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:::_:::Clanes Ninja:::_::: por Kunyko-kun

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Su trabajo es matar... Y su destino, la muerte.

Es un ninja de siglo XXI pero sigue siendo un ninja.
Se llama Haburo Kyoki, tez clara, cabello como sus ropajes de negro, como el ébano, mirada turbia y melancólica. Lo único que aliviaba cada día su carga en el clan era su adorado hermano pequeño de quince años, cinco más que él mismo.

Durante más de un mes, sus superiores y sus compañeros habían trazado el plan contra una de las organizaciones criminales más peligrosas del lugar, ellos estaban promocionados por el gobierno y de vez en cuando tenían que hacer sus trabajos sucios.
En dicho plan, un gancho tenía que atraer a los enemigas mientras el resto se infiltraba. Ese era él.

- Por favor Kyoki, déjame acompañarte.- un joven con la cara descubierta, ropas como las suyas, algo más bajito que él y moreno también.

El nombrado se voltea al joven, y penetrando con sus grises ojos, los azules del joven dice:

- Definitivamente NO.

Su voz sonó suave, calmada, armoniosa pero autoritaria, tenía la cara cubierta, pero se apreciaba su belleza. Todos los que los veían discutir rieron bajito, eran graciosos, normalmente Kyoki ni si quera le hubiera dirigido la palabra a nadie, su hermanito conseguía hacerle hablar, enfadar e incluso reír.

Haburo Kyoki era uno de los más renombrados ninjas del clan Inuchi (*Perros de sangre más o menos [Inu=Perro/Chi=Sangre] XD) muchos lo conocían y lo respetaban, muchos le temían, otro envidiaban y odiaban.

Se volteo de nuevo para alejarse del menor y este dice:

- Si te matan... no querré saber nada.

Kyoki se da media vuelta para encarar a su hermano menor, dejó su cara al descubierto, estaba cabreado, todos los de alrededor esperaban que le gritara e incluso que lo castigara o algo así, pero el joven grita:

- ¡¡Eres un imbécil, sabes que solo quieren usarte para deshacerse de ti!! Eres un idiota ni siquiera te das cuenta de esas, cosas, respetas a los superiores pero...

- ¡Lo sé!... Urumi, lo sé, pero es mi deber.

- Tu deber es servir de forma constructiva al clan, no dejarte matar por ellos.

Respondió el menor a su hermano, mientras se daba media vuelta y se marchaba. Un chico de cabello rojo y muy corto se le acerca, le da una palmada en el hombro y le dice:

- Es la edad del pavo.

- Tiene razón, pero no puedo negarme.

Le respondió el moreno, quitándose del todo la capucha, dejando su corto cabello negro y de punto al descubierto.
El chico de pelo rojo dice:

- ¿Por qué no desertas?

- Es por Urumi, lo sabéis muy bien todos, por mi le iban a dar por culo a todos.

- ¿Yo incluido? - de forma graciosa el de pelo rojo.

- Tu el primero.

Dijo irónico el moreno, dejando salir una leve sonrisa, luego dice:

- Voy a ir a mi casa, a prepararme, si ves a Urumi, dile... dile que... dile algo.

Y se marchó. El de pelo rojo mira a sus compañeros, y suspirando dice:

- Creo que... esta será la definitiva, ¿Qué no?

- Creo que sí.

Una chica de pelo color malva suspiró también, tomando la mano de un chico de pelo rubio que dice:

- Solo espero que el pobre Urumi sepa comprender que ese es nuestro trabajo, nacemos con un destino, y nuestro deber no es cambiarlo. Es llegar a él.






Kyoki caminaba por las calles, todos le miraban o con lastima o con desprecio, a pesar de ser de los mejores la envidia iba ligada a la admiración de todos.

Llegó a su casa y preparó sus armas, se puso al cinto dos dagas de color plata bruñida, A la espalda una katana y en los antebrazos unos aparatos de metal, semejaban unas zarpas afiladas y largas, era su distintivo y el del clan, las sujetó bien, miró por última vez su hogar y el de su hermano y partió a la gran plaza de la aldea.

Al llegar allí vio a su líder de clan, Nemuro Kisuke. Se acerca al resto de sus compañeros, o lo que él consideraba como compañeros.

Muchas mujeres, niños y ancianos estaban allí para despedirse de sus familiares y amigos, entre ellos Urumi, que miraba de forma irritante a su hermano, Nemuro comienza a hablar en alto, y todo se queda en silencio.

- Bueno, el día de hoy es muy importante para todos nosotros. Hoy intentaremos detener a los Yakuza de esta parte de la ciudad, para ello nos infiltraremos en su edificio base, y para conseguirlo, Kyoki, el lobo negro, distraerá al enemigo, el es el más rápido de todos. Le doy sinceramente las gracias...

Nemuro miró al moreno, este ya se había colocado la capucha y la máscara, no dijo nada y miró de reojo a su líder. Al ver que no decía nada, dice de nuevo:

- Y te deseo toda clase de suerte.
Kyoki suspira y dice:

- Yo... no necesito suerte... solo...

No dijo mas, miró de reojo a su hermano y dice de nuevo, suspirando.

- Nada.

- Bien, en ese caso, esperamos tu señal.
Kyoki salió corriendo por la puerta principal de la aldea, directamente al bosque que separaba la aldea escondida entre los arboles de la ciudad. La señal era una bengala que llevaba en su cinto.
Corrió a todo lo que le dieron sus pies, antes de salir del bosque descansó, sabía que los Yakuza estaban apostados a la espera de que los atacaran, no eran tontos para nada.

Vio a algunos que se guarecía de forma imprudente, tanteó un sitio por el que poder pasar sin ser colado a tiros.
Cuando vio el flanco del puente que cruzaba el rio sin vigilancia, optó por ir por ahí, no esperaba salir ileso de esa.




Respiró y casi conteniendo la respiración, salió corriendo, de repente, la lluvia de balas comenzó a perseguirle, cruzó el río, siguió corriendo, por las callejas casi desiertas, seguía escuchando los disparos tras de sí, así que siguió corriendo...
Le seguían así que buscó cobijo en algún lugar cercano, pero al ir a pasar a una calle, se encontró de golpe con dos Yakuzas armados. Esquivó sus disparos como pudo, y corrió de nuevo, entre las callejuelas, llegó a una obra en proceso, un gran edificio, se escondió en los grandes tubos de cemento y por fin pudo respirar tranquilo.

Escuchaba a los hombres correr cerca, pero aun asi no le localizaban, solo cuando los escuchó alejarse murmurando un leve “Aquí no está” se permitió jadear por todo lo sucedido, la tensión, adrenalina y el cansancio.

Salió del tubo y se metió en el edificio a medio construir, subió todo lo alto que pudo, más o menos en el tercer piso, al asomarse por una pared que aun no estaba colocada, vio a lo lejos el bosque, era un buen sitio para poder lanzar la bengala.

Se asomó levemente y la prendió, saliendo disparada hacia el aire, provocó un haz de luz roja, esa era la señal.

Tras unos cinco minutos pudo escuchar de nuevo contra el contorno de metal del lugar donde estaba asomado las balas, le habían descubierto.

Se introdujo de nuevo en el edificio, pero se asustó al ver una figura negra tras de él, casi le había golpeado con sus garras al ver que se trataba de su hermano menor, le mira y le dice:

- ¡Urumi, ¿Qué haces aquí?!

- Te he seguido. Solo hay que seguir el ruido de las balas.

Le tomó del brazo y lo dirigió a las escaleras, escuchó pisadas y gritos, asi que sabía que subían y ellos no podían bajar, los dos subieron las escaleras corriendo, al llegar todo lo alto que podían, Kyoki se asoma por la cornisa, miró abajo, a unos seis pisos más abajo.

Había un gran montón de fajos de paja, material que utilizaban para rellenar los huecos en los tabiques y aislar las habitaciones, mira a su hermano y grita:

- ¡Salta!

- ¿¡Estás loco!?- Urumi.

- ¡¡Salta!!

Gritó de nuevo Kyoki, tomando a su hermano de la mano y saltando con él al vacío.

Los seis Yakuzas llegaron arriba del todo, buscaron pero no vieron a los enemigos, miraron por la cornisa y tampoco vieron nada.

Bajaron de nuevo y se retiraron en un coche de color negro.

Los dos hermanos estaban seguros entre las pajas, Kyoki salió el primero, ayudando a su hermano, al hacerlo, Kyoki no tardó en darle a su hermano menor un manotazo en la mejilla y le grita:

- ¡Idiota, podían haberte matado!

Urumi se había agarrado ese lado del rostro maltratado, mira de nuevo a su hermano y dice:

- Solo quería irme contigo... no quiero quedarme solo Kyoki.

Decía el chico al borde de las lágrimas. Kyoki dice:

- Urumi, tú te has convertido en un ninja del clan Inuchi, deberías saber ya de sobra que si se le pide que muera, un ninja debe morir por su clan.

- Si es asi no quiero ser un ninja Inuchi.

- ¿Desertarías? –Kyoki.

Urumi calló tras eso, Kyoki caminó hasta apoyarse en una pared cercana, una vez allí se quita su máscara y su capucha y susurra:

- Yo no lo permitiría.

Sentía su cuerpo pesado y dolorido, más su hombro y se vientre, posó su mano derecha en el vientre y su izquierda en su hombro derecho, luego miro ambas, manos, era sangre, le habían alcanzado dos proyectiles.

Le temblaba todo y tenía frio, su hermano se acerca.

- ¿Qué te pasa Kyoki?

- No pasa nada, no es nada.

- Te han dado.

Su hermano vio la sangre, se asustó mucho, no sabía qué hacer en esas situaciones, y dice:

- Kyoki que hago.

- Nada, no te preocupes.

Se sentó contra la pared en el suelo, se le cerraban los ojos, su hermano se arrodilla ante él y dice:

- Kyoki no te mueras, no me dejes solo.

- Tranquilo, todo va... todo va a ir... bien.

Poco a poco cerró los ojos, tenía sueño y calló en el de bruces.

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