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Crónicas del Cielo y del Infierno por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: La obra Naruto es propiedad intelectual de Masashi Kishimoto. Este Fiction está hecho sin fines de lucro, para el entretenimiento.

Notas del capitulo: Bienvenidos. Este fic lo había hecho hace mucho pero no lo terminé, así que esta versión está reeditada (y será finalizada)

Gracias por leer, espero les guste

Capítulo 1. Ir a la Tierra

MANUAL DE BOLSILLO PARA DEMONIOS:

Capítulo 13. Sobre el Infierno para los humanos.

Uno de los temas más investigados por los especialistas en mortales durante los pasados siglos es la concepción que se tiene en el mundo terreno del Infierno. Para muchos mortales, por no decir la totalidad, la palabra hace alusión al sitio donde moran las almas de criminales o de personas que actuaron mal en su paso por la Tierra. En su precaria concepción, se trata de un espacio rodeado por las llamas que arderán eternamente, con gritos angustiosos que reverberan por las paredes de piedra volcánica.

Aquellas ideas sobre el Infierno han sido transmitidas desde siglos atrás por tradición de los pueblos o religiones dominantes, como la judeocristiana, y se utiliza como aliciente para el buen comportamiento y el seguimiento de las costumbres morales impuestas por las clases dominantes. Sin embargo, pese a que utilizan la palabra Infierno como denominador común, no es dividido en secciones como ocurre en la realidad.

Poco se imaginan los mortales que lo que ellos denominan “almas en pena”, son entes que habitan en otra parte del Inframundo y no tienen acceso a la zona del Infierno real. Tampoco tienen idea que los demonios de élite son los que moran en la consabida sección y que, para ellos, sería inalcanzable siquiera pensar en acceder debido a que la vibración de su alma es sólo suficiente para satisfacer las necesidades más elementales de los demonios.

Es además, por cuestión de creencias, que no conciben la idea de que, para un demonio, un alma no vale más o menos por haber tenido más o menos conductas moralmente aceptables sino por haber experimentado algún sentimiento. Asimismo, consideran que si obran bien irán directamente al Cielo o recibirán protección por parte de los ángeles. Desconocen, puesto que su mente es muy limitada, que sus almas, de caer en manos de un demonio se vuelve un mero alimento. Por ello, muchos ortodoxos procuran agradar a sus líderes religiosos.

Algunos de los nombres que ellos emplean coloquialmente para referirse a un demonio imaginario que gobierna el Inframundo es: Satán (también conocido como Belcebú, El Diablo, Satanás y otros. Ver bibliografía para desambiguaciones). Su concepción, sin embargo, embona con la descripción de los Cazadores (Ver capítulo 5. Clases de demonios), ya que es comprendido como un ser sanguinario, capaz de absorber la vida y los poderes de cualquier adversario volviéndose difícil de vencer. Al igual que como sucede, los humanos creen que “Satán”, es decir los Cazadores, está en constante lucha con los seres que residen en el Cielo.

 

Cerró el libro con un golpe seco, dejando exhibir su terrible humor en ese momento.

 --Esto es basura-- murmuró, con la mirada cargada de rabia. No tenía la menor idea de qué le había impulsado a abrir ese remedo de libro, pero sólo había acrecentado su habitual mal humor.

Maldijo por lo bajo mientras lanzaba el Manual de Bolsillo para Demonios por un lado, indignado y ofendido por la clara ignorancia del autor. Él era uno de los Cazadores más temidos en el mundo demoniaco, no un diablucho zángano cualquiera y merecía su puesto en los libros de descripciones demoniacas.

Pensó en los otros libros que había abierto aquella mañana sólo para ejercitar su ego. Todos mencionaban, por lo menos, que era un demonio superior al resto y seguían con una detallada descripción del carácter, las aptitudes, las funciones, la capacidad que tenían para controlar algún elemento y hasta la anatomía, si se iba a los extremos. Nadie se había atrevido a hacer una mención tan cutre. Pero ya se las vería personalmente con el ingenuo que había hecho eso…

Crispó los puños, sintiendo cómo su ira llegaba a niveles incontenibles y se apoderaba de él un irrefrenable deseo por sangre. Ansiaba matar a alguien en ese preciso instante, sólo para calmar sus nervios y distraerse de ese odioso Manual.

--Llegó una carta urgente para usted, Amo Gaara-- abrió la puerta tímidamente un pequeño fausto que estaba a su servicio. Uno de esos criados irrelevantes que eran contratados constantemente por su empleado de cabecera.

--¡Te he dicho que toques la puerta, estúpido!-- espetó, víctima de un ataque de cólera.

--Lo…Lo siento- el pequeño sirviente se encogió en sí mismo-- No volverá a ocurrir.

Sonrió de una manera torcida... Podía apostar que no pasaría de nuevo.

En aquel instante, los granos de arena que acompañaban eternamente al demonio se deslizaron y tomaron férreamente al aturdido fauno ante la mirada de su poseedor. Lo envolvieron tan rápido que el otro no pudo siquiera clamar una última vez por su vida antes de que, con un movimiento de muñeca por parte del pelirrojo, el estrangulamiento se hiciera patente. Un enorme charco de sangre llenó la habitación, sumiéndola en un hedor que ponía de un humor bastante más agradable al Cazador.

Se inclinó para recoger la carta causante de la muerte de su mensajero y regresó a su asiento, orgulloso por el asesinato que acababa de cometer. Recordó, entonces, un pasaje de un libro que había consultado:

“Los Cazadores son una de las especies de demonios más poderosos que existen. Son de número muy reducido y por tanto de las clases de élite del Infierno. Se caracterizan por un humor voluble y sanguinario, que lo vuelve la especie predilecta para la eliminación de Ángeles o amenazas similares. Por lo general, esta especie de demonios asesina a aquellos en quienes perciben una amenaza pero no tienen preferencia alguna y llegan a matar sin previo aviso a cualquiera que esté presente en el momento equivocado.

 Dada su tendencia un tanto neurótica y desenfrenada, estos seres buscan utilizar su elemento acompañante constantemente. Es parte de su naturaleza y de su predilección por la sangre el deshacerse de cualquier cosa que interfiera con sus deseos.”

Qué razón había tenido el que escribió eso… Ojalá su cuerpo de servicio lo hubiese sabido antes de no tocar la puerta.

 

 

---

 

 

Detestaba los monótonos días en que se encontraba a sí mismo escuchando, por enésima ocasión, cómo alguno de los ángeles instructores repetía a los futuros enviados al mundo terrenal el Decálogo de los Ángeles:

1.-Los Ángeles son los encargados de defender las almas humanas para que renazcan y no se vuelvan alimento de los demonios.

2.- No es posible intervenir de manera abierta en una decisión humana, sólo la disuasión.

3.- Un Ángel no es responsable de las decisiones de los humanos.

4.- Los ojos humanos no perciben a los Ángeles más que cuando éstos se encuentran en forma humana.

5.- Para un demonio, un Ángel es visible de las dos formas. Por  ello es importante reducir las vibraciones emitidas al camuflarse en el Mundo Terreno.

6.- Si un demonio se encontrase en las cercanías, el Ángel debe mantenerse encubierto para no generar una lucha innecesaria que culminaría con pérdidas humanas.

7.- Sólo es posible el uso de un arma cuando es un ataque inminente.

8.- La misión de un Ángel Guerrero es luchar contra los demonios.

9.- Un Ángel Guerrero no puede recolectar las almas. Ésa es labor de los Ángeles Recolectores.

10.- Proteger a un Ángel Recolector es una prioridad, incluso sobre la protección de los humanos.

 

Cerró los ojos y con algo de fastidio terminó de recitar mentalmente el Decálogo con los “Mandamientos” al mismo tiempo que los Instructores. Quería que siguieran su trayecto escolar de una buena vez y le permitieran su anhelado momento de  reflexión.

Mientras el reducido grupo de Ángeles se iba, el de mechones oscuros no pudo reprimir una sonrisa sardónica: Era increíble escuchar el mismo sonsonete aburrido una y otra vez, casi como si éste fuese practicado y mecanizado por los que instruían a los Ángeles novatos.

Aquella reflexión de sorna lo llevó a pensar cuántas veces no habría escuchado ese recital. Por lo menos setecientas veces desde. Le daba pereza y hartazgo oírlo más, en especial porque a últimas fechas nada había más interesante que hacer en el llamado Paraíso.  Además, casi para aumentar su molestia, aquel día era particularmente apto para repetir aquella tablilla: El Cielo estaba vestido de gala, celebrando una de las recolecciones de almas más importantes en lo que iba del siglo, donde se había exterminado a un importante número de demonios de alto rango.

Todo parecía lleno de bulla y de alegría por el acontecimiento que, como se empeñaban en recalcar, ofrecía una ventaja considerable sobre el otro bando y habría sido imposible sin la participación de uno de los Guerreros cabecilla: Uchiha Sasuke. Curiosamente, él, el principal homenajeado parecía el más alejado de la celebración y el menos interesado en unirse al júbilo colectivo.

--Vaya… pero quién diría que esta ceremonia de condecoración no te agradaría. Es del tipo de cosas con las que cualquiera se sentiría orgulloso-- dijo un ángel rechoncho con tono burlón al tiempo que lo rodeaba por los hombros con un claro gesto de familiaridad. Aquello molestó al de ojos oscuros, quien gruñó lo suficientemente alto para dar a entender que no le permitía aquellas muestras de confianza sin perder su indiferencia habitual.

--Simplemente hice mi trabajo. No es necesario hacer tanto escándalo por ello-- contestó tras sopesar si aquello valía su saliva, mientras miraba hacia el Reino de los Humanos con aspecto ausente.

Era uno de esos días que para él no tenían un significado real, en los cuales todo parecía de plástico. Todos los demás se glorificaban o se henchían de orgullo con la sola mención pero no comprendían lo que era estar ahí, inclusive si habían formado parte de aquella lucha… Eran  una sarta de estúpidos mediocres.

Se pasó las yemas por un mechón de cabello en un vano intento por disimular su descontento, incluso a sabiendas que a  nadie le interesaba. Recordó algo que su hermano le había dicho una vez: “Si te pavoneas por hacer tu trabajo, es que no lo haces bien.”

--Pero ahora eres reconocido como uno de los mejores Guerreros que hay, sino es que el mejor-- insistió el otro, mientras se metía un bocadillo a la boca y masticaba con torpeza. Parecía demasiado interesado en lograr que el cabecilla del movimiento reaccionara como los demás. Sasuke volvió a gruñir.

Al ver que su regordete interlocutor parecía no entender que quería estar solo, el azabache solamente pudo asentir. Cavilaba, a su vez, sobre aquella frase dicha por Itachi: Cuánta razón había tenido su hermano al decirle aquello.

Sin dudas, eran días como ése en los que se preguntaba si alguno de los Ángeles comprendía realmente lo que era ver morir a sus compañeros en las garras de algún demonio, tal y como él había visto fallecer a su hermano. Seguramente no; para ellos todo se debía al “Bien Mayor”; todos aquellos imberbes que temían trasgredir siquiera la barrera de su estrecha mentalidad.

Suspiró, volteando a ver aquella celebración por parte de sus compañeros. Una extraña sensación de vacío y resentimiento se apoderó por un instante de él, antes de que la desechara. Movió un poco la cabeza y, metiéndose las manos en los bolsillos, caminó a un sitio más apartado.

Decidió que, si bien no le agradaba aquella faramalla burda, no tenía caso tampoco reflexionar demasiado en su hermano.  Finalmente era el deber de un Ángel Guerrero matar demonios para que los recolectores pudieran tomar las almas, y aquello los dos Uchiha lo habían sabido siempre, por imposible que le resultara ocultar su resentimiento y su ira.

Ése era el motivo principal para él, por mezquino que resultase. Deseaba matar con sus propias manos al asesino de la persona más importante de su vida, y no descansaría hasta no hacerlo…

 

 

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-- Juro que si haces eso morirás de una forma tan horrible que tus gritos resonarán siglos después-- el Jefe del Consejo se estremeció discretamente ante el tonillo amenazante que siseó el otro, extasiado por su decisión. Conocía de maravilla las aptitudes de Gaara y aquello le provocaba un revoloteo en el estómago, aunque no miedo u impresión.

Quiso reír un poco y hacerle claro que era él, y no ese irreverente pelirrojo, quien dictaminaba lo que se hacía. Sin embargo, se recompuso y habló con el dulzón tono viperino que le caracterizaba:

--Te recomiendo que tengas cuidado Gaara. Este trabajo te lo ha encomendado el Consejo especialmente… Y no por el hecho de ser mi mejor Cazador permitiré tus insolencias. Procura que no se te olvide quién manda.

El gesto de enfado del taheño no se disimulaba. Estaba totalmente rejego a hacer ese encargo incluso si el mismísimo Señor del Inframundo se lo pedía de rodillas.

--Además, es una orden y no una petición-- el tono de Orochimaru había cambiado. Ahora, por lo que el otro podía apreciar, era más conciliador… o quizás pervertido-- La misión que tienes a partir de ahora será infiltrarte al mundo humano y encontrar a ese ángel que nos está dando tantos dolores de cabeza. Tienes que matarlo… deshacerte de él lo más rápido que puedas.

El otro frunció los labios, sabiendo que por muy arriba en la escala de poder que estuviese, seguía siendo subordinado de aquel demonio, al Consejo de Demonios que guiaba toda la vida en el Infierno. No podía desobedecer órdenes directas de Orochimaru, el Primer Consejero, por mucho que lo deseara.

--Entiendo… Pero, ¿no me acaba de decir que mató a todos los Cazadores del sitio?-- alegó, en un burdo intento por desembarazarse de esa labor infantil. Si por él fuera, que mandaran a toda la legión de pelagatos para arreglar el asunto. Él no estaba con ánimos de perseguir a un ángel estúpido sólo porque los otros imbéciles que le rodeaban no habían podido con el encargo.

--Así es, pero ninguno de esos imberbes era de tu nivel-- parecía, por momentos, que el Consejero pudiese leer su mente, pese a saber que aquello no era posible--.Tú eres el mejor de todos y no te estaría enviando a algo tan peligroso sino tuviera la seguridad de que terminarás con el problemita-- la posición de su superior era inamovible.

--Entiendo-- refunfuñó, imprimiendo odio en cada uno de sus gestos.

--Me agrada cuando colaboras tanto-- algunas veces el Cazador ya no sabía si era sarcasmo o alguna especie de lapsus maternal lo que embriagaba al Demonio Serpiente cada tantos --Por cierto, te asignaré un compañero en la misión.

Gaara rodó los ojos, pero asimiló que no tenía esperanzas de un cambio de opinión por parte de su jefe.

 

 

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--Sasuke, te requieren en la Torre-- habló con un hilo de voz un pequeño querubín. En apariencia, había estado buscándolo por un buen rato.

--Humpf, veo-- dijo inexpresivo el otro. Se quedó quieto unos momentos más, para sorpresa del pequeño emisario alado,  antes de encaminarse con quien lo requería. Finalmente, no tenía prisa por llegar; sabía qué era lo que querían.

No apresuró el paso en todo el trayecto, ni tampoco se dedicó a adivinar nada acerca de la nueva misión que le encomendarían, tal y como se había vuelto su juego personal para tiempos de ocio. Igual, de eso ya no quedaba mucho por ser imaginado: Posiblemente lo enviarían a matar a un demonio por aquí o a otro por allá. La misma tarea monótona y repetitiva de siempre, donde lo único que cambiaba de vez en cuando era el lugar.

 

Cuando finalmente llegó, los Ángeles Guardianes que se encontraban por la puerta lo reconocieron y, tras un saludo formal y torpe, lo dejaron entrar. Caviló en ese instante sobre cuántas veces había cruzado esa puerta, donde todo parecía exactamente igual y por formalidad repetía siempre los mismos gestos. No obstante, sus ideas se detuvieron al llegar con su Superior.

--¿Qué sucede señor?—preguntó respetuoso pero sin esforzarse por ocultar el hastío de quien sabe algo que le repiten. Su interlocutor, tras carraspear un poco por semejante falta de protocolo, sonrió:

--Sasuke… tú eres el mejor Ángel Guerrero con el que cuenta la División de Rescate de Almas. Tal y como lo fue tu hermano en su momento-- ante la mención, el Uchiha se sintió incómodo. Odiaba aquella clase de comparaciones, sin embargo lo dejó pasar--. Hemos encontrado en ti a un fiel y responsable servidor, capaz de cumplir las misiones con éxito y discreción.

Un ligero atisbo de arrogancia confusa se asomó por los orbes oscuros del aludido. Él sabía, sin necesidad de que se lo dijeran, que era un excelente activo, pero era extraño que se lo dijese uno de los Superiores. Había algo rancio ahí, algo que requería de su total y completa atención.

--Es precisamente por todos aquellos atributos con los que cuentas, que la División ha decidido encomendarte una misión secreta. Espero que comprendas que esto es algo que no todos podrían cumplir.

El moreno enarcó una ceja, totalmente incrédulo a lo que dijera aquel hombre. Le parecía más apremiante que le dijera el asunto concreto, en vez de ataviarlo de halagos vacuos.

--Dígame la misión- pidió sin decoros, agregando sutilmente al final-…Señor.

--Irás de encubierto a la Tierra-- habló Baki seco, comprendiendo que sería poco adecuado seguir con la escena.

La mandíbula del Uchiha se desencajó por completo.

--Qué estupidez-- bufó, sin importarle que estuviese ahí su superior, con la mirada endurecida --Es básicamente un exilio al mundo de los humanos.

Baki se levantó de su asiento, mostrándose lo suficientemente imponente como para menguar el exaltado ánimo de su subordinado. No podía permitirse que un simple Guerrero le hablase de esa manera al Jefe Supremo de la División.

--Uchiha-- bramó de pronto, antes de retomar su asiento tras el escritorio --Es una misión sencilla. Además, resulta imposible que te niegues cuando la decisión ha sido tomada.

La mirada retadora de Sasuke le daba a entender la poca disposición que tenía a dar por válido un argumento que menospreciaba su intelecto. Comprendía perfectamente que había cometido una falta al contestarle así a su Superior pero… ¿en qué mierda estaba pensando como para hacerle aquello?

--Me disculpo, Señor-- emitió débilmente, en contra de todo su orgullo natural. Sabía que no tenía alternativas más que obedecer cualquier orden, por estúpida que fuese, si venía de la boca del Superior.

--La función principal de esta misión es tener suficientes datos sobre el modus operandi de los demonios para poder adelantarnos a sus movimientos y evitar que obtengan almas-- hizo una pausa para ratificar que su subordinado prestase  atención y continuó --Para este fin, se te asignará un compañero para apoyarte en caso de que las cosas se compliquen.

--¿Cuál es el grado de complicación esperado?-- se aventuró el azabache, calculador.

--Prácticamente ninguno. Al ir como humano las vibraciones de tu alma se reducirán de forma que no seas visible por demonios. Tómalo como un viaje de reconocimiento-- el Superior se rió de su chiste rancio y prosiguió --El compañero será un Ángel Recolector que fungirá sólo como apoyo por si se presentara una batalla inesperada, nada para alarmarse.

Eso último había dejado a Sasuke con sus reservas, pero prefirió no decir nada. Finalmente, era suficientemente capaz de manejar situaciones inesperadas.

 

 

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Todos los preparativos pertinentes para aquel indeseado viaje del pelirrojo al Mundo Mortal habían sido realizados. Lo único que faltaba era la llegada de su indeseado acompañante, que iba con un retraso que al Cazador se le antojaba poco más que desagradable.

--Maldito Shikamaru-- puteaba por lo bajo. Su humor no había sido para nada accesible desde aquel encuentro con Orochimaru, y no prometía ser mejor a menos que un brutal baño de sangre impregnase el ambiente pronto.

--Oh, por Hades que eres problemático, Gaara-- habló una perezosa voz detrás de él, que reconoció al instante --He atravesado por muchos líos para encontrarte.

El más bajo crispó los puños, concentrando su furia en aquel impuntual. En ese momento, su arena envolvió al castaño y, sin decoros, lo apretó con tal fuerza que explotó. Sintió la sangre cayendo y siendo absorbida por su elemento, fortaleciéndolo. Nada se sentía tan bien como aquello…

--¿Nos vamos?-- preguntó soporoso el de coleta, apareciendo detrás de él de pronto. Gaara volteó, sorprendido y privado de ira.

Era verdaderamente extraño ver esa clase de cosas, incluso en el Infierno. Sonrió de manera perturbadora, cavilando sobre la truculenta idea del Demonio Serpiente de enviarle ese acompañante:

--Así que eres un Demonio de Regeneración, ¿eh?-- procuró sonar tan taciturno como siempre para ocultar su propia sorpresa.

--Veo que Orochimaru no te lo explicó-- sonrió de medio lado el otro, con un discreto aire de presunción --…Me envió a mí porque no sería práctico cambiar de Demonio cada vez que te entrara un ataque.

--Oh, y por eso me envió un tierno perrito para jugar, qué detalle-- su sarcasmo se había vuelto latente, aunque no muy explícito. Sin embargo, el de mechones cafés lo comprendió al vuelo.

--Dile como quieras, el punto es que no me puedes matar con tu arena para gatos-- se encogió de hombros y adelantó un poco más al Cazador, dando el tema por zanjado.

No fue una sorpresa que Gaara no lo siguiera. El pelirrojo sentía la sangre hervir dentro de su cuerpo, pidiéndole vehemente deshacerse de aquel molesto ser. Inclusive, el de coleta lo escuchó murmurar algo parecido a “Si no te puedo matar, te hare explotar todo lo que quiera, incauto de mierda”.

--Deberías controlar más tu temperamento-- apuntó sin interés.

Con una mirada cargada de odio y promesas de muertes atroces, el Cazador se encaminó a cumplir la misión. Quería exterminar a ese idiota compañero que tenía lo más pronto que pudiese, incluso si eso representaba hacerse cargo de la basura dejada por otros.

 

 

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El azabache suspiró al ver llegar a su compañero a la Torre Celestial. Se había imaginado muchas parejas ineptas e incompetentes que sólo le estorbarían o que tendría que proteger en caso de cualquier nimiedad, así que comprendió un alivio para él ver arribar a un Recolector conocido:

--Kiba-- saludó parco, manteniendo una distancia pertinente del Ángel y su perro, Akamaru.

--¿Qué tal va todo?-- preguntó con su habitual tonillo enérgico y jovial.

Dedicó un rápido vistazo al pequeño cachorro que viajaría con Kiba y con él a la Tierra. Akamaru podía, en el peor de los casos, traerles más problemas que beneficios, pero no podía obviar que tenía una especial habilidad para sentir almas y vibras demoniacas. Supuso que sería algo parecido a una ayuda… Era su consuelo de tontos en aquella situación.

--Todo listo-- fue toda la respuesta que dio el Guerrero.

 

 

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Llegaron poco antes del alba a lo que parecía ser la neblinosa vorágine comprendida como la capital de Japón. El viaje había sido demasiado largo y tedioso para ambos demonios que apenas y mediaban un par de palabras.

Al instante mismo de su arribo Gaara pudo sentir, no sin estremecerse por el placer, toda la maldad que emanaba de esa ciudad y la cantidad de caóticos sentimientos humanos que se agolpaban en sus propias fibras demoniacas, rogándole que las devorara. Se puso extrañamente ansioso de conocer ese lugar, pese a que seguía reticente en su mayor parte, casi como si aquello fuera un bufete.

--Así que hemos llegado al mundo humano…-- dijo de forma maliciosa, mientras pasaba suavemente su lengua por el labio inferior.

 --Contrólate. Recuerda que venimos de infiltrados…-- comentó Shikamaru, incluso a sabiendas de que a ambos, por su naturaleza, les sería difícil reprimirse. Esperó que una vez convertidos en humanos ese aspecto fuera más controlable.

 

 

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--“De vuelta al trabajo”-- se dijo Sasuke en su fuero interno, extrañamente más incitado por aquel encargo de lo que había estado en las pasadas horas.

Seguía sin estar conforme con aquella perspectiva de  ser un mortal, pero comprendía que tenía que sacarle el mayor jugo posible a la experiencia. Finalmente, le serviría para encontrar algunas debilidades de sus enemigos naturales. Y, si algo llegase a ocurrir por accidente, siempre podía sacar su espada y matar algunos demonios. Quizás con un poco de suerte sería él quien atravesaría el cuerpo del demonio que había matado a su hermano.

--Vaya-- Kiba lo miraba fijamente --, de verdad tienes algo que me hace pensar que eres peligroso.

Una risilla apagada y soberbia salió de los labios del otro, aunque murió antes ser audible.

--Sólo para esos rastreros demonios-- quiso decir, pero se contuvo --. Mataré a varios…

Notas finales: Gracias por leer. ¿Reviews?

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