CENICIENTO
En la época de dragones y hadas se basa nuestra historia; en un periodo de haces muchos años, donde en la mayoría de las regiones ejercían los reyes y príncipes, donde la magia era real y magnifica… para ser más exactos donde existían los finales felices.
Un joven de cabello azabache y de ojos tan negros como la noche se encontraba tirado en la cama, si a esa colcha vieja se le podía decir cama. El pobre muchacho estaba dormido, soñando que escapaba de ese horrible lugar que apenas y podía llamar hogar.
– ¡¡Sasuke levántate!!– gritaban desesperadamente detrás de la puerta.
El azabache se despertó perezosamente, se había dormido muy tarde tallando el piso que sus hermanastras habían ensuciado. El joven se levanto y abrió la puerta dejando ver el rostro de su padrastro, un hombre viejo y feo de nombre Danzou, se preguntaba como su madre siendo tan bella y hermosa se había enamorado de esa cosa tan fea y miserable.
– Es hora que limpies el horno y que prepares el desayuno– le ordeno el viejo.
– Hm– contesto el joven bajando de la azotea al comedor para disponerse a limpiar.
Así era todo el tiempo, claro que antes su vida no había sido así, su madre era rica gracias al dinero que dejo su padre al momento de fallecer, ellos vivían felices y a Sasuke no le hacía falta nada, pero Mikoto creyó que no, que necesitaba un padre para su bebe, fue cuando conoció a Danzou y para desgracia del menor se casaron, con él venían dos paquetes más; que eran sus hermanastras.
– ¡¡Hazte a un lado Ino-cerda!!– gritaba la mayor al entrar a la cocina.
– Cállate frente de marquesina– le insultaba la otra.
Esto era cosa de todos los días y Sasuke solo decía que calladito se miraba más bonito, pero ¿a quién engaña? Estaba más que arto de la situación, ya no soportaba tener que seguir limpiando, cocinando y todos los queseares de esa casa, pero no tenía otra opción, si dejaba su casa ¿A dónde más iría?
– Sasuke quiero que limpies mis zapatos– decía Sakura la de la gran frente y con un extraño cabello de color rosa.
– No frentona, Sasuke quiero que prepares mi baño– pedía la rubia de Ino.
– A callar las dos, iras a limpiar los zapatos de Sakura y después preparas el baño de Ino, pero como vas– dijo Danzou tronándole los dedos.
El azabache cabreado de las ordenes se retiro de la cocina, ojala que se quemaran los huevos que dejo en la lumbre, suspiro, daría cualquier cosa por estar lejos de ese lugar…
En el palacio real lleno de lujos y placeres, vivían los reyes de la región donde se encontraban dos hermosos rubios de ojos azules discutiendo por el futuro del más chico, Minato el mayor y rey estaba sentado en el trono mientras trababa de convencer a su hijo Naruto.
– Hijo, es hora de que te conviertas en rey– le decía Minato.
– Pero padre…– trataba de decir Naruto, este rubio se diferenciaba de su padre, porque en sus mejillas tenía unas lindas marcas que lo hacían ver como un kitsune.
– Basta de peros Naruto, mañana organizare un baile para que escojas una pareja, es hora de que te hagas responsable– dijo su padre como última palabra.
El menor ya no dijo nada, no quería casarse, si anhelaba ser rey pero no quería unir su vida con alguien a quien no amaba, el desea enamorarse y después casarse con el amor de su vida.
La tarde se hizo presente rápidamente, dando a lugar una hermosa puesta de sol, que Sasuke miraba desde la azotea de su “hogar”, el sol se escondía entre las pequeñas casas, dejando ver los últimos rayos sobre su rostro.
El azabache respiro cansado, ahora que si se habían pasado las brujas de sus hermanastras, lo hicieron limpiar tres veces cada par de zapatos que tenían y era una larga colección, él apenas y tenía un cambio de ropa –un vestido holgado y viejo, como doncel tenía que llevarlo- con unos zapatos mugrosos y rotos, estaba tan entrado en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando una pequeña rata amarilla se acerco a él.
– La vida es basura– menciono la ratita.
– Lo sé…– susurro– ¡¡AHH!! – grito asustado, pero claro que él no se asustaba de ratones, pero este particularmente hablaba, de seguro estaba embrujado. Sasuke saco un cuchillo de debajo de su vestido y se lo aventó a la ratilla que rápidamente lo esquivo.
– Nya– se quejaba la ratita– ¿Qué rayos te pasa? – pregunto indignada.
– Eso debería preguntártelo a ti, ¿Cómo puedes hablar? De seguro estoy alucinando, tanto liquido para limpiar zapatillas me afecto– decía mientras se ponía una mano en su frente midiendo su temperatura.
– como digas– dijo la ratita con sarcasmo– deberías huir de este lugar– menciono.
Sasuke observo al pequeño animal, era completamente amarillo, del tamaño de la palma de su mano como máximo y en sus mejillas tenía dos pequeños círculos rojos, la ratita se miraba linda, hasta tierna, pero el maldito animal hablaba eso era para asustarse.
– Eso quisiera, pero no puedo, no tengo a donde ir– dijo con tristeza el azabache– ¿Cómo es que puedes hablar? – cuestiono.
– Digamos que es una larga historia– dijo con nostalgia la ratita– soy Pikacha ¿y tú? – pregunto.
– Sasuke Uchiha– dijo sin más.
– Sasu-chan– dijo la otra con corazoncitos en los ojos.
– Al rato no preguntes porque te ataco con un cuchillo– afirmo el azabache para después suspirar, mientras que la ratita reía.
El sonido de la puerta de que alguien llamaba se escucho por la casa y Sasuke con Pikacha en su bolsillo fue a abrir topándose con un mensajero bastante atractivo, era un joven de cabello castaño con unas extrañas marcas rojas en sus mejillas en forma de triangulo, este sonrió en cuanto vio al azabache mostrando un sonrisa brillante y sus lindos colmillos.
– Buenas tardes, busco al señor de la casa– hablo, pero antes de que Sasuke pudiera hablar o contestar fue empujado por Ino.
– ¡¡Papá!! – grito la rubia llamando a Danzou.
– ¿Qué pasa?–contesto enseguida.
– Un mensajero del rey– dijo Sakura que había llegado rápidamente.
El castaño se aclaro la garganta y saco un pergamino de color amarillo con bordados rojos, para empezar a leer:
– Por orden del rey todas las jóvenes y donceles asistirán a la fiesta que se celebrara mañana en el palacio real, con el propósito de que el Príncipe Naruto pueda escoger a su pareja y casarse para convertirse en rey– dicho esto el joven le guiño el ojo al azabache y se retiro.
Las dos hermanastras se pusieron a dar brinquitos de felicidad, ahora podrían conquistar al príncipe con su “belleza” y ser reinas, eso era todo una sueño, junto con una gran oportunidad que ninguna dejaría escapar, debían estar preparadas.
Mientras tanto la pequeña ratita se ideaba un plan para sacar a Sasuke de esa cárcel de donde se encontraba, si podía hacer que el príncipe se enamoraba de él podría tener otro lugar donde estar y vivir feliz como se merecía.
– Yo quiero ir– se escucho la pequeña voz de Pikacha.
Ino y Sakura dejaron de saltar, sorprendidas de que acaban de escuchar, Sasuke el sirviente de su casa pedía ir al baile, las dos comenzaron a reír, mientras el azabache juraba matar a la rata para después, Danzou se acerco a él con una sonrisa de superioridad de las que tanto odiaba nuestro ceniciento.
– no me hagas reir, el príncipe jamás se fijaría en la poca cosa que eres– dijo el señor.
– Entonces no tiene nada que perder con dejarme ir– hablo ahora con superioridad el azabache.
Danzou no sabía que decir, Sasuke solo era un estorbo pero definitivamente tenía que admitir que era más bello que sus hijas, si él asistía al baile era caso perdido para sus hijas, tenía que buscar la manera de retenerlo en casa.
– No cuentas con un vestido para ir– cuestiono como última palabra- será mejor que se vallan a dormir chicas, mañana será un gran día para ustedes– dijo para después tirarle una gran mirada de desprecio al azabache.
Sasuke no dijo nada, era verdad no contaba con un vestido, pero no importaba, él ni siquiera quería ir al baile a conocer a un dobe con cara bonita, pero la pregunta era ¿Por qué Pikacha dijo que quería ir?
Subió a la azotea con algo de prisa y se acostó el la vieja colcha dejando a la ratita libre, era el momento para preguntar.
– Baka– dijo la animalita amarilla– si logras conquistar al príncipe podrás ser libre– decía.
– Pero estaré casado con un hombre– se defendía el otro.
– ¿Qué prefieres? – pregunto la ratita amarilla.
La respuesta era obvia, ahora solo tenía que conseguir un vestido de gala para poder asistir al evento y conquistar al dobe de cara bonita.
CONTINUARA…