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A Reason To Live por elyon_delannoy

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Notas del fanfic:

Advertencias: YAOI. LEMON en capítulos posteriores. Un Dohko un poco (bastante) emo al comienzo. (Es que nadie puede estar feliz después de vivir 260 años, morir y ser revivido. El hombre también debe querer descansar, digo yo =P) Están avisados.

Pairing: KanonxDohko y quizas una pizca de MiloxCamus, sólo porque no puedo evitar meterlos aquí =P

Ningún personaje me pertenece. Todos son propiedad de su afortunado creador ¬¬

Edit: He estado pensando que el primer capitulo es muy nada quizas para captar lectores, sobre todo porque ninguno parece llegar a los últimos, que si me preguntan, son mejorcitos y por eso tal vez, luego los una como uno solo. Eso está en estudio. Denle una oportunidad a los capis que siguen =P

A ver, creo que esto es extraño, lo sé. Digo extraño porque mientras me actualizaba con LC no podía evitar enamorarme másy más de Libra y como claro, a Kanon jamás he podido quitarmelo de la mente, así como de la nada surgió en mi mente que necesitaba leer un Kanon/Dohko o Dohko/Kanon, no importa. No encontré absolutamente nada. Así que decidí hacerle la guerra a esta cruel vida y me fabrique uno. El problema es que comenzo a fabricarse desde la mitad hasta el final, así que realmente no sé como comienza esta historia.

Esto es después de la Saga de Hades y todos, incluso Aioros, están vivitos y coleando. Salvo que alteré un poco lo que es el espacio temporal respecto a la historia original porque quiero que tengan plasmas y playstation 3 xD. Puede que algunos personajes estén OC pero ya que, solo quería ver a Kanon tratando de revolcarse con Dohko .

Notas del capitulo:

Del comienzo no sé nada... así que este capitulo fue escrito muy a la fuerza para tener un comienzo y exponer la idea. (Aunque aquí no pasa nada =/). Lo mismo con el segundo que subiré en un par de días o dentro de la próxima semana.

En este exacto momento escribo "ESE" capitulo de la mitad (vamos, que yo sé que saben de que se trata =P) y como tengo ya todo inventado hasta el final, pretendo escribir eso antes de continuar con el tercero y sucesivos. Aunque todo puede cambiar dependiendo de la respuesta que obtenga =D. Es que necesito que esas imágenes dejen de ocupar mis neuronas para poder pensar en otras cosas .

Cualquier comentario, sugerencia, idea o corrección es bien recibida =P

Esop, gracias por leer (si es que lo hacen =P) y espero que les guste ^^

 

 

Feel the darkness closing in.

El primer respiro fue doloroso. Sus pulmones se expandían con dificultad, como si fuese la primera vez que efectuaban aquella acción, tratando de captar la mayor cantidad de oxigeno posible de una sola vez. Intentó abrir los ojos pero sus parpados se negaban a obedecer. Terco, lo intentó una vez más, apenas logrando su objetivo antes de verse obligado a cerrarlos otra vez. Decidió dejarlo para después, sólo quería asegurarse de que aquella oscuridad seria temporal. Intentó agudizar el oído pero lo único que escuchaba era un pitido en el derecho y un zumbido molesto en el izquierdo. Supuso que intentar hablar seria igual de inútil.

Sentía el cuerpo dormido y pesado, un cosquilleo le recorría las piernas y cuando intento mover las manos, una corriente dolorosa se extendió por sus brazos. Poco a poco la conciencia comenzó a abandonarlo y secretamente se alegró de sumirse en la oscuridad nuevamente, sabiéndose en un lugar cómodo para variar. Sólo esperaba que el cuerpo no le doliese tanto cuando despertara de nuevo.

**********

La segunda vez, su despertar fue un poco mejor. Respirar ya no le suponía un esfuerzo sobrenatural, a pesar de la ligera molestia que sentía con cada inhalación. Abrió los ojos pero esperó hasta que fue capaz de enfocar con nitidez para sentarse donde sea que estuviese acostado.

Se arrepintió enseguida. La misma corriente dolorosa que antes le recorriera los brazos subía ahora por su columna. Respiró agitado por la sensación y se vio obligado a cerrar los ojos puesto que una vez sentado, sobre lo que descubrió era una mullida cama, el cuarto en el que se encontraba comenzó a dar vueltas, mareándolo. Había recuperado la audición de uno de sus oídos, aun cuando el otro seguía con un zumbido molesto. No le presto demasiada atención.

Abrió los ojos nuevamente. Con lentitud recorrió el cuarto, evitando marearse otra vez y perplejo, parpadeó repetidas veces. A medida que su mente se veía liberada de aquella neblina con la que parecía haber despertado, reconocía su habitación en el templo de Libra. Se movió con dificultad hasta sentarse al borde de la cama, hundiendo varias veces las manos en el colchón que parecía absorber el peso de su cuerpo. Eran obvias las razones por las que no había reconocido el lugar en el que se encontraba. La exquisita cama era una de ellas. Hacia muchos años que no entraba a la habitación que tenía en Libra y desconocía el hecho de que los santos de esa generación vivían con lujos que él jamás hubiese soñado antes. La televisión frente a la cama se lo recalcaba. Shion no le había comentado nada de eso años antes, y poco parecía importarle, después de todo no sabia como funcionaban esas cosas.

Sus ojos nuevamente se abrieron con sorpresa al recordar a su viejo amigo y buscando entre sus memorias intento recordar algo que venía molestándolo desde la primera vez en que aquella acogedora oscuridad lo liberó de su abrazo.

"Dohko, ¿Me escuchas?

Una voz suave pero enérgica lo sacó de su búsqueda mental. Buscó de donde provenía aquella voz y no fue hasta que escuchó su nombre nuevamente, en que comprendió que estaba dentro de su cabeza. Asintió a pesar de que nadie podría verlo. Cuando pretendía responder, la voz habló nuevamente.

"Mis caballeros, me alegra que todos estén bien. Por favor, diríjanse a mi templo a la brevedad. Tengo algo que comunicarles."

La voz se apagó y Dohko se sintió de repente débil y confundido. La voz de Athena removió recuerdos que hubiese preferido mantener enterrados. Apretó las manos con fuerza recordando los últimos sucesos antes de dejarse arrastrar por la oscuridad. Recordó a Shion vistiendo una de las Sapuris de Hades, recordó el Inframundo, recordó haber muerto junto a los demás dorados mientras abrían el camino para que los santos de bronce pudiesen ir en ayuda de su Diosa.

Apretó los dientes con frustración. Debería estar muerto. El corazón que golpeteaba insistente contra su pecho debería estar detenido, la sangre que corría por sus venas debería dejar de fluir, las lágrimas de rabia que resbalaban por sus mejillas no deberían existir.

Sintió el cosmos de Athena encenderse nuevamente, silenciosamente apurándolos a cumplir su mandato. El caballero se refregó los ojos, dejando escapar una sonrisa amarga. Hacia años que no lloraba y ahora que vivía nuevamente, era lo primero que hacia. No pudo evitar sentirse como un malagradecido. ¿Pero qué había que agradecer?

Se levantó de golpe. Si estaba vivo, no le quedaba más que hacer lo que desde su nacimiento estuvo destinado a hacer: cumplir los mandatos de Athena. Dejo su mente en blanco lo mejor que pudo y se coloco la armadura dorada que le pertenecía hacia mas de dos siglos. Se removió unos momentos, recordando lo poco que le gustaba usarla pero asumiendo que si la Diosa los había convocado a todos, debía vestirla. Dio un último vistazo al templo, más que mirándolo, intentando calmar los sentimientos encontrados que comenzaban a aflorar en su interior. Cuando sintió que los tenía suficientemente bajo control, dio media vuelta y abandonó el templo por el pasadizo que lo llevaría directamente a la Cámara del Patriarca. No se sentía con las fuerzas necesarias para entablar conversación con los caballeros que pudiese encontrar en el camino.

**********

Al llegar a la cámara del Patriarca, observó los alrededores esperando toparse con Shion. Quizás exigirle una explicación sobre lo que sucedía, pero el lugar estaba completamente vacío. Sintió los cosmos de los demás Santos agrupándose en el templo de Athena, podía sentir el desconcierto de algunos, uno que otro regocijándose. Supuso que serían los hermanos reencontrándose los que más disfrutarían esta oportunidad.

Decidió no demorarse más y se encaminó hacia donde todos se reunían. Minutos después sentía las miradas del resto sobre él, quien con la frente en alto se abría camino hacia Athena, tratando de ignorar las miradas de los demás. De seguro aun no se acostumbraban a verlo con aquella apariencia. Dohko aún no lo hacia.

Durante un segundo fijó la vista sobre Aioros, quien lo saludó con una inclinación de cabeza. El caballero de Libra tuvo que desviar la mirada, el joven arquero de Sagitario era demasiado parecido a Sisyphus, tanto física como emocionalmente, en porte y nobleza. Se detuvo frente a la Diosa cuando aquella pronunció su nombre dándole la bienvenida y de forma automática, Dohko hizo una leve reverencia antes de situarse junto a Shion.

- Me alegra que estés aquí – susurró el lemuriano con una sonrisa.

- Igualmente – contestó Dohko, fallando miserablemente al intentar devolverle el gesto. No es que no le alegrara ver a su amigo sino que honestamente no se sentía con ánimos de sonreír.

Entonces ambos caballeros levantaron la mirada y estudiaron a los jóvenes de pie ante ellos. Podía leerse la confusión en sus ojos, algunos parecían molestos, algunos seguramente sentían como él. Dohko estaba seguro de que Shion debía sentirse como él. Esto no era normal, ni siquiera era justo. Pero Shion parecía ocultarlo a la perfección. Otros como Shura, quien intentaba mantenerse fuera del rango de visión de Aioros, o Saga que no despegaba la vista del piso, no parecían contar con tal habilidad. Shion miró de reojo a Dohko y suspiró. Podía notar la molestia vibrar en su cosmos y deseaba decirle algo para mejorar la situación, prometerle que no sería todo tan malo y que deberían aprovechar esa nueva oportunidad. Pero no se sentía capaz de hacerlo, después de todo, él también dudaba de que sólo hubiese una noble intención detrás de esta especie de "regalo".

- Diosa…- comenzó Shion pero fue interrumpido por la muchacha que abandonaba su lugar en el asiento que hasta entonces ocupada.

- Lo sé, Shion – murmuró la joven, deteniéndose junto a Dohko – les debo una explicación.

El Santo de Libra se tensó al sentir una mano sobre su hombro y giró para enfrentarse a la mirada apenada de Athena, abriendo los ojos con sorpresa.

- Tú y Shion me han servido por demasiados años para negarles el descanso que merecen y por eso lo lamento – murmuró nuevamente la Diosa, lo suficientemente alto para que sólo ellos la escuchasen – Pero necesito de sus servicios, nadie más aquí tiene la experiencia necesaria para ayudarme a levantar este lugar de nuevo.

Shion sólo sonrío como respuesta, mientras que Dohko asintió empuñando imperceptiblemente las manos. Como si que lo lamentara hiciera todo más fácil.

Un codazo en el costado y los murmullos que llegaron a sus oídos fueron suficientes para comprender que no sólo pensó esas palabras.

- Yo… yo – tartamudeó levantando los ojos para encontrarse con una sonrisa triste de parte de Athena – Lo siento – murmuró agachando la cabeza avergonzado.

Athena no respondió, pero dejo escapar un suspiro cansado. Esto seria peor de lo que imaginaba. Había creído que tanto Shion como Dohko apoyarían su decisión, siendo los más sabios de entre sus Santos Dorados pero no había contando con la tormenta que se desataba en el cosmos de Dohko en esos momentos. Intercambió miradas preocupadas con Shion, éste ultimo aun sorprendido por el exabrupto de su amigo, hasta que una voz la sacó de sus cavilaciones.

- Diosa, podría decirnos…qué esta pasando – Camus fue el único que pareció ser capaz de romper el silencio que se había cernido sobre la habitación. A su lado, Milo parecía hacerse la misma pregunta. Athena sonrío, si no se equivocaba, al menos dos no criticarían su decisión. Cuatro, se corrigió, al fijar sus ojos en los santos de Leo y Sagitario, el primero con los ojos brillantes y apenas conteniéndose para abrazar a su hermano y el segundo, guardando la compostura pero dirigiendo cada cuanto orgullosas miradas al menor.

- Todos ustedes han dedicado su vida a servirme. Todos dieron su vida en la Guerra contra Hades para que Seiya y los demás cumplieran su misión. Este es un regalo de mi parte…para que tengan la oportunidad de empezar de nuevo…- Dohko hizo una mueca, sabía que había más que eso - …y disfrutar de una vida tranquila y normal.

- Una vida tranquila y normal que va a durar cuanto ¿tres meses? – Deathmask dejó escapar las palabras con lentitud. No quería faltarle el respeto a su Diosa pero no le agradaba para nada la situación.

- ¡Deathmask! ¡Podrías demostrar un poco más de gratitud! – la voz de Aldebarán resonó por toda la estancia, recriminando al caballero de Cáncer.

- Gratitud…¿de qué? No creo que nos hayan vuelto a la vida solo como premio. Nos enfrentamos a dioses, ninguno habría tolerado esto así como así – intervino Shura por primera vez, y continuando con un tono algo más molesto – Así que dime, Aldebarán ¿gratitud por qué? ¿Por qué esto es una tregua y después de años de sufrimientos, de huesos rotos y de morir una vez hemos sido revividos para que todo pase nuevamente? ¿Para que los demás dioses quieran nuestras cabezas y vivamos todo otra vez? Estoy seguro de que todos piensan de una u otra forma lo mismo, esto no es normal y aunque lo fuera, nosotros ya cumplimos nuestro ciclo. Cumplimos nuestro deber. Es injusto que nos hayan traído de vuelta sólo porque se avecinan más guerras.

Dohko levantó la vista asombrado. No por las palabras de Capricornio, sino por el hecho de que se atrevió a pronunciarlas. Era cierto que varios se sentían de aquella forma, lo pudo notar la primera vez que puso sus ojos en ellos, pero nadie, ni siquiera él mismo, lo habría dicho tan honestamente delante de su diosa. Los demás santos clavaban una mirada igual de sorprendida sobre Shura.

- No me malinterprete, Mi Señora – dijo cruzándose de brazos e ignorando a los demás – No es que no vaya a cumplir mi deber ni nada por el estilo. Juré siempre protegerla y estar a sus servicios…pero es lo que pienso en estos momentos y si nadie más será capaz de decírselo, no tengo problemas en hacerlo yo. Espero que disculpe mi sinceridad.

- Comprendo – respondió la Diosa – Y te lo agradezco.

La muchacha suspiró nuevamente y retornó hacia su sillón mas no tomo asiento. Parecía nerviosa. Las cosas no estaban saliendo como tenía planeado pero sabía que tomaría tiempo. Tenía esperanza en que con el paso de los días, los santos terminarían aceptando la situación.

- Lamentablemente, Shura tiene razón – habló con desazón Athena – Los dioses están molestos. Más bien, sus egos han sido heridos y creo que una vez se enteren de que los he devuelto a la vida, intentaran cobrar venganza. Debo admitir que no es algo que hubiese tenido presente cuando elegí revivirlos. Me pareció una actitud infantil…pero son dioses ególatras. Lo siento.

Con cada segundo que pasaba y con cada palabra que escuchaba, el santo de Libra sentía su frustración crecer un poco más. Debería preguntar algo, hacer su papel como santo con más experiencia pero el nudo que sentía en la garganta se lo impedía. No quería estar ahí, ni en ese cuarto, ni en el templo de Libra. ¡Por todos los dioses, ni siquiera quería estar vivo!

- ¿Cuánto durará esta tregua? – preguntó, hablando por primera vez, Aioros.

Athena le sonrió. El caballero de Sagitario era ahora el más joven, sin embargo, su nobleza y seriedad le hacia parecer más maduro. La diosa se sentía especialmente en deuda con él…y con su hermano menor, que irónicamente ahora era mayor.

- Por ordenes de mi padre, ninguno puede intentar hacer algo ni planear nada, por al menos un año. Podrían comenzar a moverse dentro de un año exacto…o dentro de diez.

Nuevamente Dohko empuñó las manos para contener sus palabras. Esto era el colmo. Shion se removía inquieto a su lado y eso lo relajó un poco. Ahora estaba seguro de que el lemuriano se encontraba en sus mismas condiciones. Escuchó las pisadas de uno de los caballeros acercarse y levantó la vista para encontrarse con Mü, el alumno de Shion.

- Disculpe que la interrumpa Athena, pero usted mencionó que nos devolvió la vida por nuestros servicios – El caballero de Aries hizo una pausa hasta que Athena afirmó con la cabeza - ¿Puedo preguntarle que sucedió con los caballeros de bronce?

Dohko se sobresaltó. En ningún momento se le había venido Shiryu a la mente y notando el respingo de Camus, éste tampoco había reparado en Hyoga. Deathmask río entre dientes, murmurando algo como De seguro Ikki esta bien, a lo que Shaka añadió Lo que significaría que Shun también lo está. Athena dejó escapar una ligera carcajada ante aquellas conclusiones.

- Lo dije al principio – sonrió la diosa – Todos quienes entregaron su vida por mi fueron revividos.

Aquellas palabras activaron un resorte en Saga, quien levanto la cabeza para ver a los ojos de Athena, cosa que no había osado hacer desde que le arrebatara la vida en la guerra contra Hades. No podía ocultar su vergüenza al recordar aquellos hechos pero desde que despertó en el templo de Géminis completamente sólo, esa interrogante se mantuvo revoloteando por su mente. Athena le sonrió dulcemente, no necesitaba que expresara su pregunta con palabras.

- Ya no tienes necesidad de esconderte – dijo la Diosa, fijando su vista en los pilares que se erguían tras sus santos – Sal de ahí.

Y de entre las sombras que conocía tan bien, una figura alta e imponente salió con el cejo fruncido y los brazos cruzados mientras se apoyaba despreocupadamente contra uno de los pilares que momentos antes lo ocultaban de la vista de los demás.

- Kanon – susurró Saga aliviado, como si con sólo verlo, un peso se quitara de su espalda. Quiso correr y abrazarlo, pero prefirió esperar. De todos modos, a ninguno de los gemelos le gustaba demostrar demasiado delante de los demás. Kanon lo miró un momento sin decir nada antes de sonreírle casi imperceptiblemente. Saga ya había expresado demasiado por los dos.

Dohko sonrió al ver a Kanon. De seguro el geminiano ya se las estaba ingeniando para salir de ahí. Varios de los santos lo miraban con reproche; no todos confiaban en la redención de Kanon pero al muchacho poco le importaba. Dohko lo sabía por el semblante y la postura despreocupada que portaba. Sin embargo, Dohko creía conocerlo un poco más que el resto, al igual que el santo de Escorpio, que en esos momentos se acercaba a Kanon y le daba una palmadita en el hombro, a modo de bienvenida; por lo que podía asegurar en el muchacho un aliado. Volvió a pasear su mirada por el resto de sus compañeros y se lo reprochó inmediatamente. El parecido entre ellos y sus antiguos camaradas era demasiado y no podía evitar recordar los sucesos de las guerras anteriores. Jamás podría borrarlas de su mente mientras estuviese en el santuario y no se sentía capaz de volver a su hogar en las montañas. La nueva situación era demasiado complicada. Volteó a ver a Shion y se encontró con un rostro fatigado a pesar de la apariencia juvenil, que al juzgar por la triste expresión que portaba, rememoraba los mismos sucesos que él. Un poco más allá, Athena miraba seriamente la escena ante sus ojos y Dohko supo que calculaba con cuidado sus próximos pasos, como tratando de evitar alguno que pudiese llevar a sus santos a reclamarle nuevamente el porqué estaban vivos. Dohko no pudo evitar enfurecerse ante aquella calculadora frialdad. Sabía que así tenía que comportarse Athena pero no por eso podía aceptarlo de mejor forma. Decidió salir de allí. No quería correr el riesgo de ser precisamente él, quien comenzara con los reclamos otra vez. No después de comprobar que la mayoría de los Santos Dorados parecían contentos ante la posibilidad de recuperar un poco el tiempo perdido.

A paso firme y con la cabeza gacha y las manos empuñadas se abrió paso a través de la habitación. Estaba seguro de que sus compañeros podían sentir el enojo que lo embargaba a través de su cosmos puesto que ninguno se cruzó en su camino y sólo uno que otro murmullo llegaba a sus oídos, pero decidió ignorarlos. Cuando alcanzaba la salida, la voz de Shion retumbó en su mente, exigiéndole que se comportara y volviese al interior del templo. Dohko no se inmutó en responderle y tratando de liberar un poco la frustración que sentía, golpeó uno de los pilares antes de seguir su camino, haciendo rechinar los dientes. Tanto por intentar no ser quien comenzara los reclamos; no fue necesario que dijera una palabra para hacerlo.

Por su parte, y aprovechando la distracción que la abrupta salida de Dohko generó, sumado a su habilidad para esconder su cosmos, Kanon se escurrió nuevamente a través de las sombras; nunca le agradó mucho ese lugar y estaba seguro que nunca le agradarían del todo el resto de sus compañeros. De hecho, no sabía porque se había demorado tanto en salir de allí.

TBC


 


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