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¿Cómo pudiste hacerme esto a mi? por yuxiel usegui

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Notas del fanfic:

Angust *.*; Drama, Tragedia, Yuki&Shuichi WoW, Son-fic. ¿Crack?

Desde hacia tiempo tenia esta idea en mi cabeza, La canción se llama: ¿Cómo pudiste hacerlo esto a mi? Y es del grandioso grupo Alaska Y Dinarama. El video es este: http://www.youtube.com/watch?v=TPWHaDUwpz4
Ojala pudieran oírlo mientras leen, me despido, buena noches *-*


- JA ja ja ja ja ja

Aquella risa retumbaba hasta los oídos del comandante, emociones psicóticas, palabras difusas, miradas desesperadas, se llevaba las manos a los rubios cabellos, halándolos queriendo arrancarlos, temblorosos dedos acariciaban sus mejillas, mientras que aquella carcajada volvía a Salir, amarga, desconsolada, nerviosa, su cuerpo inicio un movimiento en forma de mecedora.

Movimiento que psicológicamente esta reconocido como una forma de “Combustible” al cuerpo, una manera distorsionada de darle cuerda al organismo, el ultimo desesperado intento de la mente de no perder su equilibrio, aquellos ojos de clara coloración se veían enrojecidos, marchitados, demacrados, lo hacían lucir más viejo de lo que en realidad era.

La ropa desencajada y el rostro distorsionado…

- No… no me arrepiento Ja ja ja ja ja ja ja ja…. – La lagrima que por su mejilla caria contrastaba en grave manera con aquella risa vacía, se rasco con insistencia detrás del maxilar derecho, la irritación lo aquejaba, sentía como algo caminaba dentro de él, era su propia locura, la blanca piel comenzaba a dejar marcas visibles de sus uñas al rasgar su propia piel – No me arrepiento, volvería a hacerlo Ja ja ja ja ja ja… - Sí, la comezón no cesaba.

…. Horas antes….
Aquellos bellos ojos miraban hacia el horizonte, dirección hacia el parque de las Sakura´s, aquel mágico lugar en donde el rubio alto se le había declarado, que día tan dichoso aquel, la vida volvía a girar en su eje cuando aquel que prendado del brazo iba: “Te amo”

¡Como no amar a ese ser tan maravilloso a su lado!, una sonrisa boba de enamorados cubrió su infantil rostro colorando sus mejillas mientras sus labios se entre abrían dejando salir aquella cálida nota que invadió los oídos del de ojos miel-

- Je je je je – Su cuerpo tembló levemente mientras sus hombros subían hacia su cuello, dejando ver en aquel gesto lo feliz que era, apretándose un poco más contra el brazo del más alto.
Bajo su vista de aquella vista que la luna ofrecía sobre la ciudad de Tokio, aquel mítico esplendor que dejaba ver de vez en vez aquel astro de la noche, gobernante de las sobras y reina de las marejadas, dadora de vida a los enamorados.

Su ambarina mirada se cruzo con la violácea que más baja que el se encontraba, llevo su mano hasta aquella sonrosada mejilla, acariciándola leventemente, sonriéndole sinceramente, Ese joven casi un niño lo tenia comiendo de su mano, su inocencia, su cristalina sonrisa, sus cálidos labios, aquel cabello de peculiar pigmentación.
Acerco su rostro sobre el menor, inclinándose 30° para alcanzarle sus ojos brillaron como dos soles rebosantes de vida, de luz jamás habían lucido así, el de piel color arena verro sus gemas amatistas sintiendo aquel cálido beso que el empresario le daba sobre los labios, haciendo que su corazón vibrara, temblando nuevamente, solo que esta vez era de emoción de amor de felicidad

La luna cómplice se ocultaba poco a poco sobre las nubes que a su alrededor velaban aquella mítica noche que los enamorados pasaban, dejando aquel místico ambiente idóneo para la más desenfrenada pasión, la mas grande muestra de amor, el mas bello momento de seducción.

Sus manos se colocaron sobre aquellas caderas prominentes, estrechas sugerentes con solo mirarlas, ardiendo en el deseo de hacerlo suyo, proclamarlo de su propiedad, marcarlo para si mismo, jadeo sobre los labios del mayor, deseando nunca separarse nunca, dejar de ver aquellos amaneceres, proclamándole amor eterno por toda la eternidad con aquel beso inocente.

El restaurante se llamaba “*Alaska*” y la comida era deliciosa, los meseros eran agradables y el recinto fue en donde el anillo de compromiso el le dio, aquel que llevaba sobre el dedo anular, aquel que se encontraba tamborileando entre la amargura y el desconsuelo, entre el cuero y el acero, el volante redondo recibía aquella furia de él.

Se prometió con todas sus fuerzas no llorar, no decir nada, no hacer una escena, los cabellos rubios cubrían sus rostro, tapando sus ojos, cubriendo su alma.

La luna se metió entera ella, a amarse con las estrellas de tras de aquella cortina vaporosa, creando galaxias, en nombre del amor, dejando las calles desiertas, obscuras propicias para amarse, y es lo que pretendía hacer con su niño de bellos ojos violetas, con la razón de su vida, separose entonces de sus labios aquellos de los que era adicto, dejando a su corazón anhelante por algo más – Vallamos a casa – Susurrante sobre el oído menor declaro, sonriéndole mientras su oreja besaba, tomándole de la mano cruzando aquella avenida, la farola del “*Alaska*” el mejor restaurante de Tokio al que habían ido a cenar, alumbro su mano entrelazada con la canela, haciendo notar al que mirara, que una marca un poco más clara ahí se encontraba.

Una marca circular en el dedo anular, que marca tan peculiar…

El acelerador dio fondo, las llantas rechinaron quemando el asfalto, marcándolo dejando huellas negras, no mas que su alma, no mas ruido que el de su roto corazón no mas marcado que su de sangrentada ilusión, el Lincoln negro relució en las calles son las luces apagadas, como una pantera acechante, como un felino depredador, motor nuevo y carrocería biselada, ni hizo ruido al deslizarse por la calle, sus ojos verdes relucieron al levantar la mirada, un golpe en el capó, una abolladura en su lamina, una marca en su alma.
Los cabellos rosáceos se elevaron brutalmente, desordenándose y tiñéndose de carmín, el ruido hueco que sobre el asfalto el cráneo hizo, marco su corazón, sus ojos dorados se desorbitaron cuando aquel jalón arranco a su amado de su mano, cuando vio volar el menudo cuerpo sobre aquella mancha negra, no interesaba quien conducía su mirada solo se fijo en las iris abiertas, sin vida sin animo, sin brillo de su amado cuando su cabeza fue lo primero que en el cemento callo.

- ¿Cómo pudiste hacerme esto a mi? Yo que te hubiera querido hasta el fin… - La lagrima salada de su mejilla rodo, 2 calles enfrente se detuvo el motor, la patrulla lo agarro, la locura lo segó, sus manos juntas en el volante, no se resistió, su cuerpo tembló levemente y su mirada verde se opaco – Ja ja ja ja ja ja ja ja No… no me arrepiento volvería ha hacerlo, son los celos…. – …l lo había engañado, Yuki se esposo lo había engañado a él, a Tohuma Seguchi, él nunca perdía, de una ú otra forma… Nunca perdía.

- No me arrepiento Ja ja ja ja ja ja ja ja ja…


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