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El beso del Vampiro por hakusan16

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Notas del fanfic:

Ohayo, soy Niu-chan, este fic lo encontré rebuscando entre la carpeta de fanfics escritos por Hakusan16 xD lo sé eso es ser chismoso y también es malo meterte en las cosas que no te incumben, sin embargo al leerlo todo (Sí, ella lo tiene los capítulos escritos completamente) me encantó la idea de ese fanfic, que no se por qué carajos (Perdonen por el insulto ^^U) No lo publicó, así que me tomé el placer de publicarlo para ella n_nU También le leeré los reviews que mandarán (claro, si les gusta) y trataré de convencerla para que entre de nuevo a Amor Yaoi.

Bueno este fic por lo que vi, esta basado en el libro "Der Kuss des Dämos" de Lynn Raven.

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fic.

Los personajes de Naruto no nos pertenecen a Hakusan16 y a mi sino a Masashi Kishimoto (Espeso de Haku-chan)

La trama no nos pertence sino a la autora Lynn Raven del libro Des Kuss des Dämons

Nosotros sólo lo hacemos por fin de entretener a los lectores.

A leer n_nU

El beso del vampiro.


 


Para los ladrones, seguramente en los lugares más difíciles de robar son los bancos, ya que en realidad aquel lugar debería de tener a los mejores guardias, quienes tienen la misión de proteger el edificio con su vida. Sin embargo existen lugares en los que la seguridad esta obsoleta, y uno de ellos era el Instituto Konoha, de la cual sólo había un guardia haciendo ronda.


La sombra se deslizó por el muro y cayó al suelo elegantemente como un felino lo hacía. El edificio era de una sola planta, y seguramente entrar por una ventana no hubiera sido mala idea, sin embargo viniendo de esta escuela, habían dejado abierta una de las puertas traseras, así que, ¿Por qué no aprovecharla? Comenzó a caminar pasando de largo vitrinas llenas de trofeos, reconocimientos, también un tablón lleno de notas, para después topar con la puerta de la cual tenía escrito “Dirección” en mayúsculas, aquel era su destino. Tomó el pomo y lo giró, sonrió al ver que llevaba seguro, por lo visto aún había alguien con sentido de la responsabilidad en el Instituto, pero no tardó más de un minuto en abrirla.


Al entrar se encontró con la típica secretaria de instituto: un escritorio, un ordenador, una impresora, un teléfono, todo lo que necesitaba una secretaria, de la otra mitad de la oficina habían sillas y un sillón, detrás de este había un armario con carpetas y archivadores, además de libros escolares una linda flor en una mesita.


Al lado del escritorio, había una puerta de la cual llevaba escrito “Dirª Tsunade” sobre un cristal opaco de la cual te llevaba con la directora del instituto. Pero al intruso no le interesaba esa parte de la dirección.


A oscuras se acercó al armario y lo abrió encontrándose con algunos expedientes de los alumnos que se encontraban inscritos en el colegio, tomó el curso que le interesaba y comenzó a buscar fijándose en cada una de las caras, aunque no era como encontrar una aguja en un pajar, una vez que lo encontró lo tomó y volvió a dejar todo en su lugar para después salir de ahí.


 


Capítulo 1 “Como perros y gatos”


Nunca me había puesto a pensar en algo peor que las Matemáticas, pero ese día, al escuchar la famosa frase de la que todos los alumnos odiaban: “Mañana habrá examen, así que espero que estudien”. Fue la peor que hubiera escuchado. Jamás desde que era pequeño las matemáticas no se me daban, y de sólo pensarlo me daba dolor de cabeza. Siempre salía mal en los exámenes, a veces no respondía algunos ejercicios, en fin. En cada clase siempre envidiaba a Gaara, para él las matemáticas era como si fuera pan comido, pero para mí, sólo eran números, ecuaciones, fórmulas, en fin, un tormento.


Mis ojos se abrieron perezosamente al escuchar mi alarma sonar, me incorporé quedando sentado y apagué mi reloj que también era alarma. De nuevo como siempre en cada mañana me dolían las encías y cada vez que pensaba en el examen me dolían mucho más. Me metí a bañar dejando que todos esos pensamientos de  números corrieran junto con el agua que pasaba por mi cuerpo. Salí del baño y me comencé a secar el cabello rubio que siempre estaba despeinado. Me di la vuelta buscando alguna ropa para ponerme, me encontré con mis bermudas de playa y una camisa sin mangas, un sentimiento de nostalgia me llenó al ver que había llegado otoño. Poco tiempo después opté por ponerme mi camisa naranja junto con un pantalón negro, miré por la ventana notando que el sol estaba más que radiante, aunque brillara el sol iba a ser un día de otoño fresco, así que tomé mi chaqueta negra y me puse encima.


Al bajar me encontré con Iruka, el hombre que nos ayuda en la casa.


-Buenos días, Naruto-dijo sonriente.


Yo le salude con una sonrisa en el rostro para después ver mi desayuno en la mesa del comedor. Tomé mi té de un trago y pasé de largo mi ramen –del cual por el que antes hubiera matado- No tenía tiempo, lo más seguro es que se me hacía tarde así que salí pintado junto con el “Pero, Naruto…” de Iruka como fondo.


Me acerqué al garage encontrándome con mi Audi de color azul plateado.


-Buenos días, Naruto-dijo Kakashi desde el asiento del conductor del Audi-, ¿quieres que te lleve en el Rolls?


Kakashi era el último eslabón de la cadena de pesados que mi tío me había puesto a mi servicio. Este hombre alto de cuerpo musculoso de cabello parado y plateado era el mayordomo, el chofer y mi guardaespaldas. Por suerte era el único que tenía buen humor que además de eso, era el único que soportara que le gritara que me dejara de seguir día y noche o que no quisiera que me llevara en el Rolls Royce negro y cromado, que siempre se estacionaba al lado de mi Audi.


Hace dos meses había tenido una fuerte discusión con mi tío sobre aquel tema, le había hablado por teléfono gritándole que ya no quería más sobreprotección de su parte, que ya estaba arto de que diez guardaespaldas me siguieran día y noche a cada lugar que iba, al fin y al cabo el no era al quien lo miraban cada vez que me llevaban a la escuela junto con un mounstroso carro, y tampoco era el que soportaba algunas bromitas de parte de sus amigos, además de que el no era el quien carecía de ellos, después de eso le colgué el teléfono. En la noche llegó mi tío a mi cuarto, sentándose en mi cama hablando sobre aquello, llegando a la conclusión de que me quedaría sólo con Kakashi.


Entendía su preocupación sobre mi, cuando era chico me había hablado sobre lo que le sucedieron a mis padres, ellos fueron asesinados en uno de sus viajes, desde ese entonces mi tío me adopto, cuidándome demasiado, con el miedo a que me sucediera algo así. Mi tío era el hermanastro de mi padre, el me había dicho una vez que él era su consentido y lo había querido como si fuera su hermano, por eso siempre lleva esa sobreprotección en mi, ya que dice que me parezco a él, por lo tanto dejaría que me sucediera nada. Pero estos últimos días no lo había visto ya que él se encontraba en sus viajes de negocios.


-No gracias, prefrieron ir solo-dattebayo.


Kakashi me abrió la puerta del auto y entré, lancé mi mochila en el asiento de atrás y se desparramaron todos mis libros, lo que me faltaba. Los ignoré y salí a toda marcha.


Para colmo, seguramente tenía la ley de Murphy: en cuanto me acercaba a un semáforo, este se ponía en rojo, cada vez que me acercaba a un paso peatonal, pasaba una larga fila de preescolares agarrados de dos en dos, y lo peor, que al ponerme en un carril, no me di cuenta de un motorista y me llevé un buen susto, pero al fin y al cabo el ni me hizo caso y siguió a toda velocidad.


Al llegar al instituto, busqué un lugar y me estacioné, al bajar tuve que poner todos los libros tirados dentro de mi mochila y me eché a correr hasta el aula de matemáticas.


Una vez que llegue al aula me dejé caer en el asiento, había rozado el timbre y poco tiempo después el maestro Azuma había llegado. Hyuuga Hinata me dio ánimos con una sonrisa. Se sentaba conmigo en clases y era una de las pocas a la que consideraba una amiga mía. Ella conocía mis problemas de matemáticas como nadie. Antes de que Hinata pudiera hablarme el maestro Azuma ordenó silencio y entregó los exámenes.


Durante toda la hora me rompí la cabeza con el examen hasta que la campana sonó, ahí pude respirar tranquilo, mi tortura había por fin acabado. Guardé la calculadora y mi estuche y salí del aula. Buscaba con la mirada un asiento, una vez que lo encontré me senté y encogí mis piernas que pronto fueron abrazadas por mis brazos.


-No puede haberte ido tan mal, lo terminaste-me dijo Hinata-. Lo que estudiamos ayer, debió de servirte de algo.


Se acercó más a mí y se sentó a mi lado poniendo una mano en mi hombro en señal de apoyo.


En realidad no me animó en lo más mínimo. Sino sacaba por lo menos una “B” tendría que pasarme todos los días estudiando y era lo menos que quería.


Hinata se inclinó para ver que sucedía en el pasillo y no pude evitar embozar una sonrisa.


-Vaya, vaya, Sakura lo ha conseguido. ¿Cuánto tiempo crees que tardará en devorarlo?-dijo alargando el cuello-¿No deberíamos hacer algo para liberarlo de sus garras?


Quien hubiera dicho que la niña linda con cara de muñeca de porcelana y grandes ojos aperlados y hermosos hablaría así de una compañera de clase, pero cuando se trataba de Haruno Sakura, Hinata se convertía en todo un monstruo. Lo más gracioso era que Hinata y la belleza pelirrosa, habían estudiado juntas desde que eran muy pequeñas y nunca se llevaron lo suficiente como para que Hinata dejara de hablara así de ella. Pero en realidad lo único que hacía era alejarse y por parte de Sakura cambiar de novio como si fueran pantalones. Su última víctima se llamaba Uchiha Sasuke y era nuevo en Konoha. Era alto, delgado y peligrosamente atractivo, sí lo acepto, soy bisexual, sin embargo a nadie le importaba en Konoha el hecho de ser homosexual o bisexual, pero nos estamos saliendo del tema. Sasuke era de pelo negro que contrastaba con su cara pálida. Siempre llevaba gafas oscuras, algo que no se quitaba ni en clase y que tampoco podían disimular unos rasgos de perfección que sólo se esperaban en la gran pantalla. Uchiha Sasuke poseía una belleza clásica, pero inquietante a la vez, parecía unos dos o tres años mayores que los demás. Según los rumores decía que había estado en un internado en un reformatorio.


Ni Hinata y yo teníamos clase con él, pero Gaara, quien formaba parte del grupo de amigos y le tocaba clase de física, historia y deporte, nos explicó que era arrogante, orgulloso, arisco y solitario. La mayoría de los alumnos lo trataba con cautela y respeto, sobre todo después  de que en la primera clase de deporte le rompiera la muñeca a Inuzuka Kiba jugando voleibol, según Kiba sólo fue un accidente, el explicó que intentaba recibir el saque de Uchiha, pero de lo fuerte que iba le rompió la muñeca, también nos dijo que cada vez que sacaba Uchiha todo el equipo se ponía nervioso. También escuché que el era muy buen espadachín, tanto que no lo batía ni el entrenador, sin embargo había escuchad también que había rechazado entrar al equipo oficial de esgrima, lo que alegraba a Gaara, que había sido el mejor espadachín hasta la llegada de Uchiha.


Yo no había hablado con él. Tan sólo me había cruzado con él un par de veces por el pasillo y tampoco lo veía a la hora de comer en la cafetería, parecía que no quería tener ninguna relación con ninguno.


Aunque su manera de ser lo mantenía alejado de la gran mayoría, su táctica no acababa de funcionar con Haruno Sakura. En cuanto lo vio, Sakura lo añadió a su lista de propósitos; de hecho, lo puso en el primer lugar.


Aquel mismo día había empezado la caza de Sakura, y en ese momento lo tenía acorralado. Los brazos de Sakura, alrededor de sus libros, apenas distanciabas unos centímetros de Sasuke, acorralado contra la pared. Sakura se acarició el cabello rosado y su risa resonó  por todo el pasillo.


Al contrario de Hinata: yo pensaba en salvarlo de Sakura. Era el uno para el otro.


Enseguida dos chicos nos taparon la vista.


-¿Qué tal? ¿Cómo les ha ido?-pregunto Gaara sonriendo y recolocándose la mochila que traía en el hombro.


Kiba jugaba con la tela que sostenía su brazo enyesado. Nos saludo asintiendo con la cabeza.


-¿Cómo quieres que me haya ido? Pues mal.


Estiré los brazos por encima de mis rodillas y bajé la mirada, incómodo.


Gaara, el genio de las matemáticas y la informática chasqueó la lengua.


-Pensaba que habías estudiado con Hinata-dijo extrañado.


En el año anterior habíamos comprendido que su paciencia no alcanzaba para enseñarme. Siempre acabábamos peleados y enfadados. Sus clases de repaso eran desinteresadas y además eran todo un desastre.


-Y así fue-dijo Hinata antes de que yo pudiera responder para mi defensa-. Es un exagerado, esta vez acabó todos los ejercicios. Gaara, hazme el favor, sal de en medio, ¿quieres?


Algo desconcertado, Gaara dio un paso a la izquierda y miró a la misma dirección que Hinata. No pudo disimular su sorpresa y prestó atención a la escena. Kiba, a su lado, pareció quedarse sin aliento. Yo también presté atención a la escena que sucedía en ese momento en el pasillo, y por un momento creí tener alucinaciones. Si antes Uchiha estaba contra la pared, ahora era Sakura la que estaba acorralada con las largas piernas de él, Sakura, seguía abrazando sus libros, pero ahora como si le fuera la vida en ello. Uchiha apoyaba el codo contra la pared y estaba tan cerca de ella que apenas los separaba unos centímetros. Su otra mano jugueteaba recorriendo los libros de ella, el cuello y el escote de la blusa. No se veía bien lo que le hacía. Él pronunció algo, y Sakura lo miró como hechizada, tragó saliva abrumada, cerró los ojos y apoyó la cabeza en la pared. Uchiha hizo un amago de besarla, pero se apartó de ella con una sonrisa burlona para después alejarse de ella, su actitud de burla y me pareció reconocer que se había mezclado con una de amargura y frustración en su rostro, además de ira. Bastaba verlo caminar para advertir su ira.


A Sakura se le cayeron los libros y se desparramaron por el suelo. Excitada miraba a Uchiha. Luego hecho un vistazo por su alrededor, recogió los libros con torpeza y se fue a otra dirección. Nunca había visto trata un chico así a Sakura desde que llegué al instituto.


-¡Por Kami-sama!-dijo Kiba-.Parecía que la iba a… aquí mismo-murmuró sonrojándose.


Hinata asintió.


-¿Que parecía que qué?


El primo de Hinata, Neji, se nos acercó. A pesar de que tenían padres distintos, se parecían demasiado, los dos tenían los ojos aperlados, pelo liso y oscuro. Neji normalmente se amarraba la punta de su largo cabello, lo que le resaltaba sus facciones. Fue uno de los mejores amigos de Sakura, aunque no lo crean, hasta que Sakura comenzó a cambiar a la vez que crecía, para ahora convertirse en toda una señorita.


-Uchiha casi la…-balbuceó Kiba-. Ya sabes.


-No, no sé-respondió Neji, y lo miró interrogante-. ¿Qué pasa?


-Bueno, parecía que la iba a…-dijo y carraspeó buscando apoyo de su amigo.


-La tenía contra la pared-añadió Gaara-, y parecía tener la intención de darle algo más que un beso; aquí, y delante de todo el mundo.


-Oh-dijo Neji abriendo demasiado los ojos-Vaya, vaya.


Neji miró por  el lugar donde había sucedido la anterior escena, para después volver a vernos.


-¿Y qué ha pasado?-preguntó.


-Nada-contestó Gaara encogiéndose de hombros-. Se fue y la dejó ahí plantada.


Los ojos de Neji se abrieron aún más, y su boca ya entreabierta, dibujó una sonrisa.


-¿Y lo ha visto todo el mundo?, pobre Sakura. Este tipo me cae bien-dijo sin ocultar su satisfacción. Carraspeó claramente- A lo que venía. Gente, tenemos un pequeño problema-dijo mirando a su prima-;  mi madre me acaba de mandar un mensaje que tiene dolor de cabeza y que si no lo podríamos ver en otro lugar las películas.


Kiba maldijo entre dientes y Neji nos miró esperando respuesta. Hacía más de una semana que habíamos planeado todo y nadie quería desechar el plan.


-A mi abuela no le importaríamos si fuéramos-dijo Hinata-hoy a quedado con sus amigas, pero nuestra tele es pequeña.


Hinata, desde que sus padres se separaron había estado viviendo con su abuela, una viejecita muy linda y simpática y que quería a su nieta más que nada en el mundo. La casa era pequeña, pero por lo menos las dos cabían perfectamente. Para aportar algo de dinero a la escasa renta de su abuela, Hinata trabajaba como camarera tres días a la semana en Ichiraku, un restaurante-club que había abierto hacía unos meses.


-Podríamos ir a mi casa, mis padres no están-propuso Gaara-, y el ampli de mi padre ya está reparado.


-¡Sí!-dijo Kiba emocionado-. Tema solucionado. ¿Qué peli vemos?


Intercambiamos miradas, Gaara se encogió de hombros.


-¿Les apetece noche de terror?-preguntó Neji-. Dentro de poco es Halloween.


-Buena idea. Yo me encargo de los DVD-dijo Kiba-. ¿Entonces quienes van a ir?-preguntó interesado.


-¿Pueden venir Sai y Lee?-preguntó Gaara.


Sai era primo de Sakura y un año mayor que ella. Él y Gaara la pasaban juntos todo el tiempo montando y desmontando ordenadores, eran muy buenos amigos. Que su prima fuera una arrogante no quitaba que él fuera más bien tímido y amable y tuviera una sonrisa muy amplia. Los intentos de Sakura para emparejarlo con una de sus amigas había sido un total fracaso.


Lee, el segundo capitán de esgrima  después de Gaara, era de estatura mediana, y delgado, tenía un humor divertido y feliz. Había sido víctima de Sakura antes de que Uchiha entrara al instituto.


El timbre marcó el final de la pausa y el pasillo se vació de alumnos. Terminamos de planear la noche de películas y salimos de prisa y corriendo. Naturalmente nadie tenía ningún problema de que Sai y Lee vayan y quedamos a las siete en casa de Gaara. Hinata, Neji y yo quedamos en que llevaríamos ramen y otras comidas, y Gaara, Kiba y los otros dos se encargarían de llevar los DVD, la bebida y bolsas de papas fritas.  Tenía que apurarme sino quería llegar tarde en clase de física. La profesora Kurenai me miró con desaprobación a pesar de que ella también estaba de camino al aula.


 


Al terminar las clases volví a mi auto bajó el sol de mediodía, me di cuenta de que por la mañana me había olvidado de mi chaqueta de la cual al entrar al carro me la quité y la dejé en el asiento del copiloto. Me empezaron a picar los brazos; si no andaba con cuidado, por la noche iba a parecer una langosta. “Un tipo de leve alergia al sol”, había sido el diagnóstico del médico. Si la cosa empeoraba podría llegarme a aparecer ampollas. El calor y la sensibilidad extrema no eran para tanto, pero los picores me exasperaban. Quizá debía agradecerle a mi tío que me hubiera traído a Konoha y no a un lugar más caluroso y soleado.


Mi ciudad estaba algo alejada del “mundo civilizado”, pero –además de un pequeño centro comercial donde se compraba muy a gusto, un par de clubes donde ponían buena música y un cine no muy atrasado en comparación con los de las cuidades grandes- tenía justo lo necesitaba: bosques interminables ideales para hacer largas caminatas. Nuestra casa se encontraba en las afueras, justo donde empezaba la arboleda. Más allá estaba la mansión Hulten, cuyo terreno colindaba con el nuestro y tenía arces centenarios rodeando el lago que reflejaba las nubes y adónde iba a nadar a menudo en verano. La casa debía de tener más de cien años y hacía veinte que estaba abandonada. Lo sabía por la abuela de Hinata. Parecía no tener dueño y si lo tenía no parecía importarle que estuviera en ruinas. Me dolía el alma por que me encantaba ese tipo de casas o mansiones, me gustaba la elegancia atemporal que emanaba, con sus altas ventanas en ambos pisos y la generosa veranda de columnas que rodeaba la vivienda.


De vuelta a casa pasé por la verdulería a la que siempre iba Hinata y compré un par de ingredientes para el ramen. En la entrada estaba el mounstroso Rolls Royce que mi tío siempre utilizaba cuando está por aquí. Por el portón entreabierto divisé el morro del mercedes que normalmente conducía Iruka y Kakashi. Este último siempre estaba lavando y puliendo el Rolls, como cada semana, y me saludó con la mano.


-Déjalo ahí-dijo refiriéndose a mi Audi-cuando acabe con éste, me pongo con el tuyo-me dijo.


-Pero lo necesitaré esta tarde-dattebayo.


-No te preocupes, pequeño, esta tarde lo tendrás más que listo. ¿Adónde vas?


-Noche de cine en casa de Gaara, quizá llegue tarde.


El peliplateado frunció el ceño.


-¿Quieres que te lleve?


-Gracias, pero prefiero ir solo.-dije un poco incómodo.


-Como quieras.


Entré en el recibidor y cerré la puerta con la certeza de que Kakashi andaría cerca de la casa de Gaara esa noche.


Mi casa era totalmente grande, la cocina estaba equipada por lo utensilios más adelantados que habían en esta pequeña cuidad, la sala era totalmente grandes ya que mi tío siempre estaba ahí con sus socios, el tenía su propio despacho, habías como cinco baños en toda mi gran casa, Iruka tenía su propio cuarto en el segundo piso mientras que Kakashi tenía su propio departamento arriba del garage, del cual se estacionaban cuatro autos de último modelo contando con mi Audi y el Rolls, mi tío también tiene su cuarto, que generalmente muy pocas veces he entrado ahí, mi parte favorita es mi reino, mi mundo, mi cuarto, contaba con mi propio baño, además de que el decorado de mi cuarto yo lo había diseñado, era mi propio estilo, además de todo esto teníamos dos cuartos para los huéspedes. Aunque en realidad la sobreprotección de mi tío abarcaba mi casa entera y más de esta, ya que aunque tuviéramos dos cuartos para huéspedes el nunca me había dejado traer a ningún amigo y también el no dejaba hospedarse a alguno de sus socios, todo esto para protegerme.


Llevé la compra a la cocina. Iruka estaba cocinando y me saludó con una sonrisa. Olía de maravilla, a pan recién hecho, y sobre la mesa me esperaba mi taza de té preferido. Me lo había traído mi tío Orochimaru, aunque no quería decirme de dónde. No le gustaba a nadie más, pero yo ya me había vuelto adicto a su sabor y a su aroma fuerte, una delicia difícil de describir. Era el único remedio para mi dolor de encías matutino, tan agudo que parecía que me fueran a arrancar los dientes de la raíz, y que además se extendían por toda la mandíbula. Iruka me ayudó a cortar las verduras para el ramen.


Subí a mi cuarto y me puse con los deberes. El ejercicio de biología me llevó demasiado tiempo que casi se me pasaba la hora, pero un poco antes de la seis y media salí hacia la casa de Gaara con mi ramen bajo el brazo.


Kiba y Neji ya había llegado, y habían un montón de DVD delante del impresionante  equipo de “cine en casa”, el orgullo del padre de Gaara. Estaba saludando a Kiba y Hinata cuando Sai llegó y entró, casi se me cae el ramen cuando vi entrar detrás de él a Sakura. Sai no podía disimular su malestar, y Gaara se quedó sin aliento.


-Sai me dijo que no les importaría-dijo Sakura dejando atrás a su primo cogiendo una papa frita.


Gaara y yo miramos a Sai, que bajó la vista.


-¿Qué no nos importaría? ¿Acaso estás loco?-dijo en voz alta Gaara.


-No puede evitarlo, de verdad, pero es que…-contestó Sai a la defensiva.


Tragó saliva y miró hacia el salón, adónde había ido Sakura y de donde venía Neji ahora muy asustada.


-Por favor-dijo Sai antes de que también Neji se le echara encima-, no quería que viniera, pero me hizo chantaje.


-¿Chantaje?-Neji lo miró incisiva.


Kiba estaba apoyado en la escalera.


-Sí-asintió él infeliz-, ¿te acuerdas del virus que creamos?, chantajeó con contárselo a mi madre…y a la directora Tsunade.


Neji y yo nos miramos, luego Sai y Gaara. Hacía unas semanas que los ordenadores del instituto habían quedado inutilizables por un virus desconocido. No se perdieron datos pero estuvieron tres días sin utilizar hasta que por fin los arreglaron. La directora, la señora Tsunade, se enfadó muchísimo y amenazó con el peor castigo a los responsables, pero nunca se supieron quienes fueron. Nosotros sabíamos quien lo había, ello, y también sabía que eran tan buenos con los ordenadores, pero ¿tanto?


-Y ¿cómo pudo saber…-dijo Gaara malhumorado-. Bueno, ¿y a que viene?


-No sé-contestó Sai meneando la cabeza-, me parece que tiene que ver con Uchiha, está loca por él. Me obligó a meterme en el sistema de la escuela para sacar su dirección- explicó, y sonrió inseguro encogiéndose de hombros-. Pero la buena de la señora Shizune aún no ha introducido sus datos, por lo menos no encontré nada. Le busqué hasta en Internet. Tendrán que haberla oído cuando sólo encontré un par de artículos sobre unos equilibristas del siglo diecinueve.


-¿No le dijiste que Uchiha no vendría?-dijo Gaara frunciendo el ceño.


-Ya lo sabía-contestó Sai-, pero creo que va tras de Lee. Al principio no quería venir pero cuando mi madre me preguntó quienes iban a estar  y oyó su nombre, no me dejó en paz.


-¿Lee?-dijo Gaara con cara de no entender-. Pero ¿no le gustaba Uchiha?


-Claro, pero quiere ponerlo celoso con él, típico de Sakura.


Nos miramos.


-Supongo que no soy el único-dijo Sai con una sonrisa-que piensa que Uchiha no va ha caer en la trampa.


Entramos juntos al salón, donde Sakura estaba de lo más cómoda en el sofá. Como si hubiéramos hecho un pacto, todos fuimos amables con ella. Pero no le hicimos mucho caso.


Poco tiempo después, Gaara recibió a Lee, que llegó diez minutos tarde, y le puso al corriente de todo. Sólo faltaba Hinata. A las siete y cuarto comencé a preocuparme ya que no era normal que Hinata se retrasara tanto. A la única que no le importaba era a Sakura. Un poco antes de la siete y media, Gaara llamó a su casa sin suerte, y en su móvil salía el contestador. Estaba anocheciendo. Me acerqué a la ventana y observé los coches que pasaban por la calle. Neji propuso elegir la película para que cuando llegara Hinata, no perderían más tiempo. Decidimos por unanimidad elegir Drácula de Francis Ford Coppola.


Gaara subió a su cuarto a buscar algo en su cuarto, pero cuando bajó las escalera s un faro de ilumino la entrada de su casa. Neji y yo, que estábamos ya con la puerta abierta lista para recibir a Hinata, nos quedamos de piedra. El conductor le lanzó una ensaladera del cual seguramente estaba ahí el ramen para después hacer un gesto con la cabeza, y ella le sonrió. Cuando se volvió a nosotros estaba algo pálida y como ausente, pero nos sonrió como siempre.


-Mi escarabajo no arrancaba-se disculpó.


Señaló al tipo de negro que la había traído, que se quitó el casco. Nos quedamos boquiabiertos, aunque Hinata no pareció darse cuenta.


-Gracias a Sasuke no he tenido que venir caminando. Pasó justo cuando había perdido todas las esperanzas-dijo, y frunció el ceño como queriéndose acordar de algo, pero sacudió la cabeza como si no tuviera importancia-. Le he pedido que se quede.


Todos lo miramos. Traía  sus gafas oscuras y apoyaba los brazos en el casco negro brillante. Nos devolvía la mirada con cierta arrogancia, como si no fuéramos a hacer caso a Hinata y lo fuéramos a despedir con un “gracias, hasta la vista”.


Gaara fuel primero en reaccionar.


-Claro, que se quede, si es que no le importa ver un par de películas viejas de vampiros-ofreció tranquilo.


Lo miré sorprendido, pero después se me ocurrió que era la única oportunidad para sacarnos de encima a Sakura. Aunque no fuera justo para Uchiha, tenía la esperanza de que mi plan funcionaría.


Nos dedicó una media sonrisa un tanto cínica y apagó el motor.


-¿Qué película es?-preguntó.


Su voz, profunda y suave, encajaba perfectamente con su aspecto. Era la primera vez que lo escuchaba y se me secó la garganta. “¡Sigue hablando!”, suplicó una parte de mí, que ya no estaba tan segura de querer entregárselo a Sakura.


-Drácula de Coppola-dijo Gaara cruzándose de brazos.


-Buena película-contestó asintiendo-, sobre todo cuando al final dice “Dame paz”.-lo dijo con voz ronca, imitando la de Gary Oldman en esa escena y rió entre dientes como si sólo él pudiera entender el chiste.


-Oye, ¿es tuya la máquina?-preguntó Lee bajando la escalera de la entrada-. En el instituto me preguntaba de quién era la Fireblade, pensaba que era de algún profesor.


Tardé un par de minutos en entender que era la moto de la que hablaba. Uchiha también se quedó pensativo durante un momento.


-Sí, la Blade es mía-confirmó, y acarició el depósito.


Miré su gesto de cariño un tanto sorprendido. Por lo visto su familia tenía tanto dinero para comprarle semejante juguetito, sin importarle que su hijo fuera algo problemático.


-¿A cuando corre?-dijo Kiba abriendo paso y acercándose a Gaara y a Lee.


En poco tiempo se les unió Sai, hablando con él sobre cosas de motos, sobre piezas, tubos de escape, neumáticos,  y estribos rascados de tomar curvas. A saber que tenía eso de interesante. Continuaron su charla como si se conocieran desde hace años, incluso Gaara participaba, y se olvidaron completamente de la película. Cuando empezaron a hablar de tuning y portátiles.


Hinata y yo estábamos ahí parados esperándolos, la verdad nunca me habían interesado demasiado el tema de los autos. Ahora que me acordaba ¿será él el motociclista de negro que casi lo atropellaba?


De repente todos callaron, y Uchiha levantó la cabeza. La mirada de Gaara, Sai, Lee y Kiba  me desveló que no era ni Hinata ni nadie más el que se me acercaba a la espalda.


-Hola, Sasuke-dijo Sakura avanzando con porte de una reina.


Uchiha la miró sin decir nada. La sonrisa sarcástica  de Uchiha que se dibujó en sus labios me recordó a un gato cuando juega con un ratón. Parecía que Sakura no se daba cuenta de eso. Gaara, Kiba, Lee y Sai la dejaron pasar y ella apoyó una mano en el manillar de la moto.


-Hola-contestó Uchiha con retraso, y le quitó la mano de la moto.


Sakura recuperó su porte de reina por el corte que había hecho Uchiha y comenzó a acariciarlo.


-¿Te quedas a ver una películas?-preguntó sonriendo.


Su voz sonaba como el ronroneo de un gato. Se le acercó aún más.


-¿Quieres que me quede?-contestó con el mismo tono.


-Claro-respondió, acomodándose el mechón detrás de la oreja-, aunque no me he ido en una moto como ésta.


-Vaya, ¿de veras?... ¿Te apetece dar una vuelta?


Cuando Sakura se volvió y me miró con despecho entendí que la pregunta era para mí.


-¿Me lo dices a mí?-pregunté sonrojado, avergonzado como un tonto.


-No, al rubio de ojos azules que tienes atrás de ti- me lo dijo tan serio que me di vuelta para ver si había un chico de ojos azules y rubio.


Ahí me di cuenta que no había ningún chico de ojos azules y rubio, sino que era nada más ni nada menos que yo, era tan tonto que lo miré mosqueado. ¿Cuándo se había fijado en mí? Él levantó una ceja, y parecía que Sakura se iba a lanzar a mí yugular.


-Por qué no-dije asintiendo, y me acerqué lo más relajado que pude.


-Si tienes una chaqueta, póntela-me dijo- no quiero que pases frío.


Me giré y entré a la casa -¡Tonto, tonto, tonto, tonto!-, me puse la chaqueta y volví como si no tuviera prisa.


Gaara me miró incrédulo y Uchiha sonreía. Su dentadura era perfecta. Me acerqué y me subí a la moto. Quería agarrarme sólo del cinturón, pero él me tomó las manos y las puso en su cintura, apretándome contra él. Sakura me lanzó una mirada asesina, mientras yo aún no me había recuperado de mi sonrojo.


Arrancó con habilidad, salimos y aceleró. Asustado, me aferré a él. Corría como un loco, pero no quise confesar mi miedo, así que callé. El viento me tiraba el pelo. En la calle principal aceleró aún más. Detrás de él, me hice lo más pequeño que pude, apoyé mi cabeza a su espalda, cerré los ojos con fuerza y me preparé para la muerte.


-¡Relájate!-gritó fuerte ya que por el ruido del viento no se oía.


Me dio unos golpecitos en la mano. ¿Cómo soltaba el manillar a esa velocidad? ¡Maldito loco! Levanté la cabeza y miré por encima de su hombro. El viento me golpeó en la cara y yo volvía a cubrirme de nuevo. Empezamos a pasar por los árboles; ya habíamos salido de la cuidad.


-¿Adonde?-me preguntó.


-¿Cómo que “adonde”?-pregunté yo.


-¿Adónde vamos?


Dudé unos minutos.


-¿Has subido a la montaña de fin?-dije. (N/A: En vez de el valle del fin, será montaña xD gomen no se me ocurrió otro n.nU la montaña será un mirador)


-¿Dónde está?


Le expliqué como llegar y la moto rugió de nuevo.


No disminuyó la velocidad hasta que se metió por el camino de tierra que llevaba hasta el mirador. Di gracias a Kami-sama, aunque seguía yendo tan rápido como para estar un poco fuera del límite, además que en las curvas se le iba la rueda. En un momento derrapo tanto que tuvo que apoyar el pie. Ahí seguramente grité del susto, porque lo oí reírse. Sí, desde chico le tuve miedo a la velocidad, además de que cada vez que manejo mi Audi tiene que ser precavidamente, pero él, era un maldito temerario.


Llegamos, paró la moto, me bajé y tropecé después de dar un par de pasos con las rodillas flojeándome. Entendí por qué Hinata había llegado tan pálida.


-Eres todo un maniático-le dije secamente en cuanto se quitó el casco.


Con gesto divertido, simulando no entender, meneó la cabeza mientras apoyaba la moto en el caballete.


-No te pongas así-dijo-¿acaso te ha pasado algo?


No contesté y él miró a mí alrededor.


-No está mal el sitio-dijo asintiendo, y se acercó al borde del mirador, rodeado de tupido bosque por tres de sus cuatro lados. Había una vista maravillosa de Konoha. Me acerqué a su lado y observé la cuidad. Por costumbre busqué el punto luminoso de mi casa, mientras respiraba el aire puro con olor tierra y bosque. Me ayudó a tranquilizarme. Estuvimos un rato en silencio.


-¿Siempre conduces así?-pregunté, y me senté sobre una roca lisa de dos metros del precipicio. El viento soplaba entre las hojas de los árboles y levantaba las del suelo.


Me miró, y me di cuenta de que se había quitado las gafas, aunque estaba oscuro que sólo veía su silueta.


-No temas, tengo buenos reflejos-dijo sonriendo-. ¿Qué es esto?-preguntó señalando el mirador-. ¿Este es el nido de amor al que vienes tú?


Agradecí a la oscuridad de que gracias a eso no se veía el rubor de mi rostro


-En verano quizá sí, pero no para mí-admití-, más bien yo solo vengo aquí porque es muy tranquilo. Además, la vista es increíble.


-Ajá, ¿y por qué me has traído?-dijo acercándose.


En la oscuridad su cara se veía pálida como la de un fantasma.


-Tú fuiste quien me invitó a dar una vuelta-le recordé-. Tú sabrás por qué lo habrás hecho.


-¿Y por qué crees que lo he hecho?


La verdad es que ni me lo había planeado. Yo sólo quería… ¿qué quería?


Como no respondía, él sonrió. Una sonrisa oscura e impecable.


-Sólo para que no haya mal entendidos te diré, Uzumaki, que si te he pedido que vinieras era nada más para darle un corte  a Sakura, nada más. Me saca de quicio.


Su tono cruel, y que me llamara con tono despectivo por mi apellido –por cierto cómo sabía-, me hizo enfadar.


-¿Así que me has utilizado?-


-Sin duda-dijo acercándose demasiado-¿Por qué otra razón te iba a invitar?


Di un paso atrás.


-¿Me tienes miedo, Uzumaki?-sus dientes brillaron en la oscuridad.


-Qué va. Sólo no te quiero volver a ver; me das asco.


-¿No?-dijo riendo de nuevo, y me puso la piel de gallina-. Admítelo, Uzumaki. Te he hecho ilusiones, como todas y todos. Por eso no me has dicho que no cuando te preguntaba si querías venir-se burló con sorna-. Todos (as) son iguales, tan previsibles. Ven a un chico guapo y se convierten en hienas, no piensan en otra cosa.


-¡Mira quien habla!-contesté con furia-¿Quién estuvo con tres chicas y un chico en tres semanas?


-Dos, fueron dos-me corrigió-, y en la Biblia está escrito: “A quien pida se le dará”.


Su sonrisa me dio ganas de cruzarle la cara con un puñetazo. Lo empujé de nuevo.


-¡Eres un teme imbécil y arrogante!-le grité fuertemente.


Un viento frío chocó con mi cuello despeinando a mi cabello de paso, Uchiha parecía inmóvil, y una mezcla de sorpresa y miedo se reflejó en su cara antes de convertirse en furia y rabia.


Masculló algo bruscamente, como si maldijera. Parecía que le hubiera pegado de veras. Nos miramos en la oscuridad y se acarició el pelo negro, que brillaba a la luz de la luna.


-¿Sabes qué, Uzumaki? ¡Tú verás como vuelves a casa!-dijo.


Se dio la vuelta y se dirigió dando grandes pasos hacía la moto. Se puso el casco y se acomodó para después subir el caballete. Cuando arrancó me di cuenta de que en verdad me iba a dejar ahí. Quise pararle pero ya era demasiado tarde. Al realizar el giro sus ruedas escupían piedras y tierra. La luz roja desapareció entre los árboles mientras yo corría detrás, desvalido y maldiciéndolo, me detuve. Probablemente había estacionado unos metros más lejos y me estaba esperando en un lugar donde no lo pudiera ver. Lo único que me imaginaba era que pudiera dejar así; podría estar loco, pero no tanto. ¿Qué le habría entrado de repente? Me ceñí la chaqueta y caminé en círculos para entrar en calor. Si no iba yo, subiría él a buscarme en cuanto se cansara de esperar. La hojarasca crujía entre pasos y también entre los árboles. Se oyeron varios aullidos a no mucha distancia. Agudicé los cinco sentidos para que me pillaran desprevenido una broma de Uchiha, pero era evidente que no estaba ahí, así que seguía dando vueltas para no enfriarme.


¿Por qué se había enfadado así de repente? Cuando dijo que todos éramos iguales sonó a que había estado cansado de que todos cayeran a sus pies con sólo una mirada. Pero yo no había caído a sus pies, y si lo hubiera hecho, no se podía a ver dado cuenta en la oscuridad.


No dejaba de mirar el reloj, y Uchiha no aparecía. Ya estaba harto de la bromita, así que metí mis manos en los bolsillos y emprendí el camino de vuelta a casa, ¡Si pensaba que me iba a quedar ahí esperándolo toda la noche, pues estaba muy equivocado!


Estaba muy oscuro, tropecé varias veces, con agujeros o piedras y casi me tuerzo el tobillo. A cada paso me ponía muy nervioso, y a medida que avanzaba y me acercaba a la carretera esperaba oír la moto, pero sólo se oía el viento, las hojas secas y alguna lechuza de vez en cuando.


Tampoco oí la moto cuando vi la carretera. En cualquier momento escucharía el bramido de la moto y me miraría con su sonrisa cínica y burlona, pero no. ¡Él muy idiota me había tirado de veras! Saqué mi móvil, pero no sabía a quien decirle que me viniera a buscar, y me quedé pensativo. ¿Kakashi? Si mi tío se enteraba no me dejaría dar un paso afuera de mi casa sin mi escolta de orangutanes. Marqué el número de Gaara, pero me acordé de que Sakura todavía estaría con ellos, y era la última que debía enterarse, se burlaría de mí, y al día siguiente toda la escuela lo sabría.


¡Ni loco! No, si podía evitarlo. Llame a Kakashi, ya le convencería de que no le dijera nada a mi tío. Me respondió de inmediato. Me pareció oír el ruido de un motor. ¿Por qué no me sorprendió que ya estuviera ahí el coche? Le expliqué rápidamente lo que me había sucedido y dónde podía pasar por mí. Colgué y imaginé su sonrisa. Metí las manos en los bolsillos y seguía caminando. Sonó mí móvil y vi él número, era de Gaara: rechacé la llamada. No tenía ganas de responder preguntas, ni aunque Sakura  no se enterara. Se me había olvidado lo molesto que podía ser Gaara; al final acabe por apagar mi móvil.


Al poco rato, me iluminaron los focos del Mercedes. Kakashi venía de un lugar cercano. Probablemente me había visto salir con Uchiha y nos había visto hasta perdernos de vista. No hubiera sido nada raro, con lo rápido que había ido ese idiota, ¿como no? Me senté en el asiento del copiloto y me puse el cinturón. Sin mediar palabra, Kakashi subió la calefacción. Se limitó a asentir cuando le pedí que no le dijera nada a mi tío, aunque no dejaba de mirarme por el rabillo del ojo durante toda la vuelta a casa. Me hice pequeño en el asiento e hice como si no me hubiera dado cuenta. ¿Por qué me sentía tan mal? ¡Hasta ese día no había tenido nada que ver con ese desgraciado! Miraba por la ventana, enfadado conmigo mismo por a ver accedido a su estúpida invitación.


Kami-sama me librara de volver a ver al idiota de Uchiha.


Continuará…

Notas finales:

>.<!

Wii, espero que les haya gustado, sin más no puedo esperar sus reviews, para achocarle en la cara que todos queremos a Hakusan de vuelta. Y seguramente algunos se preguntarán ¿quién demonios es Hakusan? xD

Pero bueno, espero que dejen sus comentarios, para que siga subiendo las contis, n.n

Les deseo lo mejor y seguramente Hakusan les diría ahora: Lean Yaoi todos los días y coman muchos chocolates.

Sí, ella es una amante de los chocolates u_uU

Bueno, les mando muchos besos y abrazos.

Nos leemos.


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