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Deep connection por LadyHenry

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Notas del fanfic:

 

Espero que te guste Anne, en la vida se me habría ocurrido ponerme a pensar en este personaje... pero yaoi con yaoi se paga ;)

Notas del capitulo:

Por fin puedo subir la primera parte de este reto que tendrá tres capítulos, después de un apagón y otras dificultades...


 


 

Era la tercera vez que iba a la nueva cafetería, había entrado al ver el anuncio de té selecto en la cristalera con la esperanza de tomar una buena infusión  que lo espabilara después de la tediosa reunión. Pero no fue precisamente el estimulante sabor de la teína lo que lo había sacado de su habitual mutismo, fue el peculiar camarero que lo atendió.

Haruiko siempre había apreciado la discreción y la eficiencia, no podía decir que ese camarero no fuera rápido además de servicial, aunque tal vez, el que le hiciera una recomendación para que tomase un té de suave sabor considerado un excelente remedio para mejorar el ánimo, había sido excesivo. Después de todo, insinuarle a un cliente que su humor era pésimo no era lo más idóneo. Lo normal hubiera sido reaccionar pidiendo el libro de reclamaciones para quejarse del impertinente trato, pero no pudo. Al levantar la vista de la carta y conectar su mirada a la del chico sólo vio la calidez franca de la preocupación, su inapropiada sugerencia había surgido desde la natural ingenuidad de quien cree que la sinceridad es lo mejor, de quien no esconde sus sentimientos y no ve nada malo en mostrar preocupación por un desconocido, ofreciéndole su hospitalidad aun a riesgo de toparse con una mala reacción.

Para Haruiko encontrarse con alguien así  fue una sorpresa que lo dejó fuera de combate, después de todo no solían preocuparse por él, y menos de una manera tan espontánea. La gente que lo rodeaba le temía, ya fuera por su poder, su frialdad o su fuerte carácter, se terminaban distanciando. Sin embargo, ese alegre muchacho que no debía tener más de veinte años, había pasado por alto todos esos "detalles" y con su mejor sonrisa esperaba pacientemente la respuesta.

Haruiko sólo pudo asentir con un leve cabeceo, mostrándose algo aturdido por las nuevas, y hasta ahora desconocidas, sensaciones que se agolpaban en su interior.

Cinco minutos después el chico aparecía con una humeante taza que desprendía un aroma sumamente agradable. Haruiko disfrutó del té saboreándolo mientras observaba a los transeúntes a través de los enormes ventanales, tan ensimismado estaba que no notó cuando el chico tomó asiento frente a él, ya sin el uniforme, preguntándole si su sugerencia le había agradado.

-¿Le ha gustado el té?-formuló la pregunta con total naturalidad.

-Sí, gracias-respondió Haruiko más interesado en observar el aspecto del joven.

-Me alegra, no hay nada como un buen té para despejarse-sonrió, haciendo que Haruiko se sintiera algo cohibido al percatarse de la escena.

Durante unos segundos que se hicieron eternos Haruiko fue fijándose en cada detalle del rostro del chico, sus facciones eran dulces y sus inmensos ojos azules lo dotaban de un aspecto aniñado, la piel blanca  contrastaba con sus cabellos castaño claro, resaltando las discretas pecas que se esparcían por las mejillas. Pero lo que realmente hacía que resultase inocente y tierno, era una  enorme sonrisa coronada por dos pequeños hoyuelos, lo que podría calificarse como una sonrisa de anuncio que dulcificaba aún más sus rasgos, los ojos adquirían un brillo especial  transmitiendo una calidez que a un hombre de negocios como Haruiko se le hacía abrumadora. Ni siquiera fue consciente en ningún momento de sus actos, de poder estarlo incomodando con su escrutinio, por una vez se estaba dejando llevar. Eso era algo nuevo, desconocido, no solía ser irreflexivo, puede que por eso no supiera bien cómo controlar sus impulsos.

-¿Se encuentra bien?-preguntó el chico preocupado por la concentración que mostraba Haruiko al mirarle.

-¿Cómo te llamas?-preguntó ignorando la duda del chico.

-Akira ¿y usted?

-Haruiko.

-Vaya, directamente los nombres de pila...-mencionó el chico reparando en lo directos que estaban siendo.

-Tampoco es usual que le permita a un camarero hacerme sugerencias o que se siente a charlar...

-Entiendo-sonrió Akira con algo de escepticismo-pero a mí me lo ha permitido.

-Sí.

-Será mejor no tentar a la suerte y dejar que termine su té sin interrupciones-se despidió sin dejar de sonreír.

En el momento en que Akira cruzó la puerta mientras agitaba su mano deseándoles buenas noches a los camareros que acababan de entrar, Haruiko sintió una punzada de agitación. Ver cómo se alejaba le produjo un incómodo desasosiego, y sólo encontró cierto alivio al seguir tomando el té que con tanto empeño le había sugerido Akira. Tal vez el chico tuviera razón y fuera un buen remedio, o simplemente el hecho de recordar que se había tomado la molestia de preocuparse por él era más que suficiente para sentirse mejor.

De vuelta a casa intentó desconectar de lo que más adelante reconocería como su primer flechazo amoroso, centrándose en los cabos sueltos que le quedaban por solucionar de su próximo proyecto.  Pero de vez en cuando la imagen de un sonriente Akira cruzaba por su cabeza, haciéndole perder la concentración durante escasos segundos.

Al día siguiente invirtió todo su tiempo en acabar pronto el trabajo acumulado, quería salir antes para ir a la cafetería. No se paró a pensar en el porqué, ni en lo inapropiado de presentarse de nuevo y dar pie a otra "inusual" conversación, lo único que quería era ver a Akira de nuevo. Y así lo hizo, consiguió salir una hora antes, dejando al personal estupefacto ante la espontánea salida. Normalmente avisaba si iba a marcharse antes, o lo hacía de improviso tras una llamada, pero en esta ocasión no había ni aviso ni llamada, por lo que empezaron a hacerse especulaciones.

Al entrar a la cafetería frunció el seño contrariado, después de echar un vistazo general sólo vio a dos camareras y un pelirrojo tras la barra, ni rastro de Akira. Se sentó en el mismo lugar del día anterior y cuando una de las camareras se acercó a tomar nota de su pedido le pidió unos minutos para revisar la carta.

Después de un cuarto de hora en el que le había dado tiempo de leer los diferentes tipos de té y sus propiedades, suspiró alzando la mano para que viniesen a atenderle, pegando un respingo en su asiento al reconocer el timbre suave y musical de la amigable voz.

-Buenas tardes, ¿ya has decidido?-saludó Akira sonriente.

-La verdad es que me cuesta decidir ante tanta variedad-respondió Haruiko intentando reponerse de la sorpresa.

-Curioso, pareces una persona muy decidida, claro que no está mal dejarse asesorar de vez en cuando-dijo guiñándole un ojo con complicidad-. ¿Qué te parece si dejas que elija por ti?

-Está bien, el té de ayer era muy bueno.

-Me alegra saber que confías en mi buen gusto, ¿quieres algo para comer?

-No gracias, con el té estará bien.

-Ok, en cinco minutos estoy de vuelta.

Mientras caminaba hacia la cocina Akira no dejaba de sonreír. No acababa de entender qué era lo que le gustaba de un tipo estirado de trato cortante, pero cuando conectaba con  esos ojos de mirada penetrante y de un gris tan turbio como el que precedía a las tormentas, atisbaba que dentro de la coraza se escondía alguien que distaba mucho de su fría apariencia. Podría jurar que sólo había que llegar a los rincones adecuados para sacar a flote la parte de su personalidad que tanto se empeñaba en esconder. Y es que como solía decirle su abuela, cualquiera que se muestre esquivo esconde sus motivos, y muchas veces una sensibilidad fuera de lo común. Una manera como cualquier otra de protegerse de los demás. A lo que había que sumarle las formas de perder la compostura tan despistadas que tenía y que lo hacían lucir adorable.

Lo que no sabían ninguno de los dos era que Haruiko nunca había tenido esos despistes ni que Akira nunca se había sentado con ningún cliente, a pesar de ser amable y mostrar interés por ellos, no había entablado ese tipo de contacto más íntimo.

 

Recorrió los botes que contenían el té, decidiéndose por uno afrutado de sabor fuerte, se le antojaba que iba bien con Haruiko, ambos tenían un delicioso contraste.

 Si llevaban ese ritmo inusualmente vertiginoso para ambos, en lo que a relacionase se refiere, no importaba fomentar esos pequeños guiños que rozaban lo coqueto, unas fugaces señales que les daban alas para seguir dando pasos hacia adelante.

Esa sutil y encubierta galantería por parte del joven, que Haruiko aceptaba sin vacilar, era la manera perfecta de que dos solitarios como ellos se encontraran. La amabilidad y desenvoltura de Akira eran su máscara para no dejar pasar a nadie más allá de sus sonrisas de cortesía, pero Haruiko con su ineptitud emocional, mostrándose tosco y ansioso de conocer, había conseguido despertar su curiosidad y arrancarle sonrisas y detalles sinceros. Por su parte Haruiko había buscado tiempo para fijarse en alguien alejado de su mundo frío y superficial, donde todo eran apariencias, por fin había logrado pasar un rato agradable, sin preocuparse de negocios o formalidades, simplemente podía dedicarse a ser transparente, sin tener que soportar juicios o protestas. Cuando estaba junto a Akira se sentía ligero, incluso tenía la sensación de estar flotando si se quedaba unos minutos sumergido en el azul de esos cálidos ojos. Ninguno sentía la presión de expectativas, podían estar en silencio, ser cortantes, sinceros o despreocupados, sin tener que sufrir el yugo de los malentendidos, porque con sólo mirarse podían leer en el otro el doloroso conocimiento de quien ha sido traicionado o censurado, y por ello comprendían que podían confiar sin más. Sin importar que fueran prácticamente unos desconocidos, que uno fuese un estudiante trabajador a tiempo parcial y el otro un alto ejecutivo. Ante ese punto sus diferencias sociales se diluían como chocolate a fuego lento, de una manera lenta y dulce, envolvente y cálida.

Eso pensó Haruiko al saborear el té que Akira le había traído, no estaba seguro de sentirse así de bien por la bebida o por la compañía, ya que el chico había tomado su descanso para charlar con él. Por primera vez desde niño se sentía feliz aunque algo cohibido, experimentaba el gusto de estar junto a alguien por mero placer, sin esperar nada a cambio, bueno, nada material, porque empezaba a querer más de la presencia de ese agradable chico, que le aligeraba las horas con apenas unos minutos de charla llena palabras banales y miradas profundas, que al igual que hiciese el día anterior podría rememorar continuamente. No sabía si sería suficiente para calmar sus ansias, y no pensaba preocuparse de si aquello era correcto o no, porque cuando alguien se enamora es en lo último que piensa.

-Esto es muy extraño, nunca antes había conectado así con un cliente-comentó Akira fijando si mirada en la de Haruiko.

-También para mí, no suelo conectar con nadie-lo secundó éste.

-Y lo más raro es que en lugar de extrañarme por lo inusual de la situación, en lo único que pienso es en...-Akira sonrió dejando en el aire la frase.

-¿En qué?-le instó Haruiko a terminarla, había despertado su curiosidad.

- En algo que no he visto, pero que presiento será increíble-respondió el muchacho ambiguamente.

-¿Y qué podría ser eso?-picó Haruiko intentando resolver el pequeño enigma sin alargar el juego.

-Pienso, imagino... cómo lucirá tu sonrisa.

La respuesta fue simple y certera, y por primera vez en su vida Haruiko se ruborizó, sintió cómo el calor ascendía hasta agolparse en sus mejillas, mientras sus ojos se agrandaban por la sorpresa y sus labios se fruncían en un leve mohín que terminaba de delatar su turbación.

Akira no podía creer lo que acababa de presenciar, ese ejecutivo de apariencia fría e impenetrable fachada, había dejado su coraza a un lado para mostrarle al joven apuesto y sorprendentemente sensible que en el fondo debía ser. Ese aturdimiento momentáneo le había dejado entrever algo más tentador y sublime de lo que siquiera podía haber atisbado, porque al parecer ese hombre que ahora se encontraba frente a él, desorientado, observándolo como un niño que se da cuenta de algo importante, guardaba celosamente en su interior muchas facetas que de seguro le gustaría conocer.

-Bueno, no ha estado mal verte así... el rubor te sienta muy bien, te hace más natural y accesible-retomó la palabra Akira-. Pero parece que para saber cómo es tu sonrisa voy a tener que esforzarme más, ese privilegio va a haber que ganárselo...

Haruiko parpadeó intentando asimilar las palabras del muchacho, que lejos de sonar descarado o atrevido, se mostraba simplemente feliz, porque por fin había encontrado a alguien tan complicado de conocer como él mismo, y eso sólo podía significar que iban a comprenderse bien, que esa conexión que tuvieron en su primer instante compartido no había sido casual, sino el principio de algo importante y auténtico.

-Me temo que mi descanso acaba aquí-comentó Akira sacando a Haruiko de su estupor.

-Oh es cierto, había olvidado que estabas en tu turno.

-Mañana libro.

Haruiko frunció el seño con desaprobación, eso significaba que no podría verlo, ni disfrutar de su compañía.

-Deduzco por tu expresión que no te hace especial ilusión...

-Bueno, no tendré quien me elija un delicioso té ni...

Akira sonrió ampliamente interrumpiendo el comentario.

-No necesariamente, siempre podemos quedar e ir a algún sitio, sería una lástima perder la oportunidad de conocernos mejor-propuso el chico con entusiasmo.

-Oh claro, eso sería estupendo-respondió Haruiko con determinación.

-Genial, ¿a qué hora te viene bien quedar?

-Puedo salir alrededor de las cinco.

-Ok, ¿te parece que quedemos a las seis aquí?

-Vale, si me retraso espérame en esta mesa.

-Toma ni número de móvil, así podrás avisarme cuando salgas.

-Gracias, será más fácil así, toma el mío.

-Muy bien, pues hasta mañana por la tarde, que tengas felices sueños-se despidió Akira para volver a su trabajo.

-Hasta mañana.

Presentía que iba a ser una noche muy larga, para aclararse sus ideas Haruiko decidió ir dando un largo paseo hasta su apartamento. Necesitaba digerir todo lo que había sucedido esa tarde. Akira estaba volviendo su mundo del revés, con su espontaneidad, sus sonrisas y esas miradas cargadas de compresión y complicidad, despertaba una marea de sensaciones que le resultaban tan turbadoras como inclasificables. Se preguntaba si eso era lo que llamaban enamorarse, y empezaba a entender que lo que había experimentado con Misaki nada tenía que ver con la fuerza irremediable que ejercía Akira sobre él, atrayéndole sin remedio a hacia a su mundo, sacándole de su cuadriculada existencia para mostrarle posibilidades que hasta ahora ni se había atrevido a soñar.

Sólo quedaba esperar a mañana para saber si sus sospechas eran ciertas... y rezaba para que así fuese, tenía un buen presentimiento desde que escuchó esa linda voz y se perdió en la nostalgia de su mirada azul, detrás de las sonrisas de Akira y su buen humor había mucho más, alguien que entendía sin palabras su confusión, y que en lugar de huir estaba dispuesto a adentrarse en ella.

 

 

 

 

 

 


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