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¿Si yo fuera él? por Musaga

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Notas del fanfic:

Con mucho cariño para ti, me hubiera gustado responder a tu reto pero ¡mi huye de los lemon! jajaja. Es una historia sencilla, ociosa y bizarra... bueno como todo lo que escribo jiji, besos.

¡Por qué a él!

 Era pésimo escribiendo notitas de felicidades, era pésimo en cuestiones ortográficas… era pésimo para todo lo relacionado con el mundo de las letras. Ahora estaba revuelto intentando hacer una carta de “amistad” para Marui Bunta; todo por culpa del dichoso evento escolar que involucraba a integrantes de los diferentes Club´s deportivos, el chiste era entregar cartas alusivas al patético San Valentín dónde le expresaras a la persona designada un lindo pensamiento o si sentías algo especial por ella.

¡Ahí estaba el desgraciado inconveniente!

Experimentaba extrañas sensaciones por su mayor, desde disfrutar de su delgada anatomía hasta la colorida tonalidad de sus ojos ¡al demonio! Marui era lo suficientemente atractivo como para no sentirse tentado por el. Pero bueno ese no era el punto, la calamidad actual era escribir algo decente y que no rayara en lo bochornoso, para nada deseaba incomodar al “traga” dulces con sus cursilerias o morbosidades, según sea el caso. Estaba recostado boca abajo sobre el césped, escribiendo y borrando una y otra vez, arrancando hojas cuando la desesperación le ganaba, estrellando su frente contra su cuaderno cuando la frustración lo acosaba.

-¿Qué se supone que haces, Akaya?- le cuestiono su amigo y mentor.

-¿Eh? Oh… pues… le escribo una carta a Marui- Yanagi  abrió los ojos de golpe, que actividad tan extraña.

-Y eso ¿cómo para que?- preguntó mientras el de cabellos negros se rodaba para quedar boca arriba.

-Es para decirle lo que siento- ¡carajo! Que respuestas tan inesperadas, su trabajada mente no tenía ni la más mínima sospecha de recibir contestaciones tan… ¿incomodas? Aquello no le agradaba, sentía una sensación vertiginosa cada que imaginaba el contenido de aquella carta, más vértigo aún al crear escenas en su mente de Akaya en brazos de Bunta.

“Que horror” no sabía si era por celos o por celos, ok eso había sido claro, estaba celoso.

-¿Y qué sientes?- no tenía ni la más remota idea de porque intentaba indagar, quizás por el hecho de que la conducta escurridiza de Kirihara era una incógnita hasta para él. Más valía conocer el terreno que estaba por explorar.

-No estoy muy seguro, quiero decirle que me gusta- no había terminado su oración cuando cubrió su rostro con el cuaderno en el que antes escribía –pero sólo se me ocurre decirle cosas de su físico, no se como decirle algo más que eso- así que las cosas estaban de esa manera, perfecto, se trataba de una simple y vaga atracción; no había sentimientos de por medio sólo un gusto y decirle a Marui lo “bueno” que estaba, Yanagi se tranquilizó.

-Tengo una idea- argumentó con cierta sobervía el mayor captando la atención del curioso demonio del colegio. Akaya esperó paciente para oír la explicación y bendita solución a sus problemas, seguro que la ágil y revolucionada mente de Yanagi le ayudaría en aquella situación –imagina que soy Marui-

¡¿Qué?! Por favor que esa no fuera su ingeniosa propuesta, era completamente absurda e intrépida. Si hacía caso lo más seguro es que le robaría un beso y después esperaría su reacción, aunque la idea de besar a Yanagi no era tan mala “maldición, soy un enfermo” se reprendió el de ojos verdes.

-Jeje no lo creo, eres demasiado varonil como para confundirte con Bunta- rió nervioso tratando de aminorar el bochorno interno que le había provocado la escena de verse besando al joven frente a él; olvidándose de su tormento hormonal hizo análisis de sus últimas palabras, preocupante, eso no había sonado muy masculino que digamos ¿alabar la virilidad de otro hombre en sus narices?

“De enfermo pase a inepto” trataba de mantener una imagen sarcástica de la situación, pero la realidad era que recibir esa propuesta por parte de su acompañante… había sido demasiado, nunca lo esperó de él. Bunta en ocasiones le coqueteaba y jugaba a seducirlo, de broma según el “hipoglucémico” y eso de cierta manera lo incitaba a intentar algo con el; el punto era que desde que entro al Rikkaidai su atención fue para Renji y su estóico porte sólo que al mismo tiempo ese porte lo alejaba de él.

“¿Será que lo de Marui es sólo distracción?” deseaba que no, porque la relación  juguetona de “amistad” que tenía con el de cabellos rosados le era gratificante, pero muy a su pesar siempre estaba esa chispa de ¿esperanza? ¡si! Esa chispa que en esos momentos se había transformado en dinamita pura.

-Anda, si fuera Marui ¿qué harías?- el menor se quedo en silencio parpadeando en un par de ocasiones, después una risita juguetona escapo de sus labios ocasionando contrariedad en su acompañante. Kirihara rascó su nuca mientras luchaba por contener la risa -¿No le dirías nada?- el otro nego intentando recuperar la compostura.

-No hay interés… ah… romántico, por así llamarlo- dijo pensativo mientras sujetaba su propia barbilla. No supo cuando fue que Yanagi se le acercó lo suficiente como para susurrarle algunas palabras sobre los labios para después capturarlos en su gentil e inesperado beso. Tardo en reaccionar pues la sorpresa no era para menos.

-y ¿qué harías si Maruin te besará como acabo de hacerlo?- ¿Marui? ¡Quién rayos era Marui! En esos momentos lo único que pasaba por su mente y vibraba sobre sus labios era la sensación de haber sido besado por aquel que consideraba tan lejano.

-Nada- el otro en verdad parecía confundido ante la cara de incredulidad en Kirihara –si fuera Marui no le besaría de nuevo, pero… como fuiste tu- no terminó de hablar sólo se limito a devolverle el beso al mayor que en definitiva tenía un tremendo signo de interrogación ante lo que sucedía; segundos posteriores sonrió victorioso ante su fructífero resultado y eso que no recurrió a la “data” para conseguir su deseado beso.

-Eres extraño, Akaya-

-Y tu un aprovechado, ¡me voy!- ¡Qué! ¿a dónde se iba ese niñato después de haberle besado? Vio como se alejaba de aquel sitio dejándolo  a él sentado en el pasto, de un momento a otro Kirihara regreso al sitio.

-¡Demonios! Olvidaba mis cosas- alzó sus cuadernos, plumas para meterlos en su mochila y ahora si retirarse.

-¿A dónde vas?-

-¡A escribirte una carta!- dicho aquello se alejó agitando su mano y sonriendo de manera traviesa, era una gracia ese muchacho, quizás por eso le gustaba tanto; lo único malo es que por mas datos que recolectara de él, jamás serían suficientes.

Ya tendría tiempo para conocerle mejor… ¡mucho mejor!

FIN


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