Estaba un pequeño de aproximadamente 13 años de edad acostado en un gran sofá del piel, color negro ,este pequeño tenía un espectacular cabello rosa, unos hermosos y extravagantes ojos de color violeta, tenía una estatura normal y su piel era levemente bronceada dándole un toque lindo, tierno y ala ves un tanto exótico, estaba viendo por el gran ventanal como caía la lluvia, el amaba los días lluviosos, y estaba pensando, como había llegado allí, se suponía que él no debía regresar a ese apartamento, se suponía que nunca, jamás regresaría, que el aria una vida nueva alejada de el. Estaba tan alejado, en sus pensamientos que no se dio cuenta que alguien había ingresa al lujoso departamento.
En la entra se encontraba un sujeto de unos 18 años de edad, tenia una hermosa cabellera rubia y unos ojos tan preciosos de color dorando que se podrían confundir con el oro puro, pero una mira tan gélida como el mismo hielo, era alto con un cuerpo bien formado una piel tan clara como la nieve , cerrando la puerta con cuidado, para no despertar al pelirrosa, por que el pensaba que seguía dormido, avanzo por el umbral hasta que llego a la sala donde vio, al joven pelirrosa que estaba perdido en sus pensamientos, a si que se acerco lentamente hasta quedar parado junto a el,
-Shu.. Shuichi- le habla el rubio lentamente y hasta se podría decir que tiernamente, mientras le tocaba la cabeza, como si fuera una caricia
-Umm.. ¿Qué?.. ¿Quién?- se preguntaba el ojo violeta mientras salía de su trance, y se encontró con esos ojos dorados- ¿Qué hago en tu apartamento Uesugi-sempai?- lo dijo en un tono de voz tan serio, que al rubio se le seco la garganta.
-Las preguntas las hago yo, ¿Por qué dejas que casi te atropellaran?, ¿Qué te pasa?- le cuestionaba el rubio, con un tono de voz se podría decir que con impaciencia, enojo, y temor.
-A ti, que te importa lo haga o deje de hacer sempai- le grito el ojo violeta mientras se para del sofá y se ponía a caminar rumbo a la puerta y cuando estaba a punto de tocar la manija, una mano lo agarro de la muñeca y lo estampo contra la pared, quedando aprisionado, atrás estaba la pared y enfrente un rubio con un gran enfado.
El pequeño traba de zafarse con su otra mano, pero el rubio tomo sus muñecas y las puso al lado de la cabeza, inútilmente trataba de zafarse del rubio, pero no podía, cuando estaba a punto de reclamarle, se encontró nuevamente con esos ojos dorados, tan perfecto que tanto amaba, pero que tanto le lastimaban. El rubio vio esos ojos violetas tan brillantes y llenos de vida, esos ojos que tanto los llenaban de un sentimiento que el desconocía, se acerco lentamente a la cara del pequeño con intención de besarlo, pero para su sorpresa el pelirrosa voltio su cara. El rubio no cabía en su asombro Shuichi nunca se había negado a ninguno de sus besos, cuando con una mano le agarro el mentón para voltearlo, se llevo la sorpresa de que en esos ojos tan hermosos, estaban cayendo lagrimas.
-Shu, que te pasa, porque no me dejas besarte?, porque estas llorando?, porque te querías matar?- le decía el rubio casi exigiéndole una respuesta- dime algo con un demonio baka!- le grito con tanta desesperación que el pobre pelirrosa empezó a temblar de miedo, hasta que se armo de valor y volteo a ver al rubio, en sus ojos había lagrimas pero tenía una mira de odio y rencor.
-Hasta cuando vas a seguir jugando con migo?, a caso no te divertiste ya lo suficiente?- le contesto el pelirrosa con un tono de voz tan frio como el que usaba el rubio con el- vamos dime, hasta cuando dejaras esa escenita de que estas preocupado por mi!!- le grito el pelirrosa al rubio
El rubio no cavia en su asombro, su pelirrosa nunca le había gritado ni hablado en ese tono, jamás pensó ver a Shuichi tan lastimado y lo peor del caso es que él había sido quien lo había lastimado
Como comenzó todo esto, para esto tenemos que regresar algunas o muchas semanas anteriores