1 Cap
Un juguete.... eso es todo lo que soy, un juguete... no importa cuanto te ame, no importa cuanto te desee o cuanto haga por ti y por lograr tu felicidad... siempre voy a ser un juguete mas para tu colección, jamás me amarás como te amo yo… ¿Por qué… por qué?- se preguntaba un pequeño pelirrosa sentado en el borde del cómodo sillón que usaba para dormir. Tenia la mirada perdida en algún punto de la enorme ventana donde se podía ver la iluminada ciudad y una luna llena que le daba un toque misterioso a la sala con su luz blanquecina.
-Yuki- susurro dejando que una lágrima recorriera libremente su suave mejilla. Bajo su cabeza y la escondió entre sus rodillas intentando vanamente acallar sus sollozos que pronto se convirtieron en gritos de un angustiante dolor combinado con el nombre de cierto escritor que pronunciaba entre lamentos.
Yuki Eiri era su pareja desde hacia mas de un año y medio, y las cosas no habían mejorado para nada. Luego de su regreso de New York se había vuelto más frío con Shuichi y se enojaba por cada cosa que hiciese o dijera. Al principio el menor creyó que se debía al stress que le había provocado recordar su pasado nuevamente pero esa idea fue rápidamente descartada cuando un día llego a casa pasada las diez de la noche, K lo había hecho trabajar hasta que casi no podía mantenerse en pie. Al no escuchar el constante tecleo de la laptop y ver que no había luz que iluminara aquella habitación que su amante utilizaba como estudio, se dirigió a paso lento y sin hacer ruido a la habitación de Yuki pensando que este ya estaría dormido. Pero a cada paso que se acercaba a la dichosa habitación comenzaba a escuchar extraños sonidos que podían calificarse en pasos torpes y risas a la vez. Coloco una mano temblorosa en el picaporte de la puerta y la abrió sin hacer ruido dejando ver una escena que nunca podría olvidar.
Ahí... frente suyo.... su amante, desnudo, en la cama en la que habían compartido tantas noches, estaba teniendo sexo con una chica de largo cabello negro.
Espantado se quedo sin mover ni un músculo mirando desde la puerta entreabierta como su Yuki se divertía de maravilla con esa mujer que el jamás en la vida había visto. Al darse cuenta de que el rubio y esa mujer se preparaban para el coito** cerro rápidamente pero sin hacer ruido la puerta dejándose caer de rodillas mientras amargas lagrimas comenzaban a caer por sus mejillas. Escucho un fuerte gemido proveniente de la mujer que lo hizo entrar en razón, se paro y salio del departamento dejando solo a la pareja.
-No puede ser… No puede ser, Yuki – se repetía
Una vez fuera no sabia adonde ir, no quería ir con Hiro.... jamás podría explicarle lo que había visto. Con lentitud se acerco a la puerta que conducía hacia las escaleras de servicio y se interno ahí buscando un lugar seguro y vacío donde poder descargar sus penas. Lloro hasta que se quedo dormido siendo despertado por la mañana por el conserje, un hombre mayor que había presenciado más de alguna vez aquellos hermosos ojos amatistas repletos de lágrimas.
- ¿Joven Shuichi?- preguntó- ¿Qué hace aquí? Si se duerme por estos lados se enfermará.
-Yo… Lo siento, no me di cuenta en que momento me dormí.
Se levanto y dándole las gracias al conserje volvió al departamento, siendo observado por el hombre que tenía un obvio gesto de preocupación en su rostro. Al llegar al departamento pudo darse cuenta que la mujer ya no estaba y que solo se encontraba Yuki durmiendo desnudo en su habitación.
Y a pesar de lo que había presenciado decidió no decir nada y quedarse con Yuki fingiendo que tenían una relación estable y que se amaban.
Fue desde aquella noche que Yuki comenzó a salir desde que el sol se ocultaba para luego regresar por la mañana apestando a perfume de mujer, cansado y con marcas que parecían mordiscos en su cuello y cuerpo.
Esta noche no era la excepción....
Luego de haber descargado todo su dolor shuichi se levanto y con paso lento se dirigió al baño. Miro su reflejo en el espejo y sonrío con tristeza, ya no quedaba nada del antiguo shuichi... sus hermosos ojos amatistas ya no mostraban el brillo de antes ni tampoco la felicidad que lo caracterizaba, ahora eran dos profundos pozos amatistas cargado de dolor y tristeza, su piel antes bronceada estaba pálida dándole un aspecto convaleciente, las ojeras ya bien marcadas por la noches como esa en las que no podía dormir de tan solo imaginar que estaría haciendo Yuki, parecían no querer irse nunca, su cuerpo estaba mas delgado y débil y su cabello sin brillo alguno...
Se lavo la cara y tomo unas pastillas para dormir o si no mañana K lo mataría por no haber dormido y estar cansado. Se volvió a la sala y se acostó en el sillón tapándose por una delgada manta rosada con un Kumagoro dibujado en el centro, cortesía de Ryuichi. Una vez que poso su cabeza en la mullida almohada sintió como su cuerpo se lo agradecía pero mas que su cuerpo su corazón. Cerro los ojos con pesadez y tan solo unos minutos después ya estaba dormido.
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Apago el auto y se encamino hacia los elevadores con su cigarrillo en su boca como de costumbre. Mientras esperaba llegar al quinto piso se miro en los espejos del ascensor... se veía realmente fatal, su cabello estaba completamente desordenado y el, al igual de Shuichi, tenia unas ojeras horribles.
Salio del ascensor a penas este se detuvo y abrió la puerta del departamento que estaba a oscuras.
- De seguro ya esta dormido- pensó
Se quito los zapatos sin hacer el menor ruido y entro en la sala encontrándose con su pequeño niño pelirrosa ya dormido, tal como pensaba.
Se acerco a el y tomo una de sus manos, estaban heladas... se saco el abrigo y lo deposito sobre el cuerpo de su amante. Lo miro una última vez y se alejo de el sin antes decir en un suave susurro:
- Te amo, mi pequeño.