Caminaba rápidamente por la acera debido a las grandes gotas de lluvia que caían sobre el. Tampoco era que le molestara demasiado, siempre le había gustado la lluvia veraniega y tenía capucha, hasta se le escapó una sonrisa. La cual quedo congelada en su rostro al ver como todo el cielo se volvía blanco un segundo.
Paró en seco y en ese momento se oyó un estruendo.Cerró fuertemente los ojos intentando ignorar la sensación que comenzaba a embargarle. Movió lentamente sus pies tratando de continuar, el cerebro le respondía con lentitud y las piernas y las manos le temblaban. Se llevó las manos a la cabeza para sujetar la capucha.
Progresivamente volvió a conseguir la misma velocidad de antes. “Mientras no vuelva todo ira bien” pensó.
Recorrió una calle más intentando cerrar sus oídos a lo que tenía alrededor y sin apartar la mirada de las baldosas grises. Sin embargo la luz rebotó en el suelo y ese espantoso sonido entró en su cerebro. Cerró fuertemente los dedos apretando la capucha. Respiró hondo. No debían quedarle ni cinco minutos para llegar a casa, podía conseguirlo... Solo había que mover un pie tras otro.
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- ¿Itsuki?- oyó una voz masculina conocida tras el. El chico giró un poco la cabeza, el otro terminó de cruzar el paso de cebra y llegó hasta el. Quien intentaba relajarse ahora doblemente- ¿Te pasa algo?
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- No...- intentó sonreír sin estar seguro de si lo logró.- Es que me dan miedo las tormentas...- dos segundos de silencio. No estaba del todo seguro de si preguntárselo...- Oye, ¿por dónde vas?
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- Por allí.- levantó un brazo y señaló al camino contrario al que seguía el.
Suspiró. Lastima...
Otra vez sucedió su pequeña tortura, un escalofrío le recorrió toda la espalda. El chico le miró preocupado.
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- ¿Seguro que estas bien?
Itsuki iba a asentir, pero en el último momento dudo.
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- ¿Podrías... Podrías acompañarme?... Aunque fuera un poquito.- concluyó suplicante.- Está a cinco minutos...
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- De acuerdo.
Siguieron su camino, algo más despacio que antes pero con más seguridad. El temblor de las manos de Itsuki disminuyó un poco, aun así no pasó desapercibido para el chico.
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- ¿Vas para casa no?- preguntó intentando distraerlo.
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- Si.- susurró.
Siguió el silencio... ¿Por qué en un momento como este solo se le ocurría hablar del mal tiempo que hacía?
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- Y...
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- Cuando era pequeño en una excursión con el colegio me perdí y estuve como cinco o seis horas perdido con tormenta, y desde entonces me asustan muchísimo.- le miró esbozando una sonrisa, queriendo demostrarle que su sola compañía ya ayudaba. El otro solo le devolvió la sonrisa.
Cruzaron un último paso de cebra y dos metros después se resguardaron en la entrada del portal. Itsuki buscó las llaves y abrió la puerta, sujetándola con el pie.
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- Muchas gracias Sora.- dijo ya con más seguridad.
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- De nada.- se acercó un poco más a el, le susurró algo al oído y sonrió al apartarse.
Itsuki puso los ojos en blanco sonriendo y le miró incrédulo.
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- Y ¿crees que eso me va a servir para algo?
Sora le revolvió su pelo corto como acostumbraba a hacer.
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- Si claro, con lo que te ríes con todo lo que te digo.
Itsuki no cambió su mirada de incredulidad aunque ensanchó su sonrisa.
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- Hasta el lunes.- contestó introduciéndose en el portal.
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- Hasta luego.
Subió por las escaleras, al fin y a cabo vivía en un primero. Abrió la puerta, posó su chaqueta mojada y las llaves en el sofá del salón y se dirigió a la ventana. Observó durante dos segundos el cielo gris oscuro, acto seguido bajó la mirada. Vio una figura conocida corriendo por la acera y volvió a sonreír. Que tonto que era. “Cuando haya tormenta piensa en el cielo azul de mi nombre.”
Era una frase que pronunciada por cualquier otra hubiera quedado empalagosa, pero con el tono que él había usado al decírsela nadie podía evitar reírse. Puede que siguiera su consejo, al fin y al cabo siempre que le recordaba no podía evitar sentir una oleada de felicidad.
*Sora significa cielo azul.