-no dejare que nadie más te tenga Inuyasha ni siquiera que te mire o toque, eres solo mío.
Lleve a Inuyasha a mi escondite, era una enorme cabaña que yo construir en las montañas, estañábamos muy alejados y más que eso fuera del alcance de cualquiera, incluso de esos asquerosos humanos.
Tenía a Inuyasha acotado sobre un futon el estaba desnudo pues destroce por completo sus ropas, únicamente lo cubría una manta, su cuerpo estaba completamente marcado por mi desde su rostro hasta sus piernas, de cierto modo no me sentía arrepentido por l que había hecho, al contrario me sentí muy bien cuando hice a Inuyasha mío, sin embargo sentí un terror horrible el solo pensar que el me odiara lo que sería muy probable.
Me senté junto a el por un momento observándolo, el pobre aun seguía inconsciente al haber pasado un dia y medio, me preocupaba el hecho de que no recobrara la conciencia, tenía fiebre fui a un lugar a recolectar hiervas medicinales y agua para bajarle la fiebre, lo estuve cuidando durante el resto del dia, bajándole la fiebre y atendiendo sus heridas, por un momento lo tome en brazos como si fuera un bebe y lo estuve acurrucando contra mi cuerpo mientras lo acariciaba de la cabeza, fue entonces cuando recobro la conciencia, lo primero que vio fue a mí, de inmediato hizo un movimiento brusco y tratando de que lo soltara pero el pobre se encontraba muy débil, así que lo baje recostándolo en el futon y cubriéndolo con la manta, de inmediato el se fue a arrastras hacia una de las esquinas de la habitación, de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas al tiempo en que se cubría lo mas que podía con la manta, también vi como todo su cuerpo comenzaba a temblar.
Sus ojos no reflejaban odio............si no miedo, Inuyasha me tenía miedo, la escena me perturbo, me acerque hacia el queriendo tocarlo a lo que respondió repagándose a la pared llorando aun mas mientras temblaba cada vez mas.
-no.......por....favor..........ya no mas..........
Sus palabras me hirieron en profundo de mi alma, realmente me tenía miedo, sin embargo yo no podía permitir que me rechazara no ahora que había probado lo dulce de su ser.
Lo sujete fuertemente de ambos brazos, su cuerpo estaba helado y temblando del miedo y sus ojos no rebelaban otra cosa si no terror, en un intento por calmarlo lo bese suave y delicadamente y lo rodee con mis brazos en un delicado y apasionado abrazo.
Un vez que termine el beso me le quede mirando fijamente a los ojos, lucia totalmente atónito, fuera de sí, lo abrace nuevamente acariciando su cabeza delicadamente, gracias al cielo dejo de temblar y su cuerpo se relajo en mis brazos.
-aun sigues muy lastimado, por favor descansa.
Me separe nuevamente de el y se me quedo mirando en lado.
-¡tu brazo!.................... ¿Cuándo lo recuperaste?
El pobre estaba tan asustado e impactado por lo sucedido que apenas se había dado cuenta que tenia nuevamente dos brazos.
Pero al parecer esas iban a ser las únicas palabras que me dedicaría por el momento.
Tome una manta más grande y lo envolví con ella.
-tu fiebre acaba de bajar, no debemos arriesgarnos a que vuelva.
Lo cargue e brazos y lo recosté en el futon, sus ojos expresaban, desconfianza y sorpresas y por supuesto inseguridad.
Era más que obvio que si no tomaba las precauciones necesarias, el podría escapar, no iba a permitirlo, asi k me retire de inmediato y de la habitación para preparar las puertas y ventanas de la cabaña, por el momento el no podría escapar pues estaba severamente lastimado y no contaba con la fuerza para moverse mucho y menos para un escape.
Selle ventanas y puertas con un poderoso hechizo, de tal manera de que solo yo pudiera entrar y salir de ahí, pues tal y como lo había dicho antes, nadie excepto yo formaría parte de la vida de Inuyasha por y para siempre.
Me dirigía a una de las habitaciones de la cabaña era el cuarto más grande era por supuesto un enorme cuarto lleno de ropas elegantes y kimonos de seda de diversos colores, diseños y tamaños, eligiendo cual le daría ponerse a Inuyasha me tope con uno que tan solo de verlo me pareció perfecto, era un diseño femenino, color rojo con rosas negras, era largo de la cola y corto por la parte delantera cuando mucha le quedaría sobre las rodillas, las mangas eran largas y sueltas e incluso tenia adornos para el cabello, me fascino para él, de solo imaginarme con el kimono puesto me sentía nuevamente excitado.
Lo tome junto con los adornos y unos listones del mismo rojo que el kimono y unos zapatos que hacían juego con conjunto, baje a la habitación de Inuyasha pero al entrar me encontré con la sorpresa de que no estaba, así que de inmediato comencé a buscarlo por toda la cabaña pues no podía salir de ella, entonces percate un olor proveniente de la habitación trasera en el primer piso, me dirigí de inmediato tratando de no hacer ruido y entonces lo vi, intentaba desesperadamente abrir una de las puertas a incluso la había arañado, se percato de mi presencia y de inmediato se dio la vuelta al verme tan enfurecido, comenzó a temblar del miedo.
Camine directamente hacia a él y lo tome de un brazo jalándolo hacia otra habitación en el segundo piso, al llegar a ella lo avente contra la enorme cama le arranque la manta con la que se había cubierto dejándolo al descubierto, el seguía temblando y nuevamente comenzó a llorar, tenía pensado a serlo mío nuevamente por la fuerza pero al ver su cara me di cuenta que no soportaría verlo sufrir e implorando clemencia nuevamente.
Así que simplemente lo arrodille en l cama y le puse el kimono, se lo acomode y tal como esperaba le quedaba muy bien corto de adelante y la larga cola por detrás y las margas largas y colgantes, tome un cepillo de uno de los muebles y le cepille el cabello y le puse los adornos para los broches en el cabello y los listones se lo puse alrededor de las piernas formando cruces hasta llegar a las rodillas y formales un moño en ambas piernas para al final ponerle las zapatillas.
Una vez que termine lo puse de pie y me retire para verlo mejor, lucio sumamente hermoso, parecía una hermosa princesa, su rostro exclamaba confusión y vergüenza por estar vistiendo algo así.
-¿Por qué me vestiste así?
-luces muy lindo así, y no quiero que por ningún motivo te lo quites, a menos que desees andar por todo el lugar desnudo, de ahora en adelante vestirás solo lo que yo te dé y harás lo que yo te ordene, no dejaras esta habitación a menos que yo te lo ordene y si lo haces............me temo que tendré que castigarte.
Al haber dejado claro mis puntos el bajo la cabeza resignado y sumiso, tal y como lo había querido ahora Inuyasha me pertenecía por completo.
……………………continuara.
