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Después de la Muerte por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Autor: Akira Hilar
Razon: Ni idea, simplemente la idea brotó y la arme rápidamente en la cabeza. Es parte de los trabajos para nuestro subforo Saga x Shaka.
Dedicatoria: A Karin, Athena_Arianna, Ale_Chan, Kimee, Lola, Sahasara y todas las miembros del club Santísimo Pecado Geminis x Virgo

Notas del capitulo: Pertecene a la serie Sólo Santos, será una colección de Oneshot que relatara desde mi propio canon, hechos ocurridos en el santuario, tratando de respetar a Kurumada *que ya es mucho* xD podría pasar por varios personajes, para explicar varias cosas que halla visto fuera de lugar en el manga. *Trabajo Okadesco*. Por supuesto, tendrá más esencia del Saga x Shaka.
Athena Exclamation.

La técnica mortal y prohibida. Técnica sellada por la misma diosa por considerarla baja y ruin. Un poder capaz de traer el mismo Big Bang que creó el universo.

Destructiva… Devastadora… Imparable…

Géminis veía con ojos desorbitados la figura del sexto guardián, inmóvil en medio de la ilusión del perfecto Tesoro del cielo, con el rosario en manos, con sus ojos azules abiertos, por fin, para él. Se reflejaba él en esos orbes zafiros. Se veía él en esos eternos cielos… buscaba él respuesta para pedir semejante acción…

Indagaba…

Buscaba…

Imploraba una explicación…

Para que Virgo le pidiera a él la muerte…

Y recordó… se conectó a la memoria de él… ambos en la misma sintonía revivieron aquel momento…

Trece años atrás… trece años atrás cuando la maldad no había tomado por completo la mente de Géminis, cuando aún Virgo no tenía la armadura…

Cuando ambos eran inocentes…

-¡Ohm!

La dulce voz de aquel niño de siete años sonó, al paso de una fuerte cosmos energía que lanzó a su víctima a varios metros, trastabillando hasta un árbol. Los dos mayores, alarmados por la fuerza ejercida y el extraño arranque, se dirigieron al lugar del delito, donde el pequeño Shaka, con sus ojos cerrados y su túnica vino tinto que se ataba a sus hombros, estaba tranquilo en meditación, frente al rastro destructivo de su técnica ofensiva. De inmediato, Sagitario y Géminis pasaron la mirada hacía el árbol donde había caído el pequeño Milo.

-¡Me la vas a pagar!-grito el escorpión acumulando su cosmos en el dedo índice de su mano, obligando a los mayores a actuar.

-¡Esperen! ¿Qué es lo que les pasa?-reclamó Saga muy molesto con la pequeña pelea entre los aprendices-. ¡El patriarca sabrá esto!

-¡¡¡No quiere entrenar conmigo!!!-gritó en su defensa el próximo octavo guardián. Aioros pasó su mirada al pequeño rubio que tenía una graciosa mueca de molestia, estrujando el puntico entre sus cejas y con un visible rasguño en su mejilla derecha. Saga suspiró profundo ya acostumbrado a esa respuesta cuando se trataba de problemas con virgo.

-Estoy meditando-argumentó el menor con suficiencia. Aioros soltó una divertida carcajada.

-¡Aioros!

-Lo siento Saga… Lo siento…-decía aún buscando calmarse-. ¡Es que este niño siempre me divierte!-virgo levantó una ceja visiblemente incomodo-. Ven Milo, Aioria de seguro querrá entrenar contigo.

-¡¡El dice eso para no entrenar!! ¡¡Sólo se duerme!! ¡¡Ese Boda no existe!!-y Aioros volvió a soltar una carcajada.

-Es Buda-corrigió el menor con neutralidad.

-¡Déjalo!-repitió Aioros con una cálida sonrisa-. Ve con Aioria, andaba aburrido, ¡intenten tumbar a Aldebarán si pueden! -Saga lo miró con reprobación, mientras Milo obedecía la voz del mayor.

-No deberías apoyarle en ese juego de tumbar a Aldebarán.

-¡Vamos Saga! ¡Son solo niños!

Y Géminis renegó con su cabeza con una pequeña sonrisa. Ciertamente son niños aún, pero eso no sería por mucho tiempo. Estaba seguro que pronto ellos recibirían sus armaduras.

Devolvió la vista al menor, el rubio que aún estaba sentado de piernas flexionadas y espalda recta frente al enorme tronco de aquel árbol. El cielo se veía algo nublado y estaba seguro que pronto caería la lluvia.

-Buda debe ser alguien muy interesante…-comentó Géminis al aire, viendo el casi imperceptible movimiento de las cejas de Shaka, denotando que le estaba prestando atención-. Hasta siento envidia-completó, con una ligera sonrisa.

-¿Por qué?

-Mmm… pasas más tiempo hablando con él que conmigo.

El pequeño se quedó en silencio y Saga no supo interpretar si meditaba la respuesta que daría o simplemente ignoraba su comentario. Shaka de por sí era un niño bastante complicado de entender y esa actitud tan reflexiva a pesar de su edad lo alejaba de los demás compañeros. Fue precisamente esa razón la que había llevado al patriarca a encargarle a Saga la labor de ayudar a compenetrarlo al resto, tarea que había sido casi imposible. Simplemente Shaka no daba espacio a argumentos.

Suspirando profundo, se acercó a él y se tiró a la grama, a un lado, sentado de espalda al tronco y mirando las hojas verde que los cubría.

-¿Qué hace?-preguntó el menor, incomodo con la cercanía.

-Me siento.

-¿Por qué aquí?-repuso el menor.

-¿Y por qué no?

Shaka se quedo en silencio, ligeramente sonrojado al encontrarse si una razón convincente y valedera para que Saga no se sentara allí. Exhalando un poco de aire se concentró de nuevo para seguir meditando, entre el paso del viento que soplaba con un algo de fuerza, llevándose hojas secas, algunas que se quedaron atadas en la cabellera rubia. Saga distraído pensando en un montón de cosas a la vez, giró la mirada al perfil del menor que lucía muy concentrado. Lo observó por largo rato, hasta que vio una hoja seca atascada y decidió quitarla del paso.

Dedos en las hebras doradas. El respingo en el menor. La curiosidad del mayor.

-Sólo quitaba una hoja-se excusó al verle la expresión molesta.

Esperó una respuesta del menor que nunca llegó. Suspirando profundo, simplemente volvió a sentarse en el lugar. Shaka entretanto se recriminaba a sí mismo, porque por estar analizando al santo a su lado no había podido concentrarse para meditar durante todo ese tiempo. ¿Por qué se le acercaba? ¿Qué buscaba? ¿Y por qué le gustaba escuchar la respiración tranquila de otro mientras meditaba?

-¿Hablas mucho con Buda?

Preguntó al final, como si hablara con el aire, sin dirigirle la mirada. Luego de un tiempo meditando entre si responder o no, Shaka decidió hablar.

-No… no hablo siempre con él.

-¿Y entonces qué haces el resto del tiempo?

-Medito en las respuestas que obtengo tras sus conversaciones.

Saga inclinó un poco su rostro para verlo, admirar la forma que sus cabellos dorados bailaban al son de la brisa. Se acercó para cubrirlo con el cuerpo, notando que ya empezaron a caer gotas de lluvia fría. Quitándose la capa de su armadura dorada, la puso sobre ellos y Shaka subió su rostro buscando explicación para el acercamiento.

-¿Y desde cuándo hablas con él?-le preguntó, rodeando el cuerpecito entre sus piernas, sin tocarlo con sus manos para no incomodarlo. Shaka intentó calmar el extraño latido de su pecho acelerado. ¿Qué significaba? Precisamente por no entenderlo prefería estar solo.

-Desde que estaba en la India.

-¿Y cómo hiciste para hablar con él?

-Le hice preguntas, sobre la vida, el sufrimiento humano.

Otra vez el silencio acompañado por la caída de la lluvia, suave y fría que caía un poco sobre ellos, escurriéndose de las hojas humedecidas. La mirada de Saga era profunda y dirigida a la nada. Que un niño a esa edad ya se interpelara sobre el sufrimiento humano era algo que jamás pensó que podría ocurrir. Definitivamente, Shaka estaba más allá. Era como si guardará preguntas aún de una vida anterior. Era la inocencia conjugada a sabiduría de siglos.

-¿Y qué te dijo Buda sobre el sufrimiento humano?

-Me enseño las cuatro verdades-respondió de inmediato el menor, colocando en evidencia de que no estaba muy concentrado meditando. Saga se sonrió al sentirse escuchado.

-¿Y hay algo que Buda te haya explicado y no hayas entendido?-se atrevió a preguntar, mientras pasaba su mano por la cabeza del menor. La primera reacción fue un leve temblor, pero notó que Shaka no hizo intento alguno de alejarlo.

-Sí.

-¿Puedo saber sobre qué?

-Que la muerte no es el fin.

El silencio de nuevo se sentó entre ellos. Shaka recibía ya sin meditarlo las caricias en su cabello, Saga reflexionaba sobre lo último que le había comentado. La lluvia continuaba sobre ellos, con pocas gotas, casi serenaba sobre el santuario y a lo lejos se podía ver el indicio de que un hermoso arcoíris engalanaría la escena.

Saga no sabía cuánto tiempo había pasado allí simplemente sentado con el pequeño Virgo, pero simplemente le agradaba la compañía. Lo que al principio hacía por obligación, se descubrió en ese momento hacerlo por mero placer. Y es que era justo ese instante que tenía la oportunidad de acariciar la sedosa cabellera dorada, muy distinta a la propia, tan rebelde y ondulada. La sensación le era agradable y el aroma a naturaleza que desprendía era embriagante.

Luego de un tiempo de mutismo, sólo escuchando sus respirares y la lluvia, Saga encontró que decir.

-El patriarca me ha dicho que al final del camino, cuando morimos, nos convertimos en parte del universo. Nuestro cosmos se transformará en una nueva estrella, y nos reuniremos con todos aquellos que como nosotros han entregado su vida por la diosa-el menor se notaba pensativo-. Es como el agua. El agua cae del cielo y vuelve a la tierra, de donde subirá para volver a crear nuevas lluvias.

El niño seguía sin comentar nada al respecto. Dándole unos minutos para reflexionar sus palabras, Saga siguió acariciando la suave cabellera dorada. Le gustaba, le gustaba simplemente poder pasar sus dedos por la cabeza del niño, y a veces se preguntaba qué era lo que sentía, porque el contacto le contentaba y si era correcto. Salió de sus pensamientos cuando, rompiendo su postura, Shaka extendió una mano para que las gotas la mojaran, esa manita blanca y pequeña humedeciéndose. Enternecido, el gemelo extendió la suya y cubrió la del menor. Al poco tiempo, la lluvia cesó.

-De seguro, cuando regreses serás una hermosa estrella.

-Pero eso no explica porque la muerte no es el final-concluyó Shaka con un tono de decepción.

-Quizás, también deba meditar en eso…-admitió, reconociendo que no le quedaba muy claro tampoco-. Aunque, ¿no es muy temprano para pensar en eso? Somos muy jóvenes, ¡nos queda mucho por delante!

-Pero…

-Nada de peros. ¡Ven!-Lo tomó por la cintura sin preguntar, llevándoselo al hombro para cargarlo con su brazo. El menor le subió el rostro curioso y avergonzado-. Vamos, ya dejó de llover y tienes que quitarte esas ropas húmedas.

-Puedo caminar-refunfuño el aprendiz, haciendo ademanes para soltarse cosa que el santo no le permitió.

-Pero es mi manera de pagar el hecho de que no te dejé meditar-y Shaka se sonrojó al sentirse al descubierto, bajando su rostro y ocultando la expresión detrás del flequillo.

-No me gusta que me carguen.

-Qué extraño, ¡a Milo le fascina que lo lleven en brazos!

Y la escena, mientras ambos caminaban hacía los templos, conforme Shaka ocultaba su rostro en la armadura de Géminis, Saga admiraba el pequeño rostro, las manitas que se aferraban a su pecho y la sensación sedosa de la cabellera dorada escurriéndose por las hendiduras de su armadura; se fue consumiendo, al mismo tiempo que el jardín detrás del templo de Virgo al recibir la Athena Exclamation…

Una lágrima que vio fin al convertirse en átomos cósmico…

Shaka que entendió a tiempo las palabras de Buda…

Saga que ejecutó con dolor la técnica prohibida…

El viento que azotó fuerte en una impresionante fuerza destructiva que se llevó todo rastro de vida a su paso.

Una supernova…

El poder que arrastraba todo rastro del santo de la sexta casa, al mismo tiempo, que se llevaba con él las memorias vividas…

Para una estrella tan grande como tú, no había mejor forma de morir que explotando… como una supernova.

Y al final… su espíritu habló unas últimas palabras. Sonrió recitando un poema. Se sentó en esa posición inmortal.

¿Encontraste la respuesta, Shaka?

Se preguntó, al verlo por última vez al final, escribiendo con su sangre.

¿De verdad hay algo más allá de la muerte?

Y lágrimas surcaron de sus ojos…

El sabía que había después de la muerte…

El venía de ella…

Sólo le esperaba el Cocito con su helado ambiente tétrico.

¿Buda te mintió?

Y lanzó un puño frustrado en la tierra donde su cuerpo subió al firmamento.

Y derramó lágrimas llenas del dolor, del dolor de su corazón al haber tenido que quitarle la vida…

-Saga… después de la muerte está el Arayashiki…

Las palabras que nunca fueron oídas…

Ya iré a acompañarte…
Notas finales: Me mtó el final pero... DIOSES, mi shakita lindo muriendo y Saga sin terminar de comprender el porque... T_T
Espero les haya gustado

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