Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Camino al Cielo por Midorico

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

soy nueva en esta seccion, asi que espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

 

“cursiva” --> pensamientos.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~* --> cambio de escena.

 

 

!a leer! ^_^ 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*Camino Al Cielo~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_ Se abren las puertas. °_°_°_°_°_°_°_°_°_°_

 

 

Siempre pensé que cuando una historia tuviera su final, los personajes serian felices. Sabía que tenían que pasar muchos obstáculos, pero todos y cada uno de ellos al final vencibles para los protagonistas. Y hoy te miro con mi pequeño de la mano, en la última banca de la iglesia, junto a tu pronto esposo. Con ese traje impecable y esos ojos que me dicen que no debo llorar cuando te vea susurrar el “acepto”…

Entonces comienzo a recordar todo lo que sucedió entre nosotros… desde el primer desplante, hasta el último susurro que nos dimos en aquel hermoso lugar… cuando se abrieron las puertas a mi cielo… ¿o infierno?

 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

Sentado en un columpio, un joven de cabello purpura, de ojos de igual color y una mirada seria y calculadora. Se mecía con lentitud, mirando en dirección a la carretera que pasaba justo frente a aquel parque, que a pesar de ser temprano estaba siendo visitado por dos o tres personas.

 

-sabias que odiaría cuando nos visitara y aun así…

 

-es tu oto-chan, ¿tenía que cerrarle la puerta cuando apareció en ella?-un hombre de cabello castaño se acercó al otro.

 

-lo que más odio es que lo amas, incluso has aceptado un hijo que no lleva tu misma sangre…-susurro dolido el peli/purpura, sin volver su mirada-a veces me pongo a pensar que lo amas en demasía no se lo merece.

 

-¡Emi! ¡Es de tu padre del que estamos hablando!-le regaño colocándose detrás del menor-tienes que entenderlo…

 

-¡ENTENDER ¿QUÉ?!-se levantó molesto del columpio-¡demonios Ryougoku!

 

-oto-san, ¿Cuándo me dirás oto-san Emi? Llevas viviendo conmigo toda tu vida y me sigues llamando “Ryougoku” siempre es…

 

-¡no cambies de tema!-se giró en dirección al castaño-¡SI ÉL NO SE VA, ENTONCES LO ARE YO!

 

Corrió lo que sus pies le permitían, no lloraría, no lo había hecho todo este tiempo y ahora simplemente no se derrumbaría… no ahora que tenía que hablar con Ryougoku, que tenía que tomar la decisión más importante en su vida… no ahora que pretendía separarse de su única familia.

 

Miro cerca un campo de entrenamiento de futbol, su padre era el mejor entrenador, y en sus tiempos como jugador nadie se le podía comparar. No sabía por qué se había retirado de su sueño. Porque si algo tenía claro era que su mayor sueño era ser el mejor jugador.

Sin darse cuanta se acercó al campo, no podía detenerse, ya se encontraba observando como los chiquillos apasionados estaban comenzando a calentar para seguramente su partido del fin de semana.

 

Ahora que lo recordaba, gracias a la “esperada” visita de su padre, no pudo conocer a los integrantes del equipo que su padre entrenaba. Eran vacaciones así que le había comunicado que los llevaría a España, más específico a Andalucia, una comunidad con la hermosa ciudad de Sevilla.

 

Claro que sabía que Ryougoku no llevaba a los chicos de turistas, no, sabía que le gustaba entrenar en sus hermosas áreas ambientales, que si bien mejoraban o mejoraban esos jugadores. Entonces el aprovecharía, se tomaría algunos días para descansar y pensar como decirle a Ryougoku que se iría a estudiar a Japón y junto con eso la otra parte que tanto temía hablar con el…

 

Su otro progenitor…

 

-¡cuidado!-escucho la voz de un pequeño que le gritaba advirtiéndole del valón que le dio en plena cara.

 

Por supuesto que le había pegado, o ¿ustedes creen que por ser el hijo del mejor jugador contaba con poderes mágicos que lo harían esquivar el valón? Pues no, el valón le pego en la cara, lo bueno era que el dolor era soportable.

 

-¡lo siento!-el chico que le había gritado se disculpaba con el peli/purpura.

 

-no te preocupes-le devolvió el balón y le sonrió-¿entrenan para el partido?-pregunto mirando que los otros chicos llamaban a su compañerito.

 

-sí, mañana nos enfrentamos contra los jugadores del colegio vecino-sonrió tomando el valón-¿quiere… quiere venir a vernos?-pregunto un poco avergonzado.

 

En ocasiones le gustaba su condición, podía hacer sonrojar a esos pequeños, ser un doncel no era tan malo después de todo. Asintió con la cabeza y le revolvió cariñosamente su cabello.

 

-ve a jugar, te esperan, el domingo estaré puntual-hablo con ternura y sonriéndole al pequeño pelinegro.

 

-es a las dos de la tarde, le espero aquí doncel-san-y el pequeño salió corriendo.

 

Se llevó la mano izquierda a la boca, para apaciguar su risita más que tierna y hermosa. Su costumbre era reír tapando un poco su boca con el dedo índice un poco encogido, llevándose su mano derecha para rodear su cintura.

 

Miro de nuevo, como esos pequeños corrían con una sonrisa en sus rostros cuando perseguían el balón. Era una lástima que después de un tiempo se perdería aquella pasión. Aun recordaba cómo es que su padre lo entrenaba y el disfrutaba al máximo su tiempo con el balón. Pero crecer y madurar son cosas que tienen que pasar.

 

Camino de regreso a su casa, con suerte su padre ya no se encontraba en casa y podría conocer a los jugadores de su oto-san. Sonrió para sí mismo, si en verdad escuchara que lo llama de esa forma se pondría tan feliz que incluso lloraría.

 

Cuando llego fuera de la casa donde por ahora habitaban, las luces de la sala, reflejaban en las cortinas de la ventana varias sombras. Lo que le hizo suponer que los jugadores ya estarían en casa, suponiendo esperándolo a él. Ya que lo quisiera o no Ryougoku no sabía cocinar y lo esperaría.

 

Suspiro antes de entrar, su casa no era tan llamativa como lo imaginan la mayoría de las personas, al contrario es sencilla pero acogedora. Cuenta con un jardín delantero y trasero. El delantero rodeado por un barandal de madera negro. Mientras que hay un caminito que da directo a los dos escalones que hay que subir para entrar a la casa o abrir la puerta.

 

Camino sin darse cuenta que cuando él se disponía a subir los escalones, alguien salía con algo de prisa por la puerta, empujándolo de nuevo hacia el caminito.

 

-¡fíjate idiota!-le grito desde el suelo, levantando su mirada purpura-¡¿es acaso que no tienes el más mínimo sentido de la orientación o percepción?! ¡Incompetente!

 

-vaya más de dos in-propietarios en la boquita de un doncel-sonrió con arrogancia el otro chico que aún seguía en el marco de la puerta.

 

-no por ser un doncel voy a ser manso como un corderito, te lo tienes bien creído ¿no?-pregunto con una mirada afilada al otro-estúpido-susurro levantándose del suelo.

 

-¿Qué paso?-Ryougoku llego alarmado desde dentro de la puerta, mirando a su hijo que se sacudía el pantalón de mezclilla negro que usaba-Emi, ¿te encuentras bien?-paso a un lado del chico de la puerta y miro a su hijo-¿Qué paso?

 

-¿Emi?-pregunto dudoso el otro.

 

-¡Akira para ti desconocido!-bramo el otro volviendo su vista al que hablaba-¡nadie me llama Emi, solo Ryougoku!

 

-basta Emi-sonrió nervioso el mayor-él es Kin, Akemi Kin el capitán de mi equipo-miro con una sonrisa nerviosa al otro que no despegaba la vista de su hijo-Kin, él es Akira Emi, mi hijo.

 

Ambos se vieron analizándose de pies a cabeza. Mientras que Emi, tenía el cabello y los ojos color púrpura, que le combinaba excelentemente con el tono de su piel, ni tan blanco ni tan moreno, Kin llevaba el iris y la melena azulada, que combinaba con su piel un poco más pálida que la de Emi. Sus complexiones eran similares, con la clara excepción que Emi era un poco delicado debido a su naturaleza. Pero de ahí en fuera ambos parecían hombres con grande liderazgo.

 

-para ser un doncel al que todos sueñan eres realmente… decepcionante-y sin más que decir, camino rumbo a la salida, dejando a su entrenador y al bello chico sorprendidos-regreso en un momento Ryougoku-san.

 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

-no lo puedo creer-Akira sacaba de la alacena los platos para la cena. La verdad es que no sabía cómo era que metería once chicos en las apenas cuatro habitaciones disponibles, porque era claro ¡no compartiría habitación con nadie!

 

-hola-escucho la voz de un chico en la entrada de la cocina.

 

-¿mmm?-levanto la vista para encontrarse a un chico de cabellera rojiza, y ojos, graciosamente iguales a los de él púrpura-supongo que eres uno de los jugadores de Ryougoku.

 

-sí, Chie Hitomi un gusto -el rio, sonrió amablemente-tú debes ser Akira Emi, ¿cierto?

 

-sí, Akira sería mejor-le sonrió volviendo a su quehacer-bien Chie, te toca ayudarme a servir la comida-le sonrió y le dio algunos platos para que le ayudara a colocarlos sobre la mesa.

 

Ambos chicos hablaron como si en verdad se conocieran de mucho tiempo, mientras que servían en los platos y la comida. Caminando del comedor a la cocina.

 

-…y así fue como nuestro portero se pegó contra el poste-rio Chie que colocaba los últimos cubiertos-desde entonces el entrenador nos prohibió beber bebidas que contengan alcohol, no importa si es el más mínimo porciento. Incluso él nos ha llevado nuestra propia agua.

 

Akira empezó a reír, de la misma forma en que lo hizo con el pequeño en el campo de entrenamiento. Su padre era sobre protector con su equipo, cuanto desearía al menos estar presente cuando su padre les gritara o les riñera, cuanto ansiaba ver en el rostro de Ryougoku algún rastro de enfado.

 

Aun que se llevaran bien, siempre deseo que su padre lo castigara, aunque no hubiera razón para presionarlo, que lo hiciera o que simplemente dejara de tratarlo tan delicadamente. En sus diecinueve años de convivencia, siempre recibía sonrisas carisias y mucho amor. Pero nunca recibió una muestra de enfado del entrenador. Sabía que le prestaba la debida atención. Pero por alguna vez podía negarse a sus peticiones. O ponerle una hora límite para llegar a casa.

 

-Ryougoku-san ha de ser un pesado contigo ¿verdad Akira?-pregunto Chie suspirando y mirando al pelo púrpura.

 

-la verdad-sonrió dejando de reír- piensa que soy una persona sumamente responsable y no hay necesidad de sobre protegerme. Confía demasiado en mi-“ese es el problema”

 

-él está muy orgulloso de ti-le aclaro el pelirrojo suspirando y saliendo del comedor-¡les hablare a los chicos!

 

Los ojos púrpura siguieron la silueta del dueño del par de iris semejante a los suyos. Pensar que una parte en su interior seguía odiando a todos esos chicos. Su primer cumpleaños que podía recordar, la pasó la mitad de la noche esperando a que su padre regresara del “entrenamiento sorpresa que debía dar a sus jugadores” su siguiente cumpleaños, recibió un enorme peluche de felpa, debido a que su padre arreglaba algunas cosas en otro país sobre su equipo de futbol y algunos de la empresa. Se hubiera emocionado mucho si lo hubiera recibido el día de su cumpleaños o un día después… pero lo recibió una semana después, casi aseguraba que el inepto doncel que tenía como secretario su padre, le había recordado y lo hizo tarde, demasiado tarde a su parecer.

 

-…y de los siguientes años mejor ni hablamos-Akira miro la pulserita de plata que tenía colgando un bello dije de un par de alas-aun no entiendo cómo es que estas alas me ayudaran.

 

Su celular comenzó a escucharse, saco del bolsillo delantero de su pantalón su celular y miro la pantalla.

 

-“friend-san” tonto-levanto la tapa y contesto con una sonrisa-¡idiota esperaba tu llamada antes de las ocho!

 

-…-

 

-¿¡aun sigues en el aeropuerto!?-miro su reloj de pulsera, eran más de las dos de la tarde-¡es el colmo salgo para haya!-colgó el teléfono-“aun no entiendo cómo es que no me ha hablado en más de cinco horas”-definitivamente es un tonto.

 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

Había tomado la camioneta en la que viajaban cómodamente cuatro personas, solo logro avisarle a Chie que saldría, el cual tendría que explicarle a Ryougoku donde se encontraba su bello hijo.

 

Al llegar al aeropuerto, bajo lo más rápido que pudo, dejando estacionado cerca de la entrada la camioneta. Camino con una sonrisa en sus labios, ese chico en verdad que nunca cambiaria, a pesar de tener la suficiente confianza para llamarse a la hora que sea, por el motivo que sea, seguía prefiriendo llamarlo después de que se le agotaran todos sus recursos.

 

 

-¡tonto!-llamo levantando una mano como saludo, al chico que se encontraba sentado sobre una banquita.

 

-Akira, ¡deja de llamarme así!-respondió el otro levantándose de su asintió y sonriendo-¡te extrañe amigo!-lo abrazo una vez estuvieron frente a frente.

 

-yo igual, eres un idiota, debiste llamarme antes de llegar, ya estuvieras en casa-le dio un golpecito en el hombro, sonriendo ambos ante la familiaridad con que se trataban.

 

-lo siento, hubo problemas con mi equipaje y el de otro sujeto-sonrió y suspiro-afortunadamente ya está arreglado-sonrió recordando a los dos varones que le ayudaron.

 

-eso espero-Akira toma una de las maletas de su amigo y la cargo ayudándole-vamos, deje la cena lista en casa de Ryougoku.

 

-¿aún lo llamas así?-pregunto divertido el otro chico que camino junto a Akira, con otra maleta a su lado.

 

-sí, sabes que cuando lo llame oto-san se pondrá muy feliz ¿no? Por eso estoy esperando la oportunidad-sonrió ante la cara de molestia de su amigo-vamos, cada quien tiene sus motivos ¿verdad?-pico en ese punto a su amigo.

 

-basta, mi día no ha sido muy bueno-anuncio saliendo de las puertas automáticas-¿dónde está el auto?-pregunto mirando a ambos lados.

 

-lo estacione por haya-miro en la dirección sonde había dejado la camioneta-espera ahora vuelvo-dejo la maleta junto a su amigo y salió en busca del auto.

 

 

Sin percatarse que su amigo no le prestaba atención, pues había localizado a los dos varones que le habían ayudado con el problema del equipaje. Se veía que esperaban a un taxi, ¿tanto tiempo habían esperado? Pues hace más de una o dos horas que se habían despedido. Decidido se acercó a ellos, quizá les podía ayudar.

 

-disculpen-hablo con una sonrisa acercándose a ellos.

 

-¡oh! Shiro-chan, ¿aún no te vas?-pregunto uno de los chicos, que era el pasajero con el que tuvo problemas de equipaje.

 

-bueno, lo que pasa es que le hable a un amigo y apenas llego-sonrió nervioso viendo al otro chico que solo los escuchaba conversar-¿pero, a ustedes le sucede algo?-pregunto dudoso.

 

-bueno, lo que pasa es que…-el chico se rasco la cabeza nervioso y con un sonrojo en sus mejillas.

 

 

Pero el sonido de un claxon se escuchó, llamando la atención la camioneta que se estaciono frente a ellos, donde del asiento del copiloto se bajaba el vidrio dejando ver a Akira tras el volante.

 

-Akira, creí que tardarías más-respondió su amigo al peli/púrpura.

 

-¡tú!-Akira se disponía a contestarle a su amigo, pero ver esa inconfundible melena azulada lo dejo sorprendido-¡maldito bastardo! ¡Que es lo que haces con el bobo!

 

-¡Emi!-grito enojado su amigo.

 

-¡no me llames Emi!-ataco el peli/púrpura.

 

-¡tú… tu eres Akira Emi!-pregunto entusiasmado el otro chico con el que antes conversaba Shiro.

 

-¿me conoces?-pregunto dudoso Akira.

 

-¡eres el hijo de nuestro entrenador!-anuncio acercándose a la puerta de la camioneta-¿Cómo no conocerte? ¡Todos moríamos por conocer al gran orgullo de Ryougoku-san!

 

-vaya, sigues siendo tan famosos como siempre Akira-chan-hablo con burla su amigo que aún seguía viendo la escena del chico que a simple vista se veía que derramaba baba por todos lados por Akira.

 

-¡oh, vaya!-sonrió tiernamente Akira-mmm, ya que sabes mi nombre me gustaría conocer el tuyo-le sonrió con elegancia dejando a relucir sus buenos modales.

 

-¡es verdad!-sonrió el otro apenado-mi nombre es Dai Kisho y él es…-pero fue interrumpido por Akira.

 

-lamentablemente tengo el gusto de conocerlo-anuncio aun sin dejar de sonreír-bueno, a mí ya me conoces, quiero presentarte a mi amigo, él es…

 

-Shiro Ryo-se presentó el chico, que tenía el pelo plateado y largo hasta la cintura, atado a una coleta alta, sus ojos de color miel, con el tono de piel bronceado-extendió su mano a Dai.

 

-¿podrías presentarme a tu amigo?-miro mal a Akira-porque lamentablemente yo no lo conozco.

 

Ambos chicos escucharon como Akira chasqueaba la lengua en signo de fastidio. Voltearon a ver al otro chico que un seguía al margen de la conversación con los brazos cruzados. Lo extraño era que miraba analizando y de manera molesta a Akira, quien le daba igual lo que hieran.

 

-capitán-llamo el chico para obtener la atención el peli/azul-él es el chico que antes ayudamos, ¿lo recuerdas?

 

-si-miro al chico con desdén-¿Shiro Ryo, no?

 

El chico asintió eufóricamente y le extendió su mano en forma de saludo, pero el otro chico paso por alto al peli plata y se acercó a la caminata. Llamando la atención no solo de los chicos que se habían quedado ahí parados, también la de Akira, que miraba de reojo la escena.

 

-Ryougoku te prohibió manejar ¿me equivoco?-miro con molestia a Akira-deberías obedecer a tu padre Emi.

 

-¡Cómo se atrevía! ¡¿No se lo deje en claro?! Ese maldito me está haciendo enfurecer… ¡oh! Así que ese era su plan-Sonrió con burla, e ignorándolo dirigió su mirada a su amigo-bobo, tenemos que irnos o se nos ara tarde-anuncio sin mirar al capitán.

 

-¡si no me dejas de llar “bobo” te llamare Emi!-anuncio su amigo caminando en dirección a la camioneta.

 

-¿van a casa de Ryougoku?-pregunto el capitán aun al chico tras el volante, pero este no le contesto ignorándolo olímpicamente.

 

-así es-respondió Shiro, ya que veía que su amigo no lo aria.

 

-bien entonces nos vamos con ustedes-anuncio el chico que ayudo a su amigo con las maletas.

 

-¡Hey…!-pero Akira ya no pudo refunfuñar, pues la carita de su amigo, suplicante, no pudo ser rechazada.

 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

Akira no podía dejar de reír, ¿Cómo era posible lo que Dai les contaba? ¿No sabían nada del mundo? ¿O simplemente eran unos inútiles?

 

-haber-trato de tranquilizarse-me estás diciendo que no tenían dinero con el cual regresar, ¿verdad?-miro al chico peli/verde que se sentó en él asiento del copiloto, asentir con la cabeza y avergonzados-y… ¿esperaban que alguien les ayudara?-el chico volvió a asentir-¡eres magnifico Dai!

 

Y volvió a reír con ganas, sabía que no todo sería malo. Podía ver la cara molesta de aquel tipo que le caía en la punta del hígado, y reírse de él, pero Dai no tenía la culpa, además la mirada que Shiro le enviaba ya lo habría matado por lo menos dos veces.

 

-Dai, ¿me prestarías tu teléfono?-pregunto recuperándose de su ataque.

 

-¿para qué?-pregunto dudoso el chico, mirando la mano extendida que le ofrecía Akira.

 

-vamos-apresuro Akira-¿no querrás que nos estrellemos o sí?-hablo dirigiendo su vista al semáforo que marcaba rojo en la avenida.

 

-no-Dai le puso enseguida en la palma de su mano el teléfono.

 

-bien-sonrió Akemi y comenzó a teclear algunos números en el móvil-¡listo!-le entrego el aparato al chico y arranco de nuevo el carro-cuando vuelvas a estar en problemas llámame, me puedes localizar en ese número.

 

El chico miro su pantalla y sonrió, sonrojándose de paso, lo que no paso desapercibido por los dos chicos de atrás, que solo guardaban silencio. No podían hacer nada más ¿o sí?

 

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

 

Al llegar a su casa, Shiro y Dai bajaron enseguida de la camioneta, caminando a la cajuela para sacar ambos su maleta. Dejando a Akira y a Kin dentro de la camioneta en un silencio incómodo.

 

Mientras que los ojos púrpura miraban con seguridad al chico sentado atrás y cruzado de manos, por el espejo retrovisor de la camioneta.

 

 

-¿Qué es lo que quieres?-pregunto sin dejar de mirarlo por el espejo-estoy seguro que quieres algo a cambio de tu silencio.

 

-que perspicaz saliste Emi-hablo sonriéndole arrogantemente, escuchando un bufido de a boca del doncel-por ahora, solo quiero una cita, ya sabes, no conozco la ciudad y tú vives aquí, así que…

 

-no me equivoque cuando te catalogue como un bastardo-interrumpió mirando de su lado izquierdo-lo are…-susurro para bajar enseguida del auto.

 

 

Por ahora aceptaría la tonta petición de ese… “capitancito” de cuarta. No quería que su padre se preocupara demás por una tontería.

 

 

-será mejor que le digamos que yo maneje-le susurro en el oído a Emi.

 

-…-a Emi sele erizo toda la piel al sentir esa voz tan cerca y tan susurrante que por un momento pensó…-¡estúpido!

 

 

Pero solo consiguió que la risa de aquel chico se escuchara burlona. Baya que había encontrado a un tipo interesante. A un tipo que le hacía pensar y sentir cosas que jamás había sentido al mismo tiempo… enojo, atracción, duda, interés, duda.

 

Suspiro, ¿Cuánto más crecería esa lista? Camino para ayudar asu amigo, sin darse cunta que el pelo/azul tmbien lo miraba.

 

-“vaya que no solo eres atractivo, también eres inteligente… y completamente mi tipo”-Kin miraba con una sonrisa como era que el pelo púrpura trataba de ayudarle a su amigo a bajar las maletas-“orgulloso, independiente frio, pero tierno y con una enorme sonrisa”

 

 

-“creo que…”-Emi sonrió complacido bajando las maletas.

 

-“parece que…”-Kin no dejo de mirar al doncel.

 

Entonces ocurrió, ambas miradas se cruzaron la una con la otra, púrpura contra azul, orgullo contra egocentrismo y dos medias sonrisas con un mismo pensamiento.

 

 

-“…por fin te he encontrado”-ambos chicos finalizaron al mismo tiempo sus pensamientos.

 

 

Notas finales:

espero les aya agradado este capitulo, espero actualizar pronto, no olviden:

 

EL YAOI ES FUENTE DE ENERGUIA n_n

 

¡les agradesere que dejen muchos rr! no lo olviden, son la paga para los perdonajes!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).