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Red Moon por Deathrider

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Notas del fanfic:

Inuyasha no me pertenece, ni ninguno de sus personajes.

tengo otro fic empezado, pero ayer  las 4 de la mañana me vino la inspiración y tube que escribir este.

No sé muy bien si lo continuaré o no, así que quereis conti XD a dejar rr XDDD si no el pobre fic caerá en el olvido ;_;

Notas del capitulo:

Si quereis coninuación espero vuestros rr XD

gracias por leer :3

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El demoniaco chico frenó el paso junto con sus compañeros de viaje.

Tras cinco duros días de viaje la presencia demoníaca de Naraku volvía  hacerse notoria.

-Sin duda la presencia viene del Este-. Dijo el joven monje.- ¿Tú qué opinas Kagome?

La chica se quedó unos instantes callada mientras meditaba.

-Si, yo también lo creo, aunque es bastante débil, aún está lejos de dónde nos encontramos.

-En ese case démonos prisa, me muero de ganas de patearle el trasero a ese tipo-. Dijo Inuyasha  eufórico mientras crujía sus puños.

-Ei, ei, no tan deprisa chico, pronto anochecerá y será mejor que vayamos montando el campamento, no quiero que nos sorprenda la noche sin sitio donde dormir-. Aclaró Miroku dando unas palmadas en su hombro.

Inuyasha refunfuñó para sí mismo y siguió a los demás hasta un pequeño claro dónde decidieron acomodarse.

-No me gusta este sitio-. El peli plateado se mantenía de brazos cruzados sentado cerca de la hoguera.

-¿Por qué dices eso Inuyasha?-. Preguntó extrañad la joven estudiante.

-Huele a lobo…-. Dijo sin añadir más.

-Oh, ¿Crees que Koga y su manada andarán cerca?

-Si así es espero que se vayan cuanto antes.

Aquella noche precisamente no tenía ganas de encontrarse con cierto lobo hiperactivo, esperaba que la noche pasase tranquila y sin incidentes.

Todos se agruparon alrededor del fuego mientras degustaban la cena, hacía días que no tenían tiempo de relajarse así.

Pese a no hacer demasiado frío se agradecía el calor de la hoguera.

-¡Vaya, es precioso!

Todos giraron al oír la voz de Kagome. La chica contemplaba el cielo eufórica.- ¡La luna! ¡Se está tiñendo de rojo!

-¡Oh no! ¡Es el fin del mundo!- .El pequeño Shippo se refugió en los brazos de Sango.

-Vamos pequeño-. Rió divertida la chica.- Es algo de lo más natural, no hay por qué tener miedo.

-¿Qué quieres decir Sango?

-Bueno verás… Eso quizás debería explicártelo Inuyasha.

El pequeño fijó su mirada en el perro demonio, este a su vez se sonrojó y apartó la mirada.

-¡¿Por qué debería explicárselo?! Te ha preguntado a ti no a mí.

-Vamos Inuyasha, ¡Yo también quiero saberlo-. Kagome estiró una de las mangas de su chaleco con insistencia.

-¡He dicho que no y es que no!-. Desviando la mirada hacia otro sitio.

-Bueno no hay por qué ponerse así, ya lo explicaré yo. Veréis, cada año en primavera, los demonios experimentan un gran cambio, durante una semana la luna se orna rota y cuando está en su punto más alto indica que ha llegado la hora…

-¡Wah! ¡¡Cállate de una vez Sango!!

-¿La hora de qué?-. Shippo y Kagome estaban muy intrigados con todo aquello.

-La hora del celo-. Contestó la cazadora sonriendo tranquilamente.

Kagome miró a Inuyasha fijamente y apartó la mirada muy avergonzada.

-¿Qué es el celo?-. El pequeño ladeó la cabeza, curioso.

-Aún eres muy pequeño Shippo, cuando crezcas lo entenderás-. El monje dio unos golpecitos en la cabeza del joven demonio, aún así el no parecía muy satisfecho con la respuesta.

-¡Basta de chorradas! -. El peli plateado parecía enfurismado.

-Vamos Inuyasha, aunque seas un semi demonio tendrá el mismo efecto sobre ti que si fueses un demonio completo. Así que chicas, dormid con un ojo abierto esta noche.

-¡Cállate!-. El monje había conseguido sacarlo de sus casillas.- ¿Me crees capaz de algo así?

Miró a Kagome, seguía con la cabeza gacha; aquello le cabreó aún más.

-¡Está bien! ‘Si os quedáis más tranquilas esta noche dormiré bien lejos!

Dicho esto salió corriendo del campamento.

Era ya entrada la noche, la luna casi había alcanzado su punto más alto, pero aún quedaban un par de horas. El ambiente se notaba diferente, debido a que los demonios esperaban impacientes que su hora llegase.

Frenó en seco y pateó  el suelo con fuerza, ¿Cómo habían sido capaces de dudar de él?, él no era como uno de esos salvajes demonios que se tornaban irracionales y sucumbían l deseo, olvidándose de todo lo demás.

Paró junto un árbol y se sentó recostando su espalda en el.

De nuevo aquel olor canino le invadió, seguro que la manada del lobo también estaba impaciente por qué la hora en que pudiesen dejarse llevar llegase. Seguro que no les faltaban pretendientes, y más a Koga, siendo el líder de la manada.

Maldijo su suerte, a él también le gustaría tener a alguien con quien pasar ese periodo.

De golpe sintió un cosquilleo en su estómago, y un hormigueo que invadía todo su cuerpo; se abrazó a sí mismo intentando calmarse, aunque sabía que era inútil. Alzó la mirada y vió una preciosa esfera carmesí en lo más alto del cielo, la hora había llegado.

Con su fino oído podía oír como todos se ponían en marcha buscando un compañero con el que aliviarse en la noche.

Con un poco de suerte nadie pasaría por ahí y se ahorraría problemas.

Un calor abrasador comenzó a inundar su cuerpo, haciéndolo estremecerse; por suerte al ser semi demonio podía controlarse hasta cierto punto y ser consciente de sus actos mientras nos e sobre excitase demasiado.

Mordió su propio dedo intentando calmarse y observó su entrepierna, completamente erecta.

-Maldición apenas ha comenzado y ya estoy así…

Lentamente deslizó su mano bajo sus ropas y rozó su miembro, soltando un gemido en l acto. Todo aquello lo hacía volverse más sensible de lo normal.

-Lo mejor será acabar esto cuanto antes.

Su respiración estaba agitada y el calor y la excitación hacían que sus mejillas estuviesen completamente sonrojadas.

-Maldición…

Agarró su miembro y comenzó a masajearlo rápidamente. Estaba tan excitado que no era consciente de nada más, simplemente estaba entregado a el placer que el mismo se estaba otorgando.

A lo lejos se escucharon aullidos de lujuria, parecía que alguien se lo pasaba mejor que él.

Su cuerpo sufrió unas pequeñas convulsiones y un gemido ahogado salió de su garganta mientras derramaba toda su esencia en su mano.

-Joder… ¿Cómo puede ser que aún esté así?

A pesar de todo su miembro seguía totalmente erecto.

-Joder…

Cerró las piernas y ocultño sus manos cuando escuchó que los matorrales de enfrente se agitaban.

-¡¿Quién hay ahí?!-. Grito preparado par agarrar su espada.

-Vaya, si es el perro pulgoso.

Ante él, la figura atlética y bronceada de Koga apareció, riendo juguetonamente, como siempre.

-Lárgate lobo piojoso, no estoy de humor.

Para sus adentros rezaba para que no le hubiese visto en plena acción.

-¿Qué pasa, tus queridos compañeros te han abandonado?

El lobo avanzó unos pasos hacia él. Inuyasha se incomodó bastante, en el estado en el que estaba, si se daba cuenta se burlaría de él. Además desde que Koga había aparecido había algo que olía condenadamente bien, y eso le molestaba.

-¡Basta Koga, lárgate!-. Dado a su estado, su voz no sonó tan amenazadora como hubiese deseado.

-Vamos Inuyasha, solo venía a hacerle un poco de compañía a un pobre perro solitario que no ha encontrado pareja para esta noche.

El moreno avanzó unos pasos más hasta encontrarse  unos escasos centímetros de semi demonio. Este no dijo nada, solo apartó la mirada, incomodo.

-Hace un rato que lo noto… ¿Estás ocultando algo?

El peli plateado abrió los ojos sorprendido.

-No es de tu incumbencia-. Dijo tajante con la esperanza de que así Koga se cansase y se fuese de una vez.

-Cierto.

El lobo desvío la mirada e hizo un ademán de irse; Inuyasha suspiró aliviado.

-¡Has bajado la guardia perro estúpido!

En un rápido movimiento Koga se agachó frente a Inuyasha y estiró sus manos para examinarlas; cuando observó aquella blanquecina substancia chorreando entre sus dedos y observó la evidente erección del semi demonio se quedó sin habla.

-¡Ya lo has descubierto! ¡¿Estas contento?!  ¡ahora lárgate y ve a desvirgar campesinas!-. El chico desvió la mirada avergonzado, le daba tanta vergüenza que quería llorar.

-Desde hace un rato el olor a feromonas me está matando… Y resulta que eras tú todo el tiempo…-. Dijo sonriendo pícaramente.

-¿D-de qué hablas?

Hora Koga estaba muy cerca, y aquél olor embriagador volvía a invadirlo, cerró los ojos, como hechizado por aquella fragancia.

-Hueles genial… maldita sea…-. Dio casi sin ser consciente de sus propias palabras, como en un gemido lastimoso.

-¿Estás tratando de seducirme? Porque estás bajo riesgo de ser comido hasta la medula de los huesos.

-Cómeme…-. No sabía por qué había dicho eso, pero todo su cuerpo pedía a gritos ser absorbido hasta la locura por e ser que emanaba ese olor.

El lobo llevó la mano de Inuyasha hasta su boca y comenzó a lamer aquella pringosa substancia.

-¡No! Eso es…

-¿Excitante?

En el rostro de Koga se formó una sonrisa lasciva que dejó entrever sus colmillos, después sacó su lengua y continuó lamiendo su mano, lentamente.

El semi demonio dejó ir un gemido, Koga sonrió complacido y se arrimó a él, hasta juntar sus labios con violencia.

Sin esperar un segundo comenzó a degustarlos, lamiendo todo lo que su lengua se encontraba, enredándola con la del otro; cuando la falta de aire los obligó a separarse comenzó a morder los labios del peli plateado con insistencia, realmente parecía que lo quisiese devorar.

Inuyasha, con vergüenza, pero cegado por el deseo comenzó a despojarse de su chaleco mientras Koga mordía su cuello, dejando salvajes marcas de mordidas.

Una vez su torso estuvo al descubierto el lobo se lo quedó observando unos instantes.

-¿Qué pasa?

Koga rió y se acercó hasta su oído.

-Par ser un perro pulgoso tienes un cuerpo de lo más seductor.

Dicho esto rozo uno de los pezones de este con sus garras, haciendo que su cuerpo diese un respigo.

-Y eres más sensible de lo que me esperaba.

Comenzó a mordisquearlo mientras masajeaba el otro con sus dedos.

El peli plateado se dejó hacer mientras su cuerpo se convulsionaba de placer bajo aquel tacto, el lobo piojoso lo hacía demasiado bien… ¡Un momento! Se estaba dejando llevar completamente por aquél demonio con el que tantas veces había luchado.

Sin previo aviso cogió a Koga por los hombros e invirtió posiciones.

-Ei, ¿Qué hacer perro chiflado?

-Si crees que voy a dejar que obtengas el control de la situación por completo estás muy equivocado.

Koga sonrió, aquello se ponía interesante.

El peli plateado despojó a el moreno de su armadura y mordisqueó su cuello mientras el lobo se encargaba de quitarle aquellos molestos pantalones. Inuyasha agarró el pelo a Koga haciéndole echar la cabeza hacia atrás y sacó su legua, lamiendo desde la barbilla hasta llegar a uno de sus pezones, con el que empezó a juguetear con insistencia.

-nada ml para alguien que hace un momento se conformaba con meneársela en solitario.

-Koga idiota, cállate o me largo-. Realmente no tenía intención de irse, pero no iba  permitir que le restregase el hecho de haberlo encontrado en dicha situación comprometedora.

Ante el silencio de su compañero continuó bajando hasta llegar a la falda de pelo que siempre llevaba Koga, a través de ella podía notar la evidente erección. Sonrió pícaro y casi arrancó la pieza  de ropa, dejando el miembro del moreno al descubierto, miró a Koga y se sorprendió al ver que se había sonroja ligeramente.

Tímidamente sacó su lengua y lamió la punta, mientras la sujetaba por la base con su mano.

El lobo alzó la vista deleitándose con aquella escena.

-Pareces un cachorrito tomándose su ración de leche diaria.

Inuyasha lo miró con el ceño fruncido y completamente rosjo, sin dejar lo que estaba haciendo; todo lo contrario: se introdujo el miembro de Koga lo mas profundo que pudo y comenzó a moverse arriba y abajo.

El demonio lobo apretó los puños con fuerza mientras gemía ante el placer que le proporcionaba aquella húmeda cavidad.

-¡Ouch! Cuidado con los colmillos-. Gritó dolorido l sentir una mordida.

-No lo he podido evitar, sabe tan bien…-. Dijo El semi demonio relamiéndose.

Koga le lanzó una sonrisa y lo cogió del hombro levantándolo y apoyándolo contra un árbol.

-Así que querías comerme… Ahora te enseñaré como se hace… Sin dientes.

Se arrodilló frente a el peli plateado y besó la punta de su miembro, para después lamerlo de arriba abajo.

Inuyasha se aferró a los cabellos de Koga, mientras este se introdujo todo su miembro en la boca y jugueteaba con su lengua.

-Uh… mierda…

El moreno interpretó eso como una invitación a aumentar l ritmo.

-Se siente tan… condenadamente bien…

Complacido, agarró las nalgas del peli plateado, llevando así mejor el ritmo, a la vez que frotaba un dedo por la entrada de Inuyasha.

-¿Eh? No, que… Ah…

Estaba asustado por aquello, pero a la vez el placer que estaba sintiendo no dejaba que su mente se preocupase por otros asuntos.

Koga comenzó a introducir el dedo y moverlo en círculos dentro de aquel pequeño orificio.

-¡Koga! Yo… Para... Me voy a…

El demonio paró en seco y dio otro beso a la punta de su miembro, mientras estiraba del brazo a Inuyasha para hacerlo ponerse a su altura, lo besó ferozmente mientras separaba sus nalgas nuevamente e introducía dos dedos esta vez.

-Nh… ¿Qué pretendes maldito lobo?

-Por mi te la metía salvajemente ahora mismo, pero no quiero que mueras desangrado-. Dijo sonriendo.

Un momento, ¿Koga planeaba meterle “ESO”  en el trasero?, echó una rápida mirada, imposible, aquello no podía caber ahí de ninguna de las formas.

-¡Estas completamente loco! No puede caber de ninguna de las formas.

-¿Qué pasa cachorro, te da miedo mi chico?

-¿C-cómo? ¡Claro que no me asusta!

Mierda, acababa de cavar su propia tumba, pero no quería que el lobo pensase que lo había intimidado. Por su parte Koga sonrió, sabía perfectamente que el semi demonio estaba muerto de miedo, así que decidió ser indulgente.

Se levantó del suelo y invitó al peli plateado a imitarlo, en un ágil movimiento lo levantó, apoyando su espalda contra l tronco del árbol.

-Rodéame con tus piernas-. Dijo mientras succionaba sobre su pecho dejando varias marcas rojizas.

Inuyasha rodeó su cadera con sus piernas, mientras se aferraba a sus hombros con fuerza.

Koga comenzó a frotar su miembro contra la entrada del peli plateado, dejando ir pequeños gemidos de placer.

-¿Sabes lo que vienes ahora no?-. Susurró con voz ronca.

-Claro que lo sé-. Su cuerpo tembló levemente.

-No tengas miedo pequeño, te voy a matar… pero de placer.

Mientras decía esto su miembro comenzó a introducirse lentamente en el interior de Inuyasha. El cuerpo de este se tensó ante aquel dolor.

-Agh… Duele… No... Sácalo Koga…

-Aguanta un poco… lo siento pero aunque me digas eso… ya no me puedo detener… vamos, aún no ha entrado ni la mitad.

Agarró las nalgas del semi demonio, separándolas para introducir su miembro de una sola estocada. El grito de dolor del otro fue notable, y unas finas lágrimas cayeron en contra de su voluntad mientras se mordía el labio hasta hacerlo sangrar.

-Vamos, no llores-. Dijo Koga mientras lamía su humedecido rostro.- Ahora te haré sentir realmente bien.

-¡Eres un bestia! ¡Bastardo!-. Dijo con la voz quebrada, que quería llorar, pero le había dolido muchísimo.

Aquella imagen debió enternecer al lobo, ya que lo besó suavemente mientras lo masturbaba para distraerlo del dolor.

El peli plateado se dejó hacer, cuando de pronto se dio cuenta de que había comenzado a mover las caderas en busca de que Koga lo complaciese.

-vaya, vaya… perro travieso…

Se lamió los labios dejando entrever sus afilados colmillos.

Reafirmó al peli plateado en el árbol y comenzó a penetrarlo salvajemente.

Inuyasha se encontraba en un estado de éxtasis, su trasero solía, pero a la vez un inmenso calor le recorría el cuerpo, haciéndolo estremecerse.

Se aferró con fuerza a la espalda de Koga, mientras con sus garras arañaba la morena piel de Koga, de la cual surgían finos hilos de sangre, cosa que al otro no pareció importarle.

Las penetraciones del moreno se hacían cada vez más profundas y rápidas, mientras que su respiración agitada chocaba contra el cuello de Inuyasha, que gemía desesperadamente.

-Koga yo… ah…

-Yo también, vamos dámelo… déjalo ir…

-Cállate… ah… idiota-. Pese a querer guardar la compostura en el estado de excitación en que se encontraba, le resultaba imposible.

-Inuyasha…-. Aquel gemido lastimoso, llamándolo, hizo que una sacudida eléctrica le recorriera de la cabeza a los pies, arqueando su espalda mientras se aferraba al cuerpo del demonio.

-¡Me corro!

-Me… estas… ¡Apretando tan fuerte!-. La cavidad del peli blanco se contrajo aprisionando sin piedad el miembro de Koga, el cual se corrió dentro de aquella deliciosa cavidad.

Se dejó caer lentamente al suelo, con el cuerpo del peli plateado sobre el suyo.

Ambos respiraban agitadamente sin decir nada. Koga hizo alzar las caderas al semi demonio para poder sacar su miembro de su interior, muy a su pesar, puesto que esa salida sensación era realmente genial.

Tumbó el cuerpo de Inuyasha junto al suyo, permanecía con los ojos cerrados, y su respiración se había hecho más serena, ni no se había dormido ya estaba por hacerlo.

Contempló su pálido cuerpo ahora totalmente desnudo. Pese a estar bien musculado y con algunas cicatrices de las múltiples batallas que había tenido, su cuerpo se veía realmente frágil y delicado, como si de una muñeca se tratase.

Con estos pensamientos cerró los ojos lentamente, cayendo en un sueño profundo y reparador.

 

Comenzaba a salir el sol cuando Inuyasha comenzó a despertar, notaba su mente despejada y su cuerpo totalmente relajado. Se incorporó para descubrir que estaba completamente denudo; pronto los recuerdos de la pasad noche comenzaron a invadir su mente, produciéndole una sensación de mareo tal como si lo hubiesen lanzado por los aires.

Recorrió el terreno con la mirada en busca de su ropa, y lo que se encontró fue un lobo montando guardia recostado contra un árbol.

-Por fin te despiertas-. Dijo con una de sus juguetonas sonrisas.

El peliblanco enmudeció.

-¿qué pasa?-. Mientras se acercaba sinuosamente.- ¿Se te ha comido la lengua el lobo?-. Dijo divertido.

-Mi lengua está perfectamente, gracias-. Sin poder mantener la mirada con la de Koga.

 Este le hizo bastante gracia la situación.

-Ya es bastante tarde, tengo que regresar con los míos-. Inuyasha se sintió algo molesto ante aquella noticia.- u deberías volver, seguro que están preocupados.

Dicho esto, el demonio desapareció entre un torbellino de tierra y hojas.

Estúpido lobo, le follaba locamente sin venir a cuento y ahora se marchaba como si nada. Resopló, ¿Qué esperaba? Eran enemigos, eso solo había sido un desahogo momentáneo producido por la necesidad de la situación.

Terminó de vestirse y se dispuso a irse cuando sintió una fuerte ráfaga de viento y como unas manos se posaban en su cintura.

-Por cierto, se me olvidaba decir que, puesto que la luna roja aún va a durar unos días… te veo esta noche, no se te ocurra huir.

Esta vez si que se marchó definitivamente dejando perplejo al semi demonio.

¿Qué había querido decir con eso? ¿Planeaba repetir aquél encuentro nuevamente? ¿Se le había girado el cerebro del revés? No entendía muy bien las intenciones del lobo, así que por el momento volvió al campamento antes de que sus compañeros se levantasen y se preocupasen por su prolongada ausencia.

Mientras iba de camino, no podía evitar que su interior creciese una euforia por que la noche llegase de una vez, sus pensamientos empezaban a asustarle.

Notas finales:

Gustó? no? bueno espero opiniones XD


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