Cerca del santuario, una joven chica de cortos cabellos negros y ojos profundos caminaba apenas sin fuerzas, aún así trataba de luchar. El cansancio era ya evidente para su cuerpo cansado y forzado hasta el límite, pronto ya no pudo más y cae inconsciente.
Al despertar, se encuentra en un lugar desconocido, cerca estaba un hombre muy apuesto, de cabellos castaños y ojos azules.
- ¿Cómo te sientes?
- Uhmm…
- Veo que tu garganta esta seca, espera, con esto estarás mejor.
Le da a beber un poco de agua y pronto la garganta de la joven se aclara.
- Gracias.
Dijo apenas audible. El joven coloca el vaso en el lugar donde reposaba antes y mira de nuevo a la chica para revisar sus pequeñas heridas.
- Parece que caminaste mucho y sin descanso.
- Si, fue un largo camino.
- Y ¿de donde vienes?
- De ningún lugar.
Esto confundió al joven hombre.
- Eso es un poco raro.
- Bueno, soy algo así como una trotamundos.
- Oh, ya veo.
Hubo un silencio incomodo. Al fin después de un rato, el joven castaño rompe el silencio.
- ¿Cómo te llamas?
- Senda.
- Mi nombre es aioria.
- Es un placer.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí?
- Pues, yo…
La joven guardo silencio. Un silencio incomodo. Al fin decidió hablar.
- Busco a alguien.
- ¿A quien?
- Pues, no lo se exactamente, pero cuando lo vea sabré de quien se trata.
Eso confundió al joven guerrero. La joven Senda trata de dormir, pues sus fuerzas aún eran muy pocas. Al caer en un profundo sueño, siente una cosmoenergía muy familiar y cálida. Senda deseaba saber a quien pertenecía esa cosmoenergía.
Al despertar ve que no hay nadie, habiendo recuperado las fuerzas necesarias para caminar esta se levanta y sale del lugar.
Miraba a su alrededor y podía ver la gente que ahí vivían.
Es un lugar hermoso, me pregunto si él estará aquí.
Entonces siente esa presencia otra vez, esta vez más cerca. Mira entonces como un joven se acerca y ella se esconde detrás de una roca, observa a aquel joven, de cabellos y ojos verde esmeralda, su piel era blanca y era de complexión delgada, casi delicado. ¿Sería acaso de el la presencia que sentía?
Senda lo siguió contemplando hasta que el joven se percato de su presencia.
- ¿Quién esta ahí?
- Ah… mi nombre es Senda lo siento, no quise espiarte.
- Esta bien, no hay problema, mi nombre es Shun.
- Mucho gusto Shun.
Así ambos se presentaron. El joven peli verde observaba detalladamente a la joven frente a el y entonces pudo sentir una sensación bastante extraña en manar de ella. Eso al joven peli verde le inquieto, no sabía como reaccionar, aún así le sonrió amigablemente a la joven, ella correspondió el saludo torpemente, nunca en su vida había sonreído a alguien y menos a alguien a quien acababa de conocer, pero, quizás esa persona era quien estaba buscando, ¿cómo estar segura?, aún así trato de alejar esos pensamientos y tratar de llevarse bien con el joven Shun. El encantador jovencito hablo de nuevo para preguntar a la joven.
- ¿Te gustaría caminar conmigo por un rato?
- Si, me encantaría, gracias.
Así ambos empezaron su paseo solo para tratar de examinarse mutuamente sin que el otro lo notase, lo hacían lo más discretamente posible. El peli verde trato de entablar conversación con la joven.
- ¿De donde vienes?
- De ningún lugar, yo viajo por el mundo sin rumbo fijo.
- Ah, ya veo, eso suena interesante.
- Parece, pero a veces es muy solitario y triste.
- Uhmm.
- Aún así tengo una meta que alcanzar y es precisamente por esa meta que no me he rendido por nada en el mundo, no habrá nada que me haga desistir de mi decisión.
- ¿Y cual es esa?
- Encontrar a alguien.
- ¿Encontrar a alguien?
- Si. es alguien muy especial para mí.
- ¿Quién es?, ¿cómo es?, ¿cuál es su nombre?
- No lo se, no conozco su nombre, ni como es, ni nada.
- Entonces… ¿cómo harás para encontrarlo si no sabes quien es?
- Lo sabré cuando lo vea.
Eso confundió ala joven Andrómeda. Miraba atento a la chica, su piel era pálida, demasiado, sus ojos eran negros y profundos como un pozo, sus cabellos parecían hilos de manto nocturno sin estrellas y sin luna. Su nombre mismo era curioso. Cuando pasaron cerca del santuario Senda sintió una presencia que se le hacia tan familiar y eso la hizo querer dirigirse hacia aquel lugar santo. Shun trató de detenerla pero fue inútil, la chica estaba yendo hacia esa dirección. Shun caminó a su lado para tratar de hacerla desistir de ir a aquel lugar.
¿Qué es esa presencia que me impulsa a seguirla?, es como si algo me guiara precisamente a ese lugar y no me dejara regresar, quizás… quizás ahí se encuentran las respuestas a mis dudas.
Senda camina hacía arriba perro cuando se topa con la primera casa el caballero Mu sale de esta y se miran.
- ¿Quién eres y que haces aquí?, no puedes pasar.
- ¿Por qué no?
- No esta permitido el paso a cualquier persona que no tenga nada que ver con el santuario ni con atenea.
- No me interesa, debo pasa, tengo que llegar hasta donde esta esa persona que me llama.
Eso desconcertó al caballero de Aries y sin preguntar algo más le permitió pasar, pues algo muy dentro lo impulso a hacerlo, aunque no estaba seguro de que.
Senda camina escalón tras escalón, y cada caballero con el que se encontraba sin poder hacer nada le permitían el paso, esto sinceramente comenzaba a preocupar a los caballeros, curiosamente el rumor comenzó a llegar por el santuario y los caballeros de atenea curiosos se acercaron al santuario.
Cuando Senda llego a la casa del patriarca no dudo en abrir el recinto y entrar sin permiso alguno. Esto sorprendió al señor de aquel lugar, Shion de Aries.
- ¿Quién eres tú y por qué estas aquí, jovencita?
- No lo se, solo sentí el impulso de llegar hasta aquí y ahora que estoy aquí siento que lo que me impulso me a abandonado y no se cual es la razón.
- ¿La razón de qué?
- La razón por la cual me trajo aquí.
- ¿Quién?
- Esa persona que busco.
- ¿Quién es esa persona, pequeña?
- No lo se, no se nada, no se que debo hacer, no se cual es mi razón, ¿cuál es mi propósito de existir?
- No lo se, eso es algo que solo tu debes decidir, tu destino es el que tú misma decides a través de tus decisiones y deseos.
- Mi deseo, yo deseo… ¿Qué es lo que realmente deseo?
Shion contempló a la joven niña frente a el y entonces comprendió que aquella dulce chica era como un alma perturbada, de echo, se podía sentir un aroma a vacio y muerte a su alrededor. ¿Qué era eso que sentía?, ¿era ella misma o algo más?
Todos los caballeros dorados y de atenea llegaron al lugar, entonces vieron la escena y se extrañaron por eso. De pronto una presencia maligna inunda el lugar. Esa presencia era conocida por aquellos que pelearon contra él hace tiempo y ahora se mostraba una vez más. Era el señor del inframundo, el señor Hades, dios de la muerte.
- ¿Tú?, ¿qué haces aquí Hades?
- Solo vine por algo que he estado esperando desde hace mucho tiempo y ahora esta frente a mi.
- ¿De quién hablas Hades?
Rugió furioso Shion, entonces el dios de la muerte dirige su vista hacia la joven Senda. La joven confundida y aterrada se queda inmóvil, cuando hades habla al fin.
- Es bueno que hayas acudido a mi llamado jovencita, desde hace mucho que espero por ti, es momento de irnos Senda.
- ¿Qué?, yo… yo… ¿por qué?
- Por que desde que naciste fuiste destinada a ser mi aliada y mi compañera.
- No entiendo.
- Tu nacimiento te marcó, ya, anda y vamos.
- Pero…
- Vamos, es momento de unirnos para siempre.
- No… no quiero ir con usted.
- No es algo que decidas, es tu destino. Si quieres culpar a alguien culpa a tus padres, que se unieron aún sabiendo que estaba mal y traerían sufrimiento al mundo, su castigo es que tú pagues ese precio quedándote en el inframundo por la eternidad.
- No… no… no quiero, yo no…
Ante aquello los caballeros se conmovieron y aún más el joven caballero de la doncella Andrómeda.
- No lo hagas, déjala tranquila.
- Nunca la dejare ese es su castigo.
- No puedes hacerle eso a alguien que es totalmente ajeno a los errores cometidos por otros.
- Aún así, ya esta decidido.
- ¿Qué hago para que desistas de tu decisión?
- Nada, ya todo esta dicho.
- Debe haber algo, por favor.
- Bien, si así lo deseas, puedes ocupar su lugar.
- ¿Qué?
- Así es, si quieres salvarla de su destino tendrás que ocupar su lugar.
- ¡NO!, no quiero que alguien más reciba un castigo que es solo mío, no deben, no deben.
- Pero, no es justo, ni para ti ni para nadie.
- Bien, entonces hare algo, ambos irán al inframundo, si en el lapso de tres años no logras convencerla de que tú ocupes su lugar desistirás de ayudarla y ella tendrá que aceptar su destino a mi lado.
- Bien.
- ¡NO!, no lo permitiré, Shun, no lo hagas.
- ¡hermano!
- Te lo prohíbo Shun, no lo hagas.
- Pero hermano, no resistiría saber que esa joven sufrirá por algo de lo que es totalmente ajena.
- Pero Shun…
- Perdóname hermano, pero no deseo que esto se quede así, al menos déjame intentarlo, y si no lo logro entonces aceptare mi derrota y regresare.
- Bien, confío n ti Shun.
- Gracias hermano, te lo agradezco.
- Bien, basta de esto, es hora de partir.
Y así como llego se fue, llevando consigo a los dos jóvenes.