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El collar por Dark Amini

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Hoy amanecí con el cuerpo todo molido.


Después de varias semanas de viaje, él regreso y lo recibí con mimos, besos apasionados y mucho amor. Su piel morena se veía algo sudorosa y su cabello negro se acomodaba en rizos que descuidadamente no se habían cortado. Él sonrió y se dejo arrastrar a la recamara. Se sentó en el borde de la cama y sin que dijera palabra alguna, bese su cuello, su pecho bajando por su vientre, hasta llevar al pantalón. Lo desabroche con velocidad y me enfrasque en complacerlo con mi labios y lengua, despacio y sin prisa. No tardo mucho en dejarse ir. Sentí mi ropa interior húmeda… todo mi cuerpo se encontraba excitado. Pero él no tenía humor, ya estaba satisfecho y tenía sueño. Hice un puchero, pero él no le dio importancia. Él era mi dueño, y me hacia feliz complacerlo. Antes de dormirse me dio un obsequio: un nuevo collar. Quito el viejo y me puso el nuevo… era muy suave, un poco más holgado y negro.


El era mi dueño por elección. Cuando lo conocí lo supe desde el primer momento, sabía que no podría desprenderme de él, aunque tuviera sus momentos de mal humor y de indiferencia, no importaba… lo amaba.


En la noche tenía una gran frustración, me puse de mal humor y no podía dormir. Pero ya tarde, cuando caía en un sueño profundo, sentí como su cuerpo se abalanzo sobre el mío, sin poder responder por el adormilamiento me beso con voracidad y me arrastro por la cama, me quito la pijama y me asalto con fiereza.


En cada embestida me sentí morir, sentía como se desprendía mi alma mientras lo abrazaba, todo mi cuerpo lo estrujaba sin tregua, yo gritaba y jadeaba hasta quedarme sin voz… mientras me sujetaba con fuerza el cabello de la nuca y me mordía el cuello embistiendo con fuerza, me hacía sentir por completo de su propiedad… me sentí con el pecho hinchado de felicidad y solo podía expresarlo con una gran sonrisa. Me puso sobre él y me hizo mecerme con furia, como si quisiera acabar con mis entrañas. Mi boca ya no podía emitir ningún sonido, y mi cuerpo comenzó a arquearse preparándose para el gran momento. Mis entrañas se tensaron, y me deje llevar por un orgasmo electrizante que iba de mis entrañas a la nuca.


Mi cuerpo cayo rendido, no sé a qué hora se levanto y no sé a qué horas regresaría. Mientras estaba en la cama acariciaba el collar ceñido a mi cuello. Él era mi dueño… mi legitimo dueño.


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En el fin de semana quería salir a pasear, quizás una cena, quizás el cine. A mí no me importaba siempre y cuando saliéramos a algún lugar. Me bañe, me vestí para la ocasión y me perfume. El me mira con dulzura, le gusta salir conmigo y presumirme… le gustaba que los demás vieran lo que él poseía.


Mirábamos los tabloides de cine… había malas películas y otras ya habían empezado. Entonces una voz conocida me hizo reaccionar, y mire detrás de mí.


Era él. Sus ojos amielados me escudriñaban, mientras su gran sonrisa me iluminaba. Su cabello era una mezcla de castaño claro y dorado. Él quizás era más blanco que yo, aunque yo mantenía un tono más rosado y mis ojos eran más verdes. Él y yo éramos de la misma especie, una que se ha mimetizado y servido a otras tantas para sobrevivir. Pero él era diferente, era libre y aunque estaba acompañado en ese momento, yo sabía que no se dejaría poner un collar.


Sus ojos se posaron en el que engarzaba en mi cuello. Sonrió burlonamente. Los cuatro nos fuimos a un café (esperando que iniciara una película) y mientras platicábamos, él y yo teníamos una comunicación alterna, una que no necesitaba de palabras para expresarse.


Yo lo deseaba, sabía que él liberaba cosas que nadie más hacia, cosas que deseaba que mi dueño supiera explotar. Mientras tomaba un frapuccino helado con un popote, mis ojos escudriñaron veladamente su cuerpo, y sin que pudiera evitarlo, una sonrisa de malicia se escapaba de mis labios, al igual que él. Entre nosotros había una gran complicidad.


Sabíamos que existía una gran atracción entre nosotros, podríamos decir que las feromonas nos hacían malas jugadas cuando estamos juntos. Sabíamos que si nos dejábamos ir, desde el primer contacto, desde la realización de ese beso tan deseado, no nos íbamos a dejar ir. Sabíamos que estando juntos no habría secretos, nuestro potencial estallaría, así como una pasión desenfrenada nos dominaría.


Pero él sabía que si cedíamos, ambos reclamaríamos el dominio del otro. Ambos querríamos ser dueños únicos del otro. Sabíamos que un suke (yo) con un seme (él) sería una combinación explosiva. Ninguno querría ceder, nuestro temperamento pasional explotaría por todos lados. La pasión sería tan desmedida que nos mataríamos en un arranque de celos.


Preferíamos desearnos desde lejos. Ya era hora de la película, sonreímos y nos despedimos amablemente. Controle un suspiro y en mi rostro quedo esa sensación de malicia plasmada en una sonrisa oscura al verlo partir. Mi pareja me miro con extrañeza al no comprender que paso. Aunque no veía la necesidad de hacerlo… él era mi dueño.


Caminamos por el pasillo, compramos golosinas y nos dirigimos a la sala. Mientras él se acomodaba en la butaca, note una mirada que lo exploraba de pies a cabeza. Se apagaron las luces y no le di importancia. Sin embargo al terminar la película y salir de cine, fuimos a tomar un helado en la misma cafetería donde había estado con mi amigo.


Nuevamente noto a esa persona mirando con deseo a mi pareja. Él esta tan ensimismado con un pastel que no se ha dado cuenta… y si se dio, no me lo iba a decir. Esa mirada… esa persona me estaba fastidiando, y a pesar de que lo mire con ira, no deja de mirar… no deja de desear.


Sin pensarlo dos veces, me recorro hacia mi pareja, beso su mejilla y me voy a su cuello. El suelta el tenedor y emite un gemido. Después me abalanzó a sus labios y le arranco el alma en un beso voluptuoso… carnal y voraz. Después de eso, el suspira profundamente, se desvanece en mis brazos, recargándose en mi pecho sonrojado y abrazándome el cuello.


Miro a esa persona. Le ha quedado claro que él es mío… y que su collar no está en su cuello, está en su alma… por que el me pertenece por completo. Porque él siempre ha sido mío, desde antes de conocernos, desde antes de vivir esta vida… desde la eternidad.


 

Notas finales:

Y TU... DONDE TIENES TU COLLAR?


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