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CINCO AÑOS DESPUÉS por AICEN

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Notas del fanfic:

Me apetecía escribir algo sencillo, sin complicaciones, algo cortito para no comerme demasiado la cabeza, esas historias que se te ocurren de pronto de dos o tres capitulos, no más, y elegí a mi pareja de santos favorita, Death Mask de Cáncer y Camus de Acuario, que no se leen muchas historias de ellos.

Serán los protagonistas indiscutibles, y quizás mencione de pasada a los otros, pero nada de manejar 400 personajes como he hecho en otras ocasiones.

Ya digo, algo cortito, tranquilito y sin complicaciones.

Notas del capitulo:

Bueno, como única aclaración, en un fic hace tiempo, leí que el nombre de Death Mask era Ángelo, y me gusto mucho esa idea, lo digo porque voy a llamarle así, y pocas veces utilizaré lo de Death Mask.

Ya les digo, no va a ser una historia muy complicada, me apetece algo en plan romantico, con un poquillo de lemon, no la gran cosa, pero algo que me apetece hacer.

Como siempre se agradecerán los comentarios.

El titulo no le pega demasiado la verdad, pero no se me ocurría otro.

Cinco años habían pasado desde que volvieron los dorados a la vida, tras la guerra contra Hades, la mayoría había decidido abandonar el santuario y empezar una nueva vida. Ahora, los antiguos caballeros de bronce, ya adultos y maduros, ocupaban los templos del santuario de Atenea.

Él había vuelto a su Italia natal, decidido a olvidarlo todo, sus deseos de sangre, su cinismo, su sarcasmo, todo, incluso ese maldito nombre con el que antiguamente era conocido.

Ya no quería ser nunca más, Death Mask, que nadie le mencionase la armadura de cáncer, el santuario, a Hades o a nadie. Simplemente decidió disfrutar de la nueva vida que le habían ofrecido, muy lejos de todo lo que le hiciese recordar.

De vez en cuando, recibía cartas de Aphrodita, su único y verdadero amigo, y él único al que realmente extrañaba, pero el sueco estaba feliz y contento, enamoradísimo de Milo de escorpio, con el que hacía dos años que se había casado.

No fue a la boda, no quería reencontrarse con ninguno de ellos, ahora, vivía tranquilo en una pequeña casita de blancas paredes y rojo tejado, con un pequeño jardincito que él cuidaba, era extraño que el de cáncer cuidase de algo después de haber provocado tantas muertes y tanta sangre, pero había cambiado, su carácter era infinitamente más tranquilo, más maduro y más pausado.

El interior de la casa, al contrario que su antiguo templo, era muy luminoso, pintado de colores claros y alegres, igual que los sencillos muebles de madera. A parte de la pensión que recibieron todos los dorados cuando decidieron marcharse y comenzar con sus nuevas vidas, Death se dedicaba a arreglar pequeñas cosas, ha hacer encargos, o pequeños pedidos para entretenerse un poco y ganar algo de dinero.

Le encantaba leer, le relajaba, o dar largos paseos por los bosques cercanos, poco quedaba de lo que un día fue, y quería que siguiese siendo así.

-Buenos días señor Ángelo-le dijo el cartero acercándose a la valla de color verde que delimitaba su casa.

-Buenos días Michael-contestó alzando su mirada hacía aquel hombre bajito y regordete, al que el pelo le iba abandonando con el paso de los años y que tenía unos curiosos ojos de color granate.

-le traigo el correo, tiene una carta de Suecia-le informó el hombre con una sonrisa.

-gracias-le dijo alargando la mano y cogiendo dos o tres cartas, sin mirarlas fijamente, mientras se despedía del funcionario, que siguió su trabajo con paso alegre.

Si, ahora ya no era Death Mask, en el momento en el que piso su añorada Italia, volvió a utilizar su autentico nombre, Ángelo, y para él, oír como alguien volvía a llamarle así nuevamente, era una pequeña alegría.

Se sentó en el suelo, en ese césped verde que con tanto mimo cuidaba, apoyando su espalda en la valla verde de madera que él mismo había construido y pintado, disfrutando de la brisa propia de un mes de Abril que estaba siendo demasiado cálido.

Sin prestar demasiada atención al resto de la correspondencia, suponiéndolas facturas o propaganda, buscó la carta de su amigo, abrió con cuidado el sobre, y extrajo dos folios, como siempre perfumados por su amigo, y con su linda y fina caligrafía, el detalle de que Aphrodita le pusiera perfume a sus cartas no le gustaba demasiado, aún conservaba un poco de ese genio suyo, un poco de su rebeldía, sin embargo, en más de una ocasión, y simplemente por un poco de orgullo tonto, había intentado que su propia letra fuese tan fina como la de su amigo, sin éxito.

“Mi querido Ángelo:

Supongo que te encuentras bien y en tu pequeño mundo tranquilo, ese que te has ganado a pulso, aunque tú sigas creyendo que no lo mereces.

Sé que te has desconectado mucho del pasado, y que para ti, recibir noticias de tus compañeros, te importa tantísimo como que del cielo empiecen a llover ranas.

Pero bueno, para eso estoy yo, ¿no?, para informarte de que aún hay trece hombres que compartieron tú destino en este mundo, vivos.

De Milo y de mí, ¿qué puedo contarte?, seguí con mi pasión por las flores, y abrí una pequeña tienda, una floristería, donde me dedicó a hacer lo que me gusta, tendrías que ver el jardín, a su lado, el del templo de Piscis era un basura, aunque extraño un poco que las rosas lleven veneno, pero, ¿qué se le va a hacer?, supongo que las viejas costumbres nunca mueren.

Milo, bueno, ya sabes que era, es, y siempre ha sido, uno de los que mejor cocinaba en el santuario, así que no lo pensó demasiado cuando le ofrecieron un puesto en la cocina de un pequeño pero acogedor restaurante, donde la gente, está encantada con él y sus inventos.

Y somos felices amigo, no te imaginas cuanto, es agradable o que ambos hemos conseguido, una relación basada en la confianza mutua, el amor, el cariño y el respeto, aunque, mi pequeño bicho sigue siendo un seductor irreformable, solo que ahora, toda esa seducción va dedicada únicamente a mí.

¿De los demás?, bueno, como tengo costumbre, empezaremos por casas, estoy seguro de que ya no recuerdas ni cuál era el primer templo, o como se llamaba su guardián.

Mu, bueno, ya sabes, a él, aún le cuesta admitir que el pequeño Kiki creció y que ahora lleva su armadura de oro, así que cada dos por tres viaja al santuario para echarle un vistazo a ese gamberrillo suyo que ahora ocupa el primer templo, pero siempre acompañado de su inseparable Aldebarán, ¿aún recuerdas cuando nos dijeron que estaban juntos?, ¿la cara que pusimos todos cuando se dieron su primer beso ante nosotros?.

Sé que ellos son felices juntos, que se aman con locura, que se dedican a recorrer mundo juntos, siempre inseparables.

Los gemelos, como siempre, juntos los dos para no variar, me extraña aún que esos dos gamberros hiciesen las paces un buen día, que dejasen olvidadas viejas rencillas y se perdonasen el uno al otro, ahora, si no me equivoco, viven en Londres, desde que Kanon se casase con Radamantis, y le pidiese a su esposo que no le separase de su hermano mayor. Supongo, que el antiguo juez del inframundo a cambiado bastante, pues le tiene un gran afecto a su cuñado.

Ya sabes lo difícil que fue todo para Saga, que se quedó algo anclado en lo que hizo o dejo de hacer, pero ahora es feliz, con su hermano y el de Wyvern, y claro está como no, con el más pequeño de nosotros.

Que Aioria se enamorase del de géminis era algo con lo que nadie, ni su propio hermano contaba, pero todos sabemos cómo se las gasta el de leo, una vez se encabezona de algo, no hay quien le pare. Van poco a poco esos dos, sin meterle prisa a una relación que siempre estuvo llena de altibajos, pero se nota que se quieren, y a su manera, él, acabó aceptándolo.

Shaka…¿qué te voy a contar de nuestro Buda reencarnado?, el sigue, en el santuario, como siempre, fue el único que no tuvo motivo para renunciar a su armadura, después de todo, el pequeño Shun no la aceptó, nunca le gustó pelear, eso todos lo sabemos, así que cuando el de Andrómeda decidió seguir estudiando y ser una persona normal y corriente, nuestro Shaka decidió encantado el quedarse en su puesto.

Además, nuestro querido Buda tiene allí al motivo de su existencia, al hombre al que ama, y aunque jamás me imaginé a nuestro rubio al lado del Phoenix, se que Ikki le ama.

Dokho y Shion, se casaron, después de doscientos y pico años de relación, y ahora, ambos, manejan el santuario como patriarcas, siguen enseñando a los diablillos que son ahora los santos de oro, cuidando de todo con una paciencia infinita, vigilando de cerca a aquellos que se han convertido, al igual que en su día lo hicimos nosotros, en sus hijos.

Aioros, con Shura, como siempre, recuperando el tiempo perdido, supe que nuestra cabrita medio secuestro a su amado y le llevó a conocer su España natal, y que de vez en cuando, o bien van ellos a ver a Aioria, o el que se mueve es el de leo. ¿Para qué voy a decirte que esos dos se aman, si aún recordamos todos la reconciliación publica y amorosa que hicieron?, es extraño, pero, yo siempre creí que cuando volvieron a la vida, Aioros y Aioria no podrían estar alejados el uno del otro, sin embargo, esos dos hermanos supieron adaptarse a los cambios que el tiempo les impuso, a las novedades propias de que el pequeño Aioria ya sea un hombre hecho y derecho, y a las cosas a las que Aioros ha tenido que acostumbrarse.

Y… queda él, nuestro Camus, te juró que sigo sintiendo lastima de él, no se merece el haberse quedado tan solo, sin nadie a quien amar, sin nadie que le ame, pero…aceptándolo todo con esa resignación suya.

Como cuando mi Milo le dijo que estaba enamorado de mí, sabiendo que nuestro acuario aún mantenía la esperanza de que la relación que llevaron en el pasado, siguiese viva.

O cuando su discípulo, ese ruso que ahora porta la armadura de acuario, le dijo que para él, era como un padre, y no podía considerarlo otra cosa, ¿sabías que Hyoga está liado con Seiya?, lo que son las cosas la verdad.

Inevitablemente tú y Camus sois los que más pena me dais, tan solos, tan apartados de todo, intentando vivir en un mundo que siempre os ha rechazado por alguna causa, que sinceramente, a veces rezo, aunque te parezca la mayor idiotez del mundo, para que de alguna manera, vuestros caminos se crucen, y aunque sea como compañero s de armas, compartáis vuestra soledad y la hagáis un poco más amena y llevadera.

Por eso…verás, yo…le di tu dirección, simplemente dándole a entender que podríais mantener contacto por carta, recordar cosas, aunque sé que a ti no te hace mucha gracia, o simplemente, si a él le apetecía, ir a verte a tú adorada Italia.

Sabes mejor que nadie que Camus no es ni tan frio ni tan serio como aparenta, que cambió muchísimo cuando resucitamos todos después de lo de Hades, y sé que tú también has cambiado, que prácticamente ya no queda nada del Death Mask que yo conocí, y que aunque no quieras reconocerlo, te sientes solo.

Bueno, ya eres mayorcito, yo esperaré ansioso noticias tuyas, sabes que siempre voy a estar aquí, para ti.

Te echo de menos, Mask, más de lo que puedes imaginarte, pero sé que, por algún motivo, Suecia no está en tus planes de viaje.

Un abrazo Ángelo, cuídate mucho.

Tu amigo y compañero:

Aphrodita”.

Cerró un poco los ojos cuando terminó de leer aquella carta, él también echaba de menos al de piscis, pero, no quería recordar, quería una vida tranquila, lejos de lo que un día fue e hizo.

Iba a levantarse para seguir cuidando su pequeño jardín cuando la vio, entre sus manos, una carta de la que no reconocía el sello, pero con su nombre escrito en una clara letra.

La miró unos instantes antes de darle la vuelta y saber quien se la había escrito, y se sorprendió bastante, al descubrir que el remitente era Camus de Acuario escribiéndole desde Siberia.

La abrió con cuidado y vio también dos folios escritos con una letra clara y hermosa, y pensó en su fuero interno, que podría querer decirle a él el antiguo santo de acuario, así que volvió a acomodarse en el suelo, apoyando nuevamente la espalda en la valla y comenzó a leer aquellas hojas.

Ni siquiera sé cómo empezar esto, y mucho menos la razón por la que te escribo a ti, sé que de todos, tú eres él que menos ganas tienes de saber algo de los que un día fuimos tus compañeros, y lo entiendo, no te tratamos precisamente bien.

Supongo que cuando luchaste a nuestro lado en el Muro de Los Lamentos ninguno nos quisimos dar cuenta de que había cambiado, de que ya no te enorgullecías de las máscaras de tú templo, ni de la sangre que habías derramado con tus propias manos, ¿por qué?.

¿Quién sabe esa respuesta Mask?, supongo que las viejas costumbres nunca mueren, decidimos casi al instante que Milo seguiría siendo el eterno seductor, Kanon y Saga los traidores, Aioros el héroe, Shura el más fiel y así, con todos.

Pero tampoco nos diste la oportunidad de que enmendásemos nuestro error, fuiste el primero en marcharte del Santuario, e hiciste bien, aquello…ese lugar, trae demasiados recuerdos, demasiado malos.

A mí me pasó, o mismo, yo siempre he sido el frio, el serio, el orgulloso, el que por propia voluntad supongo, me apartaba de todo y todos.

Incluso ahora lo sigo haciendo, ¿sabes?, tú volviste a tú Italia natal, a tú hogar, independientemente de que no guardes muchos recuerdos de ese sitio.

Yo, un santo de oro, no tuve el valor necesario para volver a Francia, ¿sabes por qué?.

Por miedo, simplemente miedo, igual que tú, yo no quería recordar el pasado, que en dos ocasiones me llevé por delante a mi propio alumno, o que en el averno utilicé mis propias manos para acabar con alguno de nuestros compañeros.

Y supe que Aioros y Shura irían a España, que seguramente se instalarían allí, y eso suponía estar demasiado cerca de aquellos que podrían traerme recuerdos a la memoria, demasiado arriesgado, por eso renuncié a mi propio hogar, y volví a Siberia.

Un lugar donde no hay nadie, solamente yo, en soledad, con mis propios pensamientos.

Te envidió, esa es la verdad.

No quiero incomodarte Death, supongo que será mejor que termine con esto, ya te habré dado demasiados dolores de cabeza.

Yo…supongo que te mando un cordial saludo.

Camus de acuario”

Death se quedó pensativo por horas, leyendo una y otra vez aquella carta del ex guardián del undécimo templo, pensado en ese hombre de cabellos tan azules como los suyos propios pero infinitamente más largos, que poseía también en sus ojos, un tono azul muy parecido al suyo.

Pocas fueron las ocasiones en las que estando en el Santuario cruzaron alguna palabra, no se odiaban ni nada por el estilo, y en los entrenamientos en los que participaban ambos, se notaba su igualdad de fuerzas, su temperamento algo parecido, serios los dos por distintos motivos, reservados, solo que el de cáncer con ese sarcasmo y cinismo tan propios de él, se respetaban los dos, esa era su relación.

Y sin embargo, sentado en la hierba aún con la correspondencia en la mano, Ángelo tuvo un impulso, sacar al antiguo caballero de Acuario de su soledad, de su encierro voluntario en un lugar apartado del mundo, con su cabeza como única compañía.

No sentía ese pesar que le había comentado Aphrodita, ni ese dolor, pero, sin cierta incomodidad al ser consciente de que Camus, no merecía el destino con el que había encontrado, era en la opinión del de cáncer, uno de los santos más sabios y fuertes, leal a pesar de sus actos, y sinceramente, su frialdad, su carácter serio, no era algo que le incomodase demasiado.

Así que se levantó con un solo objetivo en mente, aunque sin entender realmente que le movía a hacer tal acto caritativo, se adentró en la casa después de cruzar el pequeño camino de piedrecillas que él mismo había creado para darle un aspecto más hermoso al pequeño jardín, cogió su billetera y las llaves de el único capricho que se había permitido, su moto, su inseparable Harley Davidson de color negro y grandes ruedas, su mayor tesoro.

Se encaminó despacio al pequeño garaje donde la guardaba, quitándole la gran manta con la que cubría aquella belleza para que no cogiese polvo, sabía que por seguridad debía llevar un casco, pero le encantaba sentir el viento en su pelo y en su rostro, y no por nada era un santo de oro, entrenado para poder aguantar los mayores golpes, así que se acomodó lentamente y le dio al contactó, arrancándole un rugido a aquel aparato.

La ciudad estaba a una hora de camino, por carreteras amplias que bordeaban la costa, dándole una vista hermosa del mar, de los acantilados, de los inmensos valles, de las playas de arena blanca, y de las antiguas ruinas de lo que antes fueron templos consagrados al dios cristiano.

Llegó poco antes de la hora del almuerzo, aparcando la moto en la pequeña plaza atestada de comercios de todas clases, desde tiendas de antigüedades hasta pequeñas jugueterías tradicionales, o joyerías en las que se exhibían los famosos cristales de Murano, pero él concretamente buscaba una agencia de viajes bastante conocida por su eficiencia y buenos precios.

La fachada de aquella agencia había sido pintada de un vistoso y chillón color rojo, con letras demasiado sobrecargadas de detalles en color dorado, un gran toldo de color merengue evitaba que entrase directamente toda la luz del sol a través de los amplios ventanales plagados de carteles de publicidad, con ofertas de cruceros hacía Egipto, viajes de novios hacía Ecuador o Las Bahamas, viajes de fin de semana a los Pirineos o simplemente un viaje a un lugar del que no podía ni pronunciar el nombre.

Entro despacio por la puerta, consiguiendo que la pequeña campanilla que la adornaba emitiese un suave tintineo, anunciando la entrada de un posible cliente, la habitación era espaciosa, con varias mesas plagadas de papeles y ordenadores, de cómodas sillas de tapizado azul para los visitantes, y miles de folletos anunciando balnearios, cruceros, compañías aéreas y parques temáticos.

En ese momento solo había una pareja de jóvenes, que por su aspecto y las sonrisas que se dedicaban, supuso que eran una pareja planeando su viaje de luna de miel, era curioso, aquellos muchachos parecían bastante jóvenes, y sin embargo, la fuerza de ese amor inundaba la sala. Sintió algo de envidia, él hacía demasiado tiempo que no sentía eso por nadie, no recordaba la última ocasión en la que se había sentido enamorado, y mucho menos la última vez que había mantenido una relación sexual con otro hombre, porque de su homosexualidad era algo de lo que se sentía orgulloso, que no le apetecía esconder, ni de lo que sentirse avergonzado, era adulto con una mentalidad abierta, respetaba las creencias políticas y religiosas de otros, así como las tendencias sexuales.

Pero no le gustaba mantener relaciones de una sola noche, las consideraba impersonales y poco placenteras, un desahogo que te dejaba indiferente y con mal sabor de boca.

De sus pensamientos le sacó una chica con una larga melena castaña, bastante bonita, que no debía tener más de treinta años, con unos bonitos ojos verdes y el rostro plagado de graciosas pecas que le daban un aspecto juvenil.

-buenas tardes caballero, ¿en qué puedo atenderle?-preguntó la muchacha.

Por un segundo le hizo gracia lo de “caballero”, si esa jovencita supiese realmente el autentico significado de esa palabra y que ante ella tenía a un hombre que realmente había sido uno, ¿cómo hubiese reaccionado?. Y aunque no tuviera ningún sentido en ese momento, por unos instantes tuvo el impulso de contestar “¿cómo ha adivinado que yo era un caballero, y uno de los dorados, el santo de cáncer para ser más exactos?”.

-verá-comenzó a hablar sentándose en una de esas sillas delante de una mesa de escritorio que poseía un ordenador de última generación, con aquella chica detrás de ella.

-tengo un amigo que vive en Siberia, aunque cueste creer que alguien pueda vivir allí, como podrá imaginarse, no es que por ese lugar allá muchas agencias de viaje, y me ha pedido que le haga un favor-dijo mintiéndole a la muchacha.

-él, quiere venir unos días de vacaciones, y me gustaría que me dijese, qué posibilidades hay-le comentó Ángelo.

-déjeme mirarlo en el ordenador-contestó la chica con una sonrisa.

Una hora después y con la billetera algo más vacía, el antiguo caballero de cáncer salió de la agencia con toda una ruta desde Siberia hasta Italia, que incluía los billetes de tres aviones, se encaminó tranquilamente hacía la pequeña oficina de correos ubicada en un viejo edificio remodelado, pintado de blanco y amarillo, tan sobrio que recordaba más bien a una funeraria que a otra cosa.

Pidió uno de los sobres para mandar correo urgente y certificado, asegurándose a sí que llegase a su destino de la manera correcta, sabiendo que por la lejanía, tardaría una o dos semanas en llegarle al de acuario. Luego, a un muchacho joven y nervioso, de cabello moreno y grandes ojos violetas, que se notaba que era novato, le pidió lo más amablemente que pudo un folio y un bolígrafo, sentándose poco después en un pequeño banco metálico donde algunos esperaban su turno para enviar su correspondencia, escribiendo un mensaje para su antiguo compañero de batallas.

“Camus:

Si estás cansado de estar solo.

Si por un solo segundo quieres compartir tú tiempo con alguien.

Ven.

Si necesitas recordar viejos tiempos lo entenderé y los compartiré contigo.

Si solo quieres una nueva vida, aquí hay una gama de posibilidades infinitas, y nadie va a molestarte.

Si no te importa compartir tu tiempo con el antiguo cangrejo, que para tu suerte ha cambiado más de lo que puedas imaginarte.

Ven.

Pero no te quedes tu solo en el culo del mundo solo para esconderte, no te lo mereces.

Los billetes ya están pagados, no aceptaré que me los devuelvas o me los pagues.

Te diría lo de o vienes o vienes, pero hace tiempo que cambie lo suficiente como para volver ahora a eso.

Y por favor, solo por favor.

Lo de Death Mask ha quedado ya en el pasado.

Mi nombre es Ángelo, Camus.”

Esperó pacientemente su turno en la cola, hasta que llegó al mostrador de envíos al extranjero, donde un hombre de unos cincuenta años y con cara de aburrido esperaba al nuevo cliente.

-quiero enviar esto a Siberia-le dijo el de cáncer.

-sí, sí, ya-le dijo un poco irrespetuoso el otro cogiéndole la carta y mirando que todos los datos estuviesen correctos.

-el destino es lejano, el coste será más alto-le comunicó el hombre.

-no importa, la persona merece la pena-contestó el otro.

Salió de aquella oficina, pocos minutos después, dirigiéndose lentamente a donde había dejado aparcada la moto, mirando unos segundos al cielo, antes de volver a arrancar el aparato y regresar a casa.

“esperó que vengas Camus, ya me he hartado de estar solo”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Se agradecn los reviews, nadie se muere por mandar uno.

Por cierto, me gustaría que Zion No Bara escribiese una historia que a mi se me ocurrió, le he dejado un review, pero no sé si lo aceptará, para mí desde luego sería un honor, porque la pareja es rara, un Death por Aioros.

Asi que nada, disfrutenla, si quieren.


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