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El paradigma del príncipe azul por Necoco_love

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Notas del fanfic:

Saludos :D


¿Cómo están? Espero que muy bien n_______n


Bien, esto es sin duda algo un poco raro que terminé por escribir. Desde hace ya algún tiempo había querido tomarme mi tiempo para escribir un ensayo que tenía por título “el paradigma del príncipe azul”. ¿La razón? no sé, simplemente tenía ganas de escribir algo así. Nunca lo comencé. Pero recientemente retomé la idea, y me pareció buena idea escribir algo al respecto del fandom de Naruto y bueno, esto fue el resultado.


Está inspirado en aquellos deseos infantiles que albergaba mi corazón de algún día encontrar a mi príncipe azul. Está inspirado en aquellas creencias infantiles y un poco irreales que vivían en mí, de que toda chica merecía su príncipe azul. Está inspirado, sobre todo, en aquellas chicas que anhelan encontrar a esa persona con la que definitivamente lograran encontrar la felicidad.


Por que creo sinceramente que toda chica merece amar y ser amada; por que creo sinceramente que toda chica merece ser feliz sin importar con quién…


Aunque me estoy desviando del tema principal xD


Espero les guste el fic.


 


 


Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto.


 


 

La primera vez que escuché hablar del príncipe azul fue nada más y nada menos cuando tenía alrededor de 6 años, cuando Sakura, mi mejor amiga, me habló por primera vez sobre sus sueños y esperanzas en un futuro, y sobre el amor que sentía por cierto hombre y la manera en que ella deseaba él fuera su príncipe azul.


 


 


Debo admitir que para tener seis años comprendí muy poco sus palabras de niña que ésta pensando ya en un futuro. Yo simplemente seguí columpiándome en el parque cercano a casa deseando internamente poder convertirme en aquél príncipe azul que ella anhelaba, ese que la amaría y la protegería por toda la eternidad, como en los cuentos de hadas que solían contarle sus padres.


 


 


 


Nunca pude ser su príncipe azul. O era demasiado torpe o era demasiado ingenuo. O era demasiado impulsivo o era demasiado despreocupado. Ella siempre le encontró peros a mi deseo de verla feliz siendo yo su príncipe azul y, a la fuerza, tuve que comprender que lo que ella entendía por príncipe azul y perfecto tenía por nombre Uchiha Sasuke, un chico de nuestra clase al que odiaba con todo mi ser.


 


 


 


 


No niego que en aquél momento Sakura estaba cegada por la genialidad que aparentemente irradiaba el carácter frío e indiferente de Sasuke, pero también quería pensar que ella simplemente estaba enamorada de una idealización que se había hecho del azabache. Alguien incapaz de poseer sentimientos era incapaz de ser un digno príncipe azul. A los 8 años, esa era mi conclusión.


 


 


 


A medida que el tiempo pasaba, más chicas iban cayendo en el hechizo hipnotizante de la frialdad de Sasuke y, por mucho que se empeñaran en hacerlo cada una su príncipe azul, Sasuke se mantenía tan reacio e impávido a las propuestas que muchas veces pensé que rechazaba a las chicas solo por elevar su ego a niveles insospechados.


 


 


 


A pesar de todos mis esfuerzos, Sakura nunca me prestaba más atención de la estrictamente necesaria. Dedicada a Sasuke en toda la extensión de la palabra, yo venía a ser solo alguno de entre el montón que intentaba hacer reaccionar la mente de las niñas que creían que amor era esa sensación que se anidaba en su pecho al ser rechazadas una y otra vez por la indiferencia de Sasuke.


 


 


 


Pasé la mayor parte de la escuela primaria odiándolo a muerte, peleando con él cada que la oportunidad me lo permitía, y ganándome el odio de sus más destacables admiradoras de su club de fans. No me molestaba mucho el hecho de que fuera precisamente Sasuke por quién todas ellas murieran, me molestaba el hecho de que todas ellas fueran tan ciegas para amar obsesivamente a un hombre tan asexual y cerrado como Uchiha.


 


 


 


No me molestaba que fuera Sasuke en absoluto lo que todas ellas consideraran el príncipe azul de sus tontos cuentos de hadas. Me molestaba el hecho de que por culpa de Sasuke, Sakura no podía notarme.


 


 


 


Al entrar a la secundaria me aferré a la idea de que el príncipe azul no existía, y que los cuentos de hadas que Sakura se había empeñado en creer no eran más que simples inventos para hacer creer a las chicas una vida color de rosa que estaba seguro, ninguna de ellas tendría al cien por ciento. No era más que un burdo intento por lavarles el cerebro y hacerles creer que con un poco de esfuerzo y dedicación, sin importar cuanto pesara la tormenta, siempre llegaría aquél dichoso príncipe azul perfecto en todo sentido que las rescataría de la perdición y juntos vivirían por siempre.


 


 


 


No eran más que simples mentiras que las niñas se creían por que no había nada más que creer.


 


 


 


Me resigné a la idea de que Sakura jamás me notaría. La olvidé por que las cosas simplemente nunca iban a funcionar.


 


 


 


Conocí a Hinata poco después. Yo era para ella el príncipe azul que esperaba, igual como para Sakura lo seguía siendo Sasuke. Aunque me empeñé en evitar que me viera de esa forma, terminé por aceptar que ella miraba las cosas de manera un poco más real y que, aunque para ella yo era ese hombre que la rescataría y por el cual continuaba esperando, ella aceptaba que no existía el felices para siempre, y que, después de todo, los cuentos de hadas no siempre se volvían realidad.


 


 


 


Pude ser quizá más príncipe azul para ella de lo que nunca fui para Sakura. Hinata era la única princesa a quién yo protegía y por la cual volví a creer en el príncipe azul, aunque con notables dudas al respecto. No podía ser perfecto para ella, y no podía amarla de la forma en la que deseaba, pero para ella bastaba con que no me apartara de su lado. Con que el príncipe estuviera ahí para protegerla.


 


 


 


No obstante, Sasuke interfirió de nueva cuenta. Esta vez no de la manera que esperaba, con odio mutuo y peleas del nunca acabar. Sasuke y yo terminamos por volvernos los mejores amigos, con una amistad muy singular que oscilaba entre el odio y el amor. Era extraño por decirlo de alguna manera.


 


 


 


La manera en la que descuidé a Hinata y ella se percató de algo que yo jamás noté, fue lo que me comprobó que los príncipes azules no existían. Eran solo la ilusión latente en cuentos transmitidos de generación en generación por las chicas que anhelaban más que nada ser amadas por alguien imposiblemente perfecto.


 


 


 


Los príncipes azules no existían por que simple y sencillamente ningún hombre en la faz de la tierra podía ser alguien tan perfecto como anhelaban todas las chicas a la espera del amor verdadero. Amaban solamente la ilusión que se hacían del príncipe azul, solo una idealización que estaba más allá de la cruel realidad.


 


 


 


Al llegar a la preparatoria, e incluso antes de ella, muchas chicas comenzaron a decepcionarse, a madurar y a abrir los ojos a la realidad; no existía ser tan perfecto como en los cuentos de hadas eran descritos los príncipes que amarían por causa del destino a todas las bellas princesas en peligro. Solo eran vanos cuentos que echaban a volar la gran imaginación de las niñas en crecimiento.


 


 


 


 


Cuando Sasuke y yo nos volvimos pareja, incitados por el amor que secretamente sentíamos el uno por el otro, las chicas comenzaron a darse cuenta que el príncipe azul era demasiado perfecto para ser verdad. Sakura comprendió que cosas infantiles como aquello no tenían cabida en la mente de las jóvenes chicas que debían buscar su propia felicidad lejos de la irrealidad que sus mentes infantiles habían implantado en ellas.


 


 


 


 


Muchas veces me negué a aceptar que tal cosa como el príncipe azul existía. Hoy me retracto de mis palabras en aquél entonces y puedo decir, sin temor a equivocarme, que el príncipe azul si existe.


 


 


No obstante, no es como lo pintan en los cuentos de hadas. Mi propio príncipe azul, por cursi y ridículo que esto suene, es todo lo opuesto a mí, tan frío en carácter y tan cerrado en personalidad, con más defectos que virtudes. Tan engreído e indiferente que muchas veces me pregunto por que lo amo si al parecer es la peor persona a quién yo podría amar.


 


 


 


Quizá no exista el “y vivieron felices para siempre” o el príncipe azul perfecto. Pero cada quién hace del ser que ama su propio príncipe o princesa. Quizá tenga más defectos que cualidades o no sea lo que en un principio uno se habría imaginado sería su príncipe azul o su cuento de hadas los días que junto a esa persona se pasan.


 


 


 


 


Sin embargo, con que ames y seas amado, viene a ser suficiente.


 


 


 


Con que ames y seas amado, no existe mejor cuento de hadas.


 


 


 


 

Notas finales:

Quizá quedó muy cursi, o muy sin sentido, pero realmente no quería modificarlo en absoluto por que aunque corto, me terminó por gustar como lo escribí. Espero que piensen lo mismo :3


Dudas, quejas, comentarios, sugerencias, etc, se aceptan reviews xD Que tengan un lindo día. Besos & abrazos, Necoco.


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