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Siempre hay un motivo para decir gracias por Paz

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Notas del fanfic:

Otro oneshot para que no penséis que ya me fuí...

Notas del capitulo: Espero que os guste, otra pequeñísima historia entre Kaede y Hanamichi.
 

Siempre hay un motivo para decir gracias

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Un dolor muy fuerte de abdomen le obligó a interrumpir el entrenamiento, fue algo que no pudo evitar su cuerpo se dobló sobre si mismo mientras sus manos intentaban presionar la zona dolorida como si así pudiera dejar de sentir ese repentino sufrimiento.

Se derrumbó en la duela, preso del intenso dolor que parecía atravesarle el vientre, se encogió en el piso con sus brazos doblados sobre si mismo, como si así pudiera protegerse del dolor, como si la presión que ejercía sobre si mismo pudiera calmarle, los escalofríos que sentía sacudieron su cuerpo una y otra vez.

-¡¡¡SAKURAGI!!.... -gritó Miyagi yendo a su lado- ¿Qué te ocurre? -posó una rodilla en la duela, inclinándose sobre él y apoyando su mano en su hombro para poder verle el rostro que se contraía dolorido.

-Me duele... me duele mucho... -gimió como un niño asustado ante el dolor imprevisto.

-Rukawa... Mitsui.... -llevarle a la enfermería -dijo categórico Miyagi, sin pensar si era correcto a no pedirle a Rukawa que se encargara de esa tarea.

Al oír su nombre se apresuró a acercarse, se había mantenido un tanto apartado, pensando que podría tratarse de una artimaña del mono pelirrojo, que estaba intentando llamar la atención, como si no fuera suficiente con sus baladronadas y genialidades.

Mitsui y Rukawa unieron sus manos a modo de asiento, Miyagi ayudó a Sakuragi a incorporarse para sentarle entre los dos muchachos, Sakuragi tuvo que pasar sus brazos por detrás de sus hombros para mantener el equilibrio entre ambos, dejando que el lacerante dolor continuara martilleando en sus entrañas.

Sakuragi intentó mantenerse erguido, pero el dolor le sacudía y acabó inclinando la cabeza en el hombro de Rukawa que sintió el calor que su cuerpo desprendía.

Ante la mirada atónita de los estudiantes, cruzaron de un edificio a otro y pasaron raudos por el pasillo en dirección a la enfermería donde irrumpieron con excesiva brusquedad.

-Dejarle ahí... -levantó la vista del libro que leía y con una sola mirada evaluó la gravedad de la interrupción, señalando la cama más próxima, aún así preguntó- ¿Qué ha pasado?

-No lo sabemos exactamente... se derrumbó durante el entrenamiento -comentó Mitsui ante el silencio de Rukawa.

-Podéis iros... -dijo con la intención de comenzar la exploración de su paciente.

-No..., no..., no quiero estar solo -balbuceó Sakuragi perdido, en aquel instante, todo su valor mientras lo decía estiró la mano agarrando la de Rukawa con fuerza e impidiéndole así que pudiera alejarse.

-Quédate... -dijo Hanako-sensei.

Hanamichi cerró los ojos como turbado al ver la mirada que Rukawa le dirigió, aunque su expresión permanecía inmutable el supo ver que no le molestaba su contacto, con lo que aflojó su agarre con la seguridad que él se quedaría a su lado.

-Eres Sakuragi, no? -la pregunta sobraba porque era bien sabido que era el único chico pelirrojo en la preparatoria y ella no lo ignoraba, sobre todo porque no era la primera vez que tenía en la enfermería a esos dos. Lo que si llamó su atención fue el silencioso entendimiento que parecía haber entre ambos.

-Si... -sus labios se contrajeron debido al dolor que aún le atenazaba.

-Dime cuando te duele... -deslizó hacia abajo la cinturilla de su pantalón dejando expuesto su vientre, comenzó presionando su vientre, se había fijado que era ahí donde llevaba su mano libre que tuvo que apartar para poder confirmar su diagnostico.

-No... no... -murmuraba a cada presión de sus dedos- ¡¡¡Aaayyy!! -No pudo evitar gritar ante el dolor repentino al sentir su siguiente movimiento- Ahí... -avisó como si no lo hubiera comprendido.

-Apenas si he presionado -comentó sacando de su bolsillo su estetoscopio para escuchar los sonidos donde el dolor era más intenso.

-Me duele... ¡ay! .... -esta vez su queja estaba producida por el contacto frío del metal.

Se irguió y observó que el pelirrojo estaba apretando fuerte la mano de su compañero de equipo, quien de pie, no solo sostenía su mano sino que su mirada estaba fija en el rostro pálido de Sakuragi mostrando una expresión de inquietud bastante sorprendente.

-Llamaré al hospital para que envíen una ambulancia.

-¿Qué tengo? -pregunto abriendo los ojos y aflojando el agarre de su mano.

-No se sabrá hasta que te hagan algunas pruebas. Aquí no tengo el equipo necesario. Seguramente te harán una analítica de sangre, orina y un TAC... -dijo para mantenerle informado y no preocuparle más.

-Pero..., pero, ¿podría adelantar un diagnostico? -Rukawa atrajo la mirada sorprendida de Sakuragi.

-Podría..., pero no lo haré. Sus síntomas son claros, pero no concluyentes, tengo que tener más información, solo entonces podré decir con seguridad que le ha pasado. No sería ético preocupar al paciente con un diagnostico equivocado. ¿No te parece?

Rukawa asintió.

Les dejo solos para hacer la llamada.

-Gracias por intentarlo -murmuró Sakuragi- y por estar aquí.

-¿Te ha pasado otras veces? -inquirió

-Si, pero no tan fuerte. Pensé que sería por una mala digestión.

-Debiste ir al médico... -le reprochó.

-No me gustan los hospitales... -aun recordaba con dolor la larga y dolorosa hospitalización de su madre y su muerte sin que los doctores que la trataban pudieran evitarle la agonía de una larga enfermedad.

-¿Quieres que vaya a buscar a tu amigo Mito? -preguntó convencido que él no era la compañía deseada por el pelirrojo.

-No ha venido...

-Puedo buscar a los demás... -en ese momento no recordaba sus nombres.

-No es necesario. Te tengo a ti -no pudo seguir hablando, porque una nuevo dolor le hizo apretar los labios con fuerza.

-¿Por qué no vino Mito? -no es que le importara, solo lo preguntaba para distraerlo.

-Su padre esta hospitalizado, su madre pasa las mañanas a su lado y él tiene que cuidar de sus hermanos pequeños.

-Humm... ¿por qué no te gustan los hospitales? -supo que no debió preguntarlo al ver sus labios apretados y una mirada poco amistosa.

-En cinco minutos llegará la ambulancia -dijo Hanako-sensei que seguía con interés su conversación, solo intervino cuando un silencio molesto cayó sobre ellos.

-Me vuelvo al entrenamiento... -dijo Rukawa dando un paso hacia atrás sin darle la espalda.

-Hace dos años mi madre murió en el hospital. Estuvo hospitalizada más de seis meses -dijo Hanamichi cerrando momentáneamente los ojos ante el doloroso recuerdo. Mi padre y yo le visitábamos todas las tardes, luego él murió repentinamente y yo tuve que ir solo, mi madre no podía hablar, debido a un cáncer de garganta, no fui capaz de decirle porqué él no iba a verla, venía su mirada triste, y me faltaba valor para hablar. Ella murió ignorándolo, creyendo tal vez que mi padre ya no la amaba, por eso dejo de ir. Siempre me reprocharé mi cobardía.

-No..., ten la seguridad que ella lo sabía.

Abrió los ojos mirándole interrogante, pero también sorprendido por su segura afirmación.

-Una madre siempre sabe lo que pasa por la mente de su hijo, se preocupa por él y atiende todas sus necesidades sin que tenga que pedirlo. Por eso, no tengas dudas, ella lo sabía -volvió a afirmarlo- y si nada te dijo fue para no preocuparte más, para no entristecerte.

Sakuragi emocionado tragó saliva, no pudo decir nada porque en ese instante entraron los camilleros para llevárselo.

-Arigatoo. -dijo alzando la mano en su dirección antes de que traspasaran la puerta.

-Fue hermoso eso que le dijiste -comentó Hanako-sensei a la espalda que se dirigía hacia la salida- Si quieres verle, le llevan al Hospital Central.

-Tengo que entrenar....

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Llevaba unos quince minutos dando vueltas por las proximidades hasta que tomo una decisión y sin más titubeos traspasó las puertas correderas acristaladas del Hospital Central y se dirigió hacia el mostrador de información.

-Buenas tardes... -saludó- ¿Podría indicarme donde se encuentra Sakuragi Hanamichi? -Informó al fijarse que la muchacha quedaba mirándole en silencio- Le trajeron esta mañana de urgencia.

-Disculpe..., -comenzó a deletrear el nombre mientras lo tecleaba- Sa...ku...ra...gi...Ha...na...mi...chi. Aquí esta, planta quinta, habitación cinco... dos... ocho. Cirugía Digestivo.

-Gracias... -iba a marchar cuando recordó algo- ¿Sabe si ha tenido que pasar por cirugía?

-No dispongo de esa información. En el control de enfermería pueden decirle cual es su situación.

-Gracias... -repitió alejándose hacia el ascensor.

Cuando las puertas se abrieron se introdujo dentro, pulso el botón del piso quinto, y se retiró al fondo, cuando las puertas volvieron a cerrarse se dijo una vez mas que tal vez no fuera apropiado que se presentara tan tarde, el horario de visitas había concluido y tal vez no le dejaran verlo.

El ascensor se detuvo y entraron dos enfermeras que apenas si se fijaron en él, lo cual agradeció porque le molestaba sobremanera la atención que solía recibir del elemento femenino.

-Todo el día se ha mantenido inquieto -dijo una de ellas.

Al oírla supuso que estaba continuando la conversación que ya mantenían sin importarles que estuviera presente.

-Si es tan guapo como dices, su novia debería haber venido a verle.

-Debe ser eso, porque visitas no le han faltado...

-Dijiste que preguntaba quienes eran? Seguro que esperaba a alguien especial y por eso se mantiene inquieto.

-Ya no se que hacer para conseguir que se mantenga tranquilo. El médico que le atiende dijo que tenía que quedar  ingresado para hacerle una serie de pruebas, por de pronto le ha recomendado reposo absoluto y un régimen de comidas especial.

Llegaron al piso quinto, apenas las puertas se abrieron dejaron libre el ascensor.

Al ser consciente que seguían su mismo trayecto Rukawa tuvo la seguridad que estaban hablando de Sakuragi.

-Disculpen... -interrumpió su conversación que ahora estaba dirigida hacia otro enfermo- No he podido evitar escucharlas, ¿se referían a Sakuragi Hanamichi?

-¿Le conoces? -preguntó la enfermera que parecía de mayor edad.

-Somos compañeros de equipo en Shohoku -dijo- estaba practicando esta mañana cuando enfermó. -No dijo que se había pasado el resto del día y la tarde dudando en ir a verle para enterarse como se encontraba- ¿Podría decirme cual es su estado? ¿Qué fue lo que le pasó?

-El médico aun no tiene los resultados de las primeras pruebas que han llevado a cabo con él, pero todo apunta a ulceras recurrentes. 

-Oh... y eso es peligroso? -preguntó.

-Solo si no se cuida.

-¿Puedo pasar a verle? -preguntó cuando ellas se detuvieron en el control de enfermeras.

-La hora de visita ha terminado... -se interrumpió dándose cuenta que esa tarde no le había visto, cabía la posibilidad que fuera la persona que inquietaba al paciente- Al final del pasillo, la última puerta de la derecha.

-Gracias. -se inclinó agradecido.

-Si duerme no le despiertes, mañana le espera a primera hora una prueba.

Asintió.

La puerta de la habitación estaba cerrada. Se quedo parado durante un par de segundos dudando en llamar, luego lo hizo suavemente, teniendo en cuenta que podía estar dormido.

La voz de Sakuragi le llegó amortiguada. Abrió y asomó la cabeza, un diminuto pasillo le impedía ver la cama por completo.

-¿Quién eres? -preguntó Sakuragi al ver que nadie pasaba, aunque la puerta fue abierta.

Respiró hondo antes de dar un par de pasos para dejarse ver.

-Hola... -musitó convencido que no iba a ser bien recibido, la expresión de su rostro parecía así indicarlo, retrocedió un paso sin dejar de mirarle, presto a salir corriendo.

-No..., no te vayas.... -intentó incorporarse, cuando un gesto de dolor alcanzó su rostro, apoyó la cabeza sobre la almohada, el dolor cedió poco a poco.

-Lo lamento. -se acercó hasta el borde de la cama.

-No te disculpes..., me lo advirtieron, pero lo olvidé.

-¿Ya sabes que te paso? -preguntó.

-Es una dolencia poco conocida y no es apendicitis como creí en un principio, al parecer los síntomas son parecidos por eso me llevo a error...

-...y tú temor a los hospitales evitó que te lo diagnosticaran enseguida -continuó Rukawa al quedarse callado.

-También... -reconoció en sus palabras no había burla por lo que las aceptó tal como venían.

-¿Qué es exactamente?

-Según el médico quiere hacerme unas pruebas para confirmar su diagnostico, me explicó que la enfermedad suele aparecer a edades tempranas, por lo tanto no es extraño que la padezca y las causas que la producen son desconocidas.

-¡¡Que bien!! -no pudo menos que exclamar.

-Eso pensé... -le miró con curiosidad, estaba descubriendo que ambos tenían muchas cosas en común, era extraño que no lo hubiera notado antes.

-Ya sabes que prueba te harán mañana...

-¿Cómo sabes?

-La enfermera me pidió que no me quedará mucho rato..., porque necesitabas estar descansado para mañana..., además esta no es hora de visitas.

-Apenas pudieron me hicieron una serie de preguntas para conocer todo sobre mis actividades, mis dolencias pasadas, así como el historial medico de mis padres, ahora saben tanto de mi como yo... han sido muy minuciosos, supongo que así pueden descartar cualquier otra dolencia.

-Es fundamental que actúen rápidamente para poder curarte. -dijo Rukawa.

-Mañana me harán una colonoscopia. -dijo esperando ver una sonrisa en sus labios.

Rukawa asintió sin mostrar ningún síntoma de conocer que tipo de prueba era. Veía la mirada de Sakuragi fija en él, como si esperaba una burla de su parte. Sabía el mal trago que le había resultado a él pasar por ese trance y aunque estaba bajo anestesia local, la prueba en si le resultó penosa.

-Te dejo para que puedas dormir -dijo dirigiéndose hacia la puerta. Se detuvo y sin mirarle añadió- No sentirás ningún dolor... yo pasé por ello.

Salió sin darle tiempo a responder.

***********************

Durante una semana Sakuragi permaneció hospitalizado, donde le realizaron más pruebas hasta confirmar el diagnostico de su médico. Su primera evaluación había sido correcta. Sakuragi padecía la enfermedad de Crohn, a medida que el médico continuaba manteniéndole ingresado para seguir haciéndole pruebas, su paciente se mantenía muy tranquilo, no podía saber que al mismo tiempo, se estaba desarrollando un nuevo entendimiento entre los dos antiguos rivales.

Rukawa con el consentimiento de las enfermeras del turno de noche, permanecía haciéndole compañía durante poco más de media hora, después de la primera vez Rukawa no tenía nada más que preguntar, excepto conocer como pasaba el día Sakuragi y eso lo sabía sin necesidad de preguntarlo. Sakuragi comenzaba a hablar apenas le veía, le hablaba de las visitas que recibía y de las conversaciones que mantenía con ellas. …l acercaba una silla al borde de la cama y le escuchaba en silencio, dando alguna que otra cabezada asintiendo. Su entusiasmo no había decaído dando la impresión que su estancia en el hospital no era necesaria., no podía saber que la alegría de Sakuragi era debida a su presencia.

Algunas noches mas tarde ocurrió un hecho insólito, que si bien le sorprendió no hizo nada por evitarlo.

Sakuragi ya no necesitaba aferrarse a él, sin embargo, mientras hablaba le agarró de la mano y no le soltó, le pareció tan natural sentir la suavidad de su piel junto a la suya y el calor que desprendía su palma que no hizo intención de soltarse.

-Tengo que marcharme -dijo al cabo de media hora de escucharle.

Hanamichi se resistió a soltarle, sabía que mientras no lo hiciera no podría irse.

Sin recuperar su mano, se levantó y dio un paso hasta quedar más cerca de él, enseguida se inclinó, observó que Hanamichi le miraba inquieto, como si le asustara lo que fuera a hacer, sonrió interiormente, su mano libre se movió para agarrar el mando de la cama y lo puso en funcionamiento para dejarla horizontal.

-Hora de dormir -musitó. Se dejo llevar por un impulso y posó sus labios en su frente- Felices sueños, Hanamichi.

El jadeo sorprendido del pelirrojo fue apenas audible, pero él lo escuchó.

-Buenas noches, Kaede.... -dijo cuando se recuperó de la sorpresa, pensó que él no le escuchó porque tardó en reaccionar.

No podía saber que Kaede estaba al otro lado de la puerta, preguntándose que le había pasado para actuar de ese modo y que sus palabras le llegaron con nitidez.

-¿Te has peleado con tu novio? -preguntó la enfermera al verlo parado y con una expresión de desconcierto que se acentuó al oírla hablar.

-No..., no lo hice. -dijo dando por afirmativa la relación que creían que había entre ellos. Hanamichi era como un niño grande, necesitado de cariño, ansioso de amor y él, ahora se daba cuenta que ese desasosiego que sentía hacia la salud de su compañero estaba motivado por ese sentimiento que no fue capaz de reconocer porque nunca antes había estado enamorado.

¡¡Novio!! Basto una sola palabra, tan simple como esa para que fuera consciente de la necesidad de protección hacia Hanamichi estaba basada en el amor que él había conseguido que prendiera en su corazón.

Despacio abrió la puerta, dio un par de pasos y se asomó sin hacer ruido, le contempló durante unos minutos, fijándose en su rostro de líneas perfectas, en sus cabellos alborotados, y si en algún segundo dudo del sentimiento, viéndole tuvo la certeza que le amaba, caminando casi de puntillas se acercó hasta el borde de la cama, cuidando de no despertarle, se le veía tan tierno, tan adorable que se preguntó donde estaba el chico alborotador que conocía.

Se inclinó sobre su rostro, mirándole con ternura, su mano rozó apenas sus cabellos cuidando de no despertarle, su boca se acercó hasta su oído y le susurró bajito.

-Te amo, Hanamichi.

Un leve movimiento le sobresaltó y se apresuró a marcharse.

Hanamichi abrió los ojos, estaba a punto de dormirse cuando escuchó la puerta abrirse, al principio creyó que era la enfermera de noche, pero el silenció que se escuchaba no era normal, por lo que entreabrió los parpados, viendo la figura de Rukawa en la penumbra de la habitación. Se quedo quieto, preguntándose los motivos de su presencia allí, cuando ya le creía de camino a su casa.

No puedo evitar dar una leve sacudida cuando escuchó su declaración, esa noche no durmió mucho, se mantuvo en una duermevela, en la que estuvo desmenuzando los sentimientos que sentía hacia su compañero, con la llegada del nuevo día, como si la luz de la mañana hubiera despejado su mente de dudas, sonrió, todo estaba claro. Amaba a Kaede, solo esperaba verle esa noche para decírselo.

Sus deseos no se cumplieron porque la actitud de Kaede hacia él fue la misma de siempre, llegó, acercó una silla y se sentó próximo a él esperando que él le contara las incidencias del día, por eso, calló sus sentimientos hacia él y los minutos transcurrieron con demasiada rapidez para su gusto.    

Como la noche anterior, Kaede enderezó su cama, y también le besó en la frente a modo de despedida.

Antes que se enderezara rodeó su cuello con su brazo manteniéndole a pocos centímetros de su rostro.

-Yo... yo... -un sonrojo asomó en sus mejillas.

Kaede acarició su rostro, delineando su contorno, luego al ver sus labios entreabiertos, como anhelantes posó los suyos suavemente, fue un beso cortó, un rápido roce de sus labios.

-Felices sueños, Hanamichi -repitió como la otra noche.

Hanamichi quedo solo anhelando más, pero feliz porque ahora si que el amor había llamado a su puerta y su corazón rebosaba de felicidad.

***********************

-Tiene que tener en cuenta -le advirtió el médico instantes antes de firmar el alta para que volviera a su casa- que se trata de una enfermedad con un tratamiento largo para así reducir los posibles daños a su organismo. Si no sigue los cuidados que le indico, al cabo de los años se verá en la necesidad de que le sea extirpada la parte enferma de su intestino. Tiene que seguir un régimen alimentario adecuado, alto en proteínas y calorías, pero bajo en fibras y grasas, solo así podremos controlar los síntomas de su enfermedad.

-No se preocupe, sensei...., si él se olvida de llevarlo a cabo yo se lo recordaré -dijo Rukawa que estaba presente esa mañana apenas supo que sería su ultimo día de hospitalización- Me ocuparé que su alimentación sea la apropiada.

-Entonces recuerde que no solo hay que cuidar su alimentación, la preparación de los alimentos tienen que ser hervidos, mantener su cuerpo hidratado por lo que su ingesta de agua tiene que sobrepasar los dos libros diarios, hay que suprimir alimentos crudos, nada de carnes rojas y eliminar los azúcares, procurando que la ingesta de ácidos grasos omega-3 le ayude a luchar contra la enfermedad.

-Lo tendré en cuenta... y me aseguraré que él no lo olvide -comentó Rukawa

-Estoy seguro que con su ayuda vencerá el mal. -dijo el medico, poco después despidiéndose de ambos.

-Te vienes a mi casa... solo así podré cuidarte -dijo Kaede categórico cuando quedaron solos- No voy a dejarte que hagas tonterías con tu salud. ¿Estas de acuerdo? -preguntó ante su silencio.

-Si. Gracias.

-No tienes que dármelas...., te quiero y no deseo perderte.

-Gracias.... Gracias... -le echó los brazos al cuello- Te quiero. -Sin dejar de abrazarle y de sentir la calidez de su cuerpo junto al suyo añadió- Mi padre me decía que siempre hay un motivo para decir gracias y tú me has dado muchos motivos para agradecértelos, me has acompañado cuando más lo necesitaba, tu presencia me ha ayudado a superar este trance, me has enseñado a comprender que estaba equivocado porque realmente conocí el amor a través de ti, eres lo más importante para mí y se que contigo a mi lado superaré cualquier inconveniente que pueda tener.

-Nunca te dejaré, porque también tú me has enseñado a valorar los sentimientos, ahora se que sin ellos no es posible vivir. -dijo Kaede manteniéndole estrechamente abrazado, luego, apoyó su dedos en su barbilla, alzando su rostro hacia él, sus miradas quedaron enlazadas durante unos segundos, luego lentamente acercó sus labios a los suyos, posándolos levemente, fue apenas un roce, un suave contacto que transmitió por sus cuerpos como si una corriente eléctrica les recorriera.

Con un jadeo entrecortado, Hanamichi entreabrió sus labios, el contacto entre ellos se hizo más firme porque Kaede lo tomó como una aceptación, saboreó el contorno de sus labios, para luego introducir la punta de su lengua por sus encías y dientes, presionó y obtuvo su recompensa cuando accedió a su boca y su lengua ansiosa y calida se enredó con la suya en una húmeda batalla que les dejo ansiosos y temblorosos, el abrazo se estrechó aún más y el beso se hizo más profundo, más intenso a medida que transcurrían los segundos,  se sentían como si estuvieran aislados del resto del mundo, en un lugar donde solo existían ellos, pero la cruda realidad se hizo presente cuando un ahogado gemido que no provenía de ellos y un rotundo golpe les obligó a separarse.

Ayako y Miyagi les miraban desde el interior de la habitación como si no pudieran creer lo que veian, tal fue su impresión que aún no habían reaccionado, por lo que Haruko no tuvo un respaldo cuando del impacto que recibió al ver a dos hombres besándose cayó al suelo, en el mismo instante sus ilusiones se derrumbaron también.

Kaede les miro desafiante, mientras Hanamichi ruborizado escondía su rostro en su pecho.

-Enhorabuena, amigo Hanamichi -dijo Miyagi esquivando el cuerpo de Haruko, yendo con la mano extendida hacia su amigo- Lo has conseguido. -le palmeó alborozado.

Hanamichi dejo de ocultarse al oírle, una sonrisa feliz adornaba su rostro cuando lo mostró.

Ayako también se acercó para felicitarles.

-Me habéis dejado sin palabras..., nunca paso por mi imaginación que algún día arreglarais así vuestras diferencias. Me alegro mucho por vosotros, pero también por el equipo.

-Yo no me alegraría en exceso, Hanamichi es imprevisible. -dijo Kaede.

-No es el único... -rebatió con una sonrisa Ayako, luego miró a Hanamichi- ¿Ya sabes cuando te marchas?

-Ahora..., apenas me saque estas ropas del hospital.

-Saldremos a esperarte afuera. -dijo Miyagi.

_¿Dónde esta Haruko? -preguntó Ayako al notar la ausencia de la joven.

Todos se encogieron de hombros, ninguno de ellos se había apercibido de su marcha.

Mientras Hanamichi se cambiaba de ropa, Kaede comenzó a recoger las pocas cosas que le había ido llevando para entretenerle, sus libros de estudio, un libro de lectura, un par de revistas, su discman y algunos cd con música.

-Ya estoy listo... -dijo Hanamichi.

-Vamonos entonces... -dijo Kaede colgando de su hombro el bolso con todos sus efectos personales.

Agarrados de la mano salieron juntos, una nueva vida empezaba para ellos.

Fin

30 de octubre de 2009

Paz


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