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Un demonio en mi vida por Paz

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Notas del fanfic:

La historia en si no dice gran cosa... si bien se comprende que Kaede ha sido poseido dos veces.

Un demonio en mi vida

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Rukawa Kaede tras el incidente con el profesor sube a la terraza para seguir durmiendo, es allí donde unos pandilleros prepotentes de los cursos superiores, no se les puede llamar de otra manera, vienen a interrumpir su reposo, despertándole a patadas.

Se levanta ruado y se les enfrenta con valentía, aunque ellos son cuatro y le rodean, creyéndole indefenso, por su forma de actuar supo que iban a por él y cuando las palabras dejaron de tener sentido, llego el momento de la acción, que uno de ellos cayera derivado por una contundente patada al estomago provocó que le rodearan creyendo que podían con él por estar es desventaja numérica, deja salir su furia cuando le agreden quitándoselos de encima sin esfuerzo.

En ese instante la puerta de la terraza se abre, esta de espaldas y medio se vuelve para ver quien llega.

-¿Qué ha pasado aquí? -Interroga Mito sorprendido asomando por el costado de Hanamichi para poder ver.

Rukawa alcanza a ver a un muchacho pelirrojo se le aproxima, sus miradas se cruzan curiosas.

 Por detrás del pelirrojo cuatro miradas también están fijas en él, entre ellos reconoce al chico que llamó su atención momentos antes de subir a la terraza.

En el rostro de todos ellos ve admiración sobre todo en el pelirrojo que se acerca a él y le mira y remira. Le devuelve la mirada, no se mueve cuando el chico da la vuelta alrededor de él, para luego pararse frente él.

-Lo has hecho tú? -pregunta con admiración.

Hace un leve movimiento de cabeza.

-Me llamo Sakuragi Hanamichi, pertenezco al salón siete.

-Mi nombre es Rukawa Kaede, estoy en el salón diez. -se presenta al instante de oír su nombre la expresión del rostro del pelirrojo cambio radicalmente. Dándole la impresión que no era la primera vez que oía su nombre.

-Te conoce -las palabras brotaron en su mente.

-Así parece -reconoció.

Sakuragi se puso frente a él su mirada parecía echar chispas.

-¡¡DETENTE, SAKURAGI!!! -se escuchó una voz femenina, que se detuvo junto a la puerta de la terraza falta de aliento.

Todos los rostros se volvieron hacia ella, como preguntándose que hacia allí Haruko, excepto Rukawa que no la conocía.

-¿Quién es esa?

-No lo sé

-Alguna admiradora...

-Cállate... no quiero oír mencionar a ninguna de esas locas. -Exclamo fastidiado solo con recordar las persecuciones a las que era objeto por esas fanáticas del basquetball o más bien de él- Solo deseo que aquí no sea igual que en Tomigaoka

-¡¡ESTOY DECEPCIONADA CONTIGO!!!

Observó que sus palabras agitaron al chico, que comenzó a sollozar, siendo sujetado por sus amigos, al verle dirigirse hacia el borde de la terraza, como si esa niña tuviera más valor que su propia vida.

-Estas sangrando... -se volvió hacia él toda dulzura, cuando instantes antes había mostrado sin ningún rubor su exaltado carácter, al tiempo que alargaba su mano ofreciéndole un pañuelo.

La ignoró, más ella se le cruzó delante, insistiendo en su ademán.

-Por favor...

-Apártate de mi vista, idiota.

-No seas impertinente, Kaede... no puedes tratar así a una señorita -se escuchó el reproche en su mente.

-Me está fastidiando -le replicó cortante.

No obtuvo ninguna respuesta y supo que una vez más se había retirado, a lo más profundo de su mente.

Un segundo antes de cruzar el umbral dirige una mirada de reojo hacia el chico que intento detener al pelirrojo, fue verle y sentir como si un ángel había descendido a la tierra, pensó que iba a resultarle entretenido seducirle y con ese pensamiento descendió los primeros peldaños, fue entonces que un nombre salió de entre sus labios entreabiertos.

-Sakuragi... -también él le atraía.

-Mi permanencia en este colegio va a ser muy entretenida, porque no estaré ocioso, allí había muchas almas a las que pervertir y él disfrutaría cautivándoles y emponzoñando sus mentes, llevándoles por el camino de la corrupción, física y moral, pero no antes de saciar su deseo de poseerles. Iba a comprobar si eran tan ardientes como sus hermanos. Definitivamente aquella era la mejor de las misiones que había recibido en mucho tiempo.

Rukawa se detuvo en mitad del escalón, con el pie en el aire, medio desestabilizado, al oír con total nitidez esa nueva voz en su mente.

-¿Quién eres? Tú no eres Brest -preguntó sobresaltado.

-¿Puedes escucharme? -Preguntó al mismo tiempo sorprendido- ¿Brest? -Preguntó- Es aquí donde te ocultas, muéstrate. -exigió.

El silencio fue la respuesta.

Una vez más su mente quedo vacía de sensaciones, de voces. Empezaba a sentirse cansado, estaba siendo utilizado sin saber quiénes eran y de donde provenían realmente esas voces, a veces se preguntaba si estaba loco y estaba hablando con un amigo invisible, alguien que solo existía en su imaginación.

-Tranquilo Kaede, no estás loco. -Brest intercedió para tranquilizarle. En el fondo siempre fue un blandengue, por ello, escapó y se apareció en el lugar adecuado, en el momento justo. El desamparó que vió en la mirada del niño le indujo a poseerle, porque así salvaba su vida.

-Es un alivio saberlo, pero entonces ¿Por qué escucho tu voz dentro de mí? -le interrogó- Qué yo recuerde siempre has estado ahí.

-Si, llevamos mucho tiempo juntos y seguiremos estando muchos más. -aseguró.

-¿Por qué?

-Porque tú y yo somos uno.

-Entonces si eres mi imaginación.

-No... si quisiera puede ser una entidad independiente de ti, tengo vida propia, pero tome la decisión de ayudarte y por ese me quede a tu lado.

-Reconozco que me has aconsejado a menudo y que me ayudas, pero me gustaría conocerte si es cierto que tienes vida propia.

-No podrías verme, aunque quisieras. Eres como un niño pequeño al hay que guiar de la mano, solo déjate llevar y todo irá bien, limítate a seguir tus sueños y serás feliz.

-Arigatoo, Brest, así lo haré. Te dejaré descansar.

-Lo necesito.

Continuó bajando las escaleras y se dirigió a la enfermería. Estaba sangrando demasiado.

Mientras Brest entraba en un estado de hibernación para reponer su energía vital, no podía saber que el Príncipe los Demonios había enmascarado su presencia dentro del joven e iba a manifestarse en Rukawa de un modo devastador mientras él entraba en un largo letargo que le dejaba desconectado por completo del chico.

***************************

En un recóndito lugar de su mente el Príncipe de los Demonios tomaba contacto directo con la mente del chico, dispuesto a seguir cumpliendo los designios de su Señor, su padre.

Su misión: corromper almas.

Fue sencillo meterse dentro de su cerebro, en el lugar donde regía la conducta de su contenedor. Le dejaría que siguiera creyendo que dominaba su propia vida, sin saber que esta había dejado de pertenecerle. Su cuerpo y su mente eran suyos y solo haría lo que él deseaba. Si Brest estaba allí había encontrado el modo de neutralizarle, por una temporada no iba a poder intervenir.

Una misión que le dejaría muchas satisfacciones, porque tendría que trabajar directamente con el alma de cada uno, moldeándoles a su criterio, hundiéndoles en las miserias humanas, llevándoles a una vida de dolor, de muerte, de mezquindades, de maldades.

Rukawa iba a ser moldeado a su criterio, sería el instrumento que necesitaba para cumplir la tarea que su padre le encomendó.

***************************

Rukawa llegó a la enfermería, estaba a punto de llamar, cuando se percató que su presencia allí no tenía sentido.

-Qué extraño, por un momento pensé que estaba herido. -se miró las manos y en ellas no vió rastros de sangre, tal como había creído.

Rukawa dejaba de ser él mismo. Su vida había dejado de pertenecerle, ya no tenía voluntad propia, un ser diabólico guiaba sus pasos hacia donde él quería.

Se dio media vuelta para regresar a su salón. Estaba cruzando el pasillo cuando vió una cabellera pelirroja en una de las clases, estaba con su grupo de amigos, uno de ellos se volvió justo cuando pasaba, era Mito, le ignoró por de pronto había dejado de interesarle, el pelirrojo era más llamativo, iría a por él.

Fin

11 de marzo de 2010

Paz


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