan celosamente terminando en una banca comiendo helado tratando de pronunciar frases en francés y había sido horrible; en verdad no le gustaba aquel idioma.
Desde aquella tarde se volvió más o menos cercano a ella, que solía hablarle de Francia como si se tratase de un poema y que había adquirido un gran interés en su música incluso sin haber escuchado nunca nada que él hubiese escrito, parecía formarse grandes expectativas con escucharlo cantar canciones al azar.
Sin embargo, todo aquello aún no era suficiente; Tom, en lugar de mostrar mejoras no hacía más que empeorar, en la casa apenas si se hablaban a menos de que sus padres estuvieran presentes pues en esas ocasiones ambos fingían magistralmente, no hacía falta involucrarlos en lo que fuera que les estuviera pasando. Con Gustav y Georg las cosas no eran tan fáciles en cambio, ellos sí que notaban el ambiente pesado entre los gemelos; Bill a menudo olvidaba las letras y Tom de que estaba tocando por lo que suspendieron las presentaciones para limitarse a ensayar sin grandes progresos.


-Esto no tiene caso, si no van a concentrarse entonces mejor nos ahorramos el tiempo- se quejó Gustav que ya estaba más que molesto

-No se que les pase a ustedes dos pero más vale que lo arreglen pronto o Devilish se irá al carajo porque los dos están demasiado idos- Georg también estaba harto de la situación y con el bajo en sus manos se marchó.


Ese fue el día definitivo para que los dos sintieran que la vida se les iba convirtiendo en un infierno pues compartían el amor hacía la música y aquel distanciamiento “anónimo” y mal disfrazado les estaba afectando más de la cuenta; Tom seguía recio a dar su brazo a torcer y Bill ya no intentaba persuadirlo de algo que no estaba seguro que era.
Todo iba empeorando porque Tom ya no podía con los celos que sentía, al principio solo había sentido nervios por acercarse a la francesa, ahora además resultaba que era gran amiga de su hermano que lo eludía a sol y a sombra; se sabía responsable en cierta medida, mas no imaginó que Bill se abriría además de que sospechaba que entre ellos dos había algo.
Tom Kaulitz-Trümper hervía en rabia.



-Hola Bill… oye, ¿qué pasa?, luces muy mal- los iris avellana lo miraban con angustia sincera

-Ayer discutimos con Gustav y Georg- le confesó totalmente decaído

-¿Pero por qué?- ella no conocía a ninguno de los dos pero estaba enterada de la banda y sus integrantes además de ser conciente del esfuerzo que hacían para poder llegar algún día a ser reconocidos

-Es que… todo es culpa mía, no se que hice pero hace semanas que Tom esta molesto conmigo y ahora apenas si nos dirigimos la palabra y ya no soy capaz de cantar y a él le molesta tanto estar cerca de mí que no se concentra; te juro que me estoy volviendo loco

-Pero viven juntos, son hermanos, ¿cómo puedes no saber por qué esta molesto?

-No lo se, no creó haber hecho nada malo pero me ignora y ya no se que hacer

-¿Desde cuando?

-Hace un tiempo, poco antes de conocernos

-Pero eso es bastante, no creo que pudieras hacer algo tan malo como para que deje de hablarte por tanto tiempo. ¿ya intentaste aclarar las cosas?

-Sí, pero no me dijo nada, por eso me aleje de él y de Andreas, creí que si le daba espacio se le pasaría pero ya veo que no

-Oh Bill, no tienes por que estar tan triste, seguro que todo es una terrible confusión

-Eso quiero yo pensar pero Andreas no consigue que le diga nada y tampoco le importa que yo ya no este a su lado, como si quisiera que así fuera, que me alejara más de él- comenzó a llorar, intentaba controlar el hipar en cada sollozo y las lágrimas sin conseguir su objetivo, era mucha tristeza que guardar

-No, por favor, no llores- lo abrazo afectuosamente sintiéndose profundamente conmovida, sin comprender como alguien podía ser tan cruel con su hermano y más cuando parecía haber compartido con él un lazo tan fuerte –tranquilo, todo pasará


Cuando Tom llegó ahí su intensión era la de disculparse con Bill, estaba cansado de aquella riña salida de la nada y lo extrañaba horriblemente al grado de apenas si tener tiempo para pensar en la castaña, pero por una mala jugada del destino o la cronología vio una escena que le partió el corazón como no imaginó.
Bill estaba con Aura, abrazados, frente a frente, exageradamente cerca y si bien no alcanzaba a distinguir todo a detalle sí los reconoció y la expresión que parecían tener era demasiado afectuosa; su hermano y la francesa eran novios.
Se alejó de ahí sin decirles nada, deseando que no haber sido descubierto, corriendo a toda prisa para intentar sacar todas las emociones que estallaban en su interior: la ira, la decepción, la tristeza, los celos, la desolación… la extraña sensación de que el amor se le escapaba de las manos. Al llegar a su casa se alegró de estar solo, encerrándose de inmediato en su habitación con seguro, sentado en el piso, tocando solo por tocar mientras ignoraba las lágrimas que se le escapaban desobedientes.
Aproximadamente dos horas después escucho la puerta abrirse y pasos en la planta baja que pudo identificar; no se escuchaba como tacones así que no era su madre y tampoco se oían con el peso y seguridad de Gordon sino que eran ligeros, rápidos y con la cautela de quien tiene miedo de ser sorprendido; era Bill.
Salió del cuarto, bajo las escaleras y lo vio salir del comedor para entrar a la sala; se miraron fijamente, Tom aún estaba parado a mitad de la escalera, con una expresión indescifrable así como el menor se esforzaba por contener el llanto que amenazaba con delatarlo.


-¿Dónde estabas?- trató de sonar tranquilo, despreocupado, pero no funcionaba, el agarrarse con fuerza al barandal no era suficiente para apaciguar el torbellino en su interior, ese que amenazaba con ser más vengativo que rencoroso.

-Fui al parque

-Con Andreas

-No, yo solo- Bill supo de inmediato que Tom quería respuestas y para ello iba a someterlo a un duro interrogatorio que quería ahorrarse, no tenía energías para seguir luchando.

-¿Estuviste solo todo este tiempo?

-Me encontré a una amiga- miro los escalones como si aquello fuese indispensable para su ascenso hacía la primera planta cuando sintió el agarre del mayor

-¿Qué amiga?

-¿Por qué no me dices directamente lo que quieres saber Tom?- se atrevió a alzar la mirada, sus ojos marrones se mostraban llenos de reproche, de dolor, de desesperación -¿por qué tengo yo que decirte que hago o con quién cuando tú eres incapaz de decirme por qué carajos estas tan raro?, ¿crees que soy idiota?, pues no y estoy cansado, estoy exhausto de pasarme día y noche pensando en que te hice para que me odies tanto o en que puedo hacer para que me perdones, pero ya me colmaste, si tienes algún problema conmigo dímelo directamente- Tom lo miró petrificado, era tan raro que su hermano se mostrase agresivo y se sabía responsable, soltó el agarre y entonces fue él quien evito mirarlo –en vista de que no tienes nada más que decir…- siguió los escalones que le hacían falta y de ahí por el pasillo hasta su cuarto cerrando con un portazo para dejarle en claro que no se acercara .


Se sentó en el escalón, sabiendo que si no se controlaba iba a terminar llorando por segunda vez en aquel día, todo por su propia culpa, todo por sus actos inmaduros.
Bill no le pertenecía, era libre de hacer lo que mejor le pareciera y estar con quien quisiera, si en ese momento él había quedado fuera de su vida era por su maldita actitud absurda y no por otra cosa. Aura también era libre, jamás le había hecho pensar que estaba interesada en él, ni siquiera se le acercaba mientras que pasaba mucho tiempo con el menor.
No le gustaba, pero el gusto de las personas nunca había limitado a la realidad y esa no era la excepción a la regla; las cosas eran como eran, así de fácil.




Devilish parecía irse convirtiendo en un anhelo imposible, vivir bajo el mismo techo era una tortura y el asistir al mismo colegio no era motivo para convivir; los gemelos estaban separados y divididos incluso si cada uno, por su parte, hubiera dado cualquier cosa por cambiar la situación.
Eran días feriados, lejos del liceo y del mundo que los rodeaba; Aura estaba de viaje, con Gustav y Georg hablaban de tanto en tanto sin acordar un nuevo encuentro o siquiera vislumbrar la idea y sus padres habían salido como la pareja que al fin de cuentas eran, confiando en que sus dos hijos sabrían manejarse por aquella tarde si problemas.
Bill intentaba escribir, sentado en el sofá de tres piezas de la sala con los pies sobre el cojín y casi junto a su pecho, con la mirada perdida, posiblemente en búsqueda de la fugitiva inspiración que le abandonaba cuando más la necesitaba; era un día particularmente frío, no muy común para las fechas pero el clima se iba volviendo un caos año con año. …l no lo sabía pero su hermano lo observaba de reojo mientras cambiaba los canales del televisor; llevaban así más de una hora, juntos en la misma habitación sin gritos o desplantes, todo un record desde el conflicto en las escaleras; posiblemente se debía a que Bill ya no intentaba hablar con su hermano ni un poco, dispuesto a cumplirse a si mismo la promesa de tener dignidad y Tom, por primera vez en más tiempo del que podía recordar, se sentía un niño desamparado y arrepentido de haberse portado mal, deseoso del comprensivo perdón de alguien que le dijera que todo iría bien, aunque una duda no dejaba de acosarlo y revolverle las ideas de por si ya muy confusas; ¿de quién anhelaba tanto aquella amnistía?, ¿de Aura, que a esas alturas debía pensar que era un monstruo? (y él le hubiera dado la razón), ¿de Andreas por inmiscuirlo en un asunto del que no era parte?, ¿Georg y Gustav por arruinar aquello por lo que se habían estado esforzando?, ¿quizá su madre por traicionar su confianza?, ¿o de su hermano que fingía no notar su existencia?... se sentía arrepentido y lleno de culpa hacia todos, algo que jamás había vivido.
La realidad era que desde hacía muchos años Tom Kaulitz había abandonado la idea o la humildad de disculparse o disculpar a los demás, demasiado dolorido por la traición sufrida por su padre hacía con las personas que más amaba en el mundo: su madre y Bill.
Había sido muy pequeño para tener una relación de gran apego por su progenitor o más bien las circunstancias no lo habían promovido y por ello, sumado a su deseo de proteger a su familia, se había negado la posibilidad de sentir pena por la ausencia de alguien que, de acuerdo a su propio razonamiento, prefería no estar a su lado.
Por primera vez pensó que quizá si existían fuerzas poderosas e invisibles que cegaran a las personas hasta hacerlas caer en lo que más las hería, en situaciones que jamás se hubiesen permitido de estar concientes, porque de haber sido posible él se hubiera negado a esa atracción que sentía por la castaña un millón de veces antes de dejar que su vida se desmoronara como lo estaba haciendo, porque sentía que al final no ganaría nada y perdería todo.


-Tengo hambre…- Bill soltó apenas pensando, antes de que la razón lo hiciera arrepentirse y quedarse callado -¿quieres algo?

-Lo que quieras esta bien- Tom siguió cabizbajo, demasiado culpable para llevarle la contraria al menor que así de fácil se escabullía a la cocina sin comentar nada más. Tom seguía cambiando canales, sabiendo que en realidad no vería nada y sabiendo que su hermano también lo sabía mas no haría nada por detenerlo, no mientras no tuviera una buena excusa, una que llegó a los veinte minutos.

-Ya esta- gritó quedo desde la cocina Bill, sirviéndose su porción de macarrones con salsa en un tazón mediano, no quería, lo del hambre era un decir pues sería capaz de morir de inanición con la tristeza que llevaba encima excepto porque no era una idea muy brillante, si no podía tener una buena idea por lo menos iba a evitar las que eran obviamente malas.

-Gracias- Tom también se sirvió, extrañamente feliz aunque fuera solo un poco ante la idea de que su hermano hubiera hecho aquello por él, sin saber si era o no verdad, deseoso de que lo fuera. Se sentó a una silla de él, quedando casi enfrente y empezó a comer en silencio, tratando de ver al menor sin que lo descubriera por absurdo que fuera, repitiéndose en pensamientos que por querer ocultarle algo había terminado en tan deplorable situación aunque sin cambiar de propósito. Vio como su hermano se paraba de la mesa hacía el fregadero y comenzaba a lavar lo suyo, lo miró a gusto mientras pudo, volviendo al hecho de que lo extrañaba mucho y que en el fondo eso era lo que lo hacía sentirse más solo que nada, deseoso de reconciliarse e inseguro del método que podía utilizar para tales fines y es que comenzaba a creer que cuanto más tiempo pasara lejos de Bill más le fallaba el cerebro; el cerebro y otras partes de él mismo que ya lastimaban más de la cuenta. Finalmente se levantó importándole poco su comida casi intacta, yendo directamente hasta la sala donde Bill estaba sentado, a mitad del piso, con las piernas cruzadas, la espalda ligeramente curveada, los cabellos cayendo a los lados de su cabeza y el rostro fijo hacía la libretilla donde últimamente se ponía a escribir todas sus canciones, mientras parecía tararearlas en su cabeza una y otra vez asegurándose de que quedaran tal y como las quería; se arrodilló tras él y lo abrazó por la espalda esperando que pudiera comprender lo que no podía decir, que por dentro se estaba muriendo de puro dolor, que el tenerlo lejos solo lo dañaba y que se sabía un completo idiota por tratarlo como lo había hecho. Por unos instantes temió no ser perdonado, pero cuando las manos del menor se entrelazaron a las suyas sintió un aliento que le devolvía a la vida –esa libreta es nueva, ¿la compraste?- le preguntó, no tenía un interés real, su hermano siempre había escrito donde pudiera sin importarle nada más, así era él, pero no iba a ahondar en sus “problemas” cuando parecía haber llegado cierta calma a ellos; no, no lo echaría todo a perder.

-No, me la regalo Aura- le respondió Bill aguantándose las ganas de lanzarse a los brazos de su hermano como realmente deseaba, gritando de felicidad, casi a punto de llorar

-¿Ah sí?- no quería que la rabia lo venciera, pero era una enemiga demasiado fuerte o quizá él era demasiado débil -¿y por qué?- intentó sonar calmado, aunque no muy bien, sin embargo el menor estaba tan perdido en la dicha que no se percató del veneno en la voz de Tom

-Ah, bueno… es que, nos hemos hecho buenos amigos - no quería ponerle un nombre a esa distancia por miedo a que, al ser conjurada, reapareciera y lo alejara de Tom nuevamente, sin imaginar que aquella silenciosa enemiga no requería invitación premeditada –y me la regaló porque decía que me veía triste. ¿Sabes?, no te lo había comentado por lo que… nos pasó últimamente, pero creo que le pediré que sea mi novia


Tom no sabía si el tiempo se había detenido, si lo había hecho su cerebro o era su corazón el que se negaba a seguir su curso natural, igual no era relevante, los escalofríos en su cuerpo le erizaban la piel y los finos vellos de la nuca y los brazos; la rabia, los celos, todo volvía con renovadas energías, más crueles que antes, más ponzoñosos, malignos y despiadados. Soltó el agarre que lo mantenía unido a Bill, casi huyendo de él como si tuviera alguna especie de peste o como si hubiera despertado de algún letargo para darse cuenta de que hacía algo que no deseaba hacer; al menos eso fue lo que el menor sintió cuando, sin tiempo a detenerlo, se había quedado solo en la estancia, abandonado por su hermano y por su afecto, con el corazón rompiéndosele en nueva cuenta.
Tom no terminaba de asimilar esas palabras: “novios”; Bill quería a la francesa, peor aún; Bill quería a la maldita francesa en la que él mismo se había fijado; Bill quería a la maldita francesa que a él le gustaba, porque estúpidamente se había asustado consiguiendo solo ahuyentar a su hermano. …l era el responsable, el culpable de toda aquella desgracia aniquiladora que le pasaba por encima sin poder frenarla y ahora le destrozaba la poca cordura que le quedaba.
Pudo escuchar como Bill lo llamaba desde el otro lado de la puerta incansablemente, tratando de disuadirlo para hablar de frente y de buena vez, mas lo ignoró porque no quería volver a escuchar nada referente a la relación de su hermano con nadie, absolutamente ninguna persona sobre la faz de la tierra.
La noche resultó terriblemente tensa para ambos, especialmente para Bill que se había ilusionado para despertar en una realidad más cruda que la anterior; su hermano era más frió que nunca y no pudo evitar preguntarse cuanto soportaría su corazón antes de estallar de pura lamentación. Recordó lo que le había dicho en la sala, lo de la libreta había sido un intento de Aura por subirle los ánimos mientras le aseguraba que todo estaría bien y Devilish llegaría a la cima, aunque para ello tenía que esforzarse mucho; estaba agradecido con ella, con su comprensión y con sus hermosos ojos avellana que le regalaban cierta paz, pero en el fondo sabía que no la amaba y si bien le tenía cariño no se comparaba con el que tenía por Andreas y el solo pretender compararlo con lo que sentía por Tom habría sido un delito; no era ni ínfimamente similar.
Posiblemente si el mayor hubiera sido conciente de aquello sus celos no habrían aparecido pero igual lo más probable hubiera sido que estuvieran ahí porque aunque no lo admitiera su cariño por Bill era algo obsesivo, arraigado y progresivo que invadía sus ideas y emociones con velocidad inconcebible.


Tom no había dormido ni diez minutos seguidos, por ello, cuando creyó que pasaban ya de las cuatro de la mañana se escabulló hacía el baño para ducharse, se vistió ahí mismo, no deseaba volver a la habitación, no quería imaginarse lo que pasaría si Bill despertaba y se daba cuenta de que ya se alistaba para salir, no estaba enterado de que él lo había escuchado y que en ese momento, mientras cruzaba la puerta rumbo a cualquier parte, él se abrazaba a la almohada luchando por no llorar desconsoladamente.
Caminó hasta llegar a un parque a veinte minutos caminando de su casa importándole poco el que fuera tan temprano o que el sol aún no saliese; se sentó ignorando el frío, pensando que debía haber llevado la guitarra consigo, en ese momento solo podía conformarse con el reproductor digital de música. Se negaba a pensar en la situación con su gemelo, aunque finalmente cada idea vaga terminaba llevándolo a él y a todo lo que estaba sucediendo haciendo que se planteara no solo el grave error cometido sino como había sido tan tonto para no comprender las implicaciones de lo que cada suceso desencadenaba en su interior.
Ciertamente Aura le gustaba, le parecía atractiva y suponía que era alguien agradable, incluso si a esas alturas no podía menos que mirarla con desprecio; ¿cómo se atrevía ella a seducir a su pequeño hermano?, ¿cómo había osado interponerse entre ellos?, ¿cómo lo engatusaba orillándolo a actuar como un perfecto idiota?; bien, lo último no era realmente culpa de ella, solo que eso no compensaba el que se aprovechara de sus descuidos para acercarse al menor e introducirse en su cabeza como una lobotomía. De pronto sentía que la despreciaba.
Se levantó de la banca donde pasara las ultimas horas para ir a la parada, esperó el colectivo tomando la ruta que iba hacía la casa de su rubio amigo, mirando por la ventana las calles de aquella ciudad; amaba su hogar, amaba vagar, recorrer y fantasear con el día en que pudiera tocar frente a cientos de personas, era una verdadera lástima que aquello fuese opacado por el velo de pena que no se esfumaba de su pensamiento, que se sintiera tan abatido.
Cuando llegó a la casa de Andreas este se sorprendió bastante por verlo en su puerta relativamente tan temprano y solo, lo invitó a pasar, estaba solo en su casa y eso le facilitaba a Tom el hablar con él.


-Bien, no me mal interpretes, pero ¿qué haces aquí?- se sentó en el sofá junto con Tom que lo esperaba silencioso y decaído, abrió una lata de refresco y bebió de ella para luego observarlo con detalle, sin atreverse a preguntar más directamente lo que lo llevaba hasta ahí, la causa por la que se le veía tan triste.

-Necesitaba hablar con alguien y ya no puedo contar con Bill

-No digas esa tontería, ¡tú y Bill son casi uno mismo!

-Quizá antes, ahora no estamos ni cerca- dejó caer su cabeza hacía atrás, en obvio gesto de cansancio por todo lo que pasaba y lo que aún no sucedía –Andreas, soy un idiota, un perfecto imbécil, el rey de todos los idiotas e imbéciles del mundo

-Eso ya lo sabíamos- rió antes de volver a sorber de la lata, tratando de animarlo con su broma

-Andreas, por favor, hablo en serio

-Yo también, ¿crees que no me doy cuenta de lo que pasa?, no es como si ustedes estuvieran siendo muy discretos- el rubio lo observó, esperando a que se decidiera de una buena vez a hablar claramente dejando a un lado las inútiles lamentaciones -¿me vas a decir lo que te pasa sí o no?- Kaulitz suspiró hondo, juntando valor para confesarse

-Me gusta Aura…- Andreas casi se atraganta con la bebida al escuchar aquellas palabras, demasiado asombrado para conseguir que su cuerpo no delatara la impresión –o al menos me gustaba antes

-¿Qué quieres decir con eso?, ¿te gusta o no?

-Me gusta, me gustaba…- lo medito unos instantes para ver si así conseguía que en su cabeza las ideas tomaran orden antes de seguir diciendo incoherencias –me gusta, pero no soporto que se la pase todo el tiempo con Bill

-¿Entonces todo este tiempo has actuado raro porque ella esta con Bill y no contigo?

-Sí, algo así- no podía decirle simplemente: “Yo pensé eso al principio, pero ahora me doy cuenta de que lo que me jode es que él este con ella en lugar de estar conmigo”; no, aquello no era racional

-Bueno, creó que es lo más tonto que has hecho en toda tu vida

-Sí, ya lo se- respondió sin ganas de hacerlo

-¿Y qué vas a hacer ahora?

-No tengo la más puta idea

-Estas jodido…- ambos se callaron, pensando en algo que pudiera solucionar aquel “pequeño dilema” –creo que lo único que puedes hacer es decírselo todo a Bill

-No puedo hacer algo así; piensa pedirle que sea su novia

-¿En serio?... bueno, supongo que tiene sentido, ella es linda y simpática, divertida, se llevan bien, han pasado mucho tiempo juntos últimamente…

-¿Intentas provocarme?, porque es lo único que estas consiguiendo- le recriminó a su amigo

-No, claro que no, intento hacer que entres en razón y hables con tu hermano, ¿crees que vale la pena echar a perder tu relación con tu hermano por una chica?

-¿No te había dicho ya que soy un estúpido?

-No, me parece que dijiste idiota- pocos segundos después cayó sobre el rostro blanquecino de Andreas uno de los cojines de su sofá, proyectil enviado afectuosamente por Tom que se sentía un poco mejor, con las ideas más claras y mucho menos tensión que antes. Pasó allí casi toda la tarde hasta que finalmente se despidió de su amigo y volvió a su casa dispuesto a hablar con Bill.


-¡Tom, al fin llegas!- Simone llegó a la entrada abrazándolo al instante aparentemente feliz de verlo llegar -¿dónde diablos te metiste todo el día?, no sabía donde estabas ni nada, por amor de Dios, no vuelvas a preocuparme de esta manera

-Lo lamento

-Afortunadamente Andreas fue un poco considerado y me llamó para avisarme que venías para acá- no estaba muy contenta ni convencida, tenía la firme idea de que debían haberla llamado mucho antes en vez de dejarla con la preocupación pero en cuanto el rubio le avisó que Tom iba en camino pudo tranquilizarse un poco

-Lo siento, no volverá a pasar

-Esta bien, hijo, no tuve tiempo de avisarte, la comida ya esta lista pero Gordon y yo tenemos que salir

-¿Salir?, ¿hoy?, ¿ahora?- le gustaba que sus padres fueran liberales, pero desde que Simone había contraído nupcias con Gordon le parecía que pasaban más tiempo en la calle que en la casa

-Lo se, lo se; pero prometo que los compensaremos, ya verás que cuando salgan de vacaciones iremos a algún lugar todos juntos- le besó y se puso su abrigo saliendo de la casa con su esposo mientras el mayor de los gemelos no hacía más que mirar desde la puerta como el auto se alejaba y suspiró resignado; después de todo, se merecían pasar un poco de tiempo juntos, ellos solos.


-Hey, Bill- le llamó desde la planta baja mientras lo buscaba por todas partes sin encontrarlo, revisó en cada habitación hasta quedar convencido de que debía estar en su cuarto, perdiendo el tiempo con solo Dios sabía qué; subió las escaleras y caminó por todo el pasillo descubriendo que la puerta estaba abierta y el ordenador encendido pero sin rastros de su hermano. Se acercó al computador y ahí, ante su sorpresa, en la brillante pantalla descubrió un correo de su hermano, uno cuyo remitente citaba “Aura”, como un mal presagio o más bien como una advertencia de que lo que estaba a punto de leer no iba a ser de su agrado; siguió palabra por palabra y oración por oración sintiendo como cada una parecía subir un grado de su temperatura corporal, todo producto de la rabia más enajenado que hubiese padecido en su existencia conforme sus sospechas se corroboraban en aquel escrito; era demasiado obvio que la francesa no le era indiferente a Bill, por el contrario, no se limitaba en halagos y palabras dulces en un claro indicio de buscar su afecto y aceptación.

-¿Qué haces?- cuando escuchó al menor se sentía demasiado molesto para mostrar arrepentimiento por violar la privacidad de su hermano, por el contrario, lo miró con gran reproche para luego bajar por los escalones, buscando algún lugar donde encerrarse, donde estar solo antes de hacer o decir algo que no pudiera más que empeorar las cosas.

-¡Qué demonios estabas haciendo!- casi de inmediato Bill llegó a su lado, claramente enfadado por sus actos -¿por qué estabas leyendo mis correos?

-En primera esa computadora también es mía y en segunda yo no estaba haciendo tal cosa

-¿Ah no?, ¿entonces que hacías mirando la pantalla por más de cinco minutos?

-Dices tonterías

-Claro que no, te estuve observando, te quedaste leyendo el mensaje sin darte cuenta de que yo te veía

-Entonces eras tú quien me espiaba

-Esperaba a que te dieras cuenta de que estaba ahí, ¿pero sabes qué?, es obvio que no vas a aceptar que estabas hurgando en mis cosas porque eres demasiado orgulloso para ello- esperó a que Tom dijese algo, todo en vano –no te comprendo Tomi, eres mi hermano, pero creo que a ti eso ya no te importa, yo ya no te importo…- sus ojos se aguaron en llanto provocando que el mayor sintiera vergüenza de sus acciones –eres un tonto


Pasaron los días, ambos gemelos seguían distanciados y sin reconciliación próxima, por lo que Tom había pasado de su mal humor a ser un arisco insufrible con el que ni Andreas era capaz de hablar por más de treinta minutos sin cansarse de soportar sus malas caras y comentarios fuera de lugar llenos de enfado. Por supuesto Bill no estaba enterado de la confesión que le había hecho su amigo aquel día al ir a su casa, no sentía que le correspondiese y había un detalle que internamente lo molestaba desde aquella charla sin imaginar que a las dos semanas tendría la oportunidad de aclararlo todo o al menos indagar.


-¿Se puede saber a ti qué te pasa?, entre tú y Tom están acabando con mi paciencia, no hay un día desde que se pelearon que ninguno este en paz, ¿por qué no solo se arreglan?

-No es tan fácil Andreas- suspiro decaído el pelinegro

-Bueno, igual eso no me dice por qué te ves particularmente triste

-¿Recuerdas a Aura?- el otro solo le asintió, dándole pie a seguir con su explicación –pues me dijo que se va de vuelta a Francia

-¿En serio?

-Sí, van a transferir a su padre otra vez y ya no volveré a verla…

-¿Te gusta?

-¿Aura?- lo meditó unos segundos, buscando más la manera de expresarse que la respuesta en si misma –no exactamente

-Esa es la respuesta más rara que me has dado nunca

-No puedo ser más claro; me agrada, mucho, en serio, es muy linda pero…

-¿Pero?

-Pero no se si es que estoy demasiado triste por lo que pasa con Tom o realmente no me interesa como algo más que amiga

-¿Y qué si fuera la segunda?

-Supongo que el que se vaya es lo mejor, aunque me voy a sentir algo solo

-Lo dices como si no pudieras contar conmigo

-Para nada, sabes que eres mi mejor amigo, pero no puedes estar en dos sitios a la vez

-No, por eso ustedes se tienen que contentar

-Te juro que quiero, pero Tom es tan terco y tan tonto algunas veces que ni yo le tengo paciencia

-En ese caso hay que cambiar de táctica- Bill solo lo miró con duda, sin pescar lo que intentaba decirle –hace tiempo que quiero preguntarte algo, es muy serio, así que por favor no te burles ni lo tomes a broma que ya es muy difícil para mí todo esto- respiró con la cabeza gacha pero los ojos fijos en su amigo –Bill, ¿quisieras ser mi novio?


Bill llegó a su casa con una sola idea en la cabeza, era la misma que lo había seguido desde hacía más de una hora, la que podía llevarlo solo por dos caminos y no estaba muy seguro cual lo atemorizaba más.
Su madre, como de costumbre, estaba fuera de casa, pero eso era muchísimo mejor a tener que hacer, lo que pensaba hacer, con ella ahí. Juntó el poco valor que pudo y fue hasta su recamara donde hacía a su hermano y efectivamente ahí le encontró. No dijo nada por algunos minutos, esperaba que él diese el primer paso, con todo y que ya se iba resignando a que eso no iba a pasar ni ese ni ningún otro día.


-Tom- lo llamó quedo, temiendo que al verlo parado contra el marco saliera huyendo -¿podemos hablar?- no le respondió, así que entró y se sentó en la cama mirando a su hermano que parecía muy interesado haciendo algo en el ordenador –yo, quería decirte que Aura se va de la ciudad- no se percató pero aquellas palabras definitivamente consiguieron la atención del mayor –al final no le pedí que fuera mi novia, no tenía mucho sentido hacer algo como eso- le estaba dando vueltas al asunto y lo sabía pero estaba aterrorizado internamente de tener que confesar algo tan fuerte como aquello –sobre todo porque ahora estoy con Andreas- Tom de inmediato dejó el mouse por la paz, no lo miró, pero tampoco disimuló que lo que acababa de decirle estaba taladrando su cabeza, lo torturaba y mucho –hace unos días me pidió que fuera su novio y yo… quiero saber tu opinión

-Me parece que no la necesitas, igual ya tomaste una decisión- Tom volvió a centrar su atención, al menos en apariencia, en la computadora.

-¿No tienes nada que decirme?- se estaba exasperando, todo iba según la mala opción o algo así, pero no quería, esperaba algo más, algo que pudiera significar cualquier cosa definitiva.

-Si tú y Andreas deciden salir no es algo en lo que yo tenga voz ni voto

-No me pidió salir Tom, me pidió que fuera su novio, ¿entiendes lo que eso significa, maldita sea?

-Salir, ser novios, es casi lo mismo

-Eres un maldito idiota Tom Kaulitz, eres un imbécil, necio, terco y además de todo eres ciego- se paró de golpe, giró la silla donde estaba el mayor, apoyó sus manos en las braceras de esta y besó a su hermano lleno de rabia y frustración separándose casi al instante para marcharse de la recamara sin que el otro pudiera detenerlo por la impresión.


Corrió hasta que se sintió exhausto, quedando a mitad de la calle con varias personas que lo miraban entre curiosas y molestas; se sentía juzgado como muchas veces antes pero no le importo, porque la única persona cuya opinión le interesaba era demasiado orgullosa para dirigirle siquiera la mirada.
El aire casi le faltaba y ya no se molestaba por contener las lágrimas, no le quedaban energías para eso ni para nada más.
Tom se había quedado físicamente sentado en la silla, como si la gravedad repentinamente no lo dejara despegarse de aquel mueble con todo y que su mente acababa de estallar en mil direcciones distintas; por un lado estaba la traición de Andreas y Bill, el que se había fijado en una chica que no solo lo ignoraba, no solo coqueteaba con su hermano sino que además se iba a quien sabe dónde y decorando sus frustraciones la confusión de por qué Bill lo había besado. No era la primera vez que su hermano hacía algo así pero jamás había sucedido en una discusión, por otra parte, antes de aquel año ellos jamás habían discutido. Se sentía como un tonto, seguramente porque en esas últimas fechas actuaba como tal…
¿Debía haberle dicho a Bill que estaba en contra de esa relación?, ¿debía reclamarle a su amigo por interferir?, ¿interferir en qué?, su noviazgo no iba a destruir el lazo sanguíneo, ni era él el culpable de sus estupideces; todo eso lo confundía.
Idiota, imbécil, necio, terco y ciego: todas esas eran las “cualidades” enumeradas por su hermano minutos antes y le daba toda la razón, actuaba precisamente así, pero no sabía por que era un ciego; lo medito largo rato, tratando de descifrar el mensaje oculto en aquellas palabras aunque se le hacía difícil pues casi podía sentir los labios del menor todavía sobre los suyos. Era un ciego, uno al que su hermano le gritaba, lo besaba y lo dejaba solo…
Abrió los ojos tanto como se lo permitía la anatomía y se maldijo e insultó internamente con todo el repertorio de expresiones soeces que conocía; oh sí, era un imbécil, un idiota, un necio, terco y sobre todo ciego, muy muy muy, demasiado ciego para no darse cuenta de lo que Bill había querido decirle.
Salió de su casa, pero no tenía idea de dónde ir a buscarlo así que fue hacía el único sitio que le llegó a la mente; directo a casa del rubio.


-¿Tom?, ¿qué haces aquí?- Andreas acababa de abrir la puerta de su casa sin imaginar nunca que al otro lado se encontraría con su amigo que, en aquel momento, lo miraba como si quisiera asesinarlo con la mirada

-¿Dónde esta?- preguntó secamente intentando controlar los impulsos de arrojarlo contra la pared y buscar a su hermano él mismo

-¿El qué?

-No te hagas el tonto Andreas, dime dónde esta Bill

-No se de que me hablas

-¡Que me digas dónde esta Bill!- gritó exasperado y excesivamente molesto

-Tom, Bill no esta aquí, no lo he visto desde ayer y no entiendo por qué maldita razón me hablas de esa forma pero espero que puedas explicármelo

-No te creo

-Bien, entonces entra y verifícalo por ti mismo- se movió cediéndole el paso a Tom que de inmediato se puso a buscar al menor por toda la casa –te dije que no estaba aquí, ahora, ¿quieres decirme por qué demonios te apareces en mi casa con esa cara de loco y me gritas sin razón?- Andreas había esperado a Tom en la sala en todo momento, hasta que este finalmente se convenció de que le decía la verdad y fueron al comedor para intentar calmar los ánimos

-Me dijo lo de ustedes- respondió de mala gana sin mirarlo

-Ah ya… ¿estas molesto por eso?

-¡Claro que estoy molesto!, ¿cómo puedes pedirle a mi hermano que salgan?

-Pero yo jamás le pedí que saliera conmigo, le pedí que fuera mi novio

-¡Tanto peor!

-No veo que tiene eso de malo, ¿ahora resulta que eres homofóbico?

-No, no tiene nada que ver

-¿Entonces?

-¿Entonces?- repitió la pregunta en tono sarcástico -¡es mi hermano!

-Y yo tu amigo, pero sigo sin verle lo malo al asunto

-Solo deja de acosarlo

-¡Yo jamás acosaría a Bill!, tú si que estas desquiciado

-Escúchame bien Andreas, eres mi mejor amigo pero si intentas algo con Bill te juró que me las pagarás

-¿Ah, y por qué?

-Solo no quiero que toques a mi hermano…

-Eso tiene que decidirlo él

-¡Ni lo intentes infeliz!- para entonces Tom miraba al rubio con verdadero odio sin darse cuenta de que él furtivamente parecía desviar ligeramente la mirada

-¿Por qué no?, después de todo él es libre, yo también, ¿en que te afecta?

-En que yo lo quiero y no voy a dejar que ninguna francesa tonta ni ningún amigo traidor se quede con él

-Creí que eso era asunto mío- la voz de Bill interrumpió a Andreas justo antes de que contraatacara haciendo que Tom quedara petrificado. El menor de los gemelos había llegado tan solo unos minutos antes en busca de su amigo encontrando la puerta de la entrada abierta y escuchando dos voces muy bien conocidas por él –en serio eres un tonto- salió de la casa al instante seguido por su gemelo mientras el rubio solo los miraba partir deseando que de una buena vez esos dos se pusieran de acuerdo; era muy difícil ser su mejor amigo pero si él no los ayudaba, ¿entonces quién?


Tom alcanzó a Bill en la estación, para su fortuna aún no había llegado su autobús y por ello subieron juntos al primero que pasó, con todo y que el menor no parecía conforme con aquello.
Bill se sentó negándose a quedar junto a su hermano que debió acomodarse en el asiento continuo; fueron en silencio, el menor ignoraba olímpicamente al otro que apenas si cabía en si de la pena, demasiado avergonzado por lo que el otro habría podido escuchar y más aún por lo que había estado a punto de decir en casa del rubio; se había contenido, había hablado de más pero lo que realmente quería gritar estaba aún sepultado en su interior, clamando por ser liberado en ese instante a quien realmente pertenecía.
Cuando llegaron a su hogar sus padres los esperaban para cenar; eso era incomodo, Bill no quería ni ver a Tom y Tom no se atrevía a defenderse, todo era demasiado difícil, confuso y complicado porque en medio de sus problemas estaba el deseo de no preocupar a su madre; casi sintieron alivio al terminar de comer.
Más entrada la noche, cuando el mayor pensó que sus padres ya estarían dormidos fue hacía su hermano conciente de que su somnolencia era completamente fingida, se sentó a su lado y trato de cogerle la mano sin que este se lo permitiera.


-Bill, por favor- su voz salió suplicante, la soberbia y el orgullo finalmente se le habían acabado y era más su temor de jamás ser perdonado por su hermano –se que he dicho y hecho cosas realmente estúpidas estos meses, se que te trate horriblemente pero por favor perdóname- puso su mano sobre el hombro del otro que tendido sobre su cama le daba la espalda, quedando con el rostro casi pegado a la pared –todo esto ha sido mi culpa- su gemelo comenzó a removerse entre las sabanas –no me lo merezco pero dime algo

-Eres un tonto…- susurró -¿por qué Tom?, ¿por qué tuviste que hacerme tanto daño?

-Te juro que no quería, es solo que no supe manejar las cosas, me sentía confundido y… culpable…

-¿Qué te hice para que me odiaras tanto?

-Yo jamás te he odiado ni lo haré- se resigno a que debía confesar la verdad por más dolorosa que esta fuera –creí que me gustaba Aura y por eso actué como un idiota

-¿Aura?... ¿todo esto fue por qué te gustaba Aura?- Bill casi gritaba, golpeando a su hermano sintiéndose más y más enfadado con él por decirle algo como aquello, por no percatarse de cuanto lo hería -¿cómo pudiste Tom?

-No se que me pasó, discúlpame, Bill, por amor de Dios, entiende que todo fue un terrible error

-¿Error?, ¿qué carajos quieres decir con eso?- seguía empujándolo, tratando de echarlo de su cama

-Creí que me gustaba, ¿sí?- tomó al menor por las muñecas y lo miró fijamente rogando en su interior por que eso bastara para que le prestara atención –me equivoque Bill, estaba molesto porque ella ni me notaba y cuando te vi con ella casi me vuelvo loco

-¿Todo esto ha sido por ella?- Bill comenzó a llorar desconsoladamente

-No, no lo entiendes, estaba celoso de ella no por ella- reafirmo el agarre empujando al menor contra la pared acorralándolo, ¿entiendes lo que quiero decirte?

-No y tampoco me interesa hacerlo; sabía que podías ser un idiota pero… ¿Aura?- pronunciaba el nombre casi sin parpadear, más que sorprendido, completamente atónito -¿Aura?, ¿cómo… cómo pudiste?, ah- se cubrió con la sabana el rostro y la cabeza conteniendo el grito que quería salir, debía evitar que sus padres los descubrieran, pero estaba tan molesto que se le dificultaba más que nunca- Aura… Aura…- como un conjuro maléfico que no debía olvidar decía una y otra vez, visualizando en su mente su rostro, sus facciones y sus ojos avellana –Aura…

-Ya, por favor basta- el mayor intentaba apartar la manta del otro pero este de inmediato comenzaba a golpearlo y esquivarlo hasta que finalmente la tela cayó mostrándole la mirada perdida, casi aterrada de su hermano –no, por favor, no te pongas así, por amor de Dios Bill, ¿qué te he hecho?

-¿Cómo pudiste Tom?, ¿cómo?- sollozaba sin querer mirarlo -¿cómo pudiste ignorar así lo que yo siento?… soy tu hermano, ¿cómo?- no respondió pues era tanta la vergüenza combinada con el arrepentimiento que comenzaba a odiarse a si mismo, a sentirse como una basura insignificante indigna de esas lágrimas que el menor no debería haber derramado jamás, porque había lastimado a una de las únicas personas en el mundo que realmente amaba –si la querías pudiste pedirme que te ayudara, con gusto lo habría hecho

-No es tan simple, no quería que lo supieras porque… estaba confundido, esperaba acercarme a ella yo mismo hasta que los vi y entonces creí que se gustaban y cuando iba a decírtelo todo me dijiste que querías que fuera tu novia y no lo soporte

-Entiendo; ahora te disculpas porque te he dicho que ella se va, eres un maldito egoísta

-¡No es verdad!; estaba celoso y molesto pero cuando me dijiste que la querías, Dios Bill, no me creerás pero sentí que la odiaba con todo mi ser, solo imaginar que iba a estar a tu lado me volvía loco

-¡Para, deja de decir esas cosas!

-Es que tú no entiendes

-Entiendo perfectamente- Bill pretendió levantarse de la cama para salir corriendo y lo habría conseguido de no ser porque el mayor adivinó sus intenciones y se lanzó sobre él, acorralándolo con su cuerpo contra el colchón –déjame Tom, maldita sea quítate de encima

-No hasta que me dejes explicarte

-Ya has explicado bastante

-No- le respondió tajante, con autoridad, mirándolo a los ojos desesperadamente –te la has pasado interrumpiendo y sacando conclusiones; si yo soy un ciego tu estas sordo

-No se de lo que me hablas

-Claro que no, si lo supieras dejarías de actuar como un chiquillo y volverías a besarme- el menor creyó que su corazón de un momento a otro había cesado de latir, nuevamente impactado por las palabras de su gemelo que no le quitaba los ojos de encima haciéndole sentir observado centímetro a centímetro desde arriba por el culpable de todas sus penas y el epicentro de sus desgracias –estaba muerto de celos porque ella estaba contigo- dejo su cuerpo caer lentamente hasta quedar completamente recostado sobre Bill procurando no hacerle daño –mientras yo tenía que verlos de lejos, sin que me prestaras atención; te quería a ti conmigo

-Dijiste que te gustaba ella…- Bill trataba de hablar con todo y que apenas si podía seguir respirando más por los nervios que por el peso del mayor

-Oh vamos, ¿me negaras que era muy linda?- se calló unos segundos buscando las palabras más adecuadas antes de que su hermano volviera a confundir todo –pero gustar y querer son dos cosas muy diferentes; a ti te quiero, mucho más de lo que la hubiera podido querer a ella o de lo que llegaré a querer a nadie más. ¿Podrás perdonarme por ser tan idiota?- si bien Bill no dijo nada, pudo sentir como repentinamente lo abrazaba lleno de necesidad, esa que él mismo sentía y supo que a pesar de lo difícil que había sido todo ya estaban bien otra vez; hasta que, justo cuando se disponía a disfrutar de ese momento, recordó un detalle que no podía dejar de lado –Bill, necesito que me expliques algo; ¿eres novio de Andreas?

-No, Andreas y yo no salimos

-Te pregunte si eras su novio, no si estaban saliendo- el menor sonrió, contento de saber que Tom si le había prestado atención después de todo

-No, no somos novios, solo queríamos ver si así me ponías por lo menos un poquito de atención

-¿Y quién tuvo tan “brillante” idea?

-Andreas- Tom se lo suponía, Bill no era capaz de tener ideas tan rebuscadas y turbulentas, menos si su relación podía verse afectada por las mismas aunque de no ser por ello probablemente la situación se habría alargado

-Por favor, no vuelvas a hacerle caso con sus ideas

-¿Volverás a tratarme mal e ignorarme por una chica?

-No

-¿Y por un chico?

-¿De qué demonios hablas?- Bill de nuevo solo sonrió, porque al final él sabía muy bien que su gemelo podía ser un gran tonto y un ciego que entendía solo los detalles más ligeros y obvios de cada una de sus señales y faltaba mucho todavía para que llegara a comprender la magnitud de lo que intentaba hacerle entender, pero era paciente y lo seguiría siendo el tiempo necesario.

-Nada Tomi, ¿quieres dormir conmigo esta noche?, como reconciliación


Los dos se acomodaron en la estrecha cama individual de Bill, frente a frente sin sentir que les hiciera falta espacio, para ellos era más que suficiente.
Tom lo abrazó como si fuera un niño pequeño y justo antes de caer en un sueño profundo sintió los labios de su gemelo besándolo nuevamente; no hizo nada, no lo había detenido nunca ni lo llegaría a hacer, por el contrario, esperaba que volviera a hacerlo muy pronto, todas la veces que quisiera, porque siempre le quedaba una sensación placentera mientras una calma interior lo invadía transformándose en felicidad.





~Bonus Track~




Bill se tendió sobre el inmenso colchón casi ronroneando en placer; estaba exhausto, excitado, satisfecho y aún así deseoso de más. Tom lo miraba aún de pie junto a la cama con los ojos brillantes, entusiasmado, también estaba feliz, dichoso y casi podía saborear la siguiente ocasión.
Habían conseguido una suite para ellos y otra para George y Gustav, después de todo, no iban a pasar la última noche de su gran gira en un cuarto común, no, debían celebrarlo en grande y eso precisamente habían hecho. Ninguno tenía la cuenta de cuanto había bebido ni estaban muy seguros de todo lo dicho y hecho en aquel bar pero había valido la pena porque, si bien la cabeza les daba vueltas todavía, no podían dejar de sentirse extrañamente animados y hubieran seguido así toda la noche de no ser por que sus guardaespaldas los llevaron al hotel antes de que perdieran la razón si es que no lo habían hecho ya.


-Ihr Fenster oeffnet sich nicht mehr hier drin ist es voll von dir und leer und vor mir geht die letzte Kerze aus ich warte schon ´ne Ewigkeit endlich ist es jetzt so weit da draussen zieh´n die schwarzen Wolken auf- Bill comenzó a cantar perdido en la ebriedad que si bien aún no le hacía perder la cordura si le aligeraba las ideas y para él cantar era algo tan natural que no podía menos que hacer eso - Ich muss durch den Monsun hinter die Welt ans Ende der Zeit bis kein Regen mehr faelltg egen den sturm am Abgrund entlang und wenn ich nich´ mehr kann denk´ ich daran irgendwann laufen wir zusamm´ durch den Monsun dann wird alles gut- cerró sus ojos, su cuerpo se removía sin sentido sobre las mantas de la cama, casi podía escuchar los gritos de las personas como ecos en su cabeza pidiendo por más - Ein halber Mond versinkt vor mir war der eben noch bei dir? Und haelt er wirklich, was er mir verspricht? Ich weiss dass ich dich finden kann hoer deinen Namen im Orkan ich glaub´ noch mehr dran glauben kann ich nicht- proseguía sin prestar atención a su hermano, apenas volviendo un poco a la realidad cuando escuchó los acordes de la guitarra que lo seguían o le daban el tiempo, no podía definirlo porque la música y su voz se fundían en una sola melodía como ellos mismos, porque no sentía que Tom fuera otra persona, era casi él mismo, estaban divididos en dos y solo juntos podían sentirse completos, porque alguna vez, muchos años atrás, incluso antes de nacer, habían sido unos y los cuerpos no les impedían volver a serlo - Ich muss durch den Monsun hinter die Welt ans Ende der Zeit bis kein Regen mehr faellt gegen den Sturm am Abgrund entlang und wenn ich nich´ mehr kann denk´ ich daran irgendwann laufen wir zusamm´ weil uns einfach nichts mehr halten kann durch den Monsun, hey! Hey!- acalló su voz cuando sintió el peso del mayor sobre el suyo y abrió los ojos -¿qué haces?- rió ligeramente sin mostrar señal de molestia por la cercanía o la posición –baja, así no puedo cantar

-Deberías intentarlo- el menor lo miró y prosiguió

- Ich kaempf´ mich durch die Maechte hinter dieser Tuer werde sie besiegen und dann fuehr´n sie mich zu dir dann wird alles gut dann wird alles gut wird alles gut alles gut- intentaba cantar más inevitablemente terminaba perdiendo la voz, casi gimiendo sin ser provocado –no, no puedo, mejor quítate

-No, tienes que seguir, eres un cantante profesional, no puedes permitirte ese tipo de errores

-Pero no hago este tipo cosas en público, aunque podría intentar en el próximo concierto

-Ni lo pienses

-¿Por qué no?; yo creo que al público le encantaría, quizá les guste más si canto así, sería interesante averiguar

-No, no te lo permitiré, ellos no se lo merecen, nadie lo hace

-¿Y por qué tú sí?

-Porque te quiero, porque soy tu hermano, porque somos casi uno mismo; ¿no te parezco mucho más digno que todos esos desconocidos?

-Ellos también me quieren

-Jamás podrían quererte como yo- Tom abrazó a Bill aspirando su aroma completamente fascinado -¿no prefieres que sea algo entre tú y yo?

-Sí, me encanta que sea algo entre tú y yo- el menor no paraba de sonreír con la emoción de quien siente mil mariposas revoloteando en su interior, casi como un estallido en cada milímetro de su cuerpo

-¿Puedes sentirlo?- ambos corazones palpitaban aceleradamente a la par y Bill podía sentirlo, escucharlo, saborearlo, olerlo y percibirlo con sentidos para los cuales no existía nombre o definición y que solo podía experimentar al lado de Tom, que en momentos como ese le hacían dudar si su ser podría soportar tanto

- In mir wird es langsam kalt wie lang könn' wir beide hier noch sein bleib hier die schatten woll'n mich hol'n ab heute wird die uhr durch´n countdown ersetzt doch wenn wir gehen, dann gehen wir nur zu zweit du bist alles was ich bin und alles was durch meine Adern fließt immer werden wir uns tragen egal wohin wir fahr'n egal wie tief- no podía evitarlo, la única forma en que desahogaba al menos un poco todas esas emociones era la música, la necesitaba casi tanto como necesitaba a Tom, tenerlo a su lado y sentir que no se alejaría

-Esa es otra

-Lo se… ¿te quedarías así?- Tom le miró sin comprender lo que intentaba decirle –si tuvieras que elegir, si no pudieras hace más que una sola cosa en la vida, ¿te quedarías así, conmigo?- el mayor sonrió, no era capaz de decirle que no, así sabía que algún día todos sus deseos desbordarían y esos gestos afectuosos, aunque agradables, se volverían insuficientes –lo estas pensando demasiado

-Intento pensar que sería lo mejor; si solo pudiera hacer una sola cosa más seguramente sería contigo pero hay tantas opciones

-¿Cómo cual?- casi de inmediato Tom lo besó, pero no se parecía en nada a los besos fugaces y superficiales que solían darse mutuamente, el mayor lo hacía como si la vida se le fuera en ello, dejando escapar todo lo que hacía años estaba reprimiendo y al separarse Bill llenó sus pulmones tratando de apaciguarse –supongo que sí hay muchas cosas que podríamos hacer juntos

-Te lo dije

-Pero igual, ¿prefieres eso a estar solo así, abrazándome y viéndome toda la vida?

-Creo que no podría

-¿Por qué no?- Bill se sintió un poco decepcionado porque si bien ese beso le había fascinado y negarlo habría sido sacrilegio, en realidad lo único que pedía a la vida respecto a su hermano era estar siempre juntos, por ello había insistido en formar una banda juntos, así no solo la sangre sino también el trabajo los uniría.

-¿En verdad no crees que se podría aprovechar mejor el tiempo?

-Eso sería como decir que ahora solo lo desperdiciamos

-No creo que sea un desperdicio, es más como una contención- descubrió la duda en los ojos de su hermano y respirando profundamente se dispuso a explicar –ya sabes, como “la calma antes de la tormenta”

-¿Y cuál es esa tormenta de la que hablas?- le asustaba la idea de que Tom creyera que tarde o temprano se separarían o peor aún, dejarían de quererse porque hasta donde le parecía a él, si el mayor tenía esa idea en su mente entonces sus esfuerzos por estar con él terminarían siendo en vano tarde o temprano

-Olvídalo Bill, ya estas ebrio- Tom quiso levantarse pero los brazos y las piernas del otro lo sujetaban con firmeza y temió no poder controlar sus impulsos por más tiempo -¿qué haces?

-No te dejaré ir

-Te digo que estas ebrio; si no pienso irme a ninguna parte, solo voy a tomar una ducha

-No me importa, no te dejare; ni ahora ni nunca- lo haló hacía si abrazándolo fuertemente, casi enterrando las uñas en su espalda, con desesperación infinita –jamás te alejaras de mí Tomi, porque si lo haces…- el mayor le acalló con un beso, mirándose luego fijamente el uno al otro

-No hace falta que lo digas, eso no sucederá- le besó la frente a Bill y fue hacía el baño, encerrándose mientras él se cuestionaba si todo había sido solo un sueño.
Notas finales: Basicamente este one-shot es el q sigue a Rosas Nocturnas, aunq son historias individuales... y quiza, algun dia, incluso exista un tercer one-shot, incluso si nunca m lo llego a perdonar
Tambien dejo el link d "No le cuentes a Mamá", ( http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=26349&index=1 )un fic traducido por La Dama de la Oscuridad y q es increiblemente bueno ^^
Gracias por leer

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