Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fango por Cafe Amargo

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

...

Notas del capitulo:

Oh, lo sé, soy una completa extraña. Pero me dieron ganas de publicar la historia en una página diferente y, mírenme ahora, liándome con cada uno de esos cuadrillos blancos en mi descanso.  Maldición,  divago. ¡Y apenas empiezo!

Pondré algunas aclaraciones para que se centren más o menos cómo son los personajes aquí y cierto tipo de advertencias que repito constantemente:

1). Todas las edades de los personajes están alteradas en la primera temporada, cuando Sasuke aún formaba parte de Konoha. Pederastia, acoso sexual, temas familiares, tabús, parafilias, tortura psicológica y mucha vida común tras el telón de perfección.

2). Las palabras japonesas (tal es el caso de baka, teme, usuratonkachi, dobe, -kun, -chan... -sensei) las utilizaré como una especie de agregado amistoso. Por decir, cuando Orochimaru mencione un Sasuke-kun, sería algo así como un Sasuke muy cariñoso. Y los insultos entran de la misma forma, como esas discusiones cómicas que hacen a lo largo de la historia.

De cualquier manera, siempre avisaré aquí por cualquier cosa o advertencia extra en mayúsculas y negritas; así que supongo y no pasará por desapercibido.

Tengo la seguridad que editaré hasta el cansancio, porque soy muy nueva en la página y no sé desplazarme muy bien. Ah, esto me trae recuerdos cuando visité Estados Unidos con mi abuela hace muchísimos años y no sabía nada de inglés. Creo que tenía nueve o diez años, y lo sé muy bien porque me perdí en el mercado viendo unas frutas demasiado comestibles.

Oh, maldición, lo hice de nuevo.

Ehem, como sea. Eso sería todo. Cualquier duda que se tenga al respecto, háganmela saber y la resolveré lo más rápido que pueda. Sobre lo de las Series que salen ahí, no tengo ni la más mínima idea quien las puso; así que ignorémoslas hasta que encuentre una forma de que allí diga No.

Buen día y agradezco inmensamente que hayan entrado aquí, esperando y les guste tanto como me esforcé y me di tiempo en escribir la historia. Saludos cordiales a cada uno de ustedes.

Capítulo Uno

Orochimaru veía con satisfacción como su estudiante prodigio tocaba las teclas del piano como todo un profesional. Con los brazos cruzados caminó hasta él, la inmensa sonrisa ensanchándose en sus labios. Había hecho una elección excelente.

-Suficiente por hoy, Sasuke.

El moreno apartó los dedos de las teclas cuando Orochimaru le arrebató el libro de las partituras que estaba frente a él. Frunció el ceño cuando el otro rió con sorna, mirándolo con cierta aprobación desde lo más profundo de sus ojos dorados.

-Es suficiente por hoy -le repitió, meneando el libro en sus manos-. No seas tan impaciente, Sasuke-kun. Tengo que darte una lección sobre tu postura.

-¿Qué tiene de malo la que tengo ahora?

-No es que sea mala, pero es incómoda -le señaló acercándose, poniendo una de sus pálidas manos en su espalda y otra en su pecho. Los ojos negros no le prestaron atención, ignorándolo majestuosamente. Orochimaru se carcajeó imaginariamente, pensando en lo divertido que era Sasuke dentro de ese comportamiento tan orgulloso-. Si levantaras el pecho... e inclinaras la espalda un poco más, sería mucho más cómodo para ti-. Él no dejó de tocarlo hasta que tomó la postura que le indicaba, siendo sinuosamente paciente y cuidadoso. Sasuke sintió un escalofrío cuando Orochimaru se tomó la libertad de encajar la barbilla en su cabeza y acariciarle el cabello con deliberada suavidad-. ¿Qué te parece ahora? ¿Mejor?

-En realidad me da lo mismo.

-¿Va a venir alguien por ti? -preguntó, malicioso, ignorando por completo el comentario áspero y desinteresado que le había regalado. Sabía de antemano que Sasuke siempre iba y venía en solitario, disfrutando ese ceño fruncido que no podía ver. Apartó la mano que tenía situada en su espalda y la pasó hasta su hombro, estrechándolo con suavidad.

-Que alguien venga por mí o no, es algo que no tiene nada de que interesarle -contestó Sasuke, zafándose bruscamente del agarre. El hombre no borró en lo absoluto su sonrisa; incluso parecía más divertido que antes-. Ahora me voy. Lo veré mañana.

Orochimaru se retiró lentamente, dándole el espacio necesario para que saliera del banco y el piano donde lo tenía atrapado. Recargó su cuerpo en la pared y cruzó los brazos, lo suficientemente entretenido por la impenetrable actitud hostil de ese adolescente. No dejó de observarlo hasta que Sasuke tomó su bolso y se lo cargó a los hombros, dispuesto a marcharse sin dirigirle la palabra.

-Hasta mañana, Sasuke-kun.

El moreno lo miró unos segundos antes de despedirse con su típico monosílabo desinteresado. Cuando cruzó la puerta y estuvo lejos de su mirada, corrió en dirección al instituto sin detenerse. Por mucho que aparentara fortaleza e insensibilidad, le tenía miedo a ese hombre.

No fue consciente de la mirada satisfecha y divertida de Orochimaru, quien lo había visto todo desde la ventanilla. Definitivamente le encantaba Sasuke. Y mucho más cuando conseguía rasgarle esa máscara vacía e indiferente que siempre traía adherida en la cara.

xXx

Iba de camino a casa cuando visualizó a Sasuke cerca del instituto. Le resultó extraño que estuviera paseándose por ahí, dado que sólo los que adeudaran materias tenían permitido deambular por la escuela. La razón por la que regresaba a casa con el ridículo uniforme escolar. Había presentado el riguroso y exhaustivo examen de Matemáticas y Física; todo un martirio para un cabezón con las fórmulas como él. Y como si no fuera todo y la mismísima temporada estuviera en su contra, el frío que se estampaba contra su cara y dedos no le ayudaba en lo absoluto.

-¡Sasuke! ¡Por acá! -le gritó, alzando la mano y meciéndola escandalosamente. El aludido no tardó en localizarlo, dirigiéndose hacia él con una imperceptible sonrisa burlona.

-No tenías que gritarme -respondió Sasuke una vez a su lado-, eres de los pocos rubios que hay en la escuela. Te habría localizado rápidamente sin tu ayuda.

-Presumido -Naruto se cruzó de brazos y le volteó la cara, fingiendo un berrinche. Sasuke sonrió un poco más.

-¿Vas a venir a presentar otra vez los exámenes? ¿Cierto?

-¿Eh? ¿Por qué? ¡Acabo de hacerlos, baka!

-¿Y acertaste al menos con la mitad de las respuestas?

Naruto enmudeció, asesinándolo con los ojos. Tenía la esperanza que el profesor Iruka lo pasara con un seis, y eso si tenía la suerte de que él se apiadara de su cerebro. Su cara enrojeció de pánico ante esa nueva posibilidad. Presentar esos diabólicos exámenes otra vez, pero ahora el doble de difíciles. Encogió el ceño, entre enfadado y disgustado.

-Nah, Sasuke, eres un cretino. No sé cómo es que tienes amigos.

-Nada más tengo un amigo y ese eres tú. Deberías pensar cómo es que aún sigues siéndolo.

Naruto torció la boca, disgustado por esa afirmación tan petulante. Y aunque era verdad lo que el otro le decía, podría mostrarse al menos más preocupado.

Desde el preescolar estaban juntos; habiéndose encontrado una vez en los columpios, bastante conscientes que no había nadie en casa esperándolos. Irónicamente la palabra bastardo había sido la clave de todo, lágrimas y risas que salpicarían ese día como extraño. Vaya amistad la suya, pensaba. Entre más daño se hicieran, parecían entenderse más.

-¡Naruto! -rugió un chico castaño de aspecto revoltoso, desde la elegante puerta de la secundaria. Un perro blanco iba tras él, ladrándoles a los alumnos con cariño. El rubio salió bruscamente de sus recuerdos, girando la cara hasta engancharlo dentro de su campo de visión.

Era Kiba, uno de sus amigos.

-¡Ey! ¿Cómo saliste? ¿Mal, pésimo, más que pésimo?

-¡Idiota! -Naruto le lanzó una mirada completamente irritada.

-Eh, solo decía -repuso el castaño, extendiendo las palmas de su mano en un claro signo de que estaba tomándole el pelo-. Pero ya, en serio; ¿cómo te fue?

-Pues no sé... pero creo que regresaré otra vez aquí -respondió, mirando después al indiferente Sasuke con reproche-. Alguien acaba de romperme cualquier semejanza a la esperanza.

Kiba observó a Sasuke, casi como si fuera un apestado.

-¿Qué haces tú aquí? Los genios no deberían estar con los lentos -le reclamó en un amago de indignación. El moreno lo ignoró como siempre, taladrándole la mirada despectiva que caracterizaba sus advertencias. Con el ceño fruncido unos segundos más, Kiba por fin cambió toda señal antipática por una sonrisa. Miró al rubio con los ojos brillosos, mientras su voz se tintaba amistosa otra vez-. ¿Qué te parece si vamos a la veterinaria de mi hermana? A la cuadra está una nueva tienda de videojuegos y revistas, Shikamaru y Chouji ya van para allá.

-Suena divertido, pero no puedo -le echó una mirada rápida a Sasuke y se volvió hacia Kiba otra vez-. Tengo que regresar a casa y hacer unas cuantas cosas... otro día nos vemos y nos juntamos, ¿eh?

-¿Seguro? Ino y Sakura también estarán ahí...

Golpe bajo. Kiba sabía que estaba enamorado de la pelirrosa y la usaba en su contra. El rostro bronceado de Naruto se arrugó un poco, cabeceando afirmativamente de un manera tan dura que parecía que lo habían obligado a hacerlo.

-Seguro. Otro día.

Kiba lo miró entre sorprendido e irritado, regañándolo abiertamente por su elección. Después se hundió de hombros.

-Si eso es lo que quieres... en fin, ¡Hasta otra, Naruto!

-Te hubieras ido con él. Yo habría entendido -comentó distraídamente Sasuke, una vez Kiba había doblado la esquina con el perro pisándole los talones.

Naruto bajó la cabeza por aquella declaración. En el salón de clases Sasuke no era muy querido, a excepción de las adolescentes lanzadas que esperaban una aventurilla con él; y eso era bien sabido por los dos. Hablaban a sus espaldas de lo extraño que era porque sólo hablaba con él y con nadie más. Incluso habían corrido rumores que Sasuke era homosexual y que estaba enamorado hasta del último de sus pelos rubios y maltratados; siendo Kiba, como de costumbre, el núcleo de todos los males.

Lo insultaban, lo odiaban y le jugaban bromas pesadas que Sasuke ignoraba. Pero él no era Sasuke. Había hablado con Kiba varias veces, pero no entendía. Según  palabras suyas, no le parecía correcto que pasara tanto tiempo con el moreno. Las cosas podrían malinterpretarse. Sus demás amigos estaban de acuerdo, pero no se metían en eso.

-Cállate y mejor dime por qué viniste a buscarme-exigió, recuperando la fortaleza de su voz-. Sacaste sobresaliente en todas las materias y no tienes nada que andar haciendo aquí.

Ahora fue el moreno quien bajó la cabeza. No podía decirle que había corrido sin parar hasta allí, con el fin de olvidar el mal sabor de boca que siempre le dejaba su profesor de piano. Y el nombre de Naruto fue lo primero que vio entre el asfalto brilloso y nevado bajo sus pies.

-¿Y bien?

-Nada -le mintió, haciendo una pausa mientras suspiraba-. Se me antojó molestarte. No hay nadie en casa y salí temprano de las clases. Además, quería ver tu cara después de presentar los exámenes. Sería divertido verte en el limbo, para variar.

El rostro canela se pintó de indignación, su boca tomando la forma de un cero gigantesco.

-¿Qué te crees que soy? ¿Un payaso para hacerte reír o qué?

-No contestaré a eso porque no te gustará la respuesta.

-¡Argh! ¡Eres detestable, Sasuke-teme!

-No más que tú, usuratonkachi.

Con la sonrisa cómplice que se daban después de cada insulto, reanudaron el paso colina arriba. Sasuke con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones negros y Naruto con los brazos cruzados tras la nuca, con el gesto lo más humanamente posible parecido a un zorro travieso.

-¿Y ya aprendiste algo nuevo en el piano? -preguntó con curiosidad, observando con el ceño fruncido como el vapor blanco salía de su boca cada vez que la abría.

Sasuke tuvo la necesidad de detenerse un momento y bloquear las imágenes de su cabeza, pero no lo hizo. Sería algo demasiado obvio como para intuirle a Naruto que algo estaba mal en ese tema.

-Estoy por superar a mi maestro. Pronto lo dejaré de lado -respondió de forma breve y concisa; sonando tan áspero como si justo acabara de frotarse la garganta con una lija. Agradeció interiormente que Naruto estuviera lo suficientemente ensimismado en el vapor de su boca como para prestarle suficiente atención.

-Demonios, Sasuke... todo lo que haces te sale bien. No sé cómo no se te funde el cerebro -le discutió indignado, mirándolo con una mezcla de envidia y enorgullecimiento-. El día que algún profesor te repruebe, me reiré tanto que te sentirás mal y llorarás, de veras.

-Sigue soñando, Naruto.

Viendo al bastardo poner los ojos en blanco, las mejillas tostadas se inflaron casi por arte de reacción química.

-Presumido, egocéntrico, creído, vanidoso, arrogante, prepotente, patán, desgraciado, mujeriego, pesado, orgulloso -murmuró señalando todos y cada uno de sus desperfectos. Sasuke alzó las cejas por el antepenúltimo número de esa lista imaginaria.

-¿Mujeriego?

-Ajá, mujeriego.

-Seré todo lo que digas, menos eso. Yo jamás he estado con una chica, nunca.

-Quizá por eso estás tan amargado. Hay mujeres bastante bonitas que te ven bien, así que oportunidad sí tienes.

-¿Hablas por Sakura?

Naruto enmudeció, curvando las cejas en un gesto abatido.

-Sí. Ella te quiere y no deberías ignorarla.

-No me quiere. Solo le atraigo como a las otras, ya que nunca le he hablado y siempre que me quiere sacar conversación le respondo como a todos los demás. No tiene razón para quererme en lo absoluto.

 

-Quizá tengas razón, pero si ella te conociera como yo te conozco a ti, ten por seguro que te amaría. Después de todo, ya le gustas sin hacer nada.

-Deja de rogarle, Naruto -le contestó secamente, mirando los copos blancos cayendo del cielo. El otro lo miró con los ojos abiertos-. Si sigues insistiéndole de esa forma, la atosigarás y lo único que lograrás es que te ignore aún más.

-¿Estás dándome consejos...?-escandalizó el rubio, alzando las manos al cielo gris dramáticamente-. ¡Tú, el bastardo insensible, dándome consejos! Demonios, el mundo va a explotar y yo ni cuenta.

-Cállate, idiota -resopló con las mejillas tenuemente sonrojadas, fastidiado por ese tipo de actuaciones que hacía Naruto con endemoniada facilidad-. Estoy diciéndotelo porque eso es lo que pasa conmigo, así me tratan algunas mujeres de la escuela. Te ves patético y das vergüenza.

-Llámale como quieras, pero sé que me lo dices porque no te gusta verme triste -respondió con una inmensa sonrisa, estirando su brazo izquierdo en dirección al cuello de Sasuke.

-Atrévete a tocarme y te arrancaré el brazo.

-Tan cariñoso como siempre, bastardo -bufó, sin perder la mueca divertida y brillante que tenía en el rostro. Sasuke era una buena persona, no importaba lo que dijeran los demás o qué tanto el amargado se molestara en ocultarlo. Él lo sabía y eso era más que suficiente.

xXx

-Llegas tarde -fue la hosca bienvenida que recibió de su padre después de cerrar la puerta y descalzarse los zapatos. Agradeció estar inclinado para que no viera su rostro escrutador y envidioso, comparando la cálida y divertida bienvenida que le habían hecho a Naruto, a la desinteresada que le hacían a él en casa.

-Lo siento, padre.

-Itachi está por llegar, así que apresúrate en arreglarte para la cena. Iremos a un restaurante -cada palabra que decía era como un farolillo de luz que le iluminaba el rostro con orgullo. Sasuke se sintió de pronto bastante insignificante.

-Sí.

Itachi, Itachi, Itachi. Todo era acerca de él. Ni siquiera se había molestado en preguntarle cómo le había ido en sus clases de música. Calzándose las cómodas pantuflas crema, subió por las escaleras hasta llegar a su habitación. Más valía hacer las cosas tal y como se lo indicaba su padre, al menos así no lo tacharía de irresponsable.

Horas más tarde bajó al comedor, ya lo suficientemente limpio y tranquilo como para soportar los interminables elogios dedicados a su hermano. Estaba consciente en que la envidia envenenaba sus entrañas y que era estúpido mortificarse por el inexistente elogio de su padre; que debería ignorarlo como hacía con las bromas que le hacían en la escuela. Pero simplemente no podía.

-¡Mikoto, apresúrate! -Escuchó la impaciente voz de su padre colándose por uno de los pasillos-. ¡La reservación es a las ocho en punto!

-Tranquilízate. Salgo enseguida.

Fugaku resopló, cruzándose de brazos y golpeando el piso con el pie derecho, impaciente. Aunque iban a buen tiempo, no quería arriesgarse a el tráfico automovilístico en la carretera.

Giró la cara de pronto, encontrándose con el rostro serio de su hijo menor. Se miraron por unos segundos, dispuestos a no bajar la mirada ante el otro, demostrando su fortaleza. Y cuando parecía que Fugaku empezaba a molestarse,  Mikoto, quien había salido del baño en ese instante, les interrumpió sin darse cuenta. Vestía un elegante vestido guinda que le llegaba hasta las rodillas, con un collar de perlas a juego con el color de los zapatos. Cargaba un abrigo oscuro en su antebrazo, junto al bolso del mismo tono que sus accesorios. Pero sin lugar a dudas, el cabello largo y azulado que caía liso como una cascada a sus espaldas, era lo que más contrastaba y llamaba la atención en ella. O al menos, lo que más le gustaba mirar a Sasuke.

-Ya estoy lista -le sonrió a ambos hombres-. Vámonos, Itachi ya debe estar esperándonos en el restaurante.

Sasuke caminó hasta la salida, escuchando el taconeo de sus padres a sus espaldas. Había sentido el escudriño intenso de eso pequeños y rasgados ojos negros, esperando el momento en que se acobardaría ante ellos. Cuando cruzó el umbral de la puerta de mármol, casi por salir por la puerta principal, fue aprisionado por uno de los brazos de su madre enganchándose a los suyos. Volteó a mirarla, haciéndole la pregunta muda de qué se le ofrecía. Mikoto sólo le sonrió.

-Te ves muy bien, Sasuke.

xXx

El atractivo Itachi Uchiha estaba sentado encima del cómodo y elegante sofá esperando a su familia. El lugar era elegante y sofisticado, el tipo de sitios que no frecuentaría jamás, a menos que fuera estrictamente necesario. Tal y como lo era ese día.

Estaba de vacaciones en la Universidad. Debido al prodigio y eficacia que había demostrado en sus estudios, y en que había pasado más que satisfactoria la etapa de exámenes, consiguió el premio de volver a ver las caras que conocía desde que era bebé. Extrañaba a sus padres, pero más que nada, echaba de menos a Sasuke. Hacía cerca de seis años que no sabía nada de él, pero por lo que le contaba su madre cuando hablaban por teléfono, Sasuke había cambiado bastante. Era mucho más reservado que antes y casi tan cortante como un bisturí al conversar con alguien más. Por la forma en que le hablaba, sabía que estaba preocupada. Incluso le comentó que lo habían metido a clases de piano años atrás, para así animarle un poco; cosa de la que intuía sólo había colaborado su madre. Conocía a su padre demasiado bien, en lo distante y cruel que podría llegar a ser cuando algo no salía como lo esperaba.

Aunque entendía que él era demasiado estricto porque sus abuelos lo moldearon de esa forma a base de gritos y reprimendas. Era un alivio para ellos que la dulzura de su madre equilibrara la situación un poco a su favor.

Remangó la manga un poco más arriba de la canilla y clavó los ojos en el reloj que tenía en la muñeca. Faltaban unos minutos para las ocho en punto. Sus padres y Sasuke llegarían pronto. Sólo esperaba que éste último no lo hubiera olvidado del todo.

La puerta eléctrica del restaurante se abrió con elegancia, dándoles paso a las personas que cruzaran por ella. Itachi les clavó los ojos oscuros, vislumbrando el conocido rostro simpático de su madre y el gesto severo característico desde siempre en su padre. No tardaron en encontrarlo y acercarse hacia él, casi como si fuera una estrella de televisión.

-¡Itachi, te ves muy bien! -exclamó una alegre Mikoto, abrazándolo. Fugaku le sonrió, enorgullecido.

-Bienvenido a casa, Itachi. Tan excelente como siempre -alabó, mientras le palmeaba el hombro. Itachi asintió con una sonrisa formal, tratando por todos los medios ubicar a Sasuke entre tanta gente; fallando en el intento.

-Tenía tantas ganas de verte. Las llamadas por teléfono no eran suficientes para mí. ¿Cómo te ha ido en tu viaje? -preguntó Mikoto, acomodándose el bolso en una postura más cómoda una vez había liberado a Itachi de su fuerte abrazo. Fugaku los miró con interés.

-Muy bien, madre. El viaje en avión fue muy agradable.

-Era de primera clase, después de todo. Tenías que estar cómodo en ese viaje tan pesado -apremió Fugaku con aire arrogante-. Tal y como lo esperaba de ti, Itachi.

-¿Y Sasuke? ¿Dónde está?

Mikoto se giró sobre sí misma, buscando a su hijo menor entre la gente. Una punzada le recorrió el pecho, sintiéndose momentáneamente culpable de haberse olvidado de él en el transcurso del viaje. Itachi la miró unos momentos, tratando de leer una de sus muecas.

-¡Sasuke! -recriminó Fugaku dándose la vuelta. Itachi no tuvo tiempo para mirarlo mal, dado que su hermano le dirigía una mirada totalmente envenenada; fallando miserablemente en mantenerse impasible.

-Bienvenido a casa.

Itachi sintió un molesto escozor recorriéndole el cuerpo. El Sasuke que estaba frente a él no se parecía en nada al niño que recordaba. La grande sonrisa infantil había sido moldeada en una fina línea sin rastros de emoción. Y sus ojos, tan profundos y oscuros, le gritaban a su subconsciente que se fuera, que las palabras que le había dicho eran mentira.

Y eso era lo que definitivamente más le dolía. Sasuke era la chispa que encendía los espasmos de alegría y las sonrisas sinceras. Llegó a pensar que lo odiaba tanto como los murciélagos lo hacían con el sol. Un odio puro, teñido con las más espesas de las envidias.

Mikoto cortó el largo e incómodo silencio con una sonrisa, lo bastante bien camuflada para desviar la atención de Sasuke a ella.

-Itachi -llamó Fugaku. El aludido lo miró con desinterés-. Toma los boletos y escoge una mesa para cuatro. Tu madre y yo iremos a pedir un camarero especial. Sasuke -él lo miró-, acompáñalo.

-Sí.

Luego ambos padres se alejaron por la recepción, perdiéndose entre la sofisticada multitud. Itachi miró a Sasuke y él lo miró a él. Ahora que lo tenía de frente, todas las cosas que quería decirle se disolvían como la cera en el fuego. Comenzó a caminar hasta la recepción, entregándole las entradas al recepcionista y esquivando las personas y las mesas, dispuesto a cumplir la orden de su padre.

Cuando vislumbró una mesa cerca del balcón, lo suficientemente alejada de las personas para hablar decentemente, tomó a Sasuke por el brazo, casi arrastrándolo hasta allá. El menor frunció el ceño con odio, dispuesto a darle un manotazo, pero conteniéndose por la reputación de su padre en ese lugar. No quería escuchar más sermones sobre las comparaciones que tan descaradamente hacían entre ellos dos.

-Siéntate Sasuke.

-Lo haré si me sueltas -contestó a regañadientes, reprimiendo la gama de fuerzas destructivas que tenía hacia su hermano.

-Lo siento.

Jalando las sillas en sincronía, los dos hermanos se sentaron en silencio. Sasuke veía distraídamente por el balcón el misterioso jardín nevado, deseoso de estar allá y no allí. Itachi apretaba los puños por el caprichoso comportamiento que su hermano le dedicaba en ese momento. Tranquilizándose, trató de sacar una conversación amena, pero Sasuke se limitaba a contestarle con monosílabos o a ignorarle. Comenzó a hartarse cuando sintió que la mesa le prestaba más atención.

-Madre ha estado muy preocupada por ti. Deja de comportarte como un niño inmaduro y contéstame cuando te hablo.

-Aún tengo trece años y no tengo el más mínimo interés en responderte.

-¿Por qué hablas como si me odiaras?

-Porque te odio.

La respuesta, seca y fría, bailó en los oídos de Itachi durante unos segundos. El hermano al que tanto extrañaba, al que quería más que nada en este mundo lo odiaba. Era cierto lo que decía su madre: Sasuke había cambiado horrorosamente para mal esos años y él no había estado para ayudarle. Por primera vez en su vida, sintió ganas de llorar, el ansia de sentirse fuertemente acusado sin saber por qué.

xXx

Era la vigésima vez que bostezaba esa noche. Estaba demasiado aburrido. La televisión no marcaba nada interesante para él y los programas del Discovery Channel que le había recomendado Sasuke cierta vez no le llamaban para nada la atención. Demasiados números y gráficas para su exhausto cerebro, el cual aún no se reponía de los exámenes de la tarde.

-¿Naruto?

-¿Qué?

-Grosero, todavía que te traigo tu asquerosa sopa instantánea.

Los ojos azules del rubio brillaron como zafiros cuando la voluptuosa rubia dejó un tazón frente a sus narices. Tsunade le acercó varios palillos de madera, siendo consciente que Naruto rompería varios tras la conversación que tenía que hacerle.

Cuando engulló el primer bocado y lo tragó como sólo un animal podía hacerlo, miró a la mujer con aire serio y desconfiado. Tal vez era algo retrasado en esas cosas capciosas que pasaban, pero cuando la vieja le traía ramen sin que él la hubiera sobornado o hartado antes, era porque quería ganárselo. Eso mismo había hecho cuando el pervertido de Jiraiya, su padrino, lo invitó a las aguas termales en un lugar bastante retirado de la cuidad.

-¿Qué es lo que quieres, vieja?

Tsunade ignoró el enojo que lo pudo causar ese seudónimo y, suspirando, comenzó a hablar.

-Quiero que dejes de hablar con Sasuke.

Naruto rompió los flacuchos palillos de madera, con la quijada casi rozando la superficie lisa de la mesa. Tsunade volvió a suspirar, quitándole las partes rotas de las varitas y remplazándolas por unas nuevas. El rubio salió de su estupor segundos después, aún con la boca abierta.

-¿Por qué estás diciéndome que deje a Sasuke a su suerte?

-Sé razonable. Hay-

-¿Razonable, yo? ¿Después de lo que me has pedido? ¡Aparte de vieja, loca! ¡Si ya sabía que el ramen tenía un precio bastante caro! -el platillo había quedado oficialmente olvidado de su memoria. Tsunade frunció el ceño.

-Háblame con más respeto, malcriado. Sigo siendo tu madrina.

-¡Pero por qué hablas así de él! ¡Es muy vanidoso y lo que quieras, pero es mi mejor amigo!

-No me gusta que estén tan juntos. Parecen novios o algo así y tienes más amigos. No deberías pasar todo tu tiempo con él.

El gesto de Naruto se desenfocó, sintiéndose ligeramente decepcionado de que alguien como ella se prestara a esos comentarios. Y es que no era la primera vez que los oía, maldición.

-¡¿Pero qué estás diciendo? ¡Ya hablas como esos idiotas de la escuela! -se pateó mentalmente la boca. Había hablado de más, como siempre.

-¿De la escuela? ¿Están hablando de eso? ¡Entonces sí es cierto!

-¡Pero no somos nada, en serio! ¡A mí me gusta Sakura-chan hasta el fin de los tiempos, créeme!

Tsunade lanzó un suspiro, visiblemente menos tensa.

-Sí, Naruto, de acuerdo. Pero... ¿Qué tal si él está enamorado de ti? ¿Lo has pensado? -El rubio quedó mudo, no sabiendo muy bien cómo responder ante eso-. Eres al único con el que habla y se ríe. Siempre están juntos. Él viene aquí o tú te vas con él a quien sabe dónde. Te ve con mucho cariño, y eso no me gusta para nada.

La mente de rubio era un remolino de caos. No podía creer en nada de lo que le decía la vieja, en nada. Cuando estaba con Sasuke era como si una parte de él fuera libre de hacer cuanta tontería se le ocurriera con tal de verlo reír. Estaba seguro que no sentía amor ni nada de eso, quería a Sasuke como un hermano, nada más. Aunque si Sasuke fuera mujer...

Desencajó la mandíbula otra vez ante su último descubrimiento. Si Sasuke fuera una mujer, estaría irremediablemente enamorado de él.

...pero estaba seguro de su heterosexualidad, no veía a Sasuke como su novio, nunca. ¿Pero si Sasuke lo veía a él de esa forma? ¿Qué haría? ¿Qué le diría?

Ni idea, se contestó Naruto, sobre todo teniendo en cuenta la relación tan maravillosa y fuerte que tenía con él después de haberlo llamado bastardo en el jardín de niños. Conocía a Sasuke prácticamente toda su vida. Lo que más le molestaba era que nunca tuvo que preocuparse por eso y ahora, gracias a los entrometidos de Kiba y Tsunade; que aunque la amaba no dejaba de tacharla de fisgona, tendría que replantárselo cada vez que estuviera cerca de él.

-Piénsalo, Naruto.

Tsunade se despidió con un cálido beso en la cabeza rubia, siendo el implicado  brutalmente desconectado de la vida como para darse cuenta. Estaría comiéndose la cabeza con hipótesis el resto de la noche y quizá buena parte de su vida hasta que Sasuke se le confesara.

...¡Qué desgracia! Ahora los exámenes de Matemáticas y Física era en lo último en lo que se preocuparía. Había descubierto lo pequeños que eran sus problemas académicos en ese momento.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).