La pantomima del fantasma
Suponía que el tiempo podría hacer olvidar su persona, suponía que el tiempo podría hacerme olvidar aquellos dulces momentos junto a él, pero veo que lo único que el tiempo ha provocado es hacerme extrañarle más y más...
"Quien te ama no hace eso"... me repetía esa frase día tras día, y cada vez mas rápido perdía su significado gracias a él.
¿Por qué tuve que ser un conformista? ¿Por qué me había vuelto así por él? Porque solo me conformaba que por un rato no me gritara o insultara, que un día estuviera más tolerante que otros, que a mis amigos no los insultara y solo los ignorara, que una vez al mes se comportara como mi amante, e hiciéramos algo juntos, cenáramos... ¿Por qué me conformaba?
¡Maldito sea el momento en que me sentí solo!
A cada minuto, a cada se me consume la vida, los sueños, la fe... Porque parece que estoy atrapado en un laberinto sin salida.
¿Y por qué me quedaba? Porque amaba a Hiei mas que a mí mismo, el no hubiera soportado estar solo de nuevo, porque a pesar de que era altanero, superado y orgulloso, me quería con el corazón.
¡Dios! ¿Cuándo cambio tanto mi vida? Antes era perfecta y ahora... ahora es un infierno en el paraíso.
Cometí muchos errores no lo niego, pero ninguno que merezca esta pena. Prisionero de mi propia estupidez, condenado a una vida vacía.
¿Por qué un shinigami no se acuerda de mi existencia y me hace una visita? La primera y la última.
A veces cuando se enojaba decía cosas hirientes a pesar de no sentirlas. Pero en el único lugar en el que yo encontraba paz era en tus brazos. Hoy la realidad es demasiado cruel.
Que solitario se siente todo desde que ya no estás.
Antes contaba mi tiempo por años, ahora lo hago por minutos, por horas, porque cada día se hace más largo. No sé hasta cuando voy a resistir, últimamente ya me estoy rindiendo.
Todavía recuerdo las últimas palabras que salieron que su reconfortante voz: -Tonto Kitsune, que te sucede, volveremos pronto... me endulzaba el alma cuando me llamaba Kitsune, zorro o simplemente Kurama, me hacía sentir amado.
Ya son casi diez meses desde que me abandonaste, los más largos de mi existencia. Ojala todavía me recuerdes, todavía me esperes...
Me he convertido en el chico que jamás superara nada, nunca voy a superarme. Se me pasa lentamente la vida y jamás podre superar la muerte de Hiei, mi amante, mi héroe, mi ángel. Sin previo aviso, el murió y así sin más sentí que la pequeña y frágil burbuja que protegía mi felicidad se quebraba y desmoronaba sin piedad, dejándome solo y perdido en un mundo en el que la crueldad y el egoísmo son moneda corriente.
Con mi madre parece que tuviéramos una barrera que impide acercarme más, yo daría mi vida por ella, porque la amo, y es la mujer que me crio y cuido. Pero muchas veces no tiene compasión para decir cosas que duelen y hasta me trauman, porque si soy un enfermo, un desquiciado que se aísla si duele.
-¡Que irresponsable Suichi! Por tu culpa ahora todos estamos sufriendo... lo único que te importaba era ese joven verdad, si ese niño estuviera no hubiera pasado nada de esto - me dijo esto sin siquiera mirarme a la cara, y enfermo del odio y la rabia con mis manos rompí la ventana de mi cuarto, ella solo miro los vidrios.
-Si él te viera así, se estaría revolcando en su tumba - otra de las frases despiadadas de la maestra genkai... he pensado tantas veces en terminar con esta agonía, pero sé que me condenaría al pecado eterno y jamás podría volver a verlo, allá en el cielo donde me espera.
-Se nota cuanto lo querías, que ni siquiera vas a su tumba- siempre he creído que los que van al cementerio a llorar, es porque se lamentan de algo. Yo con mi Koorime no dejamos ningún asunto pendiente, éramos los mejores amigos, el me amo y yo lo ame tanto como puede amar un ser humano. Nuestros últimos días, justo antes de la condenada misión, nos quedamos a ver una película en mi casa (no recuerdo cual era) después de varios besos lo abrace y estuvimos así unas horas antes de partir al makai...
¡Por Inari! Cuanto lo quiero aun...
Sin darme cuenta, guiado por el viento, acudí al cementerio, nunca antes había venido ¿acaso también me volví un hipócrita? inmediatamente lo recordé, hoy fue el "día", miles de imágenes se agolparon, todas en cámara lenta, como si fuera una película de horror, los llantos, los gritos y no sé por qué, también mi mirada.
Y en el condenado sepulcro un ángel sollozaba
¿Por qué dejaste de mirarme? ¿De saber que existo?
No era una creatura celestial, pero para mí era lo mismo o algo mejor, era Mi Hiei, que se aferraba inútilmente a una miserable lapida.
Si decías que era tu ángel ¿Por qué me abandonaste en un abismo y te llevaste mis alas?
Estaba tan feliz de verlo que no me atrevía a moverme por miedo a que fuera solo un sueño, que se desvanecería. Pero debería calmar su falsa agonía, yo jamás había cometidos los pecados de los que me acusaba en sus preguntas.
Ahora sufro el castigo de amar a alguien que no está, me condenaste a vagar perdido en la nada hasta que me recuerdes.
Intente acercarme, quería parar su dolor, decirle que nada había cambiado, que la muerte era solo un mal recuerdo, pero no puede algo me lo impedía, una fuerza mayor.
¿Tan difícil te era quererme? Si tú eras mi existencia...
Tuve una epifanía, al vislumbrar el motivo de sus negras lagrimas.
¿Por qué me dejaste solo? ¿Por qué me protegiste?... ¿Por qué diste tu vida por la mía cuando esta no vale nada?
Comprendí la actitud de mi madre cuando nunca me miraba, las palabras dolorosas de mis seres queridos... yo ya no existía para ellos, ya no podían verme, oírme y ni siquiera sentirme.
Y en el epitafio profesaba: "Aquí descansa Suichi Minamino (1991-2009) amado hijo, amigo y compañero"