El sol entraba por la ventana despertando al joven de cabellos largos y rosados que dormía en una de las camas. Se restregó los ojos perezoso y se levantó aún con sueño. Lanzó una mirada de soslayo a la cama de al lado y vió como su compañero aún dormía. Tenía agarrado a su querido elefante de peluche de color rosa al que él llamaba Toshifu. Ese peluche le había traído mas que un quebradero de cabeza, ya que muchas veces presumía de que era mas importante que él, aunque, en silencio, albergaba la esperanza de que solo lo hiciera para picarle y no lo pensara en serio.
Rió al recordar su comportamiento tan infantil cuando estaba con su elefantito de felpa.
-Sora…- susurró empujándole levemente del hombro- Despierta perezoso…
El peliazul farfulló algo inteligible y se giró en dirección contraria dándole la espalda.
-Sora, como no te levantes tu amado Toshifu sufrirá las consecuencias- dijo arrancándole de las manos al peluche.
En ese momento percibió un ligero movimiento del cuerpo inerte de su amigo, que mas tarde pegó un terrible salto y se puso de pie.
-Parece que eres bastante lento procesando mis palabras ¿no?
-¡Deja en paz a Toshifu! Él no te ha hecho nada- grité inflando los mofletes de forma infantil.
-Sí que ha hecho- replicó el pelirosa.
-¿A sí? ¿A ti que te ha hecho eh? Dime, Sunao.
-Conseguir que le prestes mas atención a este estúpido saco rosa que a mí- dijo lanzándole el peluche y sentándose molesto en su cama.
Sin saber muy bien por qué, me senté a su lado y le abracé por detrás.
-Sabes que no hay nada más importante en este mundo que tú… Su-chan.
Esas palabras parece ser que tuvieron gran repercusión en él. Eran las más sinceras que podía esperar de mi boca.
-Bueno, dejémonos de tonterías que llegamos tarde a clase- me levanté dejándole ahí con cara de empanado.
-¡Baka!- le oí gritar.
A pesar de todo, en sus labios dibujó una imperceptible sonrisa.
Nos reunimos con Matsuri en el pasillo y fuimos juntos a clase.
-En serio, ambos hacéis muy buena pareja. Deberíais planteároslo.
-¡¡Deja de decir estupideces!!- gritamos los dos al unísono completamente sonrojados.
-Yo jamás me liaría con alguien a quién le importa mas un estúpido elefante que yo- replicó Sunao cruzándose de brazos.
-¿Qué? Pues yo jamás me enrollaría con alguien tan molesto y antisocial como tú- dije burlándome de él.
-¿Veis como hacéis buena pareja?- dijo Matsuri entrometiéndose en la acalorada discusión.
-¡No lo digas ni en broma!- replicó Sunao enojado- Me voy a clase- salió corriendo ante nuestra la sorpresa.
Al finalizar las clases, me topé con Matsuri.
-¿Has visto a Sunao?- pregunté preocupado.
-No, supongo que habrá regresado ya a su habitación.
-Espero que se le haya pasado el enfado. De todas maneras necesito hablar contigo.
Nos dirigimos a la habitación de Matsuri
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-¡Baka, baka, baka! Sora eres un estúpido- trataba de ahogar sus lágrimas con la almohada- Estoy mas que harto de estar contigo, no quiero aparecer ni una noche mas junto a ti porque, porque… me hace tanto daño…
Sunao se recostó en la cama tratando de calmar su llanto, intentado no pensar en el que le robaba cada noche el sueño, su cielo en la tierra…
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-¡¡¡QUE!!!- Matsuri no evitó mostrar su sorpresa ante lo que le dije- ¿Y no puedes hacer nada para evitarlo?
-Lo siento, pero no se trata de mí, hay mas personas en medio, entiéndeme…
-¿Se lo has dicho a Sunao?
-No he tenido valor…
-Pero tendrá que enterarse en algún momento, ¿no?
-No se como enfrentarme a él… No se si por su reacción o por el dolor que yo pueda sentir…
-Yo creo que se junta todo. Pero cuanto antes se lo digas mejor.
-¿Y si se enfada?
-Pero debe saberlo de todos modos. No puedes ocultárselo por más tiempo. Debe saberlo.
-Está bien, allá voy…
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Unos golpes en la puerta alertaron a Sunao que se secó las lágrimas con el dorso de la manga.
-Hola Nao- saludé serio- ¿Estás ya mejor?
No me respondió, así que entré cerrando la puerta. La habitación estaba completamente oscura y tuve que esperar de pie a que se me acostumbrara la vista.
-Necesito hablar contigo.
-Pues yo no- respondió tajante.
-Es urgente y tengo que contártelo.
-No quiero escucharte… ¡desaparece de mi vida!
-¿Eso es lo que quieres?- yo estaba realmente dolido por sus palabras- ¿Quieres que me olvide de ti y desaparezca para siempre?- mi voz sonó ahogada en lágrimas. Tenía que controlarme.- Está bien, desapareceré para siempre y dejarás de sufrir por mi culpa- me fui de la habitación pegando un portazo detrás mía.
-Yo… solo quiero… ser feliz…- volvió a ocultar sus lágrimas con la almohada.
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Sunao no había pegado ojo en toda la noche. Sora no había dormido en el cuarto y estaba preocupado. Miró el despertador con ojos cansados: las seis de la mañana. En ese momento se percató de un sobre encima del escritorio.
“Para Sunao”
Comenzó a leerlo a la luz de la lámpara.
Ya que no me dejaste hablar contigo, no tuve más remedio que dejarte escrita esta carta. Tu deseo mas profundo era que me alejase de ti, ¿no? Pues entonces te daré una alegría al saber que me marcho.
Sunao notó como la tristeza y la rabia lo invadían al leer aquello.
Dices adiós, hay tanto dolor,
quédate aquí, no te vallas de mí,
nunca más compartiremos juntos algo así
quiero estar contigo un poco más.
A Nanami le han ofrecido el trabajo que siempre soñó en los Ángeles así que nos mudamos allí. Shinichiro también dejará su trabajo y ejercerá de maestro en una escuela cercana. Matsuri intentó persuadirme de que no me fuera por ti, porque tu me necesitabas, pero me demostraste con creces que estas mejor sin mí, que no quieres ni verme.
-¡Baka! ¡Baka!- un torrente de lágrimas se escapaba por sus ojos.
Tu mano amor no quiero hoy soltar
porque yo sé no la tendré otra vez
creo que cerrando mis ojos tu no te iras
y estarás por siempre junto a mi.
Espero que seas muy feliz, ya que no tendrás que preocuparte de que podamos amanecer juntos nunca más. Se acabó tu sufrimiento. Creo que esto es lo mejor para los dos y espero que mi decisión sea la correcta. Cuida de los demás por mí y diles que me marcho. Ya ha sido demasiado doloroso despedirme de ti y de Matsuri como para tener que hacerlo del resto.
A pesar de que al decirme adiós
estas rompiendo mi corazón
tratare de no llorar mientras estés aquí.
¿Cómo podré calmar este dolor que hay en mi?
Obligando a mi corazón a dejar de amarte y verte partir.
Me despido ya. De nuevo te deseo que encuentres la felicidad lejos de mí. Adiós Nao. Cuídate…
Sunao releyó la carta varias veces. No podía creerse que Sora se fuera… su Sora… Se sentía tan culpable. No concebía la vida si él, todo lo que le dijo era mentira. No pensaba todo eso, ni mucho menos. Solo quería estar a su lado…
Se levantó de la cama, se secó las lágrimas y fue en busca de Matsuri. Entró en su habitación gritando.
-Matsuri despierta, vamos.
-Que quieres…- preguntó adormilado, restregándose los ojos.
-Rápido, ven conmigo.
No puedo hablar y hay tanto que decir
mi corazón no para de llorar
no puedo tratar de retenerte un poco más
porque se debo dejarte ir.
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“Pasajeros con destino Los Ángeles váyanse a la puerta de embarque G28. Su avión despegará dentro de 30 minutos”
Miré con tristeza la foto que aún guardaba en la que salíamos los tres. Nao… como me dolió lo que me dijiste… no me puedo creer que te importara tan poco. Pero bueno, ahora seguro que estarás celebrando mi ida, ¿verdad? Hay una cosa que no me atreví a confesarte. Muchas mañanas me despertaba antes que tú y me daba cuenta de que estábamos en la misma cama, pero aún así no me apartaba, no quería hacerlo, si no que te abrazaba y disfrutaba del momento. Querría pasar así el resto de mi vida, abrazado a ti…
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-Date prisa Matsuri, tenemos que encontrar el avión de Sora- ambos chico corrían por la terminal mirando los paneles.
-¿Cómo que cambiaste de opinión tan de repente?
-Eso no importa. Sólo búscale. “Sora no me dejes, Sora…”
Por última vez tu rostro mirare
y escuchare tu voz cerca de mi
el dolor de este recuerdo pronto se ira
mas tu amor nunca pasará.
“Pasajeros con destino Los Ángeles vayan embarcando por favor”
-¡Por allí!- gritó Matsuri.
-Ya es la hora- dijo Nanami que estaba radiante abrazado a su pareja, Shinichiro.
-Si… “adiós Sunao”- mis ojos peleaban por no derramar ninguna lágrima.
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-¿Crees que llegaremos a tiempo?- preguntó Sunao sin aliento.
-A este ritmo, seguro- contestó Matsuri tratando de respirar.
-¡Ahí está! ¡¡Sora!! ¡¡Sora!!- gritó con desesperación.
Al escuchar mi nombre me giré, quedando totalmente sorprendido a verlos allí… al verle allí.
-Lo siento… -susurré- ¡Adiós Sunao!- ya me hiciste llorar… estúpido.
-¡¡¡SORA!!!
Sin mirar atrás dijiste adiós,
“ya nos volveremos a ver”
fuerza da a mi vida esta promesa final.
Estos mismos sueños nunca podré vivir
si tu no estas junto a mi
¿Cómo poder detenerte el tiempo justo aquí?
La puerta de embarque se cerró. Todos los pasajeros estaban ya a bordo del avión. Él también… Había perdido la única oportunidad que tenía de recuperarle. Y todo por su maldita estupidez. Si se hubiera mantenido callado, si le hubiera dejado hablar.
-Sunao…- Matsuri puso la mano en su hombro- Sora me dijo antes de irse, que te diera esto.
Le entregó una notita. En ella solo había dos palabras escritas, con la pulcra letra de su querido peliazul: “Te quiero”
Sunao cayó al suelo de rodillas tapándose la cara con las manos y con la nota en el corazón, ese que tanto le dolía ahora.
Las lágrimas corren ahora en mi piel
ya que tú no me puedes ver
el valor se va en mi vida hoy junto a ti.
Ahora paso a paso te alejas de mí
y yo nada puedo hacer
espero que sepas yo siempre te amaré.