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Mi hermano imaginario por Necoco_love

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Notas del fanfic:

Saludos (:

Esto es ya un fic que desde hace vario tiempo tenía inconcluso. Supuestamente era un reto que había hecho con mi gran amiga DraculaN666, pero, por motivos personales de ella xD y por cuestiones de tiempo y falta de ideas, al final las dos perdimos el reto y bueno… pues eso xD al final, me decidí que no quería dejar esta historia inconclusa y, que aunque no fuera para cumplir el reto, por lo menos quería verlo publicado para ver que opinaban los demás al respecto.

El final no es el mismo que había planeado al principio, pero bueno, la idea principal simplemente se me fue y era esto o no terminar el fic xD

Espero les guste.

 

 

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto.

 

 

 

Era más de media noche. La brisa nocturna acariciaba su rostro con parsimoniosa dulzura, arrullándolo con el silbido que provocaban las hojas de los árboles alborotarse en el sepulcral silencio de la noche. La luna brillaba con intensidad arriba en el cielo, que rebozaba de pequeñas estrellas que adornaban hermosamente la oscuridad de la noche. Sentado en el balcón de su habitación, recargado junto al cristal, suspiró largamente mientras pedía un deseo a la estrella fugaz que de pronto pudo vislumbrar en el cielo. Ojala…

 

 

 

Esbozó una sonrisa melancólica en el rostro tan pronto las remembranzas de su niñez perdida volvían a su mente, como un fresco recuerdo que hubiera pasado ayer. Ja, era todo tan… irreal. Tan endemoniadamente irreal que dolía dentro de su corazón. Pero eso no impedía que su corazón diera cabida a la esperanza, esa que estaba seguro sería la última en morir.

 

 

Y sonrió con más dulzura.

 

 

 

Casi ocho años atrás, se había visto abrumadamente huérfano al constatar que sus padres habían muerto a causa de un accidente automovilístico. Por aquél entonces no concebía ni por asomo que algún día sus padres morirían, pero desgraciadamente había confirmado que la vida era muchas veces muy diferente al matiz con que un niño la percibía. En tan solo cuestión de minutos se había encontrado solo, sin la compañía de sus padres y con un vacío acrecentándose en su pecho conforme el tiempo pasaba. Y ser hijo único tampoco le era muy reconfortante.

 

 

 

Por ende sus abuelos, un viejo pervertido y una mujer demasiado fuerte para considerarla como tal, tuvieron que hacerse cargo de él, sacándolo de aquella casa que lo había visto crecer sus primeros ocho años de vida y la cual aún guardaba muchos buenos recuerdos para su fresca mente. Más el hecho de contar con el cariño incondicional de sus abuelos si bien le hacía más llevadero el hecho de haber perdido a sus padres, no llenaba completamente el vacío que en su pecho se había formado.

 

 

 

La sensación de una soledad absoluta era inevitablemente abrumadora…

 

 

 

Pocos días tras el sepelio de sus padres había pensado, en una infantil idea, que deseaba tener un hermano mayor. La cuestión era que ahora, más que nunca, la idea de un hermano mayor era prácticamente imposible. Sus padres estaban muertos y, aún si convencía a su abuela Tsunade de que tuviera otro hijo con Jiraiya, a pesar de su avanzada edad, la mujer no podía dar a luz de pronto a un hombre más de 9 años para que así pudiera ser su hermano mayor. Al menos eso le había explicado su abuela cuando ilusionado había ido a pedirle un hermano mayor. Era imposible.

 

 

 

Pero casi como todo niño inocente, Naruto había terminado por empecinarse en la idea de tener un hermano mayor, incluso si tenía que salir a las calles a buscarlo entre la gente que iba y venía de un lado a otro. No obstante, tras varios intentos cuando volvía de la escuela, se percató decepcionado que no podía simplemente ir pidiendo por ahí a los adolescentes desconocidos que se convirtieran en su nuevo hermano mayor, por más ternura que la simple petición causara.

 

 

 

¿De verdad era imposible tener un hermano mayor? seguro estaba que de esa forma la soledad disminuiría poco a poco y el dolor dentro de su pecho iría mitigándose hasta el punto de aceptar con madurez que sus padres jamás volvería y que ahora le tocaba vivir a él lo que le restaba de vida. Seguro estaba que la compañía de alguien que pudiera protegerlo, alguien a quién aferrarse cuando sus abuelos no eran suficiente, era lo único que le hacía falta de momento.

 

 

 

Lo pensó y lo pensó varias veces. La idea de secuestrar a alguien no le ayudaba por ser tan pequeño. La idea de que sus abuelos concibieran un hermano mayor para él era imposible. Y la intención de buscar alguien que quisiera fungir como su hermano mayor había resultado todo un fracaso. Nada tenía el resultado que esperaba y, por más esperanzas que tuviera, empezaba a cansarse de buscar, desistiendo así de sus propios deseos. Hasta que llegó el glorioso día en que se le ocurrió la idea perfecta de cómo conseguir un hermano.

 

 

 

El como había surgido la idea que parecía absurda en un principio no lo lograba recordar a ciencia cierta. Pero la solución estaba en imaginar. Imaginar una realidad en donde no era capaz de sentir el dolor, y donde un hermano mayor era real. Por que imaginar era en ese momento resolver su problema en un mundo donde la ilusión era la solución…

 

 

 

Días más tarde, se concentró de lleno en imaginar a quién sería su hermano mayor por el resto de su vida. Tenía que ser un hermano mayor perfecto, y si no por lo menos alguien a quién podría admirar como a su héroe y quién estaría siempre ahí para protegerlo y jugar con él. Al menos era lo que esperaba de su hermano mayor. Pero se planteó tiempo después la posibilidad de haberse equivocado al imaginar un hermano mayor.

 

 

 

Una noche de haberlo pensado detenidamente, de haberlo deseado con toda su alma, finalmente apareció ante sus ojos su querido hermano mayor, ese por él que había estado esperado tanto tiempo. Fue la noche más feliz de su vida. Y la primera en que deseó pegarle un buen golpe a su hermano. Un adolescente que rondaba los 16 años apareció ante sus ojos tras haberlo imaginado detenidamente con los ojos cerrados. El sujeto azabache en su habitación se limitó a mirar a su alrededor, ignorándolo deliberadamente cuando intentaba hablarle. Momentos más tarde, cuando su hermano imaginario comenzaba a irritarse con su chillona voz que le exigía le dijera su nombre, se presentó como Uchiha Sasuke y le pidió que hiciera el favor de callarse de una buena vez, que detestaba a la gente como él.

 

 

 

Su hermano mayor fue toda una decepción en aquél momento.

 

 

 

Aquella misma noche pelearon por primera vez. Naruto no era dado a pelear por muchas cosas, pero cuando Sasuke arrogantemente le había ordenado saliera de la cama por que de ahora en adelante ahí dormiría él, no había podido evitar gritarle un «serás idiota» que había molestado de sobremanera al azabache Uchiha.

 

 

— ¡me importa un comino si es tú cama, YO voy a dormir ahí, te guste o no! —le bramó Sasuke, exasperado por intentar dialogar con un niño gritón.

 

 

— ¡pero es mi cama! —Chilló el rubio— ¡Y el hecho de que seas mi hermano mayor no te da derecho que quedarte con mi cama!

 

 

 

—un momento—Sasuke frunció el ceño— ¿Cuándo he dicho yo que seré tu hermano mayor?

 

 

 

—Pero… eres mi hermano mayor, yo te imaginé y por eso estás aquí… —susurró débilmente el menor.

 

 

 

—Escúchame bien por que no lo repetiré dos veces, yo NO soy tu hermano mayor—sentenció el azabache—, y haz el favor de dejarme dormir en la cama, que si quieres que esté aquí no pienso dormir en otro lugar.

 

 

 

Naruto le pegó una patada en su entrepierna por su impertinencia, y más por el hecho de que se negaba rotundamente a ser su hermano mayor. Después de reclamos sin fin, berrinches y golpes esquivados por el mayor con mucha facilidad, consiguió que Sasuke accediera a dormir junto a él, aún si eso significaba compartir una pequeña cama violando el espacio personal del contrario. Si bien al Uchiha aquello le sentó de manera desagradable, no tuvo más opción si quería descansar de una buena vez luego de lidiar con tan insoportable chiquillo. Y miró con más desagrado la sonrisa sincera que estaba posada en los labios de Naruto al haber quedado completamente dormido.

 

 

 

A la mañana siguiente la sorpresa de saber que sus abuelos no podían ver a su hermano mayor como él era capaz de verlo no le amedrentó en absoluto, a decir verdad, quizá le resultaba egoístamente mejor aquello. Tendría a Sasuke solo para él solo, y la sola idea de que alguien le dedicara todo su tiempo en cualquier hora del día había sido suficiente para hacerlo inmensamente feliz.

 

 

Sin embargo, Sasuke seguía recalcando que no era su hermano mayor y jamás lo sería. Por principio de cuentas, el parecido físico era tan opuesto como lo eran sus personalidades. Y ni siquiera eran hermanos reales. A decir verdad, Sasuke ni siquiera sabía como había llegado a parar siendo el amigo—no lograba encontrar otra palabra que definiera la relación—imaginario de Naruto, y no le agradecía al niño el hecho de haberlo imaginado, más aún así de cierta forma estaba obligado a quedarse junto a él. Aunque planeara huir, ¿A dónde iría? ¿Cómo esperaba conocer el mundo si solo un niño de ocho años era él único capaz de verlo? Quizá, aunque no fuera capaz de admitírselo a sí mismo, prefería la compañía de un crío a la soledad absoluta que le esperaba en algún punto de aquella imaginaria vida.

 

 

 

Dado que era sábado, Naruto insistió a Sasuke para que juntos fueran a jugar a un parque cercano a casa, augurando lo mucho que podrían divertirse juntos. No había querido ir, eso era seguro. Pero si el Uchiha estaba ahí empujando a Naruto en un columpio era quizá por el simple hecho de no tener nada mejor que hacer. Y por que se había hartado de que el chico estuviera molestándolo con ir al parque.

 

 

— ¡Más rápido, hermano!—exclamó entusiasmado el rubio.

 

 

 

 

—Ojala te cayeras de ahí y te murieras de una vez; además, ya te dije que no soy tu hermano.

 

 

 

 

— ¿Sabes? eres demasiado amargado para ser mi hermano mayor.

 

 

 

 

—No te quejes, que tú fuiste el dobe que me imagino así—bufó el mayor, dejando de columpiar a Naruto.

 

 

 

— ¡teme, no me llames dobe!

 

 

 

—dobe, dobe, dobe, dobe, dobe, dobe…

 

 

 

— ¡que te calles!

 

 

 

Sonrió de manera anhelante al recordar la manía que tenía Sasuke de llamarlo dobe. Maldito Uchiha bastardo. Si por lo menos hubiera sido un poco más respetuoso ambos se habrían ahorrado innumerables peleas que a fin de cuentas nada bueno les había traído. Pero entonces se ponía a pensarlo detenidamente y realmente le era imposible pensar en la idea de recibir un trato más respetuoso por parte del azabache. Le resultaba imposible imaginarse la vida junto al azabache sin un «dobe» o un «teme» de por medio, sin discusiones estúpidas o enojos sin fundamentos. Ahora lo miraba desde otra perspectiva y no podía imaginarse las cosas de otro modo.

 

 

 

Si bien en un principio su relación, que oscilaba entre que eran los eternos rivales que se odiaban a muerte y entre que eran tan solo un par de conocidos que se caían mal, había empezado con el pié izquierdo, incluso a pesar de las peleas y diferencias, el lazo de amistad que Naruto se empeñaba en fortalecer poco a poco, de manera poco ortodoxa, se había ido fortaleciendo con el tiempo. De ser enemigos habían pasado a ser amigos gracias a la constante convivencia juntos y al hecho de que ambos sabían que eran lo único a lo que el contrario tenía para aferrarse a la vida.

 

 

 

Sasuke lo supo un año después de haber llegado a la vida de Naruto. El rubio, incluso aunque tenía abuelos, creía que no existía nadie más que él como compañía. Cuando se cumplió un año de que sus padres había muerto, le confesó la verdadera razón al azabache por la cual insistía tanto en que era él su hermano mayor, incluso si el lo negaba incontables veces. Entre llantos infantiles, recuerdos avivados y la impotencia de no haber sido capaz de salvarlos Sasuke lo tomó entre sus brazos, abrazándolo a su pecho, consolando las cristalinas lágrimas que su hermano menor derramaba sin cesar.

 

 

 

No se podía explicar aún bien el por qué de aquél acto inconsciente. El hecho de comprender ese dolor y vivir la misma soledad en la que él estaba había, de pronto, suavizado algo en su corazón y en la mirada frívola que durante un año de indiferencia le había dedicado. El estar juntos en ese abismo, de sentirse solos a la vez, de pronto había reforzado ese lazo que los unía inconfundiblemente. Fue la primera vez que Sasuke se permitió mostrarse cariñoso con su hermano menor, y fue la primera noche que Naruto durmió plácidamente acurrucado en el abrazo protector de Sasuke.

 

 

 

 

 

 

Embriagado por los recuerdos, Sasuke durmió más tranquilamente al saberse en igualdad de condiciones al haber quedado huérfano tras el asesinato de sus padres. No lograba recordarlo bien, ni siquiera el como ni el cuando. Sasuke solo se sabía inexistente y solo en aquél mundo.

 

 

 

Y Naruto era lo único a lo que se aferraba de la vida.

 

 

 

 

Naruto cerró los ojos y sentado en posición fetal, con los brazos aferrados a sus rodillas, agachó la cabeza para impedir que alguien en la penumbra se percatara de las cristalinas lágrimas que comenzaron a descender por su frío rostro. Maldita imaginación, pensó. Años después, cuando finalmente su relación con Sasuke en cierta forma había mejorado un poco, otro suceso marcó lo que sería el final de sus años de tierna inocencia.

 

 

 

Cerca de los doce años, Naruto comprendió perfectamente el sentido de la palabra amar. Quizá, por ser aún un niño, el concepto no lo tenía del todo claro. Pero bastaba una mirada a ese hombre serio y pensativo que caminaba siempre a su lado, en algún recóndito lugar de su imaginación, para saber, precisamente, que le amaba como no sería capaz de amar a nadie otra vez. Que tan solo deseaba anocheciera de una vez para acurrucarse en los cálidos brazos del azabache que lo protegerían hasta la mañana siguiente, en la que deliberadamente lo llamaría «dobe» para enfurruñarlo al despertar y para segundos después acallar sus replicas con un dulce y tierno beso de buenos días, ese que Naruto apreciaba por sobre todas las cosas.

 

 

 

 

Un día despertó y se dio cuenta que Sasuke ya no estaba a su lado. El aroma de su amado hermano mayor permanecía aún en las sábanas donde por primera vez la demostración de afecto había rebasado los límites y había pasado a algo más íntimo, más físico. Aún quedaba el rastro de lo que había sido. Aún quedaban los recuerdos que fugaces cruzaban su mente de lo que había ocurrido entre un par de lágrimas, caricias estremecedoras, besos delirantes y un amor decididamente inquebrantable.

 

 

 

 

 

No volvió a ver a Sasuke a partir de esa noche.

 

 

 

 

Sin embargo, Naruto, tras cuatro años de vivir con el vacío de su ausencia, no se dejaba amedrentar tan fácilmente.

 

 

 

 

En algún punto de su imaginación, esa que se sentía olvidada gracias a la madurez que iba adquiriendo, Sasuke aún existía y le seguía amando como la primera vez que se habían besado.

 

 

 

 

Y en algún punto de esa imaginación, en la que Sasuke aún existía en sus recuerdos, Naruto le seguía amando, esperando el momento exacto en que volvería a encontrarse con su hermano imaginario.

 

 

 

 

Mientras tanto, se conformaba con revivir noche tras noche los mismos añorados recuerdos que rogaba por que volvieran, mientras intentaba no sucumbir ante el llanto implacable…

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Quizá la historia es un poco rara, lo admito… pero bueno, a mi sinceramente me gusta mucho el fic. Lo hice de un solo capítulo por que siendo sincera, no soy buena para los fics largos (tiendo a perder el interés, las ideas, o simplemente la idea deja de gustarme). Pero bueno.  ¿Merece algunos reviews? Besos & abrazos, Necoco.

 


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