Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuentos de amor, locura y muerte. por Agus y Moony

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola, muchas gracias por intentar leer esto.
Este "loco" fic surgió viendo la nueva serie Mental y la nueva materia que vamos a tener este nuevo cuatrimestre, salud mental.
Intentaremos que las patologias esten reales y no inventar ninguna, pero sepan disculpar si hay algo que no coincide del todo.
Esperamos que lo disfruten. El titulo corresponde a una serie de cuentos cortos de Horacio Quiroga.

Notas del capitulo: Esperamos que les guste.
El sol iluminaba el Santuario, y desde Silent Hill se apreciaba en su totalidad.
Paseó por aquel lugar y sintió como su pelo ondeaba al viento. El aterciopelado traje de patriarca le hacia sentirse imponente, y mirar todo desde aquella altura, invencible.

El cuerpo de su antecesor no lo perturbaba en absoluto, mas bien lo llenaba de un extraño orgullo, como si se tratase de un trofeo.

Recordó los sucesos del día en que las cosas casi se le habían escapado de las manos, aquel en que Aioros había descubierto su identidad.

Resopló. Pensar en Aioros le había erizado los pelos. ¿Por qué demonios había recordado aquel fatídico día?
Debería haber seguido los consejos de Kanon, y convertirse en patriarca una vez que Sagitario hubiera asumido. Así hubiera evitado el robo de la bebe.
Kanon…otro escalofrío. ¿Habría muerto ya su gemelo? ¿Encontraría su cuerpo deformado por el agua aun atrapado en el cabo Sunion?

Movió la cabeza para despejar ese horrible pensamiento. Dirigió una última mirada panorámica al santuario y se dispuso a bajar hasta sus aposentos.

***

Milo Escorpio se metió subrepticiamente en los vestuarios de los médicos. Llegaba treinta minutos tarde y no quería llevarse un reto. ¿Para qué demonios había elegido esa clínica para hacer sus residencias? Si hubiera sabido que los jefes eran tan estrictos…

Buscó su locker y se apresuró a cambiarse. Con suerte nadie notaría su retraso.

-¿Acaso hoy en día les enseñan a llegar tarde en la facultad?- dijo una voz grave detrás del y dió un respingo soltando la libreta que acababa de agarrar.

Milo se dió vuelta despacio con los ojos cerrados. Retrasando el enfrentamiento con su superior.

-Si de verdad hubiera sido Radamanthys ahora estarías en un problema- le dijo Aioria volviendo a utilizar su melodiosa voz habitual.

-¡Agr! ¿Cómo vas a darme semejante susto?- respondió Milo a su amigo entre enojado y aliviado.

-Si hubieras llegado temprano no estarías tan paranoico…

-Callate, que vos venís a horario porque Aioros te arrastra prácticamente.

-Pero eso lo sabes vos nada mas.

Aioria era el mejor amigo de Milo. Ambos habian sido criados por Aioros, hermano del primero, y reconocido medico de la clinica, que habia hecho lo posible para que sus “niños” pudieran hacer alli sus residencias.

Los amigos salieron del vestuario riendo. Dispuestos a comenzar su ronda de trabajo.

-¿Hay algún ingreso?- le preguntó Milo a Aioria intentando ponerse al día.

-Anoche entraron dos, todavía no los ví, mi hermano dice que deberíamos empezar por ahí.

-En marcha entonces.

* * *

-¿Puedo pasar, su Santidad?

Asintió la cabeza con desdén. Apenas había bajado y ya estaban molestándolo.
Apareció Shaka, con sus ojos cerrados y su paso tranquilo. Uno de sus mejores guerreros.
Como temía que Virgo notara algo intentó ser amable. Con suerte le preguntaría alguna pavada y se iría inmediatamente.

-¿En que puedo ayudarte, Shaka? Le sonrió, pero por la sombra que proyectaba el casco sobre su cara apenas se vislumbró.

-Quisiera pedirle un permiso para hacer un viaje.

-¿Un viaje? Repitió. -¿Qué clase de viaje?

Shaka se tensó visiblemente, raro en él.

-Necesito ir a la India, a buscar relajación. Con todo lo que paso con Atena, y la traición…

Meditó un momento. Le convenía tener a Shaka alejado, y estaba seguro que no lo necesitaría pronto.

Tardó unos minutos en darle el sí, para no levantar sospechas.
El santo de Virgo se alejó con una reverencia y volvió a dejarlo solo.

Se descubrió la cabeza y se echó el cabello hacia atrás.

-Nunca nadie va a descubrirte Saga.- Se dijo a sí mismo.

* * *

Aioros repasó el programa del día. Tenía una sesión con D’ Virgo antes del mediodía y le tocaba vigilar la sala de las habitaciones 14 a 16.
Con suerte tendría tiempo de ver a Saga después. Siempre y cuando su hermano y Milo se hicieran cargo de los recién llegados. Se había propuesto dejarlos volar solos. No podía estar ayudándolos en todo.

Salió de su oficina luego de revisar las anotaciones de enfermería. Parecía que el turno nocturno había tenido una nochecita agitada.

Libra había vuelto a cerrarse y no quería comer ni tomar su medicación. ¿Qué demonios había hecho Minos en su turno?. Odiaba que se metieran con sus pacientes. Si por el fuera, no dejaría que los médicos de guardia intercedieran en los tratamientos.
Pero Hades era el que mandaba, y todo el personal de salud sabía que no se podía criticar a sus protegidos.


Mientras caminaba por el pasillo apareció Seiya, uno de los enfermeros.
El favorito de Aioros.

-Buen día doctor Sagitario. -Le dijo cortés.

-Buen día Seiya, ¿no tenías ayer la guardia nocturna?-se paró mirando al muchacho.

-Si, pero lo estaba esperando para comentarle algo.

Miró al muchacho, tenía cara de cansado. Le sonrió.

-Si que tenés vocación, ¿eh Seiya?-le dijo contento –Caminemos juntos.


Luego de la charla con el enfermero, el panorama de Aioros de tener un día ameno se había ido a pique. Ya no tenía ganas de nada.
Suspiró derrotado. Pero tenía otros pacientes que también dependían del. Debía ser profesional.
Consultó su libreta y se dispuso a visitar a Dohko.

El chino estaba escondido en un rincón de la habitación, su hijo Shiryu le leía en su idioma natal.

-Hola Dohko-saludó haciendo que el joven diera un respingo.

-Hola Shiryu.

-Buen día Doctor, no lo había oído entrar.-

Aioros sonrió pícaro.

-¿Cómo está tu padre?-preguntó el médico- Me dijeron que no quiso comer.

-Es cierto, no cenó anoche ni tomó desayuno, me dijo el doctor Shura que si no cambia lo van a empezar a alimentar por sonda- el joven estaba muy preocupado ante este posible desenlace.

Shura era uno de los médicos clínicos de la institución. Aioros recordó lo que el español siempre le decía en casos similares.
“Vos preocupate por sus mentes, que yo me ocupo de sus cuerpos”.

-No te preocupes, vamos a cambiar eso antes de que llegue a mayores.- trató de tranquilizarlo.

Se acercó a su paciente, tenía los puños cerrados y una expresión de dolor. Se acuclilló para estar a su altura.

-¿Qué te preocupa Dohko? ¿Quién te está torturando hoy?

* * *

Milo y Aioria entraron en la habitación del paciente recién ingresado. No tenía más de 17 años.
“Mu Aries” – Intento de suicidio.

Los médicos se miraron, generalmente uno de los dos se encargaba de tratar con el paciente para no apabullarlo. Milo se adelantó.

-Hola Mu, soy el Doctor Milo, y ese atrás mío es el doctor Aioria.-

El chico no respondió, ni siquiera se inmutó.

-¿Te gustaría hablar con nosotros? Podés contarnos lo que sea.

Pasaron unos minutos en que nadie habló, luego, súbitamente el joven miró a Escorpio.

-¿Lo que sea? A mi me parece que querés que te cuente porque quiero estar muerto.

-Entre otras cosas, sí- respondió el aludido sinceramente.

Aioria garabateaba en su libreta. El chico estaba bajo mucha tensión, y se lo notaba disgustado por que su intento de suicidio había sido frustrado.
¿Estaba escapando de algo? ¿Pero que tan grave era para preferir la muerte?

-¿Te gustaría contarme eso?- siguió intentando Milo.

El chico negó con la cabeza. –No voy a contarte nada.

* * *

-Ahora estoy solo. Hace días que no veo a Elcid o a Asmita. Tengo frío, tengo hambre.

Aioros tomó las manos de su paciente. Temblaba.
Notaba la intensa mirada de Shiryu. Sabía que quería ayudar a su padre, pero quizá fuera demasiado para él.

-¿Nos dejarías solos unos momentos?- le pidió al joven, quien obedeció rápidamente.

Le gustaba que los familiares participaran en las sesiones, consideraba que tenían mas posibilidades de sanar si sus seres queridos estaban acompañándolos. Pero Dohko era un caso especial, y quizá Shiryu era demasiado joven aún.

-¿Qué pasa ahora Dohko?-Le preguntó el medico, mientras ponía una manta sobre su paciente.

-No pude terminar el trabajo, y Sage va a pegarme- respondió en susurros, como si temiera ser descubierto.

-¿Qué crees que les pasó a los otros chicos, Dohko? –continuó el medico.

De los ojos del chino empezaron a caer lágrimas.

-No se, pero ellos…ellos…-los sollozos le impidieron continuar hablando.

Aioros lo tomó entre sus brazos.

-Nadie va a hacerte daño.-lo tranquilizó.

-¡…l los mató!-gritó el paciente de pronto como desahogándose –¡Les pegó! ¡Les pegó como va a hacerme a mí!

-Nadie va a pegarte Dohko, -le dijo el medico en tono suave- Nadie va a dejar que Sage venga acá.

No estaba bien alentar al paciente en sus delirios, pero primero debía lograr que se tranquilice.
La promesa de seguridad pareció surtir efecto.

Cuando estuvo bastante mas calmado, Aioros hizo pasar a Shiryu.
El chico lo miró expectante.

-¿Doctor?

-Algo estresó a tu padre y tuvo otro retroceso. Nada grave.-le explicó.-Probá darle de comer algo y retomá las lecturas.

El chico asintió enérgicamente.

-¿Cree que vaya a reconocerme, Doctor? –le preguntó antes de que éste se fuera.

Aioros lo miró tranquilo.

-Claro Shiryu. Dale tiempo.

a sonrisa del joven iluminó la habitación.

* * *

La puerta del despacho de Radamanthys se abrió rápidamente y un muchacho entró en el.
Estaba vacío, como él sabía. El medico se encontraba en una reunión con el Dr. Hades, dos pisos mas arriba.
Myu dejó sus cosas en el escritorio y se sentó en la silla corrediza del dueño del lugar. Recorrió con sus ojos las fotografías y títulos que el psiquiatra tenía colgados en su pared. Su mirada se posó en una de Radamanthys, tomada justo después de su ceremonia de graduación.
Como si de un ritual se tratase, repitió lo que hacia todos los días. Se arrastró con la silla hasta ella y la descolgó.
Con unos temblorosos dedos pasó sus dedos por la foto, al tiempo que sentía la erección entre sus piernas.
Como no tenía mucho tiempo, tenía que volver al trabajo, no perdió un minuto y utilizó su otra mano para descubrirla y comenzar a acariciársela.
La adrenalina de estar en aquel lugar prohibido ayudaba y pronto estuvo a punto del orgasmo.
Con gemidos ahogados corrió hasta el baño sin dejar de tocarse y eyaculó incómodamente en el inodoro.

Esperó unos minutos hasta que su respiración se acompasara y se aseó lo más que pudo. Se miró al espejo y se lavó la cara.

Volvió al despacho y acomodó la foto.
Volvió a la silla imaginando que su querido Radamanthys pasaba horas trabajando sobre ellas.

Finalmente se paró, recogió sus cosas y salio subrepticiamente del lugar para volver a sus obligaciones.

-Dios Myu, ¿Cuánto tiempo más vas a seguir haciendo esto? Se dijo a si mismo, mientras preparaba las cosas para bañar a un paciente.

* * *

Milo se pasó la mano por el cabello con gesto de exasperación. Luego que fracasara horriblemente con el adolescente, Aioria había tomado las riendas e intentaba que el chico se abriera. Obteniendo los mismos pésimos resultados.

Se negaba a contarles algo que pudiera ayudarles a descubrir el porqué del intento de suicidio. De hecho se negaba a contarles algo.

-Quizá deberíamos darle tiempo- sugirió Aioria a punto del ataque de histeria propio.

Generalmente no les costaba tanto tratar con los pacientes.

-Quizá deberíamos llamar a Aioros. –susurró Milo.

-No podemos pedirle ayuda para todo, tiene sus propios pacientes que tratar.

-Pero tal vez él pueda con este…-Escorpio buscó la palabra adecuada, después de todo seguían en la habitación bajo la mirada atenta del paciente-…niño.

-Niño…-repitió el otro medico pensativo.

-¡Pero claro! –dijo de pronto sobresaltando a todos.- Ya sé quien se puede hacer cargo de él.

-¿Aioros?

-Dios Milo, callate y dejamelo a mí.- lo reprendió su amigo.

La cara de falso dolor del medico ofendido hizo reír a Mu.

* * *

Aioros revisó la historia clínica del siguiente paciente.
D’Virgo. La meditación lo había ayudado bastante, pero aún no estaba preparado para el alta.
Golpeó la puerta de la habitación para anunciar su llegada.

-Soy el Dr. Aioros, Shaka.- aclaró.

-Pase- se oyó desde adentro.

El medico entró despacio. Sabía que muchos colegas no aprobaban que pusiera a los pacientes a tomar decisiones. Pero si había conseguido lograr grandes resultados con Shaka era siguiendo sus propios métodos.

-Hola Doctor- saludó el paciente desde el piso, donde se encontraba sentado con las piernas cruzadas.

Aioros se acercó hasta el, imitando su posición.
Notó con alegría que D’ Virgo permaneció tranquilo.

-Bien Shaka, veo que avanzamos mucho, ¿no te parece?-

El joven asintió.

-Por eso quiero que me cuentes como te fue ayer en el horario de recreación. Para saber si estas listo para ir a casa.

Shaka sonrió, estaba deseando retomar su vida.

-Bueno…-comenzó- ayer estuve en la sala con el Dr. Aioria y el Dr. Milo, hicieron que salgamos al jardín, porque había sol.

Aioros sonrió por dentro, sus chicos eran fieles a su estilo.

-¿Y qué te pareció a vos? ¿Tenías ganas? –indagó.

La respuesta de Shaka tardó en llegar.

-Tuve un poco de miedo-confesó

-¿Miedo de qué?-

-No lo sé…a tener algún ataque, supongo.-

Aioros reflexionó la respuesta.

-¿Y lo tuviste? ¿Sentiste algo? ¿Mareos, taquicardia, calor, frío, nauseas?

El joven había ingresado a la clínica hacia más de seis meses. Lo habían derivado del sector clínico, ya que no parecía tener ninguna enfermedad específica, sino una serie de síntomas producidos por el miedo.
Se le había diagnosticado agorafobia, y había pasado del aislamiento total a una tranquila conversación medico-paciente en tiempo record.

-No.- contestó mirando al suelo.

-Shaka…no me mientas, ambos sabemos que eso no te va a ayudar en nada.-lo reprendió Aioros.

-Solo me sentí un poco débil.- dijo finalmente el joven como disgustado consigo mismo.

-Es un gran avance, -lo animó el psiquiatra- te desmayaste la ultima vez, si mal no recuerdo.

Shaka se ruborizó, pero sonrió.

Aioros cambió de tema para relajarlo.

-¿Así que esta es la famosa posición de lotto? Ya estoy acalambrado- bromeó.

Pasaron el resto de la hora charlando despreocupadamente sobre los diferentes métodos de meditación.

* * *

-Toc toc- dijo Aioria entrando en el consultorio de Giovanni que tenía la puerta abierta.

-Hey, ¿Qué no te enseñó tu hermano a golpear?- le dijo fastidioso el dueño del lugar.

-No es mi culpa si estaba abierto, además, si golpeé.-rió el más joven

Se paseó por la habitación observando las paredes. Siempre que estaba allí se distraía mirando los cientos de dibujos que tenía colgados.
Algunos eran escalofriantes.

-¿Estas ocupado?- preguntó Aioria al ver que el medico lo miraba con interrogación.

Giovanni relajó su cara.

-¿No es un poco temprano, Leoncito?- le preguntó meloso. Su aparente irritación había pasado.

-No tonto-explicó ruborizado Aioria- Es para que veas un paciente.

- Interesante ¿Un paciente tuyo?- dijo el italiano levantándose a cerrar la puerta, para luego acercarse al joven residente.

-Tiene 16, pero creo que vos podrías - - se cortó cuando sintió la mano de su compañero recorrer su abdomen.

-¿16? Ya no es un pediátrico gatito- le contestó Giovanni sin detener su labor.

-Oh, vamos, has—se cortó para proferir un gemido cuando la hábil mano de su amante bajo hasta su entrepierna –has atendido mas grandecitos…¿Cuántos años tiene Afrodita?

-17- respondió el mayor –Pero tenía 12 cuando empecé a atenderlo, además sabes muy bien que él es un caso aparte.

-Claro que sí- respondió despreocupadamente Aioria- Pero la experiencia la tenés…

Cáncer lo meditó unos instantes.

-¿Y que me darías si me hago cargo de tus pacientes?

Ahora fue el turno de Aioria de recorrer la anatomía del otro con sus manos.

-Hacelo y averigualo después.- le dijo sensualmente al oído mientras besaba su cuello.

-Este bien,- cedió por fin – pero venís a mi casa a pagar. Estoy harto de hacerlo sobre este escritorio. Sufriendo por si a alguien se le ocurre tocar la puerta.

Aioria se apartó enojado.

-Sabes que aún no se lo digo a Aioros, no seas manipulador.

-Ese es tu problema.- dijo Giovanni volviendo a sentarse.- En casa o no hay trato.

El mas joven se debatió un momento. Ya inventaría algo.

-Está bien, pero vas a tener que cocinarme algo.-aceptó

-Hecho-dijo el otro sonriendo

-¿Por qué no me presenta a ese paciente suyo, entonces?-dijo agarrando sus cosas del escritorio y saliendo junto a Aioria como quien no quiere la cosa.

* * *

El sol estaba cayendo. Podía ver el ocaso desde la sala del patriarca.
Se levantó de su trono y se dirigió a las ventanas para contemplar aquel paraíso griego en su magnitud.

Solo había una estructura más alta que la suya y esa era el templo de Atena. Todavía no le pertenecía. Pero pronto todo lo que era de ella pasaría a ser suyo. Sería tan poderoso como un dios.

Profirió una carcajada de júbilo y las paredes le devolvieron un eco.
No le gustó, le daba la sensación de estar acompañado.

Guardó silencio. Quizá un baño le sentaría bien.
Se dirigió a la tina y se sacó la enorme túnica. –ver su reflejo le recordó a Kanon. Había estado pensando demasiado en él.

Se metió al agua y trató de olvidar todas sus preocupaciones sumergiéndose completamente. Era muy agradable. Quizá su hermano no había sufrido tanto en aquella prisión. Claro que el agua de la tina estaba caliente, pero aun así…

Unos pasos lo sacaron de sus pensamientos. Alguien venía.
Se apuró a salir de allí y volver a vestirse. Aun con el cabello mojado se colocó el casco. No podía permitir que alguien mas lo descubriera.

-¿Saga? – dijo el medico metiéndose en la habitación.- ¿estas despierto?

Lo encontró sentado en su cama enredándose el cabello con los dedos.
Como últimamente hacía, al ver a Aioros empalideció.
Este se acercó despacio.

-Tranquilo mi amor, soy yo-

Saga negó con la cabeza compulsivamente.

-Vos—vos estás muerto…-logró articular.

Aioros sonrió con tristeza.

-No Saga, estoy acá, con vos.- le explicó con ternura –mirá, dame la mano- dijo extendiéndosela.

El paciente se rehusó.

-No puede ser, yo te mate…Shura me lo confirmó…no puede ser que estés vivo…

-Eso jamás pasó cielo- dijo sacándole el pelo de las manos, que, producto de la ansiedad, había comenzado a enredar mas enérgicamente.

Ante aquel contacto Saga profirió un alarido y saltó de la cama para alejarse lo más posible.

-¿Qué es lo que querés de mi?- le preguntó con terror escondido en una esquina de la blanca habitación.

-Solo ayudarte- respondió Aioros derramando lo primera lágrima sobre las anotaciones.

-¡Mentira!-bramó Saga- ¡Querés que diga la verdad! ¡Querés que te entregue el puesto!, ¿No es así?

-Saga, por favor-le suplicó el medico aún sentado en la cama.

-¡Guardias!-llamó Saga gritando. Quizá la presencia de ellos espantara al fantasma de Sagitario.
¿Por qué era un fantasma verdad?

Alertados por los gritos apareció Marin.

-Creo que es suficiente Doctor, ¿Quiere que le inyecte algo?

Aioros se levantó, dejando de mirar a Saga para enfocarse en la enfermera.

-No, esta bien. Suele calmarse cuando me voy.

La mujer le apoyó una mano en el hombro.

-No se preocupe Doctor, yo se lo cuido.

-Gracias Marin – le dijo mientras le dirigía una última mirada a su paciente.

-Hasta mañana Saga.
Notas finales: Gracias por leer. Besitos

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).