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In the backstreet por LaB

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Notas del fanfic:

Tiene bastantes capítulos (Pues creo que escribiré unos diez) y creo que bastante bien, pero no lo sé, eso es vuestra opinión. Espero que os guste.

Notas del capitulo: Espero de corazón que les guste y que por favor dejen su review:
Desde aquel punto oscuro y lleno de telarañas, podía verse a lo lejos las luces de la gran ciudad, los ruidos de la muchedumbre andando deprisa para llegar a sus casas antes de la hora de cenar. Las estrellas eran invisibles, y la luna muy tenue, tras las nubes negras que cubrían el techo nocturno.

En esa casa abandonada, se habían acomodado temporalmente cuatro amigos.

Dos de ellos eran perros, y los otros dos humanos.

Uno de los chicos no podía separarse del suyo. Era rebelde, alocado, divertido y simpático, optimista, alegre y muy dado a meterse en peleas. Se llamaba Kiba, y orgulloso de su nombre, se había tatuado un triángulo en cada mejilla queriendo dar aspecto de colmillos (N/A: "Kiba" significa "Colmillo").

Su perro era grande, fuerte y robusto, muy duro de pelar (Como su dueño), todo blanco y de ojos grandes y tiernos. Se llamaba Akamaru, y seguía a su dueño como si le fuera la vida en ello. Su madre, que era muy pobre cuando todavía vivía, lo encontró con unos días de vida en un contenedor de basura y lo adoptó. Se lo regaló a su hijo cuando tenía seis años, un año antes de que ella muriera.

Kiba había sobrevivido a base de pan y agua, pasando con la poca limosna que conseguía del día a día, con tan sólo siete años de edad. A menudo no comía en días, y muchas veces era salvado por su perro, ya que al ser tan pequeño era igualmente vulnerable. Las pasaron duras, muchas crisis juntos los habían vuelto inseparables. Ahora Akamaru tenía once años, pero seguía tan fuerte como cuando era joven, aunque más sabio. Siempre fue obediente, fiel y leal.


Naruto era el otro miembro humano. Era un chico frio, solitario y cortante con los desconocidos, aunque con su amigo era todo lo contrario: Cálido, agradable, bromista... Pero, incluso con ésa máscara, Kiba siempre supo que tenía un pasado muy negro, por su manera de mirar a la gente (Casi con odio) y cómo sonaban sus palabras. Cuando se conocieron, Naruto prácticamente mordía. Ahora era mucho más tranquilo, pero cuando se distraía, su tristeza se hacía ver en sus ojos azules. También tenía tatuadas las mejillas, aunque cada vez que le preguntaba por ellas Naruto simplemente desviaba el tema o le respondía tajantemente, con cosas como "A tí que te importa". A pesar de ser tan duro consigo mismo, se le veía buena persona, magnífica, ya que se preocupaba siempre más de los demás que de él mismo.

El también tenía un perro.

Se llamaba Kyuubi.

Era muy diferente a Akamaru. Tan sólo Naruto podía acariciarlo sin ser despedazado en el instante. Era incluso más grande que Akamaru (Y eso casi lo convertía en un caballo) y de pelaje marrón claro y rojizo, muy lustroso y brillante aun sin cuidarlo. Los ojos del chucho eran uno de cada color: Uno negro y otro rojo, lo que le daban un aspecto aún más intimidante. Casi parecía diabólico. Sus dientes eran del tamaño de una navaja pequeña, mortíferamente afilados, y no era cariñoso ni fiel. Se limitaba a ir a donde quería y proteger a su dueño de cualquier cosa. Ni se arevió a decirle que le diera la patita como Akamaru (N/A: Jajaja Kyuubi dando la patita).

La historia de Kyuubi sí la conocía, y le parecía escalofriante. Kiba se preguntaba si las marcas de sus mejillas podían ser algo peor, ya que eso no se lo quería contar. Deseaba por el bien del rubio que no.

Estaba pensando en todo esto cuando oyó el ladrido fuerte y grave de Kyuubi, y se le puso la carne de gallina. …l no solía ladrar (Gracias a Dios) y algo tenía que estar pasando para que lo hiciera. Kiba miró su reloj, viejo y desgastado.

- Ya lo sé, Kyuubi. Naruto pronto regresará a casa -dijo el moreno al perrazo. Increíblemente, los perros podían entender perfectamente a esos muchachos.- ¿No quieres que re rasque las orejas?

- Grrrrrr -fue la respuesta que recibió del perro, que le miró desafiante.

- Na, pues tú te lo pierdes. Ven, Akamaru -le dijo a este, y le rascó las orejas, recibiendo un ladrido de alegría, bajito y suave.- No entiendo por qué eres tan antisocial, Kyuu, pero a la mayoría de los perros sí que les gusta.

- ... -Kyuubi se limitó a girar la cabeza a un lado, como despreciándole.

- Hay que ver... Ay, dónde se habrá metido Naruto... Estará aquí en seguida, chicos. -dijo, y acto seguido se marchó a la improvisada cocina.

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Un chico se adentró en un callejón. Estaba oscuro, era de noche y no había nadie, y ninguna persona normal hubiera ido por allí sabiendo que era muy probable que fuera atacado. Pero él no era normal, y yendo por allí acortaba cinco minutos de camino. Por ello, con paso rápido pero calmado, se adentró en las tinieblas. No dió más de quince pasos cuando una sombra salió a su encuentro, y puso una afilada navaja en su cuello.

- Dame el dinero -siseó una voz masculina, pero algo infantil, pues era un poco aguda todavía.

- No tengo, niño -le respondió altanero el atacado- vete a jugar a otra parte.

- ¡No me tomes el pelo! -le gritó con frustración.

- Hoy te has topado con el tipo inadecuado -dijo el azabache, y de un momento a otro la navaja estaba en el suelo y las manos del atacante contra la pared, apresadas por una de la ex-víctima. Era como si se hubieran cambiado los papeles. Todo estaba a oscuras, y ni si quiera alguien que hubiera estado al lado podría haber visto lo sucedido.

- Grrr... teme... -gruñó amenazador el rubio.

- Vamos a ver... -la luna quedó al descubierto e inundó el callejón de su tenue luz. Naruto tenía las dos muñecas fuertemente agarradas por la mano del chico pelinegro, que lo miraba divertido y fascinado al tiempo, mientras que el ojiazul le devolvía una mirada de odio- Pero qué hermosura de niño... ¿Cómo puedes malgastar así tu tiempo? Hala, vete a tu casa y no vuelvas a hacer algo como esto.

Antes de poder soltarlo, el rubio empezó a forcejear al tiempo que gritaba:

- ¡Yo no soy un niño, maldito bastardo! ¡Tengo dieciséis años! ¡Y el mes que viene haré diecisiete! Casi soy mayor de edad -dijo, mirando a otro lado. No sabía por qué le había dicho eso, pero ya lo había hecho.

- Hmph, no me importa. Me voy -dijo el engreído, soltándolo.

- Grrrr... La próxima vez no quedará así, teme -le miró mal, se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta vieja y se fue a su casa con las manos vacías- Ya veremos si te haces el chulito con Kyuu-chan delante... Muajajaja -empezó a reírse perversamente mientras se encaminaba a su "hogar". Era la primera vez que lo habían humillado de esa manera, y estaba planeando mil y una maneras de vengarse. No sabía por qué tenía aquel interés en ese chico de ojos negros, pero quería volver a verlo para darle su merecido.
Notas finales: ¿Y bien? ¿Soy pésima o solamente mala? Ustedes me dirán ^^U

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