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Angel Audaz por Shiochang

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Ángel Audaz

Una historia rosa para mis amigas.


Voluntad férrea

 


Inglaterra, 1512.


Estaba allí, de pie frente a aquél abismo rocoso que se abría ante sus pies, allí donde las olas rompían con violencia dejando a la vista las afiladas puntas de las rocas, como si de una estatua de piedra se tratase, su larga cabellera rubia  suelta de lo que fuera un gracioso peinado, agitándose al viento, al igual que sus rasgadas ropas, sus ojos azules brillaban con orgullo mientras se sostenía en pie contra la tempestad del viento a pura fuerza de voluntad.


Sus ojos azules estaban secos pero tenía la garganta obstruida por una hola de furia y de lágrimas contenidas. Un músculo de la mandíbula se le contraía y aflojaba mientras respiraba profundamente, tratando de controlar los latidos de su corazón.


Otra ráfaga de viento le revolvió la masa enmarañada de cabellos color dorado, y sin que Naruto lo notara, una última perla se desprendió y resbaló por su vestido destrozado y sucio de seda roja. Las galas que había usado para los esponsales de su amiga, la misma que había conocido en el convento, estaban hechas trizas, sin posibilidades de arreglo, su cabello suelto y ondulante, las mejillas tiznadas, y tenía las manos cruelmente atadas detrás de la espalda.


Naruto levantó sus ojos al cielo, sin pestañear ante lo brillante claridad del día. Toda su vida le habían dicho que su aspecto era angelical, y nunca se le había visto tan sereno, tan parecido a un ser celestial como ahora, con su espeso cabello enroscándosele en el cuerpo como un manto sedoso y su traje rasgado que le daba la apariencia de una mártir cristiana.


Pero nada más lejos de los pensamientos de Naruto que la dulzura, o el perdón.


— Pelearé a muerte — murmuró, mirando hacia lo alto, mientras los ojos se le oscurecían hasta tomar el color de los zafiros en las noches de luna—Ningún hombre me vencerá. Ningún hombre me someterá a su voluntad.


— Estás rogándole al Señor, ¿verdad? — le llegó la voz de su captor, a su lado.


Lentamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo, Naruto se volvió hacia el hombre, con una mirada tan fría que éste dio un paso atrás. Era un bravucón como el odioso personaje a quien servía, Dounzu, pero este subordinado era un cobarde cuando su amo no estaba presente.


John tosió nerviosamente y dio un paso adelante, tomando a Naruto por el codo.


— Puedes pensar que eres una gran dama, pero por el momento soy tu amo.


El lo miró directamente a los ojos, sin demostrar el dolor que le estaba causando; después de todo, en cuanto a sufrimientos mentales y físicos ya había tenido bastante en su vida.


— Jamás serás el amo de nadie — le dijo calmadamente.


Por un momento la mano de John aflojó la presión sobre su brazo, pero inmediatamente la empujó rudamente hacia adelante.


Naruto estuvo a punto de perder el equilibrio, pero gracias a un esfuerzo de concentración se las arregló para mantenerse erguido y comenzó a caminar.


— Todo hombre es el amo de alguna mujer — decía John a sus espaldas—  Las mujeres como tú todavía no se han dado cuenta de ello. Pero todo lo que haría falta sería un hombre de verdad que se te echara encima para que aprendieras quién es el amo. Y por lo que tengo entendido, este Sasuke Uchiha es precisamente lo que te está haciendo falta.


Al oír el nombre se le subió la bilis a la garganta, maldito el día en que ambas familias se habían cruzado y derramado sus sangres.  Bien conocido era el hermano menor de los Uchiha por lo mujeriego que era, había escuchado decir que tenía muchos hijos bastardos desperdigados por el país.  El otro que era bien conocido era su hermano mayor, Itachi, el tipo le había robado la novia a su hermano Deidara para luego despreciarla por otra, la misma, por despecho, se había casado por despecho con su hermano mayor, Minato, y había tratado de vengarse de su sucesora dejándola desfigurada, pero terminó ella pagando las culpas quedando desfigurada.  Claro que Deidara después que Minato fuera asesinado había accedido a cuidarla, después de todo en su momento fue su novia, pero ahora no le prestaba mayor atención que la que se le da a cualquier persona que trabaja en tu casa. 


— ¿Estás preocupada por Uchiha, verdad? — se burló y la puso sobre sus piernas. Le tocó las mejillas, esa piel dorada y suave, y deslizó uno de sus sucios dedos sobre los labios de ella— ¿Cómo puede ser tan beligerante una mujer tan adorable como tú? Podríamos ser más amables el uno con el otro, y lord Dounzu nunca lo sabría. ¿Qué importancia tiene quién es el primero? Uchiha va a quitarte la virginidad de todos modos, ¿qué diferencia habría por un día o dos?


Naruto juntó saliva dentro de la boca y le escupió en el rostro con todas sus fuerzas. La brutal bofetada que él intentó propinarle no llegó a su destino, ya que ella, con el cuerpo muy dolorido, logró escabullirse ágilmente y se echó a correr. Las manos sujetas por detrás no le permitieron alejarse demasiado, y John la atrapó con facilidad, agarrando lo que quedaba de la falda de ella y haciéndola caer al suelo, boca abajo.


— ¡Perra sucia! — jadeó, y le dio la vuelta, montándose a horcajadas sobre ella—Pagarás por esto. He tratado de ser justo contigo pero mereces que te castigue.


Los brazos y manos de Naruto seguían atrapados debajo de él y a pesar de todos sus esfuerzos, los ojos comenzaron a llenársele de lágrimas por él dolor.


— Pero no me vas a golpear, ¿verdad? — preguntó con confianza— . Dounzu podría averiguar lo que has hecho y te castigaría. Los hombres como tú jamás se arriesgan a que algo malo les ocurra a sus magníficas personas.


John le puso las manos sobre los supuestos pechos, y sus labios contra los de él, hambriento, pero Naruto no demostró ninguna emoción. Disgustado, la liberó de su peso y con paso malhumorado se dirigió hacia los caballos.


Naruto se sentó y trató de recuperar la compostura. Él era hábil en no demostrar sus emociones más íntimas, y ahora quería reservar todas sus fuerzas para la prueba que se avecinaba.


Naruto participaba en los festejos de bodas de una amiga, ataviado con un magnífico vestido de seda y brocato rojo, con un hermoso collar de perlas alrededor de su cuello y un complicado moño en su larga cabellera rubia, cuando accidentalmente había escuchado la conversación de un hombre perverso a quien conocía desde hacía tiempo, Dounzu, quien planeaba entregar, por venganza, a sus odiosos parientes a una pequeña cantante, una chica muy guapa que lo había rechazado por viejo y feo, para que la juzgaran por bruja.


Cuando Naruto trató de rescatar a la muchacha, Dounzu les había atrapado a ambos, y luego le había parecido muy oportuno entregar a Naruto a su enemigo, un Uchiha. Tal vez las cosas no hubieran salido tan mal si la joven cantante, en un gesto generoso pero no demasiado inteligente, no hubiera dado a entender que había alguna relación entre ella y los Uchiha.


Dounzu había atado y amordazado a Naruto, la había envuelto en unos sucios trozos de tela y le había ordenado a su hombre, John, que la entregara a ese notorio lascivo, sátiro y apasionado Sasuke Uchiha. De los tres Uchiha, Naruto sabía que el menor, un joven de sólo veinte años, dos años mayor que Naruto, era el peor. Incluso en el convento donde había estado oculto los últimos años fingiendo ser mujer, corrían historias de Sasuke Uchiha.


Le habían contado que él había vendido su alma al diablo cuando contaba dieciséis años y que como premio había adquirido un poder sobrenatural sobre las mujeres. Naruto se había reído de esta historia, pero no había dicho a nadie la razón de su hilaridad. Le parecía mucho más sensato suponer que Sasuke Uchiha, al igual que Minato, el hermano su muerto, les ordenaba a las mujeres pasar por su cama. Era una lástima que la simiente de este Uchiha fuera tan fértil, porque se rumoreaba que ya tenía cien bastardos.


Ya no tuvo tiempo para seguir pensando, porque John le agarró un mechón de sus cabellos y la obligó a ponerse de pie.


— Tu tiempo para rezar ha terminado — le espetó muy cerca del rostro—Uchiha ha acampado y ya es tiempo de que le eche una ojeada a su próxima... — sonrió—  a la madre de su futuro bastardo.


Rió alegremente cuando Naruto trató de luchar contra él, pero cuando ella cayó en la cuenta de que el disfrutaba con sus forcejeos, se detuvo y le lanzó una fría mirada.


— ¡Bruja! — le gritó violentamente— . Ya veremos si este demonio de Uchiha puede sacar algo angelical de ti... o si tan sólo encontrará que tu corazón es tan negro como el suyo.


Sonriendo, mientras seguía retorciéndole el cabello, apoyó una pequeña daga contra su garganta. Cuando él no se acobardó al sentir el frío del metal contra su piel, la sonrisa de él se transformó en una mueca.


— A veces los UIchiha cometen el error de hablar con las mujeres, en lugar de utilizarlas como Dios manda. Espero que a este Uchiha no se le ocurran ideas semejantes.


Lentamente hizo descender la punta de la hoja hasta el escote cuadrado de lo que quedaba del vestido de Naruto.  Naruto cerró los labios con fuerza, si seguía por ese camino la parodia de que era mujer se perdería, pero al parecer el hombre se lo pensó dos veces antes de seguir y lo dejó con el corsé y los jirones del que fuera un hermoso vestido tirado en el suelo.


John emitió un grosero comentario que la hizo parpadear.


— ¡Maldito Dounzu! — gruñó, y se abalanzó sobre ella.


Naruto dio un paso atrás y trató de mantener la dignidad mientras miraba a John, a quien prácticamente le salía espuma por la boca.


— Si me pones un dedo encima, eres hombre muerto — dijo en voz alta — Si me matas, Dounzu querrá tu cabeza... y si no lo haces, yo misma me ocuparé de que se entere de todo. ¿Y ya has olvidado la ira de mi hermano? ¿Arriesgarías tu vida por acostarte con una mujer, no importa quién sea?


A John le tomó unos momentos tranquilizarse para poder mirarla nuevamente a la cara.


— Deseo con toda mi alma que Uchiha le cause infinitos sufrimientos — dijo con vehemencia, y giró para bajar la alfombra cruzada sobre la grupa del caballo, desenrollándola en el suelo.— Acuéstate — le ordenó, mirando la alfombra— . Y deja que té advierta, mujer, que si te atreves a desobedecerme, me olvidaré de Dounzu, de Uchiha y de la ira de tu hermano.


Obedientemente Naruto se extendió sobre la alfombra y sintió la lana áspera contra su piel; cuando John se arrodilló junto a ella, contuvo el aliento.


Con rudeza él lo puso boca abajo, cortó las ligaduras de sus manos y, antes de que Naruto tuviera tiempo de pestañear, lo cubrió con un extremo de la alfombra y comenzó a enrollarla. Ya no hubo más pensamientos. Su única preocupación fue el instinto primitivo de continuar respirando.


El tiempo que transcurría le parecía una eternidad, mientras con la cabeza doblada buscaba el aire que entraba por el extremo enrollado de la alfombra.


Cuando por fin sintió qué la movían, que la levantaban, luchó para no ahogarse y. cuando sintió que la ponían atravesada sobre el caballo, pensó que sus pulmones estallarían.


Las palabras amortiguadas de John le llegaron a través de las capas de la alfombra.


— El próximo hombre que veas será Sasuke Uchiha. Piensa en ello mientras cabalgamos. El no va a ser tan considerado contigo como yo.


En cierto modo, las palabras le hicieron bien a Naruto porque el hecho de pensar en Sasuke Uchiha, en su perversidad, le hizo concentrarse en el esfuerzo de seguir respirando. Y cuando el caballo la sacudía, maldecía a la familia Uchiha, a su casa, a sus criados, y rogaba por los inocentes niños Uchiha que formaban parte de este clan inmoral.


 


Sasuke Uchiha era un joven de 20 años, bien formado por el entrenamiento de guerrero al que siempre estaba sometido, bastante alto, de cabellos y ojos negros como carbón, de tes blanca pese a que no se escondía del sol, y de porte orgulloso, muchos decían que era demasiado soberbio, que las mujeres lo amaban demasiado, que se las vería feo alguna vez con una.


- Amo, aquí hay un tipo que dice traerle un regalo de parte de Dounzu – le dijo un hombre alto y fornido, todos le decían gigante, pero Sir Juugo tenia el puro aspecto de tal, aunque cuando se enojaba, era de temer.


- Veamos que nos manda, pero tengamos cuidado.


Salieron de la tienda y recibieron el bulto que el hombre pesadamente dejó caer de su caballo antes de voltearse y devolverse por su camino.


- ¡Que la disfrutes, Sasuke Uchiha! – le gritó antes de apurar el paso de su montura, ocultando como podía su orgullo maltratado.


- Veamos que es – ordenó a uno de sus hombres que moviera el bulto entrándolo a la tienda y desenrollaron la alfombra.  Una vez estirada, vieron asombrados que se trataba de una persona – vaya – dijo sorprendido al comprender que era una mujer.


Pero la sorpresa pasó de serlo casi al instante, la “chica” , que tenía finalmente sus manos libres, levantó entre sus manos un hacha y amenazaba con cortarle la cabeza a quien se le acercara.


— Mataré al primer hombre que se acerque — dijo, sosteniendo el hacha con una mano para echarse una piel sobre uno de sus hombros; el otro le quedó descubierto, al igual que una de sus piernas, que se le veía desde la cintura hasta el pie por los jirones del vestido.


El gigante dio un paso hacia él y Naruto levantó el hacha con ambos brazos.


— Sé cómo usar esto — le advirtió, mirando al hombre sin el más leve asomo de temor.


Los dos caballeros también se le acercaron y ella retrocedió, mirando a uno y a otro. Con la parte posterior de las rodillas tocó el camastro y supo que no podía ir más lejos. Uno de los caballeros le sonrió y ella a su vez lanzó un gruñido.


— Déjennos solos.


Las palabras sonaron tranquilas y fueron pronunciadas en voz baja, pero había en ellas una orden y todos los hombres fijaron la vista en él.


El gigante miró una vez más a Naruto, hizo un gesto con la cabeza a los otros dos caballeros y los tres salieron de la tienda.


Naruto apretó aún más el hacha y los nudillos se le pusieron blancos mientras se volvía hacia Sasuke Uchiha.


— Os mataré — dijo con los dientes apretados—  No creas que porque soy una mujer no voy a disfrutar destripando a un hombre. Me encantaría ver la sangre de un Uchiha derramarse en el suelo.


Sasuke no se movió de su lugar junto a la mesa, pero continuó observándola. Un momento después, él levantó la espada y Naruto contuvo el aliento, preparándose para la lucha que se avecinaba. Muy lentamente él puso su espada sobre la mesa y giró, presentándole su perfil. Nuevamente, con todo cuidado, se quitó la daga enjoyada que llevaba en la cintura y la colocó sobre la mesa junto a la espada.


Se volvió hacia él, sin ninguna expresión en el rostro, con los ojos vacíos, y avanzó un paso.


Naruto levantó la pesada hacha y se mantuvo firme. Pelearía a muerte, puesto que la muerte era preferible al castigo y a la violación que planeaba este hombre endemoniado.


Sasuke se sentó en una silla de tijera, a un par de metros de ella; no habló, simplemente la miraba.


¡Conque de eso se trataba! Una mujer no era suficiente oponente para él, de manera que se despojaba de sus armas y tomaba asiento, mientras ella sostenía sobre su cabeza un arma mortífera. De un salto, él se abalanzó hacia adelante y alzó el hacha para cortarle el cuello. Sin ningún esfuerzo, él sujetó el mango con la mano derecha, lo mantuvo en esa posición con facilidad y lo miró profundamente a los ojos durante ese tiempo en que estuvieron tan próximos. Por un momento quedó paralizado, hipnotizada por esos ojos.


El parecía querer encontrar algo en el rostro de él, como si le hiciera preguntas silenciosas.


Él trató con todas sus fuerzas de que él soltara el hacha y casi se cayó al suelo al darse cuenta de que él no había hecho ningún esfuerzo por retenerla.


Se sostuvo con el borde de la mesa.


— ¡Maldito seas! — murmuró sordamente— Que el Señor y todos Sus ángeles maldigan el día en que nació el primer Uchiha. Ojalá que vos y todos vuestros descendientes ardan en el fuego del infierno para siempre.


La voz de él era casi un grito, y fuera de la tienda se oyeron movimientos.


Sasuke seguía sentado en el mismo lugar, mirándola en silencio, y Naruto comenzó a sentir que le hervía la sangre en las venas. Cuando vio que las manos comenzaban a temblarle, se dijo que debería calmarse. ¿Dónde estaba ese frío control que había practicado a lo largo de los años?


Si este hombre podía permanecer tranquilo, él también debería ser capaz de hacerlo. Prestó atención y, si sus suposiciones eran correctas, los sonidos que llegaban de fuera eran los hombres que se alejaban del lugar. Tal vez si pudiera escapar de ese hombre que tenía delante, podría huir y regresar con su hermano al hogar.


Mantuvo la vista fija en Sasuke y comenzó a caminar hacia atrás dando un rodeo mientras trataba de acercarse al faldón de la tienda. Lentamente, él giró en la silla y siguió mirándola. Fuera ella oyó el relincho de un caballo y se convenció de que si podía salir de ese lugar, quedaría libre.


Aunque sus ojos no se despegaron de los de Sasuke, él no lo vio moverse. En un momento dado él estaba sentado, tranquilo en su silla, y al siguiente, precisamente cuando la mano de ella tocaba el faldón de la tienda, lo tenía a su lado, sujetándolo por la muñeca. Él quiso descargar el hacha sobre su hombro, pero él le sujetó la otra muñeca y así la mantuvo en su sitio.


Él se quedó quieto, aprisionado levemente, sin ser lastimado, y lo miró. El estaba tan cerca que Naruto podía sentir su respiración en la frente. A su vez., él la miró como si esperara algo y luego puso una expresión de intriga.


Con los ojos tan duros como zafiros fijó la vista en él.


— ¿Y qué se supone que va a pasar ahora? — preguntó el, su voz cargada de odio—  ¿Primero me vas a golpear o a violar? O tal vez os gusten ambas cosas a la vez. Soy virgen y me han contado que la primera vez duele. Seguramente este dolor os provocará un placer mucho mayor.


Por un segundo los ojos de él se agrandaron, atónitos, y fue la primera expresión no calculada que Naruto veía en su rostro. Los ojos negros de él se clavaron tan fijamente en los de ella que tuvo que desviar la vista.


— Puedo darme cuenta de lo que pretendes — agregó tranquilamente—  y si lo que deseas es verme suplicar, no lo lograras.


La mano de él le liberó la muñeca que sostenía el faldón de la tienda y, tomándole suavemente la mejilla, lo hizo volverse hacia él.


Él se puso rígido ante este contacto, sintiendo odio por esas manos que la tocaban.


— ¿Quién eres? — susurró él a medias. Él se enderezó aún más y el odio brilló en sus ojos.


— Soy vuestra enemiga. Soy Naruto Namikase.


Una sombra cruzó por el rostro de él para desaparecer de inmediato. Después de un largo momento retiró las manos de sus mejillas y después de dar un paso atrás, le soltó la muñeca.


— Puedes quedarte con el hacha si os hace sentir más segura, pero no puedo dejarte ir.


Como si ya no le interesara, le dio la espalda y caminó hacia el centro de la tienda.


En menos de un segundo Naruto había salido de la tienda y, con la misma rapidez. Sasuke se encontró a su lado, sujetándola nuevamente por las muñecas.


— No puedo dejarte ir — repitió él, esta vez con más firmeza. Los ojos de él se pasearon por sus piernas desnudas y volvieron a fijarse en los de ella— De todas formas no estáis vestida para huir. Entra y enviaré a mi criado a comprar algunas ropas.


El se sacudió para liberarse de él. El sol se estaba poniendo y en el crepúsculo él parecía todavía más oscuro.


— No quiero ropas de vos. No quiero nada de ningún Uchiha. Mi hermano...


Se contuvo al verle la cara.


— No menciones en mi presencia el nombre de vuestro hermano.


Sasuke volvió a aterrarle la muñeca y le dio un ligero tirón.


— Ahora debo insistir en que entres a la tienda. Mis hombres regresarán pronto no creo que deban veros vestida así.


Él no se dejó arrastrar.


— ¿Y qué importa? ¿No es una costumbre entre los hombres como vos que les pasen a sus caballeros las mujeres cautivas una vez que han terminado con ellas?


Él no estaba seguro, pero le pareció ver una levísima sonrisa en los labios de Sasuke.


— Naruto — comenzó él, y luego se detuvo—  Entra conmigo y hablaremos ahí. —  Se volvió hacia los oscuros árboles próximos.—  ¡Juugo! — aulló, haciendo que Naruto diera un brinco.


Inmediatamente el gigante llegó al claro. Después de una rápida mirada a Naruto se volvió hacia Sasuke.


— Manda a alguien a la aldea y que traiga algunas ropas adecuadas de mujer. Gasta lo que haga falta. — La voz que usó Sasuke para hablarle a su hombre era muy distinta de la que había usado para ella.


— Enviadme con él — dijo Naruto rápidamente— Hablaré con mi hermano y él estará tan agradecido si me dejáis ir sin sufrir daño, que por fin terminará esta enemistad entre los Namikase y los Uchiha.


Sasuke se volvió hacia ella y esta vez sus ojos eran duros.


— No supliques, Naruto.


Sin pensarlo dos veces y en medio de un ataque de furia, nuevamente levantó el hacha buscando la cabeza de él. Con facilidad le quito el arma de las manos, la arrojó lejos y la tomó enérgicamente en sus brazos.


Él no tenía intenciones de darle el gusto de forcejear y, en vez de eso, se puso rígido y sintió un profundo desagrado ante el contacto de la ropa de él contra su piel. El lo llevó adentro de la tienda y muy suavemente la depositó sobre uno de los catres.


— ¿Por qué os tomas la molestia de conseguirme ropas? — siseó él — Tal vez debierais poseerme en medio del campo, igual que hacen los animales como vos.


El se alejó unos pasos, dándole la espalda, y sirvió dos copas de vino de una jarra de plata que se encontraba sobre la mesa.


— Naruto — dijo él—  si me sigues pidiendo que os haga el amor, puedo sucumbir finalmente a vuestras tentaciones. — Se volvió, caminó hacia él y tomó asiento en una silla a corta distancia del joven.— Has tenido un día largo y debes de estar cansada y hambrienta. — Le alcanzó una copa llena de vino. Naruto la hizo volar de un manotazo y el vino se derramó, manchando una de las lujosas alfombras que adornaban el suelo de la tienda Sasuke miró la mancha sin mostrar preocupación y bebió de su copa — Y ahora, Naruto, ¿qué voy a hacer contigo?


- Devolverme con mi hermano, sería lo más lógico – le replicó.


- Pensaba que los Namikase eran sólo varones – dijo Sasuke sorprendido, y es que la chica era muy guapa, pese a ser parte del enemigo, tenía una suerte de belleza angelical, si así se le podía decir, y salvaje a la vez.


- Para que veas – le dijo Naruto divertido.  Claro que los tres hermanos eran varones, sin embargo, tanto él como Deidara eran a la vez donceles, cosa que nadie ajeno a la familia sabía, cosa que habían sabido usar a su favor, aunque la mayor parte de las veces actuaban como hombres.


- Vaya, vaya, así que lo que dicen de una familia tan viril no es cierto – dijo Sasuke tratando de acercarse a Naruto – pero, si eres tan valiente ¿cómo fue que viniste a parar aquí?


- Eso a ti no te incumbe – le dijo este molesto mientras mantenía su altivez, pero ello se vino todo abajo, su mundo comenzó a dar vueltas y cayó desmayado al suelo.


 


Sasuke se quedo con ella todo el tiempo que estuvo inconsciente, era muy hermosa, sus finos rasgos hacían notar que se trataba de una dama, aunque tuviera un ligero rictus muy masculino en sus labios.  Pero lo que más lo había atraído eran sus ojos, eran tan celestes como el cielo, aunque parecían echar destellos de odio sobre su persona, haciendo que todo el conjunto la hicieran parecer un ángel.  Tocó sus largos cabellos, completamente cubiertos de lodo y notó que eran dorados como rayos de sol, tan suaves al tacto, de seguro que era un gusto pasar sus dedos por ellos mientras la besaba.


- Karin se enfurecería si supiera que estás tan embelesado mirando a una mujer que pertenece al enemigo – le dijo Sir Juugo entrando con dos enormes tinajas de agua – ya sabes como es ella, jamás se rendirá en su afán que seas su esposo – miró a Naruto – aunque admito que es mucho más guapa.


- Y de seguro que, con las ropas adecuadas a su cuerpo y la cara y el pelo limpio debe ser aun mejor – suspiró pasando un dedo por su nariz – si no fuera Namikase, sería perfecta.


- Dicen que la madre de ellos, Kushina Uzumaki, era la mujer más bella de la región, y que su esposo, Minato, también era un hombre muy guapo – y vio a su amo apretar los labios en una delgada línea a la mención de ese nombre – recuerde que los padres de ellos murieron cuando el menor de los hijos era apenas un recién nacido, no es su culpa que sean como son.


- Si, lo sé – suspiró soltando el cabello, hacía tiempo había escuchado de la tragedia de los Namikase, una bella pareja cuyo esposo había muerto en altamar prestándole sus servicios como capitán de la Armada Real al Rey cuya noticia de su pérdida había empujado a su esposa a la muerte poco después del nacimiento del menor de sus hijos, quedando los tres hermanos a cargo de un tío desobligado del que poco y nada se sabía.


— ¿Qué piensas hacer con la muchacha?


Sasuke se volvió, acariciando el maltratado cabello.


— ¿Sabes que ella odia el nombre de Uchiha? Nosotros no hemos tenido nada que ver en todas esas cosas que sucedieron entre los Namikaze y los Uchiha, y sin embargo nos odia. — Miró de frente a sir Juugo.—  Y parece odiarme a mí en particular. Cuando la toco, puedo darme cuenta de que siente asco. Se limpia donde la toco con un trozo de tela, como si pudiera infectarla.


No bien sir Juugo cerró la boca, casi lanzó una carcajada. Si eso era posible, las mujeres amaban a Sasuke más de lo que éste las amaba a ellas. De niño había pasado mucho tiempo rodeado de muchachitas, siendo ésta una de las razones por las que lo habían puesto al cuidado de sir Juugo... para asegurar que crecería y se transformaría en un hombre. Pero Juugo había sabido desde el principio que no había nada que temer acerca de la masculinidad del joven Sasuke.


Simplemente le gustaban las mujeres. Eran un capricho suyo, como el amor que sentía por un buen caballo o una espada bien afilada. A veces, el trato absurdamente considerado de Sasuke hacia las mujeres resultaba una molestia, cuando, por ejemplo, prohibía terminantemente que después de una batalla se cometieran violaciones; pero en términos generales, sir Juugo había aprendido a vivir con los hábitos del muchacho... aunque él era muy diferente.


Pero sir Juugo jamás, jamás había sabido de una mujer que no estuviera dispuesta a dar su vida por él. Jóvenes, mayores, de mediana edad, incluso las niñitas de muy corta edad se prendaban de él. Y ¡Naruto Namikaze se limpiaba cuando él la tocaba!


Sir Juugo trató de poner esta información en perspectiva. Tal vez fuera como perder una primera batalla. Se acercó y le puso a Sasuke su gran manaza en el hombro.


— Todos perdemos de vez en cuando. No vas a ser menos hombre por eso. Quizá la joven odia a todos los hombres. Con ese hermano como ejemplo...


Sasuke se sacudió la mano de encima.


— ¡La han lastimado! ¡La han lastimado mucho! No sólo su cuerpo, que está cubierto de magulladuras y arañazos; ella misma se ha construido un muro de furia y odio a su alrededor.


Sir Juugo sintió que el muchacho estaba parado en el borde de un abismo.


— Esta muchacha es una dama de alcurnia — dijo suavemente—  No puedes tenerla prisionera. El rey ya ha proscrito a tu hermano. No deberías provocarlo. Debes devolver a lady Naruto a su hermano.


— ¿Devolverla a un lugar donde se tortura a las mujeres? Allí es donde ha aprendido a odiar. Y si la dejo ir ahora, ¿qué va a pensar de los Uchiha? ¿Podrá llegar a darse cuenta de que no somos tan malvados como su hermano?


— ¡No pretenderás quedarte con ella! — sir Juugo estaba alarmado.


Sasuke parecía considerar el punto.


— Pasarán días antes que nadie se entere de dónde está. Tal vez en ese tiempo yo pueda mostrarle...


— ¿Y qué va a pasar con tus hermanos? — le replicó sir Juugo— . Te están esperando en el castillo. Itachi no tardará en enterarse de que tienes a Naruto Namikaze prisionera. — Hizo una pausa, bajando la voz.—  La muchacha sólo podrá hablar bien de los Uchiha si la devuelves sana y salva.


Los ojos de Sasuke resplandecieron.


— Creo que Naruto diría que tuvo que usar un hacha para obligarme a devolverla. — Sonrió levemente.—  Ya he tomado mi decisión. La mantendré conmigo por un corto tiempo, lo suficiente para demostrarle que un Uchiha no tiene nada que ver con su hermano muerto.


- No se encapriche con ella, de por sí creo que es peligrosa, como para que usted le dé más armas para destruirlo ¿sabe? – le advirtió antes de salir.


- Una mujer como esta necesita de un hombre de verdad que la domestique – le replicó aunque este ya no lo escuchara.


- Y de seguro juras que eres tú – escuchó su voz ronca y fastidiada desde el camastro.  De seguro ella había despertado mientras ellos hablaban y por eso estaba sentada del otro lado de la cama, lejos de él.


- Bueno, es muy probable – le dijo él divertido pero sin mostrarlo.


- Ja, déjame que me ría – le dijo altanero – no ha nacido el hombre que sea capaz de someterme, ni por las buenas ni por las malas, primero mataré al hombre que trate de violarme.


- Estás muy segura de ello – dijo molesto – mis hombres han traído agua limpia para que te laves, pronto te traerán algo de ropa.


- No me voy a desvestir delante de ti – le dijo orgulloso – ni de ningún hombre.


- Como si antes no hubiese visto un cuerpo de mujer – le dijo molesto.


- Pero nunca has visto el mío – le replicó entre dientes cruzándose de brazos.


- Muy bien, hembra tonta, te dejaré sola para que te laves y cambies, pero ni se te ocurra tratar de escapar, estás rodeada de mis hombres – le dijo saliendo de la tienda enfurecido.


Naruto suspiró un poco más tranquilo, no le iba a mostrar a nadie y menos al Uchiha, su cuerpo.  Miró un segundo el agua y se decidió, quizás era doblegar un poco su orgullo, pero necesitaba limpiarse, quizás si usara el mismo truco que tantas veces usara contra los amigotes de Minato, sería libre pronto.


Se puso de pie tembloroso, le dolía la pierna derecha que se había golpeado mientras el bruto ese lo traía hasta allí y caminó rengueando hasta una de las tinajas y se lavo la cara.


- Aquí está tu ropa – le dijo Sasuke dejándola sobre la cama antes de volver a salir – avísame cuando estés lista para ir a comer.


Naruto lo ignoró por completo, se lavó el cabello con mucho cuidado de retirar todo el lodo y luego el torso envolviéndose con una toalla; regresó a la cama y tomó la ropa, era muy fina y delicada, demasiado femenina para su gusto, pero se notaba que pretendían que mostrara un busto desarrollado que no tenía.  Sonrió para si mientras se ponía el corsé, ocultaría aquello que no tenía con uno de los pañuelos de seda que acompañaban a los vestidos.  Dejó hacer los faldones al suelo luego de calzarse y se acercó a la entrada, de seguro causaría una gran impresión entre los hombres.


- Espero que ya estés lista – le dijo Sasuke abriendo de golpe la carpa y la tomó de la mano sin mirarla sacándola de allí a la rastra.


- No me toques, puedo caminar sola – le dijo soltándose  de su mano caminado altivo a su lado mientras miraba a su alrededor lanzando extrañas miradas a los soldados a su alrededor y sonrió para sí, todos los hombres parecían babear al verla.


Sasuke miró a sus hombres antes de dirigir la mirada hacia ella y su impresión fue mayor de la que esperaba.  ¡Era bellísima!  Si, era la clase de mujer que valía la pena conquistar y darle un hijo suyo.  Y a duras penas consiguió evitar que la sangre se le agolpara en el rostro y ponerse a mirarla como idiota.


- Ninguno de ustedes es el elegido – dijo Naruto divertido caminando hacia la mesa, pero no pensaba… Mejor comía, necesitaría todas sus fuerzas si quería escaparse del Uchiha y de lo que este pretendía hacerle,


- Esa hembra necesita un buen amo que la domine – dijo alguien desde atrás.


- El que obviamente no eres tú – le dijo este fastidiado.


Sasuke le lanzó una mirada asesina a sus hombres y estos se desaparecieron como por encanto, ninguno de ellos quería vérselas con el mal genio de su amo  ¿cómo olvidar que sus ojos se ponían rojos como sangre cuando se enojaba?  Si no hacía más de cinco meses de la última vez que tuvo un arranque de ira descomunal, cuando un hombre en el pueblo en el que descansaban golpeó a su mujer sin motivo, si no hubiese sido porque Sir Juugo lo dejó inconsciente al tomarlo por la espalda, de seguro destruye medio pueblo persiguiendo al hombre por todos lados.


- Espero que la comida sea de tu agrado – le dijo Sasuke señalando la mesa llena de exquisitos manjares – mi cocinero se esmeró esta tarde en prepararlo para ti, no siempre podemos contar con la presencia de una bella dama a nuestro lado para decorar nuestra mesa.


- ¿Es que acaso es en lo único que piensan los hombres?  Una mujer no sólo sirve para adornar las mesas de los hombres, ni para calentar sus camas, hay muchas otras cosas que nosotras podemos hacer – le dijo mirándolo con rabia – ¿Que se han imaginado que son?  Ninguno de ustedes es nada sin una mujer a su lado que los guíe.


- Venga, preciosa, si no es para tanto – trató de tocarle el rostro pero Naruto lo apartó con violencia de sí.


Naruto tragó hondo, todo era culpa del idiota de su hermano mayor ¿por qué tuvo que mezclarse en los problemas de esa familia?  ¿No tenía bastante con los suyos propios?  Y peor, no tenía derecho a arrastrarlos a ellos también.


- Eres muy bella, pero tienes pésimo carácter – le señaló fastidiado.


- Yo tengo muy buen carácter con la gente que me gusta – le replicó con dulzura – es una pena que no te puedas contar entre ellos.


 


Sir Juugo y Suigetsu estaban tentados de la risa, nunca en su vida se habían encontrado con una mujer que rechazara con tanta intensidad a Sasuke Uchiha, si a la mayoría de las féminas les bastaba una mirada para derretirse, incluso a aquellas a las que ni siquiera miraba suspiraban por él y ella, la que de verdad le gustaba al amo, no lo miraba con esa adoración que el tanto quería obtener, es más, lo rechazaba con violencia, que ni siquiera dejaba que la tocara, casi le pega cuando le puso la silla para que se sentara.


- ¿Cómo es posible que al fin apareciera la mujer que puede tener a sus pies al Gran Sasuke Uchiha y que a ella no le interese el mismo? – se reía Suigetsu.


- Para que veas que los milagros existen – dijo Sir Juugo.


- Si, búrlense no más – dijo Sasuke molesto echando chispas – si siguen así los asare al palo a los dos para celebrar mi boda con ella.


- Oh, vamos, amo, si lo más probable es que ella lo ase al palo a usted antes de aceptar casarse con su señoría – le dijo Sir Juugo.


- ¿Acaso quieren apostar? – le dijo Sasuke – me dejare de llamar Uchiha si no la conquisto antes de llegar a Escocia.


- Apostemos – dijo Suigetsu divertido – pero va a tener que dejar que nosotros lo intentemos también ¿verdad, Sir Juugo?


- Ah, no me metas en eso, Suigetsu – le dijo este moviendo la cabeza negativamente – muy bonita será, pero es la mujer del amo, no quiero perder mi cabeza por su causa.


- Bueno, pero será después que él haya perdido la apuesta.


- Naruto es mía – le dijo Sasuke echado chispas poniéndose de pie a punto de golpear a su ayudante – haré lo que sea necesario para tenerla.


- No se sulfure amo, no le hará bien a su salud – le dijo Sir Juugo con paciencia – ni creo que le agrade mostrárselo a la dama ¿verdad?


- Como quisiera saber qué es lo que le gusta a Naruto para saber cómo actuar con ella – suspiró volviendo a sentarse – una mujer tan bella que actúe con tanta rabia contra los hombres es una perdida, sería una lástima que ella nos siguiera odiando a todos por nada.


- O quizás su odio hacia los hombres si tanga razón de ser – dijo Suigetsu pensativo – después de todo, debemos tener en cuenta quien era su hermano mayor ¿no? Y quien es el otro – dijo y los tres guardaron silencio.


 


Naruto estaba sentado en la cama, tenía mucho sueño, es cierto, pero quería saber a ciencia cierta cuantos hombres había a su alrededor, tenía que haber alguna forma de escapar de allí, ya bastante tenía con haber sido prisionero en su propia casa cuando Minato vivía como para ser prisionero de un idiota pagado de si mismo, egocéntrico y vanidoso.  No, mucho había escuchado del Uchiha mientras estaba en el monasterio ocultándose de su hermano fingiendo ser mujer, una de las chicas de allí había sido enviada a su casa como acompañanta y todas las demás la trataban como si fuera a salir a su boda o a su funeral.  Por supuesto, el día antes de marcharse del convento la madre superiora se encerró a conversar con ella por largas horas y cuando ella salió, lloraba cuan Magdalena.  Según supo poco tiempo después, había caído bajo el embrujo del menor de los Uchiha y había tenido un niño con este.  Se había encerrado por varios días a orar por la pobre chica y le pidió al cielo que le diera lo mejor a la pobre criatura, que no tenía la culpa del padre que tenía.


- Vaya, preciosa, aún estás despierta – le dijo sentándose a los pies de la cama – me alegra saber que me esperas con ansiedad – le dijo en un susurro.


- Sueña, Uchiha – le dijo dándole la espalda – sólo estoy cuidando mi virtud de los salvajes – cerró los ojos y sintió al moreno acostándose a su lado – ten cuidado con tus manos, podrías perder alguna parte de tu anatomía durante la noche mientras duermes.


- Ni que tuvieras una daga oculta entre tus ropas o bajo la almohada – le dijo este acercándose  a su cuello.


- No es necesaria una daga para maltratar a un hombre si una sabe dónde golpear – le dijo con suavidad apuntando con su puño cerrado hacia sus partes sensibles y Sasuke decidió dejarla en paz por esa noche, había tiempo para intentar otros avances con ella – puede que no sea yo la que termine perdiendo su virtud – lo amenazó.


Sasuke decidió hacerle caso, por ahora y se recostó a su lado quedándose dormido de inmediato, y es que el dulce aroma que desprendía lo adormecía y le traía una extraña paz.   Naruto suspiró y lo imitó, el cansancio de la odisea de ese día lo habían dejado sin fuerzas.


 


Naruto se despertó en medio de la noche e instantáneamente se puso tenso ante una ambigua sensación de peligro que su mente somnolienta no podía captar con total lucidez. En pocos minutos se aclararon sus pensamientos y muy lentamente giró la cabeza para mirar a Sasuke, quien dormía en su catre en el extremo opuesto de la tienda.  Menos mal que se había cambiado de cama durante la noche, quizás para protegerse de un posible ataque nocturno de su parte.


Al haber sido un niño que vivía en una casa donde los horrores eran ininterrumpidos, había aprendido el arte de moverse sin hacer ruido. Cautelosamente, sin permitir que el ruidoso vestido produjera sonido alguno, caminó de puntillas hacia la parte posterior de la tienda. Sin duda estaría rodeada de guardias, pero los de la parte de atrás seguramente estarían menos alerta.


Le llevó varios minutos levantar parte de la tienda para poder deslizarse por debajo. Apretó todo lo que pudo el cuerpo contra el suelo y comenzó a reptar muy lentamente, centímetro a centímetro, con todo cuidado. Un guardia le pasó por delante, pero él consiguió ocultarse tras unos arbustos y pasar desapercibido. Cuando el guardia quedó de espaldas a él, corrió hacia el bosque, buscando y aprovechando los lugares más sombríos. Sólo por sus muchos años de práctica esquivando a su hermano Minato, que deshonraba el buen nombre de su padre, y a sus "amigos", podía escabullirse tan silenciosamente. Deidara solía reírse de su habilidad y le decía que podía llegar a ser un buen espía.


Una vez que estuvo en el bosque, se permitió respirar hondo y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para calmar los agitados latidos de su corazón. Los bosques durante la noche cerrada no eran nada nuevo para él y comenzó a caminar con ritmo parejo y enérgico. Era sorprendente el poco ruido que hacía.


Cuando salió el sol, Naruto llevaba caminando cerca de dos horas, y sus pasos comenzaban a hacerse más lentos. No había probado bocado durante más de doce horas y se sentía un tanto debilitado. Mientras sus pies se seguían moviendo, la falda se le rasgaba por los arbustos y tenía ramitas prendidas en el cabello.


Después de otra hora ya estaba temblando. Se sentó en un tronco caído y trató de calmarse. Era comprensible que no le quedaran muchas fuerzas, puesto que la combinación de la escasez de alimentos con la aventura del día anterior le habían consumido casi por completo. La idea de. tomarse un descanso hizo que sintiera pesadez en los ojos, y supo que si no lo hacía, jamás sería capaz de continuar.


Pesadamente se recostó en el suelo boscoso e ignoró la multitud de insectos rastreros que pululaban por debajo del tronco; no era la primera vez que pasaba una noche en el bosque. Hizo un débil intento de cubrirse con hojas, pero a mitad de la tarea cayó dormido...


 


 


Continuará…


 


Estaba leyendo la novela homónima y me he quedado prendada de ella y quise transportarla al mundo Narutiano, he hecho muchas modificaciones, y creo que los personajes están algo fuera de su carácter, sin embargo, ya entenderán más por qué los escogí a ellos.


Saludos a todos/as los/as que les gusta el rosa, son mi punto fuerte.


Shiozhang


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