Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

365 days por Xewa

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Fan fic basado en la canción 365 days de An Cafe.

Bueno, por lo general, odio escribir WAFF, pero ando cursi con este tema, así que bueno... aquí traigo un one-shot de An Cafe.

Este fic es algo peculiar. Está basado en un lemon entre una pareja ya formada, narrada en presente y con destinatario, intercalado con recuerdos en pasado y sin destinatario. Se supone que el destinatario (tú) en el lemon, es "él" en los recuerdos.

Y, bueno, Miku no tiene seme. ú.ù Queria que fuera un Teruki x Takuya, pero se me ocurrió esta idea para Miku y me pareció mejor. Pero a la hora de decidir el seme... ¡Quería que todos lo fueran! no podía decidirme asi es que... ¡Decidid vosotros! xD

En realidad, la idea de no poner seme es de Yojiromi. No se si me leera, pero gracias =) me quito los dolores de cabeza, de veras que no sabia a quien poner. ^^"

Disclaimer: blablabla Miku no me pertenece, blablabla y An Cafe tampoco blablabla... lo de siempre =)

Agradecimientos a nagareboshinosekai.blogspot.com por la traduccion de la cancion.

Espero que os guste.

Un saludo ^^

Notas del capitulo:

One shot, unico capitulo ^^

A ver con quien os imaginais gemir a Miku xD

Los flash backs van en cursiva y entre :  ~~~~~~

Recordad que "él" y "tú" son la misma persona.

Aquí teneis, 9 páginas en word de lemon xD

Tus manos siempre me parecieron increíbles. Largas, bonitas, suaves. Finos dedos con vida propia e independiente, moviéndose en armonía y con elegancia. Uñas perfectamente cuidadas, limpias y bien limadas. Manos capaces de manejar el mundo, sin romperlo, por supuesto. Quizás fueron lo primero que me encantó de ti.

 

~~~~~~

 

-          Mucho gusto, Akiharu-san. – El chico me extendió la mano con una gran sonrisa. Yo la tomé enseguida, y le sonreí también. Parecía un muchacho correcto, educado, pero simpático.

-          Mucho gusto, pero puedes llamarme Miku, que pronto habrá confianza. – Todavía no había soltado su mano, que era suave como el terciopelo.

-          Claro, pues… encantado, Miku-san. – Sacudió con más fuerza ambas manos, dándole énfasis a la presentación.

-          Sólo llámame Miku. Sin el –san, que no soy tan viejo.

-          Pero…

-          …¡sin peros! Vamos a trabajar juntos en la misma banda, así que no importa.

-          Ah, bueno, entonces… Miku, ¿me devuelves mi mano? Creo que se necesitan las dos para tocar un instrumento…

-          Oh... lo siento… - la solté de inmediato. - …pero son suaves…

-          Bueno, se intenta. – el chico rió para sus adentros. – Gracias por el cumplido.

-          Nada, ya sabes, examino las herramientas de trabajo.

-          Jajajaja – ahora reía a carcajada limpia. – Me caes bien.

-          Bueno, se intenta. – Volvió a sonreír para sus adentros. – Y ahora… ¿empezamos el trabajo?

-          Claro.

 

Y cruzamos la puerta, uno detrás de otro, en dirección al estudio.

 

~~~~~~

 

Siempre observo tus manos actuar, cuando te hacen comer, cuando saludan cortésmente, cuando escriben ritmos y melodías sobre tu cuaderno de composiciones, cuando hacen hablar a ese instrumento cuyo lugar me muero por ocupar...

 

Y ahora, cuando te desvisten lentamente frente a mis ojos. Poco a poco tu terso abdomen aparece bajo la camiseta azul marino que esos dedos retiran para mí. Los pantalones negros también parecen molestar, al igual que la ropa interior.

 

De verdad que envidio aquellas manos. Deseo que sean las mías las que hagan el trabajo, pero ellas no están disponibles por el momento. Me incorporo un poco y forcejeo con los brazos, y las esposas me impiden ningún movimiento. Mis manos se encuentran totalmente inmovilizadas detrás de mi cabeza.

 

Pero ellas quieren tocar tu cuerpo desnudo. Quieren recorren tu firme pecho, suavemente hasta llegar al vientre. Quieren acariciarlo por un rato, sólo con la yema de los dedos, para luego seguir bajando…

 

El solo imaginarlo provoca miles de sensaciones por todo mi cuerpo… y me recuerda que mis pantalones todavía me acompañan sobre la cama.

 

Pero tus idolatradas manos son piadosas, y pronto me liberan de la presión.

 

Por un momento, contemplas con deseo mi cuerpo desnudo. Yo te miro suplicante, deseando con todas mis fuerzas que te acerques y toques mi cuerpo. Tú me miras como mirarías a un inocente pececillo recién arrebatado del agua. A tus ojos soy como un conejito que acaba de romperse una pata con un cepo del camino. Una mirada de triunfo, pero tan dulce y llena de amor que hace que mi corazón quiera salirse del pecho.

 

Y ahora empieza la acción. Cierro los ojos, y pronto empiezo a sentir tu aroma muy cerca de mí. Tu inconfundible olor, tu exclusivo perfume que, lejos de ser empalagoso, anuncia tú llegada allá por donde te acercas. Siempre me ha vuelto completamente loco. Es capaz de transportarme al mundo de los sueños con sólo un ligero olfateo.

 

~~~~~~

Me encontraba solo en el estudio, sentado en la silla de escritorio de espaldas a la puerta. Tenía la guitarra acústica sobre mí, y una púa en la boca. Mi concentración era perfecta. Una nueva y genial canción estaba naciendo frente a mí, en mi cuaderno de partituras. Y yo era su creador, encerrado en una burbuja aislada del resto del mundo, totalmente impenetrable.

 

Salvo por un solo detalle: un suave aroma agradable.

 

Creí poder ignorarlo,  pero pronto se hizo más intenso. Mi concentración se rompió, y comencé entonces a analizarlo.

 

Era un olor dulce,  refrescante, incluso tropical. Olor como a coco, con alguna otra fruta, quizás mango, o algún cítrico. Por un momento, me trasladó a la playa, y me hizo recordar el verano. Recordé el mar, cristalino, y azul. Evoqué las olas, rompiendo bajo mis pies, yendo y viniendo sin parar. Casi podía escuchar el sonido de su vaivén.

 

Mi mente ya había viajado hasta Hawai como muy cerca, cuando me sobresaltó una voz a mis espaldas.

 

- ¡Miku!

 

Y de repente, volví al estudio, a mi silla, mi guitarra y mi canción. Y a la persona que me había sacado del ensimismamiento en el que me metió. La propietaria del susodicho aroma.

 

-          ¡Ah! – di la vuelta a la silla casi automáticamente, y la púa calló de mi boca.

-          ¡Susto o muerte! – él me miraba a  apenas metro y medio de distancia, sonriendo divertido.

-          Ah, eres tu… - aliviado, recogí mi púa del suelo.

-          Ah, bueno, en ese caso no importa, puedes ignorarme que sólo soy yo… - seguía bromeando. – Bueno, como soy yo, ya me voy y te dejo tranquilo… - De repente, su sonrisa se borró y se dio la vuelta para marcharse.

-          ¡No! Pero que yo no lo decía…

-          ¡Que ya lo se tonto! Te estaba tomando el pelo. – se volvió hacia mí de nuevo y estalló a carajadas.

-          Vaya… - ha salido gracioso el chico. – bueno, ¿qué querías? No has venido sólo a tomarme el pelo ¿no?

-          No, pero sí.

-          ¿Eh? – le miré extrañado. ¿Qué querría?

-          Es que no he venido a meterme contigo, pero tampoco tenía ningún motivo especial para venir… Estaba ensayando en la otra sala y acabo de terminar. Y todos los demás están Dios sabe dónde. ¡Me aburro!

-          Vamos, que como no hay nadie más a quién darle la lata, me vienes a mi.

-          Más o menos. – Y sonrisa al canto. ¿Así a quién le importa parecer tonto?

-          Pues perfecto, oye…

-          Pues si…

 

Y a partir de ahí su mirada se desvía por la sala, y empieza a pasear de un lado a otro. Yo intento volver a concentrarme, pero él me vuelve a sacar de la canción.

 

-          ¿Qué estabas haciendo? A lo mejor te puedo ayudar y todo.

-          Pues, tenía casi escrita la que podría convertirse en la mejor canción que An Café haya tocado nunca.

-          Suena interesante…  - cogió el cuaderno de la mesa, y empezó a leer la canción. La tarareaba para sí, imaginando cómo sonaría en su instrumento. Cuando terminó, devolvió el cuaderno a su sitio. – Es muy buena, sí. Pero tampoco hace falta que exageres. ¿Tiene ya un nombre?

-          Ehhh… no. Ni siquiera tiene letra aún, sólo la música.

-          Ahh, bien. Bueno… ¿te ayudo?

-          Pf… imposible. No me voy a poder concentrar contigo aquí.

-          ¿Y eso por qué? – me miraba extrañado.

-          Es… es tu olor. – por un momento frunció el ceño.

-          ¡Eh! ¡Que me ducho todos los días! – Disimuladamente, se agarró la camisa y olisqueó la solapa.- Y no huelo mal, ni a nada extraño…

-          ¡No, no es eso! Quiero decir, hueles  bien, como a playa… - la expresión de su cara era digna de ver.- Como a  frutas tropicales, digo. Me hacen pensar en la playa, y no me concentro. ¡Quiero vacaciones!

-          Jajajaja, me habías asustado. Es mi colonia favorita.

-          Pero huele bien, no pienses nada raro.

-          Bueno, pues como parece que no te va a salir ni una estrofa más por hoy… ¿Quieres bajar a tomar algo? Un café, un refresco, o lo que sea. Luego volvemos y lo vuelves a intentar. Los demás deberían estar ya en la cafetería.

-          ¿Invitas tú?

-          A lo mío sí.

-          Jajajaja, que gracioso.  Venga, vamos. – Y bajamos a la cafetería del estudio, donde algunos miembros del equipo acababan de llegar.

 

~~~~~~

 

El afrodisiaco olor de tu perfume cede el protagonismo. Ahora siento la calidez de tu cuerpo sobre el mío, y tus manos que recorren lentamente cada una de mis escasas curvas. Paseas por mis costados, y levantas dulcemente mi cuerpo, para acariciar mi espalda de arriba hacia abajo. A mi parecer, mi piel arde entre tus manos.

 

Siento un cosquilleo en las orejas. Tu boca juega sensualmente con mi lóbulo derecho, penetrando su dilatación con la lengua una y otra vez, mordisqueando el borde a veces.

 

Tu lengua empieza a bajar, y tus labios recorren delicadamente el contorno de mi barbilla.  Puedo sentir tu aliento, yendo y viniendo una y otra vez. Continúas un rato así, describiendo círculos imaginarios alrededor de mi boca, sin rozarla siquiera. Quieres ponerme los dientes largos, desesperarme, hasta que te suplique entre gemidos que me beses con pasión.

 

No me piensas dar el gusto por el momento. Ha llegado la hora de jugar de verdad. Te incorporas un momento, y coges un recipiente que se encuentra sobre la mesilla, justo al lado de la cama. Remueves su contenido, y, con una pequeña espátula, esparces una pequeña cantidad de mejunje marrón sobre tu mano. Compruebas la temperatura, como una madre hace con el biberón de su querido hijo.

 

Me miras a los ojos, y, con un sensual movimiento de tu lengua, lames la mancha de tu mano, sonriendo entre dientes al observar la repentina crecida de mi excitación. Sabes que ese gesto me pone más que nada en este mundo.

 

Te vuelves a acercar con el susodicho recipiente, y con la espátula, esparces algo de ese misterioso potingue oscuro sobre mis labios. Asomo tímidamente mi lengua y me lamo los labios con curiosidad.

 

Un sabor amargo recorre toda mi boca tan intensamente como un orgasmo, para terminar dejando un dulce gusto en mi paladar. Es chocolate. Chocolate negro fundido.

 

Vuelves a untar mis labios con el líquido, abriendo mi boca con la espátula. Vuelves a estar encima de mí, y acercas tu cara de nuevo.

 

Lentamente, lames el chocolate de mis labios, sin saborearlo, reuniéndolo en la punta de tu lengua. Entonces, la introduces entre mis labios, y sendos se juntan en un “dulce”  beso, por fin.

 

Tu lengua busca la mía en mi cavidad, y cuando ambas se encuentran, el sabor del cacao vuelve a extasiarme, esta vez potenciado por el roce con tus labios, que parece no terminar.

 

Después de un tiempo, separas tus labios de los míos y vuelves a mis oídos.

 

-          ¿Recuerdas? – les susurras con ternura, y yo sonrío.

-          Claro. – respondo entre suspiros.

 

~~~~~~

 

Acababa de llegar a mi casa, después del agotador concierto. Era 4 de enero, y en ese instante, An Café ya no existía. Ni existiría por un tiempo.

 

Lo habíamos conseguido; habíamos llenado el Nippon Budokan. Acabábamos de cumplir el sueño de la banda, el sueño de todos y cada uno de los miembros del equipo que nos acompañaban y nos habían acompañado. Estábamos en la cumbre de nuestra carrera, en la cima de toda nuestra vida. Admirado y respetado por todo Japón: An Café por fin se sentía pleno.

 

Pero detrás de esa plenitud, la sombra de la verdad empezaba a abrir un terrible vacío. Y es que, una vez alcanzada la parte más alta, sólo queda bajar de nuevo. La banda había decidido darse un tiempo. Desarrollar proyectos por separado, para volver algún día, sin fecha todavía definida.

 

Eso significaba que mi vida, como hasta ahora la había conocido, tendría que cambiar. No es que dependiera de mi trabajo en An Café, pero me gustaba la sensación de seguridad que la rutina podía ofrecerme.

 

Debería haberme quedado en la alter-party tras el concierto, pero las despedidas nunca fueron lo mío. Y ya había tenido bastante con la de los cafekkos. Así es que volví a la tranquilidad de mi hogar, a compartir mi mal humor sólo con Nyappy-hime. A veces me gustaría ponerle un altar, con todo lo que la pobre tiene que aguantar.

 

No pasaron más de quince minutos desde que había llegado cuando sonó el timbre.

 

-          ¿Si? – descolgué el interfono, y vi su cara en la pequeña pantallita.

-          Soy yo. Te traigo algo para el frío. – me enseñó una bolsa térmica.

-          Ya veo. Te abro.

 

En dos minutos ya estaba arriba, cruzando el umbral de la puerta.

 

-          ¿No deberías estar en la fiesta, con los demás? – pregunté inocente.

-          Bueno, sabes que las fiestas no me atraen mucho. Además, estaba algo deprimido. Te vi marcharte, y supuse que tú también lo estarías. Siempre es mejor llorar en compañía.

-          Ahh… ¿y eso? – señalé la bolsa que traía consigo.

-          Ah, es chocolate caliente. Paré por el camino y lo compré. Hace frío, estamos de bajón. Esto calienta el cuerpo y el ánimo.

 

Nos sentamos en el salón, protegidos por el brasero bajo la mesa. Serví el chocolate en tazas y le di una. Empezamos a hablar, y así estuvimos por horas. Con una sonrisa nostálgica coronando nuestra cara, recordamos con cariño las tantas anécdotas de la banda de todos estos años.

 

Y entonces pensé que sería esto lo que más echaría de menos. Momentos compartidos después de un ensayo, durante un descanso, durante las giras. Ya los echaba de menos y estaba viviendo uno.

 

-          ¿Qué tienes pensado hacer a partir de ahora? – mantenía la esperanza de seguir manteniendo el contacto.

-          Ya sabes, lo que surja. Mejoraré con mi instrumento, compondré, y si alguna revista o programa me quiere de invitado… no le diré que no. ¿Y tú?

-          Lo mismo. Pero presiento que el dueño del karaoke del barrio se prejubilará gracias a mí. – era cierto. ¿Qué haría yo si no pudiera cantar?

-          Jajaja, ese hombre tendrá mucho que agradecerte.

 

El chocolate aún no se había acabado. Le ofrecí más, y él me tendió su taza con una sonrisa. Esa sonrisa que removía mi mundo. Cómo la iba a echar de menos. Era con él con quien no quería perder el contacto, por nada en el mundo.

 

En ese momento me di cuenta de que lo quería más que a nadie, y nada me dolería más de todo esto que no poder ver su sonrisa día tras día.

 

-          Te voy a echar de menos… -me atreví a comentar. Quizás la única forma de mantener esto era arriesgándolo todo. Total, ¿qué más podía perder?

-          Y yo… pero… ¡espera! No tenemos que dejar de vernos. Somos amigos, quedaremos de vez en cuando.

-          Claro… - amigos… los amigos cuando están ocupados se ven muuuy de vez en cuando… a veces nunca lo hacen…

-          ¡Si! De verdad. Mira, cada vez que pase por Red Café, o por tu barrio, o incluso por la zona del Budokan, te llamaré para tomar algo ¿quieres?

-          Bueno…vale - ¿Cuántas veces serán esas?

-          Esto no es un adiós, Miku.

-          Eso espero después de esto… - apenas murmuré. Decidido, tendría que actuar si quería avanzar.

-          ¿Eh?

 

Lentamente, me situé a su lado. Sujeté su cabeza entre mis manos, mientras su mirada de interrogación se posaba sobre mis pupilas. Entonces, me acerqué más a él y, en un rápido movimiento, junté sus labios con los míos.

 

Él no reaccionó de inmediato. Mantuve el contacto, sin mover los labios. No hizo nada por apartarme, así que continuamos así. Era un beso inocente, sin dobles intenciones, sin connotaciones sexuales. Intentaba transmitir en él toda la ternura que sentía por, toda la necesidad de que permaneciera a mi lado. Todas las ganas que tenía de compartir mi vida junto a él. Sabía que era la única persona con la que quería estar. Y maldita sea, que iba yo a ser tan cursi si no fuera verdad.

 

Finalmente, me separé de aquellos labios, y volví a mi sitio con la cabeza baja. Ahora tenía algo de miedo. Mis instintos habían ganado, y tendría que responder por ellos. Me senté y quise mirarle, pero no podía.

 

-          Yo… lo… lo siento… ahora comprenderé si no quieres seguir manteniendo contacto conmigo…

 

Quedamos en silencio. Yo no me atrevía siquiera a levantar la cabeza.

 

Y de repente, sentí unos brazos cálidos rodeando mis hombros. Me pilló por sorpresa, y no reaccioné

 

-          Idiota… si tan sólo dejaras ver tus sentimientos…

-         

-          Pero yo soy igual que tú. Gracias, de verdad. – me abrazó más fuerte

-          ¿eh? ¿no estás enfadado? ¿no me quieres envolver en una caja y mandarme por correo certificado a Groenlandia, o algo parecido?

-          ¿Pero qué? ¿Cómo diablos iba a hacer eso?

-          El último quiso hacerlo… - era cierto, me lo dijo la última persona que me rechazó.

-          Jajaja, hasta en momentos como este consigues hacerme reír.

-          …es mi cruz, parece ser…

-          Pues déjame llevarla contigo.

-          Siempre, desde chico…espera… ¿qué?

-          Déjame hacerte feliz, Akiharu.

-         

 

Ahora fue él el que rompió el abrazo y juntó nuestros labios, en un beso tierno, pero mucho más pasional que el mío.

 

Su boca todavía sabía a chocolate.

 

~~~~~~

 

Mi cuerpo se encuentra ahora algo pegajoso por tu culpa. Has esparcido chocolate en línea recta por mi pecho, hasta llegar a la parte baja de mi vientre. Con tu  boca, lo lames poco a poco, mientras tus dedos juguetean en la mía, impregnándose de mi saliva. Acaricias mis labios y vuelves a introducir los dedos, mientras tu boca limpia mi piel.

 

En los pezones también has puesto chocolate, y tu boca se detiene un buen rato en ellos. Lames y succionas, endureciendo aún más tanto mis tetillas como mi hombría, que ya quiere explotar. Yo sólo alcanzo a gemir entre dientes, deseando, necesitando que sigas hasta el final, y pronto.

 

Tus labios prosiguen su camino. Finalmente, han encontrado aquella sensible y elevada parte. El chocolate pasa a un segundo plano. Ahora la atención la tiene esa elevada y sobrexcitada parte de mi cuerpo.

 

Embadurnas mi pene con el líquido tibio, y colocas tus labios justo en la base.  Lentamente, lo lames de abajo arriba, rodeando el glande, y de arriba abajo. Repites el movimiento, esta vez lamiendo el glande más rápidamente, jugando con su orificio.

 

-          Mmmm…ah… - ya no puedo callar los gemidos por más tiempo.

 

Continúas así, hasta que introduces mi miembro por completo en tu boca, moviéndote y succionando, describiendo círculos con la lengua.

 

-          Ah… por favor… continúa…

 

Me haces volver a lamer tus dedos y me agarras de las caderas, introduciéndolos por mi entrada. Me preparas así hasta que te ruego que sigas. No aguanto más la espera.

 

-          ¡Ah! ¡se acabó! ¡Entra! ¡YA! – sonríes con algo de sorna ante mi súplica.

-          Hay que ver que eres impaciente…

 

Abandonas mi entrada, y te colocas sobre mí.  Separas más mis piernas y las colocas a ambos lados de tus caderas. Sujetas las mías y, de una sola embestida, entras con firmeza en mi interior.

 

-         ¡Ah, caliente! – tu también quieres gemir.

-         Mmm… Es tu culpa…no… te quejes.

-         Es… adictamente delicioso…

 

Mueves tus caderas, a un ritmo constante. Entras y sales de mí, de forma delicada, pero firme. Una y otra vez, dentro, fuera. Rodeas mi espalda arqueada con tus brazos, escondiendo tu cara en mi pecho. Y gimes. Mucho. Ambos lo hacemos.

 

Me penetras un rato de esta forma, cambias mi posición, y me vuelves a penetrar. Y así durante bastante tiempo. Unas veces el ritmo de tus caderas se vuelve más fuerte y rápido, llevándome al borde del orgasmo, para luego disminuir la velocidad hasta hacerme suplicar más.

 

Con mis manos esposadas, en verdad deseo abrazar tu cuerpo. Las muñecas han empezado a dolerme por el esfuerzo. Mañana quedarán su recuerdo sobre mi piel.

 

Esta es tu forma de hacerme el amor. Me llevas al borde de la desesperación, para luego poder satisfacerme. Me pones la miel en los labios, y luego  me la quitas para hacerme gemir.

 

Una forma de tratarme que me vuelve loco.

 

 

Finalmente, siento tu semen caliente dentro de mí, y con el contacto, no puedo evitar derramar también el mío. Un escalofrío recorre mi cuerpo y libero aquella sustancia, cuando tú apenas has terminado en mi interior. Exhausto, caes sobre mí, todavía abrazándome.

 

Alcanzas a quitarme las esposas, yo consigo por fin abrazarte. Nuestros cuerpos han quedado pegajosos por la mezcla de sustancias, pero qué importa ahora.

 

-         Miku, déjame hacerte feliz otros 365 días.

-         Y muchos más también.

-         Feliz aniversario pequeño. Te amo.

-         Y yo a ti más.

 

Y juntamos nuestros labios con sabor a chocolate, como hace un año lo hicimos por primera vez. Abrazados, pronto caemos dormidos. Ya habrá tiempo mañana para limpiar nuestro dulce estropicio.

 

Esta noche, en mis sueños… quiero verte de nuevo, te lo pido.

 

 

 

Notas finales:

Bueno, pues qui esta.

Ahora, os toca imaginar quién es el seme.

¿Me lo contareis en un review? =D *porfa porfa porfa*

Seamos sinceros, yo, con mi debilidad por esa pareja, me imagine mas de la mitad con Takuya. El resto, con Teruki. A veces era con Kanon y Yuuki tambien. Con Bou no por algunos detalles.

Y, bueno ..*ejem* sobre "Without a trace"... *cof cof* esta de camino...*falta de inspiracion* ... ^^"

Un Saludo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).